DICTAMEN Nº: 52/2005 TÍTULO: Consulta 42/2005 sobre el expediente de revisión de oficio de la Resolución de 24 de febrero de 2004, del Director de Administración de Industrias y Minas, por la que se otorga a la mercantil C y H Z, S.A., la concesión directa de explotación de recursos de la Sección "C" denominada Zalloventa nº 12.799. ANTECEDENTES 1. El dictamen solicitado a esta Comisión trae causa del expediente tramitado por la Dirección de Administración de Industria y Minas, del Departamento de Industria, Comercio y Turismo, referido a la revisión de oficio de la mencionada Resolución de 24 de febrero de 2004. 2. Por Orden de la Consejera de Industria, Comercio y Turismo, de 16 de junio de 2005, registro de entrada de 24 de junio, se eleva el correspondiente expediente a la Comisión Jurídica Asesora de Euskadi a los efectos de la emisión del preceptivo Dictamen. INTERVENCIÓN DE LA COMISIÓN 3. Las actuaciones remitidas suscitan un supuesto de revisión de oficio, siendo preceptivo el dictamen de la Comisión Jurídica Asesora, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 3 1 g) de la Ley 9/2004, de 24 de noviembre, de la Comisión Jurídica Asesora de Euskadi. EXPEDIENTE REMITIDO 4. El expediente comprende, junto a la Orden de la Consejera de Industria, Comercio y Turismo formalizando la consulta, los siguientes documentos de interés: Resolución de 24 de febrero de 2004, del Director de Administración de Industria y Minas, por la que se otorga a la mercantil C y H Z, S.A. la concesión directa de explotación de recursos de la sección “C” denominada Zalloventa nº 12.799, sita en el término municipal de Mañaria. Resolución de 29 de septiembre de 2004, del Viceconsejero de Administración y Planificación, del Departamento de Industria, Comercio y Turismo, por la que se desestiman los recursos de alzada interpuestos contra la citada Resolución de 24 de febrero de 2004. Sentencia de 27 de septiembre de 2001, de la Sala de lo ContenciosoAdministrativo del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, por la que se anula la autorización de explotación de recursos de la Sección A) a la mercantil C y H Z, S.A., para la explotación de la cantera Zalloventa en Mañaria (Bizkaia). Sentencia de 18 de enero de 2005 del Tribunal Supremo por la que se desestima el recurso de casación interpuesto por C y H Z, S.A., contra la referida Sentencia de 27 de septiembre de 2001. Escrito de 25 de febrero de 2005, de D. J.J.M.A. solicitando el cierre inmediato de la explotación de la cantera denominada Zalloventa. Escrito de 9 de marzo de 2005, de D. J.R.B.G., instando la paralización inmediata y definitiva de la citada explotación. Escrito de 11 de marzo de 2005, de D. E.M.B., por el que se solicita la declaración de nulidad de la Resolución de 24 de febrero de 2004, que otorga la concesión de explotación a C y H Z, S.A. Alegaciones formuladas por C y H Z, S.A. en relación con las pretensiones manifestadas en los indicados escritos. Contestaciones de los solicitantes a las alegaciones de la entidad concesionaria. Informe jurídico emitido por la Dirección de Desarrollo Legislativo y Control Normativo sobre la procedencia de iniciar el trámite de revisión de oficio. Informe jurídico emitido por la Asesoría Jurídica de la Dirección de Administración de Industria y Minas en relación con la revisión de oficio de la Resolución de 24 de febrero de 2004. Propuesta de Resolución del Jefe de Servicio de Minas y Medio Ambiente acerca de la indicada revisión. CONSIDERACIONES JURIDICAS I. 5. Cuestión previa: posibilidad de ejercicio de la potestad revisora de la administración Tal y como se deduce de los datos obrantes en el expediente el promotor de la acción revisora, D. E.M.B., ha interpuesto a su vez recurso contenciosoadministrativo contra la Resolución de 29 de septiembre de 2004, del Viceconsejero de Administración y Planificación, del Departamento de Industria, Comercio y Dictamen 52/2005 Página 2 de 10 Turismo, por la que se desestiman los recursos de alzada interpuestos contra la citada Resolución de 24 de febrero de 2004. 