SUDÁN Darfur Amenazas a la ayuda humanitaria

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Amnistía Internacional
Índice AI: AFR 54/031/2006
Diciembre de 2006
SUDÁN
Darfur
Amenazas a la ayuda humanitaria
Hemos prometido ante Dios no dejar que el sufrimiento de los darfuríes sea un
pretexto para la intervención extranjera ni tema para los medios de comunicación
hostiles.
General Omar Hassan Ahmad al-Bashir, presidente de Sudán, 23 de octubre de 2006.
Decenas de miles de personas podrían morir en Darfur por falta de ayuda humanitaria. En los
tres años que dura ya el conflicto, más de tres millones de personas, la mitad de la población
de Darfur, han acabado dependiendo de la asistencia humanitaria. La operación de ayuda
masiva emprendida en 2004, aunque decidida con retraso, ha salvado centenares de miles de
vidas, pero actualmente está amenazada. En agosto de 2006, el acceso de las organizaciones
humanitarias a la población civil se redujo radicalmente, hasta alcanzar el nivel más bajo
desde 2004.
Desde la firma del Acuerdo de Paz de Darfur en mayo de 2006, los organismos humanitarios
encuentran cada vez más obstáculos para hacer llegar a la población civil la ayuda que tanto
necesita. El aumento de la inseguridad, los ataques contra trabajadores humanitarios y los
impedimentos al trabajo de los organismos humanitarios por parte de las fuerzas del gobierno
y los grupos armados de oposición ha reducido el espacio en que puede prestarse ayuda
humanitaria en Darfur
En julio de 2006, 470.000 darfuríes dejaron de recibir ayuda alimentaria. Su número
descendió a 224.000 en septiembre, pero, según el Programa Mundial de Alimentos, entre
ellos había 139.000 que llevan cuatro meses sin recibirla ayuda. Con el final de la estación de
las lluvias, a medida que aumentan los combates y nuevos ataques contra civiles obligan a
miles de personas más a abandonar sus hogares, el acceso de los organismos humanitarios a
los civiles de Darfur continúa viéndose gravemente amenazado.
Los combates y la inseguridad ponen en peligro el acceso de
los organismos humanitarios
La violencia resultante del renovado conflicto armado hace presa en la población civil e
impide a los organismos de ayuda llegar a las víctimas de los ataques, con lo que aumenta el
sufrimiento de una población que necesita desesperadamente ya asistencia.
Entre los lugares que han quedado casi totalmente aislados de la ayuda humanitaria en los
últimos meses figuran Tawila y Korma, grandes zonas situadas al norte de Al Fasher, capital
de Darfur Septentrional; Yebel Marra, en el centro de Darfur, y Yebel Moon, en Darfur
Occidental.
• El 28 de agosto de 2006, el gobierno sudanés lanzó una ofensiva en torno a Kulkul y
Um Sidir, Darfur Septentrional, contra las fuerzas rebeldes que no firmaron el
Acuerdo de Paz de Darfur. Los bombardeos aéreos de zonas civiles y los ataques
terrestres del ejército y las milicias yanyawid aliadas con él obligaron a miles de
civiles a huir de sus hogares. Incapaces de llegar a las ciudades próximas por temor a
encontrarse con soldados o yanyawid en las carreteras o a sufrir hostigamiento en las
zonas controladas por el gobierno, estas personas se ocultaron en el campo o
siguieron a los grupos rebeldes para estar protegidas, con lo que quedaron fuera del
alcance de los organismos de ayuda humanitaria. Sólo algunas familias se dirigieron
finalmente a los campos para personas desplazadas internamente situados en Mellit o
Al Fasher. En la actualidad (noviembre de 2006), el acceso humanitario a la zona
sigue siendo limitado.
• En Hashaba, cerca de Um Sidir, una enfermera sudanesa del Comité Internacional
de Rescate resultó muerta, junto con otros dos civiles, el 1 de septiembre durante la
misma ofensiva militar del gobierno. No se sabe bien si la mataron en un tiroteo o
deliberadamente, pero después fue saqueado el centro de salud de Hashaba. La
enfermera era la única trabajadora humanitaria que quedaba en el pueblo, pues los
organismos de ayuda se habían retirado de allí meses antes debido a la falta de
seguridad.
Los civiles sufren a veces los ataques cuando están huyendo hacia zonas seguras, lo que
parece apuntar a un intento deliberado de impedirles el acceso a la asistencia.
