Número 37. El tiempo, las personas y las cosas

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ALEJANDRO VALDERAS ALÓNSO.
JOSÉ LUIS GÓMEZ BARTHE Y ÁLVAREZ.
MARÍA NIEVES MARTÍNEZ GUTIÉRREZ.
LOLA FIGUEIRA MOURE.
JULIO CAYÓN DIÉGUEZ.
CARLOS BOUZA POL.
MARÍA DOLORES MARTÍNEZ LOMBÓ.
SARITA ÁLVAREZ VALLADARES. Coordinadora Recorrido Romántico.
INTRODUCCIÓN RECORRIDO Nº 37.
Un año más queremos continuar nuestro recorrido recordando a nuestros
simpatizantes y seguidores los edificios de León que han desaparecido y que hoy
desearíamos que existieran.
Hemos empezado por El Teatro Principal, que es nuestra primera parada. La historia
nos la va a contar ampliamente la persona que va a participar en la misma, por lo que
solamente añadiré algunas notas a modo de recuerdos.
Este distinguido teatro se inauguró el 25 de octubre de 1846 y cerró sus puertas el 1 de
Abril de 1961. El 30 de Marzo del mismo año la Asociación de la Prensa de León le
dedicó una despedida con un sentido y concurrido acto que presentó el Cronista de la
Ciudad Don Ángel Suárez Ema .En el mismo actuaron el Orfeón y la Orquesta leonesa
de Cámara dirigida por el Maestro Odón Alonso terminando con la interpretación del
Himno a León
En este teatro se estrenaban las obras los martes y se realizaban tres sesiones a las 1720 y 23 horas. Se supone que tendría bastante éxito para mantener esa frecuencia de
representaciones, máxime cuando hubo épocas en que coexistían en León el Teatro
Emperador y los siguientes .cines: Condado, Mari, Azul, Crucero, Ventas, Trianón,
Avenida y Lemy. Si eran fiestas de San Juan y San Pedro también concurrían otros
espectáculos como el Teatro Apolo que se instalaba en el antiguo Mercado de Ganados
y el Circo de Francia según nos consta por los programas de festejos. Posteriormente se
abrieron también el Abella, y El Pasaje. Esto nos hace reflexionar sobre cómo ha
actuado la televisión y otros medios en detrimento del cine y el teatro en el ámbito local.
Las actividades en el Teatro eran muy variadas. En Febrero de 1884 el Ayuntamiento
acuerda en Sesión Ordinaria ceder el Teatro el jueves día 14 al prestidigitador D.
Adolfo de la Cruz y también a la Sociedad de Conciertos para una representación líricodramática el 17 de febrero del mismo año. Igualmente tuvo otros usos muy distintos,
por ejemplo en 1931 Ortega y Gasset pronunció un discurso con motivo de presentarse
como candidato a las Cortes.
El 19 de diciembre de 1960 el Ayuntamiento rescinde el contrato de arrendamiento con
la Empresa Leonesa de Espectáculos sobre el Teatro Principal, teniendo en cuenta el
mal estado en que se encuentra, debiendo procederse lo antes posible a la clausura del
mismo (Ya hemos indicado más arriba que se cerró el 1 de Abril de 1961).
Como el mobiliario era de propiedad municipal se realizó un inventario el 4 de febrero
de 1947 y le fueron adjudicados a la Empresa los siguientes enseres para compensar la
ejecución de obras de restauración: en la planta baja: 360 butacas tapizadas; 20 atriles
para música 20 sillas para música, 1 recipiente para recoger entradas; 1 botiquín para
casos de emergencia; en el primer piso: 1 cuadro con la efigie del Jefe del Estado;87
butacas tapizadas. En el 2º piso se mencionan: Un banco de madera corrido con 67
asientos; 1 banco de madera corrido con 46 asientos; 1 banco madera interrumpido con
46 asientos y en el piso 3º: Un banco corrido con 50 asientos; 1 banco interrumpido con
46 asientos. Taquilla: Un armario mostrador para despachar localidades; una mesa y una
silla;
En la planta escenario: Un telón metálico; una cortina de terciopelo: una diabla de 20
luces; otra de 12 luces; una batería de 12 luces
El mobiliario de los camerinos consiste para cada uno de ellos en un espejo, un pupitre,
un lavabo, una silla y varios ganchos de percha. Los siete camerinos del primer piso
tienen idéntico mobiliario.
En el Departamento de luz consta un cuadro de luz, mando de sala, escena y demás
servicios con 30 interruptores, 3 contadores, 1 voltímetro; 59 plafones con sus
correspondientes lámparas distribuidas en el edificio en los diferentes pisos; dos
plafones en vestíbulos y pasillos; 40 hornacinas con sus correspondientes lámparas
distribuidas por los pasillos y 5 plafones en la entrada y marquesina. Como se puede
observar estaba bien equipado.
CASA CONSISTORIAL
El antiguo edificio del Teatro fue transformado en Casa Consistorial. En el pleno 10 de
Junio de 1965 se aprueba el anteproyecto de ampliación de la Casa Consistorial (que
había sido presentado en el Pleno de 27 de Abril de 1965) por un importe de
15.988.290,95 pesetas, cuya aportación se materializa a través de crédito del Banco de
Crédito Local de España. En el pleno de 2 de Agosto de 1965 se comunica que desde la
Academia de Bellas Artes Menéndez Pidal informa el proyecto de modificación de la
parte central de la fachada del teatro para que guarde armonía con la actual Casa
Consistorial.
En el Pleno de 11 de noviembre de 1965 se le encarga al arquitecto Sr. Barrenechea el
proyecto y lo exponen al
público siendo alcalde de la Ciudad D. José Martínez
Llamazares.
Parece ser que el derribo se debió de hacer por fases, pues el 17 de enero de 1964
recoge la prensa que se procede al derribo, y el 24 de octubre de 1966 indica que la
piqueta ha iniciado su tarea demoledora.
Así lo relataba un poeta de aquel tiempo: Ahora, sí. Ahora, ahí desangrado, como un
cuerpo acuchillado, como un navío roto… Así vemos con la mirada, abrazando sus
muros desgajados por la inflexible piqueta, cómo va reduciéndose a despojos su arco
magnífico del telón de boca que tantos millares de veces descendiera para volver a
subir entre aplausos y aclamaciones. Ahí están esos camerinos donde el comediante y
el histrión caracterizan sus fisonomías para la encarnación de los gloriosos personajes
de nuestra dramaturgia. Ahí se ve cómo una llaga abierta el viejo guardarropa, que fue
rico en antiguos oropeles y falsas sedas que vistieran en sus días inmortales personajes
del tinglado de la farsa. Ahí vemos cómo desgarrados girones los paredones
entramados entre inmensas vigas de roble, desde donde colgaba el peine del que
pendían los telones, diablas y bambalinas de los decorados que vestían los palacios de
las obras de nuestros clásicos y de los zaguanes de los caseríos donde fluían las
tragedias rurales de nuestro teatro y las zarzuelas con nuestras costumbres regionales
y los discursos de tantos oradores.
Que nunca nos separe
el tiempo y las distancia
del hermoso recuerdo
de aquello que no acaba
del arte que en ti vimos
y nos quedó en el alma!
(Francisco Pérez Herrero)
El 14 de Junio de 1966 se aprueba el presupuesto de obra de reforma por un importe de
15.988.291,95 y se autoriza el préstamo con el Banco de Crédito Local de España por
un importe de 15.850.415,92 pesetas .El 26 de enero de 1967 se da lectura de la carta
del citado Banco para constituir la garantía del contrato puesto en ejecución el pasado
día 24. El 14 de Septiembre de 1967 se aprueba el proyecto adicional para la
construcción de acometidas y vertidos de aguas residuales y Presupuesto adicional de
cimentaciones de fachada de cantería en las obras de ampliación y reforma por un total
de 60.859,68 pesetas
El 24 de Septiembre de 1967 se examina el Presupuesto de cantería para la fachada
principal y lateral por un importe de 3.499.999,93 y el Pleno Municipal con el voto a
favor de todos los asistentes acuerda aprobarlo y declarar de urgencia su ejecución,
señalando plazo para ello de 9 meses Posteriormente se completa con los Murales de
Vela Zanetti, las vidrieras de Garcia Zurdo, versos de Victoriano Crémer etc.
EL COLEGIO DE LOS PADRES AGUSTINOS.
El controvertido derribo del Colegio de los Padres Agustinos situó a la ciudad por aquel
entonces en un amplio debate que apenas recogió la prensa de aquella época, pero aún
recordamos con tristeza la destrucción de la iglesia y aquel conjunto que podía,
aprovechando su arquitectura, con algunas ampliaciones, haber servido - como ahora para otros fines,( ya que como Colegio lo tenían que ampliar y decidieron trasladarse.)
Hay ejemplos de edificios de este tipo que han conservado su estructura dentro de
Nuestra Comunidad Autónoma, entre ellos: el Convento de las llamadas Francesas de
Valladolid.
El Colegio aunque se quedó vacío en 1976 no se demolió hasta 1977, la última imagen
de su iglesia la pudimos ver a las 10,30 del 11 de Julio de 1977.
La Licencia de Obras fue concedida a D. David Álvarez Velasco, en representación de
Residencial Delta, S.A. para derribo de edificaciones sitas en Plaza Calvo Sotelo y
calles General Sanjurjo, San Agustín y Alférez Provisional por la Comisión Municipal
Permanente celebrada el día 31 de marzo de 1977, siendo Alcalde D. José Mª Suárez
González. En el documento de concesión de licencia se advierte que las obras habrán de
realizarse bajo la dirección de los Técnicos que suscriben la instancia, con adopción de
las medidas de seguridad pertinentes para evitar accidentes en la vía pública y daños a
las propiedades colindantes. El proyecto fue realizado por el arquitecto D. Luis
Ameijide Montenegro y el Arquitecto Técnico Luis Roy Ramos, que solicitaron su
Licencia de obras el 28 de Febrero de 1977.
En este edificio se encontraban los siguientes establecimientos, que nos han dejado
muchos recuerdos: En la Plaza de Calvo Sotelo: “Muebles Legio”, “Perfumería
Morala”, “Confitería Gago”, “Bazar 19 de Marzo”. En la calle General Sanjurjo:
“Mercería Andrés Guerra”.
En una de las fotografías que se publican en este volumen se puede apreciar el derribo
efectuado a las 10,30 del día 12 de Julio de 1977.
Con el título “Afortunadamente no se registraron desgracias personales ”Crónica de
una demolición) Victoriano Crémer resume el derribo durante el cual al parecer se
desplomó una cornisa o algo similar hacia la calle en vez de hacia el solar, a pesar de
estar acordonada la vía desde primera hora de la mañana y hallarse todo previsto según
el gerente de la Empresa Leonesa de Obras D. Máximo Sánchez Álvarez, dando un gran
susto a un señor que pasaba en aquel momento por allí, resultando “milagrosamente
ileso”. El mismo comentario lo recoge Alicia Valdés bajo el título de “Todo estaba
previsto”. Los dos artículos se publican en “El Diario de León”de 13 de Julio de 1977.
inolvidable Colegio donde muchos fuimos por primera vez al cine, y donde se han
educado muchos de nuestros amigos con los Padres de aquella época que eran
popularmente conocidos por muchos ciudadanos que habitaban en León y provincia.
