UNA POLÍTICA CULTURAL EN TIEMPOS DE GLOBALIDAD Lic. Gabriel Mario Santos Villarreal Encuentros, Congresos, informes y ensayos. En el gozne entre los siglos XX y XXI diversos encuentros, congresos, informes y ensayos se han dedicado en América Latina y otras latitudes a analizar y reflexionar sobre el fenómeno contemporáneo por antonomasia, la globalidad, y sus efectos en diferentes ámbitos de la vida individual, social, nacional e internacional, particularmente en temas económicos, políticos y culturales. En este ensayo nos interesa reflexionar sobre la globalidad y sus repercusiones en la cultura y la política. Por mencionar sólo algunos trabajos, frutos de un esfuerzo colectivo en nuestro subcontinente, anotaremos el Encuentro “América Latina y el Caribe en el siglo XXI. Perspectiva de la globalización” celebrado en la Ciudad de México el 2001 bajo los auspicios del Centro de Estudios de la Universidad de la UNAM, la Universidad Autónoma de Zacatecas, la LIX Legislatura de la H. Cámara de Diputados y la editorial Miguel Ángel Porrúa 1, los cuatro Congresos Internacionales “Cultura y Desarrollo” celebrados en la Habana y el informe Ideas y Aportes: La Democracia en América Latina. Hacia una democracia de ciudadanas y ciudadanos2 preparado por un equipo dirigido por el excanciller argentino Dante Caputo, por encargo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. En el Encuentro de México, dedicado sobre todo a la prospectiva, la educación y la cultura, se anotaba cómo los avances de la revolución científico y técnica, particularmente en los ámbitos de la informática, la robótica, la telemática y la biotecnología, habían producido una serie de cambios productivos, culturales, políticos y en las comunicaciones de tal magnitud que se había dado forma al fenómeno conocido como “globalización”. Esta incide en todo el mundo alterando o disminuyendo cuestiones tales como la identidad, la cohesión, la soberanía y los valores de las naciones y provocando su debilitamiento. Al mismo tiempo aparecen fenómenos de resistencia de contradictorio significado y contenido frente a la dominación y el neoliberalismo 3 que revelan, en particular en América Latina, al lado de una abundante movilización social y política, una amplia creatividad social en campos como la literatura, la teoría económica de la dependencia, la pedagogía del oprimido, la teología y la filosofía de la liberación en un ejercicio de soberanía frente al imperio4. Concluía dicho Encuentro que, a diferencia de considerar, como lo hace el norteamericano Samuel P. Huntington a la cultura como recurso del poder y fuente de 1 López Serguera, Francisco et alibi, _____, _____, México, 2004, 834 pp. ______, _____, Colombia, 2004. 3 Ver Edgar Montiel, “Globalización y geopolítica de las culturas. Un ejercicio prospectivo a partir de los ochenta”, en López Serguera, Francisco et alibi… op. cit., p. 247 y ss. y Escudero Castellanos, Roberto, “Soberanía y neoliberalismo” en Mauro Marini Ruy y Millán Márgara Coordinadores, La teoría social latinoamericana, UNAM/El Caballito, México, Tomo III, La centralidad del marxismo, p. 103. 4 Ver Julio Carranza Valdés, “Cultura y Desarrollo: algunas consideraciones para el debate”, ibidem. 2 1 conflictos 5 , habría que asumirla como conjunto de valores, conocimientos, experiencias, creencias, maneras de hacer, actitudes, aspiraciones y actitudes, esto es, como modos de ser que constituyen el tejido social de una sociedad en una época determinada6 y definirla, como lo hacía el Informe de la Comisión Mundial de Cultura y Desarrollo. Nuestra diversidad creativa, en tanto “fin y objetivo del desarrollo, entendido como realización de la existencia humana en todas sus formas y en toda su plenitud”7. De tal manera que el desarrollo o es cultural o no es desarrollo e implica no la imposición de una cultura sobre otra, sino el respeto y promoción de la diversidad cultural. En sintonía con lo anterior y la UNESCO, el I Congreso sobre “Cultura y Desarrollo” de la Habana en 1999 postuló la importancia de las políticas culturales para la