• Según observadores de derechos humanos de la ONU, a finales de agosto de 2006,
la milicia de la comunidad habanya atacó unos 45 pueblos zaghawa, masalit y
misseriya yebel de la zona de Buram, Darfur Meridional. Al parecer lo hizo con
apoyo del gobierno. Resultaron muertas centenares de personas, y unas 10.000 se
vieron desplazadas. Las que huyeron de los pueblos atacados sufrieron luego nuevos
ataques cuando se dirigían a la cercana ciudad de Sesseban, en esta ocasión de
milicias del grupo étnico fellata. Durante su caótico desplazamiento, las familias
quedaron separadas, y sigue habiendo muchos adultos y menores de los que no se
sabe aún nada. Hasta octubre no consiguieron algunas de las personas huidas llegar a
Sesseban y al campo de Otash, en Nyala, capital de Darfur Meridional.
Recibimos una llamada de teléfono de los habanya diciendo que atacaban, y
se nos ordenó atacar y robar a la gente que huía, para que no pudiera llegar
Sesseban.
Uno de los atacantes.
Los organismos de ayuda también se han visto obligados a retirarse de algunos campos para
personas desplazadas debido a los combates o la inseguridad imperante en ellos.
• El 29 de septiembre de 2006, los organismos de ayuda tuvieron que retirarse de la
ciudad de Gereida, Darfur Meridional, que acoge a la mayor concentración de
personas desplazadas de Darfur: más de 128.000. El motivo de la retirada fue el
ataque de un grupo armado, aparentemente el Movimiento Justicia e Igualdad, contra
la facción de Minh Minawi del Ejército de Liberación de Sudán, uno de los grupos
firmantes del Acuerdo de Paz de Darfur, que tiene su base en Gereida. Casi todo el
personal extranjero y gran parte el personal local fue evacuado. Sólo se quedó el
Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). Según informes, muchos civiles
huyeron a campos de personas desplazadas situados al este y al sur de la ciudad.
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Ataques directos contra personal de ayuda humanitaria
El personal de los organismos de ayuda humanitaria corre cada vez más peligro. Entre julio y
septiembre de 2006, 12 trabajadores humanitarios fueron victimas de homicidio en Darfur. El
secuestro de convoyes humanitarios en carreteras poco seguras es ya algo tan común que gran
parte de la ayuda se lleva en aviones o helicópteros. La mayoría de los secuestros parecen
tener por objeto el robo de vehículos, teléfonos de comunicación por satélite y dinero, pero
cada vez es más frecuente que vayan acompañados de violencia contra los trabajadores
humanitarios. Aunque es difícil confirmar la identidad de los responsables, parece que se trata
de facciones de grupos rebeldes, así como de milicias aliadas con el gobierno.
• El 16 de agosto de 2006, unos hombres armados secuestraron y robaron tres
vehículos del Comité Internacional de la Cruz Roja en Darfur Septentrional.
Posteriormente se confirmó que uno de los conductores había muerto. A causa del
ataque se suspendieron las actividades del CICR en Yebel Marra, zona que es una
fortaleza rebelde.
• El personal de la organización de ayuda médica Médecins Sans Frontières (MSF) ha
sufrido 40 amenazas contra la seguridad y ataques desde comienzos de 2006, y cinco
de los más graves de estos incidentes se han producido en los meses transcurridos
desde julio. El 11 de septiembre, unos hombres armados golpearon a cuatro
trabajadores humanitarios y amenazaron con matarlos en la carretera que comunica
Niyertiti con Zalingei, en el sur de Yebel Marra.
Las crecientes tensiones existentes dentro de los campos de personas desplazadas también
amenazan la seguridad de los trabajadores humanitarios. Los habitantes de los campos se
muestran a menudo hostiles con el personal que trabaja para el gobierno sudanés o con él,
pues lo consideran responsable de los delitos masivos cometidos contra ellos. Sin confianza
en el Acuerdo de Paz de Darfur ni en la Unión Africana, que supervisó las negociaciones de
paz, algunas personas desplazadas son hostiles a la fuerza de la Unión Africana para el
mantenimiento de la paz en Darfur, la Misión de la Unión Africana en Sudán (AMIS). Debido
a ello, ésta no puede garantizar una seguridad mínima en los campos para facilitar las
actividades de ayuda humanitaria.