Como poetas recordemos también al P. Gilberto Blanco Álvarez que publicó en la
Imprenta Provincial de León en 1931 el “Romance Heroico” y al actual poeta José
Miguel Velasco que, con cualquier motivo, nos obsequia con sus sentidos poemas y que
ha participado con nosotros en el “Primer encuentro de poesía y música religiosa”
celebrado en la Real Basílica de San Isidoro el 28 de Marzo de 1996 y que hoy nos ha
acompañado junto con el Párroco y sus compañeros de la Parroquia en este acto, detalle
que las Autoridades y todos los participantes en este Recorrido les agradecemos.
LAS AGUSTINAS RECOLETAS
El 18 de marzo de 1884 el convento de las Agustinas Recoletas se asentó en el antiguo
Convento de los Dominicos de Santo Domingo que había sido fundado a mediados del
s. XIII. En 1250 tuvo lugar un Capítulo Provincial en Toledo en cuyas actas aparece ya
mencionado el edificio. Por desgracia, al haberse quemado el convento en el año 1400
ha desaparecido la documentación medieval que nos facilitaría datos sobre su evolución.
Posteriormente, en 1808 sufrió otro incendio que acabó con el resto de los textos
escritos. Parece que el destino nos quiso privar de su completa historia.
Hay algunos documentos en el archivo catedralicio en los que se ponen de manifiesto
las necesidades que pasó en dos ocasiones la Comunidad que habitaba en el convento.
En primer lugar, en 1733 por haber surgido la necesidad de hacer un refectorio y cocina,
al hallarse, como es público y notorio, no solo indecentes, sino inhabitables, y no
alcanzando sus medios para repararlas, pues según dicen los maestros “llegara su coste a
doce o catorce mil reales”. El Cabildo les donó 1000 reales a modo de limosna. En un
segundo momento en 1737 cuando estaba en ruina un lienzo del claustro que fue preciso
demoler para evitar mayores daños y para poderlos reedificar piden al Cabildo que les
socorran con una limosna. En esta ocasión el Cabildo les dona 500 reales.
Otro documento de 30 de Diciembre de 1772 nos recuerda como las Agustinas
ejercitaban la artesanía del encañonado y decoro de la ropa blanca: ”Pagara Vuestra
Merced Don Tomas Rodríguez López contador de Fabrica de esta Santa Iglesia a
disposición de la Reverenda Madre Priora del Convento de Agustinas Recoletas de esta
Ciudad #Dos mil y quinientos reales # en esta forma: Los un mil quinientos debidos
por razón de cuanto ha gastado aquella Comunidad en Carbón, Almidón y varias otras
cosas para el aseo y compostura de la ropa blanca de la Sacristía de la Santa Iglesia y
los mil restantes en compensación de su esmero y fatiga en dicho cuidado al que con
acuerdo del Cabildo puse otro aseo, que envío en este se le abonará a Vuestra merced
en sus cuentas .León Diciembre,30 de 1772. Firmado Cruzado. Son 2.500 reales vellón
Recibí dicha cantidad Juana Maria Cayª. de San Joseph, Priora”.
Se dedicaron a esta actividad durante mucho tiempo, pues tenían fama de realizarlo a la
perfección. Aún conservan los instrumentos de encañonado.
Con fecha 9 de marzo de 1838 el Ilmo. Ayuntamiento Constitucional de León dirige un
oficio al Cabildo que dice lo siguiente: “Hallándose el Ayuntamiento en necesidad de
tener que valerse del carro, torno y maroma de la pertenencia de ustedes para bajar a
trasladar unas columnas de algún merito artístico que aún existen en las ruinas de la
antigua Iglesia de Santo Domingo ( Se refieren a las que enmarcaban el sepulcro del
Obispo Juan de Quiñones y Guzmán s. XVI desde 1867)y careciendo de estos útiles
que solo se hallan en ese Cabildo, se promete que usted bajo la garantía de la
devolución, sin deterioros o referenciados si los hubiere, se sirviera facilitarle otros
útiles nuevamente, acordando la entrega al maestro de las obras de fortificación con la
posible brevedad por ser urgente el descenso y traslación de que queda hecho meritos,
sirviéndose VSY caso de no tener reparo en el otorgamiento, señalar la persona y sitio
a donde se ha de acudir estos enseres. D. g. a Vd. Ms. a. León 9 de Marzo de 1838.
Firmado Antonio Álvarez Reyero”. El Cabildo, en la misma fecha les contestó
favorablemente. Estas dos columnas se conservan en la actualidad en el edificio del
Ayuntamiento de San Marcelo en la entrada de la puerta norte, calle Legio VII (Imagen
nº 1).
La Historia de las Recoletas, a pesar de poderse reconstruir merced a la documentación
histórica, resulta increíblemente conmovedora por los diferentes episodios ocurridos
desde su fundación, que tan minuciosamente nos ha comentado la persona que habló
sobre ella en este Recorrido.
Algunos detalles nos van relacionando los diversos avatares por el que ha pasado a
través de los siglos, empezando por el antiguo convento situado en el Cid,
desamortizado, que se concedió al Ayuntamiento para Asilo de Beneficencia, por Real
Orden de 28 de Julio de 1871 .Este convento fue demolido el 11 de Febrero de 1967
después de haber sido entre otras cosas Cuartel del Cid cedido por el Ministerio al
Ayuntamiento, y como nos ha indicado D. Alejandro Valderas, nunca le devolvieron la
propiedad a sus verdaderas dueñas.
Al demolerlo, recuperaron de su fachada tres escudos: uno de los Cusanza, otro de los
Barba, y un tercero de los Laciana. Había también un relieve en la portada que daba a la
iglesia que representaba la Anunciación a cuya advocación estaba dedicado al Convento
y que se conserva en la Diputación.
El 18 de junio de 1880 las Religiosas compraron los restos y el solar de lo que fue
convento de Santo Domingo. Costó mucho trabajo hacerlo habitable. Las Religiosas lo
consagran a la protección de San José pues de modo maravilloso obtuvieron recursos
especialmente de la caridad del Excmo. S. D. Francisco de Borja Téllez Girón, Duque
de Uceda. El día 16 de Marzo de 1884 se bendijo la Iglesia y el 18 ocuparon este
Convento.
Para abrir la Gran Vía Diagonal de San Marcos, fue necesario ceder parte del convento
con toda la iglesia. El 11 de noviembre de 1926 se hace un contrato con el
Ayuntamiento y el 22 de Diciembre se celebra la última misa.
r. Obispo D. José Álvarez Miranda bendijo y colocó la primera piedra. El mismo Sr.
Obispo consagró solemnemente la nueva iglesia el 25 de Marzo de 1930 bajo el título
de La Encarnación. Se celebraron numerosos actos en los que participaron activamente
el pueblo y las Comunidades religiosas.
La nueva Iglesia se levantó según las crónicas de aquellos tiempos: “airosa, sin lujos,
pero con gracia”, en la Gran Vía de San Marcos. Quien iba decir que pasados unos
años de nuevo” la demolición” nos privaría para siempre de uno de los conjuntos más
emblemáticos del centro histórico de nuestra ciudad. Hoy sólo podemos añorarlo.
Las Recoletas permanecieron aquí hasta 1965. Sor Maria de los Ángeles de Castro pidió
permiso para edificar el convento de Miguel Zahera el 11 de Noviembre de 1965 que
fue inaugurado el 6 de agosto de 1967 y bendecido por el obispo de León Doctor
Almarcha, siendo padrinos D. Ramón Cañas Represa y Dª Maria Jesús Aparicio
Carbonell. Asistieron representantes de todas las Ordenes Religiosas y cantó la
Escolanía de niños de los Padres Dominicos de la Virgen del Camino, lo que no deja de
recordarnos el origen del antiguo convento.
LA PUERTA DE LA REINA
Del edificio que recordamos en este acto se conserva únicamente la portada, al haberse
integrado ésta, en el actual palacio de la Audiencia.
Entre los meses de abril y julio de 1945 se hicieron los tramites administrativos y
presupuestarios para proceder a edificar la nueva Audiencia en la calle del Cid y el 30
de abril se aprobaban por la Subsecretaria del Ministerio de Justicia las bases del
presupuesto que ascendía a 3.966 .018,55 pesetas. El proyecto fue redactado por el
arquitecto madrileño Javier Barroso Sánchez Guerra que era arquitecto de la Real
Academia de Bellas Artes de San Fernando y arquitecto del Ministerio de Justicia. Se
encargó de la obra la Empresa Construcciones F.Y.M.T.S.A. con domicilio social en la
calle Jardines, 3 de Madrid.
Con tal motivo se tomó el acuerdo de rescatar la puerta de las Reales Fábricas de
Tejidos e Hilados, que de no ser así no hubiera permanecido íntegra como monumento
civil barroco más significativo de León. Este edificio se cree que estaba situado en el
solar que actualmente ocupa la sede del Instituto Leonés de Cultura en la C/Puerta La
Reina.
El proyecto de insertar la portada en la fachada fue anejo al proyecto inicial, puesto que
había sido ofertada gratuitamente por la Diputación, que era su propietaria, analizada la
propuesta en Sesión celebrada el 25 de Enero de 1945 se acuerda donar la Puerta de la
Reina que estaba situada dando entrada a un accesorio de la Residencia Provincial.y se
adjuntada carta al Ministerio de Justicia, en fecha 11 de enero de 1945.
Así fue incluida en la memoria del proyecto: “La portada principal, cedida por el
Ayuntamiento (sic) de la localidad (Esto figura en el proyecto), será desmontada de su
emplazamiento actual y trasladada y montada en este edificio, repasándola y
reponiendo las partes que lo necesiten, con piedra, a poder ser vieja, con objeto de
conservar todo lo posible su carácter antiguo”. (Memoria del presupuesto, Madrid,
marzo de 1945.
Las obras finalizaron a principios del año 1950. El 14 de abril autorizaba el Ministerio
el traslado desde la Audiencia de la Plaza del Rastro al nuevo Palacio de la Audiencia.
En este edificio podemos seguir contemplando la magnífica fachada. Por ello
agradecemos a las autoridades de esa época que han sabido apreciar y conservar los
signos de nuestra historia. Era Presidente de la Diputación Don Santiago Eguiagaray
Pallares y Alcalde de la ciudad José Aguado Jolís-Smolinski .
EL HOSPICIO
El Hospicio de León, derribado el 28 de octubre de 1966, fue otro de los inmuebles
emblemáticos de aquel León de nuestra infancia, uno de los lugares que deseábamos
visitar y conocer por dentro, pues siempre mantenía para nosotros un halo de misterio.
El edificio que, a pesar de que tenía numerosas estancias, con el uso y el paso del
tiempo se fue deteriorando y quedándose pequeño para poder agrupar aquí las casas
cuna de Astorga y Ponferrada, proyecto que pretendía desarrollar la Diputación. Esta
imposibilidad llevó a la conclusión de que debería construirse una nueva Ciudad
Residencial Infantil, siendo Presidente el Señor Cañas.
En la Sesión del Pleno de la Diputación celebrada el 14 de Junio de 1945 se acordaron
los siguientes puntos:
1º Solicitar del Ministerio correspondiente autorización para la venta del antiguo
Hospicio
2º Una vez obtenida dicha autorización, que se abriese un concurso de presentación de
proposiciones para la adquisición de un terreno de 40.000 metros cuadrados para
emplazar la nueva edificación.
