¿Eres inteligente? ¿Para qué? Usualmente el coeficiente de inteligencia (CI) se define como un índice global resultante de una serie de pruebas. Aunque el tradicional test de Binet-Simon fue cuestionado en los últimos años, la idea de personas más o menos inteligentes sigue vigente hoy. Pero el número global no es la única opción. Te presentamos un enfoque diferente, con consecuencias directas en la gestión de negocios. ¿Vamos?. ¿100, 130, 140? La idea central del Binet-Simon apunta a comparar resultados desde un promedio de 100 puntos. Quienes obtienen un puntaje menor muestran una inteligencia por debajo del promedio, quienes logran hasta 130 puntos son considerados “muy inteligentes” y sobre esa cifra entran en la categoría de “superdotados”. Pero los que llevan buen tiempo en empresas observan otra cosa. Personas calificadas con un CI excelente en la selección, a poco de instalarse pueden andar a los tumbos en la organización; y otros que los evaluadores observan por su bajo CI, logran una carrera brillante en su área. ¿A quién creerle?. En la controversia caen bajo sospecha desde los métodos hasta la capacidad de la cultura para incluir personas con un buen nivel intelectual. Quien tenga buen poder de observación habrá notado que en la práctica existen otras variables del desempeño en la empresa. Algunas personas con excelente capacidad lógico-matemática, con vocaciones tecnológicas o financieras volcadas a un notable desempeño en su especialidad, tropiezan con penosos balbuceos en las presentaciones públicas o transpiran cuando deben redactar un informe. Otros que pueden seducir a un auditorio hostil y se mueven como peces en el agua en reuniones complejas, no logran calcular un porcentaje ni ordenar sus archivos personales. Todos pueden demostrar un CI brillante, aunque a medida que ascienden en su carrera profesional, deben enfrentar circunstancias que en ocasiones les provocan pánico. El problema es que la creciente integración de las áreas internas ya no ofrece la protección de los antiguos “feudos”, donde las competencias laborales predominantes respondían a la especialidad del sector y el resto se disimulaba. La tendencia apunta a valorizar cada vez más las habilidades que antes se consideraban secundarias, especialmente para los puestos con personas a cargo. 1 Inteligencias múltiples En 1983 Howard Gardner, integrante de la Escuela Superior de Educación de Harvard, publicó su primera versión de Frames of Mind, dando origen a lo que se conoce como la Teoría de las Inteligencias Múltiples. 1 La cantidad de material publicado desde esa fecha es enorme y el impacto de este enfoque ha sido muy significativo en el campo de la educación. La idea central de esta teoría es muy simple y está vinculada al más sencillo sentido común: La inteligencia se expresa en diferentes campos de habilidades, que Gardner define bajo siete áreas de experiencia. La importancia de este enfoque para la educación escolar, aunque también para la capacitación y el desarrollo en las empresas, reside en que es posible identificar esas áreas universales, para aprovechar los mejores canales de comprensión en cada persona. Veamos el inventario de inteligencias múltiples para adultos. Inteligencia lingüística: Capacidad de leer, escribir y conversar expresándose con comodidad y desarrollando niveles de lenguaje adecuados a las exigencias del contexto. Inteligencia lógicológico- matemática: Habilidad de moverse en el mundo de las secuencias lógicas con fluidez y sentido lúdico. Placer por las fórmulas y las explicaciones numéricas. Inteligencia espacial: Sensibilidad a las imágenes y los colores. Capacidad de dibujar objetos, esquemas y “mapas conceptuales” que simplifican gráficamente ideas complejas. Inteligencia corporalcorporal - kinética: Orientación al movimiento, los deportes y actividades físicas. Tendencia a moverse o caminar para construir ideas. Inteligencia musical: Disposición al canto, la música y/o la ejecución de instrumentos musicales. Preferencia por la estética musical, con buena memorización de letras y melodías. I nteligencia interpersonal: Condiciones para establecer relaciones profundas con otros. Vocación por la amistad duradera. Facilidad para la empatía con clientes y colaboradores. Inteligencia intrapersonal intrapersonal: Aptitud para la meditación y la reflexión solitarias. Práctica frecuente de balances sobre las propias debilidades y fortalezas. Sentido autocrítico. Todas las personas cuentan con esas capacidades, más o menos desarrolladas. Es poco probable que alguien destaque sólo en una y mantenga el resto latente. Cada persona desarrolla una combinación de sus inteligencias preferidas y tiene más de una que podría incentivar. 1 Ver Gardner, Howard. Inteligencias múltiples; la teoría en la práctica. Bs. As., Paidós. 2011 2 Consecuencias prácticas La pregunta básica sobre este tema es: ¿para qué me sirve concretamente este enfoque?. Bien. Te sirve para dos fines muy útiles: potenciar tu capacidad de resolver problemas, de cualquier tipo; y llegar mejor, hacerte entender, o influir en las personas con las que interactúas cotidianamente. Seguramente para enfrentar tus problemas habituales en la empresa te enfocas en algunas de las siete inteligencias, las que tienes más desarrolladas. Es natural que elijas los caminos que transitas con mayor seguridad y comodidad. Todo el mundo hace lo mismo. Si recorres mentalmente la naturaleza de los problemas que atiendes, podrás detectar algunos que resultan más complejos de resolver. Anota el título de cada problema. Luego con calma analízalos y escribe al lado de cada uno el tipo de inteligencia que utilizas para resolverlos. A continuación, repasando la lista de todas las inteligencias, imagina cuál de las siete que no utilizas podría servirte para lograr una solución más eficiente, fácil o duradera. La técnica es rudimentaria pero en la mayoría de los casos funciona. Veamos la otra finalidad, que sigue un esquema parecido. Para llegar mejor o convencer a cierto tipo de interlocutor, habitualmente utilizas algunas inteligencias y descartas otras. Aquí la pregunta es: ¿cuál es la inteligencia preferida por mi público?; ¿es la que yo mejor manejo u otra? Por ejemplo, algunas presentaciones .ppt se organizan con datos numéricos, muchos datos en tablas o estadísticas minuciosas, siguiendo la inteligencia más cómoda para el presentador, aunque no siempre ese enfoque coincide con lo que mejor entiende su público. Cuando no hay certeza sobre las inteligencias que prefiere el auditorio, lo ideal es organizar una combinación balanceada de datos numéricos claves, textos sintéticos e imágenes que acompañen el mensaje, siguiendo los criterios estéticos de moda en ese contexto. • Una de las técnicas que utilizamos en las entrevistas de Coaching Focal , consiste en identificar el tipo de inteligencia que prefiere la persona asistida (lingüística, numérica o gráfica). Con esa información, los argumentos o explicaciones son presentados del modo que mejor sintoniza el cliente, ahorrando tiempo y ganando profundidad en los resultados. Las inteligencias múltiples también ayudan al trabajo en equipo. La adecuada integración de diferentes estilos genera una combinación infalible que fortalece las capacidades totales del grupo, aprovechando la diversidad de inteligencias destacadas por sus integrantes. Las siete inteligencias son legítimas. Ninguna es mejor que otra y todas hacen su aporte para un desempeño laboral exitoso. Cada una forma parte de la herencia filogenética de la especie humana, por lo que incentivarlas no es tan difícil aunque requiere interés y persistencia. Afortunadamente siempre existe la posibilidad de seguir creciendo, como profesionales y como personas. • 3