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P. ÁNGEL PEÑA O.A.R.
EL MEDIO MÁS FACIL Y MÁS RAPIDO PARA
OBTENER LA SALVACION ETERNA
LIMA – PERÚ
EL MEDIO MÁS FACIL Y MÁS RAPIDO PARA
OBTENER LA VIDA ETERNA
Nihil Obstat
P. Ignacio Reinares
Vicario Provincial del Perú
Agustino Recoleto
Imprimatur
Mons. José Carmelo Martínez
Obispo de Cajamarca (Perú)
ÁNGEL PEÑA O.A.R.
LIMA – PERÚ
2
INTRODUCCIÓN
En este folletito queremos exponer de modo claro y sencillo
algunas devociones católicas que han sido aprobadas por la Iglesia y
que tienen el aval y el visto bueno de las autoridades, especialmente la
devoción de los cinco primeros sábados y de los nueve primeros
viernes de mes.
Todos los católicos deben tomarlas en serio y practicarlas para
así garantizar su salvación eterna, que es el asunto más importante de
la vida. ¿De qué sirve ganar el mundo entero, si perdemos el alma?
(Mt 16, 26).
Me sentiría muy feliz, si, al menos, una sola persona hiciera
caso de mis recomendaciones y tomara en serio los mensajes de Jesús
y de María al respecto.
Y ojalá que no nos contentemos solamente con salvarnos, sino
en crecer cada día más en amor y santidad; ya que, cuanto más santos
seamos, más felices seremos en este mundo y en el otro por toda la
eternidad.
3
MEDIOS DE SALVACIÓN
Hay varios medios seguros para asegurar la salvación. Por
ejemplo, el escapulario de la Virgen del Carmen. Nuestra Madre la
Virgen María se apareció en Inglaterra el 16 de julio de 1251 a san
Simón Stock, general de la Orden de los carmelitas, y le dio el
escapulario como señal y protección, diciéndole: Recibe, hijo mío,
muy amado, el escapulario de tu Orden, privilegio para ti y para
todos los carmelitas. Quien muriere vistiéndolo, no padecerá el fuego
del infierno.
Claramente, le dice que quien muera llevando con devoción el
escapulario del Carmen irá al cielo. Y esta devoción del escapulario la
han fomentado, desde entonces, todos los Papas. El Papa Pío XII decía
que el escapulario debe ser señal de nuestra consagración a María.
La consagración a María es otro medio importante. Consagrarse
a María es ponerse bajo su manto para que nos proteja y nos defienda
de todo mal y de todo poder del maligno. Es ponernos en sus manos,
como un niño se pone confiadamente en los brazos de su madre,
dejándose llevar por ella sin temor. Es como vivir permanentemente
en el Corazón Inmaculado de María y estar bien cuidados y protegidos
por Ella.
Es conveniente que vivamos esta dependencia total de María,
renovando cada día nuestra consagración con alguna pequeña fórmula
para asimilarla mejor y vivirla con mayor plenitud. Una fórmula
sencilla, que podemos repetir constantemente, podría ser: Soy todo
tuyo, Reina mía, Madre mía, y cuanto tengo, tuyo es. O esta otra muy
conocida: Oh María, Madre mía, yo me consagro del todo a Ti y, en
prueba de mi filial afecto, te consagro en este día mis ojos, mis oídos,
mi lengua, mi corazón, en una palabra, todo mi ser. Y ya que soy todo
tuyo, oh Madre de bondad, guárdame y defiéndeme como a cosa y
posesión tuya. Amén.
4
Por otra parte, vale mucho también la consagración de la familia
a Jesús por María, entronizando el Corazón de Jesús en el hogar.
Entronizar significa colocar una imagen del Corazón de Jesús, como
en un trono, en el lugar más honorable de la casa; de modo que
Jesucristo reine visiblemente en el hogar. Es reconocer que Jesús es el
rey de la familia y que todos están a su servicio y disposición.
Para hacer la entronización de modo solemne, se puede ir en
familia un día a la misa, llevando un hermoso cuadro del Corazón de
Jesús y otro del Corazón Inmaculado de María. Todos se confiesan y
comulgan y, después de la misa, hacen bendecir las imágenes por el
sacerdote y las llevan a su casa. Si no puede asistir el sacerdote, la
madre de familia puede leer una fórmula de consagración a María y,
después, el padre lee la consagración a Jesús por medio de María.