3º Cuando se hubiesen adquirido los terrenos, que se redacten las bases de otro concurso
para la presentación de proyectos de la nueva Residencia de Niños y servicios anejos.
En el año 1948, el 23 de Julio en Sesión extraordinaria del Pleno del Ayuntamiento de
León da lectura de la propuesta de cesión en renta por la Excma. Diputación Provincial
a este Ayuntamiento de la Actual Residencia Provincial de Niños, así como de la
valoración de dicho inmueble practicada por los Arquitectos provincial y municipal,
conforme a la sugerencia contenida en dicha propuesta y aceptada por la Diputación
Permanente en virtud de acuerdo tomado en sesión de 14 de Junio de dicho año.
En dicho pleno el Sr. Caldevilla indicó varias razones por las que consideraba excesiva
la valoración que se hacía de 10 millones de pesetas, ya que el Ayuntamiento no podía
invertir esta cantidad para parques, que es para lo que se iba a dedicar, uniéndolo a parte
de los terrenos del Mercado de Ganados de San Francisco. Con ello se pretendía
modificar la alineación de varias calles que confluían cerca del Hospicio, ya que para
poder realizar este proyecto debía invertirse en la compra de un nuevo Mercado de
Ganados que había de ocupar 34.000 metros cuadrados, cuyo elevado coste era
evidente. Por éstas y otras razones se plantea que la Gestora Provincial se allanara a
modificar las pretensiones económicas haciéndolas compatibles con la economía
municipal. El Sr. Alcalde considera atinadas las observaciones y propone que la
operación sea sometida al arbitraje del Excmo. Gobernador Civil.
Otro de los problemas que tenía el Ayuntamiento para acordar algún cambio era que una
parte del Hospicio estaba ocupada por el Regimiento de Infantería. Dicha ocupación no
cesó hasta 1949 en que pasaron a los nuevos Cuarteles.
Al no ser aceptada la propuesta por el Ayuntamiento, la Diputación decidió comprar a la
Fundación Sierra Pambley las fincas del “Monte de San Isidro” formalizándose la
escritura pública el 28 de Diciembre de 1949 mediante un empréstito del Banco de
Crédito Local.
En 1954, desprovistos los hospicios de su tradicional utilidad, de nuevo la Corporación
piensa qué puede hacer con ellos, y ya que ha fracasado en los intentos de venta al
Ayuntamiento y, puesto que la Diputación se encontraba en mejor situación económica,
decide su conservación para albergar otros servicios culturales de la entidad como el
Conservatorio, la Biblioteca, y la Casa de Cultura, patrocinada por Don Ildefonso
González Fierro, edificio inaugurado el 9 de Octubre de 1966.
En Sesión celebrada el 30 de Noviembre de 1962 la Diputación aprueba el
Anteproyecto del Conservatorio Provincial de Música y se remite al Ayuntamiento el 16
de Enero de 1963. El proyecto lo firma Don Felipe Moreno. El 20 de marzo de 1963 se
concede autorización para construirlo expresándole el deseo de desplazar levemente la
edificación hasta conseguir situarla en la línea que, partiendo de la esquina del edificio
nº 2 de Avenida, Republica Argentina va hacia la esquina del nº 1 de la Avenida de
Madrid, y así se podrá conseguir planificar una hermosa Plaza en uno de los accesos
más importantes de León.
En Septiembre de 1965, al hacerse cargo la Diputación de la Maternidad, se tramitó la
transacción de parte de los solares del antiguo Hospicio por terrenos colindantes con la
Maternidad del antiguo Cementerio propiedad del Ayuntamiento de León.
La Diputación cedió una parcela muy considerable al Ministerio de Transporte y
Comunicaciones (Según se hace constar el escrito dirigido al Ayuntamiento por el Jefe
de Centro de Telecomunicación de fecha 6 de Abril de 1978) para construir el Edificio
de Correos, procediendo a una permuta por el antiguo edificio de Correos en la Plaza de
Regla donde hoy existen dependencias de La Diputación. El Ayuntamiento de León, por
acuerdo de las Comisiones Permanentes de 4 de Noviembre de 1980 y de 14 de Abril de
1981, otorga licencia a la Dirección General de Correos y Telecomunicaciones para la
construcción del edificio de Trasportes y Comunicaciones. El proyecto fue realizado por
los arquitectos Carlos Sidro de la Puerta y Alejandro de la Sota.
Este es el breve relato de la historia de aquel edificio que podía haber perdurado aunque
fuese con otros fines y constituiría, sin duda, hoy un entorno arquitectónico más
armonioso con nuestro pasado.
BIBLIOGRAFÍA¨
- Actas de Plenos del Excmo. Ayuntamiento de León del Archivo Municipal:
G-7-(3-1-44 al 15-4-46); 9 (18-8-47 al 9-8-48); 30 (17-3-42 al 23-11-50); 31 (14-12-50
al 14-2-57); 36 (29-1-70 al 8-7-71); 37 (29-7-71 al 14-12-72)
Actas de la Comisión Gestora de la Diputación Provincial. Sesión de 25-1-1945.pag.48-49.-50-51 Sesión 24 de 5-1945, pag.171-203.Sesión 14-6-1945, pag.208209 Sesión 2 de Enero de 1948-. Sesión de 2 de enero de 1948 (pag. 103-136)
22-5-48 pag 103-104 Sesión 10-7-48, pag.135-136 Archivo Instituto Leonés de Cultura
- Actas del Capítulo de la Orden Dominicana de 1275 celebrado en León, en
Pergaminos de Actas de Capítulos Provinciales del S. XIII de la provincia dominicana
de España, Archivo Histórico Nacional, Clero, Caja 3255 nº 14, 15 y 17
- Archivo de la Catedral de León. 9-3-1938
- Burón Castro, T. (2000): “Palacio de la Audiencia Provincial”. Locus Appellationis, nº
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- Sidro de la Puerta, C. y De la Sota, A. “Proyecto de Construcción de un edificio de
comunicaciones en el Jardín Archivo Instituto Leonés de Cultura de San Francisco” 6
de abril de 1978 (Exp. 153/80 del Archivo Municipal de León)
- Pastrana, L. (1997): Las Sedes Municipales
-Villanueva Lázaro, José Manuel .La Ciudad de León del gótico mudéjar a nuestros
días siglos XIV- XX. León 1980
- Risco, M. (1792): Historia de León. Madrid: 173-180
- Actas del Capítulo de la Orden Dominicana de 1275 celebrado en León, en
Pergaminos de Actas de Capítulos Provinciales del S. XIII de la provincia dominicana
de España, Archivo Histórico Nacional, Clero, Caja 3255 nº 14, 15 y 17
EL TEATRO PRINCIPAL DE LEÓN.
Por Alejandro Valderas Alonso.
Sabemos muy poco del primitivo Patio de Comedias cuyo solar ocupó el
Teatro Principal, actualmente integrado en el complejo de la casa Consistorial.
Sobre 1550 era propiedad municipal y se amplió sobre una huerta del
mayorazgo de los Tenorios, curioso y teatral apellido leonés; por entonces se
acometió la obra renacentista del vecino palacio municipal, a cargo del
arquitecto Juan del Ribero. Es posible que Ribero integrase ya el Patio de
Comedias en el edificio municipal, del que nos quedarían dos arcadas y dos
balcones al lado norte del actual salón de Plenos. En todo caso, en 1846 se
declaró en ruina el edificio del Teatro y se construyó uno nuevo que
permaneció hasta 1961 siendo absorbido por la Casa Consistorial. Para que se
hagan una idea, la entrada del Teatro estaba en las arcadas del actual
Consistorio y las cabinas de cine en el salón de plenos.
La construcción del Teatro, fue un típico disparate político-económico: las
obras eran inacabables; se duplicó el presupuesto original; los materiales se
compraron a precio superior al de mercado; la inauguración fue apresurada
durante las Fiestas de San Juan de 1846… ¿Les suena esta música?
Su interior tenía forma de herradura y contaba con 600 plazas, de las que
200 eran butacas de patio que se levantaban para usar el recinto como salón
de baile. Un pasadizo unía el teatro con el vecino Consistorio que servía de
camerino. En 1919 apareció el segundo teatro leonés, el Alfajeme en Ramón y
Cajal; esta competencia, la pésima gestión municipal y tal vez algún favor
político a sus competidores, llevaron al cierre al Principal.
En 1938, en plena Guerra Civil, el Ayuntamiento incautó la finca que había
cedido en 1886 a la Sociedad Electricista de León (antecesora de
IBERDUERO) para dar alumbrado público a la ciudad, e inmediatamente se la
vendió a la Compañía Eguiguren y Ruy Pérez para construir allí el Teatro
Emperador. El nuevo y definitivo competidor del Teatro principal se acabó en
1949 y se inscribió en el Registro en 1955 a nombre de la empresa ELDE, que
era a su vez la concesionaria del Teatro Principal. Con pocos meses de
diferencia, el Ayuntamiento votó cerrar su propio teatro al ser ya innecesario.
El Teatro Principal fue durante su siglo de existencia, una especie de
Parlamento: aquí se escucharon a republicanos como Azcárate y Pallarés;
conservadores como Eguiagaray o Roa; en 1900 Pablo Iglesias; en 1907 el
sonado mitin anticlerical en el que intervino la famosa periodista de El País
Consuelo Álvarez Violeta, al parecer bañezana; en 1930 el General Primo de
Rivera; en febrero de 1936 Manuel Azaña en un mitin radiado…
No faltaron por supuesto los espectáculos recaudatorios a favor de la
Asociación Leonesa de Caridad, la Cruz Roja, los soldados que volvían de
Cuba y Filipinas, el Auxilio Social en 1937.
Entre las actuaciones de variedades hubo prestidigitadores; circos con
acróbatas; espiritistas y hasta folklóricas. En la primavera de 1936 actuaron
Estrellita Castro, La Niña de la Puebla y Carmen Amaya, pero no pudo actuar
la joven Lola Flores, porque el triunfo del Alzamiento le impidió llegar a León.
Como Salón de baile contrataba tunas como las que amenizaron el carnaval
de 1906: Tuna vallisoletana, Estudiantina leonesa, Clave de Trubia y
Estudiantina Portuguesa.
El Teatro Principal hacía gala de leonesismo, reservando un espacio para
obras tema o autor leonés, compañías locales de aficionados tanto teatrales
como musicales y por supuesto para los profesionales de prestigio como el
músico Rogelio Villar o la actriz Josefina Blanco (esposa de Valle Inclán). En su
historial aparecen títulos como: Las Brígidas de Cea, La fiesta de toros en
Villaquilambre, La Exposición Regional de León; dramas y zarzuelas sobre la
Virgen del Camino; creaciones de autores locales como Ventura García
Escobar, Hipólito Carreño, el joven Félix Gordón Ordás, los hermanos Fraile,
Alberto López Arguello, el bañezano y académico de la lengua Augusto López
Villabrille, Isaac Martín Granizo, o Dolores Gortázar. No podían faltar clásicos
de tema leonés como Los Prados de León de Lope de Vega.
