“La creación de una nueva cadena de valor para la Sociedad de la

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“La creación de una nueva cadena de valor para
la Sociedad de la Información y el Conocimiento.
El rol de los actuales suministradores de telecomunicaciones”
Miguel Angel Rodríguez Palma
Alfonso Aguado Huerta
ERICSSON ESPAÑA
Perspectiva histórica
A partir de mediados de los años ochenta comenzamos a escuchar una serie de
conceptos aplicados a las telecomunicaciones como: liberalización, privatización,
des-regulación, globalización, competencia, … El viejo esquema de los
monopolios y las industrias suministradoras nacionales que en general estaban
participadas por el operador nacional, comenzaba a resquebrajarse.
Al tiempo, asistíamos a una inexorable revolución tecnológica que, sobre la base
de la miniaturización de los componentes y a las nuevas arquitecturas de los
sistemas, reducían el peso industrial de la parte hardware de los sistemas a la
vez que incrementaban su parte software. Los mercados se abrían, las
planificaciones de carácter nacional y a largo plazo se desvanecían, y en estas
llegó la crisis de los primeros 90.
Las industrias llevaron a cabo entonces un enorme esfuerzo por ponerse al día,
y empresas en las que la fábrica era el corazón y motor de actividades hicieron
la transición hacia lo comercial, reforzando sus esfuerzos de liderazgo
tecnológico
en
nuevas
áreas
de
actividad
(comunicaciones
móviles,
comunicaciones de datos,). Suministradores monocliente tuvieron que afrontar el
reorganizarse estructural y accionarialmente para poder atender a los nuevos
operadores.
Fue un gran cambio. Crecieron los recursos dedicados a I+D, hubo que formar a
cientos de técnicos y reajustar todas las relaciones con los clientes. Pero fue un
ajuste que no modificó en lo esencial el despliegue geográfico de la industria.
Siguiendo esa senda, a mediados de los noventa era ya evidente que no hacían
falta tantas fábricas e incluso que la fabricación, como tal, no constituía ya un
activo estratégico para las empresas suministradoras. Parecía claro que el ritmo
de innovación en los sistemas de producción, unido a la necesidad de encontrar
economías de escala cada vez más amplias, exigían unas inversiones y unos
planteamientos organizativos que no compensaban ya las ventajas evidentes de
disponer de una cadena logística integrada. La aparición en escena de las
grandes empresas de fabricación por encargo, que ya habían tenido una fase de
crecimiento cuando la industria informática realizó un movimiento semejante,
ofreció la alternativa que se buscaba. Empresas como SCI o Flextronics
disponían de capacidad para invertir en producción, (como su “core business”), y
podrían negociar con los proveedores de componentes en unos términos que
para el resto de las industrias no eran alcanzables. Así comenzaron a producirse
acuerdos de externalización, y a establecerse sistemas logísticos alternativos
para asegurar los suministros con independencia del origen de los sistemas.
Paralelamente, la enorme demanda suscitada en todo el mundo por el éxito,
(inesperado en su magnitud) de la telefonía móvil hace acto de presencia. En
concreto con el sistema GSM, se introducen nuevos requisitos a la industria
suministradora. Había que construir redes enteras de forma muy rápida, (sin
precedentes), generar incrementos de productividad y vender terminales en un
nuevo mercado de consumo.
La construcción de redes se convirtió en otro ámbito de colaboración con
empresas subcontratistas. Los proyectos “llave en mano” con calendarios
extremadamente ajustados condujeron a establecer auténticas redes de
empresas colaboradoras que podrían aplicar los recursos necesarios sin que las
empresas de tecnología tuvieran que ampliar las plantillas hasta extremos poco
realistas, o introducir en empresas que querían especializarse en la alta
tecnología divisiones con características muy diferentes a las relativas a su
actividad original.
En el caso de Internet, se inicia un proceso de exuberancia de expectativas y
explosión de empresas “.com” con planes de negocio dotados de gran
imaginación, artificio y riesgo, que van impregnando al mercado las ideas de
rentabilidad inmediata con mínima inversión, plusvalías exponenciales, …En
suma, domina el concepto de “Hiper-crecimiento”, quedando en segundo plano
las claras ventajas que Internet propicia como generador de redes de
información y conocimiento de gran eficiencia.
