PRESTACIÓN FARMACÉUTICA ESPECIALIZADA EN

Anuncio
PRESTACIÓN FARMACÉUTICA ESPECIALIZADA EN CENTROS
SOCIOSANITARIOS
Introducción. Determinantes demográficos y dependencia.
El usuario sociosanitario es la persona que requiere de una atención
simultánea del sistema sanitario y social ante un determinado proceso. Dicha
atención sigue, por regla general, un modelo asistencial basado en una mejora
de sus síntomas y de su autonomía física, psíquica y social; así como del
mantenimiento, en la medida de lo posible, del usuario en su entorno habitual y
además asegurar la mejor calidad de vida posible tanto del usuario como de su
cuidador principal. Se identifican los siguientes tipos de usuarios: personas
mayores, enfermos terminales, personas con enfermedades crónicas evolutivas
y dependencia, enfermos mentales crónicos, grandes minusvalías y personas
con precariedad social y problemas sanitarios.
Las residencias de tercera edad y de discapacitados psíquicos, han
sufrido una evolución en los últimos años. De centros de acogida, regidos por
principios básicos de beneficiencia, pasando por centros para residentes de
baja dependencia con una asistencia sanitaria mínima, pensada como ayuda
paralela a la prestada por el sistema nacional de salud, hasta constituir en
estos momentos, debido al aumento del grado de dependencia y a la
cronificación de las enfermedades, residencias o centros sociosanitarios que
atienden, aunque manteniendo una importante heterogeneidad, a un paciente
con problemas de salud cada vez más complejos, con necesidad de cuidados
múltiples que se sitúan a medio camino entre el hospital y el domicilio. La
demanda de cuidados sanitarios a las personas con dependencia y a sus
cuidadores se ha venido incrementando de forma notable y seguirá
aumentando a fuerte ritmo en los próximos años.
Aunque el aumento de la prevalencia de las situaciones de dependencia
aumenta con la edad, a partir de los 50 años ese incremento se acelera de
forma notable, siendo el grupo de población con mayor prevalencia de
dependencia y, por tanto, el mayor consumidor de recursos, el de mayores de
80 años.
En las últimas décadas la población mayor española ha experimentado
un crecimiento considerable pasando de 3,3 millones de personas en 1970
(9,7% de la población total) a más de 6,6 millones en 2000 (16,6%). La
evolución prevista para el año 2026 es que el 21,6% de la población será
mayor de 65 años y que el 31% de estos será mayor de 80 años (6,8% de la
población total).
A su vez, conviene recordar la cada vez mayor necesidad de atención
sanitaria de los pacientes con discapacidad física o mental independientemente
de la edad. La elevada utilización de medicamentos, muchos de ellos
relacionados con un riesgo elevado de producir problemas relacionados con la
medicación, algunos de ellos sujetos a distintos sistemas que intentan regular o
controlar su uso, hacen necesario el desarrollo de programas que incidan en un
uso racional, efectivo y seguro que incluya además información precisa a su
entorno familiar y/o cuidador.
A pesar de que la atención a la dependencia se enmarca básicamente
en el ámbito de los servicios sociales, existe una fuerte relación con al ámbito
sanitario a nivel de la prevención de los problemas de salud que pueden
ocasionar o agravar un proceso de dependencia y en el cuidado de las
enfermedades crónicas y procesos agudos que estas personas pueden
padecer. Salvo excepciones, nos encontramos con una escasa coordinación
y/o integración de los recursos sociales y sanitarios que afecta directamente al
cuidado que recibe la persona con un mayor grado de dependencia y
necesidad de recursos sanitarios que precisa de institucionalización.
Paciente institucionalizado de alta dependencia y Centro Sociosanitario
El paciente sociosanitario institucionalizado se caracteriza, en relación
con la farmacoterapia, por padecer un determinado grado de dependencia
física y/o psíquica, numerosas enfermedades crónicas que precisan de un
número elevado de medicamentos y, en el caso del paciente geriátrico, los
cambios derivados del envejecimiento que afectan a la farmacocinética y
farmacodinamia de los medicamentos. Esta situación obliga a la instauración
de tratamientos complejos que dificultan la adherencia del paciente y exigen la
realización de un adecuado seguimiento clínico. Por todo ello, no es de
extrañar, que el paciente institucionalizado presente un mayor riesgo de sufrir
problemas relacionados con la medicación en general. A modo de ejemplo,
puede servir el dato de que el porcentaje de pacientes ancianos
institucionalizados que consumen un medicamento considerado inadecuado
prácticamente duplique al de los pacientes ancianos no institucionalizados.