Entre las muchas visitas de famosos escritores, se registra en1883 una
lectura de poemas de José Zorrilla, autor del Tenorio, una de las obras más
representadas en este teatro. También fue protagonista de muchas “visitas
reales” desde 1852 con la Reina María Cristina; en 1877 un jovencísimo
Alfonso XII asistió a la función de la compañía de Miguel Cepillo, que
curiosamente le seguía en su viaje al norte y dio que hablar (que si una actriz y
un joven rey). La sesión del 28 de junio de 1914 que iba a presidir la Infanta
Isabel de Borbón, fue suspendida al llegar el telegrama informando del
atentado de Sarajevo que inició la Primera Guerra Mundial; Eguiagaray
Pallarés nos transmite la entrevista en el hall del Teatro, entre la Infanta y un
excombatiente de Filipinas, el héroe del Caney, que a pregunta de la Infanta
contestó sin más preámbulo: “Mire señora, las pasamos putas”. En 1930 el
Príncipe de Asturias Don Alfonso de Borbón, asistió a una gala del “Orfeón
Leonés” y el Infante Jaime de Borbón, impuso medallas del Trabajo y los
brazaletes de las nuevas enfermeras.
La última innovación que se añadió al Teatro fue el cinematógrafo: desde la
década de 1870 por aquí pasaron todos sus precedentes desde la “Cámara
negra” y el “Esteróscopo” hasta que en 1900 se instaló el Cinematógrafo
Lumière. La programación no se interrumpió por la Guerra: en 1937 la Falange
proyectaba documentales patrióticos sobre los italianos en la guerra colonial de
Abisinia; días más tarde se pasaba Tarzán de los monos con Johnny
Weissmuller y Mauren O’Sullivan.
Como todo teatro, también tiene sus puntos oscuros. El 15 de julio de 1936
se representó Nuestra Natacha de Alejandro Casona, conocido en León por ser
el hijo de la Inspectora Faustina Álvarez. El teatro se llenó de maestros,
periodistas y amigos que le hicieron entrega de un libro de firmas, homenaje a
su labor al frente de las “Misiones Pedagógicas“. Días más tarde, se leían en
alto los nombres de aquellas firmas, como sentencias de muerte.
Entre las leyendas urbanas del edificio, está la del último operador de
cámara, que según se dice seguía yendo al salón de Plenos, a recordar sus
últimos días de maquinista... tras su fallecimiento. Al menos eso se decía
cuando se oían extraños ruidos sobre la bovedilla del salón.
El Colegio de los Agustinos
Por José Luis Gómez Barthe y Álvarez
Buenas noches, en estas Vísperas de San Pedro, título que se
unió al primitivo de la Feria de ganado de San Juan y desembocó en estas
Fiestas de San Juan y San Pedro,
Buenas noches:
Estamos aquí para evocar el edificio que se levantaba en este
lugar, el Colegio de los Agustinos. Su recuerdo permanece en el nombre de la
construcción actual, Edificio San Agustín. Los nombres de las calles siempre, y
a veces de los edificios, perpetúan el recuerdo de una época pasada, son el
vestigio oral de una etapa histórica anterior. Y eso sucede ahora con esta casa
que tenemos enfrente y con la calle de San Agustín que está junto a ella.
El origen de aquel edificio comienza en 1916, cuando el P.
Cipriano Asensio, Prior Provincial de los Agustinos, compró a D. Francisco
Alfageme el 25 de Febrero1 de aquel año unos terrenos en despoblado al final
de la que se llamaba Calleja de la Raposa del Rastro.
Los Agustinos ya llevaban algunos años en la capital y más de
treinta años en la provincia de León, después de la Restauración de la Orden
tras la desamortización. Se habían asentado primero en Valencia de Don Juan
y desde 1901 en León capital, en la actual Calle Pablo Flórez y Plaza de San
Pelayo. Pero el creciente número de alumnos y el escaso espacio del que se
disponía en el Colegio próximo a la Catedral determinaron la mencionada
compra en el Ensanche de León.
Eso de la Calleja de la Raposa del Rastro parece que era una
prolongación de la Calle de Fajeros. La Rúa de Faxeros se documenta desde
época medieval2 en la ciudad de León; desde el Postigo de Faxeros, que
permitía la entrada y salida de la Cerca enfrente de la iglesia de San Marcelo,
arrancaba la rúa del mismo nombre que serpenteaba entre las fincas de los
arrabales de León. Pero en los siglos XVIII3 y XIX en ese arranque se
encontraba el Rastro y desde él la calleja seguía una línea sinuosa entre
huertas y prados con una o dos ramificaciones. En fin, con uno u otro nombre
en un extremo o en otro, para los propietarios de las fincas colindantes a ella
en 19054 “paso de servidumbre que no otra cosa es la calleja de Fajeros”,
1
Escritura de compra-venta otorgada ante el Notario D. Miguel Romón Melero. Archivo de la Provincia
de Castilla, Carpeta León 1901-1933. Citado en P. NICANOR CANAL (dir.) Cien Años de Historia de
los Agustinos en León (1901-2001), pág. 30.
2
GONZÁLEZ GALLEGO, Isidoro. “Las Murallas y Los Puentes de León en el siglo XIV” en León y su
Historia, vol. IV. Página 411. León, 1977
3
P. MTRO. FR. M. RISCO, O.S.A. Historia de León, Iglesia de León y Monasterios Antiguos y
Modernos de la Misma Ciudad. t. II. Madrid, 1792. (Edición facsímil Ed. Nebrija, León 1978).
4
Archivo Histórico Municipal de León. Sección Alineaciones. Expediente nº 18.
decían. Y hasta principios del siglo XX la única calle que existía en toda esta
zona5, dice un estudio actual.
Pues en la prolongación de la Calleja de Fajeros se iba a
levantar el Colegio de los Agustinos, que comenzaría a impartir enseñanza en
el curso 1917-1918, un año antes que la nueva sede del Instituto Padre Isla en
la actual Calle Ramón y Cajal6.
La licencia municipal fue solicitada por el Rector del Colegio, el
P. Claudio Santos7. El arquitecto fue D. Manuel de Cárdenas. El edificio al
principio no era el que llegaría a ser; el acceso estaba por la Calle Alfonso V,
denominación que existía desde el Pleno Municipal del 30 de Junio de 1915, y
constaba de planta baja y dos pisos superiores, todos de ladrillo; se impartía
sólo la Enseñanza Primaria. En 1920 se agrandaba el Colegio adosando otra
construcción a la anterior y trasladando a ella los primeros cursos de
Bachillerato. El edificio se completaba en 19218, cuando los Agustinos
compraban un solar adjunto y formaban una finca que quedaba exenta por
todos sus lados y constituiría una manzana independiente cuando se
materializase el proyecto de Ensanche de León.
La prolongación de la Calleja de Fajeros cambiaba de nombre,
cuando el Ayuntamiento en su sesión del 22 de Febrero de 1924 le imponía el
de Calle Valencia de Don Juan, con la intención de dar a las calles el nombre
de los nueve partidos judiciales de la provincia.
La apertura de la Gran Vía de San Marcos, como se llamó
entonces y ha vuelto a llamarse recientemente9, en el tramo desde la Plaza de
la Libertad10 (Plaza de Santo Domingo) hasta la Plaza Circular (Plaza de la
Inmaculada) se hará pública en el Boletín Oficial de la Provincia del lunes 17 de
noviembre de 1924. Es necesario entonces acometer las expropiaciones
pertinentes de fincas rústicas y urbanas y fijar las contribuciones especiales. A
los Agustinos les expropian casi 500 metros cuadrados de su finca de más de
cinco mil.
Desde el curso 1925-1926 ya no hay unos alumnos al lado de la
Catedral, otros en el Colegio del Ensanche; todos los alumnos de los Agustinos
ocupan una sola sede, este edificio hoy desaparecido.
5
DURANY CASTRILLO, Pilar. La Gran Vía de San Marcos. Universidad de León. León, 2005, pág. 43.
“Su trazado partía de la calle de Renueva y atravesaba los prados en dirección norte-sur con un recorrido
semirectilíneo”. “Tanto al finalizar el siglo XIX como en los comienzos del XX prácticamente todos los
expedientes de construcción de obras hacen referencia a esta calle, pues es la que existía en el lugar”.
6
D. BERRUETA, Mariano. “Historia del Instituto de León” en Anales del Instituto de León. León, 1919.
Los exámenes de junio de 1918 (de ingreso y enseñanza libre) se efectuaron en el edificio nuevo gracias
al empeño de los profesores, aunque carecía de mobiliario. La mal llamada gripe española obligó a
postergar el inicio del curso académico 1918-1919 hasta el 18 de noviembre.
7
DURANY CASTRILLO, Pilar. Ibidem, pág. 44.
8
P. NICANOR CANAL (dir.) Ibidem,, pág. 31.
9
PASTRANA, Luis. Ibidem, Pág. 392. Pleno Municipal del 4 de Diciembre de 1998.
10
PASTRANA, Luis. Ibidem, Pág. 383. En la sesión de 25 de Mayo de 1923.
El 1 de septiembre de 1929 el entonces Obispo de León Don
José Álvarez Miranda consagraba la iglesia de Nuestra Madre del Buen
Consejo, construida en el chaflán opuesto al lugar que ocupamos ahora, en la
intersección de Gran Vía de San Marcos y la Calle Valencia de Don Juan. Era
una iglesia que formaba parte de la personalidad de esta zona de la ciudad;
partiendo de Santo Domingo enseguida se veía el frontón de ladrillo y el tondo
con la imagen de la Madre del Buen Consejo.
El edificio de los Agustinos cambiaba de domicilio sin mover su
ubicación. Era la historia de León y la Historia de España. La Plaza de América,
como se la llamó entonces a ésta que pisamos ahora, fue pavimentada en
1930.
La Gran Vía de San Marcos pasó a llamarse Avenida 14
Abril, la Plaza Circular volvió a cambiar, Plaza de la República desde el 23
Abril de 1931. Casi seis años después los nombres cambian otra vez: Plaza
Santo Domingo a la de la Libertad, Avenida General Sanjurjo a la Avenida
de Abril, a ésta en la que estamos Plaza de Calvo Sotelo. Poco más tarde,
1939, es pavimentada toda la avenida.
de
de
de
14
en
Y así llegó el Colegio de los Agustinos a la memoria de la ciudad
de León, (lo pueden ver en ese cuadro que cuelga en el escaparate de la
tienda de ahí enfrente) el edificio de ladrillo de cuatro pisos y azotea, con
ventanas en arco de medio punto en el último piso y el cuerpo más elevado en
el ancho chaflán que miraba a la Plaza Circular. O, mejor, que miraba a la
estatua dedicada a la Inmaculada Concepción desde el 3 de Junio de 195611,
el que todos los leoneses recordamos y que constituye la imagen que tenemos
en la memoria y que daba su personalidad a ese lado de la Plaza, el que
nosotros veríamos ahora desde aquí. Lo coronaba el escudo de la Orden de
San Agustín.
