EVITEMOS FALSAS EXPECTATIVAS El programa de reparación histórica, que fue presentado con bombos y platillos por el gobierno, tiene un fin por demás loable. Sin embargo, en la práctica la ley, tal como fue sancionada, no mejorará el bienestar de la clase pasiva. No debemos olvidar que los beneficiarios son nuestros jubilados y, por tanto, es fundamental ser claros y precisos, para no generarles falsas expectativas. La comunicación oficial resulta incompleta y conlleva una incertidumbre absoluta. Es indispensable precisar las siguientes cuestiones para llevar certeza a los adultos mayores: En primer lugar, la ley no incluye a jubilados y pensionados que hayan obtenido sus beneficios con posterioridad al año 2006, ni a aquellos alcanzados por leyes especiales, tales como docentes e investigadores científicos, entre otros. En segundo término, a quienes hayan litigado se les ofrece un monto inferior al que judicialmente les correspondería. Así, los beneficiarios que hubiesen obtenido sentencia judicial firme con anterioridad al 30 de mayo de 2016, verán reducido el monto de sus retroactivos, el que se calculará sobre un período no mayor a los dos años previos a la notificación de la demanda al ANSES. Mientras que aquellos que hubiesen iniciado juicio, con anterioridad también a esa fecha, pero no tengan aún sentencia firme, sufrirán quitas superiores al 60%, al limitar el cálculo del retroactivo a un máximo de 48 meses. Los beneficiarios de ley 24.241 que hayan obtenido la prestación por servicios exclusivamente autónomos no verán incrementados sus haberes mediante su determinación sino solo estarán alcanzados por la movilidad para el lapso 2002/2006. Por otro lado, el pago no es inmediato al acogimiento al plan sino que será programado conforme un orden de prelación aun no definido, que comenzará con los mayores de 80 años. Por último la ley establece expresamente que en casos de haberes altos se aplicará el tope de haber máximo. En resumen es claro que la ley sancionada difiere notoriamente de los parámetros que ha fijado la CSJN en sus precedentes Sanchez, Badaro y Eliff, y fija un sistema de novación y transacción con quitas significativas que esconden otros intereses. ¿Qué razón habría para que un jubilado que tiene sentencia firme, luego de litigar muchos años, suscriba un acuerdo renunciando a los derechos que ya le fueron reconocidos? La única razón sería la inmediatez en el pago, pero ello no ocurrirá ya que esta previsto, al igual que con el pago de las sentencias firmes corrientes, un orden de pago aun poco claro.