Atracción interpersonal Psicología Social y de las Organizaciones Curso 2009-2010 Alabanzas, favores y atribución Para muchos autores, un factor que determina que alguien nos caiga bien es cuánto beneficio obtenemos de él. Sin embargo, esta visión tiene algunos problemas obvios. Puede gustarnos más alguien que es crítico con nosotros si eso quiere decir que ha reflexionado sobre lo que decimos. Además los estudios muestran que percibimos a las personas críticas como más inteligentes. Tampoco nos gustan los elogios de alguien si sabemos que son inmerecidos. Por ejemplo, que nos digan que hemos hecho un buen trabajo cuando sabemos que no lo hemos hecho bien. Alabanzas, favores y atribución En general, lo que nos importa no es tanto que nos elogien o que nos hagan favores como saber cuáles son los motivos que subyacen a los elogios. Por tanto, lo que importa es la atribución que hacemos de los elogios. Recibir favores Según la teoría de la disonancia cognitiva, una buena forma de conseguir el aprecio de alguien es conseguir que nos haga un favor (más que hacérselo nosotros a ella). Según la teoría, las personas que nos hacen favores, para reducir su disonancia (estoy haciendo un favor a alguien cuando tal vez estaría mejor no haciéndolo), se convencen de que nos hacen el favor porque quieren, porque nos aprecian... Competencia El sentido común nos indica que queremos más a las personas que nos parecen competentes. son más queridas las personas que parecen vulnerables en algún sentido. Pero algunos datos indican que en realidad Amenaza de competencia Al parecer las personas muy competentes no nos gustan tanto porque las percibimos como una amenaza para nuestra propia competencia y autoestima: Deaux (1972): mostró que los hombres preferían a un hombre competente que cometía un error, pero las mujeres preferían al hombre competente que no cometía ningún error. Aronson et al. (1970): los hombres con autoestima alta prefieren a personas competentes que comenten algún error, pero los que tienen la autoestima baja prefieren a la persona competente que no se equivoca. Atractivo físico Mucha gente dice que la belleza física no es importante, pero los estudios empíricos suelen mostrar lo contrario. Walster et al. concertaron citas al azar entre estudiantes universitarios. Previamente pasaron a todos una batería de test para conocer sus características de personalidad, inteligencia... Después pidieron a cada persona que dijera cuánto le había atraído su pareja. De entre todas las medidas que se tomaron de cada persona, sólo una parecía relacionada con la probabilidad de ser apreciada: la belleza física. Atractivo físico Si todo el mundo buscase una pareja lo más atractiva posible ¿qué tipos de pareja funcionarían mejor? Las parejas en las que una persona fuera más atractiva que otra no serían muy felices ni estables porque el más atractivo de los dos siempre podría “aspirar a algo más”. Atractivo físico Los estudios apoyan esta predicción: las parejas más estables y felices son aquellas en las que ambos tienen un atractivo parecido. A este fenómeno se le denomina fenómeno del parecido o del emparejamiento: White (1980): estudio qué factores parecían correlacionar más con la duración de una relación y encontró que el factor más importante era la similitud del atractivo físico. Las parejas duran más si ambos tienen un atractivo similar. Curiosamente, las parejas que no cumplen con este fenómeno y que sin embargo son estables suelen ser aquellas en las que la persona menos atractiva tiene algo adicional que ofrecer (estatus, dinero...). Atractivo físico Además, no sólo queremos más a las personas atractivas, sino que también las juzgamos como mejores en otros aspectos. Este fenómeno recibe el nombre de estereotipo del atractivo: Dion et al. (1972): presentaron unas fotos con personas con diferente grado de atractivo y preguntaron a los participantes que opinaran sobre la personalidad, felicidad... Los participantes asignaron rasgos más deseables a las personas atractivas (independientemente del sexo del participante y del sujeto fotografiado). Atractivo físico Dion & Berscheid (1971): los niños varones más atractivos son también los más queridos en el jardín de infancia. Dion (1972): sus participantes tenían que examinar informes sobre problemas en un aula. Para ello leían un informe de trastornos en el aula y veían la foto del niño que había causado el problema. Los participantes culpaban más a los niños poco atractivos y disculpaban a los niños atractivos. Atractivo físico El atractivo de una persona también puede cambiar nuestra opinión sobre las personas que están con ella: Sigall & Landy (1973): se estima más a un hombre que está con una mujer atractiva que a otro que está con una mujer poco atractiva. Condicionamiento evaluativo: si una cara neutra aparece con frecuencia junto a una cara atractiva, la cara neutra comienza a parecernos atractiva. Atractivo y profecía autocumplida Como apreciamos más a las personas atractivas, influimos en su comportamiento más positivamente y esto hace que de hecho puedan ser mejores: Snyder et al. (1977): dijeron a un grupo de hombres que tenían que hablar por teléfono con la mujer muy atractiva o poco atractiva. Como cabe esperar, los que pensaban que la mujer era atractiva la consideraron más agradable. Lo interesante es que cuando otro grupo de participantes escuchó sólo lo que decían ellas, sin haber visto su foto, también las juzgó más agradables. Por tanto, las mujeres de las que se pensaba que eran atractivas se comportaron de hecho de forma más cordial. ¿Quién es físicamente atractivo? Aunque los cánones de belleza cambian con el tiempo, hay algunos rasgos que siempre se han considerado atractivos: caras promedio caras simétricas masculinidad o feminidad de los rasgos Los psicólogos evolucionistas suponen que son especialmente significativos para la belleza aquellos rasgos que nos dan información sobre la fertilidad y la salud. Por ejemplo, una mujer con rasgos masculinos podría tener algún desequilibrio hormonal, lo que reduciría su fertilidad. Consecuentemente, las