Pero traer a la memoria una pieza de las que formaban la
personalidad de una ciudad se me antoja inseparable de la evocación de
aquellos que la habitaron: los frailes agustinos: el P. Gilberto Blanco (18721938), autor de la letra del Himno a la Virgen del Camino; el P. Gregorio Santos
(1892-1975), Gran Cruz de Alfonso X el Sabio. Los alumnos de la ciudad,
algunos, personajes de relieve para León en su edad adulta: ocho Alcaldes de
León, cinco Presidentes de la Diputación, cuatro Rectores de Universidades,
cuatro Ministros, pero, lo más importante, muchos de quienes formando parte
de la sociedad leonesa veían en este edificio desaparecido su Colegio. Y
cuántos internos que venían a estudiar desde los pueblos de la provincia y de
otras limítrofes, sobre todo la de Asturias. Todos ellos estaban y están
agrupados en la Asociación de Antiguos Alumnos Agustinianos, que tenía sede
en esta Casa y que remonta su fundación al año 1922; sin duda una de las más
antiguas asociaciones de ex–alumnos de un centro docente en España. Es
inevitable también la evocación de la actividad cultural, de su proyección en el
León de aquellas épocas: inolvidable es el cine de los Agustinos. Era larga la
11
TOMÉ FERNÁNDEZ, Javier. León. Conversaciones con mis calles. Ed. Celarayn. León. 1997. Pág. 88.
El alto pedestal es del arquitecto Ramón Cañas del Río y la artística imagen, tallada en piedra blanca, del
escultor Marino Amaya.
tradición cinematográfica del Colegio, pero desde 1930 se proyectaba cine
sonoro gracias a una máquina traída de los Estados Unidos y en los años
cuarenta se construyó un salón de cine con acceso desde la Calle Valencia de
Don Juan (la que pasaría a llamarse de San Agustín con motivo del
Cincuentenario de los Agustinos en León)12 que fue reformándose a lo largo de
los años y constituía en los años sesenta una más de las carteleras de León.
Todo aquello se acabó y quizás por eso hasta el edificio de
tantos recuerdos hubo de ser demolido. Los tiempos consideraban mucho que
los alumnos tuvieran canchas y campos de deporte al aire libre, grandes
espacios verdes y soleados, zona aireada, libre de edificaciones y tráfico. Así
es que los Agustinos deciden trasladarse a las afueras de León, a la avenida
que desde el Centenario lleva su nombre, donde en la década de los sesenta
habían construido el Seminario, que se convertirá en la nueva y actual sede del
Colegio.
La construcción en aquellos terrenos en despoblado al final de la
que se llamaba Calleja de la Raposa del Rastro es sustituida por un muy
céntrico y moderno edificio de pisos, apartamentos, oficinas y locales
comerciales.
En el año 1976 el Colegio de los Agustinos se queda vacío,
había pasado una época.
Muchas gracias.
12
PASTRANA, Luis. Ibidem. Pág. 388. En el Pleno del 14 de Febrero de 1952.
RONDA Y RECUERDO
Por María Nieves Martínez Gutiérrez
Dejó San Juan la esencia de sus rosas
en los leves caminos de la ronda.
El tenue el luminar de plata ahonda
lo efímero del ser y de las cosas.
Es noche de canciones, versos, prosas;
desvelado clamor de tierra honda.
Hoy parece inducir la luna oronda
a desgranar palabras melodiosas.
El murmullo del paso abre en la calle
la romántica estela encadenada,
ungida por los hálitos del valle;
las ondas de la noche almibarada
piden que el verbo en cánticos estalle
como estalla el sol sobre la enramada.
Escudriña el lucero tembloroso
en la plaza de gracia revestida
y la ronda hace un alto por dar vida
al recuerdo de un ente nebuloso.
A los pies de María, en el reposo
de su dulce mirada encarecida,
afloran cual la clara amanecida
los ecos de un ayer docto y piadoso.
Resurge la alusión en la memoria
de las pálidas páginas escritas,
vencidas en el giro de la noria.
La voz vuelve a contar cumplida historia
de un colegio señero y, con sus citas,
rememora sus penas y su gloria.
Hoy va lenta la brisa que se tiende
sobre el cortejo de los rondadores,
se enredan los arpegios cimbradores
en los feudos oníricos del duende.
La nostalgia en el ánima se enciende,
fulge la imagen entre bastidores:
la capilla, aulas, cine, corredores;
el que llora, el que aprueba, el que suspende...
Las viejas puertas se abren en torrente
con la mágica llave del vocablo.
Aquellos que cruzaron por su frente
o bebieron las aguas de su fuente
hallarán en extático retablo
estampas de un pasado floreciente.
Al amor del estío recién nacido,
planea el embrujo por la gris esquina;
entrañable, el sentir se arremolina;
se disipan las brumas del olvido.
Del rancio calendario acontecido,
renace, resucita en la retina,
un espectro lejano, se adivina
lo que ya no es de tanto haber sido.
De tempranos afanes fue testigo:
La inscripción en el muro, el internado
del hermano, del novio, del amigo;
la oración y las charlas, el castigo;
la palabra tatuando el encerado,
el aura bailarina en el postigo.
Gilberto Blanco, poeta y agustino,
revive en la memoria recitando
sus trovas a la Virgen, derramando
estrofas en el éter opalino;
estrofas que traspasan el cansino
titilar de los cielos, evocando
la Luz del Buen Consejo, el cómo y cuando,
la censura, los tanques, el destino;
un espacio de símbolos docentes
que en su grandeza se volvió pequeño.
Si derrumbó en la nada sus vertientes
como la realidad derrumba el sueño,
hoy suenan sus aldabas transparentes,
en el aire se imprime su diseño.
Tal vez, desde cualquier lugar divino,
allí donde el sollozo se hace canto,
o allí donde el contento borra el llanto,
nos contemple el trovero y agustino,
fervoroso rapsoda coyantino
y, arrebujado en su invisible manto,
al cortejo se sume en el encanto
de esta noche de encuentros y buen sino.
Tal vez deje una rima en las cenizas
de su anterior morada, descubriendo
que pervive su ser, que, en estas lizas,
quedan frailes y poetas, aludiendo
al poeta actual José Miguel Velasco,
mientras la ronda sigue recorriendo
y una nube de ausencias primerizas
la efigie del pasado va escondiendo
en los blancos rumores de las tizas.
Permanece en el cosmos peregrino
la ilusión que a más léxico convida,
por la estela la ruta cobra vida,
retoma impulso el canto paladino.
Que es rondar de un destino a otro destino
discurrir entre la ida y la venida
compartiendo la libre anochecida
y apurando su aroma como un vino.
La ronda seguirá merodeando
bajo la incierta luz de los fanales
que envejece la noche destilando
añoranza en los íntimos portales.
Y las ruecas del aire irán hilando,
del colegio, las sombras desiguales.
Mas brilla su presencia perdurando,
si los que atravesaron sus umbrales
lo buscan en el tiempo, recordando.
EL CONVENTO DE LAS AGUSTINAS
RECOLETAS DE LEÓN
Por Lola Figueira Moure
Buenas noches, señoras y señores.
Nos encontramos ante lo que era, hace unos 42 años, el edificio del
Convento de las Agustinas Recoletas o Convento de la Encarnación, y más
concretamente, es posible, en el lugar que ocupaba alguno de los árboles
frutales que poblaban el enorme huerto.
El convento era un hermoso edificio de tres plantas, cuyas dos fachadas
almohadilladas al exterior daban a la Plaza de Santo Domingo y a lo que era la
calle General Sanjurjo, hoy Gran Vía de San Marcos. En el ángulo que
formaban, se levantaba una torre algo más elevada que el resto del edificio. En
la fachada de General Sanjurjo se elevaba también el frente de la capilla, sobre
cuya puerta había un frontón y, más arriba, una vidriera o rosetón circular. Los
vanos de las ventanas y puertas eran adintelados, salvo en la última planta,
donde las ventanas eran más pequeñas, más numerosas que en las otras dos
plantas, y rematadas en arcos de medio punto. El tejado, recubierto de teja, era
a dos aguas, salvo en la torre citada, que era a cuatro aguas.
La historia conocida de este edificio tiene como protagonistas a las
Agustinas Recoletas. Son una comunidad femenina dedicada a la vida
contemplativa, como indica el propio nombre de la orden: recoleto viene de
recogimiento. Esta orden es heredera de San Agustín, que vivió entre los siglos
IV y V de nuestra era. La orden mendicante agustiniana surgió ya en el siglo
XIII, pero no fue hasta el siglo XVI en que surgió la orden Recoleta, cuando los
agustinos renuevan el fervor religioso con nuevas normas y formas de entender
la vida de oración. Su lema “Un solo corazón y una sola alma en Dios” les
acompaña en su empeño de crecer en la caridad, siguiendo el ejemplo del
santo.
En el siglo XVII vivía en León un noble, caballero de Santiago y Regidor
de la ciudad, don Ramiro Díaz de Laciana y Quiñones, que, al no tener
descendencia, decidió donar la mayor parte de sus bienes para la fundación de
un convento de religiosas, con la idea de que el convento fuera de Recoletas
Mercedarias.
A su muerte, en febrero de 1660, todavía no había conseguido la licencia
necesaria para la fundación, de tal manera que en su testamento dejó
establecido que si en un año no se conseguía la fundación del convento, se
vendiesen sus alhajas para destinarlas a distintas obras pías.
Los testamentarios, el Cabildo y el Regimiento de la Ciudad de León, se
movieron para conseguir la fundación, y enviaron a Valladolid al canónigo Don
Francisco de Baca para que tramitara la autorización y poder fundar así un
convento, esta vez, de Bernardas Recoletas.
El buen canónigo llegó a Valladolid en la fiesta de la Encarnación, y fue
el encargado de decir misa en el convento de las Madres Agustinas Recoletas,
que celebraban dicha fiesta con solemnidad. Durante la celebración de la
Eucaristía, don Francisco sintió la inspiración divina: las Agustinas Recoletas
debían ser las fundadoras del nuevo convento de León, y así se lo hizo saber a
la priora, la madre Mariana de San Clemente, quien convocó a las hermanas a
la oración para resolver el asunto, entre Dios y los hombres, en la mejor
conveniencia posible.
Aceptado el reto, las primeras religiosas fundadoras, cinco en total,
llegaron a León, procedentes de Valladolid, con la intención de levantar un
nuevo convento en unas casas, de las que aprovecharían parte del solar y
parte de las viviendas como convento, cerca de la basílica de San Isidoro, en la
calle del Cid, lo que no gustó demasiado a los miembros de la Colegiata por
entender que el convento se acercaba demasiado a su jurisdicción territorial.
Existe un documento fechado el 2 de mayo de 1662, que es una Provisión de
Felipe IV emplazando a los testamentarios de don Ramiro para que
comparezcan ante el consejo a defender sus derechos frente a la pretensión
del abad y convento de San Isidoro de oponerse a la fundación de un convento
de Agustinas Recoletas, sobre unas casas sitas dentro del término y territorio
de San Isidoro en la parroquia de San Pedro.
Está claro que las Recoletas ganaron el pleito contra San Isidoro. Al
llegar a León se hospedaron en el convento de Santa María de Carvajal, con
las religiosas de San Benito, pero a los dos días se trasladaron a su convento.
La decepción de las fundadoras debió de ser muy grande, pues del convento,
se dice, no encontraron más que la puerta y el torno, y todo lo demás eran
habitaciones y desvanes mal acondicionados. La priora, Mariana de San
Clemente, de gran valía y ánimo, consiguió, con el paso de los meses, levantar
la iglesia, acoger al Santísimo y depositar en un nicho junto al altar, los restos
de los fundadores del convento.
