DICTAMEN Nº:

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DICTAMEN Nº: 52/2005
TÍTULO: Consulta 42/2005 sobre el expediente de revisión de oficio de la
Resolución de 24 de febrero de 2004, del Director de Administración de
Industrias y Minas, por la que se otorga a la mercantil C y H Z, S.A., la concesión
directa de explotación de recursos de la Sección "C" denominada Zalloventa nº
12.799.
ANTECEDENTES
1.
El dictamen solicitado a esta Comisión trae causa del expediente tramitado por la
Dirección de Administración de Industria y Minas, del Departamento de Industria,
Comercio y Turismo, referido a la revisión de oficio de la mencionada Resolución de
24 de febrero de 2004.
2.
Por Orden de la Consejera de Industria, Comercio y Turismo, de 16 de junio de
2005, registro de entrada de 24 de junio, se eleva el correspondiente expediente a la
Comisión Jurídica Asesora de Euskadi a los efectos de la emisión del preceptivo
Dictamen.
INTERVENCIÓN DE LA COMISIÓN
3.
Las actuaciones remitidas suscitan un supuesto de revisión de oficio, siendo
preceptivo el dictamen de la Comisión Jurídica Asesora, de conformidad con lo
dispuesto en el artículo 3 1 g) de la Ley 9/2004, de 24 de noviembre, de la Comisión
Jurídica Asesora de Euskadi.
EXPEDIENTE REMITIDO
4.
El expediente comprende, junto a la Orden de la Consejera de Industria, Comercio y
Turismo formalizando la consulta, los siguientes documentos de interés:

Resolución de 24 de febrero de 2004, del Director de Administración de
Industria y Minas, por la que se otorga a la mercantil C y H Z, S.A. la concesión
directa de explotación de recursos de la sección “C” denominada Zalloventa nº
12.799, sita en el término municipal de Mañaria.

Resolución de 29 de septiembre de 2004, del Viceconsejero de Administración
y Planificación, del Departamento de Industria, Comercio y Turismo, por la que
se desestiman los recursos de alzada interpuestos contra la citada Resolución
de 24 de febrero de 2004.

Sentencia de 27 de septiembre de 2001, de la Sala de lo ContenciosoAdministrativo del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, por la que se
anula la autorización de explotación de recursos de la Sección A) a la
mercantil C y H Z, S.A., para la explotación de la cantera Zalloventa en
Mañaria (Bizkaia).

Sentencia de 18 de enero de 2005 del Tribunal Supremo por la que se
desestima el recurso de casación interpuesto por C y H Z, S.A., contra la
referida Sentencia de 27 de septiembre de 2001.

Escrito de 25 de febrero de 2005, de D. J.J.M.A. solicitando el cierre inmediato
de la explotación de la cantera denominada Zalloventa.

Escrito de 9 de marzo de 2005, de D. J.R.B.G., instando la paralización
inmediata y definitiva de la citada explotación.

Escrito de 11 de marzo de 2005, de D. E.M.B., por el que se solicita la
declaración de nulidad de la Resolución de 24 de febrero de 2004, que otorga
la concesión de explotación a C y H Z, S.A.

Alegaciones formuladas por C y H Z, S.A. en relación con las pretensiones
manifestadas en los indicados escritos.

Contestaciones de los solicitantes a las alegaciones de la entidad
concesionaria.

Informe jurídico emitido por la Dirección de Desarrollo Legislativo y Control
Normativo sobre la procedencia de iniciar el trámite de revisión de oficio.

Informe jurídico emitido por la Asesoría Jurídica de la Dirección de
Administración de Industria y Minas en relación con la revisión de oficio de la
Resolución de 24 de febrero de 2004.