El acto de consagración podría ser con estas o parecidas
palabras:
CONSAGRACIÓN
A
MARÍA
Oh María, Madre de nuestra familia, a tu Corazón Inmaculado
queremos consagrarnos en este día. Queremos ponernos bajo tu
manto y protección para que siempre nos defiendas de todo mal y de
todo poder del maligno. Madre nuestra, Virgen María, defiéndenos de
los peligros, ayúdanos a superar las tentaciones y presérvanos de
todo mal. Y, cuando lleguen los momentos de dolor, sé Tú nuestro
refugio. Y, en los momentos de alegría, llévanos por el camino que
nos conduzca a Dios para serle siempre agradecidos.
Madre nuestra, recibe nuestro humilde acto de consagración.
Tuyos somos y tuyos queremos ser para siempre. Y danos la gracia de
amar a Jesús con todo nuestro corazón y ofrecerle el homenaje de
nuestro amor, especialmente en la Eucaristía.
5
Todos repiten: Soy todo tuyo, Reina mía, Madre mía, y cuanto
tengo tuyo es. Te entrego mi vida y mi amor, mi pasado, mi presente y
mi futuro con todo lo que tengo y todo lo que soy para que ello se lo
presentes a Jesús, que lo recibirá contento de tus manos. Dulce
Corazón de María, sed la salvación mía. Amén.
CONSAGRACIÓN
A
JESÚS
Señor Jesús, queremos proclamarte en este momento como el
Rey y dueño de nuestro hogar y de nuestra familia. Queremos que
reines en nuestras mentes y en nuestros corazones por el amor.
Queremos amarte y adorarte a Ti, Jesús, que siempre nos esperas en
la Eucaristía. Queremos que reines en nuestra vida entera: en
nuestros pensamientos, deseos, sentimientos, palabras, miradas,
obras... Todo es tuyo y todo te lo entregamos para que reines en
nuestro cuerpo y en nuestra alma, pues queremos hacer siempre tu
santa voluntad.
Oh divino Corazón de Jesús, dirige nuestra familia por el
camino del bien, bendice nuestro trabajo y nuestras empresas,
nuestras diversiones, nuestras amistades y todas nuestras actividades
para que Tú seas el primero en todo.
Cúbrenos a todos con tu sangre bendita y protégenos de todo
poder del maligno. Ayúdanos en los momentos difíciles y consuélanos
en nuestras penas.
Sé Tú la alegría de nuestras vidas, porque sin Ti no podemos ser
felices. Te pedimos por nuestros familiares difuntos para que los
tengas en tu gloria. Y, cuando a nosotros nos llegue el momento de la
partida definitiva, reúnenos a todos en tu reino para gozar unidos
contigo en la patria celestial.
Jesús, bendice nuestro hogar. Sé Tú nuestro Rey. Establece en
nuestra casa tu trono para siempre, porque no queremos que reine
6
otro sino Tú. Por eso, con toda la fuerza de nuestro corazón,
queremos decir: ¡Viva por siempre amado, bendecido y glorificado en
nuestro hogar el Corazón divino de Jesús! ¡Venga a nosotros tu
reino! ¡Bendito y alabado seas por siempre Jesús! ¡Bendito seas por
siempre en el Santísimo sacramento de la Eucaristía! ¡A Ti el poder,
el honor y la gloria, por los siglos de los siglos! Amén.
Todos repiten: Oh Jesús, por medio de María me consagro a Ti
y quiero que Tú seas el Señor y el Rey de mi vida. Jesús, yo te amo y
yo confío en Ti. Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.
Pueden estar seguros que Dios bendecirá su hogar, que les dará
fortaleza en los momentos difíciles y les dará mucha alegría y paz en
todo momento. Dios no se deja ganar en generosidad. Por eso, sería de
desear que todos los días hicieran oración en familia, pues la familia
que reza unida permanece unida. Igualmente, orar antes de las
comidas y enseñar a los hijos a rezar al levantarse y al acostarse, sin
olvidarse de la devoción al ángel de la guarda, nuestro gran amigo y
compañero para toda la vida. Desde niños, debemos invocarlo,
diciendo la oración: Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me
desampares ni de noche ni de día. No me dejes solo que me perdería,
asistidme en mi última agonía hasta que descanse en los brazos de
Jesús, José y María.