En dicho convento de la calle del Cid permanecieron las Recoletas,
pasando algunas penalidades, hasta 1868: los nuevos aires liberales de la
Revolución Gloriosa y el destronamiento de Isabel II trajeron consigo una
reducción de los conventos de clausura. Las Agustinas Recoletas fueron
obligadas a trasladarse al convento de las Carvajalas, donde encontraron un
difícil acomodo en un frío entresuelo con cocina y refectorio. El edificio que
dejaron se destinó a casa de beneficencia y asilo de pobres, y aunque con el
tiempo volvieron a reclamar su propiedad, fue en vano. Nuevamente pasaron
muchas penurias económicas hasta que comenzaron a recibir limosnas y por
fin una buena ayuda del obispo, unos 50.000 reales, con los que compraron el
deshabitado convento de los dominicos, situado aquí donde nos hallamos, y del
que recibe nombre esta plaza leonesa de Santo Domingo.
Por lo que respecta al primitivo edificio de los dominicos y a su
construcción original, poco se sabe. En el archivo municipal de León constan
documentos, ya de 1530, en el que se cita un pleito relativo al convento “por
cerrar la puerta de la ciudad”, y otros varios documentos, de 1563, 1596 y
1600, que son cédulas reales por las que se concede limosna al prior y
convento de Santo Domingo a causa de la necesidad de pan que padecen o
por haberse implantado en él un “Estudio formal de Theulugía”.
La compra del inmueble, por parte de las Agustinas Recoletas, se llevó a
cabo en junio de 1880; para la rehabilitación del convento recibieron la
inestimable ayuda económica del duque de Uceda. En agradecimiento, siguen
diciendo una misa al mes por él y toda su familia.
Pasaron pues unos 15 años en Santa María de Carvajal. El 18 de marzo
de 1884 las 24 monjas Recoletas se establecieron aquí, en el antiguo convento
de Santo Domingo y pudieron celebrar con gran solemnidad la fiesta de San
José, recluidas ya en clausura.
En este edificio vivieron las Recoletas hasta marzo de 1965, unos 80
años. En esa fecha cedieron a las pretensiones del Director del Banco
Industrial, que tenía mucho interés en comprar el edificio para derribarlo y
construir en el solar la sede del Banco. Después de muchas dudas, una vez
realizada la venta del convento, las Recoletas se trasladaron al nuevo edificio
de la Granja en 1967, donde continúan viviendo hoy en día.
El Director del Banco Industrial solicitó el derribo del edificio al
Ayuntamiento de León, siendo alcalde del mismo José Martínez Llamazares, el
12 de Febrero de 1966, derribo que fue autorizado por la corporación con fecha
de 17 de Febrero de 1966.
Las noticias en prensa sobre la demolición del inmueble comienzan el 25
de Febrero del mismo año. Al parecer los trabajos de derribo empezaron por el
interior del edificio, dejando de momento la fachada. El 19 de enero de 1967 se
anuncia que ya está derruido el convento, y que, “en la próxima primavera
darán comienzo las obras para construir un edificio muy moderno”. No puedo
dejar de citar las palabras que siguen a continuación, por lo que hoy tienen de
políticamente incorrectas y poco ajustadas al proceso urbanístico que hoy
estamos sufriendo: “La industria de la construcción, si así puede llamarse, es la
que más brazos ocupa en la ciudad. En ella se ocupan en los trabajos más
serviles vulgares peones, modestos labradores de los pueblos inmediatos, que
refuerzan así sus modestos ingresos obtenidos en la agricultura”; firmado M. M.
Alaiz.
El 6 septiembre de 1967, en una fotografía del conocido fotógrafo César,
del Diario de León, se contempla el solar del antiguo convento de las
Recoletas. El pie de foto es bastante elocuente: “La Plaza de Santo Domingo
ofrece en la actualidad un aspecto poco agradable por la existencia de un gran
solar en su parte occidental. Nos alegra ver que dicho solar está siendo
cercado para comenzar las obras del nuevo edificio que allí levantará el Banco
Industrial. Cuando las obras estén terminadas, no hay duda de que la
fisonomía urbanística del lugar mejorará notablemente”.
Para finalizar, muchos de los aquí presentes todavía recuerdan el
repiqueteo de las campanas que acompañaban la procesión de San Isidro
Labrador, “el isidrín”, que llegaba hasta San Marcelo. El santo tenía parada
aquí, en el convento, pues gustaba de escuchar los hermosos cánticos de
nuestras Agustinas Recoletas.
Fuentes y bibliografía
MARTÍN FUERTES, J. A. y ÁLVAREZ ÁLVAREZ, C.: Archivo Histórico
Municipal de León. Catálogo de los documentos. León, 1982. Documentos
sobre el Convento de la Encarnación: 1094, 1107, 1108, 1151, 1153 y 1189.
Sobre el Convento de Santo Domingo: 476, 755, 872, 899.
Diario de León, días 25 de febrero, 22 y 25 de marzo, 15, 23, 28 y 29 de abril,
2, 6 y 12 de mayo, 1 de julio de 1966, 19 de enero, 20 de febrero y 6 de
septiembre de 1967.
PANIAGUA PÉREZ, J. y VIFORCOS MARINAS, M. I. (Coord.): Claustros
leoneses olvidados. Aportaciones al monacato femenino. Universidad de León,
1996.
PUERTA DE LA REINA
Por Julio Cayón Diéguez
Buenas noches, señoras y señores:
La calle donde nos encontramos fue rotulada en su día por el
Ayuntamiento de León con un bellísimo y sugestivo nombre: Puerta de la
Reina. A veces –no siempre- las titulaturas urbanas de nuestra ciudad evocan
nostalgias y tiempos pasados, como si las añoranzas hechas herencia
estuviesen perfumadas con el vigoroso olor del tomillo leonés -siempre tan de
verdad y tan nuestro-, y se mantuvieran envueltas en un celofán multicolor al
igual que las emplomadas vidrieras catedralicias; es decir, resguardadas, cual
si se tratase de un milagro de la bóveda celestial, del tiempo y del olvido. Por
mejor decirlo y para entendernos, en contra del viento huracanado de los siglos
que, es natural, pretende llevárselo todo por delante.
Este lugar en el que hemos hecho parada -que no fonda- es el caso y el
ejemplo de lo opuesto. Pervive y pervivirá para los restos la hermosa
denominación que hoy, víspera del señor San Pedro, nos ocupa: Puerta de la
Reina; que nombre tan bonito.
Sin embargo -es curioso- en la calle que nos acoge, digo, no hay puerta
para poder entornar una y otra hoja y echar sobre sus espaldas la recia tranca término éste muy usado por las gentes leonesas-, pero sí un aroma de épocas
pretéritas aunque, en honor a la verdad, tampoco tan lejanas.
Aquí, -y no son palabras mías sino legadas- no se ensueña ninguna
puerta al estilo antiguo de las de Puerta Castillo, Puerta Obispo, Puerta Sol o…
la mía –y permítanme que diga mía- de Puerta Moneda, a cuya sombra me crié
y me hice leonés. Tan sólo está la calle.
Calle pequeña y transversal entre la amurallada de Independencia y la
de Santa Nonia. Calle de moderno cuño que nació hace pocos años en este
León cada día más renovado. Calle casi difuminada, si no fuera por un edificio
cultural dependiente de la Diputación provincial, y por la sombra entrañable del
Teatro Emperador -nombre que, por cierto, se le ocurrió a Victoriano Crémer
para honrar la memoria de Alfonso VII de León y cuya argumentación se
fundamenta en un pergamino que cuelga en el vestíbulo de la sala-, edificio,
decía, inaugurado en 1951 con la presentación de la compañía ‘Los Vieneses’.
El 22 de septiembre próximo su escenario cumplirá, por lo tanto, cincuenta y
seis años exactamente.
Calle Puerta de la Reina ¿Y de qué Reina? La calle esta aquí, sí, pero la
puerta en cuestión, no. Jamás lo estuvo. La puerta fue trasladada desde su
emplazamiento original –que luego les diré en qué sitio se encontraba- para
embellecer la fachada principal de la Audiencia, en la calle del Cid. Pertenecía
esta puerta de piedra noble y afiligranada, a la antigua fábrica de lienzos,
hilaturas y alfombras, que Fernando VI, con feliz idea, fundó en León a
mediados del siglo XVIII para el progreso industrial de nuestra ciudad en la
zona del llamado por entonces Campo de San Francisco, muy cerca de donde
nos hallamos y lugar en que este recorrido romántico rendirá término dentro de
unos minutos.
Calle Puerta de la Reina ¿De qué reina? Ni más ni menos de doña María
Bárbara de Braganza, reina de España, hija de Juan V de Portugal y María Ana
de Austria, casada a los 18 años, en 1728, con Fernando VI [que a la sazón
contaba dos más que ella, es decir, 20], hijo de Felipe V y de su primera mujer,
María Luisa de Saboya.
Llegado a este punto hay que señalar que si el marido de María Bárbara,
el rey, era bueno, suave de condición y bondadoso, la esposa fue excelente y
una de las soberanas, debido a sus muchas cualidades, más amadas por el
pueblo español.
Del reinado de Fernando VI conviene destacar la paz prolongada que
España disfrutó durante los años en que gozó de su gobierno. Este monarca,
se dice, era pacífico, ajeno a la ambición y enemigo de la fanfarria. Firmó un
concordato con la Iglesia, ajustó la paz de Aquisgrán y permaneció neutral en
la llamada ‘Guerra de los Siete Años’ entre Francia e Inglaterra.
Su esposa, María Bárbara de Braganza, padeció en el transcurso de su
infancia un ataque de viruela que le afearía el rostro. Y fue una lástima. Ya de
adulta se esponjó en una espléndida mujer llena de atractivos y de gracias,
pues cuentan las crónicas que tenía un cuerpo de Venus: era hermosa y
esbelta y, como es natural, de envidiada figura. A ello se le unía, además, un
carácter dulce y alegre. Y, por si fuera poco, también era generosa, de gran
simpatía, sencilla, tranquila, piadosa y aficionadísima a la música, pues no en
vano era una consumada virtuosa en este campo de las artes. Muy culta,
dominaba media docena de idiomas. El único pesar que le atormentaba era su
desfigurado rostro. A ello se deba posiblemente la tristeza que luego la
envolvió, y su continuo pensamiento de morir pronto. Fallecería en la flor de la
vida, a los 47 años, concretamente el 27 de agosto de 1758. Había nacido en
Lisboa el 4 de diciembre de 1711.
María Bárbara de Braganza fue, pese a sus preocupaciones personales,
la clave del reinado de Fernando VI ya que los regios esposos, dicho sea en
lenguaje coloquial, se entendían de maravilla. Amaron la paz y alentaron la
prosperidad nacional. Baste señalar el detalle, entre otras varias cosas, que el
famoso Canal de Castilla, genial idea del rey-emperador Carlos I de España y
V de Alemania, lo continuó Fernando VI por el gran interés que su esposa, la
reina, tenía en realizar la obra. Cierto que no la vieron concluida por su escaso
reinado, de 1746 a 1759, toda vez que ella murió, como antes se ha dicho, en
1758, y Fernando VI al año siguiente. Pero sí fueron los artífices de gran parte
de la obra.
