Experimentando con Caña y Yute, una experiencia vital y constructiva

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Experimentando con Caña y Yute, una experiencia vital y
constructiva
Arq. Rodrigo Amorós (texto y fotos)
Arq. Harold Noriega
"La arquitectura moderna no significa el uso de nuevos materiales, sino utilizar los
materiales existentes en una forma más humana.” Alvar Aalto
Nos parece bien empezar esta experiencia citando a Alvar Aalto, pues si
bien es clara la importancia de conocer y manejar nuevos materiales, también
es vital darle una mirada a los materiales que siempre han estado allí, cerca de
nosotros a nuestro alcance, a la mano. Es el caso de la caña, el yute y por
supuesto de su hermano mayor, el bambú; amigos de nuestros ancestros
constructores desde tiempos inmemorables y que siempre han estado allí,
esperando a que nos acordemos de ellos y volvamos a considerarlos en
nuestra mente, en nuestras experiencias proyectuales y constructivas.
Materiales ecológicos, amigables con el entorno natural, biodegradables,
económicos y con amplias cualidades estéticas, estructurales y formales, que
en todo caso no es momento de detallar.
Surge entonces la interrogante, de porqué afrontar una experiencia
constructiva en el Taller de Diseño, cual es la importancia o la validez para que
un estudiante de cuarto ciclo experimente construyendo algo fruto de su
imaginación. ¿Es esto indispensable? ¿No bastaría con resolver el ejercicio
mediante un modelo a escala? La respuesta
parece obvia y nuestra
experiencia como docentes de Taller de Diseño nos confirma que la
experiencia constructiva no sólo es válida para la formación de un futuro
Arquitecto, sino que es indispensable.
Construir para un estudiante de Arquitectura es una experiencia de vida,
una vivencia indispensable. En el proceso el estudiante no solo contrasta su
idea, su proyecto, resuelto en maqueta y planos, con la cruda realidad. Se da
cuenta que no todo o a veces mucho de lo “diseñado” es muy difícil de realizar
con los materiales con los que cuenta, con el tiempo y el presupuesto a su
disposición, incluso con las herramientas y técnicas que ellos manejan ahora,
al inicio del cuarto semestre. Es en este proceso, donde el Taller va ganando
experiencia, experiencia que si bien es cierto se limita a la solución del ejercicio
propuesto y de los materiales a su disposición, es lógicamente trasladable a
otros diseños, sistemas constructivos y materiales.
Para nuestra sorpresa, para todos los estudiantes del Taller, esta fue su
primera experiencia constructiva, es decir que si bien llevaban casi 2 años
estudiando arquitectura, nunca habían construido nada, nunca habían tenido la
posibilidad de ver materializado un proyecto suyo. Para los docentes del Taller
4, esto es sorprendente y a la vez preocupante, pues una de las definiciones de
Arquitectura más conocida, incluye la frase “arte de construir”.
Iniciamos el ejercicio algo preocupados, pues al trabajar con estudiantes
sin experiencia, cualquier cosa podría pasar, desde problemas operativos y
técnicos, hasta de ánimo y actitud. Pensemos que trabajar en grupos de 6
estudiantes, organizarse y avanzar armónicamente la construcción durante 10
días tiene sus propios problemas. Felizmente los grupos se organizaron bien,
durante el proceso se desarrollaron lazos de amistad, de colaboración,
hubieron problemas es cierto, pero todo se fue solucionando según el tiempo y
la experiencia ganada. Hubo soluciones en maqueta y planos, que no
funcionaron en la realidad y los grupos encontraron nuevas soluciones.
El resultado, al menos eso pensamos, fue positivo y exitoso. Por
un lado los “objetos construidos” están allí, son entidades reales y tangibles, se
pueden usar, definen espacios, jerarquizan ingresos, estructuralmente
funcionan. Y lo más importante, los estudiantes valoraron el ejercicio.
Haciendo una retroalimentación con el Taller, quedó claro que la experiencia
les gustó, no lo hicieron solo “por la nota” y lo mejor, les gustaría repetirla.
Hubo sugerencias de trabajar con bambú, con madera, de desarrollar la
experiencia en un tiempo más largo. Veremos que surge en el futuro……
El ejercicio se inició planteando el reto de definir un cobijo o refugio para
el mismo estudiante. El objeto a construir está conformado por un ingreso claro
y jerarquizado, un espacio previo y un sub-espacio de estar. Se trabajó
básicamente con la caña como elemento estructural y se definieron planos
opacos con el yute. Compositivamente se podían trabajar con planos
transparentes (definidos solo con caña perimetral), planos virtuales (definidos
con diversas tramas de caña) y planos opacos (definidos con el yute).
