“Mujeres Víctimas e Infractoras de Delitos Patrimoniales”

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“Mujeres Víctimas e Infractoras de Delitos Patrimoniales”
Dra. Esther Elisa Agelán Casasnovas
Jueza de la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia.
La violencia Patrimonial es una de las modalidades del fenómeno de violencia contra la
mujer que requiere de análisis y debate, tanto a nivel nacional como internacional, pues
existiendo este tipo de violencia desde siempre, por su manifestación sutil y desconocida
como agresión y por la falta de reconocimiento expreso tanto a nivel institucional como
normativo, genera impunidad.
¿Cómo podemos definir la violencia patrimonial?
Este tipo de discriminación contra la mujer, puede ser definido como la desigualdad
existente entre hombres y mujeres en el acceso a los recursos económicos que deben ser
compartidos, al derecho de propiedad, a un puesto de trabajo, o incluso a la educación.
La violencia económica se ejerce dentro de las relaciones de pareja, durante la
convivencia o después de ella, Esta modalidad de violencia se manifiesta mediante el
control de los recursos por parte del agresor y la dependencia económica de la mujer, lo
que la obliga a subordinarse.
La Constitución Dominicana tutela expresamente la igualdad y no discriminación contra la
mujer, sin embargo, no hemos logrado la materialización de este ideal de equidad.
Dentro de las disposiciones que consagran este derecho se encuentran:
En su artículo 39.41 condena la violencia intrafamiliar y de género en cualquiera de sus
formas e impone al Estado la obligación de promover las medidas que fueran necesarias
para sancionar y erradicar las desigualdades y la violencia.
De igual forma, nuestra carta magna consagra la “discriminación positiva”, como
transgresión necesaria al principio de igualdad formal que sirve como fundamento jurídico
para alcanzar la equidad entre hombres y mujeresi.
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Constitución de la República Dominicana
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De otra parte el artículo 55.1ii consagra la igualdad de la mujer en la vida familiariii; lo que
equilibra en cuanto a la igualdad en la responsabilidad del cuido de la familia como una
responsabilidad compartida.
A pesar de contar con una efectiva tutela Constitucional en el plano formal, para que se
concreten estos derechos se requiere del empoderamiento de las instituciones a cargo de
definir políticas públicas para el logro de estos objetivos.
Analizando la situación en Latinoamérica del rol de la mujer en la sociedad, y en particular,
en República dominicana, es innegable que la mujer ha logrado grandes avances en
cuanto al acceso a la educación, muestra de ello es que el 62.7% de la matrícula de las
instituciones de educación superior dominicanas es femenina, frente a un 37.4 %
masculinaiv. Pese al desarrollo de la mujer en el plano educativo, resulta paradójico que
una de cada tres mujeres en Latinoamérica no cuenta con ingresos propios.v
La situación antes descrita tiene sus raíces en la persistencia de la segregación laboral
fomentada desde la propia la escuela y la sociedad que visualiza a la mujer solo en
aquellas actividades propias o compatibles con las de familia.
De igual manera la falta de oportunidad de capacitación en los puestos de trabajo de las
mujeres, incrementa la brecha salarial de género, y sumado a los obstáculos para la mujer
ocupar puestos de trabajo relevantes, por causa del denominado “techo de cristal” que
son barreras invisibles y prejuicios que impiden a la mujer ascender a puestos de mayor
jerarquía, desde donde se dirigen las políticas públicas.
Las limitaciones al acceso a un puesto de trabajo y el no reconocimiento de que el trabajo
del hogar debe ser remunerado, colocan a la mujer en una posición de desventaja, lo que
las hace más vulnerables por la dependencia económica.
La complejidad del fenómeno radica en que la violencia de tipo físico y psicológico trae
consigo, en la mayoría de los casos violencia patrimonial, pues esta última se convierte en
un mecanismo utilizado por el hombre para manipular y mantener el control sobre esta.
Es una pena que no contemos con estadísticas puntuales que comparen el porciento de
casos en los que la violencia física viene acompañada por violencia económica o
patrimonial, me atrevería a decir que en una gran cantidad de caso, se presentan ambos
fenómenos.
