III. “COMUNICACIÓN” E “INFORMACIÓN” Si, en el tema que nos ocupa, buscamos hacer operativo el concepto de “comunicación” debemos delimitarlo. El atributo “mediática” debe indicar la naturaleza de tales límites. En Notas para una definición de la cultura T. S. Eliot recuperaba la definición que de “Definición” ofrecía el Oxford English Dictionary: “Poner límites, limitar”. Lo cual quiere decir, no solo definir el concepto de manera positiva (sintagmática) —dentro de sus límites— sino también negativa (paradigmática) —en relación con las otras regiones-concepto que marcan sus límites—. Puesto que el límite, la definición, siempre es, al menos, cosa de dos. Se procederá a definir qué se entiende por comunicación interponiendo dos límites: el primero hacia dentro, que deriva de su adjetivación “mediática” y que exige un análisis comparativo con otros atributos canónicos, como “de masas” o “colectiva”; el segundo hacia fuera, fruto de su oposición con otro concepto limítrofe con el que mantiene relaciones ambiguas, en ocasiones de práctica sinonimia, en otras de total contradicción, como es el de “información”. Puesto que el concepto comunicación es de uso común, toda ciencia que pretenda convertirlo en su objeto, habría de tener muy presentes las recomendaciones de Peirce: “Una ciencia para constituirse requiere, ya Durkheim hacía especial hincapié en esto, una serie de conceptos, un vocabulario perfectamente definido, y en caso de palabras cargadas de ambigüedad por su uso común, es preciso desbrozar y especificar de la manera más exacta posible que se entiende por tales” (Peirce, 1878: 16). No siempre es así, y no lo es en el caso de los conceptos que nos ocupan, puesto que los conceptos en ciencias humanas 76 Teoría de la Comunicación Mediática participan de lo histórico, de lo que Barthes denominaba “la soledad de un lenguaje ritual”. Si consideramos que la comunicación puede convertirse en objeto de ciencia o bien entendemos que se trata de una clase que puede ser definida a nivel genérico y universal del concepto concebido en términos absolutos y sin adjetivar o limitar, esto es “la comunicación”; o bien consideramos que la especificidad “mediática” introduce la suficiente novedad en el concepto como para aconsejar una definición parcial y ajustada al particularismo mediático del concepto. Para definir la “comunicación mediática” se utilizarán tanto definiciones genéricas de comunicación que abarquen o incluyan la especificidad mediática, como definiciones específicas. La combinación de ambas permite rastrear zonas sensibles al estímulo mediático, aunque esas zonas pertenezcan a tradiciones viejas de siglos —tal es el caso de Dinouart y su retórica del silencio—. El término “mediática” exige prestar atención al medio (de comunicación). C. R. Wright definía la “comunicación de masas” en los siguientes términos: “En su uso popular el término se refiere a mass media concretos como la TV, el cine, la radio, los periódicos y las revistas … Sin embargo, la tecnología moderna es condición necesaria pero no suficiente para definir la comunicación de masas, que se define también por la naturaleza de su audiencia, por la propia comunicación y por el comunicador. La comunicación de masas se dirige a una audiencia amplia y heterogénea anónima para el comunicador. Está pensada para alcanzar rápidamente la mayor audiencia, a menudo simultáneamente. Los mensajes son transmitidos públicamente, y normalmente suelen ser concebidos como registros pasajeros más que permanentes. Finalmente el comunicador tiende a situarse o a operar en una organización formal compleja que puede implicar grandes gastos” (Wright, 1960: 605-606). Si hay dos conceptos que han mantenido una relación sistémica son los de “comunicación” e “información”, hasta el punto de definirse uno respecto al otro, en una especie de relación gestáltica alterna. 77 Pilar Carrera “Información”, del latín “informare”, acostumbra a marcar la inserción de un medio técnico en el proceso comunicativo, introduciendo en el orden teórico —aunque su origen no sea estrictamente mediático, sino precisamente técnico, procedente de la ingeniería de las telecomunicaciones, fue rápidamente adoptado por el discurso sobre los medios— la desestabilización que la emergencia de los medios de comunicación de masas provocaron en el concepto mismo de comunicación. Es al mismo tiempo la huella comunicativa de un determinado sistema sociopolítico, las democracias capitalistas. Una primera aproximación casi intuitiva nos lleva a situar la “comunicación” en un contexto interaccional, socializante común, y connota el segundo (la “información”) tecnológicamente asociándolo a un tipo de comunicación unidireccional, y compeliéndonos a vincularlo, con la espontaneidad de lo inmotivado convertido en segunda naturaleza, con la mediación técnica. Mientras, la comunicación —concepto igualmente reciente, y he ahí la paradoja— “clama por los clásicos”, aún siendo un concepto decididamente moderno. De alguna manera la comunicación es la cara vuelta hacia el pasado y la información la que se orienta hacia el futuro, en la configuración estructural y significante de ambos conceptos que se definen, ya lo hemos dicho, más que positiva o esencialmente, como lo que el otro no es. La tesis según la cual la comunicación sería “información + feedback” no consigue someter por vía inclusiva al concepto información. En cualquier caso la relación entre ambos conceptos tiene algo de la inabarcable trabazón de las dos caras del signo lingüístico. El campo semántico que los envuelve ha sido invadido e invasor a lo largo de su vida en común, o de su danza semántica. La información, con su carga de mecanicismo, impersonalidad y abandono de sí; mientras ha tendido a asociarse la comunicación con la comunicación interpersonal, con el intercambio inter pares que ha encontrado su simulacro mediático en los conceptos de feedback, retroalimentación e interactividad. *********** 78 Teoría de la Comunicación Mediática El concepto de masa, portador de la imagen de un receptor heterónimo y manipulable, se ha ido desdibujando poco a poco. Lo cual no deja de plantear el problema de cómo manejar estos dos conceptos aquejados de sinonimia: “comunicación mediática” y “comunicación de masas”. Una primera opción consiste en identificar ambos conceptos y declararlos sinónimos —pero entonces estaríamos haciendo caso omiso de la manifiesta intencionalidad conceptual del que acata uno u otro uso. Otra opción es declarar que la relación paradigmática o que la sustituibilidad es imperfecta y deja flancos o zonas de significado al descubierto; es decir, que ambos conceptos solo son parcialmente equivalentes, que la sinonimia es parcial, y que el uso de uno u otro implica cierta filiación teórica. Bien es cierto que es precisamente el hecho de tratarse de una comunicación de masas lo que da buena parte de su contenido y especificidad a la comunicación mediática. La naturaleza de la instancia de la recepción siempre ha sido parte fundamental en la determinación del concepto, el receptor múltiple y multitudinario determina el concepto. Con esta denominación “comunicación de masas” se apuntaba ya directamente a lo que sería una tradición en la investigación en comunicación: su fijación con los efectos en el receptor (puesto que la masa casi por definición es una instancia destinada a ser afectada (manipulada). Por lo tanto el concepto de “comunicación mediática” centrada ya no en el emisor ni siquiera en el receptor —las dos instancias clásicas de la comunicación y de la comunicación interpersonal— sino en la mediación, en la “reproductibilidad técnica”, en términos benjaminianos, en el proceso de mediación —ejecutado mediante determinadas tecnologías— se presenta como un concepto en apariencia más manejable siempre que se sustraiga a interpretaciones de la instancia mediadora como mero gestor de contenidos o instancia improductiva desde el punto de vista del sentido, tecnología destinada a hacer la vida más fácil. Elegir el tercer término o nexo específico —“lo mediático”— de la comunicación de la que aquí nos ocupamos no significa establecer una hipertrofia del factor tecnológico sino considerar a ese tercero no como un añadido que hay que hacer entrar en Pilar Carrera 79 un concepto clásico y preexistente de comunicación, no como un forastero sino como un autóctono de la comunicación. El concepto de “comunicación de masas”, si bien no puede tomarse como panacea explicativa, tampoco puede declararse “derrocado” teóricamente, aunque tradicionalmente se hayan introducido elementos atenuantes (“comunicación colectiva”….). Ese desplazamiento hacia el medio (“mediática”) desde la recepción (“de masas”) requiere detenerse aunque sea brevemente sobre un concepto especialmente poderoso en la teorización sobre los medios de comunicación como es el de “masa”; concepto que remite a lo desprovisto de la actualización conformadora del espíritu, o bien a un conjunto de breves extensiones indiferenciadas u átomos, que por su carencia de elementos privativos, permiten ser abstraídos como un todo, más que por su naturaleza, porque el mensaje es uno y el mismo para todos. En cualquier caso indica carencia de forma, y en este sentido un déficit del elemento espiritual o conformador —recuérdese la definición que los griegos daban del “espíritu”, como fuerza conformadora—. Ciertas técnicas de medición vinculadas a una metodología y a la posibilidad misma de constitución de las ciencias sociales, tales como los procedimientos