difusión de la historia, la conservación de la memoria colectiva y el patrimonio latinoamericano y la implementación de un verdadero desarrollo que no fuera ajeno a la propia cultura y a la dimensión humanística de los cambios, es decir, el establecimiento de un clima social de creación, solidaridad, inclinación al bien, sed de belleza, espiritualidad, respeto a la naturaleza, a otras culturas y a los demás hombres. El II Congreso en junio del 2001 reconoció que “la aceptación de la diversidad humana es el centro del proceso de liberación y emancipación de la sociedad” y “reafirmó el valor estratégico de la dimensión cultural del desarrollo como expresión de calidad de vida y en su condición de formador de valores identitarios para el crecimiento humano individual, grupal o de las naciones”. El tercero en el 2003 se avocó al rescate de un ética humanista y universal bajo la premisa de “la cultura tiene como fin esencial enriquecer la vida humana. La cultura es calidad de vida y alternativa de paz”. Su relatoría registra que “defender la cultura que se sustenta en la verdad, en la belleza y en la justicia es el requisito impostergable de la supervivencia humana. Frente a la cultura de la muerte los pueblos enarbolarán siempre la cultura de la vida. La ética que exigimos no es un adorno prescindible: un mundo mejor es posible. Salvar la cultura es salvar la humanidad”.8 El cuarto apenas terminó sus labores hace quince días y no ha publicado sus deliberaciones. Más directamente relacionados con la política encontramos La agenda ética pendiente de América Latina del noruego Bernardo Kliksberg 9 que habiéndose redactado bajo el patrocinio de la Iniciativa Interamericana de Capital Social, Ética y Desarrollo creada por el Banco Interamericano de Desarrollo y el gobierno de Noruega, postula como síntesis “una democracia de mayor calidad”. Pareciera un intento de respuesta a los interrogantes planteados por el Informe Ideas y Aportes: La Democracia en América Latina. Este último documento sostiene que, si bien nunca antes ha habido tantos países en América Latina con regímenes democráticos tan durables, la consolidación y el futuro de estos regímenes no está asegurado. Se han alcanzado niveles positivos de los sistemas electivos, representativos, de equilibrio de poderes y de respeto de los derechos humanos, pero la satisfacción de los ciudadanos es muy baja. Lo anterior se debe al desencanto, respecto a los políticos, los partidos y la política en cuanto tal por no resolver problemas de bienestar, equidad y desarrollo humano. Una política que no 5 _____, El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial_____, _____, 1996. Ver, López Serguera Francisco et alibi…, op. cit., p. 259 7 _____, _____, Ed. S.M. UNESCO, 1997. 8 Ver www. cubarte.cult.cu 9 ______, _____, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2005. 6 2 atiende las necesidades de la población entra en crisis de representación y esto pone en peligro a la democracia electoral. Globalidad, Cultura y Política. Por el contrario de lo que dicen organismos internacionales como la UNESCO y otras voces, una de las principales consecuencias de la globalización es que los focos de poder han ido abandonando la mayoría de los países, salvo quizá, la de los países más poderosos. El adelgazamiento del poder del estado y la supresión y los límites de las soberanías nacionales de hecho se imponen a los países débiles por los estados hegemónicos y los organismos internacionales que ellos controlan. Estos y otros fenómenos recientes han hecho que “las formas que adquiere la participación de los colectivos humanos en la construcción de sociedad…, la cultura política como forma histórica y sistemática de tramar intercambios materiales, simbólicos y prácticos entre los diversos grupos y colectividades que habitan un territorio y un tiempo comunes, en su existencia real, e incluso virtuales”10 ha variado enormemente en los últimos quince o veinte años. En general la república está emigrando de los Estado-nación, la política por más respetuosa que sea de las normas y