7. CONCLUSIONES CRÍTICAS A LA JURISPRUDENCIA CONTRADICTORIA DE LA AUDIENCIA NACIONAL Y DEL CONFIRMATORIA DEL TRIBUNAL SUPREMO (SALA DE LO PENAL) Manuel Cobo del Rosal / Carlos Zabala López-Gómez 7.1. AUDIENCIA NACIONAL Los distintos pronunciamientos que se están produciendo en las más altas instancias judiciales, como hemos venido comentando, poco o nada ayudan a resolver, satisfactoriamente, la cuestión y problemática técnica y de justicia del delito de blanqueo de capitales. En un primer momento, como ya se ha comentado, la legislación contra el blanqueo de capitales se centró fundamentalmente en el tráfico de drogas, por ello, la mayoría de los pronunciamientos están relacionados con ese delito. Así, la primera sentencia que comentamos, es la Sentencia de la Audiencia Nacional de 24 de julio de 2000, en la que se condena a los varios acusados por tráfico de drogas y, a otros por blanqueo de capitales. Los hechos se enjuician en el mismo procedimiento, cosa que no ocurre siempre, y que trataremos más adelante. Así en la valoración de la prueba el tribunal argumenta lo siguiente: «El hecho determinante de la comisión del delito contra la salud pública, operaciones de tráfico de droga por una organización delictiva, queda perfectamente acreditada a través del hallazgo de muy importantes cantidades de droga por parte de la policía en dos domicilios de Barcelona y Madrid, tal como consta en las actas de entradas y registros correspondientes, la cantidad y calidad de la sustancia queda acreditada por las periciales documentadas válidamente introducidas en el acto del juicio. También resulta relevante a este respecto las muy importantes cantidades de dinero también halladas en las mismas entradas y registros y el comportamiento seguido por los procesados condenados que se describirá después». Y en relación con el delito de blanqueo de capitales la Sala valora de la siguientes forma: «El hecho determinante de la comisión del delito de blanqueo de dinero, también queda acreditado por la procedencia del dinero que consta cambiado en dólares, directamente relacionado con al organización delictiva dedicada al tráfico de drogas que se señala en el anterior, sin otra explicación sobre su origen y razón 122 Blanqueo de capitales de su cambio para su reexportación a los lugares originarios de la droga, donde presumiblemente se encuentra la cúpula de la organización delictiva.» Bien, pues, la principal procesada, como jefa de la organización que dirige el tráfico de drogas y le entrega a otro procesado el dinero para que lo cambie a dólares es únicamente condenada por el delito de tráfico, y aun afirmando la sentencia que «su labor de gestora de los medios para su blanqueo es relevante y denotador del papel relevante de la misma» no se condena por blanqueo de capitales. Lamentablemente la sentencia no hace ninguna precisión sobre tal extremo, lo que en absoluto ayuda a la comprensión de dicha sentencia. Por otro lado, el encargado del blanqueo de capitales, la sentencia estima justificado que no pertenece a la organización y, por tanto, no tiene la certeza de que ese dinero procede del tráfico de drogas. Y así afirma la sentencia: «no existe desde luego prueba directa y a través de la que, pretende el Ministerio Público realizar esta inferencia: relaciones, frecuencia de éstas, familiaridad de trato, actuación más allá o distinta de la profesional, y otros comportamientos, derivada entre otros de las conversaciones telefónicas, puede poner de manifiesto que José Luis B. sabía que estaba haciendo algo irregular, posiblemente ilegal, que el dinero seguramente no sólo tenía una procedencia dudosa sino, por su volumen, frecuencia, circunstancias etc…, con suma probabilidad era procedente de alguna clase de actividad delictiva y también por las mismas circunstancias no descartable que fuera procedente del tráfico de drogas; pero de ninguna manera consta que tuviera absoluta certeza de esta circunstancia(dolo directo) o de que si se hubiera representado esta posibilidad como certeza hubiera seguido actuando de la misma manera(dolo eventual-teoría de