También es recomendable que los padres, cuando nazcan sus
hijos los consagren a Jesús por María. Es una devoción que practican
en algunos lugares ante una imagen de María y que obtiene abundantes
bendiciones para ellos. Es como entregarlos a María como sus hijos,
para que ella se los entregue y consagre a Jesús.
Igualmente, el día del matrimonio, se les recomienda a los
recién casados que consagren su hogar a María, y por María a Jesús.
Algunos le ofrecen el bouquet como símbolo de su nuevo hogar para
que los cuide y los proteja a lo largo de su vida, sobre todo en los
momentos difíciles, que no faltaran.
7
Además, se recomienda el rezo diario del rosario tal como lo
pide tantas veces nuestra Madre la Virgen en las apariciones de
Lourdes, Fátima, Medjugorje y en otras muchas. Al menos,
recomendar a todos que recen tres avemarías cada día.
En las Revelaciones de santa Matilde se lee que la Virgen María
le prometió asistirla en la hora de la muerte para darle la salvación, si
rezaba tres avemarías cada día. Y esta devoción la han recomendado
algunos Papas como el beato Pío IX, León XIII y otros.
También es importante llevar al cuello la medalla milagrosa.
Nuestra Madre se le apareció a santa Catalina Labouré el 27 de
noviembre de 1830 y le mandó que acuñara medallas tal como la
había visto en una visión. Y fueron tantas y tantas las curaciones y
bendiciones que Dios concedió por intercesión de María a los que
llevaban esta medalla que, por ello, desde entonces, se le llama
medalla milagrosa.
Hay otras devociones que nos pueden ayudar mucho en la vida
espiritual, como celebrar con solemnidad triduos o novenas en las
principales fiestas de Jesús o de María; celebrar con especial devoción
el mes de mayo en honor de María, hacer peregrinaciones, asistir a
procesiones; pero, sobre todo, asistir diariamente a la misa para poder
recibir el abrazo de Jesús en la comunión o, al menos, visitarlo
diariamente en una capilla o iglesia; si es posible, donde haya
Exposición solemne del Santísimo sacramento.
Otra devoción valiosa es tener en casa una imagen del Señor de
la misericordia o llevar con nosotros una estampa del Señor de la
misericordia, pues Jesús le prometió a santa Faustina: TE PROMETO
que el alma que venere esta imagen no perecerá. También te prometo
ya aquí en la tierra la victoria sobre el enemigo y, sobre todo, a la
hora de la muerte1
1
Diario del 22 de febrero de 1931.
8
Algo parecido le prometía también Jesús a santa María
Margarita de Alacoque con relación a la imagen del Sagrado Corazón
de Jesús. Le decía: Bendeciré los lugares donde la imagen de mi
Corazón sea expuesta y honrada2.
EL
MEDIO MÁS FÁCIL Y RÁPIDO DE SALVACIÓN
Hemos anotado algunos medios prácticos de salvación eterna,
pero hay un medio mucho más fácil, sencillo y, sobre todo, más rápido
para garantizar la salvación eterna. Me refiero a la devoción de los
cinco primeros sábados o de los nueve primeros viernes de mes.
Nuestra Madre le decía a Lucía de Fátima el 10 de diciembre de
1925: Mira, hija mía, mi Corazón, cercado de espinas, que los
hombres ingratos me clavan continuamente con sus blasfemias e
ingratitudes. Tú, al menos, procura consolarme y di a todos aquellos
que, durante cinco meses, el primer sábado, se confiesen, reciban la
santa comunión, recen el rosario y me hagan quince minutos de
compañía, meditando en los misterios del rosario con el fin de
desagraviarme, que yo les prometo asistirles en la hora de la muerte
con todas las gracias necesarias para la salvación3.
En estas palabras, la Virgen dice: les prometo. Y María no
miente, cumple su palabra. Sólo hace falta confesar (aunque puede ser
una semana antes), comulgar, rezar el rosario y meditar quince
minutos en los misterios del rosario. ¿Puede haber algo más fácil y
sencillo? Si cumplimos esta devoción una vez en la vida, estamos
seguros de que María, en el último momento, obtendrá de Jesús el
arrepentimiento final, si lo necesitamos. Y Dios nos salvará, aunque
tengamos que pasar por el purgatorio.
Por eso, es sumamente importante que los papás recomienden
esta devoción a sus hijos, especialmente cuando son pequeños y han
2
3
Carta a la Madre Saumaise del 24 de agosto de 1685 y carta al padre Croiset del 10 de agosto de 1689.
