Término CRIMIPEDIA: Desorganización social

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Término CRIMIPEDIA: Desorganización social
2014
CRIMIPEDIA: Desorganización social
DESORGANIZACIÓN SOCIAL
MEDINA MARTÍN, ANA.
RESUMEN (ABSTRACT)
La desorganización social se refiere al fracaso de los organismos
institucionales, a la desintegración de vínculos y controles que hacen que
el equilibrio social pueda o no mantenerse.
Abarca varios fenómenos como el conflicto social, el conflicto de culturas,
el desajuste entre los medios y los fines socialmente aceptados, y otros
tipos de incompatibilidades y contradicciones, asumiendo a veces la forma
de normas y valores que resultan incompatibles o contradictorios.
Cuando los hombres dejan de compartir valores esenciales, la sociedad se
enfrenta a un debilitamiento potencial de los vínculos que mantienen
unidos a sus miembros. Quienes no utilizan cauces aceptables a través de
los cuales puedan intentar el mejoramiento de sus condiciones, llegan a
ser enemigos potencialmente explosivos del orden existente que además
optan por tipos de conducta desviada para conseguir sus objetivos.
DESORGANIZACIÓN SOCIAL
Un sistema social organizado es aquel relativamente integrado, ordenado y
centralizado, que responde a las necesidades de afirmación y proyección
de la sociedad global. En tal caso, el comportamiento de los distintos
integrantes coincide con los modelos de conducta colectiva preestablecida
en todos los entes sociales, individuales y colectivos.
Cuando el cambio sociocultural al cual fue lanzada una sociedad no se
produce de forma sincrónica y simétrica, esa situación anómala producirá
una disyunción entre las normas institucionalizadas y las aspiraciones
fundamentales de las partes.
La desorganización social, por tanto, hace referencia a la incapacidad de
una comunidad de hacer efectivos los valores de sus miembros y de
mantener un control efectivo sobre sus conductas (Sampson y Groves,
1989). La pobreza, movilidad residencial, heterogeneidad étnica, los lazos
sociales débiles, la desintegración de la familia y el desempleo son
factores propios de la desorganización social.
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El concepto de desorganización social se desarrolla entre 1918 y 1935 a
caballo de la primera gran guerra y de los perturbadores efectos que los
procesos de emigración, urbanización e industrialización tienen en EEUU.
La sociología está intentando establecerse como disciplina científica
autónoma y busca nociones propias y diferenciadoras respecto de otros
campos, de manera que, frente al modelo de patología social que usaba
juicios morales y conceptos bio-médicos, se trata ahora de centrarse en
nociones científicas, “objetivas” y propias de la Sociología como
“organización social” y “reglas sociales” (tomadas de Durkheim). Cooley,
Ogburn y Thomas y Znaniecki son referentes teóricos relevantes. Los
problemas sociales serían, según esta perspectiva, fallos de las “reglas”
sociales (debido a la falta de normas, al conflicto cultural o al colapso del
sistema social) o desajustes del sistema social, cuyas variantes fueron
citadas de la mano de Merton y cuyas causas pueden localizarse en los
desarreglos derivados de la industrialización y los procesos –emigración y
urbanización- asociados. La Escuela de Chicago (Park, Burgess, Faris,
Thomas y Znaniecki, etc) representa este enfoque desde el que se realizan
estudios de ecología urbana para detectar los efectos de la
desorganización. En cuanto a la criminología contemporánea, los enfoques
de la desorganización social constituyen una de las teorías a nivel macro
más importantes que han emergido de la tradición de enfocar el delito a un
nivel social.
La Escuela de Chicago es la cuna de la moderna sociología americana y
se caracterizó por su empirismo y su finalidad pragmática. Su temática
preferida fue la “sociología de la gran ciudad”, el análisis del desarrollo
urbano, de la civilización industrial y la morfología del crimen en ese nuevo
medio. La primera de las teorías que surge en el ámbito de esta escuela es
la teoría ecológica (entre sus representantes están Park, Burgess,
McKenzie, etc.): el marco de atención es la gran ciudad como unidad
ecológica y su tesis, que existe un claro paralelismo entre el proceso de
creación de los nuevos centros urbanos y la criminalidad de los mismos. La
ciudad produce delincuencia. Esta teoría explica esto, accediendo a los
conceptos de desorganización y contagio inherentes a los modernos
núcleos urbanos, y sobre todo el debilitamiento del control social que en
ellos tiene lugar. El deterioro de los grupos primarios (familia), la
modificación de las relaciones interpersonales que se vuelven
superficiales, la perdida de arraigo al lugar de residencia y la crisis de los
valores tradicionales y familiares.