la aceptación). Tampoco la procedencia del dinero de un delito de tráfico de droga se la representase como sumamente probable hasta el punto de ser prácticamente una certeza (dolo eventual-teoría de la aceptación). Por ello, ante la evidente falta de certeza probatoria, el Tribunal opta por la posibilidad real más favorable para el reo y viene a considerar que el procesado tenía elementos para representarse la situación, aunque sin el grado requerido para afirmar la existencia del dolo eventual y que, por tanto, su actuación sí es incardinable dentro de la actuación gravemente imprudente en este tipo de delitos que expresamente prevé el número 3 del artículo 301 de Código penal». 123 Manuel Cobo del Rosal / Carlos Zabala López-Gómez Así ocurre lo que veníamos diciendo, se condena por imprudencia cuando no hay pruebas para condenar la conducta dolosa, ni siquiera en su modalidad eventual. También en esta sentencia se hace referencia a la pretendida por el Ministerio Público calificación de delito continuado, a la que la Sala contesta de la siguiente forma: «Por otra parte, la propia estructura del tipo penal, en el que se habla en plural de bienes y la características de los verbos nucleares del tipo, es admisible que la conducta se realice en un solo acto o en múltiples, tratándose de la misma acción delictiva, sin aplicación al caso (además por las propias circunstancias del mismo), estima la Sala, de la continuidad delictiva pretendida por el Ministerio Público.» También la Audiencia Nacional (Sección 1ª) de 8 de febrero de 2001 en la que refiriéndose a un presunto delito de blanqueo de capitales afirma: «Que la mujer e hijo de Gregorio G.V. recibieron el dinero que como pago por sus servicios de transporte de la droga recibía aquel sabiendo cual era la actividad que lo generaba se deduce de las múltiples conversaciones telefónicas. Sin embargo, no se vislumbra la finalidad criminal exigida por el tipo penal: conseguir que bienes de origen ilícito puedan ingresar en circuitos económicos legales sin que se detecte su origen (personas y lugares) y naturaleza (licitud concreta), o ayudar a quienes pretendan tal fin.» Igualmente, la Sala estima que la conducta del que no trata de ocultar el origen ilícito de los bienes sino simplemente ponerlos a salvo de los acreedores, no lesiona el bien jurídico protegido del delito de blanqueo de capitales, pudiendo en su caso la conducta descrita integrar el tipo del artículo 451.1 del Código penal. Por último, en Sentencia del Procedimiento Abreviado 207/95, Rollo de Sala 6/2000 de la Sección 3ª de 6 de febrero de 2003, la Sentencia afirma: «En cuanto al tipo subjetivo, no es exigible un conocimiento preciso o exacto del delito previo (que, de ordinario, sólo se dará cuando se integren organizaciones criminales amplias con distribución de tareas delictivas) sino que basta con la conciencia de la anormalidad de la operación a realizar y la razonable inferencia de que procede de un delito grave (por e. por su cuantía, medidas de protección, contraprestación ofrecida etc.). Desde luego, no se exige ánimo de lucro, aún cuando aparezca como móvil (en el sentido de motivo) en múltiples casos y sea la razón última de toda actuación criminal.» 124 Blanqueo de capitales Pues bien, no podemos estar más en desacuerdo con esta afirmación, no sólo por la ausencia e inconcreción del delito previo, que se convierte en una evanescente anfibología atemporal y aespacial, y al margen del sensato principio de la facticidad de los delitos, pues cómo se va a tener conciencia del delito previo si éste está todavía en fase de instrucción, como ocurre en este caso. Esta afirmación da lugar a que la Sentencia especifique los indicios en los que se basa, que no son otros que, los establecidos reiteradamente por el Tribunal Supremo, por todas, las recientes Sentencia de 7 de diciembre de 1996, de 23 de mayo de 1997, de 15 de abril de 1998 y de 10 de enero de 2000 los indicios más determinantes son tres: 1) el incremento inusual del patrimonio o el manejo de cantidades de dinero que por su elevada cantidad, dinámica de