3. cese y nombramiento de administradores

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David Siuraneta
3. CESE Y NOMBRAMIENTO DE ADMINISTRADORES
La sociedad mercantil, anónima o limitada, en tanto que persona
jurídica, precisa actuar mediante un órgano que la represente, su
“órgano de administración”.
Dice la Ley de Sociedades Anónimas (artículo 128) que
“la representación de la sociedad, en juicio o fuera de él,
corresponde a los administradores en la forma determinada
por los estatutos”.
Por su parte, de manera muy parecida, la Ley de Sociedades de
Responsabilidad Limitada (artículo 62.1) afirma lo siguiente:
“la representación de la sociedad, en juicio o fuera de él, corresponde a los administradores”.
Así se comprende porque, en ocasiones, se utiliza la denominación
de “representante legal” para referirse al administrador, en contraposición con los apoderados o “representantes voluntarios”.
Según el artículo 129.1 LSA y 63.1 LSRL, “la representación se extenderá a todos los actos comprendidos en el objeto social delimitado en los
estatutos”, no siendo eficaz ni oponible a terceros “cualquier limitación
de las facultades representativas de los administradores, aunque se halle
inscrita en el Registro Mercantil”, quedando clara así la importancia que
posee una adecuada y concienzuda redacción del objeto social.
Los párrafos 2 de los referidos preceptos añaden que “la sociedad
quedará obligada frente a terceros que hayan obrado de buena fe y sin
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culpa grave, aún cuando se desprenda de los estatutos inscritos en el
Registro Mercantil que el acto no está comprendido en el objeto social”.
El órgano competente de la sociedad anónima para nombrar los
administradores así como para determinar su número, cuando los
estatutos establezcan solamente el máximo y el mínimo, es la junta
general, “la cual podrá, además, en defecto de disposición estatutaria,
fijar las garantías que los administradores deberán prestar o relevarlos
de esta prestación”, según dispone el artículo 123.1 de la LSA.
En la sociedad limitada, la facultad de designar el órgano de administración también corresponde ”exclusivamente” a la Junta General
como lo expresa el artículo 58.1 de la Ley.
Una de las menciones mínimas y necesarias de la escritura de
constitución, tanto de una SA como de una SL, es la identificación de
las personas que se encargarán, al menos inicialmente, de la administración y representación social de la Compañía.
El artículo 8 de la Ley de Sociedades Anónimas dice textualmente
que en la escritura de constitución de la sociedad se expresarán
“Los nombres, apellidos y edad de las personas que se
encarguen inicialmente de la administración y representación social, si fueran personas físicas, o su denominación
social si fueran personas jurídicas y, en ambos casos, su
nacionalidad y domicilio”.
Similarmente, el artículo 12.2.f) de la Ley de Sociedades de
Responsabilidad Limitada establece que en la escritura de constitución constará
“La identidad de la persona o personas que se encarguen
inicialmente de la administración y representación social”.
3.1. NOMBRAMIENTO DE ADMINISTRADOR PERSONA JURÍDICA
De la lectura de los preceptos que acaban de ser transcritos,
queda claro que una sociedad anónima o limitada (y, más en general,
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en general, “una persona jurídica”) puede ser, a su vez, administrador
de otra Sociedad, con independencia de que sea, a su vez, asimismo,
anónima o limitada.
El Reglamento del Registro Mercantil complementa lo anterior
cuando se refiere (artículo 143) a las peculiaridades propias del nombramiento de administrador persona jurídica (con independencia de
que el nombramiento lo sea en la escritura fundacional o a lo largo de
la existencia de la Sociedad), añadiendo que, en tales supuestos, la
Sociedad nombrada administradora deberá designar una persona física como representante suyo para el ejercicio de las funciones propias
del cargo, no procediendo la inscripción del nombramiento en tanto
no conste la identidad de éste. La doctrina es unánime al considerar
que únicamente es posible la designación como representante de una
sola persona, no de una pluralidad de ellas.
Un ejemplo facilitará la comprensión de lo anterior: Bernardo y
Servando son los dos únicos accionistas de Postdebut, S.A. Al otorgar
la escritura de constitución de la misma nombraron como administrador al padre de Bernardo, Herminio, pero un par de años más tarde,
consideran más conveniente que el cargo lo ocupe otra sociedad que
ellos mismos constituyeron tiempo atrás, denominada Homogenic,
S.L.
Se trata ésta, de una actuación, en principio, perfectamente legal
y lícita, pero para que ese nombramiento tenga acceso al Registro
Mercantil es preciso que Homogenic, S.L. designe una persona física
que ejerza las funciones propias del cargo de administrador de
Postdebut, S.A.
Es decir: el administrador de Postdebut, S.A. será Homogenic, S.L.
pero Homogenic, S.L. deberá designar un representante (que, necesariamente, deberá ser una persona física) para ejercer las funciones
propias del cargo.
Veamos cómo debe ser el contenido del acuerdo de la Junta
General de Postdebut, S.A. por el que se cesa a Herminio como
administrador y se designa a Homogenic, S.L. para ocupar dicho
cargo:
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“PRIMERO.- Cesar en el cargo de administrador único de
Postdebut, S.A. a Don Herminio Carballar Bonet, a quien se
le agradecen los servicios prestados y se le aprueba íntegramente la gestión desarrollada hasta esta fecha.
Simultáneamente, designar y nombrar como administrador
único de la Sociedad por el plazo estatutario de cinco años,
a la mercantil de nacionalidad española denominada
Homogenic, S.L., con domicilio en Toledo, calle Mayor, nº
89, inscrita en el Registro Mercantil de Toledo, al tomo 12,
folio 23, hoja T-878; con CIF nº A9999999”.
Recordemos que el artículo 138 del Reglamento del Registro
Mercantil establece que “en la inscripción del nombramiento de los
administradores se hará constar la identidad de los nombrados, la
fecha del nombramiento así como el plazo y el cargo para el que, en
su caso, hubiese sido nombrado el miembro del Consejo de
Administración”. A su vez, el artículo 38 del mismo texto señala que
cuando haya de hacerse constar en la inscripción la identidad de una
persona jurídica se indicará su razón social o denominación, los datos
de identificación registral, la nacionalidad (si fuesen extranjeras), su
domicilio (expresando la calle y número o el lugar de situación, la localidad y el municipio aunque si estuviese fuera de poblado, bastará con
indicar el término municipal y el nombre del lugar o cualquier otro dato
de localización) y su número de identificación fiscal.