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Thomas y Znaniecki, pertenecientes a la Escuela de Chicago (Thomas es
considerado por algunos autores como el verdadero padre fundador de la
Escuela de Chicago), dieron origen al concepto de desorganización social
por medio de su obra El campesino polaco en Europa y América (1918-20),
que constituye el primer estudio relevante del Departamento de Sociología
de la Universidad de Chicago y un auténtico hito en la historia de la
sociología. Este estudio dio origen al concepto de desorganización social
como explicación última de la conducta desviada y proclama la necesidad
de conocer ésta “desde dentro”, enfoque metodológico que da lugar a una
rica gama de investigaciones de campo. Concedieron mucha importancia a
este concepto entendido como "el decrecimiento de la influencia de las
reglas sociales de comportamiento existentes sobre miembros individuales
del grupo" dadas las condiciones de anonimato que posibilitaba la gran
urbe, con la consecuente pérdida de peso del control social, y la creación
de un mayor espacio para conductas desviadas. Para estos dos
estudiosos, la génesis de la conducta antisocial de aquellas minorías
polacas tiene su origen en el desmoronamiento de los vínculos
comunitarios, que era la base de la organización social originaria, cuando
se insertan en un sistema capitalista desarrollado, cuyos objetivos y pautas
prevalecen sobre los viejos valores ligados al espíritu de comunidad. El
control social primario, entonces, se debilita y los instintos naturales del
individuo, no controlados ni canalizados hacia otro sistema de normas
considerado también válido, dan paso a la conducta irregular.
Por lo tanto, una de las contribuciones más importantes fue su idea de la
“desorganización social” planteada como un fenómeno de orden
sociológico que influye sobre el comportamiento de los individuos: “una
organización social es un conjunto de convenciones, de actitudes y de
valores colectivos que se imponen a los intereses individuales de un grupo
social. Por el contrario, la desorganización social, que corresponde a un
declinar del influjo de las reglas sociales sobre los individuos, se manifiesta
por un debilitamiento de los valores colectivos y un crecimiento y una
valorización de las practicas individuales” (Cambiasso y Grieco,2000: 31)
La idea de desorganización social es entendida como “una disminución de
la influencia de las reglas de conducta existente sobre los miembros
individuales del grupo”. Por ello, según los autores, la única estrategia
eficaz respecto a dicha patología social es incidir positivamente en las
actitudes
de
las
minorías
desintegradas,
generando
un
reacondicionamiento de las mismas que origine un nuevo instinto social, un
nuevo impulso hacia la solidaridad activa. Pues, en último término, el
problema del emigrante no es otro que el de quién se encuentra en un
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nuevo escenario sin una guía moral por desconocer el “contrato social” o
no haberlo internalizado plenamente.
El concepto de desorganización social queda ligado desde entonces al
concepto de criminalidad, habiendo sido hecha mención en su obra a las
crecientes tasas de criminalidad entre los inmigrantes polacos que
emigraron de Polonia a América a principios del siglo XX, y donde
argumentaron que el decreciente impacto de las normas y valores en una
comunidad determinada produce desorganización en dicha sociedad.