transmisiones y manejo en efectivo se aparten del modo normal del ejercicio de los negocios y la actividad comercial; 2) la inexistencia de negocios lícitos que justifique ese incremento patrimonial o las transacciones monetarias; ora porque no se acredite actividad lícita alguna, otrora porque las acreditadas no tengan relación (por volumen, rama de actividad, etc.) o sirvan de justificación de aquellas; 3) la constatación de algún vínculo o conexión con actividades de tráfico de estupefacientes o con personas o grupos relacionados con ellas. Pues lo que viene a decir la Sentencia es que, no hace falta probar el origen del dinero, lo tendrá que probar el encausado, y si conoce a alguien dedicado al tráfico de drogas, se le aplicará la agravante del párrafo segundo del artículo 301 (sic!!). 1. Esto no es más que una escandalosa inversión de la carga de la prueba, llamada probatio diabolica, que no consiste más que si no puede sacar hasta la última factura y origen del dinero que se posee, se supone que proviene de un delito porque es familiar de alguna persona dedicada al tráfico de drogas. Asimismo, parece ser, que la Audiencia Nacional, al enumerar los indicios para enervar la presunción de inocencia en los delitos de blanqueo de capitales, retrocede hasta el Derecho germánico, y por eso, utiliza la famosa institución de las sippen, y así, la responsabilidad criminal de un sujeto se ve ampliada a todo su núcleo familiar. Asimismo, el Tribunal Constitucional en distintas Sentencias, entre otras, de 17 de diciembre de 1985, de 1 de diciembre de 1988, y el Tribunal Supremo, entre otras Sentencias, la 84/95 y 125 Manuel Cobo del Rosal / Carlos Zabala López-Gómez 1062/95, establecen que la convicción judicial puede formarse y descansar en prueba de carácter indiciario con la consecuencia de enervar la presunción de inocencia siempre que aquella satisfaga, al menos, dos exigencias básicas: Que los hechos base o indicios estén plenamente acreditados, no pudiendo tratarse de meras sospechas; que sean plurales (o, excepcionalmente único pero de singular importancia); que sean concomitantes al hecho que se trata de probar; y que no se excluyan unos a otros sino que se apoyen reforzándose mutuamente. Y en segundo lugar, que en la sentencia se explicite el razonamiento a través del cual, partiendo de los indicios, se llega a la convicción sobre el acaecimiento del hecho punible y la participación en el mismo de los acusados, razonamiento que debe responder a las reglas de la lógica y del criterio humano (inducción o inferencia). Esta inducción o inferencia es necesario que sea razonable en el doble sentido de no ser arbitraria, absurda o infundada y, además, que responda a las reglas de la lógica y de la experiencia, de manera que los hechos base acreditados conduzcan sin forzamiento alguno al dato precisado de acreditar, existiendo entre ambos un «enlace preciso y directo según las reglas del criterio humano» (Artículo 1253 del Código civil). Nosotros, sin embargo, consideramos que la única presunción que existe en Derecho penal, es la presunción de inocencia, pues, desvirtuar una presunción por otra como sucede en este caso, en el que la presunción de inocencia se transforma en presunción de culpabilidad, no debiera ser en un Estado democrático y de Derecho. 7.2. TRIBUNAL SUPREMO Las sentencias de nuestro Tribunal Supremo tampoco contienen suficientes explicaciones que podamos dar por válidas, ni por correctas, puesto que no llegan a pronunciarse nunca sobre el fondo de la cuestión, debido a su extremada superficialidad. Aún así, hemos de comentar la Sentencia del Tribunal Supremo de 28 de julio de 2001, que procede del recurso de casación interpuesto por el Ministerio Fiscal por infracción de Ley al amparo del número 1 del artículo 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal por inaplicación del artículo 301 y 302 del Código penal al principal acusado que se le condenó por un delito contra la salud 126 Blanqueo de capitales pública a 16 años de prisión y multa de 2.000 millones de pesetas. Ante esta alegación del representante