Página 1 de 25 El amor general de Dios hacia toda la humanidad: una defensa histórica y exegética de la doctrina. (Material compilado y organizado por Esteban Toloza) Promover el error no es tan difícil. Con un poco de afán en perfeccionar sistemas, sumado a la debilidad de nuestro entendimiento, y pasando más tiempo hurgando y enfatizando lo oculto y secreto de Dios, y siendo arrastrados por una lógica feroz y algo de orgullo intelectual, pronto acabaremos llegando a conclusiones no bíblicas sobre diversas cuestiones. Tristemente, esto es algo que está pasando en muchos círculos reformados, donde vemos a más y más personas que son guiadas más por sus propios razonamientos y suposiciones que por la exposición llana de las Escrituras. Y este asunto sobre el amor de Dios ha levantado más disputas de las deseadas. ¿Ama Dios al mundo? ¿Ama solamente a algunos? ¿Odia a todos? Estas preguntas perturban a algunos que se acercan a la fe reformada, y – lamentablemente para mi gusto – muchas veces no reciben la respuesta correcta. Lo que sigue no es de mi autoría (salvo breves notas), sino que he buscando realizar un ‘acopio’ de material de diferentes autores y textos, entre ellos: Charles Hodge, Luis Berkhof, William Hendriksen, Martín Lutero, Juan Calvino, Simon Kistemaker, Matthew Henry, Charles Spurgeon, Paul Washer, John Greshamn Machen, R.C. Sproul, John Piper, Thomas Montgomery, Donald Carson, John MacArthur, los cánones de dort, y algunas notas realizadas por Nicolás Serrano, mi amigo y compañero de obra en Rosario. Si bien busqué abordar el tema de manera personal y he realizado mi revisión del tema, en esta nota no fue mi intención elaborar una nueva respuesta al asunto, sino buscar “qué” han entendido otros sobre este tema al pararse en las Escrituras; dado que noté la complejidad del mismo, me pareció sabio ‘escuchar’ a otros hablar sobre el asunto, de manera que al finalizar cito las fuentes para que aquellos que quieran, puedan ir a buscar por ellos mismos las citas. Comienzo entonces diciendo que antes de sumergirnos en el tema, es necesario hacer dos aclaraciones, una con respecto al amor de Dios, y otra con respecto a su voluntad. Es importante entender que la Biblia nos habla, tanto del amor como de la voluntad de Dios, en diferentes sentidos. ¿En qué sentido hablan las Escrituras del amor de Dios? John Piper describe tres maneras en que el amor de Dios se manifiesta:[1] “1) El Amor de Dios por su Hijo Primero, está el amor de Dios por su Hijo y el amor del Hijo por el Padre. Juan 3:35: "El Padre ama al Hijo y ha entregado todas las cosas en su mano”. En Juan 14:31, Jesús dice: "para que el mundo sepa que yo amo al Padre, y como el Padre me mandó, así hago". Página 2 de 25 El amor de Dios por los demás miembros de la Trinidad es diferente a su amor por nosotros porque no hay pecado que vencer. Si Dios nos ama, nos ama a pesar de nuestro pecado. Dios el Padre no ama al Hijo a pesar de algo. Todo en el Hijo es infinitamente digno de amor. 2) El Amor de Dios por su Creación Segundo, Dios ama a su creación y la sostiene con su cuidado, aun para que la usen sus enemigos. Por ejemplo: "El Señor es bueno para con todos, y su compasión, sobre todas sus obras" (Salmo 145:9). O, en Mateo 5:44-45, Jesús nos ordena: "amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos; porque Él hace (notar que aquí vemos el amor de Dios como un presente continuo) salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos". Así que el amor de Dios le hace proveer lluvia y sol donde las personas no lo merecen. Para Jesús, este es un ejemplo de amor por sus enemigos, y un ejemplo de cómo debiéramos amar a nuestros enemigos. 3) El Amor de Dios por su Pueblo Escogido, su Pueblo del Pacto Pero la experiencia más preciosa del amor de Dios aun no ha sido descrita. Es el amor de Dios que le hace ir más allá de la oferta gratuita del evangelio y escoger a un pueblo para sí, atrayéndolo a sí en fe, y haciendo un pacto eterno con él. Sentirse amado de esta forma es la mayor experiencia que se pueda tener. Puede llamarse el amor selectivo de Dios, o el amor regenerador de Dios, o amor pactado de Dios. Con este amor, Dios hace más que una oferta. Vence la rebelión y la resistencia para que sus amados reciban la oferta. A) Primero, veamos este tipo de amor en la elección de Dios del pueblo de Israel. Deuteronomio 10:14-15:"He aquí, al Señor tu Dios pertenecen los cielos y los cielos de los cielos, la tierra y todo lo que en ella hay. Sin embargo, el Señor se agradó de tus padres, los amó, y escogió a su descendencia después de ellos, es decir, a vosotros, de entre todos los pueblos, como se ve hoy". El mensaje es que Dios no sólo ofreció que fueran el Israel del pacto de Dios; Él escogió a Israel. Él les tomó de entre todos los pueblos. No negoció. Libre, soberana, e incondicionalmente, escogió a Israel. Página 3 de 25 "... el Señor tu Dios te ha escogido para ser pueblo suyo de entre todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra. El Señor no puso su amor en vosotros ni os escogió por ser vosotros más numerosos que otro pueblo, pues erais el más pequeño de todos los pueblos; mas porque el Señor os amó". (Deuteronomio 7:6-8) B) El Amor de Jesús por sus Ovejas Podemos ver a este amor yendo más allá de Juan 3:16 en la forma en que Jesús habla acerca de sus ovejas en el resto del evangelio de Juan. Cuando Jesús dice en Juan 10:11:"el buen pastor da su vida por las ovejas" podemos entender que este amor es mayor que el amor que se registra en Juan 3:16. Poner su vida por las ovejas significa que Él muere, no sólo para ofrecernos la vida eterna de las ovejas, sino para darnos una certeza absoluta de que sus ovejas le creerán y le seguirán y tendrán vida eterna. En Juan 10:16, Jesús mira más allá del grupo de creyentes que tiene y dice: "Tengo otras ovejas que no son de este redil; a ésas también me es necesario traerlas". Y Juan 11:51-52 dice que él murió para reunirles. Él murió para traer a fe a sus ovejas escogidas.” En Juan 3:8 Jesús dice: “El viento sopla donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu". En otras palabras, el nuevo nacimiento ocurre según la voluntad del Espíritu. No controlamos al viento, y no controlamos al Espíritu. Él viene y va como le place con su poder regenerador. Esto es llamado amor--gran amor--en Efesios 2:4-5:"Pero Dios, que es rico en misericordia, por causa del gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo"(ver "gran misericordia" en 1ra de Pedro 1:3). Este es un "gran amor" que va mucho más allá del ofrecimiento a personas espiritualmente muertas de que si creen, pueden ser salvadas. Este amor conquista nuestra muerte. Da nueva vida, nos trae a la fe, y nos une a Cristo, todo en un instante soberano. (Fin de la cita) Asimismo, Paul Washer, describe tres formas en que las Escrituras se refieren al amor de Dios[2], él nos dice: “Sería más fácil contar todas las estrellas en los cielos o cada grano de arena en la tierra, que medir o intentar describir el amor de Dios. Su altura, profundidad, y anchura están más allá de la comprensión de las más grandes y más inteligentes criaturas. Aunque nunca seremos capaces de comprender el amor de Dios en su Página 4 de 25 plenitud o medir su contenido, podemos crecer en nuestro entendimiento de tal amor por medio de considerar los muchos ejemplos y demostraciones en las Escrituras. “ Luego describe tres manifestaciones del amor de Dios, “I- La Benevolencia de Dios Hacia Todas Sus Criaturas. La palabra “benevolencia” puede ser definida como la disposición de buscar “lo bueno” para los demás, bendecirles, y promover su bienestar. Es el testimonio constante de las Escrituras que Dios es un Creador que ama a sus criaturas y busca la bendición y beneficio de ellas - los malos y los buenos. Él es lo opuesto absoluto de cualquier opinión que le representaría como una deidad caprichosa o vengativa quien busca la derrota y miseria de Su creación. [Las citas bíblicas dadas son las siguientes: Salmo 145:9, 15-16; Mateo 5:44-45; Hechos 14:16-17; Salmo 147:7-9; Salmo 150:6. Luego realiza una reseña sobre cuál es la respuesta de la humanidad pecadora hacia esa bondad basándose en Romanos 1:21-23] II- La Misericordia, Gracia, y Paciencia de Dios hacia la Humanidad Pecadora Tres de las más hermosas y amadas palabras en las Escrituras son la misericordia, gracia, y paciencia de Dios. En estas tres joyas, el amor de Dios