procedimientos democráticos es cada vez más impotente para proteger o corregir las condiciones de vida y promover el bienestar general, los ciudadanos tienen cada vez menos capacidad de negociar y decidir conjuntamente el bien público. Como muestra el polaco Zygmunt Bauman, hay varios icebergs al acecho de nuestro mundo: el financiero, el nuclear, el ecológico, el social y, quizá, otros, que “flotan fuera de las aguas territoriales de cualquier electorado de ‘los grandes del mundo’; no es raro entonces que la gente a cargo del control político se muestre plácida o poco alarmada por la magnitud del peligro. Pero esa gente no hace nada porque tiene una razón más importante que la ecuanimidad surgida de la falta de interés: ‘Los políticos ya no están al timón del barco que navega a toda velocidad’. Aunque quisieran, no podrían hacer demasiado.”11 Al globalizarse el capital, las finanzas y la información escapan del control y la administración local y de los Estados-nación. Entramos a una nueva fase de desarrollo del capital que podríamos caracterizar con Andrés Piqueiras como “Capitalismo Monopolista Trasnacional o Capital Global”: “En general, nos dice este autor en continuidad con Lenin, puede decirse que los Estados se ven incapaces por más tiempo de ofrecer un marco propicio para el desarrollo del capitalismo, el cual rompe las barreras estatales de regulación social de la producción y de la distribución en que se hallaba confinado en su anterior expresión (Capitalismo Monopolista de Estado) y tiende a buscar para esos fines el espacio global (planetario), aunque siga necesitando del Estado para su reproducción y expansión (con lo que se recrudece el papel del mismo como garante de la oferta). Pero ahora precisa también la potenciación de instituciones globales (BM, FMI, ONU, G-8, OMC, etc.), que garanticen junto a Cassigoli Salamon, Rossana, “Ciudadanía Cultural para la democracia”, Artículo para la revista de Estudios Latinoamericanos, CELA/UNAM, Mayo 2003, p. 1. 11 _____,. En busca de la política, Fondo de Cultura Económica, México, 2002, p. 179. 10 3 los estados individuales las condiciones generales de reproducción ampliada del Capital.”12 Todo ello afecta de manera enorme el modo de vivir y la cultura de todos los seres humanos tanto en sus relaciones sociales de producción y en la mercantilización acelerada de todas las esferas de la vida, incluso las más alejadas del campo de lo material, como en las formas de interpretar el mundo, en los procesos de formación de subjetividades y en el socavamiento del tejido y los vínculos sociales. Es decir, se trastoca de manera radical el ámbito de la cultura y la política y, como dice el catalán Manuel Castells, “las personas sufren una pérdida de control sobre sus vidas, sus entornos, sus puestos de trabajo, sus economías, sus gobiernos, sus países y, en definitiva, sobre el destino de la tierra”.13 Mismo fenómeno que describe con amplitud Bauman en sus obras La globalización. Consecuencias humanas 14 , En busca de la política, Modernidad Líquida15, Sociedad Sitiada16 y Amor Líquido17. Veamos. “Todo lo sólido se desvanece en el aire” afirmaban los alemanes Marx y Engels en su Manifiesto Comunista de 1848 para referirse a la destrucción paulatina del ancien régime. Nunca se hubieran imaginado que ese proceso se quedó corto si lo comparamos con la destrucción de estabilidad, seguridad y certeza que el actual proceso de globalización impone al grado de volver verdadera con mayor contundencia aquella afirmación paradójica del poeta francés Paul Valery: “El futuro (imaginado, previsto, esperado, posible) ya no es lo que era antes”. Ahora se separa a la política del poder18 y este sin necesidad de ubicarse en un lugar determinado está y puede estar en todas partes y en ninguna, sin límite, ni control, ni restricción. De ahí la gran decepción de la política, los políticos y los gobiernos. No son ya los que pueden resolver las cosas de fondo. Esas se resuelven fuera de las fronteras, en la extraterritorialidad de los flujos de capital y mercancías, en la trasnacionalidad de