6. Se plantea por tanto la posibilidad de revisar en vía administrativa un acto que, a su vez, se encuentra pendiente de resolución judicial ante la jurisdicción contenciosoadministrativa. Ello comporta la existencia de una dualidad de procedimientos con una misma finalidad que debe ser analizada con carácter previo al examen de los fundamentos y causas de la revisión prendida. 7. Tal exigencia se deduce del dictado del artículo 102.1 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común (LRJPAC): “Las Administraciones públicas, en cualquier momento, por iniciativa propia o a solicitud de interesado, y previo dictamen favorable del Consejo de Estado u órgano consultivo equivalente de la Comunidad Autónoma, si lo hubiere, declararán de oficio la nulidad de los actos administrativos que hayan puesto fin a la vía administrativa o que no hayan sido recurridos en plazo, en los supuestos previstos en el artículo 62.1.” 8. En relación con esta cuestión se ha pronunciado de forma profusa el Consejo de Estado en numerosos dictámenes, habiéndose producido una evolución doctrinal desde una interpretación inicialmente contraria a la revisión de oficio en los supuestos en los que se hubiera iniciado previamente la vía del recurso contencioso-administrativo (DD C. de E. nº 51914/89, 54336/90, 1487/93, 1898/94, 2122/95, 634/96, 10906/96, 330/97, 816/99), hasta un planteamiento favorable al inicio del procedimiento revisorio en vía administrativa, atendidas, siempre, las circunstancias del caso. En esta línea, el Consejo ha entendido que la existencia de un proceso judicial pendiente no era obstáculo para apreciar la nulidad por la propia Administración, haciendo especial referencia a la posibilidad de una satisfacción extra-procesal de la pretensión, “siempre deseable en términos de economía procesal” (DD. nº 2635/96, 1496/97, 2784/97, 2236/98, 824/99, 1526/00, 3875/00, 2654/01, 541/02, 1964/02, 3125/02). 9. El reciente Dictamen del Consejo de Estado nº 350/2005, de 7 de abril, contiene una interpretación novedosa del artículo 102 de la LRJPAC, tras la modificación operada por la Ley 4/1999, siendo dos las conclusiones de interés a efectos del presente análisis. La primera de ellas hace referencia a la posibilidad en términos generales de iniciar un expediente de revisión de oficio estando pendiente un recurso contencioso-administrativo. “El transcrito artículo distingue dos casos distintos para que se pueda ejercer la revisión de oficio: uno, que el acto haya puesto fin a la vía administrativa; otro, que no se haya interpuesto recurso. Si se interpreta este segundo caso en el sentido de que no se haya interpuesto no sólo recurso administrativo sino también recurso contencioso-administrativo, no tendría sentido el primero. Si así fuere, la norma se hubiera limitado a decir que el acto debería ser firme, que no cupiera recurso. Pero la norma no lo ha hecho. Ha introducido el inciso "o que no hayan sido recurridos en plazo". Es claro que, si la norma especifica como supuesto distinto al de no Dictamen 52/2005 Página 3 de 10 interposición del recurso el de que el acto haya puesto fin a la vía administrativa, debe entenderse que siempre que el acto agota la referida vía -haya sido o no recurrido en vía contenciosa- es posible incoar el procedimiento de revisión previsto en el artículo 102 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre. En otros términos, la existencia de un recurso contencioso-administrativo pendiente no impide a la Administración iniciar un procedimiento administrativo de revisión de oficio, sin perjuicio de la existencia de razones de oportunidad en algunos casos que aconsejen no hacerlo.” 