La Corte se encontraba por entonces en Aranjuez cuando el 20 de julio
del señalado año de 1758 la reina cayó en cama con fiebre, causa ésta de una
maligna enfermedad que le llevaría a la tumba el mes siguiente. La desgracia
dejó a don Fernando sumido en un gran desplome de ánimo por lo que
fallecería de pena poco más de un año después al verse privado de la persona
a quien quería y en quien confiaba. Fue el dramático desenlace de aquella
historia de amor. Es de significar que de no haber sido por la deformación
epidémica de su cara, doña María Bárbara de Brangaza hubiese pasado a los
anales como la reina más bella del mundo en aquel siglo XVIII.
Pero retomemos la famosa puerta; la Puerta de la Reina.
Corría el mes de marzo de 1754 cuando Fernando VI manda erigir la
portada –Puerta de la Reina- que serviría de entrada a la fábrica de hilados,
industria ubicada en la parte posterior del antiguo Hospicio, edificio
absurdamente desaparecido, que se levantaba en el ya señalado Campo de
San Francisco, solar que ocupa en la actualidad el jardín del Obispo
Cuadrillero, enclave de ocio y descanso, encarado con el modernista edificio de
Correos.
La puerta, que allí fue construida, allí permaneció hasta 1948 en que,
desmontada piedra a piedra, sería trasladada al nuevo Palacio de la Audiencia,
inaugurado en 1950.
La puerta, según Villanueva Lázaro, “es de gracioso dibujo, esbelta y
elegante. Consta de dos cuerpos. El primero es una buena portada de gran
arco, con magníficos medallones representado a los reyes Fernando VI y doña
María Bárbara de Braganza. En el cuerpo superior, buena tallas que efigian el
comercio y las bellas artes [muy exornado todo con flora ornamental] y entre
las dos estatuas, rematando la portada, una airosa acrotera bien proporcionada
con un gran escudo nacional”
De aquella fábrica de hilados, que quebró a poco más de diez años de
su inauguración y en la que trabajaban doce hilanderas, doce rastrilleras y doce
tejedores, nos queda su portada, la Puerta de la Reina, y, con ella, continúa
latente el recuerdo de doña María Bárbara de Braganza.
Cierto que su actual ubicación tuvo serios y conspicuos detractores
como, para muchos leoneses todavía inolvidable, don José Eguiagaray
Pallarés. El que fuera alcalde de la capital leonesa y presidente de la
Diputación provincial, no tuvo el menor reparo en mostrar su desacuerdo,
señalando que jamás debió destinarse la portada para un centro en donde –y la
siguiente afirmación es textual- “ha de administrarse Justicia –dijo- en el
sentido más estricto”.
Sea como fuere, la Puerta de la Reina, que esta calle recuerda, se
encuentra muy cerca de aquí, en el entorno del bautizado barrio de la
hidalguía, en Santa Marina. Yo les invitaría a que cuando den un paseo por la
calle el Cid, por los aledaños de la Basílica de San Isidoro o por el Jardín
Romántico, contemplen la pétrea y bella estructura de dicha Puerta. Merece
muy mucho la pena.
Puerta de la Reina. Puerta de doña María Bárbara de Braganza, la reina
buena, y otro de los tesoros menos conocidos de la ciudad que no debe caer
en el olvido de los leoneses, bien lo sean de hecho o de derecho.
Concluyo. Si mis palabras han sido de su agrado, mi gratitud. Y si no ha
sido así, mi agradecimiento de igual forma por su paciencia y atención. Muchas
gracias, señoras y señores.
POEMA PARA UNA PRINCESA PORTUGUESA GRAN
REINA DE ESPAÑA
Por Carlos Bouza Pol
(El pueblo de León ante la Puerta de la Reina doña María Magdalena
Bárbara Javier Leonor Teresa Antonia Josefa de Braganza, que hiló muy fino)
Las hilanderas de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez
están descalzas.
Cuatro jóvenes remangadas se entregan a la faena,
el gato dormita.
Otra hilandera, la mayor, cubre la cabeza con un pañuelo,
luce desnuda su pierna izquierda mientras mantiene erguida la RUECA,
como una bandera que irá hilando con el tiempo.
No se le ve la mano derecha ni el huso.
¿Dónde está el huso?
Sin el huso no se puede hilar, y CLOTO no tiene razón de ser;
y tampoco su hermana LÁQUESIS, que va devanando;
ni ÁTROPOS, que corta el hilo,
el hilo de la vida.
Parece mentira que la sabiduría tenga por nombre Palas Atenea o Minerva.
Ridículo parece que Homero y Píndaro le hicieran poemas a una diosa,
envidiosa y vengativa, capaz de convertir a la joven ARACNE en araña,
porque bordaba la perfección y no vivía al hilo de la vulgaridad.
Siempre es así,
las caprichosas diosas manejan nuestros hilos,
vence la noche,
tenemos miedo,
y no sabemos encontrar la llave de la luz,
ni como funciona.
Las hilanderas pintadas son alegoría,
como la flor del aire que crece colgada de un hilo,
y cambia de color según el curso de la vida.
El curso de la vida, sí,
siempre es así.
Las hilanderas de verdad,
en esta fábrica del reino de León,
lo sabían y lo cantaban:
Con la rueca y el huso,
y el sentimiento,
voy hilando la vida,
y el pensamiento.
Hilo de risa,
hilo de seda.
Hilo de lana,
hilo de pena.
Las penas vienen
las penas van,
y entre ellas,
llevar me quieren,
me quieren llevar.
E van
e veñen,
e veñen,
e van,
e sempre acaban
as condenadas,
por me levar.
Por mi amor,
y tu querer,
yo voy sufriendo,
mil padeceres,
que no te puedo aquí cantar,
vámonos juntos pena del alma,
en tu regazo podré llorar.
Podren chorar,
e padecere,
por meu amor
e teus quereres.
Que axiña se achegan,
que axiña se van,
as veces son ceo,
e outras son chan,
onde se malogran
os meus sentimentos,
cos teus pedimentos
non podrán medrar.
E deste xeito tanto me da,
falarte da terra,
falarte do mar.
Que las penas vienen,
las penas se van,
y todas ellas llevar me quieren,
me quieren llevar,
te quiera mucho,
te quiera más.
De pena,
dicen que de pena,
murió una hilandera,
como la azucena,
tras larga agonía.
El rey don Fernando,
apacible y triste,
tanto la quería,
que volviose loco
de melancolía.
Bárbara de Braganza
gran reina de España, María,
benéfica y celeste,
León te recuerda, te quiere, te admira,
por ti se enternece.
Aquí, en esta Puerta que lleva tu nombre,
Portugal es España cuando anochece.
EL HOSPICIO
Por María Dolores Martínez Lombó
Hace muchos, muchísimos años, a mediados del S. XVIII, las calles de esta
antigua y hermosa ciudad se llenaron de mendigos, de campesinos pobres, de
pobres de solemnidad y vergonzantes, de enfermos, de huérfanos, de viudas
desamparadas y de vagabundos. A medida que crecía la población crecían los
problemas y las dificultades económicas. Al principio los pobres “se
alimentaban en los conventos y en el Palacio del Obispo, donde reciben el
almuerzo, comen y cenan. Además del alimento reciben en San Marcos, cada
dos días, los hombres un cuarto, las mujeres y los niños la mitad en sueldos.
De esta manera viven, se casan y perpetúan una raza de mendigos”.
(Townsend, 1786).
Pero las autoridades se mostraban cada vez más preocupadas, porque lejos
de resolver el empobrecimiento social los mendigos crecían y crecían
añadiendo a su condición la de pícaros, vagos, y ociosos. Buscaron
insistentemente medios eficaces y adecuados para afrontar este problema
social, recogiendo a niños y jóvenes en hospicios o castigando con cárcel a los
vagos.
Los hospicios se entendieron como un lugar donde los pobres, por medio de
trabajo, debían procurarse el sustento e incluso el aprendizaje de un oficio. En
España se construyeron más de cien en el S. XVIII, uno de ellos se levantará
en León.
En el Ayuntamiento Ordinario del 28 de febrero de 1750, se dio cuenta de
una carta dirigida a la ciudad por el Presidente del Gobierno, D. José de
Carbajal y Lancaster, en la que pide facilidades al Ayuntamiento para formar un
Hospicio.
Pero esta primera idea de Hospicio permanecerá dormida treinta y seis años
hasta que el empuje, esfuerzo y tesón del Obispo Quadrillero la haga realidad.
Don Cayetano Antonio Quadrillero y Motta nace el 7 de agosto de 1724 en la
Villa de Palazuelo de Vedija, diócesis de León, y ceñirá la mitra episcopal el 7
de marzo de 1778. Posee las virtudes propias de un verdadero pastor, ejerce la
caridad siendo benigno y dulce para todos, oyendo y remediando con gran
ternura y consideración las voces y calamidades del prójimo.
La idea de sacar a sus diocesanos de la pobreza le rondaba desde hacía
tiempo; por lo que establecido en León y conociendo que en 1769, el Sr.
Personero hizo saber a esta leal ciudad que la fábrica de lienzo y paños,
construida durante el reinado de Fernando VI, padecía grandes quiebras y
diferentes ruinas, acude a la Majestad Real de Carlos III pidiendo la cesión del
Campo de San Francisco y de la fábrica de hilaturas de lino y lienzos para la
creación del Hospicio.
El 24 de enero de 1786, el Intendente de León recibió la Real Orden
expedida por el Ministro de Hacienda, D. Pedro de Lerena, en la que se
comunica que el Rey ha resuelto que se construya en esta ciudad una Casa de
Misericordia, para remediar la mendicidad y fomentar la industria, sirviéndose
ceder con dicho destino, el sitio que ocupaban las antiguas fábricas de lienzos
en el Prado de San Francisco.
Poco espacio le parece al Obispo para que el Arquitecto, D. Francisco de
Rivas, comience a proyectar la obra, por lo que a dos meses de conocer la
disposición Real, solicita a los Regidores Leoneses más terreno perteneciente
a la fábrica nueva. La ciudad consideró que ceder dicho terreno no hace
agravio al procomún y resuelve darlo para dicho fin.
Hombre de realidades, el Obispo Quadrillero, a la vez que consigue los
terrenos, asegura la cuestión económica recibiendo ayudas y realizando
peticiones; así por Real Orden del Ministerio de Hacienda recibe 25.000 pesos
de la herencia de D. Bernardino Álvarez de Rebollar, cura de Acuopán, en el
Arzobispado de Méjico, para ayudar a la construcción de una Casa de
Misericordia en la ciudad de León.
Cuenta también la Real Orden que el mismísimo Rey ha oído con gusto hablar
sobre esta construcción y que ha mandado decir al Colector General de
Expolios y Vacantes y Fondo Pío Beneficial, que será muy de su Real agrado
que contribuya con una buena consignación para tan útil establecimiento.
Pasados unos meses, el ministro de Hacienda, libra 60.000 reales al Sr.
Obispo de León para acopio de material destinado a la Obra de la Casa de
Misericordia de esta ciudad.