• El 20 de julio de 2006, habitantes del campo para personas desplazadas de Hassa
Hissa, situado cerca de Zalingei, en Darfur Occidental, mataron a golpes a tres
empleados del Departamento de Salubridad Medioambiental y Agua del gobierno.
Parece que el incidente tuvo su origen en rumores según los cuales se estaban
envenenando los pozos.
• Según informes, un conductor contratado por el organismo de ayuda humanitaria
Tearfund se vio atrapado en unos disturbios ocurridos el 27 de julio en el campo de
personas desplazadas de Deleig, situado en el norte de Garsila, Darfur Occidental, y
fue golpeado hasta morir por habitantes del campo.
Ciertas acciones del gobierno de Sudán están haciendo imposible distinguir entre operaciones
militares y operaciones humanitarias. Tal conducta pone en peligro a los agentes humanitarios
neutrales e imparciales.
El gobierno de Sudán continúa utilizando aviones blancos de ala fija sin
distintivo alguno en misiones de reconocimiento aéreo y en sobrevuelos
militares hostiles o de ataque.
Grupo de expertos de la ONU encargado de vigilar el embargo
internacional de armas impuesto a todas las partes en el conflicto
de Darfur, 26 de septiembre de 2006.
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• El personal humanitario, la ONU y los miembros de las fuerzas para el
mantenimiento de la paz de la Unión Africana utilizan aviones blancos para
indicar su neutralidad en el conflicto. Al hacer que sus aviones se confundan con
los que son neutrales, el gobierno sudanés está poniendo en peligro la vida de los
trabajadores humanitarios, cuyos aparatos corren el riesgo de ser atacados por
grupos rebeldes que los confundan con aviones militares del gobierno.
•
Los grupos armados justifican a veces sus ataques afirmando que sospechan de los
ciudadanos sudaneses que trabajan con organismos de ayuda humanitaria, porque
podrían estar espiando para el gobierno. Al parecer, cuando llevan a cabo secuestros o
toman rehenes, tratan al personal sudanés peor que al internacional. Tales sospechas
se ven reforzadas por la omnipresencia de los servicios de seguridad del gobierno en
Darfur.
Restricción del acceso
La fragmentación de la oposición armada está obstaculizando el acceso de los organismos de
ayuda a las zonas bajo su control. Han surgido diferencias en los grupos rebeldes entre
quienes son partidarios del Acuerdo de Paz de Darfur y quienes se oponen a él. Debido a ello,
hay muchas facciones rebeldes que actúan solas, mientras que otras han desafiado las
estructuras de mando existentes. Los organismos de ayuda, que normalmente comunican sus
operaciones a los jefes de las zonas donde desean llevarlas a cabo para que les garanticen el
paso seguro, tienen ahora que negociar con un número cada vez mayor de grupos. A fin, de
llegar a los civiles que viven en zonas controladas por los rebeldes, los trabajadores
humanitarios tienen a menudo que pasar por varios puestos de control, sin garantías de acceso
a las poblaciones en situación de necesidad y con riesgos personales cada vez mayores.
El gobierno sudanés continúa restringiendo los movimientos de los trabajadores humanitarios
e intimidando a los organismos de ayuda. Se prefiere ocultar la magnitud del sufrimiento de
los darfuríes en vez de abordarla. Varios organismos de ayuda que han informado
públicamente de la difícil situación de la población civil han sufrido las consecuencias: se han
restringido sus operaciones y se ha hostigado, detenido o expulsado a sus trabajadores.
•
El 16 de octubre de 2006, dos trabajadores humanitarios que estaban haciendo
fotografías a unos niños en el campo de Al Sherif, en Nyala, fueron detenidos por no
tener permiso oficial para hacerlas. Estuvieron recluidos en la oficina del
Departamento de Seguridad Nacional de Nyala, y les confiscaron las cámaras hasta
que su organización presentó el permiso. Les dijeron que hacer fotografías de los
campos era una “amenaza a la seguridad nacional”. Las fotografías iban a utilizarse
en actividades de recaudación de fondos para emprender proyectos médicos y
educativos en los tres campos de Nyala en un momento de grave déficit de
financiación internacional de la ayuda humanitaria a Darfur.
•
El 9 de noviembre de 2006, el Consejo Noruego para los Refugiados anunció la
finalización de sus actividades humanitarias en Darfur, tras dos meses de suspensión
por orden del gobierno sudanés. Esta suspensión era la quinta que se le imponía desde
que comenzó a trabajar en Darfur en 2004. Activa principalmente en Darfur
Meridional, la organización prestaba ayuda a unas 300.000 personas y hacia posible
que Kalma, el segundo campo de personas desplazadas de Darfur por su tamaño,
acogiera a más de 100.000 darfuríes desplazados.