la producción y las comunicaciones instantáneas e incontrolables a las que las instituciones de control democrático y político, confinadas territorialmente no pueden enfrentar. Con el fin de la identidad monolítica que intentó el Estado-nación y ya no logra más se busca, por un lado la homogenización de las culturas y la implantación de los valores supremos del american way of life con pretensiones de universalismo en un amasijo amorfo bajo una apariencia de multiculturalidad y, por otro, negar en los hechos la diversidad humana que enriquece al género humano por su pluralidad e interacción. Se expresa así de manera actualizada y globalizada el que “una de las formas más agudas de lucha social, en el ámbito de la cultura es la petición del olvido obligatorio de determinados aspectos de la experiencia histórica… imponiendo a la _____, “Sobre culturas e identidades en la mundialización capitalista” en Acta Sociológica, Núm. 4142, mayo-diciembre del 2004, Nota 1, pp. 135 y 136. 13 Citado en ibidem, nota 4, p. 139. 14 _____, _____, FCE, México, 1999, 169 pp. 15 _____, _____, FCE, Buenos Aires, 2004. 16 _____, _____, FCE, Buenos Aires, 2004. 17 _____, _____, FCE, Buenos Aires, 2005. 18 Bauman Zygmunt, En busca de la política, op. cit., p. 199. 12 4 colectividad esquemas históricos sumamente mitificados”19 a la manera de como lo hace “la historia oficial” de cualquier país. Igualmente sucede cuando ciertas políticas se pretenden imponer, por sobre la memoria y costumbres colectivas, prácticas y actitudes a favor de valores y significados ajenos, tal como lo hiciera varios zares entre los siglos XVI y XVIII en el afán de llevar la modernización de sus sociedad hasta las modas y ropajes de estilo húngaro o francés, y lo intentaran el nazismo, el fascismo, la revolución cultural china y la dictadura pinochetista en el siglo pasado para volver únicos sus valores y políticas autoritarias y opresivas. Hoy al querer aislar, absorber, destruir, o desaparecer sociedades y buscar aniquilar culturas, identidades e individualidades para imponer la libertad del mercado (la libertad de ofrecer qué vender o de escoger qué comprar si se tiene con qué hacerlo), se le considera la libertad básica, la fuente de todas las libertades a la que hay que someter a todo el mundo. Como si una cultura determinada, la de los poderosos económicamente hablando, tuviera una posición jerárquica sobre las de los demás, fuera inmortal y la cultura no fuera “la memoria de los sistemas sociales y, sobre todo, del sistema social llamado sociedad” y, por tanto, un concepto histórico referido a fenómenos históricos”20. En lenguaje semiótico, dirían los rusos Lotman y Uspenskij, un sistema de signos que condensan la experiencia humana; en sentido histórico, memoria hereditaria de la colectividad expresada en un sistema determinado de prohibiciones y prescripciones, grabación de cuanto ha sido vivido por la colectividad y, por tanto, relacionado con la experiencia histórica pasada, esto es, como mecanismo que tiende a organizar y a conservar esa información colectiva.21 En la actualidad los procedimientos de cambios culturales inducidos o presionados por la política son diferentes. Simplemente se situaron fuera de un campo de control. Ahora requieren de estados nacionales débiles y fragmentados volviendo a la insignificancia como el rasgo más conspicuo de la política22. Explica Zygmunt Bauman: “Al ‘delegar’ muchas funciones más exigentes (las económicas y culturales, y cada vez más también las sociales y biopolíticas) a las fuerzas ‘desreguladas del mercado, el estado puede hacer un uso muy limitado y apenas ocasional del enorme potencial de movilización por el que las naciones solían ser una compañía bienvenida y por cierto indispensable, del estado que luchaba por legitimarse… Al abandonar el estado su pretensión de monopolizar la coerción legítima, y al perder la coerción administrada por el estado su puesto de privilegio… la identificación de la ‘sociedad’ con el estado nación perdió buena parte del carácter manifiesto que había presentado en le pasado”.23 Y precisa: “Las instituciones políticas heredadas de los tiempos en que el poder y la política estaban atadas a una localidad exactamente como antes, sin la posibilidad de resistir –y ni que hablar de controlar- las presiones de los poderes globales. De esta manera están imposibilitadas de desempeñar sus papeles tradicionales y los 19 Ibidem, p. 75. Ver Niklas Luhmann, “La cultura como un concepto histórico” en Historia y Grafía, UIA, México, núm. 8, 1997, en Globalización de la comunicación, pp. 16, 26 y 33. 