La aceptación del cargo no tiene porque ser simultánea al nombramiento, tal es lo que ocurre cuando el designado no se halla presente en la Junta General que lo designa. En nuestro ejemplo,
Homogenic, S.L. no estaba presente en la Junta General de
Postdebut, S.A. por lo que, para que el nombramiento pueda tener
acceso al Registro Mercantil, deberá acompañarse el correspondiente
documento en el que conste la aceptación del cargo y la designación
de la persona física que actuará como representante:
“Aceptar la designación efectuada como administrador único
de Postdebut, S.A., agradeciendo la confianza depositada y
prometiendo actuar bien y fielmente y manifestando expresamente que Homogenic, S.L. no se halla incursa en causa legal
de prohibición o incompatibilidad para el ejercicio del cargo.
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David Siuraneta
Designar como representante para el ejercicio de las funciones propias del cargo, a los efectos de lo que dispone el artículo 143 RRM, a Don Evaristo Urrutia Salazar (soltero,
mayor de edad, de nacionalidad española, con domicilio en
Oviedo, Paseo de Asturias, nº 58, titular del DNI/NIF nº
99.999.999-X), quien acepta el nombramiento como representante, promete actuar bien y fielmente y manifiesta
expresamente no hallarse incurso en causa legal de prohibición o incompatibilidad para el ejercicio del mismo”.
Añadiremos que, según el Reglamento del Registro Mercantil
(párrafo 2 del citado artículo 134), siempre que nos hallemos ante la
reelección del administrador persona jurídica, el representante anteriormente designado continuará en el ejercicio de las funciones propias del cargo, en tanto no se proceda expresamente a su sustitución.
3.2. DISTINTAS FORMAS DE ORGANIZARSE EL ÓRGANO DE
ADMINISTRACIÓN
En los Estatutos de toda Sociedad Anónima debe constar (artículo
9.h y 9.i de la Ley de Sociedades Anónimas) la estructura del órgano al
que se confía la administración de la sociedad “determinando los administradores a quienes se confiere el poder de representación, así como
su régimen de actuación” y “se expresará, además, el número de administradores” o, al menos, “el número máximo y el mínimo”, además del
“plazo de duración del cargo y el sistema de su retribución, si la tuvieren” (aspectos que analizaremos específicamente) y “el modo de deliberar y adoptar sus acuerdos los órganos colegiados de la sociedad”.
Es importante señalar que la Ley de Sociedades de
Responsabilidad Limitada es más flexible en este punto, puesto que
no obliga a fijar estatutariamente el órgano de administración, sino que
permite optar por cualquiera de los legalmente existentes. Así, el artículo 12.2.e) de la Ley de Sociedades de Responsabilidad Limitada
establece que debe expresarse en la escritura de constitución
“La determinación del modo concreto en que inicialmente
se organice la administración, en caso de que los estatutos
prevean diferentes alternativas”.
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Es decir: mientras que en las sociedades anónimas modificar su
órgano de administración pasando de, por ejemplo, un Administrador
Único a un Consejo de Administración implica siempre la modificación
de los Estatutos Sociales, en las Sociedades de Responsabilidad
Limitada es posible que en los Estatutos se diga que será la Junta
General la que, en cada momento, opte por uno u otro órgano de administración sin que, por tanto, ello conlleve la modificación de éstos.
El artículo 57.2 LSRL es claro al determinar que
“Los estatutos podrán establecer distintos modos de organizar la administración, atribuyendo a la Junta General la
facultad de optar alternativamente por cualquiera de ellos,
sin necesidad de modificación estatutaria”.
No obstante lo cual (artículo 57.3 LSRL)
“Todo acuerdo de modificación del modo de organizar la
administración de la sociedad, constituya o no modificación
de los estatutos, se consignará en escritura pública y se inscribirá en el Registro Mercantil”.
Hemos apuntado dos de los distintos órganos de administración
que pueden tener las sociedades, el Administrador Único y el Consejo
de Administración, pero existen otros; pasamos a continuación a analizar cada uno de ellos.
Existen cuatro formas distintas de organizarse la administración de
las sociedades anónimas o limitadas (artículos 124 y 185 Reglamento
del Registro Mercantil y 57 de la Ley de Sociedades de
Responsabilidad Limitada):
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-
el administrador único
-
los administradores solidarios
-
los administradores mancomunados
-
el Consejo de Administración
David Siuraneta
Como su nombre indica, nos encontramos ante la figura del “administrador único” cuando la representación legal de la Sociedad
Anónima se confía a una sola persona, bien sea una persona física o
jurídica, como ya hemos visto y siempre con independencia de que el
Administrador pueda nombrar apoderados a los que delegará más o
menos facultades, según estime oportuno, pero teniendo siempre en
cuenta que existe algunas facultades que son indelegables, en otras
palabras, que son propias e intransferibles del administrador y que
nadie más que él podrá ejercer (por ejemplo: firmar las cuentas anuales, firmar el proyecto de fusión, actuar como legal representante de la
Sociedad, etcétera).
Como ejemplo de acuerdo de nombramiento, nos remitimos al
ofrecido al analizar el nombramiento de una persona jurídica como
administrador, con el único matiz de que si el designado es una persona física, según el Reglamento del Registro Mercantil (artículo 38.1)
“deberán consignarse el nombre y apellidos, el estado civil, la mayoría de edad (tratándose de menores de edad, se indicará su fecha de
nacimiento y, en su caso, la condición de emancipado), la nacionalidad (cuando se trate de extranjeros), el domicilio (expresando la calle
y número o el lugar de situación, la localidad y el municipio, aunque
si estuviese fuera de poblado, bastará con indicar el término municipal y el nombre del lugar o cualquier otro dato de localización), el
Documento nacional de identidad (tratándose de extranjeros, se
expresará el número de identificación de extranjeros, el de su pasaporte, el de su tarjeta de residencia o de cualquier otro documento
legal de identificación, con declaración de estar vigentes) y el número
de identificación fiscal, cuando se trate de personas que dispongan
del mismo con arreglo a la normativa tributaria”.
Existe la figura de los “administradores solidarios” cuando para el
ejercicio del cargo se ha designado a varias personas quienes desempeñarán éste de manera indistinta: es decir, como si cualesquiera de
ellos fuera único, pero obligando con su proceder a todos los demás.
Según el Reglamento del Registro Mercantil (artículo 124.2.b), “en
caso de varios administradores solidarios, el poder de representación
corresponde a cada administrador” y aunque es posible que, por vía
de las disposiciones estatutarias o de los acuerdos de la Junta, se haya
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acordado la distribución de facultades entre ellos, estos acuerdos
“tendrán un alcance meramente interno” y, por tanto, no alcanzarán a
terceros.