Park, Burgess y MacKenzie son los autores de la primera obra que asume
la teoría ecologista donde defienden que el crimen es producto de la
desorganización propia de la gran ciudad, en la que debilita el control
social y se deterioran las relaciones humanas, propagándose un clima de
vicio y corrupción contagioso. Estos autores utilizaron esta explicación
ecológica de la criminalidad y desarrollaron el modelo de ecología humana,
o la teoría de las áreas concéntricas. En el modelo de dicha teoría, Park y
Burgess definieron cinco áreas distintas en Chicago. La zona posterior al
centro de negocios se define como la zona de transición, donde ocurre el
delito principalmente. Argumentaron que las zonas de transición son
únicas en cuanto a que, comparadas con otros lugares de la ciudad,
poseen ciertas condiciones estructurales: de acuerdo con las altas tasas
de delincuencia, estas zonas residenciales estaban caracterizadas por
edificaciones pobres, decaimiento físico, población heterogénea, familias
desintegradas, pobreza y movilidad residencial (Akers, 2000). La zona de
transición se convierte no solo en la parte más desorganizada de la ciudad,
sino también en esa parte donde los mecanismos de control social
institucional son los más carentes (Reid, 2000). Según Sampson y Groves
(1989), la desorganización social aparece cuando una comunidad es
incapaz de hacer efectivos los valores comunes y mantener los controles
sociales efectivos entre sus residentes. Elliot y Merrill (1961) expusieron
que la desorganización social ocurre cuando hay un cambio en el equilibrio
de las fuerzas, un fallo en la estructura social. La desorganización social es
el proceso por el que las relaciones entre los miembros de un grupo se
rompen (Kramer, 1943).
Estas teorías han tenido el mérito de llamar la atención sobre el impacto
criminógeno del desarrollo urbano. Pero el contrapunto de ellas se basa en
la fuerza atractiva de ciertas zonas, dándoles un papel de causa que no es
cierto. En resumen, ciertas zonas atraen la delincuencia y hacen que se
concentre en ellas, pero no crean esa delincuencia.
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Las teorías subculturales defienden que el delito no es consecuencia del
“contagio social” o de la desorganización como mantenían las teorías
ecológicas, sino expresión de otros sistemas normativos (subculturales)
cuyos valores difieren de los mayoritarios o incluso se contraponen a ellos.
Y las formulaciones más conocidas de las teorías del aprendizaje social o
“social learning” se argumentan por medio de la asociación diferencial,
defendida por Sutherland y Cressey, y postulan que el crimen no se hereda
ni se imita, ni se inventa, no es algo fortuito o irracional, sino que se
aprende en el curso de normales procesos de comunicación e interacción
del individuo con sus semejantes. Aporta un modelo capaz de explicar la
criminalidad de las clases medias y privilegiadas. Complementa a las
teorías subculturales, aportando un matiz, la idea de que el crimen no
procede de la desorganización social, sino de la organización diferenciada
y del aprendizaje
Merton (1976), por su parte, afirma en referencia al concepto de
desorganización social que la estructura social no funciona
adecuadamente para conseguir los objetivos sociales deseados, de forma
que se produce un “desajuste” general de los roles y sistemas de status de
las diversas partes del sistema. Según este autor, las fuentes de
desorganización social serían las siguientes:
-
-
Valores e intereses enfrentados en función de su distinta posición
en el sistema social (como los de obreros y patrones).
Conflicto de obligaciones de status o rol ligadas a distintas áreas de
la vida social: casa-trabajo, amistad-organización, etc.
Socialización defectuosa como resultado de que los individuos son
incapaces de cumplir sus obligaciones sociales, lo cual demanda
cambiar o bien los roles prescritos, o bien los procedimientos de
socialización de determinados individuos.
Comunicación deficiente entre los miembros (personas) y
subsistemas (instituciones, colectivos, etc.) del sistema social.
Como se ve, las variantes de desorganización social según su etiología
identifican en realidad desajustes sociales sectoriales: componentes de la
vida social (intereses, papeles sectoriales, comunicación y proceso de
socialización) en que pueden darse discrepancias o conflictos de rol o de
estatuto social acumulado entre individuos, colectivos o instituciones.
Comportamiento desviado o discrepante: el sistema está organizado, pero
algunos individuos incumplen sus funciones sociales. Si las
manifestaciones problemáticas de la desorganización tienden a ser difusas
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y generales, las de la desviación individual (delincuencia, problema mental,
etc.) sueles ser más llamativas y perturbadoras de la vida social. Merton
propone cuatro enfoques teóricos para explicar el comportamiento
disconforme o discrepante:
-
-
-
-
Asociación diferencial (Sutherland y Cressey): la conducta
disconforme se transmite mediante la asociación con personas y
grupos cuya cultura favorece tal conducta.