estadísticos, tienen mucho que ver con el afianzamiento del concepto de comunicación de masas. Tal es el caso del concepto de “hombre-medio” creación científico-estadística. Como explicaba Mattelart “el “hombremedio”, emanación del cálculo de probabilidades, establece la norma de la gestión política de las multitudes” (Mattelart, 2001: 35). El manejo instrumental del “hombre-medio” por parte de los medios de comunicación en la elaboración de su programación, se basa en un concepto teórico primisecular, como es el de masa en cuanto instancia receptora. La progresiva tematización de las cadenas televisivas se supone que ha querido poner ciertos parches a las brechas que iba evidenciándose en el concepto de masa. Sin embargo el concepto de “a la carta” no es otra cosa que el aumento de los platos u opciones del menú. 80 Teoría de la Comunicación Mediática La masa no se define solo en términos contenutistas, sino en términos formales o de mediación, independientemente de la recepción simultánea de un Mensaje concebido en términos esencialistas. La relación entre los medios de comunicación y la masa es una relación de reciprocidad, hasta el punto de que en alguna manera, igual que ocurre con la estadística y los grandes titulares porcentuales de los medios de comunicación en los que se ofrece una instantánea de la opinión pública en un momento dado y respecto a un tema dado, podemos decir que la fotografía creó a la masa, en el sentido en que permitió representarla, y el resto de los media fueron modelando su figura. Como ya se ha dicho, la masa es un concepto teórico, y por lo tanto sólo puede ser representado por algún tipo de mediación. Nadie se encuentra con la masa cara a cara. Puede encontrarse con una multitud, pero no con la masa. En palabras de Bunge se trata de uno de esos famosos “hechos inexperienciales” o “inobservables distinguidos”, entre los que citaba a la otra cara de la luna, las ondas luminosas, los átomos, la conciencia, la lucha de clases y la opinión pública. La masa puede determinarse comunicativamente por la recepción de los mismos mensajes, pero esencialmente por participar de lo mediado, de la forma de mediación técnica que supone la liquidación misma del concepto de “origen” (original) como instancia comunicativamente significante. Las relaciones establecidas entre los conceptos de información y de comunicación, en la danza conceptual que los ha caracterizado, se pueden representar como un movimiento pendular entre los dos términos en la teoría de la comunicación de masas. Obsérvese por ejemplo la siguiente tríada: comunicación de masas-sociedad de masas, sociedad de la información. Entre esos tres términos se ha establecido una dialéctica que los ha colocado en distintas posiciones relativas. En una progresiva gradación de implicación consciente del receptor en el juego comunicativo a medida que avanzamos de información a comunicación y finalmente a conocimiento, pudiéndose entender el tercer estadio como el fruto o logro de una información-co- Pilar Carrera 81 municación adaptadas. El concepto de conocimiento aplicado ya no a la instancia individual sino a la social resulta de difícil aprehensión, por cuanto resulta difícil asumir el concepto “conciencia social” más allá de un mero índice estadístico y pasivo, y concebirlo reflexionando con el fin de adquirir conocimiento del objeto. Queda implícito la mayoría de las veces que la “sociedad del conocimiento” sería aquella dónde la misión de purga del bibliotecario orteguiano (Ortega y Gasset, 1940) se habría cumplido y la información preservada o archivada sería la esencial, lo cual plantea problemas ciertamente peliagudos acerca de la naturaleza del susodicho Bibliotecario. ¿O acaso se trataría de fomentar el bibliotecario que llevamos dentro para enseñarnos a separar la semilla de la paja en un universo informacionalmente colapsado o saturado? Pero el concepto mismo de “información esencial” resulta difícilmente manejable, cuando no contradictorios ambos términos. Y por último ¿cual es el papel que se supone les toca jugar a los medios en ese alumbramiento de la “sociedad del conocimiento”, que se diferenciaría de su predecesora, la “sociedad de la información” y su tótum revolútum informativo, precisamente en la aplicación de un principio jerárquico, en el ajardinamiento de la selva de mensajes? Un elemento recurrente y peligroso —puesto que supone la quiebra de la articulación entre conceptos teóricos y conceptos empíricos— en la conceptualización actual de la comunicación y la información es la fortaleza de lo simbólico. La progresiva desmaterialización de ambos conceptos supone la anulación de los mismos en tanto conceptos empíricos asociados a praxis concretas y circunscritas económica, política y socialmente; y su permanencia únicamente como conceptos teóricos liberados al parecer de todo comercio con los hechos—. La “pérdida de la sensibilidad de lo concreto” en palabras de Otl Aicher. El progresivo hundimiento conceptual de la acción comunicativa concreta y masiva, y su sustitución o supeditación a un concepto “prístino” de comunicación manifiesta la irresistible tendencia al concepto puro, o lo que Otl Aicher denominaba “la fascinación del Templo”. 82 Teoría de la Comunicación Mediática La dualidad entre “comunicación” como “puesta en común” e “información” como “novedad”, puede entenderse en un primer momento en aquel sentido propuesto por Tarde de lo nuevo como propiciando precisamente la “puesta en común” (conversación); es decir, el conocimiento de lo nuevo (conocimiento que deja de ser exclusivo para convertirse en común con la aparición de los medios de comunicación de masas) precede a la puesta en común (basada ya no en la transmisión de un conocimiento exclusivo, donde la prevalencia de la instancia emisora y el “desnivel de conocimiento” hace difícil una puesta en común al menos en primera instancia, sino en la opinión sobre una información compartida) y la suscita. Es decir, la información precede a la comunicación y la fomenta: “En todas las épocas las personas participantes en la conversación hablan de lo que sus sacerdotes o sus profesores, sus padres o sus amos, sus oradores o sus periodistas, les han enseñado. Existen, pues, monólogos pronunciados por los superiores que alimentan los diálogos entre iguales. Añadamos que entre dos interlocutores es muy raro que en sus papeles manifiesten una igualdad perfecta. Muy frecuentemente uno habla mucho más que el otro … Por la acción inmensa que sobre la conversación han tenido las invenciones capitales de nuestro siglo, y gracias a ellas, la prensa ha podido inundar el mundo entero y empapar hasta las últimas capas populares … Todas las mañanas los periódicos sirven a su público el tema de conversación para toda la jornada” (Tarde, 1901: 103-105). La información asociada a la novedad indica el vínculo supuesto entre “exotismo” (entendido como lo nuevo) y conocimiento (entendido como el atesoramiento de novedades), vínculo que permite ser metaforizado con la imagen del bucanero como cognoscente y del conocimiento como el botín que va aumentando más y más, con el riesgo de que el barco se hunda bajo el peso de todas las valiosas posesiones que han ido abarrotando sus bodegas; y plantea la paradoja de los límites de la novedad para que pueda ser reconocida como tal. Todo reconocimiento implica un punto de comparación, y por tanto una atenuación de lo nuevo en alguna de sus partes que permita Pilar Carrera 83 reconocer cierta semejanza, y por tanto reconocer lo nuevo, hasta el punto de que lo absolutamente novedoso pasaría desapercibido, no sería reconocido, al no haber elementos de comparación. La redundancia se convierte entonces, paradójicamente, en condición de transmisibilidad de lo nuevo. El “asombro” supuesto al receptor, que está implícito en la naturaleza misma de la noticia periodística es un vástago moderado de este concepto de información como transmisión de novedades, que gusta de presentar acontecimientos que resultan “incomprensibles” para el receptor medio acercándolos a otras situaciones que les son conocidas o cercanas, estableciendo en ocasiones toda una ideología de la semejanza entre realidades difícilmente comparables, con la excusa de salvar al receptor del “inexorable abismo del sentido”. De ahí que la novedad periodística tenga la mayor parte de las veces un cierto aire casero, algo de déjà vu. Veamos ahora algunas definiciones clásicas que se han dado de comunicación e información: • L. Wittgenstein: “Este libro sólo lo entenderán aquellos que piensen o alguna vez hayan pensado lo que aquí está impreso … Si, lo que yo he escrito, no da impresión de novedad, no me preocupa, porque me da igual que lo que yo he pensado otro lo haya pensado antes” (1922). • Ortega y Gasset: “Se olvida demasiado que todo auténtico decir no sólo dice algo sino que lo dice alguien a alguien. En todo decir hay un emisor y un receptor los cuales no son indiferentes al significado de las palabras. Éste varía cuando aquellas varían … Todo vocablo es ocasional. El lenguaje es por esencia diálogo, y todas las otras formas del hablar depotencian su eficacia … Desde hace casi dos siglos se ha creído que hablar era hablar urbi et orbi, es decir, a todo el mundo y a nadie. Yo detesto esta manera de hablar” (1929). • W. Benjamin, planeta excéntrico sin duda en la órbita de la Escuela de Frankfurt, cuyo concepto más célebre comunicativamente e interpretado desde una perspectiva sistemáticamente nostálgica es el de “aura”. Sin embargo 84 