Propuesta de Resolución del Jefe de Servicio de Minas y Medio Ambiente
acerca de la indicada revisión.
CONSIDERACIONES JURIDICAS
I.
5.
Cuestión previa: posibilidad de ejercicio de la potestad revisora de la administración
Tal y como se deduce de los datos obrantes en el expediente el promotor de la
acción revisora, D. E.M.B., ha interpuesto a su vez recurso contenciosoadministrativo contra la Resolución de 29 de septiembre de 2004, del Viceconsejero
de Administración y Planificación, del Departamento de Industria, Comercio y
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Turismo, por la que se desestiman los recursos de alzada interpuestos contra la
citada Resolución de 24 de febrero de 2004.
6.
Se plantea por tanto la posibilidad de revisar en vía administrativa un acto que, a su
vez, se encuentra pendiente de resolución judicial ante la jurisdicción contenciosoadministrativa. Ello comporta la existencia de una dualidad de procedimientos con
una misma finalidad que debe ser analizada con carácter previo al examen de los
fundamentos y causas de la revisión prendida.
7.
Tal exigencia se deduce del dictado del artículo 102.1 de la Ley 30/1992, de 26 de
noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del
Procedimiento Administrativo Común (LRJPAC): “Las Administraciones públicas, en
cualquier momento, por iniciativa propia o a solicitud de interesado, y previo
dictamen favorable del Consejo de Estado u órgano consultivo equivalente de la
Comunidad Autónoma, si lo hubiere, declararán de oficio la nulidad de los actos
administrativos que hayan puesto fin a la vía administrativa o que no hayan sido
recurridos en plazo, en los supuestos previstos en el artículo 62.1.”
8.
En relación con esta cuestión se ha pronunciado de forma profusa el Consejo de
Estado en numerosos dictámenes, habiéndose producido una evolución doctrinal
desde una interpretación inicialmente contraria a la revisión de oficio en los
supuestos en los que se hubiera iniciado previamente la vía del recurso
contencioso-administrativo (DD C. de E. nº 51914/89, 54336/90, 1487/93, 1898/94,
2122/95, 634/96, 10906/96, 330/97, 816/99), hasta un planteamiento favorable al
inicio del procedimiento revisorio en vía administrativa, atendidas, siempre, las
circunstancias del caso. En esta línea, el Consejo ha entendido que la existencia de
un proceso judicial pendiente no era obstáculo para apreciar la nulidad por la propia
Administración, haciendo especial referencia a la posibilidad de una satisfacción
extra-procesal de la pretensión, “siempre deseable en términos de economía
procesal” (DD. nº 2635/96, 1496/97, 2784/97, 2236/98, 824/99, 1526/00, 3875/00,
2654/01, 541/02, 1964/02, 3125/02).
9.
El reciente Dictamen del Consejo de Estado nº 350/2005, de 7 de abril, contiene una
interpretación novedosa del artículo 102 de la LRJPAC, tras la modificación operada
por la Ley 4/1999, siendo dos las conclusiones de interés a efectos del presente
análisis. La primera de ellas hace referencia a la posibilidad en términos generales
de iniciar un expediente de revisión de oficio estando pendiente un recurso
contencioso-administrativo.
“El transcrito artículo distingue dos casos distintos para que se
pueda ejercer la revisión de oficio: uno, que el acto haya puesto fin a la vía
administrativa; otro, que no se haya interpuesto recurso. Si se interpreta
este segundo caso en el sentido de que no se haya interpuesto no sólo
recurso administrativo sino también recurso contencioso-administrativo, no
tendría sentido el primero. Si así fuere, la norma se hubiera limitado a decir
que el acto debería ser firme, que no cupiera recurso. Pero la norma no lo
ha hecho. Ha introducido el inciso "o que no hayan sido recurridos en
plazo". Es claro que, si la norma especifica como supuesto distinto al de no
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interposición del recurso el de que el acto haya puesto fin a la vía
administrativa, debe entenderse que siempre que el acto agota la referida
vía -haya sido o no recurrido en vía contenciosa- es posible incoar el
procedimiento de revisión previsto en el artículo 102 de la Ley 30/1992, de
26 de noviembre. En otros términos, la existencia de un recurso