Estructura de la anomia y la oportunidad: la propia teoría de Merton
reformulada por Cloward y Ohlin (1960) y con frecuencia usada
para explicar la delincuencia. En esencia, se da un desequilibrio
entre los fines sociales (que se traducen en aspiraciones
generalizadas de los individuos) y los medios institucionales
disponibles para alcanzarlos. Así, un adolescente que aspire –en
función de los modelos e imágenes sociales dominantes- a tener un
coche o la ropa último modelo, pero carece de los medios (trabajo,
dinero, etc.) para conseguirlos, robará para obtenerlos.
Etiquetado social: la desviación es producida por el etiquetado y la
estigmatización social y, secundariamente, por la respuesta de los
individuos a esos procesos primarios de etiquetado.
Teoría del conflicto en sus versiones marxistas o críticas.
Retomando la perspectiva de la falta de control por parte de las
instituciones tradicionales sobre los individuos por la que se inicia el
cambio social conocido como desorganización social surge una importante
teoría formulada en la Escuela de Chicago a comienzos de los años 20. La
“teoría de la desorganización social” que puede ser definida como el
declive de la influencia de reglas de comportamiento social existentes entre
los individuos de un grupo. En esencia, como ya se ha mencionado
anteriormente, la desorganización social es la consecuencia de la
incapacidad de una comunidad de hacer efectivos los valores comunes y
mantener un control social efectivo dentro de ésta. Esta teoría postula que
la delincuencia no es causada a nivel individual, sino que la considera la
respuesta natural de los individuos normales cuando se enfrentan a
condiciones sociales anormales. En consecuencia, se ha perdido de forma
indirecta el actuar en grupo y los individuos exhiben una libertad sin límites
para expresar sus disposiciones y deseos, lo que a menudo resulta en un
comportamiento delictivo (Short,1972).
La conexión entre desorganización social y delincuencia fue formalmente
establecida por los sociólogos Shaw y McKay. Afiliados con la Universidad
de Chicago y el Instituto de Investigación Social de Illinois, Shaw y McKay
estaban interesados principalmente en el crimen y la delincuencia. Querían
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demostrar cómo el delito era una respuesta normal producida por las
características sociales, estructurales y culturales de una comunidad y
explicar cómo el comportamiento desviado se producía entre la clase baja
y los ciudadanos de género masculino. Chicago era, en aquél entonces,
una ciudad de pleno desarrollo industrial y cada vez más poblada por
recientes inmigrantes de diferentes antecedentes raciales y étnicos, por lo
que se ofrecía como un laboratorio social para el desarrollo de la
criminología americana. Utilizando datos oficiales de delincuencia, Shaw y
McKay elaboraron mapas de índices, zonas, puntos y marcadores. Al
concluir su trabajo se plantearon discusiones detalladas sobre los índices
de delincuencia en Chicago durante tres períodos de tiempo: 1900-1906,
1917-1923 y 1927-1933. Juntos produjeron una colección de libros e
informes que ilustraban la distribución de los índices de delincuencia en
Chicago y que discutían los procesos asociados con los valores y
tradiciones de los delincuentes. El trabajo de Shaw y McKay estuvo
influenciado por Robert E. Park y Ernes W. Burgess en tanto que el Modelo
de Zonas Concéntricas se aplicó en un análisis del crecimiento urbano.
Cinco zonas concéntricas se identificaron con un crecimiento característico
en Chicago y en al menos otras 20 ciudades americanas en los años
veinte. Específicamente, Shaw y McKay, usaron este análisis para
describir la distribución de la delincuencia juvenil en detalle y para explicar
por qué ya se había dispersado en las áreas urbanas (Shoemaker, 1996).
Shaw y McKay creían firmemente que el triunfo sobre la desorganización
social venía manifestado en la habilidad de los grupos inmigrantes para
trasladarse a áreas residenciales más deseables (Short, 1972). El trabajo
de Shaw y McKay jugó además un papel importante en la relación entre los
hechos y la teoría en esta área de la investigación sobre la delincuencia.
Sus aclaraciones representan las primeras explicaciones modernas
sociológicas y sociales psicológicas sobre delincuencia y delito. De hecho,
los conceptos, las hipótesis y la investigación resultantes de estas teorías
han influido los análisis de la delincuencia y el delito en la mayor parte del
siglo XIX.