Teoría de la Comunicación Mediática • • • • • el ofreció otras alegorías menos ambiguamente interpretables de lo comunicativo, como por ejemplo la que Cagliostro representa en su obra —nos referimos a un breve relato titulado “Cagliostro”—, la fuerza comunicativa, la capacidad de convicción de lo inverosímil, de lo que, en términos popperianos, ha dado positivo en la prueba de falsación. Muy a tener en cuenta al enfrentarse al objeto “comunicación mediática” cómo funciona lo inverosímil desde el punto de vista comunicativo (1930). H. Lasswell: “Un acto de comunicación entre dos personas es completo cuando se ponen de acuerdo en dar idéntico significado al mismo signo” (1935). N. Wiener “Damos el nombre de información al contenido de lo que es objeto de intercambio con el mundo externo, mientras nos ajustamos a él y hacemos que se acomode a nosotros” (1948). C. Shannon y W. Weaver: “Utilizaremos el término comunicación en un sentido amplio, como el conjunto de procedimientos por los cuales una mente puede afectar a otra … Conjunto de procedimientos por medio de los cuales, un mecanismo … afecta a otro mecanismo … El término información en teoría de la comunicación se refiere no tanto a lo que se dice sino a lo que se podría decir. O sea, la información es la medida de la libre elección de un mensaje … Que la información se mida por la entropía (1949). W. Schramm: “Cuando nos comunicamos buscamos el proceder en una puesta en común con alguien” (1949). N. Wiener: “Damos el nombre de información al contenido de lo que es objeto de intercambio con el mundo externo, mientras nos ajustamos a él y hacemos que se acomode a nosotros. El proceso de recibir y utilizar informaciones consiste en ajustarnos a las contingencias de nuestro medio y de vivir de manera efectiva dentro de él. Las necesidades y la complejidad de la vida moderna plantean a este fenómeno del intercambio de informaciones demandas Pilar Carrera • • • • • • • • 85 más intensas que en cualquier otra época; la prensa, los museos, los laboratorios científicos, las universidades, las bibliotecas y los libros de texto han de satisfacerlas o fracasarán en sus propósitos. Vivir de manera efectiva significa poseer la información adecuada. Así pues la comunicación y la regulación constituyen la esencia de la vida interior del hombre, tanto como de su vida social” (1950). C. Hovland: “La comunicación como un proceso por el cual un individuo (el emisor) transmite estímulos (normalmente símbolos verbales) para modificar el comportamiento de otros individuos (receptores)” (1951). Ruesch y Bateson: “El concepto de comunicación incluiría todos los medios mediante los cuales las personas se influyen unas a otras” (1957). C. R. Wright: “La comunicación es el medio de transmitir significados entre los individuos” (1960). G. A. Miller: “Se dice que existe comunicación cuando una fuente de mensajes transmite señales mediante un canal a un receptor destinatario” (1964). Larsen: “La comunicación se refiere al procedimiento mediante el cual un conjunto de significados dados en forma de mensaje son transmitidos de tal forma que las significaciones recibidas son equivalentes a las deseadas por el autor del mensaje” (1964). G. Deleuze; “Para empezar hay que ser dueño de sus propias preguntas” (1966) Watzlawick-Bavelas-Jackson: “Toda comunicación tiene un aspecto de contenido y un aspecto relacional tales que el segundo clasifica al primero y es, por ende, una metacomunicación” (1967). Greimas-Courtés: “En la teoría de la información se entiende por información todo elemento susceptible de ser expresado con ayuda de un código … se dirá que la cantidad de información es inversamente proporcional a la probabilidad de las unidades, disminuyendo la informa- 86 Teoría de la Comunicación Mediática ción con su previsibilidad. Toda disminución de la información —vinculada a las coerciones sintagmáticas, a las repeticiones, etc. en el marco del mensaje— corresponde a la redundancia a la que se recurre para reducir los efectos negativos del ruido. La teoría de la información intenta explicar las modalidades de la transferencia de los mensajes (como secuencias de señales organizadas según un código) de un emisor a un receptor con exclusión de los contenidos allí vertidos: se hace cargo solo del plano del significante cuya transmisión trata de optimizar. En el dominio de la lengua natural por ejemplo ha de notarse que lo transmitido es una sucesión de fonemas o de grafemas, y no la significación (que es del orden de lo recibido, no de lo transmitido) … La comunicación puede ser considerada desde cierto punto de vista como la transmisión del saber de una instancia de la enunciación a otra (1970). • H. Arendt: “El alcance que los clichés han adquirido en nuestro lenguaje y en nuestros debates cotidianos puede muy bien indicar hasta qué punto no sólo hemos perdido nuestra facultad de discurso, sino también hasta qué punto estamos dispuestos a usar medios violentos … para resolver nuestras diferencias” (1971). • A. Moles: “La comunicación es la acción por la que se hace participar a un individuo —o a un organismo— situado en una época, en un punto R dado, en las experiencias y estímulos del entorno de otro individuo —de otro sistema— situado en otra época, en otro lugar E, utilizando los elementos de conocimiento que tienen en común” (1971). • R. Escarpit: “La comunicación es un proceso complejo que funciona a través de determinado número de aparatos de los que los media no son sino la parte tecnológica, y donde la información encierra la significación de medida, matemática o no, del contenido de los mensajes que transmiten los media” (1976). 87 Pilar Carrera • UNESCO: “El concepto de información se refiere a los signos y mensajes codificados, transmitidos unilateralmente por un emisor (fuente) o un receptor, mientras que la comunicación corresponde más a la complejidad de los fenómenos de intercambio de todo tipo que se producen por medio de signos y símbolos. La información en su acepción más general está inserta dentro del proceso de la comunicación como parte integrante de esta” Se hace hincapié en esta última definición, clásica, en el hecho de que la información no sería sino un momento de la comunicación. Sin embargo esta “sumisión” o subsunción dada por supuesta no ha sido tan evidente en la marcha de la comunicación de masas como disciplina teórica, y más tarde se comentarán las razones que impiden considerar la información únicamente como uno de los movimientos de la comunicación. ********** Haremos un inciso, justificado por la relevancia para la teoría de la comunicación de la conceptualización que de la información se hace en la Teoría matemática de la comunicación de Shannon y Weaver. Shannon concibió su teoría en el contexto de los Bell Telephone Laboratories y del Massachussets Institute of Technology (1948) y Weaver, como Platón había hecho con Sócrates, se ocupó de divulgarla. Shannon y Weaver definen la comunicación como, como hemos visto, “el conjunto de procedimientos por los cuales una mente puede afectar a otra … conjunto de procedimientos por medio de los cuales, un mecanismo, (por ejemplo un equipo de seguimiento automático de avión con la correspondiente computación de sus futuras posiciones) afecta a otro mecanismo” (Shannon y Weaver, 1949: 19). Esta definición en términos “intencionales” de “comunicación” contrastará con la definición desemantizada de “información” que ofrecen. 88 Teoría de la Comunicación Mediática La teoría matemática de la comunicación es una teoría de base, mecanicista y lineal, interesada en saldar, mediante la centralidad de la transmisión y un relegar una concepción espiritualizada del sentido, la mística de la comunicación humana esencializada en torno al contenido, al Mensaje, la exaltación del factor subjetivo como creador del sentido, en favor de una concepción cuantitativa (Moles insistía en el hecho de que la información debe ser considerada una cantidad) y desemantizada de la información. Dejaron de lado decididamente la cuestión de la “interpretación”, cuyo repertorio intencional en su versión más trivial, se orientaba a introducir desviaciones, basadas en lo privativo e inconmensurable del Yo, en la trayectoria lineal de causas y efectos entendida desde una perspectiva mecanicista. Decidieron prescindir del “espíritu” y del sentido para definir la información. Declaraban sentirse interesados en problemas técnicos —de hecho la teoría en cuestión, buen ejemplo de investigación administrativa, toma forma en los Laboratorios Bell—: precisión o fidelidad de la transmisión, identidad de la señal emitida y la recibida. Se da por supuesto siempre un tercer objetivo, y es que el efecto sobre la conducta del receptor sea el deseado por el emisor, que el significado otorgado por ambos se corresponda, etc. etc. Pero como bien se cuida de precisar Shannon, la teoría matemática no desarrolla este nivel, limitándose a centrarse sobre el factor transmisión. Shannon señalaba tres niveles de comunicación, en términos técnicos, semánticos y de efectividad: Nivel A. ¿Con que precisión pueden transmitirse los símbolos de la comunicación?, referido a la precisión en la transmisión, a la fidelidad (problema técnico) fidelidad de la transmisión desde el emisor al receptor Nivel B: ¿con qué precisión los símbolos transmitidos son recibidos con el significado deseado (problema semántico) identidad o aproximación satisfactoria del significado captado por el receptor, comparado con el significado previsto por el emisor. Pilar Carrera 89 Nivel C: ¿Con qué efectividad el significado recibido afecta a la conducta del receptor en el sentido deseado? (problema de efectividad). Éxito con que el significado transmitido al receptor afecta a su conducta en un sentido deseado.