Este hombre infatigable sigue, como buen cura, su rosario de peticiones. Al
Ayuntamiento le pide madera “ya que tiene mucha a su disposición” y el
Municipio le concede 110 chopos de sus alamedas. Igual solicitud le hace al
Prior de San Marcos que aunque trata de escurrir el bulto, no le queda otra que
señalar la madera que el obispo se puede llevar. Pide que se le traiga desde
Boñar toda la piedra que precisa. Pide al Duque de Uceda que le dé madera de
roble del Monte de Valderrodezno. Pide a los curas de San Bartolomé y
Valporquero “tabla para pandilla” de siete, ocho y nueve píes.
El 11 de noviembre de 1786, el Capellán D. Francisco Isla, comunica desde
Madrid haber recibido unos 217 reales de vellón para que se pongan a
disposición de Obispo Quadrillero.
Pide y pide para que otros no tengan que pedir, para que los pobres de la
Diócesis tengan un asilo seguro y cómodo contra la miseria, la ociosidad y la
corrupción.
La obra se va desarrollando de manera rápida. A los dos años de su
comienzo está para cubrirse la mayor parte del edificio sin que el coste haya
llegado a 700.000 reales.
Después de la muerte de Carlos III (1788) pasan años de trabajo y
preocupaciones y el 26 de febrero de 1792, el Obispo describe al nuevo Rey la
obra minuciosamente y le comunica que sólo queda para su conclusión la
construcción de cinco escaleras, el patio principal y el embovedado de la
iglesia. Informa también que el coste que ha tenido tan gran obra ha sido de un
millón cuatrocientos mil reales, estando sólo empeñada en ciento cinco mil
treinta y siete reales. El coste hasta la terminación, sin incluir camas y
utensilios, subirá cien mil reales más.
Considera el Obispo que el coste real de la obra no llega ni a la tercera parte
de lo presupuestado por los maestros y reconoce que a esta disminución del
coste han contribuido la Ciudad y las Comunidades de San Marcos y San
Isidoro, por sus aportaciones de madera; explicando, textualmente, que en la
mejora del precio ha influido, “el que no ha habido más tesorería ni contaduría
que la de mi Mayordomo y familia, quienes han concurrido con todo y estado a
todas horas sobre ella”, con un solo maestro y dos sobrestantes.
Se acerca el final de la construcción de este Hospicio, que pretende no sólo
dar socorro a los pobres sino también ofrecerles un empleo digno al resurgir la
fábrica de lienzos a la vez que el Centro de Beneficencia.
Aunque se habían conservado todas las máquinas y telares era necesario un
batán con su molino y un tendedero para el blanqueo a fin de completar el
proceso de la industria de lino. El Obispo también considera imprescindible el
acopio de linos y lanas para dar comienzo a los trabajos de manufacturas.
En diciembre de 1793, en el ya Hospicio de León están acogidos 89 niños de
ambos sexos, 60 niños y 29 niñas, que se ensayan en todas las manufacturas
de lino y lana, a la vez que aprenden a leer, a escribir y los rudimentos de
nuestra religión.
La casa se compone de más de 100 personas, incluyendo maestros y
directores; así recordamos al Presbítero D. Alonso Manso; a D. Francisco
Rivas, que tiene a su cargo la recepción y separación de hilazas y lino en rama;
a D. Rosendo Ruiz, que lleva la dirección de los telares; a D. José Pérez,
maestro de primeras letras; a Dña. Josefa de Soto, maestra de las niñas en
costura, leer y escribir, doctrina cristiana y demás labores propias de su sexo; a
Teresa Uriarte, maestra de cocina y panadera, a la que alternativamente
ayudan las niñas; a Antonio Farnesio y a Juan Rodríguez, maestros tallistas; a
seis mujeres rastrilladoras a jornal; a Manuel San Pedro, maestro de
pasamanería y a Miguel Suárez, maestro sastre.
Hay en ella treinta y un telares corrientes, de los que veintidós son de lienzo
fino y ordinario; dos de amantelado; cuatro de estopa; tres de lana; y dos de
pasamanería. Se intuye que en la próxima primavera se pondrán en venta de
siete a ocho mil varas de lencería de las tres especies señaladas.
Además del personal que vive en la casa, a excepción de las rastrilladoras, y
que su sueldo no pasa de 304 reales por persona, hay diecinueve oficiales
fuera de la casa, tejiendo lienzos de todas las clases, lanas y cintas.
De los hospicianos, doce chicos tejen lienzos y quince hilan lana; dos están
aprendiendo el oficio de tallistas; tres aprendiendo el de sastre; cuatro están de
cardadores y veintiuno hacen canillas y otros útiles para peines.
De las niñas, dos hilan a torno perfectamente y saben el oficio de
pasamanería; catorce rastrillan e hilan. Todas se dedican por turno semanal a
las demás labores de la casa. Hay también trece niñas de muy tierna edad que
hilan estopa, estopilla y hacen medias.
Transcurre 1794, por Real Orden del 7 de marzo se concede a la fábrica de
manufacturas del Hospicio, la exención de Alcabalas y Cientos, que
habitualmente se concede a las fábricas de curtidos, sombreros y papel.
Edificio magnífico por su gran capacidad, con amplios y bien distribuidos
patios, escaleras espaciosas, galerías y porches, la capilla bien trazada y de
capacidad muy suficiente.
Don Mariano Berrueta recuerda que fue una de las obras realizadas en esta
ciudad en el S. XVIII, sin pretensiones artísticas pero con detalles de buen
gusto y fina sensibilidad.
En la fachada principal, de gran puerta rectangular, hay un amplio balcón, un
gran reloj con campanil que se oye en la ciudad entera y una inscripción que
dice:
”Carlos III protector y favorecedor de las artes, para ayuda de los
desamparados y huérfanos hizo con los artistas esta obra”.
Sobre el pórtico de la Iglesia, en el patio central que es cuadrangular, hay
una fuente y está la capilla. Encima de la jamba superior de la puerta de
entrada a la Iglesia podemos leer:
“Cayetano Quadrillero, obispo de León, amante del bienestar de los
desvalidos, bajo la protección de San José, edificó esta casa”.
En la fachada que daba a la calleja de Santa Nonia estaba el torno donde se
dejaba a los niños al cuidado de las Hermanitas de la Caridad y a la
Providencia del Señor.
Jovellanos, en 1792, escribe que el Hospicio de León “consta de cuatro
departamentos, dos para niños y niñas y otros dos para adultos, separados en
todo”
En la primavera de 1800, muere el Obispo Quadrillero y en 1802 el Hospicio
se funde con la antigua Obra Pía de Niños Expósitos o Arca de Misericordia,
cuyos orígenes se remontan al S. XVI. (Burón: 1985, p. 31 y 55; García
Gutiérrez: 1991, p. 64).
Por Real Orden de 16 de marzo, Carlos IV dispone el traslado inmediato de
la antigua Casa de Misericordia al Hospicio de Quadrillero y nombra
administrador a D. Rafael Daniel, natural de León (Berroeces), Arcipreste y
Canónigo de la Catedral desde 1783. Es por aquel entonces cuando la entrada
del Hospicio se adorna, poniendo una columnata de piedra con cadenas de
hierro de gruesos eslabones, interrumpida a trechos con elegantes bancos de
cantería.
Las columnas que están colocadas ante la fachada principal portan dos
medallones; en el de la derecha se lee traduciendo del latín,”acuérdate de la
pobreza en el tiempo de la abundancia”. En la otra cara, la inversión del
nombre de Rafael Daniel. (“Nidale an 1806”)
La otra columna deja a la vista la inscripción “lo uno y lo otro son dones de
Dios”. Por detrás se lee “ensanchó la casa y el atrio”, refiriéndose al nuevo
administrador.
La huella del Obispo perdura a lo largo del tiempo; así lo confirma el
testimonio de una abuela de nuestro siglo. Cuenta que por el año 1925 entra
junto con sus tres hermanos mayores, huérfanos de padre, en el Hospicio de
San Cayetano que estaba donde hoy se encuentra el edificio de Correos y el
Conservatorio de Música. Describe las amplias habitaciones con camitas
infantiles. Recuerda que hacían cuatro comidas, que le procuraban la ropa, que
allí aprendió a leer, a escribir, a coser, y a hacer las labores de la casa, que de
niña pasaba casi todo el tiempo jugando a la rayuela en los soportales del
patio. No conoció peleas ni castigos. Tiembla al recordar el intenso frío que
aguantó en el patio. Se acuerda de cómo la quería Sor María Moreno. Se
emociona recordando como su madre, que trabajaba todo el día y criaba a su
hermano pequeño, les iba a ver todos los días a través de la verja y les llevaba
un trozo de chocolate para repartir. Sus hermanos mayores salieron con oficio
aprendido, uno el de carpintero, otro el de la imprenta y la hermana el de
bordadora. La abuela dejó el Hospicio a los catorce años, donde recibió los
principales conocimientos para forjar su futuro como afamada pantalonera.
Finalmente, el Hospicio se convirtió en Centro Asistencial y la Diputación
construyó en el Monte San Isidro la institución de San Cayetano.
“Las viejas piedras, escribe Crémer, desaparecieron y se sustituyeron por las
funcionales aulas del Conservatorio de Música y por un jardincillo que no se
ajusta al gusto popular”.
BIBLIOGRAFÍA
-
Burón, T. Tierras de León. Obra Pía, antecedente del Hospicio de
León. Vol. 25, nº 59. Pág. 29-52.
Crémer, V. León Insólito: Ayer y Hoy. Everest. León, 1989.
Eguiagaray Pallarés, J. (recopilación y comentarios de). El Ilmo. Sr.
Obispo D. Cayetano Antonio Cuadrillero y el Hospicio de León.
Imprenta Provincial, 1950.
Historia de León: Edad Moderna. Universidad de León. Diario de León.
León, 1999.
LLORA UN NIÑO EN EL TORNO
Por Sarita Álvarez Valladares.
El ocaso se ha desvanecido
Las estrellas compiten con la luna
Brillando todas a la vez
Y de una en una
Llora un niño en el torno
Y anochece
Lo acaricio y lo acerco a mi mejilla
Sin que lo dañe el almidonado
De mi toca.
Oye mi respirar y calla
Siente el calor de una vida
Cercana a la suya.
Junto a su sencillo atuendo (ajuar)
Pálido opalino
Cuelgan de un imperdible
Tres cuentas de azabache y
Una papeleta
Con letra temblorosa
“Su nombre:- Jesús María.Algún día vendré a recogerte
Con otras tres cuentas de azabache
Hermanas de estas”.
La noche cubrió el firmamento
El Ama le amamantó
Y al acostarlo en la cuna
Lo beso tiernamente.
Contemplándole en silencio.
Mis pensamientos volaban
En la lejanía onírica
Un día conocerás tal vez a tu madre...
O caminarás por el mundo en solitario.
En las noches de luna llena
Recordaras esta morada
Que te cobijo para protegerte
Del “QUE DIRÁ LA GENTE”
Al que tu madre se vio sometida
Tus compañeros
La huerta, el fútbol y el recreo
No los podrás borrar de tu memoria.
Aquella Virgen de la capilla,
-Tu madre cariñosaTiene consagrado siempre
Un altar en tu corazón.
AMARÁS LA VIDA
(Amarga a veces ¡destilando mirra!)
Dándola otros matices
A través de los lugares
Y los hombres.
Tu vida surgió de un sueño
Pero perdura clara
Como la luz de la alborada
Sarita Álvarez Valladares.
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