21 Lotman, Jurij M. y Uspenskij Boris A., “Sobre el mecanismo semiótico de la cultura” en Varios, Semiótica de la Cultura, Cátedra, Barcelona, pp. 68-72. 22 Cornelius Castoriadis, noviembre de 1996, citado en Bauman, Zygmunt, En busca de la política, op. cit., Introducción. 23 Barman, Zygmunt, La sociedad sitiada, Introducción, op. cit. 20 5 ceden a las fuerzas del mercado o las dejan abiertas a la iniciativa y a la responsabilidad individual”.24 Al agilizarse las comunicaciones haciéndolas instantáneas y volviendo el traslado a cualquier lugar del mundo cuestión de, máximo, unas pocas horas, la cohesión social se dificulta pues el consenso y los conocimientos comunes necesarios para ello se dificultan y espacian. El espacio cibernético se instala por encima de los espacios locales y estatales, al tiempo que los espacios para la convivencia, el intercambio, la riña y la celebración van desapareciendo mientras los seres humanos se colocan noche a noche en silencio frente al televisor, se enfrascan en consultas o diálogos con fuentes y personas a miles de kilómetros de distancia o construyen ghettos oligárquicos de los que se excluye a los que no se mueven en el mundo globalizado o no tienen recursos para comprar. Se deslava el papel del gobierno como organizador de los esfuerzos colectivos y se va circunscribiendo sólo al de policía y salvaguarda de los intercambios trasnacionales. El desinterés campea por la política que se evapora hacia los espacios planetarios y de las fuerzas del mercado. La inestabilidad laboral se vuelve común e irremediable. La polarización social y la pobreza se incrementan exponencialmente. La mayoría de los habitantes de la Tierra quedan fuera, excluidos de los beneficios del sistema. Sistema que se dice, ¡oh paradoja!, global. Los valores se trastocan y pasan de la solidaridad y la responsabilidad a la competitividad y se entra al reino de “cada quien para su santo y cada quien rásquese con sus uñas”. En consecuencia, el tejido social de donde se vive se deteriora, si es que no se fractura y la vida cotidiana se permea de incertidumbre, inseguridad y desprotección, volatibilidad, miedo y ansiedad. “Cuando lo público ya no existe como sólido, el peso de la construcción de pautas y la responsabilidad del fracaso caen total y fatalmente sobre los hombros del individuo”. 25 Respecto a la cultura se sufren cambios que la van minando. En general, las culturas se ven sometidas a un proceso de fragilización, de “modernidad líquida”, de formas inestables, dice Bauman. Se pretenden negar “los proyectos de nación”, las utopías se individualizan abandonando la “construcción de un futuro mejor” por la búsqueda febril de un “presente diferente”, y la propia “modernidad” se privatiza para, ¡una paradoja más!, mantener como leyes inflexibles la “flexibilización” laboral, la liberación de los mercados financiero, laboral, inmobiliario y de bienes y servicios, la disminución de las cargas impositivas, el control del ingreso y el gasto gubernamental y la privatización del sector público y redistribuir y reasignar el poder a favor de los que toman decisiones, los dueños del capital y sus altos administradores. En particular, se despoja a la cultura de su “valor nacional” y se le considera en términos comerciales, se limitan los recursos presupuestales públicos para la producción y la conservación cultural; se mercantiliza la producción cultural privilegiándola en tanto sea producto industrial, objeto de turismo o de entretenimiento; se polariza la desigualdad en su consumo; se van monopolizando los medios de comunicación y más aún el contenido de sus transmisiones con valores de los poderosos; se concentra la producción y manejo de tecnología avanzada; se da una creciente migración de los talentos culturales, científicos, intelectuales y artísticos de los países periféricos hacia 24 _____, entrevista con Juana Libedinsky, Diario La Nación, Buenos Aires, 26 de diciembre de 2004. El mismo autor se extiende sobre el tema con más detenimiento en La Globalización. Consecuencias humanas, op. cit., pp. 88-93. 