“A simple vista puede parecer indeseable insinuar que el propósito de toda comunicación es influenciar la conducta del receptor. pero considerando una definición razonablemente amplia de conducta, está claro que toda comunicación o bien afecta a la conducta o bien no tiene efecto alguno.” (Shannon y Weaver, 1949) Queda asociado el concepto de comunicación a los de voluntad, influencia y manipulación, que constituirá el trasfondo clásico sobre el que se perfilará el concepto excéntrico de información. La teoría matemática, declara Shannon, solo se interesará por el nivel A, por los problemas técnicos de transmisión de la información. Afirma: “parte de la importancia de la nueva teoría proviene de que las precisiones en los niveles B y C solo son posibles cuando ya se han alcanzado en el nivel A … el análisis del nivel A incluye parcialmente a los otros niveles más de lo que pudiera ingenuamente pensarse. En consecuencia la teoría del nivel A es hasta cierto punto una teoría de los niveles B y C” (Shannon y Weaver, 1949). El factor técnico deja de ser un mero añadido a una concepción esencialista de la comunicación de base interpersonal y presencial y pasa a convertirse en constitutivo de la propia noción de información. Lo que hace obviamente simpática esta teoría a la comunicación mediada tecnológicamente o comunicación mediática, y pone freno al universalismo del concepto comunicación, permitiendo limitarlo y concretarlo desde la especificidad tecnológica, que es propiamente una especificidad de la comunicación mediática que la distingue de otros tipos de comunicación. El modelo de la teoría matemática contempla las siguientes instancias: La Fuente de información, que es representada como una operación probabilística en la que se selecciona el Mensaje deseado entre una serie n de posibles mensajes equiprobables. 90 Teoría de la Comunicación Mediática El Transmisor, encargado de transformar ese mensaje en Señal que se envía a través del Canal de comunicación desde el transmisor al Receptor, que realiza la operación inversa al transmisor y “reconvierte” la señal en mensaje que será utilizado por el Destino. Uno de los conceptos clave en la teoría matemática es el de “ruido”, que queda definido como “cosas no deseadas” que se añaden a la señal: “Estas adiciones indeseables toman la forma de distorsiones del sonido (en telefonía por ejemplo) ruidos estáticos (en radio) distorsiones de geometría o brillo de las imágenes (televisión), errores de transmisión (telegrafía o facsímil) etc. a todas estas causas de cambio de señal transmitida se les llama ruido.” La “entropía”, concepto proveniente de la termodinámica que significa desorden, bajo índice de organización, se convierte en la clave para definir la información, y aquí es donde entramos ya en el terreno de la extrañeza, de lo inesperado, pues la información no se define en términos de habla (mensaje concreto, actualización), sino de lengua, recuperando dos conceptos de la lingüística saussuriana. La entropía solo puede darse en una instancia, la Fuente. Su presencia en cualquiera de las otras instancias deja de denominarse información y pasa a denominarse “ruido”. En realidad el ruido y la información son una y la misma cosa, es su ubicación lo que determina que respondan a una u otra denominación. El ruido puede definirse como información “mal emplazada”. De la definición de la información como medida de la entropía se concluye que “a mayor libertad de elección mayor incertidumbre y mayor información … pero si la incertidumbre aumenta, la información aumenta, y esto nos podría llevar ¡a que el ruido es beneficioso! … la incertidumbre que surge en virtud de la libertad de elección por parte del emisor es una incertidumbre deseable. La que surge a causa de los errores o a causa de la influencia del ruido es una incertidumbre indeseable …En el caso de señales con ruido “no es serio decir que la señal recibida tiene más información, porque parte de esa Pilar Carrera 91 información es espuria e indeseable y se ha introducido a través del ruido” (Shannon y Weaver, 1949: 34). La información, que es definida en términos que casi podríamos considerar de matemática política, se caracteriza por ser “la medida de la libre elección de un mensaje”. En la medida en que el significado —la comunicación como discurso dotado de significado— implica la limitación de opciones, la restricción de la libertad y la actualización, aparece casi en las antípodas de la información, pues esta es directamente proporcional a la indeterminación. Shannon hace especial hincapié en la circunstancia fundamental de que “información no debe confundirse con significado … dos mensajes, el primero lleno de significado y el segundo lleno de tonterías pueden ser exactamente equivalentes desde el punto de vista de la información … el término información en teoría de la comunicación se refiere no tanto a lo que se dice sino a lo que se podría decir. O sea, la información es la medida de la libre elección de un mensaje … El concepto de información se refiere no a los mensajes individuales (como en el caso del significado) sino a la situación en su totalidad. La unidad de información expresa que en esta situación se dispone de cierta cantidad de libertad de elección para seleccionar un mensaje, cantidad que resulta necesario fijar como estándar o unidad de medida” (Shannon y Weaver, 1949: 25). Es decir, así como la comunicación quedaba definida al principio de la obra por la presencia de una voluntad, de un Mensaje, en el caso de la información se prescinde de ese factor para declararla una perfecta “tierra de las oportunidades” el lugar teórico perfecto para metaforizar el American Dream: “Que la información se mida por la entropía, es después de todo, natural, si se piensa que la información, en la teoría de la comunicación, se asocia al grado de libertad de elección que se tiene al construir los mensajes. Por tanto dada una fuente de información, se puede decir, como se diría en termodinámica: ‘Esta situación está altamente organizada y no se caracteriza por un elevado grado de azar o de elección —es decir, la información (o la entropía) es baja’” (Shannon y Weaver, 1949: 28). 92 Teoría de la Comunicación Mediática La entropía como medida de la información, permite, como casi todo, su traducción política, posiblemente extemporánea, pero no menos viable, en la que se aprecia la correspondencia del planteamiento con los postulados programáticos del liberalismo: individuos libres e independientes que deciden libremente entre una pluralidad de opciones. No hay constricciones sistémicas ni monopolio. Aunque resulta de difícil aplicación a situaciones comunicativas caracterizadas por las contraintes sistémicas y el monopolio: “Si hay muchas elecciones en vez de dos entonces H (la entropía) es máximo cuando las probabilidades de las diversas elecciones son aproximadamente iguales y del mayor valor que permitan las circunstancias cuando se dispone de la mayor libertad posible en las elecciones sin que se ejerza presión o influencia hacia alguna de ellas … cuando se fija el número de casos la información es mayor a medida que sus probabilidades se igualan. Hay otra forma importante de hacer crecer el valor de H y es aumentando el número de casos” (Shannon y Weaver, 1949: 31). La función del transmisor es la de codificar el mensaje y la del receptor decodificarlo, siendo el mejor transmisor aquél que codifique el mensaje de tal forma que la señal tenga justamente las características estadísticas óptimas que mejor se adapten al canal a utilizar, de manera que se maximice la entropía de la señal igualándola a la capacidad del canal (C). Existe por tanto no solo un concepto de entropía aplicado a la fuente sino un concepto de entropía aplicado al canal, ambos ajenos al Mensaje, a la actualización y relativos al Potencial. Es decir, la información tiene más que ver la capacidad para transmitir, con la transmisión per se que con lo que fluye en concreto (contenido). Más que ver con el perpetuum mobile económico que con la Tradición. Más que ver con la señal que con la Palabra. De ahí que la información se defina como la medida de la libre elección de un mensaje: “Información se usa aquí con un significado especial para expresar la libertad de elección y por tanto la inseguridad de cómo se ha hecho la elección” (Shannon y Weaver, 1949: 34), o: “La teoría matemática es una teoría tan Pilar Carrera 93 general que no se necesita fijar la naturaleza de los símbolos considerados —es indiferente que se trate de letras escritas, notas musicales”. La “equivocación”, definida como la entropía del mensaje relativo a la señal, mide la incertidumbre del mensaje cuando se conoce la señal. Si no hubiera ruido no existiría incertidumbre del mensaje siempre que la señal sea conocida. La información útil es por tanto la incertidumbre total menos la incertidumbre del ruido. Otro concepto clave es el de redundancia como corrector del ruido: “La redundancia … ayuda a corregir el ruido” o “redundancia es la fracción de la estructura del mensaje que no está determinada por la libre elección del emisor, sino más bien, por las reglas estadísticas aceptadas que gobiernan el uso de los símbolos en cuestión” (Shannon y Weaver, 1949: 29). Hay una redundancia básica, marcada por las propias reglas semánticas. Por ejemplo la redundancia en inglés sería del 50% de modo que la mitad de las letras o palabras que elegimos al hablar o escribir, dependen de nuestra libre elección y la otra mitad están realmente controladas por la estructura estadística del lenguaje. En concordancia con la adjetivación misma de esta teoría, es decir, con el “matemática”. Shannon y Weaver eran conscientes de la ruptura con el paradigma comunicativo tradicional, marcadamente contenutista y sustentado en el Mensaje— con el concepto clásico de comunicación, de cierta extravagancia teórica: “El concepto de información desarrollado en esta teoría parece al principio desafortunado y extravagante —desafortunado porque no trata en absoluto los significados y extravagante porque no trata de un determinado mensaje, sino del carácter estadístico del conjunto total de mensajes; extravagante también porque en términos estadísticos, las dos palabras información e incertidumbre aparecen asociadas (Shannon y Weaver, 1949). Definen como el problema fundamental de la información precisamente la ausencia de incorporación de elementos de sentido subjetivos (entiéndase: la interpretación) es decir la máxima identidad o la mínima desviación entre mensaje emitido y mensaje recibido. 