del Ministerio Fiscal la Sala del Tribunal Supremo contesta: «La absolución se basa, según el fundamento segundo de la sentencia recurrida, en que los actos constitutivos de la actividad de blanqueo se incardinan dentro de la fase de agotamiento del delito contra la salud pública, esto es, que el autor del blanqueo debe ser ajeno a dicho delito, lo que no se ha demostrado en el caso de Mahmoud A.A., ya que tiene pendiente una sentencia condenatoria por tal delito, y en aplicación del principio «in dubio pro reo», como cuestión jurídica, conforme expone la Audiencia». Pues en este caso si que debemos estar de acuerdo con la interpretación de la Audiencia Nacional, puesto que, no es más que un agotamiento de la conducta del delito contra la salud pública, o es que alguien introduce en España 60 kilogramos de heroína sin ánimo de lucro? De todas formas, el Tribunal Supremo en esta sentencia no considera asumible la tesis del autoencubrimiento, y explicando las circunstancias en las que se cometió el delito de blanqueo de capitales afirma que: «no puede decirse que las ganancias o ilícitos beneficios procedan del delito por el que ha sido condenado en la instancia, toda vez que la infracción penal se encuentra situada en junio de 1997 y los hechos constitutivos del delito de blanqueo se encuentran situados entre los años 1993 a 1997, es decir, en fechas anteriores a la comisión del delito contra la salud pública por el cual ha sido condenado, por lo que bajo ningún concepto resulta asumible la tesis del autoencubrimiento para excluir la punición de la conducta.» De momento el Tribunal Supremo ya no considera que se trate de un único acto, ni que el dinero no esté probado que procede del narcotráfico. Continua la Sentencia afirmando: «Por otro lado, tampoco sería ningún imposible jurídico, dadas las características del tipo, que el propio narcotraficante se dedicara a realizar actos de blanqueo de su propia actividad, ya que el artículo 301 del Código penal tanto comprende la realización de actos de ocultamiento o encubrimiento del origen ilícito de actividades propias, como de terceras personas que hayan participado en la infracción penal, para eludir las consecuencias penales de sus actos. En este sentido, el citado precepto emplea la disyuntiva «o» entre ambas conductas, unas propias, y otras de terceros, «o para ayudar a la persona que haya participado en la infracción…». Téngase en 127 Manuel Cobo del Rosal / Carlos Zabala López-Gómez cuenta, por otro lado, que la finalidad de la punición del blanqueo de capitales es conseguir mayor eficacia en la persecución de este tipo de delitos, incidiendo en dos bienes jurídicos distintos, sin que se excluya de forma expresa al autor del delito, como ocurre con la receptación, dentro de nuestro sistema jurídicopenal». Pues como venimos comentando en el presente estudio, nada más lejos de lo que debería ser un Estado democrático de Derecho, ya que, como explica la Sentencia que estudiamos, la finalidad de la punición del blanqueo no es otra que conseguir mayor eficacia en la persecución de estos delitos, lo que significa, mayor represión, cosa en absoluto recomendable en materia de política criminal. Y finaliza la Sentencia afirmando que con el relato de hechos probados queda clara la comisión de un delito continuado de blanqueo de capitales, dadas las reiteradas entregas de cantidades procedentes del narcotráfico a Juan. P.B. para su transformación en divisas y su entrega a la organización turca, con pleno conocimiento de tales ilícitos, en cuyas operaciones participaba mediante ánimo de lucro, y existiendo declaraciones inculpatorias en este sentido del citado co-procesado, como recoge la Sentencia de instancia, se está en el caso de estimar este motivo del Ministerio Fiscal y casar la Sentencia, dictándose segunda Sentencia conforme a Derecho.» Otra Sentencia del Tribunal Supremo, la de 9 de octubre de 2004, explicando la génesis del delito de blanqueo de capitales enumera, los Convenios, normativa interna y normas internacionales sobre el blanqueo de capitales, y afirma que con la