contencioso-administrativo pendiente no impide a la Administración iniciar
un procedimiento administrativo de revisión de oficio, sin perjuicio de la
existencia de razones de oportunidad en algunos casos que aconsejen no
hacerlo.”
10.
La segunda de las conclusiones de interés para el presente supuesto es la que
vincula la incompatibilidad de ambas vías a la existencia de litispendencia
“El criterio de que la existencia de un recurso contenciosoadministrativo impide el ejercicio de la potestad de revisión de oficio
requiere como presupuesto la existencia de una situación jurídica de
litispendencia. La litispendencia, en sentido técnico, aparece como una
situación procesal, vinculada a la noción de cosa juzgada, que requiere la
existencia de un proceso abierto con identidad de pretensiones por las
partes, de fundamentos jurídicos, de objeto y, no cabe olvidarlo, de partes.
Sin identidad de partes, no hay litispendencia. En otros términos, la mera
interposición de un recurso administrativo no impide el ejercicio de la
potestad de revisión de oficio, lo hace la existencia de una situación de
litispendencia.”
11.
Esta línea ha sido ya seguida en parte por el TS en su Sentencia de 21 de julio de
2003 (RJ 2003\6048), al examinar un supuesto de simultaneidad de procedimientos,
y de litispendencia, en relación con los efectos que se derivan para el procedimiento
revisorio en vía administrativa de una hipotética situación de cosa juzgada. El TS
restringe en su línea argumental la posibilidad de incompatibilizar ambos
procedimientos.
(FJ 6) “Ese límite derivado de la institución de la cosa juzgada
operaría cuando ya se hubiera accionado en la vía administrativa o judicial,
frente a esos actos administrativos iniciales potencialmente incursos en
causa de nulidad de pleno derecho y, en relación a esa impugnación (por
razón de nulidad de pleno derecho), se hubiera dictado, decidiéndola, una
resolución administrativa o judicial que hubiera adquirido firmeza”.
12.
Por su parte la Comisión Jurídica Asesora del Gobierno Vasco mantuvo en su DCJA
nº 63/2000 un criterio favorable a la compatibilidad de procedimientos en línea con
la interpretación que de esta cuestión ha realizado el Consejo de Estado en sus más
recientes dictámenes.
13.
La Comisión fundamentó su posición sobre diversos aspectos, de entre los que
cabe destacar los referidos a la propia interpretación de la institución de la
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litispendencia y a la posición de la jurisdicción contencioso-administrativa como
último interprete de la cuestión de nulidad.
14.
Respecto al primero de los aspectos enunciados, la Comisión expresó en el
indicado Dictamen:
“La institución de la litispendencia no es trasladable a la relación
entre el proceso jurisdiccional y el procedimiento administrativo de revisión
de oficio, pues ambos responden al ejercicio de dos facultades distintas y
perfectamente compatibles. La facultad administrativa de revisión de sus
propios actos es una manifestación de la autotutela declarativa, que no
interfiere la función jurisdiccional. Ésta se articula precisamente sobre el
ejercicio de esa autotutela (sin perjuicio de las matizaciones que al carácter
revisor de la jurisdicción contencioso-administrativa haya que hacer), es
control de la legalidad de sus resultados; y, por ende, no se ve razón, y
desde luego no nos parece que lo sea la institución de la litispendencia (que
regula el ejercicio simultaneo de una misma potestad, la jurisdiccional), para
afirmar que la pendencia de un proceso impide esa manifestación de la
autotutela.”
15.
En relación con el segundo de los referidos aspectos la Comisión entendió que el
ejercicio de la potestad administrativa revisoria no hace perder a los tribunales su
posición como “última palabra” en relación con la cuestión suscitada, ya que la
decisión administrativa, sea del tenor que sea, no excluye la jurisdicción del tribunal
en el proceso concreto que se sigue respecto del acto objeto del procedimiento
administrativo revisorio. Si la decisión fuera contraria a la revisión, el proceso judicial
debería seguir adelante sin que el tribunal se viera vinculado o condicionado en