•
Desde octubre de 2006, el gobierno sudanés ha expulsado del país al menos a un
trabajador humanitario y a un trabajador de derechos humanos que trabajaban en
Darfur. La amenaza de la expulsión –de organismos enteros o de personas– hace que
los organismos de ayuda prefieran no informar públicamente de los casos de
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intimidación y que no se les mencione en los informes de otras entidades. Al declarar
a Jan Pronk, representante especial del secretario general de la ONU para Sudán,
persona non grata el 20 de octubre, el gobierno sudanés ha dejado claro que no
tolerará las críticas.
El gobierno de Sudán se ha esforzado por “librar a los campos de quienes se
aprovechan del sufrimiento de la gente, las organizaciones sospechosas que
forman parte de una serie de conspiraciones”.
Cita de una declaración del presidente Omar al-Bashir, 23 de octubre de 2006.
•
Organizaciones internacionales de derechos humanos como Amnistía Internacional y
Human Rights Watch no consiguen visados para visitar Darfur desde noviembre de
2004. Sin embargo, el trabajo de los grupos nacionales a internacionales de derechos
humanos independientes es esencial y complementario del que realizan las
organizaciones humanitarias. Las violaciones de derechos humanos son una de las
causas de la crisis humanitaria de Darfur. Sin una mejora de la protección y de los
derechos humanos de la población de Darfur, la ayuda humanitaria sola no será
efectiva.
Derecho internacional aplicable
Según el CICR, el derecho consuetudinario internacional dispone que las partes en un
conflicto armado deben permitir y facilitar el paso expedito y rápido del socorro humanitario.
Tal socorro debe prestarse sin discriminación y de manera imparcial. Las operaciones de
socorro están sujetas al consentimiento de las partes afectadas, pero no puede negarse tal
consentimiento por razones arbitrarias.
Cuando la población civil esté padeciendo privaciones extremadas por la falta de
abastecimientos indispensables para su supervivencia, tales como víveres y
suministros sanitarios, se emprenderán, con el consentimiento de la Alta Parte
contratante interesada, acciones de socorro en favor de la población civil, de
carácter exclusivamente humanitario e imparcial y realizadas sin distinción alguna
de carácter desfavorable.
Artículo 18.2 del segundo protocolo adicional a los Convenios de Ginebra.
Según el derecho internacional humanitario, los trabajadores civiles humanitarios gozan de
protección contra los ataques de todos las partes en un conflicto armado. Los objetos
utilizados en las operaciones de ayuda humanitaria, como alimentos, medicinas, vehículos,
edificios y equipo de comunicación, son en principio bienes civiles, por lo que gozan de
protección contra los ataques de todas las partes en el conflicto.
Según el artículo 8 el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, “[d]irigir
intencionalmente ataques contra personal, instalaciones, material, unidades o
vehículos participantes en una misión de mantenimiento de la paz o de asistencia
humanitaria de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas, siempre que tengan
derecho a la protección otorgada a civiles u objetos civiles con arreglo al derecho
internacional de los conflictos armados” constituye un crimen de guerra tanto en los
conflictos armados internacionales como en los de carácter no internacional.
Las obligaciones contraídas por el gobierno de Sudán en virtud del Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales no dejan de existir por el hecho de que haya un
conflicto armado.
Según el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, el
gobierno está obligado a “adoptar medidas, tanto por separado como mediante la
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asistencia y la cooperación internacionales […] hasta el máximo de los recursos de
que disponga, para lograr progresivamente, por todos los medios apropiados,
inclusive en particular la adopción de medidas legislativas, la plena efectividad de los
derechos […] reconocidos” en el Pacto, entre los que figuran “el derecho de toda
persona a un nivel de vida adecuado para sí y su familia, incluso alimentación,
vestido y vivienda adecuados” y “el derecho de toda persona al disfrute del más alto
nivel posible de salud física y mental”.
Recomendaciones
Los civiles directamente afectados por el renovado conflicto de Darfur deben tener con
urgencia acceso a la ayuda que necesitan para salvar su vida. Los que viven ya en campos
para personas desplazadas, que son semejantes a prisiones, dependen totalmente de la gran
operación de ayuda emprendida 2004, que actualmente está amenazada.