verdaderamente se manifiesta. [Cita bíblica: Éxodo 34:6] [Continúa diciendo Washer] La palabra misericordia se refiere a la ternura o compasión de Dios hacia aún las más miserables y lastimosas de Sus criaturas. En la misericordia de Dios se encuentra una manifestación grande de Su amor. [Citas bíblicas: Salmo 145:8; 2ª Corintios 1:3; Efesios 2:4; Santiago 5:11; Salmo 57:10; Lucas 6:35-36; Salmo 86:5; Salmo 103:10-14; Lamentaciones 3:22-23] La palabra gracia denota un favor no merecido y se refiere a la buena voluntad de Dios de tratar a Sus criaturas, no según su propio mérito o valor, sino según Su propia abundante bondad y generosidad. En la gracia de Dios, se encuentra una manifestación grande de Su amor. [Citas bíblicas: Salmo 145:8; 1ª Pedro 5:10; Isaías 30:18] La palabra paciencia se refiere a la buena voluntad de Dios de “soportar” o “sufrir” las debilidades y pecados de Sus criaturas. En la paciencia de Dios se encuentra una gran manifestación de Su amor, especialmente a la luz del pecado de la humanidad. [Citas bíblicas: Éxodo 34:6; Números 14:18; Jonás 4:2; Nahúm 1:3; 1ª Pedro 3:20; Salmo 78:36-40; Ezequiel 18:23,32; 1ª Timoteo 2:4; 2ª Pedro 3:9; Romanos 2:4.] Página 5 de 25 III- Dios envió a Su Hijo para la Salvación de su Pueblo […] el amor de Dios está más allá de la comprensión humana y que se manifiesta a todas Sus criaturas en un número casi infinito de maneras. Sin embargo, las Escrituras nos enseñan que hay una manifestación del amor de Dios que sobrepasa todas las demás – ¡Dios dio a Su Hijo para la salvación de Su pueblo! [Citas Bíblicas 1ª Juan 4:8-10; Juan 3:16-17; Romanos 5:6-8; Romanos 5:8-10; Romanos 8:32]” (Fin de la cita de Washer) De manera que podemos ver que hay diferentes maneras en que la Escritura de refiere al amor de Dios, y si mantenemos claramente esas distinciones, nos libraremos de muchos errores y extremismos no bíblicos. Asimismo, encontramos que las Escrituras hablan de la voluntad de Dios; o, mejor dicho, usan la palabra “voluntad” con respecto a Dios, en diferentes sentidos. Sobre esto dice R.C. Sproul, “En primer lugar, debemos entender que la Biblia habla de la voluntad de Dios en más de una manera. Por ejemplo, la Biblia habla de lo que llamamos la voluntad eficaz y soberana de Dios. La voluntad soberana de Dios es la voluntad por la cual Dios hace que ocurran las cosas con absoluta certeza. Nada puede resistir la voluntad de Dios en este sentido. Por su soberana voluntad El creó el mundo. La luz no podría haber rehusado resplandecer. La segunda manera en que la Biblia habla de la voluntad de Dios es con respecto a lo que llamamos su voluntad preceptiva. La voluntad preceptiva de Dios se refiere a sus mandatos, sus leyes. Es la voluntad de Dios que hagamos las cosas que El manda. Tenemos la capacidad de desobedecer esta voluntad. De hecho, quebrantamos sus mandamientos. No podemos hacerlo impunemente. Lo hacemos sin su permiso o aprobación. Sin embargo, lo hacemos. Pecamos. Una tercera manera en que la Biblia habla de la voluntad de Dios se refiere a la disposición de Dios, a lo que le agrada. Dios no se deleita en la muerte del inicuo. Hay un sentido en que el castigo del inicuo no produce gozo a Dios. Escoge hacerlo porque es bueno castigar la maldad. Se deleita en la justicia de su juicio, pero le "entristece" que tal justo juicio deba ser llevado a cabo. Es algo así como un Juez sentándose en un tribunal y sentenciando a su propio hijo a la cárcel.” Ahora, creo que estas distinciones sobre el amor de Dios y la voluntad de Dios, no son “forzadas” por los Calvinistas para intentar resolver algún asunto, sino que son distinciones reales y necesarias que las Escrituras trazan. Con estas distinciones claras, no hay ningún problema escritural en afirmar que Dios ama a todos los Página 6 de 25 hombres, y que por esto mismo, desea sinceramente el bien de todos los hombres, los llama sinceramente a vida eterna, y se compadece sinceramente de ellos; y que es su voluntad que todos se vuelvan a Él. Al decir esto no estamos diciendo que Dios se vea frustrado en sus planes, tampoco estamos diciendo que Dios haya decretado que todos sean salvos y que haya fracasado, ni estamos diciendo que su voluntad de decreto se vea frustrada. Tampoco estamos diciendo que Dios ame de la misma manera a aquellos que se pierden y a aquellos que ha escogido desde antes de la fundación del mundo. Simplemente estamos diciendo que la Biblia afirma que hay un sincero deseo en Dios de que todos se vuelvan a Él, aunque no haya decretado que todos se vuelvan a Él. La razón de que ésto no ocurra es que Dios ha escogido desplegar toda su gloria por medio de manifestar sus atributos al salvar a algunos y dejar que otros sigan el deseo de su corazón perverso, para luego condenarles. Pero podemos decir esto libremente sin negar que haya un deseo en Dios de que todos se vuelvan a Él.[3] Usualmente, aquellos que niegan el amor general de Dios para con todos los hombres, niegan también la Gracia Común. Sobre esto dice Phil Johnson, “Ésta es la gracia que guarda el mal en el mundo de ser tan malo como posiblemente pudiera ser. La gracia común es la gracia que permite a todos los pecadores vivir y disfrutar la vida en virtud de un alivio temporal a partir del juicio y la justicia a pesar de que son dignos de una condenación inmediata. La gracia común retrasa eso. La gracia común es también la gracia que implora tiernamente y sinceramente con los pecadores al arrepentimiento y ser reconciliados con Dios, a pesar de que sus corazones están en contra de Él. Y según Mateo 5:44-45, estas bendiciones de la gracia común son señales de un amor genuino de Dios. La Escritura no duda en aplicar la expresión “amor” aquí. Para aquéllos de ustedes que pueden ser mis hermanos calvinistas afuera quiénes se niegan a decir que: “Dios ama a todo el mundo”. La Escritura no se opone a eso. Esta bondad que muestra incluso al réprobo es un amor compasivo sincero si bien no es el mismo amor redentor eterno que Dios ha establecido sobre los elegidos de toda la eternidad. Es amor de un tipo diferente pero es amor verdadero. Es amor genuino. Es compasión sincera. Es bondad verdadera. […] E incluso al réprobo, incluso al no elegido se beneficia de la muerte de Cristo de esa manera. Las migajas que caen de la mesa, que Dios extiende a Sus elegidos, son una fiesta auténtica para el réprobo quien experimenta todas las bendiciones de la gracia común. Ese es un beneficio secundario de la cruz. Y es una expresión de la bondad de Dios hacia ellos. Algunos ultra-calvinistas inevitablemente intentarán argumentar la opinión de que la gracia común no es realmente una expresión de amor o una bondad hacia el no-elegido. No representa bien una misericordia. No es una bondad auténtica porque su efecto final, dicen, es la condenación del réprobo. Solo incrementa su condenación. No estoy de acuerdo. Mientras es cierto que según las palabras de Romanos 2:4, el réprobo tiene la culpa cuando “¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?” Y que esto incrementa su culpabilidad. No pienso que el efecto final, el efecto global de la gracia común es aumentar la condenación de alguien. Porque una de las formas en que Dios manifiesta la gracia común es restringiendo el pecado del reprobado. La mayoría de la gente no es tan mala como podrían ser. No es tan mala como lo podría ser si Dios los dejara solos sin ninguna gracia en absoluto. Así que en general, la gracia común de Dios reduce en lugar de incrementar la severidad de su culpabilidad.” [Fin de la cita] Página 7 de 25 Aquellos que niegan el amor general de Dios o niegan la gracia común, comúnmente nos acusan de que nosotros tenemos “Un Dios impotente que no puede hacer lo que desea hacer”, pero tal acusación es injusta. Nosotros, como calvinistas de la Biblia, afirmamos que Dios sí puede y hará aquello que decretó, que se cumplirá su propósito. Pero, juntamente con eso, afirmamos que las Escrituras nos hablan de diferentes expresiones de amor en Dios y de diferentes expresiones de su voluntad. Quienes niegan el amor de Dios para con todos los hombres a menudo caen en serios problemas exegéticos al interpretar textos como los siguientes, "[Dice Dios] ¡Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre!" (Deuteronomio 5:29). "¡Oh, si hubieras atendido a mis mandamientos! Fuera entonces tu paz como un río, y tu justicia como las ondas del mar." (Isaías 48:18). “Mirándole, le