Lucía de Fátima, Memorias de Lucía, Ed. Sol de Fátima, Madrid, 1974, p. 168.
9
hecho la primera comunión. Lo mejor que pueden desear los papás
para sus hijos es su salvación eterna y, si después de hacer la primera
comunión, les acompañan el primer sábado de cinco meses seguidos a
comulgar y rezar el rosario, ya tienen garantizada su salvación, por si
acaso en su vida de adultos se van por mal camino o pudieran llegar a
renegar de Dios. Así los papás pueden morir tranquilos, habiendo
velado por la salvación eterna de sus hijos.
Algo parecido es la devoción de los nueve primeros viernes de
mes que Jesús, prometió a santa Margarita María de Alacoque. Ella
escribió en una carta a la Madre Saumaise, en mayo de 1688, lo que le
había dicho Jesús: Te prometo en la excesiva misericordia de mi
Corazón que su amor omnipotente concederá a todos los que
comulguen nueve primeros viernes de mes seguidos la gracia de la
penitencia final, no morirán en mi desgracia y sin haber recibido los
sacramentos. Mi divino Corazón será su refugio seguro en los últimos
momentos4.
Aquí solo se pide confesar (aunque sea una semana antes) y
comulgar el primer viernes de nueve meses seguidos. Jesús dice TE
PROMETO y no podemos dudar de su palabra. Y habla de que no
morirán en mi desgracia y sin haber recibido los sacramentos. O sea
que estarán bien preparados con los sacramentos en los últimos
momentos de su vida.
¿Se puede regalar la salvación de modo más sencillo? ¿Por qué
no tomamos en serio las promesas de Dios?
La Iglesia, con su autoridad, recomienda esta devoción. El que
no quiere hacer caso de estos ofrecimientos tan fáciles, quizás un día
muera sin arrepentimiento o quizás no tenga tiempo para ello.
Aprovechemos esta oportunidad y cumplamos esta devoción, al
menos, una vez en la vida. Una recomendación fundamental es no
guardar este tesoro para nosotros solos, sino fomentar estas devociones
de los primeros sábados o de los primeros viernes en todos los amigos,
4
Santa Margarita María de Alacoque, carta a 87 a la Madre Saumaise.
10
vecinos, conocidos y por todos los medios posibles de comunicación,
para que estos mensajes lleguen al mundo entero.
EJEMPLO
La Virgen nuestra Madre se le apareció a Bruno Cornacchiola y
a sus tres hijos el 12 de abril de 1947 a las afueras de Roma, en el
lugar llamado Tre Fontane (tres fuentes). Había sido bautizado y
había hecho su primera comunión, pero no era católico practicante. En
1936, por insistencia de su novia, aceptó casarse por la Iglesia, pero en
la sacristía de su parroquia y, por supuesto, sin confesarse ni comulgar.
Su esposa consiguió que cumpliera la devoción de los nueve primeros
viernes de mes. Después se fue voluntario a luchar a la guerra civil
española, donde un amigo protestante alemán le inculcó el odio al
Papa y a la Iglesia católica. Al regresar, era un feroz anticatólico y
cogió todos los rosarios y libros religiosos, incluido un crucifijo, y los
rompió y los quemó. Después entró a formar parte de la secta de los
adventistas, siendo un miembro muy activo.
El día en que se le apareció la Virgen, estaba preparando un
sermón contra la Inmaculada Concepción, María le dijo: Yo soy la que
estoy en la Trinidad divina... Soy la Virgen de la Revelación. Tú me
persigues: ¡Ya basta! Entra en el redil santo. Te han salvado los
nueve primeros viernes de mes del Sagrado Corazón que hiciste antes
de entrar en el camino de la mentira. Obedece la autoridad del Papa5.
A partir de ese día, Bruno Cornacchiola, con sus 34 años,
renunció a su fe adventista y retornó a la Iglesia católica, siendo un
fiel cristiano hasta su muerte. La Virgen se le apareció unas 26 veces
más y él dedicó su vida a predicar, hablando a todos del amor a María,
a Jesús Eucaristía y a la Iglesia. Actualmente, en Tre Fontane (Roma)
hay un gran santuario construido en 1957 y suponemos que Bruno está
en el cielo, pues, como le dijo María: Te han salvado (no sólo del
infierno, sino también del error) los nueve primeros viernes del
5
Tentori Angelo María, La bella Signora delle tre fontane, Ed. Paoline, Milano, 2000, p. 32.