No está previsto legalmente un número máximo de administradores solidarios, pese a que no es frecuente que sean más de tres y lo
normal es que sean dos. El cargo de administrador solidario lo pueden
desempeñar tanto personas físicas como jurídicas, indistintamente.
Un ejemplo de acuerdo por el que se nombran administradores
solidarios en una sociedad puede ser el siguiente:
“PRIMERO.- Aceptar la dimisión presentada por los administradores solidarios, Doña Concepción Viejo Castillo y Don
Ignacio Benítez Mora, a quienes se les agradecen los servicios prestados y se les aprueba íntegramente la gestión desarrollada hasta esta fecha.
Simultáneamente, designar y nombrar como administradores solidarios de la Sociedad por el plazo estatutario de cinco
años, a Doña Esther Casas López (mayor de edad, de nacionalidad española, soltera, con domicilio en Alicante, calle
Gabriel Miró, nº 5, con DNI/NIF nº 99.999.999-X) y Doña
Carmen Rivero Rubio (mayor de edad, de nacionalidad
española, soltera, con domicilio en Alicante, calle Gabriel
Miró, nº 7, con DNI/NIF nº 99.999.998-X).
Las nombradas, presentes en este acto, aceptan agradecidas el cargo, prometen desempeñarlo bien y fielmente y
manifiestan expresamente no hallarse incursas en causa
legal de prohibición o incompatibilidad alguna para el desempeño del mismo”.
La administración “mancomunada” es aquel órgano constituido por
dos personas –físicas o jurídicas- que representan a la Sociedad y
deben actuar, siempre, conjuntamente. Es decir: es necesaria la concurrencia de ambos para que la actuación sea válida, con las consiguientes dificultades de orden práctico que ello puede conllevar. La
figura de la administración conjunta es frecuente en aquellas socieda-
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David Siuraneta
des en las que coexisten dos grupos accionariales perfectamente delimitados por razones familiares o de otra índole y en los que cada uno
de los administradores representa, en la práctica, a uno de ellos.
Es importante distinguir, en la administración mancomunada, entre
que deban actuar dos personas conjuntamente y que puedan designarse a más de dos administradores mancomunados. Es decir, una
sociedad puede perfectamente designar a Ricardo, Adrián, Andrés y
Jorge como administradores mancomunados, de manera que su
actuación obligará a la empresa si actúan dos de ellos, cualesquiera,
conjuntamente. Como veremos, si se opta porque la actuación sea
conjunta de, al menos, tres de ellos, el órgano de administración debe
ser, necesariamente, un Consejo de Administración.
Recordemos que en las sociedades anónimas –no así en las de responsabilidad limitada- cualquier variación en la forma del órgano de
administración implica una modificación de los estatutos, por lo que si
se decide que los administradores solidarios pasen a actuar mancomunadamente, los acuerdos deben seguir el siguiente esquema:
“PRIMERO.- Modificar el órgano de administración de la
Sociedad, que pasará a ser el de administradores mancomunados y, en consecuencia, otorgar una nueva redacción
al artículo 8º de los Estatutos Sociales que, en adelante,
quedará redactado como sigue:
ARTICULO 8.- ÓRGANOS SOCIALES. La Sociedad será regida por la Junta General de Accionistas y administrada y
representada por dos Administradores mancomunados”.
SEGUNDO.- En virtud del precedente acuerdo, se acuerda
cesar a los administradores solidarios, Doña Nicolasa
Buganvilla Ordóñez y Don Raimundo Lucas Bermejo, a quienes se les agradecen los servicios prestados y se les aprueba íntegramente la gestión desarrollada hasta esta fecha y,
simultáneamente, designar y nombrar como administradores
mancomunados de la Sociedad por el plazo estatutario de
cinco años, a Doña Lucía García García (mayor de edad, de
nacionalidad española, soltera, con domicilio en Cáceres,
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calle de la Paz, nº 5, con DNI/NIF nº 99.999.999-X) y Doña
Espido García García (mayor de edad, de nacionalidad española, soltera, con domicilio en Badajoz, calle Soberanía, nº 7,
con DNI/NIF nº 99.999.998-X).
Las nombradas, presentes en este acto, aceptan agradecidas el cargo, prometen desempeñarlo bien y fielmente y
manifiestan expresamente no hallarse incursas en causa
legal de prohibición o incompatibilidad alguna para el desempeño del mismo”.
Hemos apuntado ya salvo que en los Estatutos Sociales conste lo
contrario, la regla general en este tipo de compañías es la contenida
en el artículo 57.2 de la LSRL, es decir, que ésta se rija por aquel
órgano de administración que, en cada momento, decida la Junta
General.
Por tanto, si una sociedad limitada en cuyos Estatutos nada se diga
al respecto acuerda –por ejemplo- sustituir su administrador único por
dos administradores solidarios deberá hacerlo en los siguientes términos:
“PRIMERO.- Aceptar la dimisión presentada por Don
Federico López García a su cargo de Administrador Único
de OKABABA, S.L., aprobando su gestión y agradeciéndole
los servicios prestados.
SEGUNDO.- Optar, entre las posibilidades que al respecto se
contienen en el artículo 12 de los Estatutos, por la figura de
la administración solidaria como órgano de gobierno de la
Sociedad sin que ello implique modificar ningún precepto
de los Estatutos.
Elegir y designar como administradores solidarios de la
Compañía por el plazo establecido en los Estatutos a Doña
Enriqueta Sanjuán López (de nacionalidad española, mayor
de edad, con domicilio en Santiago de Compostela, calle de
Francia, nº 4, con DNI/NIF nº 99.999.001-X) y Don Enrique
López Sanjuán (de nacionalidad española, mayor de edad,
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David Siuraneta
con domicilio en Cuenca, Avenida de Europa, nº 12, con
DNI/NIF nº 99.999.000-X).
Los designados, presentes ambos en este acto, aceptan
agradecidos el cargo, prometen desempeñarlo bien y fielmente y manifiestan expresamente no hallarse incursos en
causa legal de prohibición o incompatibilidad alguna para el
desempeño del mismo”.
Si existen tres o más administradores que deban actuar mancomunadamente, como hemos dicho, éstos deben constituirse necesariamente en “Consejo de Administración”, en cuyo caso, el poder de representación corresponde al propio Consejo, que actuará colegiadamente.
Conviene tener en cuenta que mientras en las sociedades anónimas no está previsto un número máximo de consejeros, en las sociedades de responsabilidad limitada, no pueden existir más de doce
consejeros (artículo 185.1.d) del Reglamento del Registro Mercantil).