25 Zygmunt Bauman, Entrevista con Juana Libedinsky, op. cit. 6 los del “centro” hegemónico. Al ahondar viejas divisiones, nos dice el colombiano Jesús Martín-Barbero, reordenar el mapa de las diferenciaciones, y desterritorializar las identidades, las nuevas tecnologías fragmentan el hábitat cultural, disuelven el horizonte común a una sociedad, el tejido de símbolos que cohesiona su representación compartida a nivel colectivo.”26 Cambios en las formas de movilización social y política. Esta globalidad construida desde el poder y desde la trasnacionalización del capital ha incidido para configurar de una manera original las experiencias participativas y los movimientos sociales de nuestros días con elementos que los distinguen de los movimientos sociales con fuerte cariz político del siglo XX latinoamericano. Estos se caracterizaban por estar guiados por un metarelato o un megadiscurso explicativo de la historia y la sociedad, que se consideraba con un sentido en cierta forma predeterminado, en el que la victoria de los oprimidos estaba asegurada en el momento que se decidieran a asaltar el poder mediante una insurrección revolucionaria, destituir el poder de los opresores y construir el de los sectores populares en una sociedad mejor, más justa y democrática que la actual. Las condiciones objetivas estaban dadas, desde el momento en que el capitalismo dependiente se volvió dominante en las naciones latinoamericanas. El sujeto se consideraba en función de la clase social o de una alianza de clases. La revolución era nacional con una vocación internacionalista en contra del imperialismo. Las luchas previas eran ensayos, o elementos de capacitación y formación de la conciencia para sí para acercarse a la lucha que absorbiera todas las luchas en la propiamente revolucionaria. Ahora nos encontramos con que el “Palacio de Invierno” no aparece por ningún lado, las luchas las dan sujetos parcializados, decepcionados de la política y fragmentados socialmente, con objetivos propios centrados en demandas específicas y participación pluriclasista; asociados en función de una etnia minoritaria u oprimida y su derecho consuetudinario, el género, la edad o un interés o motivo común particular: ecología, vivienda, educación, lugar donde se vive (barriales) o lugar de donde se viene, etcétera, sobreviviendo las demandas de tipo campesino. Todas ellas recalcando una lógica de derechos individuales aglomerados y marcados por una identificación sexual, generacional, profesional, étnica, migratoria, residencial, etcétera, sin que se planteen la cuestión de derechos colectivos globales y menos una conciencia de clase para sí o el poder general de la sociedad. Pero sí en resistencia al pretendido afán de uniformar y negar las diferencias particulares propias de las legislaciones nacionales tradicionales. _____, “Notas sobre el tejido comunicativo de la democracia” en García Canclini, Néstor Coordinador, Cultura y pospolítica, CONACULTA, México, 1995, p. 332. 