tipificación de este delito se debe «fundamentalmente a dificultar el agotamiento de dichos delitos en lo que se refiere a la obtención de un beneficio económico extraordinario». Pues en qué quedamos, si se intenta dificultar el agotamiento será que estamos hablando del mismo delito. Bien, pues esta última Sentencia vuelve a enumerar los indicios que pueden enervar la presunción de inocencia en el caso del blanqueo de capitales enumerando, los tres criterios que vimos antes, pero encuentra problemas al estimar la relación la relación de quien dispone del dinero con el tráfico de sustancias prohibidas. Así, el Tribunal «a quo» argumenta que la condena en cuanto a la acusada Silvia, esposa o compañera sentimental de Pedro Antonio porque ha quedado acreditado, con la prueba prac128 Blanqueo de capitales ticada, que realizó compras de las tres viviendas que se relatan en el apartado de los hechos probados, alquilando también en diversas ocasiones vehículos que eran utilizados por su compañero, pagando en metálico las elevadas cantidades que allí se especifican, sin haber acreditado ingreso económico alguno, con dinero que obtenía Pedro Antonio con el tráfico de drogas, conociendo su ilícita procedencia. Ante esto, se cuestiona el Tribunal Supremo: «Tan escueta argumentación no contiene una motivación concreta que ha servido de base a tal convicción y tal afirmación carece de sustento alguno a no precisarse que concretas actividades ilícitas se imputan a Pedro Antonio, que no sean las que son objeto del presente proceso, y porqué deduce la Audiencia ese conocimiento por parte de Silvia.» Pues no es más de lo que nosotros defendemos en este estudio, hará falta un conocimiento cierto y seguro que no se adquiere de otra forma más que con una sentencia firme y definitiva. Continua la Sentencia que estudiamos, contradiciéndose como no podía ser de otra forma, afirmando lo siguiente: «Por ello, no cabe asimilar este caso con aquellos otros de blanqueo en los que, encontrándose elevadas cantidades de dinero, en poder de quien no justifica su origen y ha tenido relaciones precedentes con algún elemento o circunstancia vinculado al tráfico de drogas, se alcanza la conclusión de tener por suficientemente probado el delito. Pues aquí es la propia sentencia recurrida la que afirma la vinculación de la acusada con unas concretas actividades ilícitas de su compañero sentimental que carecen de suficiente prueba al respecto.» Y nosotros nos preguntamos: Pero, ¿Qué prueba hace falta y para qué? Lo que hace falta para cumplir el tipo del artículo 301 del Código penal es que exista un delito grave, y hasta donde nosotros llegamos, el delito grave sólo existe cuando hay una sentencia condenatoria firme y definitiva. Y entrando en la cuestión de este conocimiento cierto que nosotros, encontramos necesario para cumplir el tipo del delito de blanqueo de capitales, dice la sentencia: «En definitiva en el plano subjetivo no se exige un conocimiento preciso o exacto del delito previo, sino que basta con la conciencia de la anormalidad de la operación a realizar y la razonable inferencia de que procede de un delito grave (por ejemplo: por su cuantía, medidas de protección, contraprestación ofrecida, etc…). Además, se remite a la 129 Manuel Cobo del Rosal / Carlos Zabala López-Gómez Sentencia de este mismo Tribunal, de 10 de enero de 1999, en la que se destaca que el único dolo exigible al autor y que debe objetivar la sala sentenciadora es precisamente la existencia de datos o indicios bastantes para poder afirmar el conocimiento de la procedencia de los bienes de un delito grave. Aunque luego vuelve a matizar la Sala afirmando: «Este conocimiento exige certeza sobre el origen, si bien no es necesario el conocimiento de la infracción precedente en todos sus pormenores, aunque no es suficiente la mera sospecha. Tal conocimiento deberá alcanzar a la gravedad de la infracción de manera general, y en su caso, y de la misma forma genérica, a la procedencia del tráfico de drogas, cuando se aplique el subtipo agravado del párrafo 2º del artículo 301 del Código penal.» 130