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MANIFESTACIONES DE LA VIOLENCIA ECONÓMICA Y PATRIMONIAL.
Dentro de las conductas típicas que pueden servir como indicativo de violencia económica
y patrimonial podemos señalar las siguientes:
 Cuando no se cubren los gastos de alimentos a los hijos e hijas menores de edad,
lo que obliga a la mujer a incurrir en deudas y, muchas veces, a una sobrecarga de
trabajo que, sumado al trabajo doméstico, las lleva al agotamiento físico y mental.

Cuando se ejerce manipulación o chantaje mediante el uso de los recursos
económicos, se disponen de los recursos familiares sin el consentimiento de la
pareja, de las propiedades de forma inadecuada o cuando incluso se administran
los ingresos propios de la mujer.

Cuando se niega a la mujer información sobre los ingresos, cuentas bancarias y
tarjeras de créditos de la familia y propiedades adquiridas.

Una de las modalidades de violencia económica y patrimonial más perceptibles, es
la omisión reiterada del pago de la pensión alimentaria de los hijos e hijas ante la
ruptura de la pareja, agravado por la incapacidad de la mujer de acceder a la
información financiera y patrimonial de su ex pareja para el reclamo de pensiones.

En muchos casos la carencia de recursos de la madre para sostener sus hijos ante
la irresponsabilidad del hombre de cumplir con sus deberes alimentarios, las
motiva a perder la patria potestad de sus hijos, o a tener que laborar a tiempo
completo a fin de poder lidiar con la carga económica.
La mujer víctima de violencia económica encuentra obstáculos de acceso a la justicia
por contar con escasos recursos para la contratación de un abogado y por la
burocratización de los procesos judiciales que no se conocen con la urgencia que
amerita.
HACIA LA REGULACIÓN EXPRESA DE LA VIOLENCIA ECONÓMICA Y PATRIMONIAL.
Pese a que la violencia patrimonial no ha sido regulada expresamente en la mayoría de los
códigos y leyes de países Iberoamericanos, existen interesantes iniciativas que pretenden
definir y delimitar los elementos constitutivos susceptibles de configurar En Guatemala,
por ejemplo, se presentó la propuesta normativa que tipifica la violencia económica,
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definiéndola como: “quien por acción u omisión, menoscabe, limite o restrinja la libre
disposición de sus bienes o derechos patrimoniales o laborales a cualquier mujer”,
consagrando para este delito penas que oscilan desde cinco a ocho años de prisión.
De otra parte, en Venezuela, en su ley orgánica Sobre el Derecho de las Mujeres a una
Vida libre de violencia, define la violencia económica y patrimonial como:
“toda conducta activa u omisiva que directa o indirectamente, en los ámbitos públicos o
privados este dirigida a ocasionar un daño en los bienes muebles o inmuebles de las
mujeres víctimas de violencia o a los bienes comunes, así como a la perturbación a la
posesión o a la propiedad de sus bienes, sustracción, destrucción, retención o distracción
de objetos, documentos personales, bienes y valores, derechos patrimoniales o recursos
económicos destinados a satisfacer sus necesidades; limitaciones
económicas
encaminadas a controlar sus ingresos; o la privación de los medios económicos
indispensables para vivir…” En esta legislación la sanción es de seis a doce meses de
prisión.
En el escenario jurídico dominicano, el concepto de violencia patrimonial no se encuentra
expresamente tipificado como delito en la norma penal, sin embargo, los elementos de
esta conducta pueden subsumirse dentro de la violencia psicológica sancionada en las
disposiciones del artículo 309 numeral 1 de la Ley 24/97.
Esta disposición legal consagra que: “constituye violencia contra la mujer toda acción o
conducta, pública o privada, en razón de su género, que causa daño o sufrimiento físico,
sexual o psicológico a la mujer, mediante el empleo de fuerza física o violencia psicológica,
verbal, intimidación o persecución.”1
Dentro de las agravantes a este delito contenidas en la supraindicada ley, se establece la
de acompañar la violencia de “amenaza o destrucción de bienes” lo que podría
interpretarse como una manifestación de tutela al derecho patrimonial de la mujer y la
familia.