absoluto por aquélla; y si la resolución administrativa tuviera un sentido positivo, el
tribunal tendría la posibilidad de enjuiciar esa resolución, al verificar la conformidad
con el ordenamiento jurídico de la situación de reconocimiento extraprocesal de las
pretensiones del actor que podría derivarse de la misma. Quedarían por tanto
únicamente sin cubrir los casos en que la situación de posible satisfacción procesal
no llegara a conocimiento del tribunal, que podrían soslayarse estableciendo la
obligación de la Administración de comunicar la citada circunstancia.
16.
Trasladando los expresados criterios al caso presente la Comisión entiende que no
existen razones ni fundamentos jurídicos suficientes para impedir el ejercicio de la
potestad administrativa de revisión de oficio. No obstante es preciso indicar
nuevamente tal y como se manifestó en el citado DCJA nº 63/2000 que la aplicación
de dicha conclusión al caso examinado no excluye sin embargo con carácter
general la posibilidad de que la pendencia judicial pueda ser tomada en
consideración para justificar, desde una perspectiva de oportunidad y atendidas las
circunstancias del caso concreto, la no iniciación o el abandono de la vía
administrativa de revisión.
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II. Análisis del procedimiento
17.
En cuanto a la tramitación del expediente de revisión de oficio, la Comisión entiende
que el expediente se ha instruido correctamente en sus aspectos esenciales. Existe
una solicitud fundada de interesado, habiéndose practicado en función de la misma
los actos de instrucción necesarios, como son traslado de la solicitud al beneficiario
de la concesión, recepción de las alegaciones formuladas por este y envío de dichas
alegaciones al promotor de la iniciativa revisora y al resto del los afectados que han
realizado diversas observaciones sobre las mismas.
18.
El expediente se completa adecuadamente mediante la incorporación del informe
jurídico elaborado por la Asesoría Jurídica de la Dirección de Administración de
Industria y Minas, y de la Propuesta de Resolución suscrita por el Jefe del Servicio
de Minas y Medio Ambiente del Departamento de Industria, Comercio y Turismo.
III. Análisis del fondo
19.
Tal y como se desprende del expediente administrativo, el acto objeto de revisión es
la Resolución de 24 de febrero de 2004, del Director de Administración de Industria
y Minas, por la que se otorga a la mercantil C y H Z, S.A. la concesión directa de
explotación de recursos de la sección “C” denominada Zalloventa nº 12.799, sita en
el término municipal de Mañaria.
20.
La propuesta de resolución fundamenta la solicitud de revisión de oficio en lo
dispuesto en el artículo 102 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, en relación con
la causa de nulidad prevista en el apartado f) del punto 1 del artículo 62 de dicho
texto legal, que establece como supuesto de nulidad de pleno derecho “los actos
expresos o presuntos contrarios al ordenamiento jurídico por los que se adquieren
facultades o derechos cuando se carezca de los requisitos esenciales para su
adquisición”.
21.
La cuestión así planteada radica en determinar, tomando como referencia la
normativa sectorial de aplicación, si nos encontramos ante un supuesto incluido en
dicha causa de nulidad, es decir si la mencionada Resolución de 24 de febrero de
2004, del Director de Administración de Industria y Minas, constituye un acto
contrario al ordenamiento jurídico por el que el concesionario C y H Z, S.A. ha
adquirido determinadas facultades o derechos careciendo de los requisitos
esenciales para su adquisición.
22.
Como ha venido reiterando la Comisión en diversos dictámenes es conveniente
recordar, antes de analizar si el caso concreto es incardinable en dicho supuesto
legal, que el Consejo de Estado mantiene una línea restrictiva en la interpretación
de las causas de nulidad de pleno derecho, estableciendo que no pueden admitirse
"interpretaciones extensivas ni aplicación a supuestos de hecho dudosos” (por todos
Dictamen 212/1996, de 21 de marzo).
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23.
Esta línea hermenéutica restrictiva se proyecta singularmente en la contención de la