26 7 Un nuevo desafío: “No hay alternativa a intentar vivir juntos en paz y con respeto mutuo”.27 Ante ello, nos encontramos ante un nuevo desafío: cómo construir una nueva cultura política y revertir los efectos desagregadores de la globalidad imperante, que reivindique la participación ciudadana, el acceso a la belleza, a la creación, a la innovación, al conocimiento, a la información y a la convivencia humana, que cultive el potencial ético y práctico de estos derechos y asuma una interlocución propia con los sujetos de poder y cultura intra, inter y extranacionales,28 aprendiendo a respetar a los otros y negociando un modus viven di a través de un diálogo que se mantenga a lo largo del tiempo en una sociedad mundial globalizada y poli cultural. Para ello es necesario que nos sintamos seguros, reconozcan nuestra dignidad y respeten nuestra forma de vivir. Sobre este piso común se puede ejercer la corresponsabilidad y construir la solidaridad de acción y concepción que exige el hecho de que nadie es ajeno al destino de los demás y que, como sentencia Bauman, “un mundo global es un lugar en el que, por una vez, el desideratum de la responsabilidad moral y los intereses de la supervivencia coinciden y se funden. La globalización es, entre otras cosas (y quizás, más que ninguna), un desafío ético.29 Es necesario, además, recuperar y reencontrar la participación ciudadana y un fortalecimiento del estado. Para recorrer estas dos vías “hay que tomar en serio la democracia” decía ya hace 15 años Martín-Barbero, pues esto significa “asumir a fondo la trama cultural y comunicativa de la política: por una parte, que la productividad social de la política no es separable de las batallas que se libran en el terreno simbólico, pues lo que la política pone en juego es en último término ‘la producción del sentido en la sociedad y los principios del reconocimiento mutuo’; y de otra, que el carácter participativo de la democracia se halla cada día más ligado a los modos en que se produce la comunicación”.30 Y es que como sostiene el Informe sobe el Desarrollo Humano 2002, “la democracia no sólo es un valor en sí mismo sino un medio necesario para le desarrollo” y “la democracia requiere el desarrollo integral de la ciudadanía, lo cual implica tanto el pleno ejercicio de los derechos políticos, como de los civiles y sociales, según ha sido reconocido en diversos documentos de Naciones Unidos”. 31 Por ello no debemos limitarnos a postular sólo la necesidad de una mayor calidad democrática en nuestras instituciones y vida social, sino más bien la edificación de otro tipo de democracia, una integral, que promueva institucional y prácticamente la asunción de todos los hombres como sujetos de su propio desarrollo. Si, como establece el alemán Carlos Lenkersdorf, “cada cultura constituye una cosmovisión completa capaz de orientar a sus representantes para que tengan vida… no hay ninguna cultura inferior a otra y … ninguna representa la culminación del desarrollo humano”,32 debemos caer en la cuenta que la política cultural es mucho más que la sola difusión de las artes y los bienes culturales, pues, como afirma el cubano Julio Carranza Valdés, “su principal propósito debe ser establecer objetivos, construir voluntades, mantener estructuras para crear las condiciones que conduzcan a la más plena 27 Zygmunt Bauman, Entrevista con Juana Libedinsky, op. cit. Ver Rossana Cassigoli Salamon, op. cit., pp. 5 y 6. 29 _____, La sociedad sitiada, op. cit. 30 _____, op. cit., p. 334. 31 Ideas y aportes: La democracia en América Latina…, op. cit., pp. 21 y 27. 32 _____, Los hombres verdaderos. Voces y testimonios tojolabales, Siglo XXI, México, p. 20. 28 8 realización del ser humano, para que cada cual pueda desarrollarse sus potencialidades33. Es legítimo entonces hablar de que se busque construir una ciudadanía cultural, en tanto todos somos productores de cultura, no sólo las industrias culturales, los artistas, los creadores y los medios de comunicación. Desde las tácticas de consumo y modos peculiares de usar los lugares, desde la actuación como sociedad civil hasta la implementación de políticas públicas, desde las tácticas y acciones de autodefensa y resistencia hasta la acciones de incidencia y control sobre los poderes trasnacionales. Así toda política cultural que pretenda ser integral y adaptada a los tiempos de globalidad que vivimos debe incluir, cuando menos, que sea transversal y esté presente en todos los ámbitos de la vida social, que construya convivencia, reconocimiento y respeto de la diversidad y que favorezca el acceso y la producción de los bienes culturales, estéticos y simbólicos. Ha de estar