11
Sagrado Corazón que hiciste antes de entrar en el camino de la
mentira.
LA CONVERSIÓN
Todo lo dicho anteriormente no quita la necesidad de
convertirnos y de ayudar a los demás. La conversión personal es un
proceso del día a día. Nadie puede decir que está ya suficientemente
convertido y que ya no puede mejorar más. Nadie puede decir que es
suficientemente bueno y que ya no necesita más. No, el camino hacia
Dios es un camino infinito en el que hay que caminar cada día,
avanzando hacia adelante.
Cuanto más santo es uno, más podrá ayudar a los demás con su
ejemplo, oraciones y sacrificios. Y Dios puede darles gracias
extraordinarias con las que puedan conseguir su conversión y
arrepentimiento final. Por eso, decía nuestra Madre en Fátima: Orad y
haced sacrificios por los pecadores, porque hay muchas almas que
van al infierno, porque no hay quien se sacrifique ni ore por ellas6.
El ir a misa todos los días, rezar el rosario y tener momentos de
adoración ante el Santísimo Sacramento, son prácticas importantes
para nuestro crecimiento espiritual. Ahora bien, todos debemos llevar
una vida digna de cristianos, evitando todo pecado grave, porque la
mejor garantía de salvación es llevar una vida de auténticos cristianos.
Y toda postergación de conversión es un mentirnos a nosotros mismos
de que queremos salvarnos.
A este respecto, decía muy bien el gran teólogo Ladislaus Boros:
Nadie se salva o se pierde por un acaso. No puede ser que alguien se
pierda eternamente por casualidad, porque durante su vida nunca
llegó a saber nada exacto acerca de Dios, porque nació en el seno de
una familia en que nunca experimentó lo que es amar y que, por lo
6
Lucía de Fátima, Memorias de Lucía, Ed. Sol de Fátima, Madrid, 1974, p. 149.
12
mismo, tampoco nunca pudo tener una verdadera vivencia del Dios,
que es amor. Tampoco puede perderse para siempre quien no creyó
en un Dios a quien concibió puramente como fruto de una ley o como
un tirano que lo rechazaba... Nadie es condenado sin haberse
decidido con todo su ser en total claridad y en plena conciencia
contra Cristo. Pero tampoco nadie se salva sin haber abrazado a
Cristo voluntariamente con todas las hilachas de su espíritu...
¿Qué es lo que nos la seguridad de que en el momento de la
muerte habremos de tomar la decisión verdadera?... No hay otra
medida que nuestra sincera conversión. Lo que quisiéramos ser en la
eternidad, debemos comenzar a serlo ya ahora mismo. Nuestra
conversión definitiva debe sembrarse de conversiones parciales ya
desde ahora… Debemos convertirnos ahora mismo, si sinceramente
anhelamos la conversión en el momento de la muerte. Toda
postergación de esta conversión previa es una mentira existencial7.
Ciertamente, si queremos salvarnos, debemos vivir ya desde
ahora una vida de salvación y de amor a Dios y a los demás.
Lamentablemente, hay muchos que viven, como si Dios no existiera,
porque no creen en Él, pero ¿si existe? ¿Quién podrá hacerles
recuperar el tiempo perdido de haber vivido sin amarlo?
Decía Blas Pascal: Tú no puedes permanecer indiferente. Debes
apostar. Estás embarcado en la vida y debes decidir: O Dios existe o
no existe. ¿Qué escoges? Tú debes escoger necesariamente, no puedes
eludir la cuestión. Piensa bien lo que ganas y lo que pierdes en la
apuesta. Si ganas, ganas todo; si pierdes, pierdes todo. Apuesta
porque Dios existe sin vacilar8.
7
8
Ladislaus Boros, en revista Misión abierta, Nº 10, noviembre de 1972, pp. 517-527; puede leerse su
libro Meditaciones teológicas.
Pensamientos de Pascal, sec 3, 233.
13
CÓMO IR DIRECTAMENTE AL CIELO
Para que después de la muerte vayamos directamente al cielo sin
pasar por el purgatorio es preciso obtener una indulgencia plenaria.