10. La segunda de las conclusiones de interés para el presente supuesto es la que vincula la incompatibilidad de ambas vías a la existencia de litispendencia “El criterio de que la existencia de un recurso contenciosoadministrativo impide el ejercicio de la potestad de revisión de oficio requiere como presupuesto la existencia de una situación jurídica de litispendencia. La litispendencia, en sentido técnico, aparece como una situación procesal, vinculada a la noción de cosa juzgada, que requiere la existencia de un proceso abierto con identidad de pretensiones por las partes, de fundamentos jurídicos, de objeto y, no cabe olvidarlo, de partes. Sin identidad de partes, no hay litispendencia. En otros términos, la mera interposición de un recurso administrativo no impide el ejercicio de la potestad de revisión de oficio, lo hace la existencia de una situación de litispendencia.” 11. Esta línea ha sido ya seguida en parte por el TS en su Sentencia de 21 de julio de 2003 (RJ 2003\6048), al examinar un supuesto de simultaneidad de procedimientos, y de litispendencia, en relación con los efectos que se derivan para el procedimiento revisorio en vía administrativa de una hipotética situación de cosa juzgada. El TS restringe en su línea argumental la posibilidad de incompatibilizar ambos procedimientos. (FJ 6) “Ese límite derivado de la institución de la cosa juzgada operaría cuando ya se hubiera accionado en la vía administrativa o judicial, frente a esos actos administrativos iniciales potencialmente incursos en causa de nulidad de pleno derecho y, en relación a esa impugnación (por razón de nulidad de pleno derecho), se hubiera dictado, decidiéndola, una resolución administrativa o judicial que hubiera adquirido firmeza”. 12. Por su parte la Comisión Jurídica Asesora del Gobierno Vasco mantuvo en su DCJA nº 63/2000 un criterio favorable a la compatibilidad de procedimientos en línea con la interpretación que de esta cuestión ha realizado el Consejo de Estado en sus más recientes dictámenes. 13. La Comisión fundamentó su posición sobre diversos aspectos, de entre los que cabe destacar los referidos a la propia interpretación de la institución de la Dictamen 52/2005 Página 4 de 10 litispendencia y a la posición de la jurisdicción contencioso-administrativa como último interprete de la cuestión de nulidad. 14. Respecto al primero de los aspectos enunciados, la Comisión expresó en el indicado Dictamen: “La institución de la litispendencia no es trasladable a la relación entre el proceso jurisdiccional y el procedimiento administrativo de revisión de oficio, pues ambos responden al ejercicio de dos facultades distintas y perfectamente compatibles. La facultad administrativa de revisión de sus propios actos es una manifestación de la autotutela declarativa, que no interfiere la función jurisdiccional. Ésta se articula precisamente sobre el ejercicio de esa autotutela (sin perjuicio de las matizaciones que al carácter revisor de la jurisdicción contencioso-administrativa haya que hacer), es control de la legalidad de sus resultados; y, por ende, no se ve razón, y desde luego no nos parece que lo sea la institución de la litispendencia (que regula el ejercicio simultaneo de una misma potestad, la jurisdiccional), para afirmar que la pendencia de un proceso impide esa manifestación de la autotutela.” 15. En relación con el segundo de los referidos aspectos la Comisión entendió que el ejercicio de la potestad administrativa revisoria no hace perder a los tribunales su posición como “última palabra” en relación con la cuestión suscitada, ya que la decisión administrativa, sea del tenor que sea, no excluye la jurisdicción del tribunal en el proceso concreto que se sigue respecto del acto objeto del procedimiento administrativo revisorio. Si la decisión fuera contraria a la revisión, el proceso judicial debería seguir adelante sin que el tribunal se viera vinculado o condicionado en absoluto por aquélla; y si la resolución administrativa tuviera un sentido positivo, el tribunal tendría la posibilidad de enjuiciar esa resolución, al verificar la conformidad con el ordenamiento jurídico de la situación de reconocimiento extraprocesal de las pretensiones del actor que podría derivarse de la misma. Quedarían por tanto únicamente sin cubrir los casos en que la situación de posible satisfacción procesal no llegara a conocimiento del tribunal, que podrían soslayarse estableciendo la obligación de la Administración de comunicar la citada circunstancia. 