En
este
sentido,
este
mayor
riesgo
de
sufrir
morbilidad
farmacoterapéutica es debido a las propias características del paciente
relacionadas con la farmacoterapia pero también, por las deficiencias
organizativas del sistema sanitario en este ámbito de atención que conllevan
dificultades en la accesibilidad a los servicios, duplicidades de los servicios
médico y/o farmacéutico según comunidades autónomas y, sobre todo, falta de
coordinación o integración efectiva entre los diferentes niveles asistenciales
que faciliten la calidad y equidad en la atención a estos pacientes.
Así, y a diferencia del paciente ambulatorio, el paciente institucionalizado
en un centro sociosanitario se encuentra dentro de una estructura que le
procura una atención que intenta minimizar su dependencia para las
actividades de la vida diaria pero también unos cuidados sociales y sanitarios
por parte de un equipo interdisciplinar. Esta realidad obliga a la instauración de
procesos de trabajo que garanticen el adecuado cuidado de cada uno de los
pacientes, desde el desarrollo de una historia clínica o sociosanitaria hasta,
desde un punto de vista farmacéutico, los procesos de adquisición,
dispensación y administración de los medicamentos. En este sentido, la
incorporación de herramientas de gestión farmacoterapéutica como el sistema
de guía farmacoterapéutica, sobradamente contrarrestadas tanto en el ámbito
hospitalario como sociosanitario, se considera esencial como primer paso hacia
la mejora del cuidado del paciente en lo referente a su farmacoterapia.
La incorporación del farmacéutico a este equipo, normalmente formado
por un médico, personal de enfermería, un psicólogo, un fisioterapéuta, una
trabajadora social y personal auxiliar, debe hacerse siempre con la capacidad y
voluntad de colaborar en la mejora de la calidad de vida de estos pacientes y,
por tanto, con el compromiso de compartir la responsabilidad en aquellos
procesos en los que la participación del farmacéutico sea requerida.
La necesidad de hacer efectiva una atención especializada dirigida a la
población institucionalizada, principalmente ancianos con patologías crónicas y
dependencia y discapacitados psíquicos, es una oportunidad para el desarrollo
de la profesión hacia otros niveles asistenciales. En este sentido, es primordial
conocer las características del entorno y ser capaces de adaptar los
procedimientos propios de nuestra actividad hospitalaria a la realidad de un
centro sociosanitario y, sobre todo, de orientar nuestra actividad diaria a cubrir
las necesidades del paciente.
Legislación y Modelos de Atención Farmacéutica
En los últimos años, la preocupación por la atención del paciente
institucionalizado está aumentando progresivamente aunque hasta el momento
no existe un modelo de atención sanitaria dirigido a este paciente para el
conjunto del estado. Por el contrario, todas las comunidades autónomas han
incluido en sus respectivos textos legales relacionados con la ordenación
farmacéutica la regulación de la prestación farmacéutica en centros
sociosanitarios, entendiendo que estos pacientes precisan de una asistencia
específica y adaptada a las características de la dependencia aunque, en
realidad, pocas lo han regulado y desarrollado.
Por norma general, estas leyes o normas básicamente regulan el
suministro
de
medicamentos
por
parte
de
las
distintas
estructuras
farmacéuticas (servicio de farmacia hospitalario, servicio de farmacia
sociosanitario, servicio de farmacia de atención primaria, oficina de farmacia,
depósitos de medicamentos y botiquines). Los factores que marcan el lugar
desde donde el farmacéutico debe desarrollar sus actividades en este ámbito
asistencial son, por norma general, el número de camas y la titularidad pública
o privada del centro.
En la práctica, en los últimos años asistimos a una gran variedad de
modelos de suministro y atención farmacéutica, situación propia de un estado
descentralizado en materia sanitaria, pero también debido a una falta clara de
criterios que clarifiquen qué sistema de suministro, dispensación y atención
farmacéutica es el más eficiente en este ámbito de atención en términos tanto
económicos como clínicos y asistenciales.
El ámbito sociosanitario de las residencias de tercera edad para
pacientes de elevada dependencia, con su actual estructura y organización,
dependiente en su mayoría de servicios sociales, tiene unas características que
hacen difícil la instauración de las distintas propuestas sobre prestación
farmacéutica. Encontramos residencias de titularidad privada, con y sin ánimo
de lucro, con y sin plazas concertadas, residencias públicas y
residencias
públicas con gestión privada (concesión administrativa de la gestión). Así,
como resultado de esta variedad, la mayoría de comunidades autónomas están
introduciendo modelos mixtos, es decir, un reparto de la prestación entre la
farmacia especializada y la oficina de farmacia en función de la titularidad de la
residencia o el número de plazas.
En este sentido, conviene recordar una serie de características y/o
condicionantes
respecto
de
la
atención
que
reciben
los
pacientes
institucionalizados:
•
La organización de estos centros no ha experimentado una evolución
paralela para cubrir las crecientes necesidades sanitarias de estos
pacientes. En este sentido, salvo excepciones, la atención sanitaria
prestada no se encuentra integrada, o sólo de forma parcial, en las
estructuras del Servicio Nacional de Salud.