94 Teoría de la Comunicación Mediática Es obvio que aquí nos encontramos ante una paradoja, pues si lo que caracteriza a la información es la entropía, esta solo parece funcionar en la fuente, pues esta ya ha efectuado una primera reducción, que es lo que se denomina “mensaje”, por lo tanto ya ha hecho una purga, y por consiguiente ha marcado la recepción. Podemos concluir pues que a nivel del destinatario solo opera el concepto comunicación (y que por tanto el poder de la fuente no es decir qué pensar respecto a algo, o eliminar la discusión, tal como interpretó parte de la tradición crítica, sino establecer el tema o los temas sobre los que discutir, el debate mismo. El “debate” que tradicionalmente se viene considerando un factor de democracia comunicativa, presenta, a esta luz, un perfil mucho menos inmaculado. Lo importante no son únicamente las opiniones vertidas respecto a un tema y la libertad dada para formular tales opiniones. Quien tiene el poder es el que plantea el tema de debate. No el que dice qué hay que pensar, sino sobre qué hay que debatir, sobre qué hay que comunicar. Es en este sentido que sólo se reconoce la entropía en la fuente y no en la recepción (dónde la entropía equivaldría a la proliferación del sentido o interpretación): “El problema fundamental de la comunicación es reproducir en un punto exacta o aproximadamente un mensaje seleccionado en otro punto. Frecuentemente los mensajes tienen un significado, esto es, que se refieren o están correlacionados con algún sistema que posee ciertas entidades conceptuales o físicas. Estos aspectos semánticos de la comunicación son irrelevantes desde el punto de vista de la ingeniería. Lo importante es que el mensaje se selecciona entre un conjunto de posibles mensajes (Shannon y Weaver, 1949: 45-46). Desde la apariencia de asepsia matemática algún espíritu sensible a la metáfora podría ver en esta teoría una teoría política, de corte realista, acerca del poder, la estabilidad social, el peligro revolucionario (ruido), la pluralidad dentro de un orden (eso es lo que se entiende por información y por eso no se considera el ruido como un incremento de la información…). ********** Pilar Carrera 95 Pasemos a continuación a considerar a un nivel genérico los elementos constitutivos de todo proceso comunicativo. Los elementos que conforman un proceso informativo o comunicativo pueden resumirse en: Emisor (o fuente), Receptor, Canal (en cuanto soporte material o sensorial), Mensaje y Código A los elementos tradicionales que Aristóteles enunciaba en su Retórica como elementos del esquema de la comunicación —emisor, receptor, mensaje— se le suman el canal —especialmente cuando surge la oposición canales naturales, canales artificiales—, el medio —que no se deja confundir con un canal tecnológicamente implementado, sino que incluye su propia lógica y debe ser considerado como una instancia de pleno derecho (McLuhan: “El medio es el mensaje”)— y el código, como conjunto de reglas que gobierna la formación de mensajes y que debe ser diferenciado del mensaje, puesto que implica una toma de conciencia lingüística sólo comprensible en un determinado momento histórico, que requiere que la lengua se convierta en objeto de ciencia y se separe del habla, del acto comunicativo concreto. Como explicaba Foucault “La filología del siglo XIX trabajaba sobre lenguas determinadas; la lingüística a partir de Saussure trabaja sobre la lengua en general … la lingüística saussuriana no considera la lengua como una traducción del pensamiento y de la representación, la considera como una forma de comunicación. Así consideradas la lengua y su funcionamiento suponen: polos emisores de un lado y receptores del otro, mensajes, es decir, series de acontecimientos distintos y códigos o reglas de construcción de esos mensajes que permiten individualizarlos. De repente el análisis del lenguaje en lugar de ser reconducido a una teoría de la representación o a un análisis psicológico de la mentalidad de los sujetos, se encuentra ahora en pié de igualdad con todos los otros análisis que pueden estudiar los emisores y los receptores, la codificación y la descodificación, la estructura de los códigos y el desarrollo del mensaje … el colectivo en esta nueva perspectiva ya no será la universalidad 96 Teoría de la Comunicación Mediática del pensamiento, es decir, una suerte de gran sujeto que sería una suerte de conciencia social o una personalidad de base o un esprit du temps. El colectivo, ahora, es un conjunto constituido por polos de comunicación, por códigos que son efectivamente utilizados y por la frecuencia y la estructura de los mensajes que son enviados. De repente la lingüística se encuentra entrando en connivencia con los análisis relativos a códigos y mensajes intercambiados entre moléculas que constituyen los nudos de las células vivas … De repente la lingüística se encuentra ligada a las ciencias sociales de un modo nuevo, en la medida en que ahora lo social puede ser definido o descrito como un conjunto de códigos y de informaciones que caracterizan un grupo dado de emisores y de receptores. Fenómenos como la moda, la tradición, la influencia, la imitación que desde Tarde aparecen como fenómenos a analizar en términos exclusivamente psicosociológicos, pueden ser ahora leídos a partir del modelo lingüístico” (Foucault, 2000: 853). La ruptura introducida por Saussure consistió en relegar a un segundo plano la cuestión de la referencialidad, encerrando el signo en si mismo, independizándolo del referente y permitiendo así su estudio científico. Ni el significante ni el significado remiten directamente a los hechos, ya no tenemos por una parte los hechos, lo real y por otra su imagen, su representación, sino dos imágenes, a las que Saussure daba el nombre de “imagen acústica” e “imagen visual” —es decir, significante y significado—, las dos caras del signo lingüístico, ambas diversas del referente-real. La posibilidad de abordar científicamente la comunicación y la extrapolación del modelo comunicativo a otros campos depende precisamente de esa desvinculación del signo lingüístico de la multiplicidad referencial, que Saussure acometió. Volvamos ahora con más detenimiento a los elementos de proceso comunicativo: El Emisor designa la instancia en que se origina el mensaje. En gran parte de los modelos comunicativos de corte mecanicista se considera tanto al emisor como al receptor instancias 97 Pilar Carrera vacías. A esta concepción oponía Greimas instancias dotadas de competencias. El Receptor, que es el polo opuesto al emisor, es la instancia de recepción del mensaje —que no tiene porqué ser el receptor “intencional” del mensaje—. El Canal, que designa al soporte material o sensorial, el “conjunto de eslabones que constituye el sistema material de paso entre el mensaje emitido y la sensación resultante para el receptor humano” (Moles-Zeltmann, 1971: 54). Los canales se dividen esencialmente en dos categorías: fisiológicos y técnicos. El Mensaje sería una secuencia de señales organizada conforme a las reglas de un código. Implica por lo tanto operaciones de codificación y descodificación. El Código designa un inventario arbitrario de símbolos y las reglas relacionales de los mismos o reglas de composición. Greimas criticaba lo que él denominaba las semióticas “connotativas” (por ejemplo la de un Barthes) por hacer un uso demasiado laxo del concepto de “código”, que perdía así su carácter de organización lógico taxonómica para convertirse en un número de unidades indefinido y relacionadas asociativamente de manera tenue. Greimas sostenía que la dicotomía códigomensaje podía ser considerada como una reinterpretación de la oposición saussuriana lengua / habla. El mensaje es entonces un producto del código y el mensaje, a imagen del habla, procede a la actualización del mismo (Greimas-Courtés, 1979: 254). El Feedback o retroalimentación es la instancia que asegura la reproducción comunicativa, consustancial al concepto mismo de proceso de comunicación. ********** La tradicional oposición entre comunicación interpersonal y comunicación mediática con la eufemización progresiva de 98 Teoría de la Comunicación Mediática la primera por contraste con la segunda, se