16. Trasladando los expresados criterios al caso presente la Comisión entiende que no existen razones ni fundamentos jurídicos suficientes para impedir el ejercicio de la potestad administrativa de revisión de oficio. No obstante es preciso indicar nuevamente tal y como se manifestó en el citado DCJA nº 63/2000 que la aplicación de dicha conclusión al caso examinado no excluye sin embargo con carácter general la posibilidad de que la pendencia judicial pueda ser tomada en consideración para justificar, desde una perspectiva de oportunidad y atendidas las circunstancias del caso concreto, la no iniciación o el abandono de la vía administrativa de revisión. Dictamen 52/2005 Página 5 de 10 II. Análisis del procedimiento 17. En cuanto a la tramitación del expediente de revisión de oficio, la Comisión entiende que el expediente se ha instruido correctamente en sus aspectos esenciales. Existe una solicitud fundada de interesado, habiéndose practicado en función de la misma los actos de instrucción necesarios, como son traslado de la solicitud al beneficiario de la concesión, recepción de las alegaciones formuladas por este y envío de dichas alegaciones al promotor de la iniciativa revisora y al resto del los afectados que han realizado diversas observaciones sobre las mismas. 18. El expediente se completa adecuadamente mediante la incorporación del informe jurídico elaborado por la Asesoría Jurídica de la Dirección de Administración de Industria y Minas, y de la Propuesta de Resolución suscrita por el Jefe del Servicio de Minas y Medio Ambiente del Departamento de Industria, Comercio y Turismo. III. Análisis del fondo 19. Tal y como se desprende del expediente administrativo, el acto objeto de revisión es la Resolución de 24 de febrero de 2004, del Director de Administración de Industria y Minas, por la que se otorga a la mercantil C y H Z, S.A. la concesión directa de explotación de recursos de la sección “C” denominada Zalloventa nº 12.799, sita en el término municipal de Mañaria. 20. La propuesta de resolución fundamenta la solicitud de revisión de oficio en lo dispuesto en el artículo 102 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, en relación con la causa de nulidad prevista en el apartado f) del punto 1 del artículo 62 de dicho texto legal, que establece como supuesto de nulidad de pleno derecho “los actos expresos o presuntos contrarios al ordenamiento jurídico por los que se adquieren facultades o derechos cuando se carezca de los requisitos esenciales para su adquisición”. 21. La cuestión así planteada radica en determinar, tomando como referencia la normativa sectorial de aplicación, si nos encontramos ante un supuesto incluido en dicha causa de nulidad, es decir si la mencionada Resolución de 24 de febrero de 2004, del Director de Administración de Industria y Minas, constituye un acto contrario al ordenamiento jurídico por el que el concesionario C y H Z, S.A. ha adquirido determinadas facultades o derechos careciendo de los requisitos esenciales para su adquisición. 22. Como ha venido reiterando la Comisión en diversos dictámenes es conveniente recordar, antes de analizar si el caso concreto es incardinable en dicho supuesto legal, que el Consejo de Estado mantiene una línea restrictiva en la interpretación de las causas de nulidad de pleno derecho, estableciendo que no pueden admitirse "interpretaciones extensivas ni aplicación a supuestos de hecho dudosos” (por todos Dictamen 212/1996, de 21 de marzo). Dictamen 52/2005 Página 6 de 10 23. Esta línea hermenéutica restrictiva se proyecta singularmente en la contención de la facultad administrativa de revisión de oficio de sus propios actos. Es ésta una facultad excepcional que quiebra la cosa juzgada y con ella la seguridad jurídica, y que está reservada a supuestos de quebrantamiento del Derecho extraordinariamente graves, ante los cuales la seguridad jurídica debe ceder por resultar de todo punto inadmisible su presencia en el Ordenamiento. Y, por lo tanto, estamos ante una facultad cuyo ejercicio debe ser objeto de un control riguroso, uno de cuyos cauces es la interpretación restrictiva de las causas que, según la Ley, permiten su ejercicio (causas de nulidad de pleno derecho), a fin de que la misma no se extienda a supuestos de infracción de la Ley que, aún siendo graves e, incluso, notorios, no constituyan una de esas ilicitudes clamorosas cuya subsistencia se siente por la comunidad jurídica como intolerable. 