al servicio de la convivencia y la inclusión de todos los habitantes bajo su influencia, del respeto de los otros, del reconocimiento del pluralismo como una riqueza, de la necesidad de mantener la memoria colectiva, la tolerancia y del derecho al espacio hospitalario y convivencial, al goce de las arte y lo bello, a la crítica y al desarrollo propio individual y comunitario y colectivo. Esto es lo que significa plantear, legitimar y reforzar el acceso de todos los ciudadanos, desde su nacimiento hasta su muerte, a los bienes culturales, haciendo hincapié en la igual dignidad y diversidad de todos los sujetos, eliminando toda censura y creando ámbitos que al transformar el entorno transformen a su vez a su creador y, por lo tanto, desenvuelvan la capacidad humana de trascender con el pensamiento y las obras la propia existencia. Asumir con gozo la diferencia enriquecedora del otro como materia prima y de la construcción de otro mundo común más amable, abierto y humano implica una ética de la proximidad de las relaciones abiertas, sensibilizadas y protegidas por un contexto real, por un espacio y tiempo comunes. Requiere, finalmente, pensar globalmente para incidir globalmente, pues los problemas generados en ese ámbito, sólo en él podrán resolverse. Mantenerse aislados de las grandes corrientes y flujos culturales mundiales es imposible y atenta contra la responsabilidad global que tenemos en el bienestar y la supervivencia de los demás. Si no se actúa en ellos, ellos influirán unidireccionalmente. Con la visión y orientación que arriba se expone es con lo que habría que entrar a las políticas públicas concretas en materia cultural: articulación y coordinación de instituciones que tienen que ver con la cultura y sus derechos, científicas, educativas, de salud pública, deportivas y de esparcimiento, de relaciones exteriores, turismo, medio ambiente, parques y jardines, de participación ciudadana, promoción y difusión artística e histórica, legislativas, etcétera; promoción y ensanchamiento de los derechos culturales como el de a la creación colectiva, a la belleza, a la innovación, al conocimiento, a la información, a la convivencia armónica; proporcionar el financiamiento necesario; establecer industrias culturales libres de estrictos criterios mercantiles; proteger el patrimonio cultural tangible e intangible; incorporar la perspectiva de género y de edad en estas políticas; promover la investigación multidisciplinaria; favorecer el intercambio cultural, artístico, científico y académico; tener presente el gran peso que en la cultura tienen actualmente los medios de 33 _____, en América Latina y el Caribe en el siglo XXI…, op. cit., p. 271. 9 comunicación social; contribuir a crear y desarrollar las condiciones que favorezcan todo lo anterior. Un último elemento por construir e incluir en nuestra propuesta de políticas públicas culturales es el relativo al ámbito de los procesos mundiales, su gobierno y control. El desarrollo de una cultura para la convivencia, la paz y el desarrollo exigen medidas globales de gobierno democrático que permitan que las libertades de pensamiento, de expresión y de asociación alcanzadas en nuestros días se puedan traducir en oportunidades reales de libertad de acción. No con el fin de imponer un modelo de “vida buena”, diría Bauman, sino permitir que los ciudadanos discutan libremente los modelos de vida que prefieren y que los lleven a la práctica. Para ello “lo que se necesita es nada menos que una institución internacional republicana (o varias) en una escala equivalente a la de los poderes trasnacionales. O, como lo expresara recientemente Alain Gresh en un artículo conmemorativo del 150 aniversario del Manifiesto Comunista, lo que hace falta es un “nuevo internacionalismo” 34 y actuar no sólo localmente sino también globalmente para someter a escrutinio político y a supervisión ética las grandes decisiones y hacerse presente en donde se toman. . 21 de Junio de 2005 [email protected] 5672 4277: Domicilio 04455 1871 1671 34 _____, En busca de la política, op. cit., p. 201. 10