No obstante, es habitual que las sociedades que opten por este
órgano designen -siempre de entre sus miembros- un Consejero
Delegado, al que se le pueden conferir algunas o todas las facultades
propias del Consejo de Administración salvo “la rendición de cuentas
y la presentación de balances a la junta general, ni las facultades que
ésta conceda al Consejo, salvo que fuese expresamente autorizado por
ella” (artículo 141 de la Ley de Sociedades Anónimas, aplicable a las
sociedades limitadas en virtud de la remisión que efectúa el último
párrafo del artículo 57.1 LSRL al tratar del Consejo de Administración
en esta clase de compañías: “la delegación de facultades se regirá por
lo establecido para las sociedades anónimas” –en idéntico sentido, el
artículo 185.5 RRM-).
Si se designa más de un consejero delegado es preciso determinar
el régimen de su actuación; es decir, si actuarán conjunta o individualmente (artículos 124.1.d) y 185.3.d), ambos del RRM para, respectivamente, sociedades anónimas o limitadas).
No es infrecuente la consulta de si al Consejero Delegado se le puede
conferir la facultad de convocar Juntas Generales. Ha existido una
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encendida polémica al respecto y los tribunales han conocido algunas
demandas en tal sentido con fallos en sentidos diversos, zanjados definitivamente con la opinión del Tribunal Supremo en el sentido de considerar ”el carácter indelegable por el Consejo de Administración de la facultad de convocar la junta que el art. 94 de la Ley de Sociedades Anónimas
atribuye a los administradores de la sociedad”.
Por todas las existentes, citaremos la Sentencia nº 161/2005, dictada por la Sala 1ª del Tribunal Supremo, a 14 de marzo de 2005
(Marginal 212581), que afirma –con cita a otras anteriores- que:
“Esta Sala ha mantenido con reiteración el carácter indelegable por el Consejo de Administración de la facultad de
convocar la junta que el art. 94 de la Ley de Sociedades
Anónimas atribuye a los administradores de la sociedad; en
este sentido dice la sentencia de 4 de diciembre de 2002;
"Una cuestión esencial es preciso dilucidar: la junta general
debe ser convocada por los administradores, es decir, por el
Consejo de Administración si está constituido y este puede
delegar en un miembro del propio Consejo. Pero la jurisprudencia ha interpretado esta delegación en el sentido de que
la convocatoria debe ser acordada por el Consejo aunque si
se faculta a un miembro para hacerlo, esta facultad o delegación "será a los solos y exclusivos fines de firmar el anuncio de convocatoria, pero sin que él personalmente y unilateralmente puede convocarla", tal como expresa la sentencia de 24 de febrero de 1995"; después de afirmar que la
Audiencia infringe las normas mencionadas en cuanto contemplan y regulan la sociedad anónima, añade esta sentencia de 4 de diciembre de 2002 que "la razón de ello es la
confusión en general entre facultad de convocarla y contenido de ella”.
De acuerdo con la Ley de Sociedades Anónimas (artículo 139 y
siguientes), “el Consejo de administración quedará válidamente constituido cuando concurran a la reunión, presentes o representados, la
mitad más uno de sus componentes” y “los acuerdos se adoptarán
por mayoría absoluta de los consejeros concurrentes a la sesión, que
deberá ser convocada por el Presidente o el que haga sus veces”.
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David Siuraneta
En lo referente a las sociedades de responsabilidad limitada, el artículo 57.1 LSRL remite a los estatutos sociales a fin de establecer
“(...)el régimen de organización y funcionamiento del Consejo que
deberá comprender las reglas de convocatoria y constitución del órgano, así como el modo de deliberar y adoptar acuerdos por mayoría”
En el artículo 140.2 LSA se dice que es posible la votación por
escrito y sin sesión, pero sólo cuando ningún consejero se oponga a
este procedimiento; es decir, basta la oposición de un único consejero, aunque el Consejo esté integrado por quince personas, para que la
votación deba seguir el cauce ordinario. Entendemos que si en los
estatutos se prevé, no existe ningún inconveniente para que el Consejo
de administración de una sociedad limitada pueda adoptar sus acuerdos por escrito y sin sesión.
Los Estatutos de la sociedad anónima pueden contener una regulación más o menos exhaustiva del régimen interno y el funcionamiento del Consejo de Administración, pero a falta de dichas normas,
la LSA establece que sea el propio Consejo el que pueda “designar a
su Presidente, regular su propio funcionamiento, aceptar la dimisión
de los Consejeros y designar de su seno una Comisión ejecutiva o uno
o más Consejeros delegados”. Recordemos que, como acabamos de
ver, en los Estatutos de la sociedad limitada es necesario que se regule el régimen de organización y funcionamiento del Consejo.
En efecto, en sociedades en los que su Consejo de Administración
es numeroso no es infrecuente que, en vez de o además de la existencia de uno o más Consejeros Delegados, exista la figura de la
Comisión Ejecutiva.
Además de un Presidente y de un Secretario, si el número de
miembros es considerable, es habitual que en el Consejo de
Administración existan las figuras del Vicepresidente y del
Vicesecretario que, como su nombre indica, ejercerán las funciones
del Presidente y del Secretario en caso de imposibilidad de los titulares principales.
No es, tampoco, infrecuente que el Secretario no forme parte del
Consejo, siendo designado, en tal caso, “Secretario no consejero”: ello
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Operaciones societarias más frecuentes en la S.A. y en la S.L.
ocurre cuando se encarga de tales funciones un profesional –normalmente, un abogado- que velará por la escrupulosidad de los acuerdos
que se adopten.
Por carecer de la cualidad de miembro del Consejo de
Administración (es decir, por no ser consejero), a este secretario técnico no le incumbe el régimen de todo orden (incompatibilidades, responsabilidades, etcétera) que afecta a los administradores (los consejeros son administradores, pese a que no se les denomina así habitualmente) al que nos referiremos más adelante.
Es importante no olvidar, a nivel práctico y respecto de las sociedades anónimas, que “salvo disposición contraria de los estatutos, el
Presidente, los Vicepresidentes y, en su caso, el Secretario y
Vicesecretarios del Consejo de Administración que sean reelegidos
miembros del Consejo por acuerdo de la Junta General, continuarán
desempeñando los cargos que ostentaran con anterioridad en el seno
del Consejo sin necesidad de nueva elección”, todo ello sin perjuicio,
claro está, “de la facultad de revocación que respecto de dichos cargos
corresponde al órgano de administración” (artículo 146 del Reglamento
del Registro Mercantil). Para las sociedades limitadas, recordemos el
artículo 57.1 LSRL remite a los estatutos sociales a fin de establecer “el
régimen de organización y funcionamiento del Consejo (...)”
