DOMINGO XXº DEL TIEMPO ORDINARIO

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“El matrimonio es una gran
vocación”
Libro del Génesis (Gn 2,18-24)
“El Señor Dios se dijo:
-No está bien que el hombre esté solo; voy a hacerle alguien como él que le
ayude.
Entonces el Señor Dios modeló de arcilla todas las bestias del campo y todos los
pájaros del cielo, y se los presentó al hombre, para ver qué nombre les ponía. Y
cada ser vivo llevaría el nombre que el hombre le pusiera.
Así el hombre puso nombre a todos los animales domésticos, a los pájaros del
cielo y a las bestias del campo; pero no se encontraba ninguno como él, que le
ayudase.
Entonces el Señor Dios dejó caer sobre el hombre un letargo, y el hombre se
durmió. Le sacó una costilla y le cerró el sitio con carne.
Y el Señor Dios trabajó la costilla que le había sacado al hombre, haciendo una
mujer, y se la presentó al hombre.
Y el hombre dijo:
-¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne!
Su nombre será Mujer, porque ha salido del hombre. Por eso abandonará el
hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola
carne”
Salmo Responsorial (Salmo 127)
R/. Que el Señor nos bendiga todos los días de nuestra vida.
¿Dichoso el que teme al Señor,
Y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo,
Serás dichoso, te irá bien.
Tu mujer, como parra fecunda,
En medio de tu casa;
Tus hijos, como renuevos de olivo,
Alrededor de tu mesa.
Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
Que veas la prosperidad de Jerusalén
Todos los días de tu vida.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
Que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Carta a los Hebreos (Hb 2,9-11)
“Hermanos: Al que Dios había hecho un poco inferior a los ángeles, a Jesús, lo
vemos ahora coronado de gloria y honor por su pasión y muerte.
Así, por la gracia de Dios, ha padecido la muerte para bien de todos.
Dios, para quien y por quien existe todo, juzgó conveniente, para llevar a una
multitud de hijos a la gloria, perfeccionar y consagrar con sufrimientos al guía de
su salvación.
El santificador y los santificados proceden todos del mismo. Por eso no se
avergüenza de llamarlos hermanos.”
Aleluya
Aleluya, aleluya.
“Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha
llegado en nosotros a su plenitud.”
Aleluya.
Evangelio de san Marcos (Mc 10.2-16)
“En aquel tiempo, se acercaron unos fariseos y le preguntaron a Jesús para
ponerlo a prueba:
- ¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?
Él les replicó:
- ¿Qué os ha mandado Moisés?
Contestaron:
- Moisés permitió divorciarse dándole a la mujer un acta de repudio.
Jesús les dijo:
- Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la
creación Dios los creó hombre varón y mujer. Por eso abandonará el varón a
su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. De
modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido que no lo
separe el hombre.
En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. Él les dijo:
- Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la
primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio.
[Le presentaron unos niños para que los tocara, pero los discípulos les
regañaban.
Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo:
-Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como
ellos es el Reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el Reino de Dios
como un niño no entrará en él.
Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.]”
Reflexión
Dios ha puesto como ideal del matrimonio, la unión perpetua de un
hombre y una mujer. Un hombre y una mujer que se aman y oran
juntos en las diversas circunstancias de las etapas de la vida
matrimonial, en el tiempo y por toda la vida, va logrando que su
primer amor frágil se transforme en un amor inquebrantable, mezcla
de cariño, de paz, de alegría, de optimismo, de solidaridad, de
tenacidad, de respeto, de admiración, de comprensión, de perdón, de
tolerancia y de fe que les permita resistir en los momentos oscuros y
turbulentos que se les pueda presentar.
En este mundo de vida fácil en el que todo es desechable, el
hermoso ideal del matrimonio -"hasta que la muerte nos separe"es una realidad demasiado frágil, casi inalcanzable.
En todas las épocas de la historia de la humanidad, se presentan
muchas inquietudes en la mente y en el corazón de las personas. En
tiempo de Jesús, las gentes le dirigían a él todo tipo de inquietudes:
le preguntaban por el trabajo, el ayuno los días sábados, las
enfermedades, los impuestos, la pena de muerte, la resurrección de
los muertos… Como era difícil alcanzar el ideal del matrimonio, le
hicieron esta pregunta al Maestro: ¿Puede el marido, siguiendo a
Moisés, despedir a su esposa? Pregunta que también hoy se hace,
de forma semejante, al psicólogo, al juez, al presbítero, al
consejero…
Jesús respondió: "Moisés escribió esta ley porque ustedes son
duros de corazón…Pero la Biblia dice que en el principio...”
Como observamos, la respuesta de Jesús va más allá de Moisés,
más allá de las opiniones y más allá de las costumbres de sus
contemporáneos. La respuesta de Jesús se remonta al principio de
la creación, al plan de Dios. Y en la mente de Dios, en este acto
creador, Dios hizo al hombre y a la mujer para ser uno en dignidad,
uno en el amor, uno en la transmisión de la vida, uno física y
espiritualmente, uno para siempre. Sólo los que poseen el Espíritu
de Dios pueden entender esto.
El matrimonio es una gran vocación. Y la enseñanza de Jesús
es sí o no al divorcio, sino descubrir el proyecto que Dios
soñado para el hombre y la mujer en la aventura del amor
pareja. En el matrimonio los esposos son don de Dios para
pareja y quien más capacidad de amor posee, más capacidad
servicio ha de desarrollar hacia el otro.
no
ha
en
su
de
El matrimonio no es sólo la llamada de la carne, del sexo, de lo
incompleto es también la llamada de Dios a transmitir la vida y a
vivir en un estado nuevo el amor de Dios y de los hermanos.
El sacramento del matrimonio celebra el amor, el encuentro con el
otro, el afecto sereno, la confianza y la confidencia sin reserva, la
comunicación, la aceptación y el conocimiento real. Se celebra la
instalación en el amor con futuro, capaz de romper cualquier fisura.
Se celebra el amor con deseo de totalidad, de entrega sin límites.
La dimensión humana y cristiana del amor no se agota en la
relación afectiva, sino que implica el servicio a los demás.
Jesús, que trata a la mujer como persona, no está interesado en
principios legales sino en principios morales. Esta actitud debe ser
seguida por el cristiano, de tal manera que presente siempre el
ideal del evangelio de manera tal, que se pueda ver como práctico
y realista para los hombres de hoy.
Francisco Sastoque, o.p.
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