Amnistía Internacional insta al gobierno sudanés a:
•
Abstenerse de lanzar ataques directos contra civiles y bienes civiles o ataques
indiscriminados y dar instrucciones claras a todos los combatientes bajo su control,
incluida la milicia aliada con el gobierno, para que no ataquen a civiles ni bienes
civiles.
•
Permitir el acceso pleno y libre de las organizaciones humanitarias y de derechos
humanos a la población civil de todas las zonas de Darfur y garantizar que las
organizaciones humanitarias tienen acceso seguro a todas las víctimas del conflicto,
incluidas las personas desplazadas internamente.
•
Prestar la debida protección a todas las personas desplazadas internamente en Sudán,
sin discriminación y de acuerdo con las normas internacionales.
•
Ordenar a todas las instituciones del Estado que dejen de someter a hostigamiento,
intimidaciones y detención arbitraria a los trabajadores humanitarios y eliminen los
obstáculos burocráticos que impiden el envío a los civiles de Darfur de la ayuda que
necesitan para salvar su vida.
•
Respetar los Protocolos Adicionales I y II a los Convenios de Ginebra de 1949, a los
que Sudán se adhirió en julio de 2006. El Protocolo I, que se aplica a los conflictos
armados internacionales, impone restricciones al modo de llevar a cabo las
hostilidades, y el Protocolo II, aplicable en los conflictos armados de carácter no
internacional, dispone que las personas que no tomen o hayan dejado de tomar parte
en las hostilidades disfrutarán de protección contra los peligros de las operaciones
militares.
•
Realizar con prontitud investigaciones imparciales e independientes sobre todos los
ataques lanzados contra trabajadores humanitarios en las zonas bajo control del
gobierno y poner a disposición judicial a los presuntos responsables para que sean
sometidos a juicios justos y en los que no se imponga la pena de muerte ni ninguna
otra pena cruel, inhumana o degradante.
Amnistía Internacional insta a los grupos rebeldes armados a:
•
Contraer públicamente el compromiso de respetar en todo momento el derecho
internacional humanitario vinculante para todas las partes en conflictos armados
internos y respetar y proteger la vida y el sustento de los civiles en todas las zonas
bajo su control.
•
Garantizar que sus combatientes no someten a la población civil a abusos contra los
derechos humanos y retirar de inmediato a todo combatiente sospechoso de
cometerlos de las situaciones en que puedan repetirse.
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•
Comprometerse públicamente a garantizar a las organizaciones humanitarias y a los
observadores internacionales de derechos humanos el acceso seguro y expedito a
todas las zonas de Darfur.
Amnistía Internacional insta a la Misión de la Unión Africana en Sudán (AMIS) a:
•
Cumplir son su mandato de proteger en la medida de sus fuerzas y capacidad a los
civiles, desplegando tropas en zonas donde se les ataque o estén expuestos a ser
atacados.
•
Garantizar que las rutas de envío de la ayuda humanitaria son seguras para los
convoyes en que se transporta, patrullando por ellas con regularidad, investigando los
incidentes relacionados con la seguridad y publicando informes sobre la situación en
materia de seguridad.
•
Pedir a su elemento de policía civil que vigile los casos de trabajadores humanitarios
objeto de hostigamiento, detención o restricción de movimientos y garantizar el
acceso de los organismos humanitarios a los civiles.
Amnistía Internacional insta a la comunidad internacional a:
•
Garantizar que las operaciones de ayuda emprendidas en Darfur cuentan con fondos
suficientes.
•
Presionar a todas las partes en el conflicto armado de Darfur para que garanticen que
los organismos humanitarios y los observadores de derechos humanos tienen acceso
pleno y libre a todos los civiles.
•
Condenar todos los ataques contra civiles, incluidos los perpetrados contra
trabajadores humanitarios en Darfur, y presionar para que se lleven a cabo
investigaciones independientes e imparciales sobre tales casos.
•
Garantizar que los miembros de las fuerzas para el mantenimiento de la paz de Darfur
contribuyen a hacer posible el envío seguro de la ayuda humanitaria a los civiles de
todas las zonas de la región.
Encontrarán más información sobre la situación de los derechos humanos en Darfur en
http://www.amnesty.org/sudan
Amnistía Internacional, Secretariado Internacional, Peter Benenson House,
1 Easton Street, London WC1X 0DW, Reino Unido
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