El alcance de la Ley 24-97 no se limita a sancionar la violencia contra mujer en sus
distintas manifestaciones sino que, además, consagra disposiciones de carácter
precautorio encaminadas a preservar los derechos patrimoniales y económicos de la
mujer y de su familia. Estas medidas se encuentran en el artículo 309 numeral 6, de esta
ley, entre las que se destacan las siguientes:
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-
Orden del desalojo del agresor de la residencia del cónyuge, excoyuge,
conviviente, exconviviente y pareja consensual;
Orden de suministrar servicios, atención, orientación para toda la familia a cargo
de organismos públicos o privados;
La interdicción de enajenar, disponer, ocultar o trasladar bienes propios de la
víctima o bienes comunes;
Orden de reponer los bienes destruidos u ocultados;
Orden de medidas conservatorias respecto de la posesión de los bienes comunes y
del ajuar de la casa donde se aloja la familia;
Orden de indemnizar a la víctima de violencia, sin perjuicio de las acciones civiles
que fueren de lugar, por los gastos legales, consejo psiquiátricos y orientación
profesional, alojamiento y otros gastos similares.
Estas medidas precautorias pueden convertirse en pena accesorias una vez se dicte
sentencia, según lo dispone el artículo 309-7 de la ley 24-97
DESARROLLO JURISPRUDENCIAL EN PRO DE LA EQUIDAD DE DERECHOS DE LA MUJER.
Nuestro joven Tribunal Constitucional dominicano va dando los primeros pasos en la
interpretación Constitucional con perspectiva de género dictando una serie de sentencias
encaminadas al desarrollo progresivo y equitativo de los derechos de las mujeres,
reconociendo la situación de vulnerabilidad de esta parte de la población.
Con miras a la protección del Patrimonio familiar y de los bienes propios de la mujer, este
alto tribunal emitió la sentencia Núm. 12 del 9 de mayo del año 2012, mediante la cual se
otorga derechos patrimoniales a la mujer concubina para el cobro de la pensión de
sobrevivencia, interpretando de forma equitativa este órgano el artículo 252 de la ley No.
873, Orgánica de las Fuerzas Armadas de la República Dominicana, que condicionaba el
otorgamiento de la pensión a la existencia de un matrimonio previo.
Esta sentencia además interpreta de forma equitativa lo referente a la igualdad entre
hombre y mujeres al cobro de pensiones que sólo le correspondía con anterioridad a las
viudas de militares y no así a los viudos por la muerte de sus compañeras o esposas
militares. Con esta sentencia no solamente se protege a la mujer sino también a los hijos e
hijas.
En otra sentencia el Tribunal Constitucional establece que no es inconstitucional la
disposición la ley 1306 sobre divorcio, que obliga a notificar en persona a la mujer en caso
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de demanda de divorcio. Al interpretar la cláusula de discriminación positiva en beneficio
de la mujer litigante en materia de divorcio contenida en la Ley 1306 Bis sobre divorcio.
Indica el tribunal que la obligación notificar en persona a la mujer no es discriminatorio
puesto que en muchos casos el marido tiende a disipar los bienes de la mujervi.
Mediante esta sentencia, acorde con los parámetros de las reglas de Beijing y de la
Convención de Belem Do Pará, el TC reconoce de forma tácita la modalidad de violencia
patrimonial y el estado especial de vulnerabilidad de la mujer en estos casos.
Otras de las decisiones en favor de la mujer es la Sentencia No. 10 del 2012 en la que
estableció la posibilidad de incautación del arma de fuego al hombre agresor de forma
preventiva, hasta el dictado de la sentencia definitiva, como mecanismo para evitar
posibles agresiones o represalias contra la mujer denunciantevii.