ha convertido en un lugar común, en el que se atribuye a la comunicación cara a cara las propiedades de autenticidad, humanidad y equipolencia que se niegan a la comunicación mediática. Desvincular estas dos formas comunicativas como si se tratase de compartimentos estancos es una opción teórica insostenible. Por otra parte, mantener que la comunicación interpersonal se sustrae a las determinaciones coactivas, manipuladoras o de poder que se consideran características de la comunicación mediática, o al menos de los media clásicos, es radicalmente falso. La comunicación mediática ha exonerado a la comunicación interpersonal de muchas de sus “culpas” y ha frenado una teorización rigurosa sobre dicha forma comunicativa —la comunicación cara a cara— en la era de la comunicación de masas. Autores como Tarde o Lazarsfeld —cuyo “líder de opinión” era el transformador interpersonal del mensaje mediático— habían incidido en la necesidad de considerar estas dos formas como interrelacionadas, como definitivamente interdependientes, como partes de un mismo proceso comunicativo global. Los primeros modelos comunicativos —no hay que olvidar que el “paradigma de Lasswell”, un modelo en cierto sentido pionero, era un modelo de comunicación política— incidían en la unidireccionalidad del proceso y en la desigualdad de las instancias emisora y receptora. Se preocupaban muy poco del receptor como subjetividad —“al fin y al cabo el hombre es una invención reciente”, sostenía Foucault—. Para estos modelos el receptor era como una hoja en blanco. La metáfora del palimpsesto para caracterizar a la instancia receptora llegaría más tarde, de la mano de la incursión de la psicología en el marco comunicativo. Progresivamente así mismo se incluiría el feedback aunque con todas las limitaciones que la comunicación de masas conlleva en cuanto a la retroalimentación, principio básico de la comunicación interpersonal. El hombre-masa es una hoja en blanco, en ese sentido, es el receptor modelo, no condicionado, en el que puede darse una total identidad entre la información emitida y la recibida. Es el alumno, el aprendiz Pilar Carrera 99 absoluto, el perfecto ser mimético que asume sin distorsión las enseñanzas del maestro. Reardon y Rogers en un artículo titulado “Interpersonal vs. Mass Media Communication. A false dichotomy” sostenían que la separación entre ambas formas de comunicación eran artificiales y contraproducentes desde el punto de vista teórico, defendiendo una “perspectiva unificada”. Hasta mediados de los 70 la definición situacional de la comunicación interpersonal estaba limitada a la interacción cara a cara entre dos o más personas con oportunidad de feedback. Mientras que la comunicación mediática se definía desde la perspectiva de un emisor o un número limitado e institucionalizado de emisores y una audiencia más o menos numerosa, con feedback mínimo. Entonces la división entre ambas formas se establecía de acuerdo con tres criterios: tipo de canal, número de receptores potenciales y feedback potencial. Ambas formas de comunicación aparecen imbricadas en un proceso de toma de decisiones (Rogers pone el ejemplo de la adquisición de un ordenador, a través de cinco estadios: conocimiento, persuasión, decisión, implementación, confirmación). Dos razones, de orden histórico y político intervendrían en la larga vida de esta dicotomía. En comunicación interpersonal citan como padres fundadores a Heider, Argyle, Goffmann y Bateson que se ocuparían del estudio de la comunicación interpersonal desde un punto de vista científico. En el otro frente, el modelo de Shannon y Weaver, un modelo de posguerra que sería adoptado para explicar una gran variedad de conductas comunicativas, al mismo tiempo que estandarizaba la terminología de conceptos básicos en comunicación (ruido, redundancia) ofreciendo una imagen lineal y unidireccional de la comunicación, acorde con la dirección única de la comunicación de masas, mientras que se puso menos énfasis en los aspectos dinámicos (por ej. el feedback). Concomitante a esa dicotomía o segregación entre ambas formas de comunicación, se daba un reparto disciplinar entre ambas formas de comunicación: de dominante sociológica respecto a la comunicación de masas y de dominante psicológica respecto a la interpersonal, con la 100 Teoría de la Comunicación Mediática consiguiente falta de integración y de referencias cruzadas entre los resultados de ambas subdisciplinas. Una excepción histórica a esta escisión serían las teorías y la investigación sobre la persuasión, cuyos resultados se consideraban aplicables a ambas formas (Reardon-Rogers, 1988). La totalidad de un proceso comunicativo no puede ser entendido de manera adecuada sólo por una de las dos subdisciplinas, puesto que todo proceso suele implicar las dos formas de comunicación. Ya Tarde vinculaba estrechamente ambas formas de comunicación cuando sostenía que los periódicos daban la información que permitiría la puesta en común conversacional, alimentaban la conversación, y toda información mediática no acogida en un proceso de comunicación interpersonal gozaría de una forma de existencia precaria. Por poner un ejemplo, este relevo entre formas de la comunicación en pos de garantizar su eficacia es especialmente relevante en el caso de las campañas de salud pública. La modelización que acompañó al desarrollo de la teoría de la comunicación tomo en consideración desde el principio esta interrelación. El modelo de la co-orientación de McLeod y Chafee implicaba ambas formas, así como la mayoría de los modelos sobre formación de la opinión pública. Además de la teoría de la persuasión, otras como la agenda-setting o la “teoría de la difusión” (Modelo de Rogers y Schoemaker) presuponen ambas formas de comunicación y por tanto no pueden ser abordadas de manera parcial, únicamente por una de las dos disciplinas. ¿Como categorizar, dentro de este esquema dual, las nuevas tecnologías de naturaleza interactiva que aparentemente participan de ambas formas? No debemos olvidar que en el origen de la eufemización del medio Internet está la consideración del mismo como el medio de masas más cercano “al ideal interpersonal”. Aunque declarar esta forma de comunicación mediática como una variante de la comunicación interpersonal como pretenden algunos autores, es posicionarse del lado de un confusionismo teórico de dudosa honestidad. No se trata 101 Pilar Carrera de sembrar la confusión entre ambas formas, sino de preguntarse sobre su articulación: “No estamos proponiendo que la comunicación interpersonal y la comunicación de masas sean subsumidas en una única categoría. Sin embargo ha llegado el momento de que las fronteras subdisciplinarias se hagan mucho más permeables. Estas fronteras suelen estar en el origen de una teoría comunicativa distorsionada (Reardon-Rogers, 1988: 300). ********** Cuando M. Bunge da cuenta del momento histórico en el que nace la “teoría de la información”, lo sitúa al término de la Segunda Guerra Mundial, fruto de la interdisciplinaridad al servicio de la causa bélica, de la que emergieron la teoría general de los sistemas, la cibernética, la teoría de la información, la teoría de los juegos, la sociología matemática e incluso la lingüística matemática. Hacia 1950 constata un esfuerzo de teorización en campos hasta entonces parca o nulamente sometidos a teorización: “Una nueva metodología, una nueva manera de trabajar que nació hacia 1950 en las ciencias no físicas … esta revolución de las ciencias no físicas no es pues sino la adopción del método científico monopolizado en otro tiempo por la física … la revolución iniciada hacia 1950 estriba en la manera de abordar el estudio de los objetos no físicos” (Bunge, 1972: 11). Una de las características de esta nueva metodología sería la construcción de objetos-modelos y modelos teoréticos. El afán modelizador que caracteriza a las ciencias humanas desde el final de la Segunda Guerra fue, en parte, el fruto casi espasmódico de la razón que se había visto sobrepasada por sus propios métodos. El gusto por la modelización en teoría de la comunicación alcanza su clímax en la posguerra. Como si el modelo fuese capaz de ejercer un efecto mágico, sanatorio, con la imposición de un prisma transparente sobre una realidad social escurridiza y cargada de matices. Toda esta furia modelizadora no está exenta de cierta épica, de cierto heroísmo teóricos que 102 Teoría de la Comunicación Mediática no consiguen disipar las críticas cíclicas a la falta de matices y al simplismo diagramático con el que se apoderan de la realidad. “El modelo puede ser considerado, ya sea como una forma ideal preexistente a toda realización más o menos perfecta, ya como un simulacro construido que permite representar un conjunto de fenómenos … los modelos deben concebirse como representaciones hipotéticas, susceptibles de ser confirmadas, invalidadas o falseadas” (Bunge, 1972: 264). Van Frassen consideraba el trabajo esencial de una teoría científica proporcionar una familia de modelos para ser utilizados en la representación de fenómenos empíricos y A. Moles firme defensor de la esquematización sostenía que “el proceso de esquematización es uno de nuestros algoritmos fundamentales del aprendizaje de la realidad y del dominio de ella” (MolesZeltmann, 1971: 363). Se presenta a continuación, únicamente a modo ilustrativo, un limitadísimo compendio de modelos comunicativos. Habría que remontarse a Aristóteles para reconocer la primera modelización del acto comunicativo, en este caso en