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RESUMEN DE LA ENTREVISTA
CON EL ING. JUAN MANUEL ESPINOSA ARANDA,
DIRECTOR GENERAL DEL CENTRO DE INSTRUMENTACIÓN Y REGISTRO
SÍSMICO, A.C. (CIRES),
18 de septiembre de 2013
Por: Tomás A. Sánchez Pérez
Juan Manuel Espinosa Aranda,
originario
de
la
Ciudad
de
México, es Ingeniero Mecánico
Electricista de la generación 1967
egresado de la UNAM.
Su
carrera profesional la inició en el
Instituto de Ingeniería de esa
misma casa de estudios como
becario
en
un
proyecto
patrocinado por la UNESCO para
el desarrollo de circuitos de una Red de Telemetría Sísmica, considerado como un proyecto pionero
en México que permitió hacer telemetría en tiempo real de efectos sísmicos que transmitían sus
datos al Instituto de Ingeniería.
Su interés y gran dedicación por su trabajo, vinculado a la instrumentación para el registro sísmico,
le permitió, siendo aún muy joven, interactuar con investigadores experimentados y a valorar la
importancia que tiene para la investigación científica y experimental el desarrollo de sistemas de
medición, registro y adquisición de datos. En 1974 fue nombrado investigador y llegó a ser Jefe del
Laboratorio de Telemetría de ese Instituto y responsable de la Red de Telemetría Sísmica SISMEX
hasta 1980. Durante ese tiempo los investigadores tuvieron el privilegio de observar en tiempo real
los procesos de arribo de las señales sísmicas que se registraban en lugares distantes a la Ciudad de
México, como Iguala, Puebla o Querétaro, lo que seguramente influyó en su posterior estudio y
toma de conciencia por el potencial que tendría años más tarde la telemetría para alertar a zonas
urbanas.
En 1980 ingresó a la Comisión Federal de Electricidad (CFE), en donde tuvo la
oportunidad de interactuar con notables ingenieros, entre ellos el Dr. Raúl J. Marzal, asesor técnico
de la CFE en esa época, y de participar entre otros proyectos, en la solución de problemas de
instrumentación y telemetría sísmica para obras como la presa hidroeléctrica “La Amistad” y la
planta carboeléctrica “Río Escondido”, ambas en Coahuila y la planta nucleoeléctrica de “Laguna
Verde” en Veracruz.
Posterior al desastre que provocaron los sismos de 1985, surgen iniciativas institucionales y de la
sociedad civil para capitalizar lo aprendido y evitar escenarios similares en el futuro.
Así,
instituciones académicas y de investigación dieron un fuerte impulso al conocimiento científico
sobre el fenómeno sísmico y sus efectos en suelos y estructuras, así como al desarrollo de
herramientas y tecnologías para la mitigación del riesgo en zonas urbanas. A fines de 1985 el Ing.
Espinosa fue invitado por el Ing. Daniel Ruiz Fernández, Presidente del Consejo Directivo de la
Fundación Javier Barros Sierra a organizar la creación del Centro de Instrumentación y Registro
Sísmico A.C., (CIRES), organismo que se funda en 1986, como una asociación civil no lucrativa
que promueve la investigación y desarrollo de tecnología aplicada a la reducción del riesgo sísmico.
Desde ese año el Ing. Espinosa ocupa la Dirección General de ese Centro.
En 1989 el CIRES desarrolló el Sistema de Alerta Sísmica de la Ciudad de México (SAS), pero fue
hasta 1991 cuando comenzó a operar. El principio básico del sistema consiste en avisar por
telemetría a la población del Valle de México sobre la ocurrencia de sismos generados en la Brecha
de Guerrero que fueran captados por una red local de sensores sísmicos, con el propósito de iniciar
acciones de protección civil antes de la llegada de las ondas sísmicas. Internacionalmente, este
desarrollo mexicano se considera como el primero en su tipo por emitir avisos públicos de alerta
sísmica.
Infografía que muestra el funcionamiento del SAS en sus
primeros años de operación, publicada por Excélsior el 15 de
noviembre
de
2012,
y
disponible
en
http://www.excelsior.com.mx/2012/11/15/nacional/869924
En un principio, este desarrollo tecnológico superó las capacidades de preparación que tenía la
población, e incluso las de las autoridades para responder ante una señal de alerta por sismo. En
palabras del Ing. Espinosa al referirse a este hecho comentó –fue como haber hecho un avión o un
helicóptero y no tener a los pilotos, la tecnología tiene un valor intrínseco, pero más importante es tener
gente capacitada para utilizarla-. Esta situación se subsanó con la organización e impartición de
seminarios dirigidos a diversas dependencias y entidades de la administración pública.
Sin
embargo, también se reconoce la necesidad de que todos los sectores de la sociedad participen en
procesos permanentes de sensibilización y capacitación en materia de protección civil, ya que los
sismos son fenómenos “democráticos” en el sentido de que tocan a todos por igual.