La Junta General de la sociedad anónima y de la sociedad limitada es el órgano competente para nombrar, elegir y designar las personas que deban formar parte del Consejo de Administración, pero el
discernimiento concreto de los cargos en el seno del mismo es función
de éste.
Ofrecemos, a continuación, un ejemplo de cómo deben redactarse
diversos acuerdos de la Junta General de una sociedad (anónima o
limitada) relativos a su Consejo de Administración:
“PRIMERO.- Aceptar la dimisión presentada por Dña. Mónica
López García de su cargo de miembro del Consejo de
Administración y, en consecuencia, del de Secretario del
mismo y del de Consejero-Delegado, aprobando su gestión
y agradeciéndole los servicios prestados.
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David Siuraneta
SEGUNDO.- Nombrar miembro del Consejo de
Administración, en sustitución del dimisionario, por el plazo
de 5 años, a D. Luis Moreno Benítez, de nacionalidad española, mayor de edad, con domicilio en Santander, Avenida
de la Independencia, nº 12, con DNI/NIF nº 99.999.000-X.
D. Luis Moreno Benítez, presente en este acto, acepta agradecido el cargo, promete desempeñarlo bien y fielmente y
manifiesta expresamente no hallarse incurso en causa legal
de prohibición o incompatibilidad alguna para el desempeño del mismo.
TERCERO.- Aumentar en uno el número de miembros del
Consejo de Administración, que por lo tanto, y dentro de los
límites estatutarios, queda fijado en siete.
CUARTO.- Nombrar miembro del Consejo de Administración,
por el plazo de 5 años, a D. Juan-Antonio Martínez Mora, de
nacionalidad española, mayor de edad, con domicilio en
Santander, calle Gerardo Diego, nº 4, con DNI/NIF nº
99.999.001-X.
D. Juan-Antonio Martínez Mora, presente en este acto,
acepta agradecido el cargo, promete desempeñarlo bien y
fielmente y manifiesta expresamente no hallarse incurso en
causa legal de prohibición o incompatibilidad alguna para el
desempeño del mismo”.
Hemos dicho que, una vez nombrados los consejeros, el Consejo
de Administración debe reunirse y decidir qué cargo ocupará cada
uno de los nombrados; así:
“PRIMERO.- Discernir, dentro del Consejo de Administración,
los cargos de los consejeros nombrados por la Junta
General, del siguiente modo:
Designar, al Consejero D. Juan-Antonio Martínez Mora (de
nacionalidad española, mayor de edad, con domicilio en
Santander, calle Gerardo Diego, nº 4, con DNI/NIF nº
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Operaciones societarias más frecuentes en la S.A. y en la S.L.
99.999.001-X),
Administración.
Vice-Presidente
del
Consejo
de
Designar, al Consejero y a D. Ignacio Moreno Benítez (de
nacionalidad española, mayor de edad, con domicilio en
Santander, Avenida de la Independencia, nº 12, con
DNI/NIF nº 99.999.000-X), Vice-Secretario del Consejo de
Administración.
SEGUNDO.- Nombrar Consejero Delegado, previa aceptación
de su cargo de Consejero, con todas las facultades que legal
y estatutariamente competen al Consejo de Administración,
salvo las legal y estatutariamente indelegables, a D. JuanAntonio Martínez Mora.
D. Juan-Antonio Martínez Mora y D. Ignacio Moreno Benítez,
presentes en este acto, aceptan agradecidos los cargos para
los que han sido respectivamente nombrados, prometen desempeñarlo bien y fielmente y manifiestan expresamente no
hallarse incursos en causa legal de prohibición o incompatibilidad alguna para el desempeño de los mismos”.
Añadamos que no se exige que la aceptación de los distintos administradores deba ser en un mismo acto, el artículo 141 del Reglamento del
Registro Mercantil así lo permite, aunque añade que “el órgano de administración no quedará válidamente constituido mientras no hayan aceptado un número de administradores que permita su actuación efectiva”.
3.3. REQUISITOS DEL ADMINISTRADOR, DURACIÓN DEL CARGO Y
RETRIBUCIÓN
Se suele plantear la pregunta de si es necesario ser socio para ser
nombrado administrador. La respuesta es que no es necesaria la condición de socio ni en las sociedades anónimas ni en las de responsabilidad limitada, salvo que los estatutos dispongan lo contrario (artículo 123.2 LSA y 58.2 LSRL).
En otro orden de cosas, es importante conocer las restricciones o
prohibiciones que se establecen legalmente para ser administrador de
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David Siuraneta
una sociedad anónima, que son las siguientes (artículo 124 de la Ley
de Sociedades Anónimas):
“1. No pueden ser administradores los menores de edad no
emancipados, los judicialmente incapacitados, las personas
inhabilitadas conforme a la Ley Concursal mientras no haya
concluido el período de inhabilitación fijado en la sentencia
de calificación del concurso y los condenados por delitos
contra la libertad, contra el patrimonio o contra el orden
socio-económico, contra la seguridad colectiva, contra la
Administración de Justicia o por cualquier clase de falsedad, así como aquéllos que por razón de su cargo no puedan ejercer el comercio.
2. Tampoco podrán ser administradores los funcionarios al servicio de la Administración pública con funciones a su cargo
que se relacionen con las actividades propias de las sociedades de que se trate, los jueces o magistrados y las demás
personas afectadas por una incompatibilidad legal”.
Si a las sociedades de responsabilidad limitada nos referimos,
vemos que el artículo 65 de la LSRL establece que
“1. Los administradores no podrán dedicarse, por cuenta propia
o ajena, al mismo, análogo o complementario género de
actividad que constituya el objeto social, salvo autorización
expresa de la sociedad, mediante acuerdo de la Junta
General.
2. Cualquier socio podrá solicitar del Juez de Primera Instancia
del domicilio social el cese del administrador que haya
infringido la prohibición anterior”.
Es importante tener también en cuenta los preceptos de la Ley
12/1995, de 11 de mayo, de Incompatibilidades de los Miembros del
Gobierno de la Nación y de los Altos Cargos de la Administración
General del Estado (publicada en el Boletín Oficial del Estado de 12 de
mayo), por si la misma le fuera de aplicación a la persona designada
administrador de una SA o de una SRL. Algunas comunidades autó-
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Operaciones societarias más frecuentes en la S.A. y en la S.L.
nomas han dictado, además, normas de contenido similar que deben
ser tenidas en cuenta a estos mismos efectos.
