editorial - Elsevier

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Revista de
VOL. XXII – ENERO-MARZO 2002
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EDITORIAL
L
a logopedia es una disciplina que no deja de sorprendernos y apasionarnos por su
alto nivel de complejidad. Aborda el lenguaje, que es uno de los procesos psicológicos
más complejos del ser humano, entrando en contacto con muchas otras disciplinas como
la neurología, la psicología, la pedagogía, la audiología, etc.
El ejercicio de la logopedia resulta enriquecedor tanto para quienes se dedican a la
práctica como para quienes ejercen de forma prioritaria la investigación. El provecho no
es únicamente conceptual sino también personal, ya que promueve una actitud flexible ante
las personas y una reflexión multidisciplinaria ante la mayoría de aspectos estudiados.
El trabajo sobre los aspectos psicológicos de la persona con fisura palatina es una
buena muestra de la necesidad de un enfoque multidisciplinario. La persona con fisura
palatina, al igual que las que padecen otros síndromes malformativos faciales, debe
elaborar y construir su propia identidad a la vez que adquiere y mejora el habla y el lenguaje. Se trata de dos aspectos indisociables, (causa/consecuencia) que conviene también abordar de forma conjunta.
En este tipo de tratamiento es absolutamente evidente que el objetivo del logopeda es
la persona con fisura palatina y su lenguaje; de forma conjunta y no disociada. Tiene que
ver con las relaciones entre afectividad y lenguaje.
El trabajo sobre el desarrollo del vocabulario y la deficiencia auditiva, además de
constatar de forma empírica las repercusiones de las hipoacusias leves y moderadas sobre el desarrollo del lenguaje, sugiere de forma incuestionable la importancia de la atención precoz en los niños con deficiencia auditiva, independientemente del grado de pérdida que presenten.
Es sabido que la atención temprana en los sordos profundos está considerada como
una variable/pronóstico importantísima, a la que toda institución especializada otorga
un papel fundamental. Pero en el caso de las hipoacusias leves y/o moderadas, una intervención temprana redunda en una acción preventiva, evitando retrasos no sólo del lenguaje sino también escolares y en definitiva fracasos personales.
Finalmente el trabajo sobre la prueba MICS para la evaluación de las interacciones
comunicativas madre-hijo, parece aunar las aportaciones de los otros trabajos. Por una
parte el necesario rigor científico que debe acompañar la actuación logopédica, analizando una interesante prueba para la evaluación; la importancia del conocimiento y trabajo en las edades tempranas; y también la base afectiva del lenguaje, imprescindible
para su adquisición y desarrollo, que tiene su punto de partida en las interacciones comunicativas entre madre-hijo.
He ahí la grandeza y amplitud de nuestra profesión.
Rev Logop Fon Audiol 2002; XXII(1): 1
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