Shaw y McKay creían que el concepto de desorganización social podría
ser aplicado al paso de grupos de nacionalidad a través de una cuadrícula
espacial de la ciudad. Al descubrir la existencia de una fuerte relación entre
los índices de criminalidad y la evolución censal, Shaw y McKay exploraron
el problema de delincuencia de las zonas céntricas de la ciudad en
Chicago dentro del marco de los esfuerzos institucionales tradicionales
para el control de la conducta de la generación más joven y futuras
generaciones (Short, 1972). Sus variables dependientes fueron las tasas
de delincuencia de la ciudad de Chicago, que fueron medidas por arrestos,
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comparecencias ante los tribunales y sentencias judiciales de compromiso
institucional. Sus variables independientes fueron las condiciones
económicas por áreas en millas cuadradas, la heterogeneidad étnica y el
movimiento de la población. Estas variables estaban basadas en lugares
donde vivían los delincuentes y consistían en hombres de 10 a 16 años
que habían sido solicitados a comparecer ante el tribunal de menores
(Shoemaker, 1996).
Existían cuatro supuestos específicos de desorganización social como
explicación de la delincuencia. El primero, la delincuencia es
mayoritariamente consecuencia
de un colapso de los controles
institucionales y basados en la comunidad. La gente que vive en estas
situaciones no se ha desorientado por propia voluntad, en lugar de esto,
son vistos como individuos que responden de manera natural a las
condiciones de un ambiente desorganizado. El segundo supuesto es el
que afirma que la desorganización de las instituciones basadas en la
comunidad es a menudo un resultado de la rápida industrialización,
urbanización y procesos de inmigración que ocurren principalmente en
zonas urbanas. El tercero, la efectividad de las instituciones sociales y el
atractivo de las zonas residenciales y de negocios se corresponden muy
de cerca con los principios naturales y ecológicos que están influenciados
por los conceptos de competición y dominio. Este supuesto asocia el
término “enfoque ecológico” con la explicación de la delincuencia de la
desorganización social. El cuarto supuesto es que las áreas socialmente
desorganizadas llevan al desarrollo de valores y tradiciones criminógenos
que reemplazan los convencionales y que se autoperpetúan (Shoemaker,
1996).
Cuatro conclusiones diferentes resultaron de la investigación de Shaw y
McKay. La primera es que las tasas de delincuencia juvenil eran
consistentes con un patrón espacial ordenado. Las tasas más altas se
encontraron en las zonas céntricas de la ciudad y declinaban con la
distancia al centro de la ciudad. La segunda es que existía un patrón
espacial idéntico revelado por varios otros índices de problemas sociales.
La tercera es que el patrón espacial de las tasas de delincuencia mostró
una significativa estabilidad a largo plazo aun cuando la estructura de
nacionalidad de la población de las áreas céntricas de la ciudad había
cambiado mucho a lo largo de las décadas. Por último, dentro de las áreas
céntricas de la ciudad el proceso de volverse delincuente se daba por
medio de una red de relaciones interpersonales que implicaban a la familia,
las bandas y el vecindario. Observando que los mismos vecindarios habían
tenido prácticamente las mismas tasas de delincuencia a pesar del grupo
étnico que se hubiera instalado, Shaw y McKay establecieron que “todos
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los grupos de nacionalidades evidencian la misma tasa de delincuencia
juvenil en las mismas áreas urbanas y que la nacionalidad no está
relacionada de forma vital a la delincuencia juvenil” (Shaw, 1969).
Determinaron que la delincuencia estaba relacionada con los barrios y que
no era el resultado de las características personales de la gente que vivía
en ellos, sino el resultado de un fuerte efecto del barrio en sí mismo.
Existen algunas críticas al trabajo de Shaw y McKay dignas de mención.