Las indulgencias plenarias pueden aplicarse a uno mismo o a las
almas del purgatorio. Actualmente, la Iglesia permite ganar sólo una
indulgencia plenaria al día. ¿Qué es la indulgencia plenaria? Cancelar
la pena temporal debida por nuestros pecados. Es decir, una vez que
los pecados han sido perdonados por la confesión sacramental, quedan
los restos o consecuencias de los pecados cometidos, que hay que
purificar, sanar o cancelar en el purgatorio. Si se consigue una
indulgencia plenaria quiere decir que todas las deudas debidas por
nuestros pecados quedan canceladas y con el alma totalmente limpia,
podemos ir directamente al cielo.
¿Cómo conseguirlo? Primero, confesando bien y pidiendo en el
último día de la vida al sacerdote que nos dé la bendición apostólica a
la cual va aneja una indulgencia plenaria. Ahora bien, uno puede
pensar que podría no tener tiempo de nada, pues podría morir de
infarto o de accidente o simplemente por una enfermedad que no le
permita darse cuenta de nada o quizás estando en coma.
En estos casos, si hemos cumplido la devoción de los nueve
primeros viernes, tenemos la seguridad y la promesa de Jesús de que
no morirán en mi desgracia ni sin haber recibido los sacramentos.
Esto quiere decir que Dios hará que, al menos, se pueda recibir
el sacramento de la unción de los enfermos con la absolución de los
pecados y la bendición apostólica (a la que acompaña la indulgencia
plenaria). Todo ello se puede recibir, aunque estemos inconscientes.
Pero probablemente Dios nos dará la vida hasta poder recibir
conscientemente los últimos sacramentos de la Iglesia, sobre todo, si a
lo largo de la vida le hemos pedido esta gracia por medio de san José,
el patrón de la buena muerte; y, si hemos rezado con devoción el
avemaría, diciendo: Ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora
de nuestra muerte. Amén.
14
Si estamos conscientes en los últimos momentos, podemos
nosotros mismos aplicarnos la indulgencia plenaria, aunque no hubiera
sacerdote, dándonos la bendición apostólica, si estamos arrepentidos
de nuestros pecados, y pidiendo la gracia de la indulgencia plenaria.
La única condición que ponía el Papa Pablo VI es con tal de que
durante la vida hubieran rezado habitualmente algunas oraciones. Y
recomendando que se use una cruz o un crucifijo para darse la
bendición.
Con toda seguridad, Dios nos va a cuidar en esos últimos
momentos y nos concederá la gracia de tener un sacerdote para
prepararnos al viaje del más allá. Esto lo he podido comprobar
personalmente y era voz común entre nuestros misioneros agustinos
recoletos de la Prelatura de Chota. Se daban casos muy claros en los
que el enfermo llevaba agonizando varios días o semanas. Y el mismo
día que llegaba el sacerdote a su caserío, alejado de la parroquia, ese
mismo día, después de recibir la absolución y la unción de los
enfermos con la bendición apostólica, moría a las pocas horas con
mucha paz.
En este sentido, es bueno que los familiares no descuiden, por
temor, el llamar al sacerdote, cuando el enfermo está muy grave, para
que le dé los últimos sacramentos y muera en paz.
Y no se olviden de rezar por el agonizante la coronilla de la
misericordia. Se reza primero un padrenuestro, un avemaría y un
Credo. Después, en las cuentas del padrenuestro del rosario, se dice:
Padre eterno, te ofrezco el cuerpo, sangre, alma y divinidad de tu
Hijo amado Jesucristo en expiación de nuestros pecados y los del
mundo entero. En las cuentas del avemaría se dice: Por su dolorosa
Pasión ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Jesús ha prometido gracias inmensas. Le decía a santa Faustina
Kowalska el 11 de diciembre de 1936: En la hora de la muerte
defenderé como a mi Gloria a cada alma que rece esta coronilla y, si
15
otros la rezan cerca del agonizante, obtendrán para el agonizante el
mismo perdón. Cuando se reza la coronilla por un agonizante, se
aplaca la ira de Dios y la inescrutable misericordia envuelve al alma
y se conmueven las entrañas de mi misericordia por la dolorosa
Pasión.
CÓMO
LLEVAR RÁPIDAMENTE AL CIELO A LOS DIFUNTOS
Hemos hablado de la indulgencia plenaria aplicada a uno mismo
y especialmente recibirla en el momento de la muerte para ir
directamente al cielo. Ahora bien, cuando muere un ser querido o una
persona a quien queremos ayudar, es bueno ofrecer por él misas,
sacrificios y obras buenas para aliviarle en el purgatorio, adonde todos
debemos ir, a no ser los muy santos o quienes consiguen en el último
momento la absolución y la indulgencia plenaria.