facultad administrativa de revisión de oficio de sus propios actos. Es ésta una
facultad excepcional que quiebra la cosa juzgada y con ella la seguridad jurídica, y
que está reservada a supuestos de quebrantamiento del Derecho
extraordinariamente graves, ante los cuales la seguridad jurídica debe ceder por
resultar de todo punto inadmisible su presencia en el Ordenamiento. Y, por lo tanto,
estamos ante una facultad cuyo ejercicio debe ser objeto de un control riguroso, uno
de cuyos cauces es la interpretación restrictiva de las causas que, según la Ley,
permiten su ejercicio (causas de nulidad de pleno derecho), a fin de que la misma
no se extienda a supuestos de infracción de la Ley que, aún siendo graves e,
incluso, notorios, no constituyan una de esas ilicitudes clamorosas cuya
subsistencia se siente por la comunidad jurídica como intolerable.
24.
La reflexión que precede encuentra más sentido aún ante la modificación
introducida por la Ley 4/1999, la cual elimina la posibilidad que la Administración
tenía bajo el régimen jurídico anterior de revisar de oficio los actos que, sin ser nulos
de pleno derecho, incurriesen en una violación grave de la legalidad. Es obvio que el
legislador ha pretendido limitar la revisión de oficio a lo muy grave, a las nulidades
de pleno derecho, por lo que, para respetar la nueva situación legal, resulta
necesario evitar que la interpretación extensiva de estas últimas permita a la
Administración recuperar el terreno que ha perdido para su potestad revisora.
25.
Pues bien, partiendo de esta interpretación, que esta Comisión comparte, resulta
preciso comprobar si se da la infracción normativa advertida por el órgano revisor.
Hemos de recordar la interpretación restrictiva que la Comisión viene realizando en
los vicios de nulidad de pleno derecho que motivan revisiones como la que se
plantea en la consulta (entre otros, DDCJA 23/2000; 7/2001; 23/2001, 24/2001 y
54/2001).
26.
En este sentido, el DCJA 54/2001 se expresaba en los siguientes términos: “los
vicios de nulidad radical recogidos en el ordenamiento jurídico (fundamentalmente
en el artículo 62 de la Ley 30/1992) deben ser objeto de una interpretación estricta,
máxime en el caso concreto del vicio establecido en el artículo 62.1 apartado f), cuya
interpretación amplia –dada su potencial “vis expansiva”- podría provocar una
desnaturalización del régimen mismo de la invalidez de los actos administrativos. No
es ocioso recordar que, dentro de la teoría de la invalidez de los actos, la nulidad
radical constituye la excepción frente a la regla general (la anulabilidad)”.
27.
Y más adelante continúa señalando que “para entender concurrente el vicio
recogido en el artículo 62.1.f) no basta con que el acto sea contrario al ordenamiento
jurídico, pues si así se sostuviera se estaría produciendo un improcedente
vaciamiento de los supuestos de nulidad relativa, que quedarían inmediatamente
subsumidos en el citado apartado. El mencionado precepto exige algo más, pues no
basta con que el acto sea ilegal, sino que además debe provocar que, en su virtud,
el interesado adquiera facultades o derechos cuando se carezca de los requisitos
esenciales para su adquisición. A través de esta última previsión el legislador ha
querido acotar este supuesto de nulidad radical a aquellos extremos en los que, no
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simplemente se discuta sobre la eventual ilegalidad de un acto administrativo, sino
que, además, constituyan casos graves y notorios de falta del presupuesto
indispensable para adquirir lo que acto improcedente le reconoció u otorgó”.
28.
La razón que justifica en el presente supuesto la revisión de la Resolución de 24 de
febrero de 2004, es el sentido de la Sentencia de 18 de enero de 2005 del Tribunal
Supremo, dictada en el recurso de casación nº 7321/2001, que confirma la
Sentencia de la Sala segunda de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal
Superior de Justicia del País Vasco, de 27 de septiembre de 2001, por la que se
anula la Resolución de 16 de marzo de 1998, de la Directora de Administración de
Industria, Energía y Minas, que otorgaba a C y H Z, S.A., la autorización de
explotación de recursos de la sección “A”. El motivo que fundamenta la anulación es