mujeres masculinas tienden a resultar menos atractivas. Caras promedio Estas dos caras se han creado por ordenador combinando varias 64 caras de mujer y la de la derecha mezclando 32 caras de hombre. caras. La cara de la izquierda se realizó mezclando Caras promedio + = La cara de la derecha, que la mayoría de la gente encuentra más atractiva, es la resultante de mezclar las dos caras de la izquierda. Caras simétricas Caras simétricas Mera exposición Cualquier estímulo que se nos presenta de forma repetida y con el que estamos familiarizados tiende a gustarnos más. Mera exposición El efecto de la mera exposición es tan fuerte que su efecto no se reduce a la preferencia por caras y personas familiares: Si hemos visto varias veces una palabra extranjera es más probable que pensemos que significa algo bueno (Zajonc, 1968, 1979). En diferentes culturas, las personas suelen preferir las letras que aparecen con frecuencia en su idioma y también las que aparecen en su nombre (Hoorens et al., 1990; Nuttin, 1987). Mera exposición Este efecto de la mera exposición es positivo (hace que nos gusten las cosas y personas por el mero hecho de vivir con ellas), pero también nos predispone a tener miedo a lo desconocido. Esto tiene profundas implicaciones para la publicidad y las campañas electorales: para que un candidato sea atractivo o para que se compre un producto, basta con que sea familiar, con que aparezca mucho en los medios... Mera exposición Los estudios muestran que cuando dos candidatos políticos son relativamente desconocidos, suele ganar el que ha aparecido más en los medios (Patterson, 1980). También es más probable que gane un candidato que tiene un nombre muy frecuente, como por ejemplo “Charles Johnson” en EE.UU. Similitud Muchos estudios muestran que apreciamos más a las personas que tienen opiniones y personalidad parecidas a las nuestras. Esto puede deberse a que las personas similares a nosotros refuerzan nuestros puntos de vista, dándonos la sensación de que estamos en lo cierto. Aunque no nos gustan las personas con opiniones contrarias a las nuestras, sí podemos llegar a sentir un gran aprecio por ellas si conseguimos convencerlas de que nosotros tenemos razón. La relación entre similitud y atractivo también funciona en el sentido contrario: si alguien nos gusta, tendemos a dar por sentado que tiene ideas parecidas a las nuestras. Gustamos a los que nos gustan Los estudios muestran que el saber que le gustamos a otra persona hace que esa persona nos guste más. El mero hecho de creer que gustamos a otra persona inicia una serie de sucesos en espiral que llegan a hacer que nos apreciemos mutuamente: Curtis & Miller (1986): invitaron a los participantes a charlar con una pareja después de hacerles creer que esta pareja les apreciaba o que no les apreciaba. Los que se creían apreciados se comportaron de forma más cordial y, de hecho, fueron más atractivos para sus parejas. Atracción y autoestima Nuestra preferencia por las personas que nos aprecian es mayor si tenemos poca autoestima: Walster (1965): pidió a un grupo de chicas que rellenaran un cuestionario de personalidad y que esperaran después en el pasillo para hacer una entrevista. Mientras esperaban se encontraban con un hombre que se mostraba interesado en ellas y les pedía una cita. Después pasaban a la entrevista y el psicólogo les decía que su evaluación era muy positiva o muy negativa. Las que recibieron una evaluación negativa mostraron después más aprecio por el hombre que habían encontrado en el pasillo. Atracción y autoestima La falta de autoestima también nos puede llevar a buscar a otra persona menos atractiva con la esperanza de que así será menos probable experimentar un rechazo: Kiesler & Baral (1970): a la mitad de los participantes se le dijo que habían obtenido una puntuación baja en una prueba de inteligencia y a la otra mitad que habían obtenido una puntuación muy alta. Después el investigador se llevaba al participante a la cafetería y allí se encontraba “por causalidad” con una amiga que presentaba al participante. Esta amiga era atractiva para la mitad de los participantes y poco atractiva para el resto. Los participantes a los que se dijo que habían obtenido una puntuación baja en el test de inteligencia mostraron más interés por la chica si era poco atractiva, al contrario que los que pensaban que habían obtenido una puntuación alta. Pérdida-ganancia de afecto Como ya hemos mencionado, hay teorías según las cuales las personas nos gustan si obtenemos “beneficios” de ellas. Si esto fuera cierto, las personas que siempre nos muestran afecto y nos hacen favores nos gustarían más que las personas que sólo nos muestran su afecto a veces. Sin embargo, algunos estudios muestran que esto no siempre es así. A veces preferimos a la gente que no siempre nos ha mostrado su aprecio que a la gente que siempre ha mostrado su agrado por nosotros. Según Aronson, los elogios tienen más efecto sobre nosotros si provienen de una persona que en el pasado ha estado enfrentada a nosotros. Y, viceversa, el desacuerdo de una persona nos produce más daño si viene de una persona que en el pasado había mostrado su aprecio por nosotros. Pérdida-ganancia de afecto Estos resultados tienen implicaciones importantes: Quienes más nos gustan son las personas a las que hemos llegado a caer bien después de haberles caído mal; y al revés, las personas que más nos aprecian son también las que más daño nos hacen cuando nos retiran su aprecio. Además, los halagos de las personas que nos quieren tienen menos efecto que sus críticas. Y las críticas de las personas que no nos quieren tienen menos impacto que sus halagos. Pérdida-ganancia de afecto Una conclusión es que las relaciones con ciertos altibajos pueden ser más sólidas que las relaciones sin incidente alguno. Si los miembros de una pareja se acostumbran a callarse las críticas mutuas, su relación puede no sobrevivir a una discusión fuerte. Pero si la pareja está acostumbrada a tener “una de cal y otra de arena”, esto puede ayudarla a adquirir mayor capacidad de solucionar sus conflictos.