Se vislumbran entonces nuevos conceptos de negocio, la aparición de una
nueva cadena de valor del mercado de industrias de contenidos y de
aplicaciones, resulta evidente que ninguna empresa por sí sola podría responder
a todas las necesidades de los operadores. Este convencimiento llevó a una
nueva ola de empresas conjuntas, participaciones y esquemas de capital riesgo
aplicadas a un nuevo mundo: al de los servicios y aplicaciones para las nuevas
redes.
En este contexto histórico y desde la capacidad de anticipación e innovación
permanente de la industria suministradora y en un entorno de aceleración
tecnológica sin precedentes , se acometió la tarea de convertir la banda ancha
fija o móvil (con el soporte tecnológico de nuevos accesos, evolución de las
redes tradicionales hacia redes multiservicio, la tercera generación de
comunicaciones móviles y la presencia generalizada del Protocolo Internet -IP- )
en piedra angular de lo que venía llamándose Sociedad de la Información y el
Conocimiento.
Situación de partida
El “hiper-crecimiento”, la exuberancia de expectativas nos sitúan en una
perspectiva histórica ya vivida a mediados del siglo XIX con la introducción del
ferrocarril y la crisis desencadenada por el exceso de optimismo.
Se repite la historia, un sector de importancia estratégica indudable como son las
telecomunicaciones se encuentra en una situación de crisis financiera sin
precedentes. Aún cuando la demanda de servicios mantiene unos parámetros de
crecimiento significativos, como puedan ser los más de 1.000 millones de
clientes en las redes móviles a nivel mundial, la multiplicación por tres de la
demanda global de tráfico telefónico producida en los últimos cuatro años, entre
otros.
Parte fundamental de esa crisis, junto con condicionantes ajenos al propio sector
no menos importantes, es la aparición de flujos de dinero sin precedentes que
provenientes de financiación vía OPVs, bonos de alto riesgo, capital riesgo,…,
hicieron posible la financiación de iniciativas cuyos modelos de negocio eran
insostenibles, caso de algunos operadores alternativos. En otros casos, las
exigencias financieras y regulatorias han propiciado la aceptación de planes de
negocio de incierta sostenibilidad, caso de las comunicaciones móviles de
tercera generación. Debiendo mencionar en este caso que para los Operadores
se convirtió en una cuestión de ser o no ser a nivel global y que para la industria
el mantenimiento de su posición competitiva no solo no hacia posible relajar su
capacidad tecnológica sino que introdujo requerimientos nuevos como fue la
necesidad de coparticipar en la financiación de sus clientes.
Resultado de lo anterior son niveles de deuda superiores a los 1.000.000
millones de dólares en el sector de las telecomunicaciones y un castigo en la
valoración bursátil de las empresas Operadoras y Suministradoras de difícil
absorción por las mismas sin procesos de adaptación y transformación a un
nuevo entorno en el que la desconfianza y la negación de perspectivas nos
sitúan en un punto de partida en el que la crisis sectorial y las incertidumbres en
cuanto a su profundidad y duración obligan a vivir una reconversión muy
significativa, reconversión que permita alcanzar la posición óptima para propiciar
la recuperación más vigorosa posible llegado el momento.
Dicha situación de crisis se manifiesta en la aparición de un circulo vicioso que
impacta fuertemente en el modelo de negocio conocido anteriormente, en el que
la inversión era generadora de nueva demanda y nuevos ingresos que en base a
una estructura de flujos de caja recurrentes permitía acometer nuevas
inversiones. En estos momentos, las inversiones han sufrido un parón
espectacular, hasta el punto de que no sea descabellado pensar en próximos
deterioros de la calidad de servicio y el consiguiente retraimiento de la demanda,
lo cual nos situaría en un escenario especialmente dramático. Por el momento, si
está siendo especialmente significativo el bajo tono inversor que está debilitando
seriamente a la industria de telecomunicaciones (especialmente la europea sin el
soporte de una gran diversificación industrial).