Primero se resolvió el cobijo en modelos a escala y planos, cada
estudiante presentó su propuesta trabajando con cañas plásticas y papel
Canson. El cobijo no debía sobrepasar un volumen virtual de 3.00x3.00x3.00 y
los resultados fueron muy interesantes. Intuitivamente los estudiantes del Taller
se dieron cuenta que debían triangular los planos para así lograr la máxima
eficiencia geométrica y estructural del material. Se elaboraron algunos detalles
constructivos, básicamente de unión entre las cañas y entre los planos de yute.
Una variante del mismo ejercicio planteó la posibilidad de unir 3 cobijos
formando una secuencia y definiendo espacios de descanso al interior. La idea
fue generar un ingreso e ir recorriendo los espacios, encontrando espacios
sociales al interior y definiendo mobiliario para sentarse o echarse. Es decir
cada cobijo debía generar 2 ingresos, espacios de circulación y de
permanencia.
Las 6 mejores propuestas forman dos secuencias espaciales, definiendo
además un espacio de circulación exterior entre ellas. Estas serían las
propuestas que se construirían a escala real.
Ya con la etapa de diseño a escala concluida se pasó a conformar los 6
equipos, que serían comandados por los autores de las 6 mejores propuestas.
En este momento se inicia el proceso constructivo, primera experiencia para
todos los alumnos del Taller 4. Vienen momentos de organizarse, comprar los
materiales y dividirse las tareas. Asumir un liderazgo y dirigir al grupo, son
actitudes que a veces no están desarrolladas y pueden llevar la experiencia al
fracaso. Esto se aprecia al ver como algunos estudiantes asumen una actitud
de liderazgo clara, organizan las tareas y avanzan de manera más ordenada y
rápida. Mientras que en otros grupos la organización falla, se presentan atrasos
e incluso discusiones sin solución.
Los docentes del Taller estamos convencidos que esto es parte del
proceso de enseñanza/aprendizaje, se aprende haciendo, construyendo y
organizando un grupo humano en tareas reales. Pensemos que el solo hecho
de reunir el dinero y ver quién sale a comparar los materiales ya presenta en sí
un reto para algunos estudiantes que tienen muchas dificultades para trabajar
en grupo.
Observamos que la experiencia que vive cada estudiante al ver como
un proyecto suyo se va volviendo realidad es vital. Es en este ejercicio en
donde el Taller trabaja con más entusiasmo y fuerza, incluso quieren ir en
domingo a la Universidad para avanzar más. Se evidencia una actitud de sana
competencia entre los grupos que avanzan uno al lado de otro. Algunas
soluciones encontradas por un grupo son incorporadas o mejoradas por otros
grupos. Una que otra solución constructiva resuelta en planos, no funciona en
la realidad y los estudiantes deben encontrar rápidamente un nuevo detalle de
unión utilizando pernos, tubos de PVC, etc.
El ejercicio constructivo está pensado para resolverse en 10-15 días, por
lo que los docentes vamos poniendo plazos y “deadlines”. Primero adquirir el
material y prepararlo, luego plantear la estructura básica y solucionar uniones
estructurales, a continuación definir planos transparentes, virtuales y opacos,
finalmente implementar el mobiliario para sentarse o echarse. En la segunda
versión del ejercicio, mover los objetos ya construidos y crear espacios o
elementos de unión.
Secuencias constructivas
Algunos detalles constructivos
Algunos cobijos terminados
Ya con esta experiencia, una variante del ejercicio planteó la idea
se unir en una secuencia 3 cobijos, formando dos grandes conjuntos de objetos
y que definieran un recorrido central exterior.
Secuencias constructivas
Algunos detalles constructivos
Algunos cobijos terminados
Paraboloides, lo bello de lo simple; formal y estructuralmente.
El ejercicio concluyó con la integración de los 6 cobijos,
organizándolos en dos secuencias espaciales, los grupos adicionaron espacios
o elementos a fin de materializar las uniones y empalmes que hicieran posible
la lectura de las estructuras lo más uniforme posible. Aunque se logró unir los
cobijos y definir la secuencia, pensamos que faltó integrar los diseños desde el
inicio, un reto para la próxima experiencia.
Finalizado el ejercicio, nos queda la satisfacción de tener el reconocimiento de
nuestros estudiantes, que valoraron la experiencia vivida, el hecho de poder ver
un diseño propio materializado, con sus espacios y mobiliario.
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