el marco de una forma de comunicación interpersonal. Aristóteles enumera en la Retórica los elementos que conforman el acto comunicativo. Tres son las instancias básicas a las que alude Aristóteles, dedicando a cada una de ellas los tres primeros libros de la Retórica: Emisor, Receptor y Mensaje. Saussure en su Curso de lingüística general caracterizaba el proceso comunicativo como un circuito, así mismo en el marco de una relación interpersonal: “Para hallar en el conjunto del lenguaje la esfera que le corresponde a la lengua, hay que situarse ante el acto individual que permite reconstruir el circuito de la palabra. Este acto supone por lo menos dos individuos: es el mínimo exigible para que el circuito sea completo. Sean, pues, dos personas, A y B, en conversación. El punto de partida del circuito está en el cerebro de uno de ellos, por ejemplo, en el de A, donde los hechos de conciencia que llamaremos conceptos, se hallan asociados con las representaciones de los signos lingüísticos o imágenes acústicas que sirven a su expresión. Supongamos, que Pilar Carrera 103 un concepto dado desencadena en el cerebro una imagen acústica correspondiente: este es un fenómeno enteramente psíquico, seguido a su vez de un proceso fisiológico: el cerebro transmite a los órganos de la fonación un impulso correlativo a la imagen; luego las ondas sonoras se propagan de la boca de A al oído de B: proceso puramente físico. A continuación el circuito sigue en B un orden inverso: del oído al cerebro, transmisión fisiológica de la imagen acústica; en el cerebro asociación psíquica de esta imagen con el concepto correspondiente. Si B habla a su vez, este nuevo acto seguirá —de su cerebro al de A— exactamente la misma marcha que el primero y pasará por las mismas fases sucesivas” (Saussure, 1915: 76-77). 1948 es el año de la publicación del célebre “paradigma de Lasswell”, en un ensayo titulado “Estructura y función de la comunicación en la sociedad”. Se trata de un modelo de raigambre politológica y ya no aplicable únicamente a una forma de comunicación interpersonal, sino de comunicación pública, es decir, con un emisor y un número indeterminado de receptores; además de incorporar el concepto de “canal”, mayormente ausente o dado por supuesto en los modelos que presuponían canales naturales y que en este caso insinúa ya la relevancia de la mediación técnica en las formas de comunicación. El modelo de Lasswell trae además al primer plano lo que será el tema por antonomasia de la communication research: el estudio de los efectos. Lasswell disecciona los elementos comunicativamente relevantes: QUIÉN dice QUÉ, en QUÉ CANAL, a QUIÉN, con QUÉ EFECTO. A estos elementos primigenios se le irían añadiendo posteriormente por parte de otros autores nuevas instancias en sucesivas modelizaciones, esencialmente para dar cabida al “contexto” y al feedback, pero los componentes de base permanecerán prácticamente inmutables. A partir de esas instancias enumeradas por Lasswell se abriría el camino a los correlativos análisis de la emisión, el mensaje (análisis de contenido), la recepción o audiencia…: “La clásica fórmula de Lasswell facilitó la división en cinco sectores de la investigación sobre comunicaciones: análisis de contenido (el “qué”), análisis 104 Teoría de la Comunicación Mediática de medios” (“en qué medios”), análisis de audiencia (el “a quién”) y análisis de efectos (el “con qué efecto”)” (Casasús, 1972: 31). En un artículo aparecido en 1961 en el Journal of Communication en el que se hacía el repaso de una década de modelos generales de comunicación, desde 1950 hasta 1960, Johnson y Klare especificaban que “el término comunicación se usa aquí como transferencia de información” y el modelo como revelando puntos destacados de una estructura o proceso existentes. Un proceso de abstracción diagramática y verbal del mundo real por eliminación de detalles inesenciales. Los modelos son abstracciones diagramáticas y verbales Los autores distinguían entre la comunicación face to face y place to place; la primera referida a procesos de comunicación in praesentia y la segunda a situaciones de comunicación técnicamente mediadas in absentia). Ese mismo año 1948 Norbert Wiener, recurriendo al concepto de “homeostasis” rompía con la idea de una progresión lineal de la información introduciendo la noción de feedback, según la cual la información se vuelve sobre si misma en forma de respuesta que a su vez determina la nueva posición de la fuente. El proceso no se planteaba ya como lineal sino como circular. Shannon y Weaver, (1949), representan un diagrama esquemático de un sistema general de comunicación. En el modelo de Shannon la FUENTE DE INFORMACIÓN produce un MENSAJE o un conjunto de mensajes para ser comunicados. El TRANSMISOR transforma el mensaje en un conjunto de señales susceptibles de ser transmitidas a través de un CANAL. A través del canal se transmite la señal desde el transmisor al receptor. El RECEPTOR realizaría la operación inversa al transmisor, es decir, reconstruiría el mensaje a partir de la señal. Finalmente la DESTINACIÓN es la persona o cosa a la que se dirige el mensaje. 105 Pilar Carrera Modelo de Shannon y Weaver (1949) El modelo de Osgood-Schramm data del año 1954. Se trata de un modelo circular, que expresa la preocupación por la conducta de los actores principales del proceso comunicativo. Las estancias emisora y receptora se entienden como potencialmente equipotentes —lo cual resulta problemático en el caso de la situación comunicativa marcadamente desigual y desequilibrada que caracteriza a la comunicación de masas—. Ambas instancias realizan las tres funciones comunicativas: Son a la vez Codificador, Intérprete y Descodificador. Más que aludir a una “democratización” del proceso comunicativo, utópica en los casos de feedback limitado como es el caso de la comunicación de masas, se trata de poner de manifiesto el hecho de que la comunicación es un continuum, que no tiene un origen preciso (emisor) y un punto final (receptor), sino que se trata en palabras de Schramm de “la gran corriente interminable de la información”. La comprensión sería posibilitada por un campo de experiencia compartida, de referentes culturales compartidos. 106 Teoría de la Comunicación Mediática Modelo de Osgood-Schramm, 1954 El modelo de Maletzke sobre el proceso de la comunicación colectiva data del año 1963. Maletzke introduce la noción de campo (das Feld). Se trata de una topología comunicativa en lugar de instancias intemporales actuando fuera de todo contexto. La comunicación colectiva no puede reconducirse a la suma de actos comunicativos puntuales, sino que ha de entenderse como un proceso psicosocial complejo. Maletzke toma como plataforma los conceptos tradicionales de comunicador, mensaje, medio y receptor. Entre medio y receptor introduce dos componentes más: la presión o limitación ejercida por el medio y la imagen que del medio tiene el receptor. Es necesario considerar las características de cada medio y no considerarlos en bloque como si careciesen de especificidades comunicativamente relevantes. Cada uno exige un tipo de percepción distinto, hay que considerar en qué medida el receptor está ligado al medio, contextos sociales de recepción, grado de simultaneidad. McQuail puntúa respecto a este modelo: “Como miembro de un público masivo desorganizado, el receptor individual no tiene que enfrentarse a demandas que le exigen responder o actuar de una manera determinada como ocurre en la situación cara a cara” (McQuail, 1982: 75). 107 Pilar Carrera Las instancias comunicador y receptor son instancias complejas, campos de fuerza en los que confluyen factores psicológicos, grupales y sociales. Sección del modelo de Maletzke, 1963 Para explicar la articulación de lo social y de lo cultural a través del proceso de comunicación, A. Moles elaboró un modelo de “ciclo sociocultural” en el que buscaba esquematizar: Como a través de la comunicación se construye la cultura en un contexto dado. Vemos que en este modelo el acto comunicativo pierde su carácter coyuntural, intencional y fragmentario y se convierte en un continuum, revirtiendo ya no en instancias personales sino en instancias socio-culturales. Los elementos que integran dicho ciclo serían por este orden: Creador: “creatividad” como “aptitud del espíritu para introducir en el mundo formas nuevas que no existían” Moles distancia este concepto del concepto romántico de “creador”, basado en el de personalidad genial, para situarlo en un contexto comunicativo que es su condición de posibilidad, y que no tiene que ver con la originalidad absolutamente interior y sin necesidad de ensuciarse las manos con el universo exterior: “La creatividad es la cualidad que posee un organismo o un operador humano de producir mensajes originales, y por tan- 108 Teoría de la Comunicación Mediática to se relaciona con la teoría de la información … es la aptitud del ser humano para reorganizar los elementos del campo de percepción de una manera original y susceptible de dar lugar a operaciones en cualquier dominio material” (Moles-Zeltmann, 1971: 200). Esta primera instancia crea una Obra o producto nuevo: Cuya novedad puede ser cuantitativamente evaluada mediante procedimientos cuantitativos. Micromedio: Instancia legitimante compuesta por los pares. Análisis cultural: Instancia de legitimación crítica. Medios de difusión: Permiten que esa obra o producto nuevo adquiera el rango de Producto cultural y pase al Macromedio, constituyéndose así en parte de la Cultura