Una diferencia entre las sociedades anónimas y las de responsabilidad limitada es la tocante al plazo de duración del cargo de los administradores.
Mientras que en las sociedades limitadas es posible establecer
estatutariamente la duración indefinida del cargo de administrador, en
las sociedades anónimas, los administradores ejercerán su cargo
“durante el plazo que señalen los estatutos sociales, que deberá ser
igual para todos” y que “no podrá exceder de seis años”, pese a que
“podrán ser reelegidos una o más veces por períodos de igual duración máxima” (artículo 126 de la Ley de Sociedades Anónimas, según
redacción dada por la Disposición final primera de la Ley 19/2005, de
14 de noviembre –BOE de 15 de noviembre-)
El desempeño del cargo de administrador puede ser gratuito o
retribuido, si bien, salvo que se establezca lo contrario en los Estatutos
Sociales, el cargo de administrador es gratuito. Si no lo es, la retribución deberá hallarse fijada estatutariamente (artículo 130 de la Ley de
Sociedades Anónimas y artículo 66 de la Ley de Sociedades de
Responsabilidad Limitada).
Si está prevista en los Estatutos de la sociedad anónima, la retribución puede consistir en cualquiera de los siguientes sistemas:
106
-
En una cantidad fija.
-
En una participación en las ganancias, que sólo podrá ser
detraída de los beneficios líquidos y después de estar
cubiertas las atenciones de la reserva legal y de la estatutaria y de haberse reconocido a los accionistas un dividendo
mínimo del 4%.
-
En la entrega de acciones o de derechos de opción sobre las
mismas o que esté referenciada al valor de las acciones, si
bien, en estos casos, su aplicación requerirá un acuerdo de
la Junta General de accionistas que exprese el número de
David Siuraneta
acciones a entregar, el precio de ejercicio de los derechos
de opción, el valor de las acciones que se tome como referencia y el plazo de duración de este sistema de retribución.
A su vez, el artículo 66 de la Ley de Sociedades de
Responsabilidad Limitada establece, para este tipo de sociedades, las
normas siguientes:
“2. Cuando la retribución tenga como base una participación en
los beneficios, los estatutos determinarán concretamente la
participación, que en ningún caso podrá ser superior al diez
por ciento de los beneficios repartibles entre los socios.
3. Cuando la retribución no tenga como base una participación
en los beneficios, la remuneración de los administradores será
fijada para cada ejercicio por acuerdo de la Junta General”.
La Dirección General de los Registros y del Notariado ha dictado
numerosas resoluciones interpretando este precepto y resolviendo
diversas dudas que se han planteado al respecto.
De entre todas ellas, destacaremos la de 20 de febrero de 1990
(publicada en el BOE de 5 de marzo) según la cual no se admite aquel
artículo estatutario que establece “la retribución máxima” a que tiene
derecho el administrador; la Resolución de 23 de febrero de 1993
(BOE de 24 de marzo) que niega la posibilidad de que la Junta
General decida si el cargo debe o no ser retribuido –aunque sí la autoriza para determinar la conveniencia, en un concreto ejercicio, de que
no se retribuya al administrador- o, finalmente, la de 6 de mayo de
1997 (publicada en el BOE de 30 de mayo) que no acepta la fórmula
retributiva consistente en la suma de una cantidad fija más una determinada participación en los beneficios de la Sociedad.
A tenor de los artículos 124.3 y 185.4 del Reglamento del Registro
Mercantil (referidos a, respectivamente sociedades anónimas y limitadas) “salvo disposición contraria de los estatutos la retribución correspondiente a los administradores será igual para todos ellos”, por lo que
es perfectamente posible que, en caso de órganos de administración
pluripersonal, nos encontremos ante retribuciones dispares o, incluso,
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Operaciones societarias más frecuentes en la S.A. y en la S.L.
ante cargos retribuidos y cargos gratuitos, situación nada extraña en
consejos de administración en la que la dedicación de unos u otros
miembros sea, efectivamente, muy dispar.
3.4. RESPONSABILIDAD Y DEBERES DEL ADMINISTRADOR
En esta materia, los preceptos de la Ley de Sociedades Anónimas
son de aplicación también a las sociedades de responsabilidad limitada por así disponerlo el artículo 69.1 LSRL, que remite a la LSA.
La aceptación del cargo de administrador de una sociedad mercantil debe ser un acto meditado y consciente, habida cuenta del
estricto régimen de responsabilidad que la Ley establece. Así, el artículo 133 es tajante al disponer que los administradores “responderán
frente a la sociedad, frente a los accionistas y frente a los acreedores
sociales del daño que causen por actos u omisiones contrarios a la ley
o a los estatutos o por los realizados incumpliendo los deberes inherentes al desempeño del cargo”.
Cuáles son dichos deberes lo establece el mismo texto legal y,
esquemáticamente, son los siguientes:
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-
Deber de diligente administración: los administradores desempeñarán su cargo con la diligencia de un ordenado
empresario y de un representante leal (así se expresa también el artículo 61.1 LSRL), debiéndose informar diligentemente sobre la marcha de la sociedad.
-
Deber de fidelidad: los administradores deberán cumplir los
deberes impuestos por las leyes y los estatutos con fidelidad
al interés social, entendido como interés de la sociedad.
-
Deber de lealtad: los administradores no podrán utilizar el
nombre de la sociedad ni invocar su condición de administradores de la misma para la realización de operaciones por
cuenta propia o de personas a ellos vinculadas (así, por
ejemplo: el cónyuge o las personas con análoga relación de
afectividad, los ascendientes, descendientes y hermanos del
administrador o del cónyuge del administrador, etcétera).
David Siuraneta
Además, ningún administrador podrá realizar, en beneficio propio
o de personas a él vinculadas, inversiones o cualesquiera operaciones
ligadas a los bienes de la sociedad, de las que haya tenido conocimiento con ocasión del ejercicio del cargo, cuando la inversión o la
operación hubiera sido ofrecida a la sociedad o la sociedad tuviera
interés en ella, siempre que la sociedad no haya desestimado dicha
inversión u operación sin mediar influencia del administrador.
Los administradores deberán comunicar al consejo de administración cualquier situación de conflicto, directo o indirecto, que pudieran
tener, con el interés de la sociedad. En caso de conflicto, el administrador afectado se abstendrá de intervenir en la operación a que el
conflicto se refiera.
Deberán comunicar, además, la participación que tuvieran en el
capital de una sociedad con el mismo, análogo o complementario
género de actividad al que constituya el objeto social, así como los cargos o las funciones que en ella ejerzan, así como la realización por
cuenta propia o ajena, del mismo, análogo o complementario género
de actividad del que constituya el objeto social.