24. La reflexión que precede encuentra más sentido aún ante la modificación introducida por la Ley 4/1999, la cual elimina la posibilidad que la Administración tenía bajo el régimen jurídico anterior de revisar de oficio los actos que, sin ser nulos de pleno derecho, incurriesen en una violación grave de la legalidad. Es obvio que el legislador ha pretendido limitar la revisión de oficio a lo muy grave, a las nulidades de pleno derecho, por lo que, para respetar la nueva situación legal, resulta necesario evitar que la interpretación extensiva de estas últimas permita a la Administración recuperar el terreno que ha perdido para su potestad revisora. 25. Pues bien, partiendo de esta interpretación, que esta Comisión comparte, resulta preciso comprobar si se da la infracción normativa advertida por el órgano revisor. Hemos de recordar la interpretación restrictiva que la Comisión viene realizando en los vicios de nulidad de pleno derecho que motivan revisiones como la que se plantea en la consulta (entre otros, DDCJA 23/2000; 7/2001; 23/2001, 24/2001 y 54/2001). 26. En este sentido, el DCJA 54/2001 se expresaba en los siguientes términos: “los vicios de nulidad radical recogidos en el ordenamiento jurídico (fundamentalmente en el artículo 62 de la Ley 30/1992) deben ser objeto de una interpretación estricta, máxime en el caso concreto del vicio establecido en el artículo 62.1 apartado f), cuya interpretación amplia –dada su potencial “vis expansiva”- podría provocar una desnaturalización del régimen mismo de la invalidez de los actos administrativos. No es ocioso recordar que, dentro de la teoría de la invalidez de los actos, la nulidad radical constituye la excepción frente a la regla general (la anulabilidad)”. 27. Y más adelante continúa señalando que “para entender concurrente el vicio recogido en el artículo 62.1.f) no basta con que el acto sea contrario al ordenamiento jurídico, pues si así se sostuviera se estaría produciendo un improcedente vaciamiento de los supuestos de nulidad relativa, que quedarían inmediatamente subsumidos en el citado apartado. El mencionado precepto exige algo más, pues no basta con que el acto sea ilegal, sino que además debe provocar que, en su virtud, el interesado adquiera facultades o derechos cuando se carezca de los requisitos esenciales para su adquisición. A través de esta última previsión el legislador ha querido acotar este supuesto de nulidad radical a aquellos extremos en los que, no Dictamen 52/2005 Página 7 de 10 simplemente se discuta sobre la eventual ilegalidad de un acto administrativo, sino que, además, constituyan casos graves y notorios de falta del presupuesto indispensable para adquirir lo que acto improcedente le reconoció u otorgó”. 28. La razón que justifica en el presente supuesto la revisión de la Resolución de 24 de febrero de 2004, es el sentido de la Sentencia de 18 de enero de 2005 del Tribunal Supremo, dictada en el recurso de casación nº 7321/2001, que confirma la Sentencia de la Sala segunda de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, de 27 de septiembre de 2001, por la que se anula la Resolución de 16 de marzo de 1998, de la Directora de Administración de Industria, Energía y Minas, que otorgaba a C y H Z, S.A., la autorización de explotación de recursos de la sección “A”. El motivo que fundamenta la anulación es la falta de uno de los requisitos básicos para la explotación, cual es ostentar por la entidad autorizada la titularidad de la propiedad de los terrenos, tal y como exige el artículo 16.1 de la Ley 22/1973, de Minas (en adelante LM). 