mies – palabra de vida: ocuparnos de nuestra salvacion

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MIES – PALABRA DE VIDA: OCUPARNOS DE NUESTRA SALVACION
Filipenses 2 12.18
“Ocupaos en vuestra salvación, con temor y temblor”. Somos salvos, como
dice el Apóstol Pablo, pero debemos preocuparnos y ocuparnos por desarrollar
nuestra vida espiritual y ascender en ella. Ello requiere que dediquemos tiempo al
estudio de la Palabra, a escudriñarla, pidiéndole dirección al Espíritu Santo.
Requiere, que cada día, busquemos un tiempo a solas con Dios, para
comunicarnos con El a través de la oración.
Cuando oramos, le hablamos a Dios con nuestras propias palabras, allí le
adoramos, elevamos a El acción de gracias por todas sus bondades y múltiples
misericordias. Cuando oramos podemos derramar nuestro corazón delante de Él,
contarle de nuestras angustias, temores y aflicciones, llorar delante de Él y recibir
su dulce consolación. Cuando estudiamos la Palabra, Dios nos habla a través de
ella, nos instruye y nos edifica. Nos corrige y nos exhorta, nos da sus gloriosas
promesas. Le conocemos y nos acercamos a Él a través de la oración.
En el quehacer de cada día, cumplimos tareas, compromisos, obligaciones, las
cuales atendemos con diligencia, sea trabajar, estudiar, o efectuar labores en la
casa y sabemos que no todo lo que nos proponemos hacer, reviste la misma
importancia. HAY COSAS QUE SON IMPRESINDIBLES, OTRAS SON
NECESARIAS Y OTRAS LAS PODEMOS POSTERGAR, pero lo que no
debemos sustraer de nuestro tiempo de cada día, es ocuparnos de nuestra
salvación.
Debemos poner en orden nuestras prioridades, ya que somos dados a decir y a
decirnos a nosotros mismos “no tengo tiempo para nada” o “no me queda
tiempo para nada”
Las ocupaciones no tienen que afectar nuestra relación con Dios. Así como el
Señor Jesús se apartaba para buscar el rostro de Dios y pedir su dirección,
nosotros también debemos tener el tiempo necesario para tener comunión con el
Señor, ese tiempo debe estar en el primer lugar de nuestras prioridades. En
ese tiempo debemos orar y estudiar la Palabra; de esta manera, nuestra vida
espiritual reverdece cada día, la Palabra nos fortalece, nos llena de esperanza,
acrecienta nuestra fe, nos consuela, nos da dirección, renueva nuestras fuerzas y
nos da anhelo por la Casa del Señor, despertando en nosotros el anhelo de
servirle a Él.
Cuando nos aferramos a la Palabra, con celo santo, alimentando y nutriendo
nuestro espíritu, volviéndonos hacedores de la Palabra, Dios mismo obra en
nuestra vida y así maduramos espiritualmente. Como todas las cosas sagradas,
debemos hacerlo con temor y temblor, con responsabilidad, amor y disciplina por
las cosas del Reino de Dios.
Si no estamos unidos a la Vid que es el Señor Jesucristo, no podremos dar fruto.
Solo estamos unidos como pámpanos a la vid, por medio de la oración y de
cultivar por el conocimiento de la Palabra, una vida espiritual en crecimiento.
No permitamos que los afanes del mundo, nos roben, o nos reste el tiempo que
debemos dar a los asuntos con Dios. Cada día de vida, que Dios nos da, es un
tiempo de oportunidad, para ocuparnos de nuestra salvación.
P. Martha A. de González
Bogotá, Abril 4 2011
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