Como hemos visto en la línea jurisprudencial desarrollada por el tribunal Constitucional
Dominicano se observa la perspectiva de género acorde La Declaración de Beijing dentro del
Marco de la IV Conferencia Mundial Sobre las Mujeres, del 15 de septiembre de 1995; La
Convención de Belém do Pará, del 9 de junio de 1994 y La Convención sobre la eliminación de
todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDEAW) del 18 de diciembre de 1979, de las
cuales es signataria la República Dominicana y en respeto de su Constitución.
OBSTÁCULOS PARA EL RECLAMO DE LOS DERECHOS PATRIMONIALES DE LA MUJER.
La violencia patrimonial y económica que se visualiza en los escenarios de convivencia y
separación de la pareja, trae consigo una serie de obstáculos que impiden que la mujer
pueda reclamar y proteger de forma efectiva los bienes propios y los que corresponden a
la familia.
En el escenario de la convivencia, el control absoluto de los bienes y cuentas por parte
del hombre y la falta de conciencia o de conocimiento de los activos y pasivos de la
familia, facilitan la disipación de los bienes por parte de la pareja.
En caso de separación, el agresor solicita embargos retentivos u oposición a las cuentas
de mujer para evitar que la mujer cuente con recursos económicos necesarios para ser
independiente del hombre; incumple con sus obligaciones alimentarias; no paga las
obligaciones hipotecarias, todo esto afecta su patrimonio propio.
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Subsisten en los acuerdos conciliatorios desequilibrados en perjuicio de la mujer ante la
existencia manipulaciones y amenazas para arribar a tales acuerdos.
Todo esto sumado a la falta de conocimiento respecto a sus derechos y falta de recursos
necesarios para la asistencia técnica en el reclamo de sus derechos en sede judicial.
La situación de violencia a la que muchas veces es sometida la mujer, no solo trae consigo
repercusiones de tipo emocional,
sino que la falta de recursos económicos,
manipulaciones y falta de opciones o alternativas empujan o inducen en ocasiones a la
mujer a observar una conducta delictiva, a convertirse en infractora a la ley penal.
Entre los delitos más frecuentes en los que incursiona la mujer se encuentran la agresión y
muerte a quien ha sido su victimario y delitos de tipo económico y patrimonial, tal como
abordaremos a continuación.
MUJERES INFRACTORAS DE DELITOS PATRIMONIALES.
La mayoría de los estudios han establecido que hasta hace poco la criminalidad femenina se
caracterizó por bajos porcentajes globales en comparación con la masculina.
Los delitos cometidos por mujeres sobre los cuales existe información, guardan relación
predominantemente con la propiedad, son menos graves y, cada vez más, se relacionan con el
tráfico de drogas. Los delitos violentos cometidos por mujeres son menos frecuentes que los
perpetrados por hombres. La mayoría de los cometidos por ellas se han perpetrado en perjuicio de
familiares, con la mayor frecuencia a cónyuges que las maltrataban.
Esto debido a que históricamente se ha atribuido al hombre la comisión de determinados tipos de
delitos, por ejemplo aquellos en los que se emplea la fuerza, a la mujer en cambio se le atribuyen
los delitos relacionados con la salud y el patrimonio.
En la actualidad este esquema ha ido cambiando y a medida en que la mujer ha logrado mayor
participación en la sociedad, ha tenido mayor protagonismo en la conducta delictiva.
Frente a la interrogante de por qué delinque la mujer? Se han planteado una serie de teoría que
tratan de explicar cómo ha evolucionado este fenómeno. Entre estas se destacan:

Las teorías Clásicas, que lo enfoca desde la perspectivas biológicas, psicológicas y
sociológicas. Señalando como variables la fortaleza física, la edad, sexualidad precoz,
síndrome premenstrual y los cambios hormonales de la mujer y lo relacionan con el delito
y la probabilidad de comisión.
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A) Las teorías funcionalistas, analizan el carácter sociológico de la conducta desviada de la
mujer de acuerdo a su rol en la sociedad.
b) La teoría crítica, que evalúa el fenómeno desde la perspectiva de control social, que puede
ser informal, por ej. La familia, la escuela y formal a través de las respuestas de las
instituciones (policía, administración de justicia….)2
Aunque todas estas teorías reconocen que la mujer se ha visto involucrada en conductas que
eran típicas de los hombres, existe una mayor tendencia de las mismas hacia la comisión de
delitos de tipo económicos y patrimoniales.