amó" (marcos 10:21) “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!” (Mateo 23:37) Luc 19:41,42 “Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos. “ Oseas11:1-9 “Cuando Israel era muchacho, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo. Cuanto más yo los llamaba, tanto más se alejaban de mí; a los baales sacrificaban, y a los ídolos ofrecían sahumerios. Yo con todo eso enseñaba a andar al mismo Efraín, tomándole de los brazos; y no conoció que yo le cuidaba. Con cuerdas humanas los atraje, con cuerdas de amor; y fui para ellos como los que alzan el yugo de sobre su cerviz, y puse delante de ellos la comida. No volverá a tierra de Egipto, sino que el asirio mismo será su rey, porque no se quisieron convertir. Caerá espada sobre sus ciudades, y consumirá sus aldeas; las consumirá a causa de sus propios consejos. Entre tanto, mi pueblo está adherido a la rebelión contra mí; aunque me llaman el Altísimo, ninguno absolutamente me quiere enaltecer. ¿Cómo podré abandonarte, oh Efraín? ¿Te entregaré yo, Israel? ¿Cómo podré yo hacerte como Adma, o ponerte como a Zeboim? Mi corazón se conmueve dentro de mí, se inflama toda mi compasión. No ejecutaré el ardor de mi ira, ni volveré para destruir a Efraín; porque Dios soy, y no hombre, el Santo en medio de ti; y no entraré en la ciudad.” Página 8 de 25 Hch 7:51 “¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros.” He tenido muchos debates sobre estos textos, y he escuchado cosas realmente descabelladas. He escuchado que Jesús realmente no quiso hacer en ningún sentido lo que el texto nos dice que quiso hacer con Jerusalén, y que el joven rico fue salvo en un evento posterior (¡aunque no registrado en las Escrituras!) porque “sino Jesús no le habría amado”. A tales conclusiones es que llega un sistema que se afana más por satisfacer su lógica que por la exégesis. También nos acusan de tener una doctrina humanista al decir que Dios ama, en algún sentido, a todos los hombres. Pero eso no puede ser cierto dado que nosotros no afirmamos que Dios ame a los hombres porque ellos sean muy valiosos o importantes para Él, no creemos que Dios les ame por lo mucho que ellos valen, sino que creemos que Él les ama por lo que Él es: un Dios misericordioso, bondadoso, compasivo, aún con sus enemigos. Dice sobre esto Paul Washer[4]: “Las Escrituras nos enseñan que Dios no solamente aborrece el pecado, sino que Su aborrecimiento está dirigido hacia los que lo practican. Hemos sido enseñados que Dios ama al pecador y aborrece su pecado, pero tal enseñanza es una negación de las Escrituras que claramente declaran que Dios no solamente aborrece la iniquidad, sino que también aborrece a “todos los que hacen iniquidad” (Salmo 5:5). Tenemos que entender que no es posible separar al pecador de su pecado. Dios no castiga el pecado, sino castiga al pecador. No es el pecado lo que se condena al infierno, sino el hombre que lo practica. ¿Qué significa cuando las Escrituras declaran que Dios aborrece a los pecadores? Debemos considerar lo siguiente: - Primero, el diccionario define el odio como un sentimiento de extrema enemistad hacia otro, de considerar a otro con una hostilidad activa, o de tener una aversión fuerte hacia otro. Aunque palabras tales como “detestar”, “aborrecer”, y “abominar” son palabras fuertes, todas se emplean en las Escrituras para describir la relación de Dios con el pecado y con el pecador. - Segundo, tenemos que entender que el aborrecimiento de Dios existe en perfecta armonía con Sus otros atributos. A diferencia del hombre, el aborrecimiento de Dios es santo, justo, y es el resultado de Su amor. - Tercero, tenemos que entender también que el aborrecimiento de Dios no es una negación de Su amor. El Salmo 5:5 no es una negación de Juan 3:16 o Mateo 5:44-45. Aunque la ira de Dios está sobre el pecador (Juan 3:36), aunque está airado contra el impío todos los días (Salmo 7:11), y aunque aborrece a los que hace iniquidad (Salmo 5:5), Su amor es de tal naturaleza que Él es capaz de amar a los mismos que son objetos de Su aborrecimiento y obrar a favor de su salvación. Página 9 de 25 - Cuatro, aunque Dios es paciente hacia los objetos de Su aborrecimiento y les ofrece la salvación, vendrá un tiempo cuando Él retirará Su oferta, y la reconciliación no será más posible. Los hombres pecadores deben considerar esta verdad con temor y temblor.” [Fin de la cita] Esa ha sido la interpretación reformada histórica, aunque aquellos que hoy dicen que “Dios no ama a nadie, salvo a los escogidos” digan lo contrario. Basta leer los antiguos sermones reformados [5] y los antiguos comentarios para encontrarnos con que la idea de que “Dios ama solamente a los escogidos y odia a todos los demás” es ajena a la historia reformada. Esto ocurre en estos tiempos, entre otras cosas, porque muchos se han formado teológicamente no en las escrituras y la historia de la Reforma, sino discutiendo en sitios de internet, lo cual no es esencialmente malo, pero puede ser peligroso. Sobre esto, Johnson dice: “Quedan muchísimos calvinistas ignorantes e inconsistentes allí afuera, también. Con el aumento del Internet es más fácil que nunca para los laicos autodidactas de involucrarse en un diálogo teológico y debatir a través de foros de la Internet. Pienso que eso es en su mayor parte bueno, y lo promuevo. Pero la Internet lo hace más fácil para las personas dispuestas pero ignorantes para agruparse y reforzar la ignorancia del uno al otro incesantemente. Y temo que eso ocurre bastante. Los hiper-calvinistas parecen especialmente susceptibles a esa tendencia, y hay nidos de ellos aquí y allí – especialmente en la Internet. Y cada vez más frecuentemente en estos días encuentro a las personas, quienes han sido influenciados por el extremismo en la Internet, importunando ideas hiper-calvinistas […] Eso realmente es retórica al tope – completamente innecesaria – y arraigada en la ignorancia histórica. Un par de años atrás, cuando inicié a mi weblog, mencioné esa tendencia en la primera entrada que coloqué y que titulé: “Calvinismo Rápido y Sucio”. Al final de esa entrada, dije esto: Mi consejo para los jóvenes calvinistas es aprender teología de los autores calvinistas tradicionales históricos, no de blogs y ni de los foros de debate en la Internet. Algunos de los foros pueden ser de ayuda porque conducen a recursos más importantes. Pero si usted piensa acerca de la Internet como un substituto para el seminario, usted corre un riesgo muy alto de desequilibrarse.” Y aunque no creo que un seminario sea absolutamente necesario para la formación, creo que tiene razón en que hay una profunda ignorancia histórica potenciada por bastante orgullo intelectual que se afana por saber todo y por enseñar “cuan dura es la verdad” temiendo que si no son lo suficientemente “duros”, se dude de que realmente crean que Dios es soberano o sean tildados de arminianos. Quizás esto ocurra por la terrible ausencia de Iglesias reformadas en nuestras ciudades, particularmente en nuestra Argentina, y –por ende– falta de maestros y ancianos que enseñen las Escrituras. Página 10 de 25 Quisiera indicar otras dos formas específicas en las que entiendo que se manifiesta el amor de Dios para con todos los hombres. Una es, sin duda, la persona de nuestro señor Jesucristo y su encarnación. La otra, el llamado universal del Evangelio dirigido a todos los hombres. 