Más significativo aún es la visión puramente economicista dominante en el
mercado que refuerza la tendencia a negar que las telecomunicaciones seguirán
siendo un sector estratégico caracterizado por la intensidad de las inversiones
requeridas que no solo revierten significativamente en la ganancia en
productividad y competitividad de todos los sectores industriales de un país, sino
que revierten de igual manera en la calidad de vida de sus ciudadanos y de la
sociedad en su conjunto en su transito hacia la Sociedad de la Información y el
Conocimiento.
Tomando en consideración únicamente la visión economicista imperante no es
exagerado pensar que la Sociedad de la Información y el Conocimiento no existe
ni existirá. Sin embargo, aún es posible perseverar en la senda de creación de
un entorno propicio donde se depuren los excesos cometidos y se corrijan las
ineficiencias del modelo actual inmerso en una crisis profunda pero superable.
Para lo cual debe entenderse que junto al carácter estratégico e intensivo en
inversiones, las telecomunicaciones han vivido desde sus principios la
incertidumbre tecnológica como uno de sus elementos esenciales contemplados
por las empresas del sector como un riesgo gestionable condicionado por la
natural capacidad de adopción de nuevas tecnologías del mercado.
Debe entenderse, y la experiencia de los últimos tiempos así lo corrobora, que el
mercado puede ser catalizado mediante la creación de entornos propicios, pero
que responde negativamente a todo ejercicio de imposición intervencionista en
términos de qué, cuándo, cómo y a qué precio introducir una tecnología.
Por tanto, si el tema que nos ocupa es “La creación de una nueva cadena de
valor para la Sociedad de la Información y el Conocimiento. El rol de los actuales
suministradores
de
telecomunicaciones”
es
esencial
reconocer
las
características esenciales del sector de las telecomunicaciones ya mencionadas
anteriormente y, lo que es más importante, alcanzar un punto de encuentro
respecto a lo que es y lo que supone la Sociedad de la Información y el
Conocimiento (SIyC). En este contexto, es de destacar que la SIyC es un factor
clave para la vida de los ciudadanos, las empresas y la sociedad en su conjunto,
que se manifiesta en términos de ganancia de calidad de vida y productividad
dentro de un modelo sustentado en la sostenibilidad que tiene su fundamento en
el Conocimiento.
Perspectivas y claves
Alcanzado el acuerdo de lo que es y lo que supone la SiyC y destacado como
fundamento el conocimiento, podrían tomarse en consideración gran cantidad de
parámetros motivo de análisis y seguimiento que nos permitieran alcanzar la
claridad suficiente como para determinar donde estamos y hacia donde vamos,
en cualquiera de los casos concluiríamos que la situación de la EU y
específicamente la situación de España es claramente desfavorable respecto a
la realidad de los EEUU y resulta especialmente difícil prever a medio/largo
plazo un punto de convergencia.
Es extremadamente necesario un fuerte compromiso por parte de la sociedad en
su conjunto y en el desarrollo de políticas activas que permitan desarrollar el
capital humano necesario para crear una base de investigadora y desarrolladora
de alto nivel y el capital humano necesario para asegurar la aplicación
generalizada de las nuevas tecnologías en todos los ámbitos de la actividad
social, económica y personal.
De este modo y solo de este modo se puede hacer posible que la innovación
necesaria para crear un marco competitivo en el que sea una constante: la
generación continuada de valores tangibles en nuestro entramado industrial y de
servicios, la existencia de una demanda de servicios y aplicaciones avanzados
de telecomunicaciones altamente estimulada y la creación de un escenario en el
que la reducción de costes y precios finales de los mismos sea una realidad
natural
no
sujeta
a
imposiciones
o
intervenciones
regulatorias
y/o
administrativas.
Alcanzar los enunciados anteriores supone un esfuerzo de gran complejidad
hecho realidad solo desde el desarrollo de acciones muy concretas y claras que
aseguren un entorno propicio a la aceleración en la transferencia de las nuevas
tecnologías y el uso de los servicios y aplicaciones (para la SIyC) asociados a
las mismas. Servicios y aplicaciones que, en ese entorno de negocio sostenible
enunciado con anterioridad, serán el desencadenante en la creación de la nueva
cadena de valor.