29. Las mencionadas Sentencias no contienen una declaración expresa sobre su alcance y efectos, ni en relación con las posibles situaciones jurídicas consolidadas con anterioridad a la fecha del fallo. No obstante dicha circunstancia, se puede afirmar que la decisión anulatoria no obvia la propia existencia del recurso ni de la actividad de extracción desarrollada, ni conlleva por si misma la anulación de los instrumentos previamente aprobados por la autoridad minera en relación con dicho recurso. 30. En este punto procede examinar el contenido de la normativa sectorial sobre la que se fundamenta el otorgamiento de la concesión cuya revisión se pretende. Así, el artículo 3.1 de la LM, establece que pertenecen a la Sección A) los yacimientos minerales y demás recursos geológicos de escaso valor económico y comercialización geográficamente restringida, así como aquellos cuyo aprovechamiento único sea el de obtener fragmentos de tamaño y forma apropiados para su utilización directa en obras de infraestructura, construcción y otros usos que no exigen más operaciones que las de arranque, quebrantado y calibrado. 31. Según expresa dicho precepto, corresponden a la sección “C” cuantos yacimientos minerales y recursos geológicos no estén incluidos en las secciones anteriores y sean objeto de aprovechamiento conforme a esta Ley. 32. El apartado 3 del citado artículo indica que los criterios de valoración precisos para configurar la sección “A” serán fijados mediante Decreto acordado en Consejo de Ministros. En cumplimiento del mandato legal fue aprobado el Real Decreto 107/1995, de 27 de enero, que establece los parámetros en base a los cuales un determinado yacimiento o recurso geológico se clasifica en la sección “A”, o en su defecto en la sección “C”, estableciéndose así un sistema clasificatorio en la propia norma que implica un cierto automatismo en cuanto a la ubicación legal del recurso, que no eximen de la tramitación del oportuno expediente concesional. Entre los parámetros que señala el precepto se incluye el relativo al valor anual en venta de Dictamen 52/2005 Página 8 de 10 los productos extraídos, disponiéndose que para estar comprendidos en la sección “A”, dicho valor no debe exceder los 601.012 €. 33. En los datos que se mencionan en la Resolución de 24 de febrero de 2004, a efectos de justificar la concesión directa, se incluye un estudio sobre el valor en venta de los productos extraídos en la cantera Zalloventa en el año 2002, en el que se indica que dicha producción alcanzó un valor de 611.162,94 €, superior al límite legal establecido, aspecto este que justificaría por si mismo el cambio de la sección “A” a la “C”. 34. Pues bien, del examen de los requisitos que exige la LM en su Título V, Capítulo IV, y en su Título VIII, para la obtención de un permiso de explotación a través de una concesión directa para el derecho al aprovechamiento de recursos de la sección “C”, no se aprecia la existencia de elemento alguno que impida en principio a la mercantil C y H Z, S.A. el acceso a la condición de concesionario. 35. Es importante destacar que entre los citados condicionantes no se encuentran ni la inclusión del yacimiento o recurso en la sección A, como paso previo para su posterior calificación en la sección C, no estando tal calificación condicionada ni derivada de la necesaria titularidad de los terrenos, cuyo propietario no ostenta en exclusiva en base a dicho título la facultad para su aprovechamiento. 36. Ello es consecuencia de la "publicatio" del régimen jurídico minero y la consideración de bienes de dominio público de todos los yacimientos de origen natural y demás recursos geológicos existentes en el territorio nacional, mar territorial y plataforma continental (artículo 2 LM). 37. La obligación de la Administración de conceder la explotación nace de haberse puesto de manifiesto el mineral y haberse acreditado su aprovechamiento racional. 