1- El Señor Jesucristo y el amor general de Dios Se dicen muchas cosas sobre el Señor Jesús, pero basta una lectura detenida de los Evangelios para concluir que él verdaderamente manifestaba un amor hacia todos los hombres, incluyendo a los incrédulos y obstinados. Pedro le dice a Cornelio que era bien sabido por todos que “Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.” (Hechos 10:38). Y alguno de nuestros amigos calvinistas ultra-elevados podría objetar lo mismo que Phil Johnson dice arriba, pero creo que su respuesta al asunto es muy razonable. No veo que Pedro me diga que Jesús andaba haciendo bienes y sanando a las personas porque, en realidad, deseaba aumentar la condenación de ellos. Tal idea resulta bastante perversa y tergiversa toda la imagen de Cristo presentada en los Evangelios. Pedro sencillamente nos dice que Jesús andaba haciendo el bien, sanando a los leprosos, aunque de diez solamente uno regresara a agradecerle. Es cierto que ellos al final terminan empeorando su castigo al rechazar las bondades que Dios les da libremente, pero esto no es culpa de Dios, ni es algo que le cause deleite, sino que la culpa es enteramente de ellos. Sobre esto dice Calvino, “… los infieles, mientras viven en el mundo, amontonan sobre su cabeza, día tras día, más grave juicio de Dios, […] todos los dones de Dios, de los cuales disfrutan constantemente, contribuirán más a su condenación; porque tendrán que dar cuenta de todos ellos. Entonces comprenderán lo que razonablemente les será imputado como extrema maldad y colmo de su perversidad, por haberse empeorado ante la dulzura y condescendencia de Dios, pues lo menos que pudiera esperarse de ellos sería la enmienda.” (Comentario a la Epístola a los Romanos). Es decir, Dios fue amable con ellos y amoroso, y ellos convirtieron aún esas bendiciones en causa de su condenación. Pero, de parte de Dios, él manifestó “dulzura y condescendencia” a fin que ellos se volvieran a Él. Quisiera citar algunos textos de la Palabra que nos hablan del amor general de Dios manifestado en el Señor Jesucristo, y citar algunos comentarios. En Lucas 19:41 leemos sobre Jesús llorando a las puertas de Jerusalén. El texto dice, Página 11 de 25 “Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella.” Sobre este texto dice el pastor y maestro Thomas Montgomery, “…la pregunta aquí es ¿por qué lloró Jesús? Y la respuesta es que Dios tiene un amor general aun para los que se pierden. Sus lágrimas, las del Cristo encarnado, indican este amor. Las lágrimas son la misma expresión del apóstol Pablo [en Romanos 9:1-3 y 10:1]: dolor y tristeza en su corazón. Estas lágrimas no significan que Él estuviera en desacuerdo con la sentencia divina que él mismo pronunció en contra de ellos, ni tampoco significa que el justo juicio de Dios en contra de ellos sería injusto. Cristo lloraba, no solamente debido a este amor general, sino que Cristo lloraba debido a que Él entendía más y mucho mejor que nosotros lo que significa la perdición eterna, el juicio divino y la realidad de la separación eterna de Dios. Sus lágrimas eran una expresión de ese amor general que Dios tiene para con todos los hombres, aún por aquellos que mueren perdidos, obviamente.”[6] Un texto paralelo al de Lucas encontramos en Mateo 23:37, allí se nos dice que Jesús se lamenta sobre Jerusalén de la siguiente manera, “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!” Dice el comentario Jamieson-Fausset-Brown sobre este texto, “¡Cuán inefablemente grande y emocionante es esta apóstrofe! Es el mismo corazón de Dios que se derrama a través de la carne y el habla humanas. Es esta encarnación de la vida y el amor más íntimos de la Deidad, la que ruega a los hombres, sangra por ellos y se levanta sólo para extender sus brazos hacia ellos y ganarlos de nuevo por el poder de esta historia de amor sin igual que ha vencido a este mundo, la cual todavía “traerá a todos a él”, (Joh_12:32), y hermoseará y ennoblecerá a la humanidad misma. […] La intensa emoción que buscaba salida en este discurso, se nota primero, por la reduplicación de la primera palabra: “¡Jerusalén, Jerusalén! y después, en el cuadro que él pinta de la ciudad: “que matas a los profetas y apedreas a los que son enviados a ti!”: ¡No estando contenta sólo con despreciar los mensajes divinos de misericordia, no puedes permitir que aun vivan los mensajeros! Cuando añade: “¡cuántas veces quise juntar tus hijos!”, se refiere seguramente a algo más que a las seis o siete veces que él visitó y enseñó en Jerusalén cuando estuvo en la tierra. Sin duda se refiere a “los profetas”, a quienes ellos mataron, “que fueron enviados a ella”, y a quienes ellos “apedrearon”. Pero ¿a quiénes habría él deseado juntar tantas veces?: “Tus hijos”, es decir, los hijos de la Jerusalén que odiaba la verdad, despreciaba la misericordia y mataba a los profetas. Compárese con esto aquella frase conmovedora incluida en la gran comisión misionera: “que se predicase en su nombre el arrepentimiento y la remisión de pecados en todas las naciones, comenzando de Jerusalén” (Luk_24:47). ¡Qué Página 12 de 25 aliento para los quebrantados de corazón que por tanto tiempo y tan obstinadamente han estado en rebelión con Dios! Pero todavía no hemos llegado al corazón de esta lamentación. “Quise juntar tus hijos” dice Jesús, “como la gallina junta sus pollos debajo de las alas”. ¿Fue alguna vez un cuadro imaginario tan sencillo como éste, investido con gracia y sublimidad tales al toque de nuestro Señor? […] ¡Qué figura tan significante de lo que Jesús es y hace a favor de los seres humanos! Bajo su gran ala protectora él había querido juntar a Israel. […] Los antiguos rabinos tenían una expresión hermosa para los prosélitos del paganismo: decían que ellos habían “entrado bajo las alas de la Shekinah”.[…] Pero ¿cuál fue el resultado de todo este amor tierno y poderoso? La respuesta es: “No quisisteis”. ¡Qué misteriosa la resistencia a aquel amor tan paciente! Y ¡qué misteriosa la voluntad para sacrificarse por ellos! La solemne dignidad de la voluntad, como está, aquí expresada, podría hacer reteñir los oídos.” Por su parte, John MacArthur, en su Biblia de estudio, comenta lo siguiente sobre este pasaje, “Dios es absolutamente soberano y por esto completamente capaz de hacer que suceda lo que Él desee (ver Isaías 46:10), incluyendo la salvación de quienquiera que Él elija (Efesios 1:4-5). Sin embargo, algunas veces Él expresa un deseo por aquello por lo cual él soberanamente no lo lleva a cabo (Génesis 6:6, Deuteronomio 5:29, Salmo 81:13, Isaías 48:18). Esta expresión en ninguna manera sugiere una limitación en la soberanía de Dios, o implica algún tipo de cambio en Él (Números 23:19). Sin embargo, sí revela aspectos esenciales del carácter divino. Dios está lleno de compasión, sinceramente bueno para con todos, deseoso del bien, no es malo, y por esto no se deleita en la destrucción de los malvados (Ezequiel 18:32, 33:11). Mientras se afirma la soberanía de Dios, debemos entender sus súplicas hacia el arrepentimiento de los réprobos así como sus llamados bienintencionados, y su bondad hacia los inicuos como una misericordia genuina diseñada para llevarlos al arrepentimiento (Romanos 2:4). La emoción demostrada aquí por Jesús (y en pasajes similares como Lucas 19:41) es obviamente una pasión sincera y profunda. Todos los sentimientos deben estar en perfecta armonía con la voluntad divina (Juan 8:29), y por esto sus lamentos no deben ser considerados como una simple exhibición de su humanidad.” Otro texto que nos habla del amor de Dios para con todos los hombres, es el que nos narra el episodio del encuentro de Jesús con el “joven rico”. En Marcos 10:21 leemos, “Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz.” La NVI traduce “Jesús lo miró con amor…” Como decía anteriormente, he escuchado cosas realmente sorprendentes sobre este texto, a fin de sostener la idea de que Dios no ama a todo el mundo; verdaderamente algunos sostienen que este hombre fue salvo ‘posteriormente’ y que la frase “le amó” indica tal cosa. Pero nada de eso se nos dice en nuestro texto, por el Página 13 de 25 contrario se dice que el joven se alejó amando más las riquezas que a Jesús. Hendriksen, al comentar este versículo, dice: “Al posar el Señor su mirada en este joven rico, le amó; es decir: A. Le admiró por no haber caído en graves pecados y por haber buscado la mejor fuente para obtener una solución para su problema; y B. le compadeció de forma profunda, triste y apesadumbrada, y decidió recomendarle un curso de acción que, si lo obedecía, sería la solución de su problema y le proporcionaría el descanso que necesitaba su alma.” Uno puede no estar del todo de acuerdo con la interpretación de Hendriksen sobre el texto, pero no quedan dudas de que el gran comentarista entendía sin lugar a dudas que Jesús había manifestado un amor genuino incluso frente a este joven que amaba más las riquezas que a Jesús mismo. También leemos en Marcos 3:1-5 lo siguiente, “Otra vez entró Jesús en la sinagoga; y había allí un hombre que tenía seca una mano. Y le acechaban para ver si en el día de reposo le sanaría, a fin de poder acusarle. Entonces dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate y ponte en medio. Y les dijo: ¿Es lícito en los días de reposo hacer bien, o hacer mal; salvar la vida, o quitarla? Pero ellos callaban. Entonces, mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y la mano le fue restaurada sana.” El