Pero nosotros podemos aplicarles una indulgencia plenaria, que
Dios nos regala por los méritos de Jesucristo y la intercesión de la
Iglesia. Se puede conseguir de la manera más fácil, de modo que
normalmente en dos días el alma de nuestro ser querido esté en el
cielo, aunque hubiera debido de pasar 40 años en el purgatorio por sus
pecados. En el Manual (Enchiridion) de indulgencias, establecido
después de la magistral Constitución apostólica del Papa Pablo VI
Indulgentiarum doctrina (doctrina sobre las indulgencias) del 1 de
enero de 1967, se dice que se puede ganar una indulgencia plenaria
con las siguientes condiciones:
- Tener el alma totalmente limpia, sin tener afecto ni siquiera al
pecado venial.
- Confesarse (aunque puede hacerse unos días antes), pues, según
el documento, con una sola confesión se pueden conseguir
varias indulgencias plenarias.
- Comulgar ese día.
16
- Rezar por las intenciones del Papa, al menos, un padrenuestro y
avemaría.
- Y cumplir la obra correspondiente para ganar la indulgencia con
intención de ganarla para el alma del purgatorio.
¿Y qué hace falta cumplir para ganarla?
1. Se puede rezar el rosario (una parte del rosario o cinco decenas
de avemarías, meditando en los misterios) delante del Santísimo
sacramento en una iglesia o capilla pública. Se puede rezar,
incluso mentalmente, si resulta fatigoso para un enfermo o
rezarlo alternando las avemarías con otros.
2. Rezar el rosario en familia, en Comunidad religiosa o en un
grupo de personas de una Asociación piadosa.
3. Leer la Palabra de Dios durante media hora delante del
Santísimo sacramento.
4. Hacer una visita de adoración y compañía a Jesús sacramentado
durante media hora.
5. Rezar el Vía crucis ante las 14 estaciones, caminando a cada
una, a no ser que lo haga el que lo dirige; en cuyo caso, lo
podemos rezar desde nuestro lugar.
Ahora bien, es prácticamente imposible que no tengamos ningún
afecto a los pecados veniales, o sea, que tengamos el alma ciento por
ciento limpia. Por ello, si no podemos ganar en un día la indulgencia
plenaria, quizás la podemos ganar en dos días. Pero es algo realmente
asombroso poder pensar que en dos días podemos llevar a nuestro ser
querido al cielo. ¡Vale la pena hacer cualquier esfuerzo!
17
Por supuesto que el mandar celebrar misas y ofrecer rosarios u
obras buenas es bueno y eficaz, pero más rápido y sencillo es
conseguir la indulgencia plenaria en un par de días. Lo cual no quiere
decir que no debamos seguir rezando por el difunto para manifestarle
nuestro recuerdo y nuestro amor.
Eso vale mucho ante Dios, quien, si el difunto está ya en el
cielo, ofrecerá nuestras oraciones a otros difuntos necesitados. La
oración siempre es eficaz y nunca se pierde.
MADUREZ
ESPIRITUAL
Evidentemente, no basta con que vayamos al cielo lo antes
posible. Esta vida es una oportunidad que Dios nos da para aprender a
amar, para santificarnos más y más, para crecer en su amor y en el
amor a los demás. Nuestro cielo será tan grande como la medida de
nuestro amor. De acuerdo a la capacidad de amor, que hemos
conseguido en este mundo, así será nuestra felicidad eternamente. No
todos serán igualmente felices en el cielo. Por ello, es necesario que
aprovechemos bien el tiempo de nuestra vida y procuremos, no
solamente santificarnos más cada día, sino ayudar a los demás en el
camino de Dios, en el camino del amor. No podemos vivir encerrados
en nosotros mismos. Ser cristiano es ser misionero y debemos
evangelizar y ayudar a los demás.
Para crecer espiritualmente, el mejor medio es la misa. La misa
es la acción más grande y sublime que se realiza en la tierra, porque es
obra de Cristo. Alguien ha dicho que la misa es el cielo en la tierra. Y
el Papa Juan Pablo II decía que la misa es una misteriosa
participación en la liturgia celestial9. Es verdaderamente un resquicio
del cielo, que se abre sobre la tierra10.