la falta de uno de los requisitos básicos para la explotación, cual es ostentar por la
entidad autorizada la titularidad de la propiedad de los terrenos, tal y como exige el
artículo 16.1 de la Ley 22/1973, de Minas (en adelante LM).
29.
Las mencionadas Sentencias no contienen una declaración expresa sobre su
alcance y efectos, ni en relación con las posibles situaciones jurídicas consolidadas
con anterioridad a la fecha del fallo. No obstante dicha circunstancia, se puede
afirmar que la decisión anulatoria no obvia la propia existencia del recurso ni de la
actividad de extracción desarrollada, ni conlleva por si misma la anulación de los
instrumentos previamente aprobados por la autoridad minera en relación con dicho
recurso.
30.
En este punto procede examinar el contenido de la normativa sectorial sobre la que
se fundamenta el otorgamiento de la concesión cuya revisión se pretende. Así, el
artículo 3.1 de la LM, establece que pertenecen a la Sección A) los yacimientos
minerales y demás recursos geológicos de escaso valor económico y
comercialización geográficamente restringida, así como aquellos cuyo
aprovechamiento único sea el de obtener fragmentos de tamaño y forma apropiados
para su utilización directa en obras de infraestructura, construcción y otros usos que
no exigen más operaciones que las de arranque, quebrantado y calibrado.
31.
Según expresa dicho precepto, corresponden a la sección “C” cuantos yacimientos
minerales y recursos geológicos no estén incluidos en las secciones anteriores y
sean objeto de aprovechamiento conforme a esta Ley.
32.
El apartado 3 del citado artículo indica que los criterios de valoración precisos para
configurar la sección “A” serán fijados mediante Decreto acordado en Consejo de
Ministros. En cumplimiento del mandato legal fue aprobado el Real Decreto
107/1995, de 27 de enero, que establece los parámetros en base a los cuales un
determinado yacimiento o recurso geológico se clasifica en la sección “A”, o en su
defecto en la sección “C”, estableciéndose así un sistema clasificatorio en la propia
norma que implica un cierto automatismo en cuanto a la ubicación legal del recurso,
que no eximen de la tramitación del oportuno expediente concesional. Entre los
parámetros que señala el precepto se incluye el relativo al valor anual en venta de
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los productos extraídos, disponiéndose que para estar comprendidos en la sección
“A”, dicho valor no debe exceder los 601.012 €.
33.
En los datos que se mencionan en la Resolución de 24 de febrero de 2004, a
efectos de justificar la concesión directa, se incluye un estudio sobre el valor en
venta de los productos extraídos en la cantera Zalloventa en el año 2002, en el que
se indica que dicha producción alcanzó un valor de 611.162,94 €, superior al límite
legal establecido, aspecto este que justificaría por si mismo el cambio de la sección
“A” a la “C”.
34.
Pues bien, del examen de los requisitos que exige la LM en su Título V, Capítulo IV,
y en su Título VIII, para la obtención de un permiso de explotación a través de una
concesión directa para el derecho al aprovechamiento de recursos de la sección
“C”, no se aprecia la existencia de elemento alguno que impida en principio a la
mercantil C y H Z, S.A. el acceso a la condición de concesionario.
35.
Es importante destacar que entre los citados condicionantes no se encuentran ni la
inclusión del yacimiento o recurso en la sección A, como paso previo para su
posterior calificación en la sección C, no estando tal calificación condicionada ni
derivada de la necesaria titularidad de los terrenos, cuyo propietario no ostenta en
exclusiva en base a dicho título la facultad para su aprovechamiento.
36.
Ello es consecuencia de la "publicatio" del régimen jurídico minero y la
consideración de bienes de dominio público de todos los yacimientos de origen
natural y demás recursos geológicos existentes en el territorio nacional, mar
territorial y plataforma continental (artículo 2 LM).
37.
La obligación de la Administración de conceder la explotación nace de haberse
puesto de manifiesto el mineral y haberse acreditado su aprovechamiento racional.