verso 5 dice que Jesús miró a aquellos hombres incrédulos con enojo y compasión. Dice Hendriksen sobre este verso, “Marcos declara que la forma en que Jesús miró a sus críticos fue “con enojo”. […] En forma similar, más adelante Jesús se indignaría al darse cuenta que los discípulos trataban de impedir que le trajesen a los pequeños, para que él los tocase (Mr. 10:14). No hace falta señalar que nada malo había en tal indignación, o en tan intensa aversión y desaprobación. En realidad sólo se trata de una consecuencia necesaria del amor. Según el relato de Marcos 3, los fariseos apreciaban más el ritualismo de fabricación humana que el cuidado que Dios quiere que tengamos del ser humano. Es evidente que para ellos era más importante la rígida adherencia a una regla rabínica que la felicidad de una criatura humana. Por otro lado, Jesús se condolía de esta persona lisiada. De ahí que estuviera terriblemente disgustado con aquellos ritualistas de tan duro corazón. Pero aun así, su enojo estaba templado por la tristeza: estaba profundamente apenado por el endurecimiento de su corazón, es decir, por su estupidez, insensibilidad y obstinación espiritual (cf. Ro. 11:25; Ef. 4:18). ¿Estamos en lo correcto al decir que Jesús “se compadeció” incluso de aquellos rígidos tradicionalistas? (cf. Lc. 23:24). Como sea, es Página 14 de 25 significativo que según los tiempos verbales usados en el original, la mirada de enojo fue momentánea, mientras que la profunda tristeza fue continua y duradera.” Y el gran Matthew Henry, con su estilo característico, dice, “Oímos lo que se dijo mal y vemos lo que se hizo mal, pero Cristo mira a la raíz de amargura del corazón, su ceguera y dureza y se entristece.” Finalmente, quizás el texto más claro que nos habla del amor de Dios por todas sus criaturas es aquél que salió de los propios labios de Jesús, en el sermón del monte. Allí leemos, “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” (Mateo 5:43-48) Aunque parezca mentira, algunos niegan enfáticamente que este texto nos diga algo sobre algún tipo de amor de Dios para con todos los hombres. Nuevamente, Hendriksen, quizás uno de los mejores comentaristas dentro de los reformados, nos dice: “[…] Jesús no exige a sus discípulos que hagan lo imposible. No les pide que se enamoren de sus perseguidores. Pero definidamente pide que aquellos por quienes iba a morir, a pesar de que por naturaleza aún eran enemigos de Dios (Ro. 5:8, 10), oren por la salvación de los enemigos de ellos mismos, queriendo decir ‘por la salvación de aquellos que los odian’ […] Cuando exhorta a sus oyentes que demuestren su parentesco con “el Padre que está en los cielos” amando a sus enemigos y orando por ellos, Jesús ilustra en forma implícita el amor primordial y activo del Padre al llamar la atención al hecho de que “él hace salir su sol sobre malos y buenos, y envía lluvia sobre justos e injustos”. Esta afirmación es notable en más de un aspecto: Página 15 de 25 1. a. Es mucho más significativo decir “él hace salir su sol” y “él envía lluvia” que “el sol sale” y “llueve”. La forma en que Jesús lo dice hace que nosotros miremos más allá del hecho a Aquél que lo causa, y también más allá del hecho a la razón que lo produce, a saber: el amor del Padre por la humanidad. 2. b. El artículo definido se omite. Por eso, probablemente sea incorrecto, traducir: “sobre el malo y el bueno… sobre el justo y sobre el injusto”, sino más bien como la generalidad de las versiones castellanas, “sobre malos y buenos… sobre justos e injustos”. Así se pone un énfasis especial en el carácter de estas personas, como si dijera: “Aunque el Padre es el santísimo e inmaculado, no se retrae de derramar sus bendiciones sobre malos y buenos”. 3. c. […]El sol y la lluvia caen sobre todos por igual, y al hacerlo así revelan el amor del Padre del cual todos son objeto. Ciertamente es verdad que los hombres responden en forma diferente a las bendiciones por medio de las cuales el Padre revela su amor. No hay una gratitud común. Así que también es cierto que todos los que rechazan el evangelio usan las bendiciones de Dios para su propio perjuicio. Sin embargo, todo esto no puede anular el hecho de que el amor de Dios para con los habitantes de la tierra, buenos y malos, se revela imparcialmente en las bendiciones del sol y la lluvia con todos sus resultados benéficos. Este amor de Dios por aquellos que él creó es también claro de Gn. 17:20; 39:5; Sal. 36:6; 145:9,. 15, 16; Jon. 4:10, 11; Mr. 8:2; Lc. 6:35, 36; Hch. 14:16, 17; Ro. 2:4; y 1 Ti. 4:10. Para señalar sólo uno de estos pasajes, Jon. 4:10, 11—la misericordia de Dios hacia los ninivitas, sus hijos y aun su ganado—¿puede uno leer esto sin verse vencido por la emoción? Nada de esto debiera considerarse como una negación del hecho de que ciertamente hay un amor de Dios que no es compartido por todos. Pasajes tales como Gn. 17:21; Sal. 103:17, 18; 147:20; Mt. 20:16; Lc. 12:32; Ro. 8:1, 28–39; y muchos otros demuestran esto más allá de toda duda. Pero, así como un padre humano, además de amar en forma única a sus hijos e hijas, tiene lugar en su corazón para los hijos de sus vecinos, y aun para todos los niños del mundo, así también el Padre celestial, además de tener una relación completamente peculiar de tierna preocupación e íntima amistad hacia quienes por su gracia son suyos, ama a la humanidad en general.” Unos de los textos más claros y usados en la Biblia para evangelizar enseñando sobre el amor de Dios, es Juan 3:16 “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Sobre este texto, Nicolás Serrano comenta: “Aunque muchos intentan negar que Juan 3:16 demuestra el amor general de Dios, una simple y natural mirada al contexto del pasaje demuestra claramente que Jesús cree en Su amor general. Según los versículos 14 y 15, podemos concluir que la venida de Jesús a morir por los pecados en la cruz es, al igual que en el caso de la serpiente levantada por Moisés en el desierto, una respuesta y una solución a la necesidad de la humanidad en general. Jesús nos dice: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” La serpiente levantada en el desierto fue la provisión de Dios para sanar la enfermedad mortal que los judíos sufrían en ese tiempo por parte de las serpientes ardientes. Este símil de la enfermedad provocada por las serpientes ardientes simboliza el pecado, que produce muerte en los hombres. La infección mataba Página 16 de 25 progresivamente a los israelitas, al igual que el pecado lleva al polvo de manera progresiva a todos los infectados por el pecado. ¿Qué es lo que necesitaban estos judíos más que nada, todos estos hombres infectados? Respuesta: una milagrosa cura para la enfermedad mortal que tenían. Moisés intercede por ellos y Dios provee una serpiente de bronce, la cual es puesta a la vista de todos; para que cualquiera pueda mirar a ella y encontrar vida (Num 21:8). En el v 9 de Num 21 se nos dice: “y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá”. ¿Cuál es el paralelo en esta comparación usada por Jesús, entre la serpiente de bronce y Él mismo? Todos han pecado, y han sido infectados, y todos necesitan una milagrosa cura; Cristo es la serpiente de bronce que es puesta universalmente “como la cura para cualquiera de los infectados”. si alguno no miraba a la serpiente (sea por cualquier motivo), no era curado, pero no por falta de una “solución” o “provisión real” para el problema que ellos tenían; cualquiera, sin distinción ni acepción de personas ni discriminación alguna, cualquiera que mirase a la serpiente era totalmente sanado; y del mismo modo “…así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado (es decir, puesto al alcance de todos, públicamente expuesto como el salvador de todos los hombres, como solución y cura efectiva del problema del pecado de todos los hombres): “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos (Hech 4:12)”.” Sin lugar a dudas, Jesús enseñó que Dios sí tenía un amor general para todas sus criaturas, incluyendo a los que perecen. Lo enseñó con sus palabras, y lo enseñó con su andar entre los hombres. 