de masas. Tras esta brevísima muestra que pretendía ejemplificar lo que pueden considerarse tres estadios de una modelización de tipo lineal puro (Lasswell, Shannon y Weaver), lineal con feedback (Osgood-Schramm) y mecánico-sociológica (Maletzke), y un modelo procesual o sistémico como es el de Moles, conviene hacer alusión a una reflexión de S. Hall que viene al caso acerca de la modelización tradicional, criticada “por su linealidad —emisor, mensaje, receptor— por centrarse en el nivel del intercambio de mensajes y por la ausencia de una concepción estructurada de los diferentes momentos como una compleja estructura de relaciones. Pero debería pensarse en el proceso como en una “estructura compleja en dominancia”, sostenida a través de la articulación de prácticas interconectadas, cada una de las cuales, sin embargo, mantiene su carácter distintivo y tiene su propia modalidad específica, su propia forma y condiciones de existencia” (Hall, 1995: 508). Si hacemos un breve repaso por lo que ha sido el recorrido modelizador en comunicación apreciaremos que los primeros modelos están articulados en torno al concepto de “transmisión lineal”. Progresivamente se van incorporando los conceptos de “interacción”, “retroalimentación” y “procesos interpretativos”, es decir, de las mediaciones psicológicas, sociales y simbólicas. Sin embargo no deja de ser interesante contemplar este ámbito Pilar Carrera 109 bajo un prisma de no necesaria superación inter-modélica. Por definición el modelo se caracteriza, como su propio nombre indica, por ser una generalización, una ultrasimplificación de la realidad. La progresiva proliferación del matiz y complejización de los modelos —ejemplo paradigmático es el propuesto por Maletzke— buscando extenuar al objeto, realmente en ocasiones oscureció la naturaleza misma del modelo, queriendo convertirlo en lo que no era, en una descripción exhaustiva. Con lo cual la ideología de la modelización, si ideología comporta, se multiplicó a medida que se multiplicaba el matiz. Aunque normalmente esto se presente como un progreso en verdad se prestó al confusionismo, alimentando la confusión del modelo con la propia teoría. Otra característica de los modelos comunicativos es su fijación en el considerado “destino último” de la comunicación, esto es, el efecto. Como bien especifica McQuail la mayor parte de los estudios sobre lo que el denomina “comunicación colectiva” se habían orientado hacia el tema de los efectos. Fruto de una visión instrumental de la comunicación y que supone un emisor intencional que busca un determinado efecto en el receptor y utiliza los medios para tal fin. Los medios no son tanto en sí mismos objeto de estudio, como en su eficiencia-ineficiencia para servir a determinadas voluntades, que les preceden. Así se habla de “distorsión” cuando esa transmisión de intenciones no se lleva a cabo de la manera deseada, es decir, cuando el efecto que el emisor ha prefigurado en el momento de emitir una información no es el deseado, debido a la “interferencia” de factores físicos, psíquicos, circunstanciales o contextuales. El problema del control por parte del emisor de las reacciones del receptor al tratarse de una comunicación in absentia, hacía necesaria la verificación empírico-experimental del resultado de la comunicación. Esta lógica causal asociada a la eficacia del acto comunicativo, quedaba inscrita en el binomio estímulo-respuesta, es decir, respuestas específicas y aislables dentro del continuum comportamental, correspondientes también a estímulos aislables y específicos. El paulovianismo aplicado, que no está tan superado como se pretende en cuestiones de comunicación 110 Teoría de la Comunicación Mediática mediática, sigue siendo una recidiva constante de los estudios sobre los media en versiones más o menos sofisticadas según los casos. La mayor parte de las teorías de primado sociológico con su imagen global, suelen ofrecer, a medida que se desciende a la “indigna concreción” una versión bastante cercana a las postuladas por la “teoría de la aguja hipodérmica”. Nos encontramos al Objeto por excelencia, a la aguja o a la bala mágica, como un relicario incluso en las más refinadas teorías sociológicas acerca de la “construcción social de la realidad”. Aunque supuestamente se haya abandonado aquella poderosa imagen de la masa receptora y se la haya sustituido por un miembro de pleno derecho de la “sociedad de la información” —cuya inconmensurabilidad subjetiva como emisor e intérprete es dada por supuesto— el mecanismo, el esquema causal sigue en pié, inserto en el discurso mismo de los que supuestamente lo niegan y afirman el cambio radical de las relaciones sociedad-comunicación. Es más que probable que si algo caracteriza a la teoría de la comunicación de masas, sea precisamente su irreductible vínculo con lo concreto, su capacidad de repeler hasta las más pertinaces cosmogonías teóricas. Volvamos solo por un instante al denostado modelo mecanicista y causalista posiblemente la más pertinaz de las formas modelizadoras en lo que concierne a los medios de comunicación de masas. La base o modelo social supuesto es la multitud solitaria, la relativa disolución de las instancias socializadoras clásicas y el progresivo incremento del ruido en la transmisión de la tradición —lo que Walter Benjamin denominaba el eclipse del narrador como instancia comunicativa ejemplar—. Ni la irreductible personalidad ni la revelación de los vínculos relacionales y grupales del individuo en la gran ciudad, introducidos por las posteriores teorías de la comunicación como elementos atenuantes de esa mecánica implacable, han conseguido borrar la huella de aquella “primitiva imagen” de la multitud solitaria en “infinita escucha”1. 1 “Se oye tan sólo una infinita escucha”: J. A. Valente, Fragmentos de un libro futuro, Barcelona, Círculo de Lectores, 2000, pág. 60. Pilar Carrera 111 Los modelos comunicativos, en cuanto simplificaciones diagramáticas del proceso de comunicación han creado si puede decirse así una cierta ideología de la comunicación de masas. La comunicación se identifica con el acto comunicativo recortado del continuum en el que cobra sentido. Por otra parte, incluso con la incorporación del feedback y el paso de la linealidad a la circularidad, lo que subyace es el acto comunicativo mejorado o implementado. El carácter secuencial de la comunicación se da por supuesto en la mayoría de los modelos, que realmente no son sino representaciones de la lógica causal, con sus consiguientes etapas en progresión. La entrada en escena del llamado “paradigma de los efectos a largo plazo” cortó de alguna manera la fructífera tensión progresivamente establecida entre las instancias emisora y receptora. Maquiavelo describía algo muy semejante a esta toma de conciencia por parte de los teóricos de la comunicación de que la comunicación mediática se asemejaba enormemente a un puzzle o a un ensamblaje, más que a un bombardeo “Y es que siempre aún cuando uno cuente con un ejército poderosísimo, para entra en una provincia es necesario el favor de sus habitantes”2. Esa “hoja en blanco” —el receptor— se fue “rellenando” de escritura a medida que se sucedían las teorías de la comunicación. Se convirtió en palimpsesto. Pero esta conversión aparentemente natural, tiene sus límites. Nietzsche advertía de los peligros de lo que en un primer momento puede parecer un refinamiento teórico: “Bien podría el hombre despellejarse siete veces setenta que ni aún así podría exclamar: “¡Ah! ¡Por fin! ¡Éste eres tú realmente! ¡Ya no hay más envolturas! … Y además, ¿para qué sería necesario algo así?”3. Estas palabras han de ser tenidas muy en cuenta sobre todo cuando la reivindicación del matiz infinitesimal encuentra su consumación y vira 2 3 N. Maquiavelo, El príncipe, Madrid, Alianza, 1992, pág 46. F. Nietzsche, Schopenhauer como educador, Madrid, Valdemar, 1999, pág. 40. 112 Teoría de la Comunicación Mediática hacia el dogma. El problema consistía y consiste en desvelar la identidad teórica del calígrafo. W. Schramm definía la evolución de los conceptos teóricos básicos sobre la comunicación, y por tanto las variaciones experimentadas en la modelización del proceso de comunicación en los siguientes términos: “Por una parte, las explicaciones lineales del proceso de comunicación parecen actualmente pasadas de moda. La teoría de la bala, en un tiempo tan de moda, ha caído en desgracia durante cuarenta años … De manera semejante el tan citado Who says what in which channel to whom with what effect de Lasswell, se lee ahora como un índice de elementos más que como una descripción de como tiene lugar realmente el proceso … Como descripción es descartada, en tanto que implica un comunicador activo y una audiencia pasiva, una relación de dirección única en la que el comunicador hace algo a una audiencia. Este fue en su momento el presupuesto que estaba detrás de los primeros estudios de propaganda y publicidad y campañas políticas. Ahora se declara superado y ha sido reemplazado por una concepción de la relación comunicativa en la que la audiencia, por ejemplo, tiene tanto que ver con los efectos como el comunicador… Las partes no necesariamente son activas por igual. Pensar en la comunicación como en una relación construida en torno al intercambio de información. El proceso de intercambio es más semejante a un proceso biológico que a uno físico … La comunicación siempre es parte de algo. Representa una relación … Es la red que mantiene la sociedad unida.” (Schramm, 1983: 14).