La LSRL establece, en este punto, como hemos visto, la obligación
que incumbe a los legales representantes de este tipo de sociedades
de no dedicarse, “por cuenta propia o ajena, al mismo, análogo o complementario género de actividad que constituya el objeto social, salvo
autorización expresa de la sociedad, mediante acuerdo de la Junta
General” (artículo 65 LSRL). Además, a tenor del artículo 67 LSRL:
“El establecimiento o la modificación de cualquier clase de
relaciones de prestación de servicios o de obra entre la
sociedad y uno o varios de sus administradores requerirán
acuerdo de la Junta General”.
-
Deber de secreto: los administradores, aun después de cesar
en sus funciones -excepto en los supuestos en que las leyes
permitan su comunicación o divulgación a tercero o que, en
su caso, sean requeridos o hayan de remitir a las respectivas
autoridades de supervisión- deberán guardar secreto de las
informaciones de carácter confidencial (en estos términos se
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Operaciones societarias más frecuentes en la S.A. y en la S.L.
expresa el artículo 61.2 LSRL), estando obligados a guardar
reserva de las informaciones, datos, informes o antecedentes
que conozcan como consecuencia del ejercicio del cargo, sin
que las mismas puedan ser comunicadas a terceros o ser
objeto de divulgación cuando pudiera tener consecuencias
perjudiciales para el interés social.
Pero es que, además, el que actúe como administrador de hecho
de la sociedad (eso es, aquella persona que, formalmente no es administrador pero que, en la práctica y frente a terceros sí lo es) “responderá personalmente frente a la sociedad, frente a los accionistas y
frente a los acreedores del daño que cause por actos contrarios a la
ley o a los estatutos o por los realizados incumpliendo los deberes”
que la Ley impone a los administradores de derecho.
Formar parte de un Consejo de Administración no atenúa el régimen que acabamos de exponer, ya que se establece la responsabilidad solidaria de todos los miembros del órgano de administración -es
decir, de cualesquiera de ellos, indistintamente- que hayan realizado
el acto o hayan adoptado el acuerdo lesivo, “menos los que prueben
que, no habiendo intervenido en su adopción y ejecución, desconocían su existencia o, conociéndola, hicieron todo lo conveniente para
evitar el daño o, al menos, se opusieren expresamente a aquél”.
En ningún caso exonerará de responsabilidad la circunstancia de
que el acto o acuerdo lesivo haya sido adoptado, autorizado o ratificado por la junta general.
Para terminar, añadiremos que, con independencia de cuál sea la
acción ejercitada, el plazo de prescripción de la acción (es decir, el
plazo dentro del cual puede interponerse la demanda) dirigida contra
el administrador en exigencia de responsabilidades derivadas del ejercicio de su cargo será de cuatro años. La Sentencia nº 101/2005 dictada por la Sala 1ª del Tribunal Supremo, a 17 de febrero de 2005
(Marginal 212400) es clara en este sentido:
“La más reciente doctrina jurisprudencial se evidencia por la
aplicación del plazo de cuatro años a la acción individual de
los administradores, aunque se trate de responsabilidad
110
David Siuraneta
extracontractual (sentencia de 30-11-2001). En igual sentido
se pronuncian las sentencias de 20 de julio de 2001, 15 de
marzo de 2002 y 7 de mayo de 2004, que cita la de 5 de julio
de 2001, y sentencia de 26 de octubre de 2004, entre otras”.
3.5. LA SEPARACIÓN DEL ADMINISTRADOR
Con independencia del plazo para el que hubieren sido designados
(incluso si se trata de una SL en la que hubieren nombrado por plazo
indefinido), la Junta General podrá acordar, en cualquier momento
(por tanto, sin que sea necesario que conste como punto del Orden
del Día de la Junta), la destitución o, para seguir la expresión que utiliza la Ley de Sociedades Anónimas en su artículo 131, “la separación” de los administradores.
Esta regla general se completa, además, con algunos supuestos
específicos, en concreto:
-
Los administradores incursos en cualquiera de las prohibiciones legalmente fijadas, deberán ser inmediatamente destituidos, a petición de cualquier accionista, sin perjuicio de la responsabilidad en que puedan incurrir por su conducta desleal.
-
Los administradores que lo fueren de otra sociedad competidora y las personas que bajo cualquier forma tengan intereses opuestos a los de la sociedad cesarán en su cargo a petición de cualquier socio y por acuerdo de la junta general.
La Ley de Sociedades de Responsabilidad Limitada (artículo 65.2)
establece que cualquier socio podrá solicitar del Juez de Primera
Instancia del domicilio social el cese del administrador que haya infringido la prohibición de dedicarse, por cuenta propia o ajena y salvo
autorización de la Junta General, al mismo, análogo o complementario género de actividad que constituya el objeto social.
3.6. LA DIMISIÓN DEL ADMINISTRADOR
Cualquier administrador goza del derecho de dimitir de su cargo,
si bien es muy importante tener en cuenta que el ejercicio de tal dere-
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Operaciones societarias más frecuentes en la S.A. y en la S.L.
cho debe ir acompañado de la adopción de unas cautelas mínimas,
puesto que la sociedad no puede quedar “acéfala” o falta de su órgano de administración.
En primer lugar, la dimisión debe siempre ser hecha por escrito y
puesta en conocimiento fehaciente de la Sociedad (artículo 147.1 del
Reglamento del Registro Mercantil), pero ello solo no basta: no es suficiente con comunicar a la Sociedad la voluntad irrevocable de dimitir
si con ello la sociedad queda inoperante.
Así, un administrador único sólo puede desligarse del cargo para el
que fue nombrado y que él aceptó si convoca una Junta General en la
que manifiesta su decisión de dimitir y en la que se prevea la cobertura de la vacante por él dejada o, en su caso, y a fin de que no se
pueda dudar de la diligencia de su actuación, la disolución de la
Sociedad por “la paralización de los órganos sociales, de modo que
resulte imposible su funcionamiento” (artículo 260.1.3º Ley de
Sociedades Anónimas y 104.1.c) de la Ley de Sociedades de
Responsabilidad Limitada).
En cualquier otro caso (por ejemplo, en el caso de administradores
mancomunados), se entiende que el administrador o los administradores
que se mantengan en su cargo gozan de facultades suficientes para llevar a cabo dicha actuación, como es el caso analizado por la Resolución
de 23 de junio de 1994 de la Dirección General de los Registros y del
Notariado (publicada en el Boletín Oficial del Estado de 21 de julio).