Nueva cadena de valor, en la que la prestación de un servicio final de
comunicación vocal o de transmisión de datos se completará con la prestación
de servicios de naturaleza multimedia de todo tipo (imágenes, textos, música y
sus distintas alternativas de empaquetamiento) y con la capacidad de interactuar
mediante transacciones de todo tipo (entre personas, entre personas y
máquinas, entre maquinas y sus distintos entornos). Se trata pues de un cambio
radical en la oferta de servicios que fuerza la aparición de gran cantidad de
nuevos actores en la cadena de valor, especialmente capaces de compartir
iniciativas creadoras de nuevas aplicaciones y servicios.
Nuevas aplicaciones y servicios que tienen como denominador común la
necesidad de infraestructuras avanzadas de Banda Ancha. Nuevamente, si
analizamos los parámetros determinantes de la realidad de las infraestructuras
de banda Ancha en el país la situación no es sino francamente deficitaria y la
que hay es infrautilizada con nuevos servicios, con lo cual nuevamente nos
encontramos ante la necesidad de acciones muy concretas que permitan
acometer las inversiones necesarias.
La situación de partida, analizada anteriormente, no es alentadora pero frente al
circulo vicioso y la situación de crisis en la que se encuentra el sector de las
telecomunicaciones es necesario crear un nuevo entorno de confianza en el que
se recupere el circulo virtuoso vivido, circulo en el que la inversión fluye de modo
natural enriqueciendo la demanda y generando flujo recurrentes de capital
disponibles para la creación de nuevas infraestructuras y servicios.
Sin embargo, este circulo virtuoso resultará muy difícil alcanzar desde el modelo
puramente economicista imperante en la actualidad, será necesario crear un
modelo en el que la garantía de sostenibilidad no especulativa de todas las
iniciativas sea contemplada en toda su extensión.
El Nuevo suministrador
Paralelamente al desarrollo de nuevas infraestructuras, servicios y aplicaciones
de banda ancha y en el proceso de creación de la nueva cadena de valor
(viviendo una situación de crisis sectorial) tiene más sentido que nunca el
proceso de enfoque por parte de todos los agentes en las actividades nucleares
de su competencia (core business), esto supone una transformación estructural
significativa y progresiva buscando la mayor competitividad con una estructura
de costes optimizada y una capacidad de generación de ingresos creciente. En
este sentido, en el tiempo venidero veremos como los operadores tradicionales
de telecomunicaciones iniciaran la senda de la externalización de actividades
hasta ahora consideradas fundamentales para la operación, veremos como se
negocia la propiedad y gestión de las infraestruestructuras, veremos como
actividades de gran calado técnico como pueda ser la integración de los distintos
sistemas que configuran las redes de telecomunicaciones se hacen más y más
complejas y costosas, por tanto requieren de un nuevo entorno de competencias
específicas con estructuras de costes optimizadas en base a la economía de
escala,...
En suma, podremos asistir a cambios importantes en el agente fundamental del
sector,
el
operador.
Es
aquí,
donde
el
suministrador
tradicional
de
telecomunicaciones encuentra uno de sus campos de transformación, de modo
que de simple vendedor de equipos estrechará más y más su relación con el
operador pasando a ser más que un suministrador un socio (partner) capaz de
colaborar y aportar valores adicionales que permitan al operador una ganancia
continuada en competitividad.
Llegar a ese punto tendrá como consecuencia un nuevo posicionamiento de los
agentes de la industria de modo que, de manera similar a lo acontecido en otras
industrias, se configure una estructura horizontal de aportación de valor en las
actividades de investigación, desarrollo, innovación que permitan llegan al
mercado masivo que las economías de escala óptimas. En cada una de esas
actividades sobrevivirán los lideres, alguno de ellos podrá estar presente en
todas, pero siempre desde la maximización del valor aportado.
El valor aportado por el nuevo suministrador pasará por la capitalización de las
patentes que la investigación proporciona, la generación de plataformas
tecnológicas abiertas que permitan la actividad innovadora generadora de los
nuevos servicios y aplicaciones para la SIyC.
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