38.
En ese sentido, se pueden entender como aspectos acreditados los siguientes: 1) la
propia existencia del recurso y en consecuencia el interés público de su explotación;
2) la existencia incuestionable asimismo de una actividad extractiva desarrollada
sobre el mismo desarrollada por la empresa concesional; 3) la obtención de unos
determinados resultados de explotación que determinan la entidad del recurso y que
justificarían por si mismos su cambio de régimen jurídico; y 4) el otorgamiento de su
aprovechamiento en régimen de concesión directa de explotación de recurso de la
sección “C”, previa la verificación por la Administración concedente de los
condicionantes específicos y procedimentales de dicho instrumento, a una entidad
mercantil que reúne los requisitos exigidos por la LM.
39.
No podemos perder de vista ese régimen general, aunque sea cierto que en este
caso la resolución cuya revisión se ha solicitado haya tomado como presupuesto el
trasvase de una explotación de la sección A a la C, conforme a lo dispuesto en el
Real Decreto 107/1995, de 27 de enero, por el que se configuran los criterios de
valoración para configurar la Sección A) de la Ley de Minas, que alude a las
resoluciones de reclasificación de recursos o sustancias, presupuesto confirmado
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por la Sentencia del Tribunal Supremo de 2 de junio de 1998, que considera
coherente con la regulación de la Ley de Minas la expresión citada del artículo 1 del
Real Decreto 107/1995, así como lo dispuesto en el apartado a) del punto 1 de la
Instrucción sobre aplicación del Real Decreto 107/1998, aprobada por Resolución
de 5 de junio de 1996: “Los titulares de explotaciones de recursos de la Sección “A”,
conforme a lo dispuesto en el Decreto 1747/1995, de 17 de julio que pasen a
explotar recursos minerales clasificados en la Sección “C”, de acuerdo con los
criterios establecidos en el Real Decreto 107/1995, de 27 de enero,…”.
40.
Pero como decimos, la resolución concesional cumple los requisitos y condiciones
que se establecen en la Ley de Minas para otorgarla sin que al tratarse del
aprovechamiento de los recursos de la sección C tenga el propietario de los terrenos
un derecho en exclusiva a llevar a cabo la explotación.
41.
Como se indica en los fundamentos jurídicos de la Resolución de otorgamiento de la
concesión, la prioridad que la LM reconoce en su artículo 16 a favor del propietario
de los terrenos para el aprovechamiento de recursos de la sección “A” no constituye
un derecho consolidado a la explotación del yacimiento, sino un simple derecho
preferente a obtener una autorización de explotación, que cede cuando sobre los
terrenos en cuestión se otorga una concesión de explotación de recursos de la
sección “C” u otro título habilitante a efectos de la explotación o investigación de los
regulados en la Ley.
42.
Teniendo presente lo anterior y tomando como referencia los indicados aspectos, no
se aprecia la existencia de un vínculo determinante entre la Resolución de 18 de
marzo de 1988, objeto de anulación, y la Resolución de 24 de febrero de 2004, por
el que la anulación de la primera deba conllevar de forma ineludible la anulación de
la segunda.
43.
Como ha manifestado la Comisión en supuestos similares, la esencialidad exigida
como causa justificadora de la revisión de los actos nulos de pleno derecho, como
hemos visto antes, es algo más que una simple infracción del ordenamiento jurídico.
44.
Por otra parte, tampoco la Comisión aprecia una falta grave y notoria del
presupuesto indispensable para adquirir el derecho reconocido al concesionario por
el acto objeto de revisión.
45.
En consecuencia y desde la perspectiva de la interpretación restrictiva del artículo
62.1 f), nada hay por tanto que permita, una vez examinado el expediente al amparo
de las normas legales de aplicación, cualificar la Resolución de 24 de febrero de
2004 con las notas de la nulidad radical de pleno derecho, todo ello sin perjuicio del
posible recurso a la vía anulatoria prevista en el artículo 103 de la Ley 30/1992.
CONCLUSIÓN
No procede la revisión de oficio de la resolución de referencia.
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