38. En ese sentido, se pueden entender como aspectos acreditados los siguientes: 1) la propia existencia del recurso y en consecuencia el interés público de su explotación; 2) la existencia incuestionable asimismo de una actividad extractiva desarrollada sobre el mismo desarrollada por la empresa concesional; 3) la obtención de unos determinados resultados de explotación que determinan la entidad del recurso y que justificarían por si mismos su cambio de régimen jurídico; y 4) el otorgamiento de su aprovechamiento en régimen de concesión directa de explotación de recurso de la sección “C”, previa la verificación por la Administración concedente de los condicionantes específicos y procedimentales de dicho instrumento, a una entidad mercantil que reúne los requisitos exigidos por la LM. 39. No podemos perder de vista ese régimen general, aunque sea cierto que en este caso la resolución cuya revisión se ha solicitado haya tomado como presupuesto el trasvase de una explotación de la sección A a la C, conforme a lo dispuesto en el Real Decreto 107/1995, de 27 de enero, por el que se configuran los criterios de valoración para configurar la Sección A) de la Ley de Minas, que alude a las resoluciones de reclasificación de recursos o sustancias, presupuesto confirmado Dictamen 52/2005 Página 9 de 10 por la Sentencia del Tribunal Supremo de 2 de junio de 1998, que considera coherente con la regulación de la Ley de Minas la expresión citada del artículo 1 del Real Decreto 107/1995, así como lo dispuesto en el apartado a) del punto 1 de la Instrucción sobre aplicación del Real Decreto 107/1998, aprobada por Resolución de 5 de junio de 1996: “Los titulares de explotaciones de recursos de la Sección “A”, conforme a lo dispuesto en el Decreto 1747/1995, de 17 de julio que pasen a explotar recursos minerales clasificados en la Sección “C”, de acuerdo con los criterios establecidos en el Real Decreto 107/1995, de 27 de enero,…”. 40. Pero como decimos, la resolución concesional cumple los requisitos y condiciones que se establecen en la Ley de Minas para otorgarla sin que al tratarse del aprovechamiento de los recursos de la sección C tenga el propietario de los terrenos un derecho en exclusiva a llevar a cabo la explotación. 41. Como se indica en los fundamentos jurídicos de la Resolución de otorgamiento de la concesión, la prioridad que la LM reconoce en su artículo 16 a favor del propietario de los terrenos para el aprovechamiento de recursos de la sección “A” no constituye un derecho consolidado a la explotación del yacimiento, sino un simple derecho preferente a obtener una autorización de explotación, que cede cuando sobre los terrenos en cuestión se otorga una concesión de explotación de recursos de la sección “C” u otro título habilitante a efectos de la explotación o investigación de los regulados en la Ley. 42. Teniendo presente lo anterior y tomando como referencia los indicados aspectos, no se aprecia la existencia de un vínculo determinante entre la Resolución de 18 de marzo de 1988, objeto de anulación, y la Resolución de 24 de febrero de 2004, por el que la anulación de la primera deba conllevar de forma ineludible la anulación de la segunda. 43. Como ha manifestado la Comisión en supuestos similares, la esencialidad exigida como causa justificadora de la revisión de los actos nulos de pleno derecho, como hemos visto antes, es algo más que una simple infracción del ordenamiento jurídico. 44. Por otra parte, tampoco la Comisión aprecia una falta grave y notoria del presupuesto indispensable para adquirir el derecho reconocido al concesionario por el acto objeto de revisión. 45. En consecuencia y desde la perspectiva de la interpretación restrictiva del artículo 62.1 f), nada hay por tanto que permita, una vez examinado el expediente al amparo de las normas legales de aplicación, cualificar la Resolución de 24 de febrero de 2004 con las notas de la nulidad radical de pleno derecho, todo ello sin perjuicio del posible recurso a la vía anulatoria prevista en el artículo 103 de la Ley 30/1992. CONCLUSIÓN No procede la revisión de oficio de la resolución de referencia. Dictamen 52/2005 Página 10 de 10