Para la comprensión y tratamiento justo y equitativo de la mujer infractora de delitos
patrimoniales, es importante reflexionar sobre los siguientes aspectos:
2
-
La mujer delinque porque es una forma de protestar contra la sociedad que la relega?
Delinque por la discriminación o falta de oportunidades para su subsistencia?
-
Es importante reconocer que muchas veces la mujer compromete su responsabilidad
penal por manipulación de la pareja, que requiere su firma o su aceptación resultando
esta co-responsable o única responsable frente al sistema de justicia.
-
La coacción es un elemento importante que debe analizarse sobre todo en los países como
el nuestro donde no se encuentra expresamente tipificado.
-
Debe tomarse en cuenta al analizar la conducta delictiva de la mujer su condición y
calidad de vida, la carencia de alternativas laborales para su supervivencia y sustento de
los hijos. El examen de la naturaleza delictiva de la actividad a que se dedica la mujer se
superpone característicamente al de la victimización propiamente dicha. En su mayoría,
las delincuentes provienen de sectores de la población económica y socialmente
desfavorecidos. Suelen ser más bien jóvenes y están desempleadas, han recibido
relativamente poca educación y tienen hijos a cargo.
-
Las mujeres víctimas de trata se ven obligadas con frecuencia a trabajar ilegalmente en
talleres en que se las explota, como mendigas y en la industria del sexo. Cuando las que
son víctimas de trata con fines de prostitución envejecen y ya no pueden trabajar en la
industria del sexo, suelen descubrir que su victimización ha limitado gravemente sus
opciones en la vida. Muchas de ellas recurren a la trata de mujeres más jóvenes de su país
de origen con fines de prostitución. En varios países las personas objeto de trata son
enviadas a prisión antes de su deportación, lo que puede considerarse una forma de
victimización secundaria.
García, Pablo, Manual de Criminología
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Un aspecto que llama la atención es las condiciones de las reclusas en los diferentes Centros
Penitenciarios que deben ser tomados en cuenta:
1) La carencia de servicios especializados de salud, sobre todo durante la maternidad.
2) El asilamiento y segregación de reclusas que cumplen condena lejos de su país, su familia y su
entorno social, desconociendo el idioma y las reglas, eso es muy frecuente en los casos de
delincuencia transnacional.
El estudio de la delincuencia femenina requiere de una reflexión sobre el tema violencia en sus
distintas manifestaciones, la inequidad y las relaciones de poder hombre- mujer, se requiere
además de un enfoque multidisciplinario del fenómeno. La incorporación de la perspectiva de
género en el ámbito penal es condición sine que non para alcanzar la equidad de género.
Luego de ver como se relacionan entre si la violencia patrimonial y la delincuencia de la mujer, a
modo de conclusión afirmamos que la pobreza y el factor económico impiden a la mujer escapar
de otras formas de violencia como la física o psicológica; es por esto que debe ser una prioridad de
los Estados fomentar la educación de la mujer como fuente de conocimiento para la eliminación
de la violencia y contar con una legislación intolerante ante estos tipos de desigualdad.
i
ii
Ibid
Ibid
iii
La recopilación de disposiciones Constitucional obtenida de la disertación de la Magistrada Katia
Jiménez “Una mirada de mujer a la Constitución dominicana del 2010”
iv
Según el informe titulado “Feminización de la matrícula universitaria en República Dominicana, 1977-2002,
elaborado por la Secretaría de Estado de Educación Superior Ciencia y tecnología.
v
Fuente: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). En el caso de la República
Dominicana en particular el 32.6 % de mujeres no cuentan con recursos propios y el 14% de hombres,
reflejándose una marcada diferencia en cuanto a la dependencia económica de la mujer.
vi
sentencia núm. 28 del 3 de agosto del año 2012
vii
sentencia núm. 10 del 2 de mayo del año 2012
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