2- El llamado universal del Evangelio y la paciencia de Dios dirigidos a todos los hombres Así como Jesús demostró el favor de Dios para con todos los hombres al hacerles el bien, de igual manera lo demostró al extender la llamada del Evangelio para con todos los hombres. Vemos en las Escrituras que Dios, repetidas veces, llama a los hombres que le desprecian, a la enmienda; ¿qué hemos de decir de tales textos? A continuación citaré el testimonio de diferentes maestros dentro del ámbito reformado que hablan sobre el tema, y luego veremos algunos textos que nos hablan del llamamiento de Dios en el Evangelio para con todos los hombres. Luis Berkhof, en su Teología Sistemática, al hablar sobre el llamamiento externo del Evangelio para con todos los hombres, dice: “El llamamiento externo es un llamamiento de buena fe, un llamamiento hecho con seriedad. No se nos adjunta la invitación con la esperanza de que no la aceptaremos. Cuando Dios llama al pecador para que acepte a Cristo por la fe, ardientemente lo desea; y cuando promete la vida eterna a los que se arrepienten y creen, su promesa es condicionada. Esto se deduce de la naturaleza íntima de Dios, de su veracidad. Es una blasfemia pensar que Dios fuera culpable de equivocación y de engaño, que quiera decir una cosa dando a Página 17 de 25 entender otra, que ardientemente suplicara que el pecador se arrepienta y crea para salvación, y al mismo tiempo no lo deseara en ningún sentido de la palabra. El carácter bona fide (es decir, verdadero, genuino) del llamamiento externo se prueba por los siguientes pasajes de la Biblia: Números 23: 19; Salmos 81: 13-16; Proverbios 1: 24; Isaías 1: 18-20; Ezequiel 18: 23, 32; 33: 11; Mateo 21: 37; 2ª Timoteo 2: 13. […] Varias objeciones se han presentado a la idea de semejante oferta bona fide de salvación. a. Una objeción se deriva de la veracidad de Dios. Se dice que según esta doctrina El ofrece el perdón de los pecados y la vida eterna a aquellos para quienes no ha querido estos dones. No necesitamos negar que hay una verdadera dificultad en este punto, pero esta es la dificultad con la que siempre estamos confrontados cuando tratamos de armonizar la voluntad decretiva de Dios con su voluntad preceptiva; es una dificultad que ni los mismos objetores pueden resolver y que con frecuencia nada más ignoran. Pero no debemos aceptar que estos dos aspectos sean contradictorios en realidad. La voluntad decretiva de Dios determina lo que con la mayor seguridad tendrá que acontecer (sin necesidad de implicar que Dios, en realidad se deleite en todo ello, por ejemplo, en toda clase de pecado), en tanto que la voluntad preceptiva de Dios es la regla de vida para el hombre, la que informa al hombre respecto a lo que es agradable a la vista de Dios. Además, debe recordarse que Dios no ofrece a los pecadores, sin condición alguna, el perdón de los pecados y la vida eterna, sino nada más en el camino de la fe y de la conversión; y que la justicia de Cristo aunque no se haya determinado para todos, no obstante, es suficiente para todos. b. Una segunda objeción se deriva de la incapacidad espiritual del hombre. El hombre, tal como es por naturaleza, no puede creer y arrepentirse y por tanto, se ve como burla que a él se le pida esto. Pero en relación con esta objeción deberíamos recordar que, en último análisis, la incapacidad del hombre en las cosas espirituales tiene su raíz en su rebelión para servir a Dios. La situación actual de cosas no es como para que haya muchos que aunque pudieran, quieran arrepentirse y creer en Cristo. Todos aquellos que no creen, no tienen voluntad de creer (Juan 5: 40) […] Es también (el llamamiento al Evangelio) una revelación de la santidad de Dios, y de su bondad y compasión. En virtud de su santidad, Dios en todas partes disuade del pecado a los pecadores, y en virtud de su bondad y misericordia les advierte en contra de su propia destrucción, pospone la ejecución de la sentencia de muerte, y los bendice con la oferta de la salvación. No cabe duda de que esta bondadosa oferta sea por sí misma una bendición, y no como piensan algunos, que es una maldición para los pecadores. Revela claramente la compasión divina para ellos, y así se declara en la Palabra de Dios, Sal 81: 13; Prov. 1: 24; Ez. 3: 18, 22; 33: 11; Amós 8: 11; Mat. 11: 20-24; 23: 37. Al mismo tiempo, es cierto que el hombre por su oposición al llamamiento externo, hasta esta bendición la vuelve en maldición. Esto, de manera natural acrecienta la responsabilidad del pecador y si decididamente no lo acepta ni lo aprovecha, hará más terrible su juicio. Por último, el llamamiento externo acentúa con claridad la justicia de Dios. Si aún la revelación de Dios en la naturaleza sirve el propósito de advertir de la inutilidad de cualquiera excusa que los pecadores se sintieran inclinados a presentar (Rom. 1: 20), esto todavía resulta más cierto de la revelación especial del camino de salvación. Cuando los pecadores desprecian la paciencia de Dios y rechazan su bondadosa oferta de salvación, se hace en extremo visible la grandeza de su corrupción y maldad, y la justicia de Dios en condenarles." [Capítulo 46, El llamamiento general y el llamamiento externo.] Página 18 de 25 A menudo, cuando cito este párrafo de Berkhof, mis amigos calvinistas ultra-elevados responden que los dichos de Berkhof “representan al neo-calvinismo, y no al calvinismo verdadero.” Tal acusación carece totalmente de fundamento, y lo veo más como un intento de defender un sistema a-histórico e insistir en que es el “verdadero calvinismo”, cuando contundentemente ven que la evidencia histórica no está de su lado. Pero, aún si fuera cierto, ¿qué podríamos decir de los siguientes párrafos de los Cánones de Dort? En el Capítulo Tercero, apartado VIII, los cánones de Dort dicen: “Pero cuantos son llamados por el Evangelio, son llamados con toda seriedad. Pues Dios muestra formal y verdaderamente en Su Palabra lo que le es agradable a Él, a saber: que los llamados acudan a Él. Promete también de veras a todos los que vayan a Él y crean, la paz del alma y la vida eterna.” Y luego, en el Capítulo Tercero, en los apartados IX y X, dicen: "La culpa de que muchos, siendo llamados por el ministerio del Evangelio, no se alleguen ni se conviertan, no está en el Evangelio, ni en Cristo, al cual se ofrece por el Evangelio, ni en Dios, que llama por el Evangelio e incluso comunica diferentes dones a los que llama; si no en aquellos que son llamados…” ¿Será qué esto también es neo-calvinismo? Aquí tenemos a los Cánones de Dort, quienes han sido llamados por algunos – y justamente lo han sido – “el manifiesto fundacional del calvinismo”. Definitivamente, no hay ni una sombra de algo “neo” en este calvinismo, esto es calvinismo histórico, el calvinismo de la Biblia. Y los cánones afirman aquello que es negado por los calvinistas ultra-elevados, es decir, que Dios llama seria y sinceramente a todos los hombres a venir a Él, porque esto es lo que desea y le es agradable a Él. Sí, los cánones de Dort nos hablan de un llamado sincero de Dios a todos los hombres para que se vuelvan a Él. Y esto es lo que enseñan las Escrituras. Veamos algunos textos y comentarios de diferentes maestros reformados. En Romanos 2:3-5 leemos, Página 19 de 25 “¿Y piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios? ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios…” Juan Calvino, al comentar el versículo 4, dice: "¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, y paciencia, y longanimidad… Algunos creen que este argumento es el llamado por los retóricos dilema;(*) pero a mí me parece que es una prolepsis;(**) porque los hipócritas gustosamente se envanecen de su prosperidad, cuando todo les sucede como desean, creyendo que por sus virtudes y beneficios se hacen acreedores a sentir la bondad y liberalidad del Señor, endureciéndose constantemente y despreciando y desdeñando a Dios, y por eso el Apóstol se opone a su arrogancia alegando un motivo totalmente contrario, fundando su argumentación y demostrando que no deben creer que su prosperidad exterior prueba que Dios les sea favorable, puesto que El se la concede con un fin completamente diferente, es a saber, para incitar a los pecadores a su conversión. Así, pues, donde el temor de Dios no reina, la confianza en la prosperidad es desprecio y burla a la infinita bondad divina. El Apóstol deduce, con razón, que aquellos a quienes Dios ha enriquecido en esta vida, serán más severamente castigados; porque aparte de su perversidad, todavía existirá otro motivo: el de que han rechazado la bondad paternal de Dios invitándoles al arrepentimiento. Y aunque todos los beneficios sean testimonios de su amor paternal, sin embargo, porque El frecuentemente persigue otro