9
10
Discurso del Angelus del 3 de noviembre de 1996.
Juan Pablo II, encíclica Ecclesia de Eucharistia, Nº 19.
18
Por eso, al momento de celebrar la misa se hacen presentes
todos los santos y todos los ángeles en unión con María. De ahí que no
puede haber nada más efectivo como medio de santificación que la
misa y comunión diarias.
También nos ayudará mucho la confesión, al menos, mensual; la
visita diaria a Jesús sacramentado, el rezo del rosario; leer la Palabra
de Dios y la oración personal. También tener un director espiritual,
que nos aconseje en nuestras dudas y problemas, será muy eficaz para
adelantar con más seguridad y más rápidamente en el camino de Dios.
Y no hay que olvidar el hacer apostolado. Uno se siente feliz al
compartir la fe. Y todos debemos iluminar el camino de nuestros
hermanos y ser misioneros con ellos. Debemos conseguir muchos
adoradores que visiten a Jesús sacramentado. Debemos comprometer
a muchos enfermos para que ofrezcan sus sufrimientos como
enfermos misioneros, y alentar a todos a que pertenezcan a algún
grupo espiritual que puede ayudarles en su crecimiento. Puede ser el
grupo o movimiento carismático, neocatecumenal, Legión de María,
Opus Dei, focolares o cualquier otro grupo aprobado por la Iglesia.
19
MENSAJE
FINAL
A todos los que deseen ser santos les dirijo estas palabras desde
lo más profundo de mi corazón como un amigo y un hermano. Vive
cada día, como si fuera el último día de tu vida. Vive para la
eternidad. ¡Vale tanto la vida! No la desperdicies en vicios y
placeres, dale un sentido eterno. Aunque seas joven, piensa que tu
vida es frágil y se puede romper en cualquier momento. No te
olvides de Dios ni de tus obligaciones religiosas. No pienses que
Dios no te ve o que puedes ofenderlo y no pasa nada. Dios tiene
paciencia y misericordia, pero también es justo.
Haz que en cada momento de tu vida te sientas orgulloso de
cómo vives y de cómo has vivido. Si murieras hoy, ¿estarías
preparado para morir? ¿Estás satisfecho de tu vida? Si hace falta,
rectifica el rumbo y comienza hoy una nueva vida, porque hoy
comienza el resto de tu vida. Nunca has sido más viejo y nunca
serás más joven que hoy. El tiempo es inexorable, no se detiene y
pronto te irás haciendo viejo, si llegas a la ancianidad, y llegará el
fin… y Dios como Padre te pedirá cuentas de tu vida. ¿Estás
preparado?
¡Cuánto vales para Dios! Jesús murió por ti y derramó su
sangre por ti. Y estaría dispuesto a hacerlo nuevamente. Para Él
eres la persona más importante del mundo. Él te ama tanto que en
cualquier momento del día o de la noche en que desees hablar con
Él, te escucha. Está siempre a tu lado y sigue tus pasos y ve todo lo
que haces y dejas de hacer. Recuerda también que te ha dado una
Madre en María para que te cuide y te cubra con su manto y te
proteja de todo mal y de todo poder del maligno, invócala. Y no
olvides que tienes a tu lado un ángel bueno que es tu amigo fiel y
leal, que nunca te deja solo. ¿Alguna vez le has pedido ayuda? ¿Le
has agradecido tantos desvelos por ti?
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Cuando tengas problemas, pide ayuda, confiésate y vete a
contarle tus problemas a Jesús Eucaristía, el amigo que siempre te
espera y nunca te fallará.
Jesús te ama y te dice con amor: No tengas miedo, solamente
confía en Mí (Mc 5, 36). Que seas feliz, es mi mejor deseo para ti.
Que seas un buen católico y tu vida sea fructífera para los demás.
Haz siempre el bien a todos y nunca hagas daño a nadie. Y Dios
estará contento de ti, su hijo.
Hermano, amigo, que un día nos encontremos en el cielo para
disfrutar eternamente de la felicidad que no tiene fin, para siempre,
para siempre…
Que Dios te bendiga. Saludos de mi ángel. Tu hermano y amigo
del Perú.
Ángel Peña Benito O.A.R.
Parroquia La Caridad
Pueblo Libre - Lima - Perú
Teléfono 00(511)461-5894
www.libroscatolicos.org
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