3.7. LA CADUCIDAD DEL CARGO DE ADMINISTRADOR
Es evidente que los nombramientos efectuados por un plazo
determinado caducan, a ello se refiere el artículo 126.3 de la Ley de
Sociedades Anónimas (según redacción dada por la Disposición final
primera de la Ley 19/2005, de 14 de noviembre –BOE de 15 de
noviembre-) cuando establece que “el nombramiento de los administradores caducará cuando, vencido el plazo, se haya celebrado la
Junta General siguiente o hubiese transcurrido el término legal para la
celebración de la Junta que deba resolver sobre la aprobación de
cuentas del ejercicio anterior”. Por tanto, en nuestro ordenamiento
jurídico la caducidad de los cargos de administrador no se produce de
112
David Siuraneta
manera automática el mismo día que se cumple el plazo para el que
fueron nombrados.
Eso sí: caducado el nombramiento, se hará constar mediante nota
marginal que efectuará el Registrador Mercantil cuando deba practicar algún asiento en la hoja abierta a la sociedad o, por cualquier
causa, expida certificación de su contenido (artículo 145.3 del
Reglamento del Registro Mercantil).
Así, por ejemplo: la sociedad Botolphs, S.A., que cierra su ejercicio el día 31 de diciembre de cada año, designó administrador por
plazo de cinco años a Don Pablo Vergara Beltrán el día 7 de octubre
de 1997 y no celebró ninguna Junta General hasta el día 30 de junio
de 1998, en la que celebró la Junta General Ordinaria, por lo que la
fecha en que el cargo del Sr. Vergara caducó fue, justamente, el día
30 de junio de 1998, antes no cabría afirmar, en puridad, que el cargo
se hallaba caducado. Si la Junta General de Botolphs, S.A. se hubiese reunido el día 15 de octubre de 1997 para acordar un aumento de
capital, el cargo de administrador del Sr. Vergara hubiese caducado el
15 de octubre de 1997.
Por su parte, la Ley de Sociedades de Responsabilidad Limitada se
refiere a esta materia en su artículo 60 y coincide con lo visto para las
SA ya que, según dicho precepto, tras establecer que, salvo que los
estatutos establezcan un plazo determinado en cuyo caso podrán ser
reelegidos una o más veces por períodos de igual duración, los administradores ejercerán su cargo por tiempo indefinido, está previsto
que:
“Cuando los estatutos establezcan plazo determinado, el
nombramiento caducará cuando, vencido el plazo, se haya
celebrado Junta General o haya transcurrido el plazo para la
celebración de la Junta que ha de resolver sobre la aprobación de las cuentas del ejercicio anterior”.
3.8. ELECCIÓN DE CONSEJEROS POR EL SISTEMA PROPORCIONAL
Se trata ésta de una figura típica de las sociedades anónimas y que
no está prevista para las sociedades de responsabilidad limitada.
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Operaciones societarias más frecuentes en la S.A. y en la S.L.
El artículo 137 de la Ley de Sociedades Anónimas se refiere a la
elección de los miembros del Consejo por el denominado “sistema
proporcional”, materia que ha sido objeto de desarrollo mediante el
Real Decreto de 17 de mayo de 1991 (publicado en el Boletín Oficial
del Estado de 28 de mayo).
Dicha elección, empieza afirmando el precepto, se efectuará,
siempre, por medio de votación, siendo posible que, a estos efectos,
se agrupen voluntariamente acciones hasta constituir “una cifra del
capital social igual o superior a la que resulte de dividir este último por
el número de vocales del Consejo” y ello con la finalidad de gozar del
“derecho a designar los que, superando fracciones enteras, se deduzcan de la correspondiente proporción”.
Ahora bien, si se hace uso de esta facultad, “las acciones así agrupadas no intervendrán en la votación de los restantes miembros del
Consejo”.
3.9. LA COOPTACIÓN
Específicamente para las sociedades anónimas regidas por un
Consejo de Administración, nuestro ordenamiento (en concreto, el
artículo 138 LSA) regula lo que se conoce como “cooptación”.
Esta figura consiste en la posibilidad de que goza el Consejo de
Administración, si durante el plazo para el que fueron nombrados los
administradores se produjesen vacantes, de designar entre los accionistas las personas que deban ocuparlas hasta que se reúna la primera junta general.
A su vez, el artículo 139 del Reglamento del Registro Mercantil
establece que la inscripción de un acuerdo del Consejo de
Administración relativo al nombramiento por cooptación de uno o
varios miembros del Consejo deberá contener, específicamente, “la
indicación del número de vacantes existentes antes de haber ejercitado el Consejo de Administración la facultad de cooptación y el
nombre y apellidos del anterior titular, el plazo para el que había sido
nombrado, la fecha en que se hubiera producido la vacante y su
causa”.
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David Siuraneta
3.10.LOS ADMINISTRADORES SUPLENTES
Se trata ésta de una figura no prevista para las sociedades anónimas y que, por tanto, sólo es posible su existencia cuando nos refiramos a las sociedades de responsabilidad limitada.
Se trata de la posibilidad consistente en que, salvo disposición contraria de los estatutos, puedan ser nombrados uno o varios “sustitutos”
del administrador que, por cualquier causa, cese en sus funciones. Los
suplentes habrán de reunir en el momento de su designación los requisitos legal o estatutariamente previstos para ser nombrado administrador.
En este caso, en la inscripción del nombramiento de administradores, se
expresará la identidad de los suplentes y, si hubiesen sido designados varios,
el orden en que habrán de cubrir las vacantes que puedan producirse.
No se practicará la inscripción en tanto no conste la aceptación de
los suplentes como tales.
El nombramiento y aceptación de los suplentes como administradores se inscribirán en el Registro Mercantil, de conformidad con las
reglas generales, una vez que conste inscrito el cese del anterior titular. Si los estatutos establecen un plazo determinado de duración del
cargo de administrador, el suplente desempeñará el cargo por el período pendiente de cumplir por la persona cuya vacante se cubra.
El acuerdo de la Junta General por el que se designe a un administrador suplente tendrá el siguiente contenido:
“PRIMERO.- Nombrar, como administrador suplente para el caso
de que cese por cualquier causa el administrador único Don
José-Antonio Pascual Orante, a Don Miguel Moreno Benítez, de
nacionalidad española, mayor de edad, con domicilio en Cádiz,
Avenida de los Carnavales, nº 12, con DNI/NIF nº 99.999.000-X.
D. Miguel Moreno Benítez, presente en este acto, acepta
agradecido el nombramiento y manifiesta expresamente no
hallarse incurso en causa legal de prohibición o incompatibilidad alguna para el desempeño del mismo”.
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