resultado al mantener a los infieles en su alegría, haciéndoles sentir su liberalidad, se equivocan envaneciéndose de su prosperidad como si tal cosa fuera señal evidente de que Dios los ama y se agrada de ellos. Ignorando que su benignidad te guía a arrepentimiento? El Señor, por medio de su bondad hacia nosotros, nos demuestra que necesitamos convertirnos y regresar a El si deseamos gozar del bien y la felicidad; y al mismo tiempo nos confirma en la seguridad de esperar y recibir de El misericordia. Si no relacionamos con este objetivo su liberalidad y bondad, nos engañamos, aunque no siempre la recibamos de la misma manera; pues cuando el Señor trata con dulzura a sus siervos, concediéndoles bendiciones terrenales, por ellas manifiesta su buena voluntad, acostumbrándoles a buscar en El solamente la perfección y la suma de todo bien. Pero cuando trata con la misma dulzura a los transgresores de la Ley, ciertamente El quiere por su benignidad derribar la rebeldía y obstinación, no diciendo jamás que les sea propicio entonces, sino que más bien les llama al arrepentimiento y a la enmienda. Si algunos replican a esto, que si el Señor también con insistencia no toca sus corazones de antemano es como si estuviera hablando con sordos, es preciso responder que tal cosa no es culpa del procedimiento (***) sino de la perversidad. En cuanto a las palabras de San Pablo, quien gusta mejor de decir te guía, en lugar de te invita, diré que es más significativo lo primero (Te guía) que lo segundo. Sin embargo, no lo interpreto en el sentido de obligar o empujar por la fuerza, sino en el de conducir o llevar por la mano." (Juan Calvino, Comentario a la Epístola a los Romanos) --------------------------------------------------NOTA: (*)Dilema es un argumento doble y contra rio, para probar una verdad. N. del T. (**) Prolepsis es una figura por la que se objeta a un argumento anticipidamente. N. del T. Página 20 de 25 (***) Que Dios no es culpable por emplear ese método. N. del T.] Podemos ver que Calvino enseña que Dios trata aún a los reprobados con algún tipo de bondad para que se vuelvan a Él. Es cierto que no lo desea en el sentido de decreto, pero este texto afirma claramente que Dios desea, en algún sentido, el bien de ellos y les llama a que se vuelvan, siendo ellos y sólo ellos los culpables por no hacerlo. Eso es lo que dice la Escritura y así lo entendió el gran comentarista. --------------------------------------------------- Luego, en Romanos 5:18 leemos, “Así que, de la manera que por un delito vino la culpa a todos los hombres para condenación, así por una justicia vino la gracia a todos los hombres para justificación de vida.” Juan Calvino comenta sobre este versículo lo siguiente, “El Apóstol habla de la gracia común a todos los hombres, porque es ofrecida a todos aunque por su efecto no comprenda a todos; pues si bien Cristo ha sufrido por los pecados del mundo entero y se ha ofrecido por la benignidad de Dios, por igual a todos**, sin embargo no todos la disfrutan…” --------------------------------------------------[**: Aclaración: según entiendo, cuando Calvino dice que Cristo ha sufrido por los pecados del mundo entero se está refiriendo al valor y potencial infinititos de la expiación, y no que ha muerto por igual por todos o que ha salvado a todos. Está hablando de la oferta universal del Evangelio basada en el valor infinito de la expiación y no de una expiación efectiva universal. Es decir, entiendo que lo que quiere decir es que la oferta del Evangelio es para todos, es lo que concuerda más con su pensamiento y el contexto y estructura del comentario] ---------------------------------------------------- Otro texto que nos habla de lo mismo es Ezequiel 33:11. Allí leemos, “Diles: Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel?” Ahora, quisiera citar el comentario de J. Gresham Machen (fundador del seminario Westminster) sobre este texto. Dice Machen: “… la doctrina de la predestinación no quiere decir que Dios se alegre de la muerte del pecador. La Biblia afirma con suma claridad lo contrario. Escuchen este gran versículo del capítulo treinta y tres de Ezequiel: Página 21 de 25 "Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva."… Lo mismo se enseña en la primera Carta a Timoteo, donde se dice: "El cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad." Este último versículo no puede significar que Dios ha determinado con un acto de su voluntad que todos los hombres se salven. De hecho no todos los hombres son salvos. La Biblia lo afirma con suma claridad; de lo contrario todas las solemnes advertencias que contiene serían una burla. Pero si, cuando de hecho no todos los hombres son salvos, Dios hubiera determinado que todos se salvaran, entonces ello significaría que el decreto de Dios no se ha cumplido y que su voluntad ha sido conculcada. En este caso Dios dejaría simplemente de ser Dios. El versículo debe significar algo completamente diferente de eso tan blasfemo. Esto está claro. Pero ¿qué significa? Me inclino a pensar que significa lo mismo que el gran pasaje de Ezequiel; me inclino a pensar que significa simplemente que Dios se complace en la salvación de los pecadores y que no se complace en el castigo de los no salvos. En realidad algunos han sostenido otro punto de vista. Se ha sugerido que la expresión "todos los hombres" en este versículo de 1ª Timoteo significa "toda clase de hombres," y que el versículo está escrito contra los que limitaban la salvación a los judíos en contraposición a los gentiles o a los sabios en contraposición a los necios. El contexto en el cual se encuentra este versículo favorece en cierto modo este punto de vista. Pero me inclino más bien a pensar que la expresión "todos los hombres" ha de tomarse en forma más literal, y que el versículo significa que Dios se complace en la salvación de los salvos, y no se complace en el castigo de los que se pierden, de tal modo que por lo que se refiere al agrado en lo que sucede El desea que todos los hombres sean salvos. Sea como fuere, éste es sin duda el significado del pasaje de Ezequiel, prescindiendo de lo que signifique el de 1ª Timoteo y es en verdad un significado precioso. El castigo de los pecadores (su castigo justo por el pecado) ocupa, como hemos visto, un lugar en el plan de Dios. Pero la Biblia dice bien claro que Dios no se complace en ello. Es necesario para que se cumplan fines elevados y dignos, por misteriosos que estos fines nos resulten; ocupa un lugar en el plan de Dios. Pero en sí no es algo en lo que Dios se complazca. Dios es bueno. Se complace no en la muerte de los malos sino en la salvación de los que son salvos por su gracia.” (Libro, “La visión cristiana del hombre”, capítulo 6)[7] Ahora, uno pudiera no estar de acuerdo con la interpretación que Machen hace sobre el texto de Timoteo (yo no lo estoy). Pero no cabe duda de que, como él dice, el texto de Ezequiel es claro. Y no hay nada de “neo” en el calvinismo de Machen. Veamos otra vez a Jesús, reaccionando espontanemente frente a las multitudes: Página 22 de 25 “Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies… Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia… A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones” (Mat 9:36-38; 10:1,5) Mi compañero de obra, Nicolás Serrano, dice sobre este texto: “En este texto encontramos la base del evangelismo ordenado por Cristo: el amoroso y compasivo amor de Él. El pedido del Señor Jesús a sus discípulos de que rueguen al Dueño de la mies que envié obreros a la mies, es decir, a las ovejas desamparadas y dispersas; y la siguiente primera comisión evangelística dada a los recientes discípulos, tienen una misma base, un mismo nacimiento y raíz: la compasión divina. Esta compasión no es limitada solo a algunos, sino extendida a todos; y claramente, Su deseo de que obreros sean enviados a la mies (mies es un término general y global: todos las ovejas perdidas, es decir, todas las etnias, como se revela en Mat 28:19) y la consiguiente comisión, evidencian que Jesús tiene un deseo de salvación general por todos los hombres. La comisión, que es la invitación a la reconciliación, a la vida, existe porque hay un deseo que la engendra: la compasión, el deseo de que las ovejas dispersas sean reunidas y salvadas, que la situación de ellas sea cambiada y que termine bien. Por eso, en Marcos 16:15 la especificación de la gran comisión, es predicar el