Planificación museística.

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INTRODUCCIÓN
Planificación
Museística
La Subdirección General de Museos Estatales presenta este documento como
una guía de trabajo de carácter eminentemente práctico, que, no obstante,
contempla el análisis de otras experiencias de programación, procedentes de
modelos museológicos de gran tradición fuera de nuestro país. A continuación
se recoge una breve síntesis de algunos trabajos relevantes en materia de planificación museística y gestión de proyectos de museo. La selección de los autores y textos que se detalla más abajo no pretende ser exhaustiva ni completa,
sólo una muestra destacada orientada en esencia a la práctica de la gestión de
museos.
El modelo francés, desde el clásico texto de G. H. Rivière (1989) que recoge sus
experiencias a lo largo de la década de los 70 en el Cours de muséologie général contemporaine (1971-1982), muestra la institución también en su faceta de
organización y programación. En las Lecciones de Museología se valora la importancia del Programa museístico, con unos requerimientos museográficos y arquitectónicos que se traducirán posteriormente en un proyecto de edificio y museo.
Dentro del volumen de Rivière, G. Collin, desde la experiencia en el Parque
Nacional de Cévennes, y retomando las propuestas de aquél, subraya el necesario y “continuo ir y venir que conduce del Programa al proyecto y de éste al
Programa” y, en este sentido, la perfecta adecuación entre los objetivos de la
institución y su exposición conceptual con el proceso práctico de programación.
En la misma línea, los trabajos del 1979 y 1989 de Patrick O’Byrne y Claude
Pecquet, arquitectos-programadores del Centro Georges Pompidou de París
y el Museo d’Orsay, insistían en el interés del necesario detenimiento y la reflexión previa a todo proyecto de museo. ¿Qué hacer? ¿Para quién? ¿Cómo? y
¿Con qué medios? eran sus conocidas reflexiones iniciales.
El caso de los museos estatales franceses (http://www.culture.gouv.fr/
culture/infos-pratiques/fiches/index-fiches.htm) supone un interesante ejemplo
como método de trabajo. La creación de un museo por parte del Estado demanda, más allá de firme voluntad, rigor y método. Un documento, a modo de ficha
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de trabajo práctica, establece, entre otras cuestiones, la contratación inmediata de un chargé de mission que tenga la cualificación de conservador territorial de patrimonio o de un agregado territorial de conservación del patrimonio
(especializado en museos), según el ordenamiento vigente en Francia. Esta figura profesional se encarga de elaborar y dirigir el proyecto.
El proyecto cultural francés define el concepto de museo y sus objetivos, apoyándose en cuatro ejes fundamentales: las colecciones, los espacios, el público y
el personal de la institución. Esta reflexión se realiza en colaboración con las correspondientes unidades administrativas del Ministerio de Cultura. Sobre la base del
proyecto cultural, un programador establece los programas arquitectónico y
museográfico, que constituyen el pliego de condiciones necesario para la selección del arquitecto y del arquitecto-museógrafo. Idealmente, estas dos personas
pueden ser una única cuando el arquitecto tenga competencia o experiencia en
creación o renovación de museos. A fin de seguir todas estas fases se crea un
comité compuesto por el jefe del proyecto, el programador, el representante del
denominado maître d’œuvre, el consejero para museos asistido por la Inspección
General de Museos y el arquitecto-consejero del Ministerio de Cultura.
Desde la perspectiva de este modelo, el programa arquitectónico supone una
traducción detallada y fiel de las necesidades definidas por el proyecto cultural
(metros cuadrados necesarios, naturaleza y número de los espacios deseados,
sus reservas, espacios pedagógicos, exigencias del recorrido previsto…) y, a su
vez, el denominado programa museográfico constituye una traducción, en términos de colecciones, de los objetivos definidos en el proyecto cultural.
En la actualidad, los museos franceses se rigen por diversos sistemas de gestión
(Chatelain-Ponroy, 1998). Son fórmulas no exclusivas del contexto francés, bien
conocidas por los responsables y profesionales de los museos en el mundo entero, que afectan a la planificación y la gestión museística. La multiplicación de
las instituciones museísticas, los vectores del desarrollo local, la diversificación
de las prácticas y las funciones en sus distintas áreas, el aumento importante
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de puestos de trabajo con perfiles muy diversos son algunos aspectos que “implican conjugar el saber científico, los talantes del animador y el rigor administrativo” (Chatelain-Ponroy, 2004).
Por otra parte, y dejando de lado la experiencia francesa, la reciente literatura
anglosajona especializada en el terreno de la planificación (y la gestión) museística presenta hitos teóricos destacados con la publicación de los trabajos de
K. Moore (1994 y 1996) y Dexter Lord y Lord (1997 y 1999, entre otros). El ya
clásico de Moore insistía en la necesaria puesta en marcha de una serie de aspectos básicos de cara al establecimiento y mantenimiento de un proyecto museístico: a) una organización estable y adecuados medios, b) un plan definido,
bien estructurado, de acuerdo con las posibilidades de la institución y las necesidades de la comunidad a la cual se dirige, c) un conjunto de colecciones, d)
recursos humanos, con una plantilla estable de conservadores competentes, e)
espacios en un edificio adecuado para tal fin, y f) medios con los que trabajar,
esto es, asistencias, infraestructura y equipamientos para desarrollar las funciones museísticas convenientemente.