En primer lugar, la desorganización social como una explicación de la
delincuencia resta importancia a la importancia de los factores étnicos y
culturales. Algunas etnicidades pueden fomentar la actividad criminal
donde los delitos no estarían considerados como un acto delictivo o
incorrecto dentro del entorno cultural en los que tales actividades son
cometidas. Además, la duplicación del trabajo de Shaw y McKay en
diversos países ha apoyado normalmente su argumento de que las tasas
de delincuencia son más altas en áreas de declive económico e
inestabilidad. Sin embargo, tal investigación no ha reproducido los
resultados de las tasas decrecientes que se van dando del centro de la
ciudad hacia las afueras. De hecho, en algunos países los ciudadanos más
adinerados se ubican cerca del centro de la ciudad, mientras que las
zonas más pobres de la ciudad se encuentran cerca de sus límites. Por no
mencionar que el trabajo de Shaw y McKay no aborda la no-delincuencia
en las zonas delictivas. El largo porcentaje de no-delincuentes en zonas
delictivas debería ser abordado si esta teoría pretende ser considerada
una explicación fundamental de la delincuencia. Si se compara a las
medidas no oficiales de delincuencia, el uso de las actas oficiales de los
tribunales debería disminuir el porcentaje de la delincuencia reconocida en
la investigación de Shaw y McKay. No es realista esperar que una teoría
pueda explicar todos los casos de delincuencia. En resumen, la teoría de la
desorganización social desarrollada por Shaw y McKay ha señalado a
causas sociales de la delincuencia que parecen estar ubicadas en áreas
geográficas específicas. De hecho, la teoría ha contribuido a la
comprensión de la delincuencia, pero la falta de especificación de por qué
las tasas de delincuencia se encuentran concentradas en ciertas zonas de
una ciudad reduce el valor de la teoría (Shoemaker, 1996).
En los últimos años los estudios ecológicos ya desarrollados por la Escuela
de Chicago por Shaw y McKay han vuelto a recibir nuevos impulsos de
investigadores como Bursik, Webb, Groves y Sampson.
Según estos autores las causas del delito no deben buscarse en rasgos
individuales de la persona, sino en factores sociales y estructurales que
vienen establecidos por la comunidad en la que vive.
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En la Teoría de la Desorganización Social puede derivarse la hipótesis
fundamental de que cuando en una comunidad se dan las siguientes
características:
-
Un estatus socio-económico bajo
Una alta movilidad de la población
Una heterogeneidad étnica o nacional
Un deterioro familiar
Tiende a producirse una desorganización social en dicha comunidad que
se traduce en incrementos en las tasas de delito. Así, las investigaciones
de estos autores indican cómo determinados barrios mantienen sus índices
delincuenciales a pesar de que la movilidad de sus habitantes es alta y, por
tanto, no habitan en ellos las mismas personas de manera continua.
Los denominados guetos son muestra de que los factores señalados, la
existencia de graves desigualdades con el resto de la sociedad, la
discriminación a la hora de acceder a las oportunidades y recursos y la
pobreza generalizada son causantes de la actividad delictiva. En estos
barrios sólo permanecen los que no tienen recursos para marcharse a
mejores zonas de la ciudad, por lo que cada vez el barrio se empobrece y
se margina aún más.
En los años 30 la Escuela de Chicago se convirtió en el más claro
referente de este tipo de modelos al tratar de explicar el desarrollo de
núcleos delictivos en las nuevas urbes americanas experimentando una
rápida expansión industrial, así como fuertes movimientos migratorios,
como consecuencia de la ‘desorganización social’ que se generaba en
estos contextos.
Hoy en día el problema de la delincuencia urbana es diferente y las
ciudades de hoy no son como las ciudades de principios del siglo XX.