El proyecto del Sistema de Alerta Sísmica, SAS es presentado a
las autoridades del Distrito Federal en 1993, año en el que de
ser un proyecto experimental, se convierte en servicio público.
Fuente: Archivo histórico del CIRES, A.C.
En 2003, gracias al patrocinio del Gobierno de Oaxaca, el CIRES desarrolló el Sistema de Alerta
Sísmica de Oaxaca (SASO). Posteriormente, con el apoyo del Gobierno Federal, se convino con
los Gobiernos de Oaxaca y del Distrito Federal en la integración de ambos sistemas de alerta, para
conformar el Sistema de Alerta Sísmica Mexicano, (SASMEX). En 2010 con apoyo del gobierno
de la ciudad de México, se amplió la cobertura del SASMEX con la instalación de 64 estaciones
sismo
-
sensoras
adicionales con el fin de
alertar a la ciudad de
México
sobre
regiones
de
otras
peligro
sísmico del país que
podrían afectarla.
En 2009 a propuesta del CIRES se puso en operación el Sistema de Alerta de Riesgos Mexicano
(SARMEX) sobre una plataforma tecnológica que permite aprovechar los estándares desarrollados
en los EUA para la difusión pública de avisos de emergencia. Actualmente, este sistema opera a
través de radios receptores de los avisos de alerta sísmica que se han distribuido ampliamente en
instalaciones estratégicas del gobierno federal y de los gobiernos de Oaxaca, Guerrero y del D.F.
Entre 2012 y 2013 con el apoyo de la Secretaría de Gobernación se
distribuyen 38,000 radios receptores de alerta sísmica a instituciones
estratégicas que participan en el plan sismo, así como a instalaciones
del sector salud y educativo en los estados de Guerrero, Oaxaca, Puebla
y del D.F.
La operación continua por más de dos décadas del Sistema de Alerta en México ha permitido su
incorporación gradual en la cultura de protección civil de los habitantes del D.F, sin embargo la
participación de instancias especializadas en la comunicación social y de la sociedad en su conjunto
aun es limitada, por lo que falta mucho por hacer, explicó el Ing. Espinosa.
Paralelamente a su pasión por la tecnología, y a su experiencia ganada
con la operación del sistema de alerta sísmica que ha demostrado una
disponibilidad y confiabilidad mayores al 99%, el Ing. Espinosa muestra
gran interés por los aspectos sociales de la comunicación del riesgo, y
también dedica tiempo a la formación de capital humano. Ha sido
profesor en la Facultad de Ingeniería de la UNAM en donde impartió
diversas cátedras y laboratorios, e impulsor de jóvenes pasantes de
carreras de ingeniería de instituciones diversas, interesados en alguna
investigación del CIRES para desarrollarla como tema de tesis.
Convencido de los grandes beneficios y valor público que ofrece compartir la información y el
conocimiento generado, el Ing. Espinosa participa activamente en foros de divulgación y congresos,
imparte conferencias y publica sus trabajos en medios especializados, tanto de México como del
extranjero. No obstante lo anterior, se le reconoce una clara modestia y calidez humana que no le
permiten autoevaluarse como un visionario de la ingeniería mexicana, por lo que a pregunta expresa
de ¿Qué le falta por hacer?, el Ing. Espinoza respondió: Enseñar a volar papalotes a mi nieto.
La Ley del Sistema de Protección Civil para el D.F. obliga a que
todos los inmuebles de la administración pública local cuenten con un
sistema de alerta sísmica. Esta norma podría extenderse en el futuro a
otras entidades federativas, e incluso ampliar su aplicación para
instalaciones e inmuebles estratégicos, públicos o privados, que por su
importancia estén clasificados como “Grupo A” en los reglamentos de
construcción.
Un dato histórico interesante
La primera referencia documental a nivel mundial de un sistema de alerta sísmica en tiempo real se publicó el 3
de noviembre de 1868, días después de que ocurriera un sismo de magnitud 7 en San Francisco, a través de una
carta dirigida al editor del San Francisco Daily Evening Bulletin, por parte de un médico, el Dr. J. D. Cooper,
de la que se transcriben un par de fragmentos:
“…Un sencillo mecanismo puede ser instalado en varios puntos de 10 a 100 millas de San Francisco, por medio
del cual una onda proveniente de la tierra lo suficientemente alta para provocar daño iniciaría una corriente
eléctrica sobre los cables irradiantes de la ciudad, y casi instantáneamente haría sonar una campana de alarma,
la cual debería colgarse en una torre muy alta cerca del centro de la ciudad. Esta campana deberá ser muy
grande, de sonido peculiar, y conocida por todos como la campana del terremoto.” “…Este mecanismo sería auto-
activado y no dependiente de los telegrafistas, quienes no siempre podrán tener la capacidad necesaria para
telegrafiar al momento…”
Fuente: Cooper, J. D. (1868). Letter to editor, San Francisco Daily Evening Bulletin, Nov. 3, 1868.
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