El instinto básico de Sharon Stone

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El instinto básico de Sharon Stone**
Xavier Sala i Martin*
Davos (Suiza), enero del 2005. El presidente de Tanzania, Benjamin Mkapa, explica que cerca de un millón de niños
mueren anualmente de malaria porque no tienen mosquiteras que cuestan cuatro dólares. Sharon Stone, que está entre
el público, pide la palabra y afirma estar conmovida. Con lágrimas en los ojos, dona diez mil dólares a mister Mkapa y
pide a la audiencia de multimillonarios que haga lo mismo. Se levantan manos y más manos, cada una prometiendo
10.000 dólares. Se toman los nombres de los benefactores y, al rato, se anuncia que se ha recaudado un millón de
dólares. A la mañana siguiente todos los medios del mundo hablan del episodio y Sharon Stone se convierte en la
superestrella de Davos 2005.
Un año más tarde pregunto a
miembros del Foro Económico Mundial
qué pasó con el dinero. Me explican
que, a la hora de la verdad, muchos de
los que levantaron la mano cambiaron
de opinión y, en realidad, sólo se
recaudó un cuarto de millón.
Para cumplir la promesa, Sharon
Stone pidió a Unicef que donara
750.000 dólares y así se enviaron
mosquiteras a Tanzania por valor de
un millón de dólares. Pregunto si
saben qué pasó con las mosquiteras.
La respuesta es no: no saben cuántas
fueron robadas en las aduanas,
cuántas llegaron a aldeas tanzanas,
cuántas fueron utilizadas como
mosquiteras (es común utilizarlas
como vestidos de novia o redes de
pescar) y cuántas fueron utilizadas
correctamente (son difíciles de usar
cuando se duerme sin cama, ya que
los niños se las quitan de encima
debido al calor). En definitiva, no
saben cuántas vidas se acabaron
salvando. Intento buscar a Sharon
Stone para que me lo aclare, pero este
año no ha venido a Davos.
Sin lugar a dudas, la filantropía de los famosos tiene muchos aspectos positivos, pero este episodio demuestra que
también los tiene negativos. Demuestra, por ejemplo, que cuando los famosos contribuyen a recaudar fondos, desvían
dinero de otras causas tanto o más importantes: Unicef tuvo que poner tres cuartos de millón que seguramente iba a
dedicar a otras causas tanto o más urgentes. De manera parecida, a principios del 2005 casi todos los famosos del
mundo se dedicaron a recaudar fondos para el tsunami asiático que mató a unas 200.000 personas. Y no habría nada
que objetar si no fuera porque durante ese periodo las ONG relacionadas con África notaron un sustancial descenso de
contribuciones a pesar de que en África mueren 200.000 niños cada diez días por causas relacionadas con la pobreza.
Otro aspecto negativo es que los famosos tienden a estar más interesados en recaudar dinero que en gastarlo de
manera efectiva. Muchos estudios demuestran que, si no se hace bien, la ayuda al desarrollo es contraproducente ya
que fomenta la corrupción, causa dependencia y hace que los jóvenes más talentosos se dediquen a la burocracia y no
a actividades productivas. El problema es que si el dinero recaudado por Sharon Stone se hubiera malgastado o hubiera
perjudicado a los tanzanos, no sólo ella no sería castigada sino que ni siquiera tiene que devolver el dinero.
Sí. Ya sé que este es un problema común a todas las ONG que quieren imponer sus soluciones a lo que ellos creen que
son los problemas de los pobres. Pero el tema es especialmente grave para las celebridades ya que el asegurarse que
las cosas funcionan tiene menos glamour que los espectáculos mediáticos recaudadores que tanto gustan a los
famosos.
Un tercer problema es que la elección de las causas que los famosos apoyan no siempre es fruto de una selección
inteligente e informada.
La señora Sharon Stone confesó haber reaccionado conmovida por las palabras de
Benjamin Mkapa. No investigó las causas y las consecuencias de la malaria, no comparó
ése con otros problemas que sufre África, no consultó a los expertos sobre si la mejor
solución era la adquisición de mosquiteras y, más importante todavía, no preguntó a los
ciudadanos de Tanzania si eso era lo que querían. Y es que si lo hubiera hecho, quizá se
habría llevado una sorpresa, ya que son muchos los gobiernos africanos que regalan
mosquiteras. Lo que pasa es que la gente las coge, las vende en el mercado negro y con
el dinero compra cosas que realmente desea..., y la malaria persiste.
La tendencia a escoger causas equivocadas se magnifica por el hecho de que las
celebridades viven de su imagen pública, por lo que las causas poco sexys nunca son
adoptadas por ellos. Mientras Stone estaba haciendo su espectáculo en Davos, un
prestigioso médico me susurró al oído: "Es cierto que un millón de niños mueren
anualmente de malaria, pero dos millones mueren de diarrea". ¿Se hubiera conmovido
tanto esta señora si, en lugar de malaria, Mkapa hubiera hablado de diarrea?
“La tendencia a escoger
causas
equivocadas
se
magnifica por el hecho de
que las celebridades viven
de su imagen pública, por
lo que las causas poco
sexys nunca son
adoptadas por ellos.”
** El nombre original de la película Bajos Instintos protagonizada por Sharon Stone en inglés es Basic Instinct
* Publicado en La Vanguardia el 17/04/2006
Vivimos en un mundo plagado de problemas: malaria, pobreza, sida, guerras,
discriminación, escasez de agua, extinción de especies, cambio climático, disfunción
eréctil, falta de educación, tsunamis, emigración y células madre, entre muchos otros.
Algunos de esos problemas son reales, otros son imaginarios. Unos tienen un coste
elevadísimo, otros son relativamente baratos.
Aunque parezca mentira, la humanidad no tiene ni las instituciones ni la metodología para establecer prioridades. ¿La
consecuencia?: miles de millones se malgastan cada año mientras docenas de asuntos importantes siguen sin solución.
Me parece que ha llegado la hora de que establezcamos un sistema de priorización racional y sistemático y de que
abandonemos el sistema que deja las decisiones en manos de los caprichos de los ricos y del instinto básico de Sharon
Stone.
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