Por su parte, la obra de Dexter Lord y Lord (1999), propone “una respuesta
profesional contemporánea a los distintos retos del museo con el objetivo de
mantener una institución que desarrolle todas las funciones museísticas eficazmente”. La planificación es considerada la herramienta necesaria ante las
cambiantes necesidades del público, real y potencial, y las propias demandas
del museo en el cumplimiento de sus fines. Se incluyen en el volumen reflexiones de distintos gestores y profesionales de museos, así como documentación
en torno a: a) la definición, descripción y evaluación del propio proceso de planificación, b) servicios y actividades para el público (museo y sociedad, plan institucional, conocimiento de las necesidades de los visitantes, necesidades especiales, análisis financiero…), c) la planificación de las colecciones (gestión, documentación, sistemas y tecnología aplicada, desarrollo de la exposición/es, programación de la conservación preventiva, protección y seguridad) y, por último,
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d) la planificación arquitectónica (papel del equipo técnico del museo y del arquitecto en el proceso de implementación del proyecto, cuestiones de diseño, documentación, zonificación, programa funcional, con especial atención a los planes de adaptación o adecuación, y sin olvidar la cuestión de la financiación).
Por lo tanto, la organización de este documento-guía de trabajo se ha instaurado como una referencia muy completa, basada en el estudio exhaustivo y la
programación de tres aspectos: personas, colecciones y arquitectura. Los listados de cuestiones y temas a tener en cuenta en sus diversos componentes, matices y relaciones, deben ser entendidos como un todo, en el marco de un proyecto de planificación y desarrollo.
En un artículo más reciente, B. Lord (2004) expone la necesidad de que los responsables y técnicos del museo reflexionen tanto sobre su presente como sobre
sus necesidades de futuro antes de encargar cualquier proyecto de intervención. Esta reflexión debe quedar reflejada en una serie de documentos que constituirán el punto de partida para el arquitecto y que serán el único medio verdaderamente eficaz para que el proyecto responda a las necesidades planteadas por el museo.
Los estudios españoles especializados en museología consideran la planificación, desde la publicación de la obra de A. León (1978), como el análisis científico de los datos suministrados por la realidad del museo y las metas que se
pretenden alcanzar. En la última década, distintos autores (Alonso, 1988, 1993
y 1999; Hernández, 1994, entre otros) incluyen capítulos específicos sobre el
denominado “Programa Museológico, el proyecto arquitectónico y su desarrollo y aplicación Museográfica”, fundamentalmente orientado al análisis histórico de la arquitectura de museos, sus distintas modalidades, características,
relación entre programa y proyecto, arquitectura y servicios en el museo (Alonso, 1999), así como “la programación en el museo”, en el sentido de sus elementos básicos, actividades y funciones esenciales, organización espacial y financiación museística y, a través de la arquitectura de museos, el desarrollo del pro-
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grama y el proyecto y las distintas tipologías museísticas. En el trabajo de Rico
(2003), se propone un nuevo Programa director, diseñado en tres partes -ámbitos tradicionales, públicos, profesionales y funcionales; el denominado centro
de investigación integrado como superación del usual centro de documentación y el centro de comunicaciones artísticas-.
La tradición iberoamericana es también sólida y rica en experiencias, como ha
podido observarse en el Encuentro Internacional de Museos de México (2003),
con modelos de proyectos de planificación de museos en Colombia, Venezuela o México (AA.VV., en prensa). Un ejemplo es el documento editado en
Brasil -Plano Director- (AA.VV., 2001), originalmente publicado por la Museums
& Galleries Comisión (MGC), de cara a la orientación de administradores y profesionales de museos que desean implantar y desarrollar en sus instituciones
servicios de calidad.
En definitiva, la planificación y programación de museos constituye un debate
abierto, siempre de actualidad, que sigue suscitando interés. Por ejemplo, en
España se han celebrado recientemente diversas jornadas sobre esta materia,
como la organizada por la Asociación Española de Museólogos en torno al Plan
Museológico (Museo de América, Madrid, 2003), el Consell Insular de Mallorca sobre Planes Directores en Museos (Mallorca, 2003) o el Consell Insular de
Menorca (Mahón, 2004), entre otros.
También en España, la normativa estatal y autonómica en materia de Patrimonio Histórico y Museos reconoce la necesidad de Planes Museológicos, entendidos como requisitos imprescindibles para que una institución sea reconocida
como museo, según señala el artículo 5 de la nueva Ley de Museos de las Islas
Baleares, promulgada en 2003 (cf. Ley 4/2003 de 26 de marzo, de Museos de
les Illes Balears). El nuevo Reglamento de Museos de Titularidad Estatal y del Sistema Español de Museos (en desarrollo en la actualidad), que viene a reemplazar el R.D. 620/1987 de 10 de abril (B.O.E. 13/05/1987) reconoce, asimismo, la
necesidad del Plan Museológico como documento básico de la institución.
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