Impopular pero imprescindible

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Impopular pero imprescindible
JUANTXO LANDABEREA UNZUETA/ABOGADO
Para el próximo viernes día 30 está convocada, en segunda convocatoria, la Junta General de la
Real Sociedad de Fútbol, SAD. Son numerosos los puntos del Orden del Día que van a ser objeto
de deliberación pero, sin duda, el tema estrella será la propuesta de ampliación del capital social.
Desde que el nuevo Consejo de Administración tomó posesión es el examen más comprometido
que debe superar. Baste recordar que el rechazo a la ampliación propuesta por el anterior
Consejo el año pasado fue uno de los detonantes del adelanto de elecciones, pues su mandato
expiraba en marzo de 2006.
La ampliación que se somete a la consideración de los socios es, reconozcámoslo, claramente
impopular. A los accionistas se les pide un esfuerzo económico importante y, además, llega en
un momento en que los resultados del primer equipo no están generando, precisamente,
entusiasmo. Se percibe en la afición una actitud pesimista, cuando no de indiferencia. Y, desde
luego, tampoco ayuda que desde algún sector se condicione la ampliación de capital a la previa
exigencia de responsabilidades al anterior Consejo. Pero los nuevos consejeros de la Real
Sociedad no han sido elegidos para tomar decisiones populares, sino para adoptar acuerdos con
rigor y responsabilidad, en interés general de la entidad. Los grandes estadistas o dirigentes se
caracterizan por tomar decisiones necesarias, aunque sean impopulares.
¿Por qué razón es imprescindible la ampliación de capital? Dejando de lado algunas diferencias
puntuales entre el anterior y el actual Consejo sobre determinados criterios contables, lo cierto es
que existe unanimidad en que la situación es muy delicada; el anterior presidente reconocía
recientemente que es «preocupante» (DV, 14-7-2005), en palabras de su vicepresidente
económico es «crítica» (DV, 13-10-2005) o, en palabras de Miguel Fuentes, el club se encuentra
«al borde de la desaparición» si la ampliación de capital no sale adelante (DV, 10-10-2005).
Según el informe del Consejo puesto a disposición de los accionistas para la próxima Junta
General «las pérdidas de los últimos ejercicios han dado lugar a una situación contable en la que
el actual patrimonio neto es inferior a la mitad del capital social de la compañía, lo que supone
que la Sociedad se encuentre en situación legal de disolución, de acuerdo al artículo 260.4 de la
Ley de Sociedades Anónimas».
A pesar de todo ello, algunos accionistas de la Real todavía pensarán que la situación económica
no es para ser alarmista. Esta forma de pensar se encuentra en sintonía con una costumbre muy
arraigada en el fútbol profesional; es habitual que los socios de los diferentes clubes crean
imposible que las instituciones públicas y privadas dejen desaparecer a clubes con gran historia y
peso social. Pues bien, a los accionistas de la Real también conviene recordar que esa misma
opinión tenían los socios de numerosos clubes de Primera División y, sin embargo, el desastre ya
se ha consumado.
El Sporting de Gijón, uno de los pocos clubes que ya han alcanzado los cien años de historia,
viene atravesando desde hace muchos años momentos muy delicados. Ahora se halla sometido a
un difícil proceso concursal. Situación parecida es la que está sufriendo la U.D. Las Palmas, que
desde el año pasado también se halla bajo administración concursal. ¿Se acuerdan del
Compostela? Pues esta Sociedad Anónima Deportiva que recientemente ha militado en Primera
División se ha disuelto. ¿Y que me dicen del Real Oviedo? Tras la fallida ampliación de capital
de 2002, presentó en los Juzgados la solicitud de suspensión de pagos y su situación es crítica. El
caso del Club Deportivo Málaga también es muy significativo. Sus deudas ascendían en 1992 a
más de 2.200 millones de pesetas. A pesar de que se creó una Mesa de Salvación, formada por
representantes de instituciones públicas y empresas, la entidad desapareció en julio de ese mismo
año. Gracias al Atlético Malagueño y posteriores ascensos la ciudad de Málaga cuenta
actualmente con un equipo en Primera División. Y podríamos hablar de otros numerosos casos
(Logroñés, Burgos, Mérida, etcétera). Por tanto, sería una imprudencia defender que no hay que
preocuparse con la situación económica de la Real en la creencia de que las instituciones
públicas y privadas de Gipuzkoa siempre salvarán a la sociedad del peligro de disolución. Eso
mismo pensaban en Gijón, en Las Palmas, en Oviedo, en Santiago de Compostela o en Málaga.
Supongo que también pensarán algunos accionistas que el mensaje es excesivamente alarmista
pues otros clubes de Primera División están en peor situación económica y no les pasa nada.
Evidentemente, la Real Sociedad no es uno de los clubes que mayor deuda tiene. Pero a estos
accionistas conviene advertir que la Real tampoco tiene el patrimonio de dichos clubes de modo
que la deuda le hace más vulnerable. Buena parte de esos clubes han contado, o cuentan, con un
importante patrimonio inmobiliario que permite afrontar el futuro con otra perspectiva. Ahí está
la recalificación urbanística a favor del Real Madrid en el Paseo de la Castellana, la futura
operación inmobiliaria del Atlético de Madrid con el Vicente Calderón, el Convenio Urbanístico
firmado por el Sevilla en diciembre de 2003 para la recalificación de los terrenos del Sánchez
Pizjuan y de su ciudad deportiva, o el protocolo firmado por el Valencia con el Ayuntamiento y
la Generalitat para la recalificación de Mestalla.
Asimismo, resulta oportuno añadir que la ampliación de capital propuesta por el Consejo es,
además de imprescindible, claramente insuficiente. Reitero mis palabras en esta tribuna de
opinión durante el proceso electoral (DV, 24-4-2005): «El saneamiento económico del club debe
pasar, necesariamente, por una ampliación de capital, precedida del oportuno estudio y
económico sobre la verdadera situación y necesidades del club... La ampliación de capital es, por
tanto, una medida necesaria, pero insuficiente». La generación de recursos con la ampliación de
capital deberá ir acompañada de otras importantes medidas. De poco valdrá la ampliación si se
mantiene el mismo desequilibrio de gastos e ingresos de años precedentes. Y buena prueba de
ello es que algunos de los clubes históricos caídos en desgracia no han podido eludir los
procedimientos de disolución o concurso a pesar de las previas ampliaciones de capital
realizadas.
En resumen, si los accionistas desean alejar a la Real del peligro de disolución ya conocen cuál
debe ser su posicionamiento en la Junta. No es el momento de discutir las características de la
ampliación propuesta u otras historias, por muy razonables que sean, sino el momento de ser
generosos y tener plena confianza en este Consejo. Lo que está en juego es la subsistencia misma
de la Real Sociedad. Por tanto, aunque la ampliación de capital sea impopular resulta
imprescindible su aprobación... salvo que se quiera seguir el ejemplo de otros clubes históricos
que han estado en Primera División como Sporting de Gijón, Oviedo, Las Palmas, Compostela,
etcétera.
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