Algunos problemas son diferentes, frente a la rápida industrialización hoy
nos encontramos en los países más desarrollados con una situación de
rápida desindustrialización que ha generado nuevos modelos urbanos. Y
viejos factores, como los movimientos migratorios, han cambiado en
carácter con la expansión de la globalización. Estos modelos ecológicos de
la delincuencia tratan de entender de qué forma estos cambios urbanos y
condiciones sociales generan la geografía social del delito. Así, por
ejemplo: los partidarios de la nueva escuela de la desorganización social
aluden a factores tal y como la falta de capital social, la dificultad para
definir y alcanzar objetivos comunitarios comunes y para ejercer formas
informales de control social, sobre todo en el contexto del abandono
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estatal, la segregación espacial de minorías fundadas en prácticas
privadas y políticas públicas, y la falta de inversiones privadas en
determinadas comunidades. Los partidarios de teorías anómicas o de la
presión estructural, por otro lado, pueden destacar de forma más notoria la
ausencia de oportunidades legítimas para el desarrollo de identidades
positivas y prosociales para jóvenes en comunidades marginales. Mientras
que, por otra parte, las teorías de la oportunidad destacan la distribución
no aleatoria en espacio y tiempo de las oportunidades delictivas, así como
la necesidad de ir más allá de explicaciones ecológicas tradicionales que
asocian lo malo (pobreza) con lo malo (delito), cuando la distribución del
delito (no de la residencia de los delincuentes) a veces responde a otros
factores (por ejemplo, hurto de tiendas depende de la geografía de las
tiendas, la de los altercados violentos a menudo está ligada a la geografía
de bares, etc.). Cada modelo teórico de la delincuencia, de forma explícita
o implícita, trae consigo un determinado programa político criminal y
político preventivo. Desde la perspectiva de las teorías ecológicas la
conexión es evidente. El Proyecto de las Áreas de Chicago: Los primeros
programas de prevención comunitaria se encontraban fuertemente
influenciados por las teorías de la escuela de Chicago y, posteriormente,
por modelos teóricos basados en la teoría de la anomia y la falta de
oportunidades legítimas. La teoría de la desorganización social propuesta
por Shaw y McKay estaba basada en observaciones empíricas de la
correlación entre determinadas características de los barrios y la densidad
de delincuentes que residían en los mismos. Estos autores documentaron
cómo los barrios con un mayor nivel de movilidad residencial, diversidad de
grupos étnicos, pobreza general y deterioro físico presentan un mayor nivel
de delincuencia. En estas condiciones las comunidades residenciales
encuentran problemas para actualizar sus valores comunes. Shaw y
McKay pensaban que las condiciones socioeconómicas de estos barrios
influían negativamente en la capacidad de los residentes para desarrollar
una vida asociativa capaz de canalizar a los jóvenes hacia motivaciones
convencionales, limitaban la capacidad de los residentes para desarrollar
de forma efectiva el control social informal de las actividades de los
jóvenes y facilitaban la exposición de los jóvenes a valores, modelos y
comportamientos desviados. Esto es lo que Shaw y McKay llamaban
desorganización social. La premisa es que dadas las condiciones sociales
en áreas con altos niveles de delincuencia, el comportamiento delictivo en
la mayoría de los casos era simplemente el producto directo de un proceso
de aprendizaje social.
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Otras numerosas teorías han utilizado el concepto de desorganización
social para apoyar sus formulaciones: en la Teoría de la
frustración/privación de Agnew (1992, 1997,1999) se integran a nivel
macro las teorías de la desorganización social y de las actividades
cotidianas, entre otras; La Teoría de la subcultura de Fischer (1975)
aunque utiliza muchas de las variables de la teoría de la desorganización
social, le presta poca atención a la organización comunitaria en su
conjunto (variable central de la teoría madre); La Teoría del desafío de
Sherman (1993) conjuga la desorganización social con ideas sobre las
subculturas, la vergüenza y el acceso a la justicia e incluye componentes
adicionales de la teoría de la disuasión y de la teoría del propio yo; La
Teoría de la Asociación Diferencial de Sutherland parte de una concepción
culturalista de la desorganización social, según la cual, constituía el
síndrome de la ruptura de los viejos cánones culturales y en este ámbito,
donde comienza a formarse los nuevos valores, aparecen
comportamientos desviados y criminales opuestos y negadores de los
otros; La Teoría de la Anomia, que conceptualiza la anomia como la falta
de normas o incapacidad de la estructura social de proveer a ciertos
individuos lo necesario para lograr las metas de la sociedad, expresa el
fenómeno patológico de desorganización social; La Teoría de las Ventanas
Rotas de J. Wilson y G. Kellins esgrime la tesis de que los vidrios rotos de
las ventanas que no son reparados oportunamente desencadenarán en
espiral un mayor problema de desorganización social; La Teoría de la
Vergüenza reintegradora de Braithwaite (1989) retoma en parte elementos
de la teoría de la desorganización social y en parte de la teoría de la
anomia; etc.
CONCEPTOS RELACIONADOS
Teoría ecológica, Control social, Conducta antisocial, Aprendizaje social,
Teorías subculturales, Asociación diferencial, Anomia, Oportunidad,
Etiquetado social, Teoría del conflicto, Teoría de la frustración/privación,
Teoría del desafío, Teoría de las ventanas rotas, Teoría de la vergüenza
reintegradora.
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