•
La asistencia farmacéutica, en realidad la sanitaria en su conjunto,
independientemente de la titularidad del centro, es una prestación
pública.
•
La elevada y creciente cantidad de residencias, y por tanto, de pacientes
institucionalizados, hace difícil por no decir imposible, al menos en
algunas comunidades autónomas, dirigir la prestación farmacéutica
únicamente desde servicios de farmacia hospitalarios o establecidos en
los propios centros sociosanitarios.
•
La oficina de farmacia está orientada principalmente a la dispensación
de los medicamentos al paciente ambulatorio en la propia oficina.

La práctica del seguimiento farmacoterapéutico exige una orientación
asistencial, tal y como se concibe hoy en día un servicio hospitalario,
que difícilmente puede ir acompañado del interés comercial inherente a
la relación centro sociosanitario-oficina de farmacia.

Los servicios de farmacia hospitalarios, o establecidos en el centro
sociosanitario, al aplicar las herramientas de gestión propias de la
farmacia hospitalaria, logran un ahorro del 40-60% de la factura de
medicamentos respecto al que se generaría a través del sistema de
receta.
Objetivos de los Servicios de Farmacia Hospitalaria en la atención al
paciente sociosanitario
Dada la situación actual de la atención sanitaria en los centros
sociosanitarios, el desarrollo de una prestación farmacéutica de calidad y
equitativa para todos los usuarios de estos centros es difícil si no se incluye
dentro de cambios más importantes a nivel estructural y organizativo.
En este sentido, desde un punto de vista sanitario, las necesidades
asistenciales deberían ser los factores que dirigieran al paciente al recurso
sociosanitario más adecuado para su cuidado: hospitalización domiciliaria,
hospital de asistencia a crónicos de media y larga estancia, residencias de
tercera edad para pacientes de elevada dependencia etc. El principal problema
radica en la no integración de los recursos sociosanitarios que impide un mejor
aprovechamiento de estos recursos y la falta de continuidad de los cuidados
prestados.
De esta forma, los objetivos que desde la farmacia hospitalaria se
plantean incluyen tanto los aspectos legislativos que regulan las líneas básicas
de ordenación y prestación farmacéutica como los posibles modelos y procesos
que facilitan la incorporación del farmacéutico especialista al cuidado del
paciente sociosanitario.
a) Fortalecer desde el punto de vista legislativo el desarrollo de la
atención farmacéutica especializada en el ámbito sociosanitario
Actualmente, la Ley de garantías y uso racional de los medicamentos y
productos sanitarios no menciona la prestación farmacéutica en este ámbito de
atención. A su vez, las estructuras farmacéuticas desarrolladas son los
servicios de farmacia hospitalarios, los servicios de atención primaria y las
oficinas de farmacia. Por tanto, queda para regulación autonómica tanto el
desarrollo legal de la prestación farmacéutica sociosanitaria como la posibilidad
de crear servicios de farmacia propios de este ambito.
b)
Promover
que
la
atención
sanitaria
prestada
al
paciente
institucionalizado de alta dependencia, o con importantes problemas de
salud, esté integrada en el servicio autónomo de salud.
Independientemente del modelo de prestación farmacéutica elegido,
este debe ser desarrollado y regulado desde el sistema autónomo de salud.
Los servicios de farmacia establecidos en centros sociosanitarios deben estar
integrados en la estructura sanitaria de cada comunidad autónoma,
participando de los distintos programas de atención y/o
políticas de uso
racional de los medicamentos para que alcancen al paciente institucionalizado.
c)
Promover
el
desarrollo
de
modelos
de
prestación/atención
farmacéutica dirigidos al paciente institucionalizado desde los principios
básicos de calidad y equidad.
El reparto de la prestación farmacéutica con criterios técnicos y no
sanitarios entre los servicios de farmacia hospitalaria y las oficinas de farmacia
no parece un sistema adecuado que garantice la equidad asistencial.
En este sentido, entendiendo la magnitud de la población a atender,
puede ser necesario contar con todos los estamentos farmacéuticos (oficinas
de farmacia y servicios de farmacia, independientemente de su ubicación). Si
esta situación es requerida, debe desarrollarse un modelo dirigido/coordinado
desde la farmacia especializada, que delimite las competencias de cada uno de
ellos, y que posibilite la instauración de herramientas de gestión y uso racional
de los medicamentos (guía farmacoterapéutica) y de programas de actuación y
seguimiento
farmacoterapéutico
para
el
conjunto
de
pacientes
institucionalizados.
d)
Facilitar la incorporación del farmacéutico
interdisciplinar y el desarrollo de sus funciones.
en
el
equipo
e)
Promover la incorporación de sistemas de calidad en los procesos
relacionados con la utilización de medicamentos e información al
paciente, cuidador y personal sanitario.
f)
Promover programas de atención y seguimiento farmacoterapéutico
Descargar