evangelio a “toda criatura”. La palabra griega usada por Mateo para compasión (splagcnizomai), significa lo siguiente: una fuerte conmoción, dolor, que nace desde las entrañas (entrañas: simboliza lo más profundo del ser). Y esta compasión nace al ver a las personas como a ovejas sin pastor, lo que implica: necesidad espiritual, ruinas y trágico destino de los hombres en general. Cristo no nos manda a hacer algo en lo que Él no nos ha dado el ejemplo. De hecho, cuando cumplimos su mandato, es Él en nosotros quien se manifiesta a los hombres: 2Co 5:20 “Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios”. En nombre de Cristo, significa: de parte de Él, porque esta es Su voluntad y deseo. Hebreos 13:1 “…haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo…” ¡Oh, cuanto necesitamos las entrañas de Cristo! ¡Qué diferencia tan grande entre Él y nosotros! ¡Es la diferencia entre el egoísmo y el amor puro y verdadero! ¡Qué diferente son sus ojos de los nuestros, qué diferente es su corazón al nuestro!” La lista de citas y textos podría seguir. Me ha faltado citar a algunos autores y comentarios de textos, pero creo que ya es suficiente. No quedan dudas de que la idea de que el calvinismo enseña que Dios solo “odia a todos los que no son escogidos” es una idea completamente ajena a la historia del calvinismo y a sus maestros; y, lo que verdaderamente importa, es ajena a las Escrituras. ¿Por qué insistir tanto en que la enseñanza de “Dios odia a todos salvo a los escogidos” es errónea, por qué hablar tanto de este tema? Porque creo que lo que está en juego es mucho más que “simples palabras”. Está en juego lo que el futuro de este movimiento reformado en Argentina podría llegar a alcanzar. Está en juego cómo hemos de pararnos representando a Dios frente al mundo. Está en juego cómo hemos de representar al Dios al que amamos frente a los perdidos. Está en juego cómo vamos a presentar nuestras amadas doctrinas de la gracia frente a aquellos hermanos que nunca las han oído. Quisiera terminar citando unas notas Nicolás Serrano sobre las consecuencias de negar el amor general de Dios para con todos los hombres. Página 23 de 25 “Negar este amor y deseo general en Dios por el bien de todo el mundo implica que todos los llamados a la reconciliación que tenemos en la Biblia de parte de Dios el Padre, Cristo, y el Espíritu Santo junto todos los hombres que hablaron de parte de Él, son falsos, impuros y crueles, ya que no serían sinceros; porque el fin del llamado no sería lo que parece (alentar a los oyentes, en amor y por amor, a que se reconcilien), sino que la mera intención sería dejarles sin excusa o aumentarles la condenación. Semejante declaración no puede ser calificada menos que como una terrible blasfemia que deforma, tuerce y desacredita el carácter de Dios y la veracidad de su Palabra. ¿Deseamos la infelicidad de las personas? ¿Nos gozamos cuando vemos a un enfermo desfallecer; cuando una persona muere sin Cristo y va al infierno, aunque esto sea justo; nos alegramos y hacemos una fiesta? Si así fuese, ¿no seriamos acusados por la ley moral de Dios grabada en nuestra mente y corazón? ¿De dónde viene esa ley moral; quien la puso en nosotros? ¿No es amar a nuestro prójimo uno de los mandamientos de Dios? ¿Acaso no son sus mandamientos, Su voluntad y deseo? ¿Acaso Jesús no cumplió con el segundo mandamiento más importante? ¿Somos más buenos que Dios? ¿Nos atrevemos a decir que esta ley grabada en nosotros no es buena y que no viene de Dios y que Dios es diferente a su ley, siendo esta: santa justa y buena Rom 7:12?... Si no existiera en Dios, en ningún sentido, un amor y deseo de salvación general por todos los hombres, ni siquiera podríamos orar con fervor y compasión; porque, ¿Cómo sé si Dios ama y desea el bien de la persona por la cual estoy orando? ¿No estaré perdiendo el tiempo orando fuera de la voluntad de Dios? ¿Cómo sé si no estoy siendo más misericordioso que Dios? ¿De qué manera como discípulo imito al Gran Maestro? En Efesios 5:1 se nos manda a ser imitadores de Dios. Pero si Dios no ama ni desea el bien de todos los hombres, sino que más bien los odia y endurece Su corazón contra ellos sin mostrar amor (ni en Su paciencia, misericordia y providencia), entonces nosotros también deberíamos amar sólo a los escogidos y odiar sin misericordia a todos los demás; pero aun la ley moral de Dios grabada en nuestra mente nos redarguye de todo lo contrario. Cristo y el cristianismo presentan la esencia opuesta a tal terrible deformación. Spurgeon dice al respecto: “… Pero si él quiere que sea así, ¿por qué no los hace? Amado amigo, ¿alguna vez has oído que un necio pueda hacer una pregunta que un sabio no pueda contestar? Y si así fuera, estoy seguro de que una persona sabia como tú, puede hacerme muchísimas preguntas que yo, aunque soy necio, no soy lo bastante necio como para tratar de contestarla… Es el deseo de Dios que muchos oprimidos sean libertados, pero hay muchos oprimidos que no están libres. Es el deseo de Dios que los enfermos no sufran, dudas de ello, ¿no es tu propio deseo?...Nunca he sido alguien que explique todas las dificultades, y no tengo ningún deseo de hacerlo… prefiero ser inconsistente conmigo mismo y no con la palabra de Dios… prefiero confiar en mi Dios. Soy un pobre niño necio en el mejor de los casos; pero mi padre sabe mucho mejor que yo” [8] Negar el amor general de Dios, es también restarle gloria a Dios por medio de deformar dramáticamente Su imagen. Vemos la oración de Moisés y la respuesta de Dios en Ex 33:18 34:6-8 “El entonces dijo: Te ruego que me muestres tu gloria… Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado…Entonces Moisés, apresurándose, bajó la cabeza hacia el suelo y adoró”. Jehová le mostró Su gloria Página 24 de 25 a Moisés por medio de enumerarle algunos de Sus atributos y las obras consecuentes que nacen de dichos atributos; la misericordia (amor por lo miserable; no retribuir a Sus criaturas conforme a sus obras) es uno de los más enfatizados. Deformar la gloria de Dios es deformar la gloria de Cristo, Quien es la mayor y perfecta revelación de Su gloria y la plenitud de Su Persona. Esto nos impide verle como Él realmente es y por consecuencia se restringe nuestro crecimiento y transformación a Su imagen. Nunca seremos transformados a la imagen de aquel a quien no podemos apreciar. Nunca imitaremos a quien no entendemos ni conocemos. “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” 2ª Corintios 3:18 Una solemne advertencia: Cuidado con el reaccionismo: el diablo se propone sembrar en la iglesia de Cristo: temor, prejuicios, y reacción extrema hacia verdades bíblicas en cuanto al carácter de Dios, el evangelio y todas las doctrinas más importantes, para así robarnos la palabra de Dios. Y lo hace (el diablo) por medio de crear grupos heréticos que, al dar con ellos, nos provocan el temor de caer en sus mismos errores doctrinales; y nosotros al reaccionar inmaduramente contra tales extremismos heréticos, terminamos corriendo hacia el otro extremo de la verdad, un extremo que también es herético . ¡No caigamos en la trampa! El amor de Dios es central en las escrituras y para nosotros: porque es uno de Sus atributos, y uno de los más destacados en el Evangelio. El Evangelio, es el Evangelio de la gracia de Dios (Hechos 20:24); es el Evangelio de las riquezas de su gracia (Efesios 1:7); y es el Evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo (Efesios 3:8); entonces el Evangelios, es el Evangelio de las inescrutables riquezas de la gracia de Dios manifestadas en Cristo. El evangelio entonces trata de la Gracia, y esta fluye de su Amor, y es revelada plenamente en y por medio de Cristo. El evangelio revela la justicia de Dios, y revela como Dios en su justicia vence todos los obstáculos (ley, pecado, corrupción, mundo, la muerte, Satanás) para justificarse justamente a sí mismo de justificarnos. Amor: es lo que Dios tiene y Es en esencia, es la pasión (profundísimo e inherente afecto, que impulsa todo lo que Él piensa, siente y hace) interna que Él tiene por la gloria de Su nombre y por el bien de Sus criaturas. Gracia: es la acción de Su amor, la manifestación tangible y practica de su corazón.” Que Dios nos libre del terrible pecado de querer defender más un sistema y nuestras conjeturas, que a su Palabra, Persona, y carácter. ------------------------------------------------NOTAS AL PIE: Página 25 de 25 [1] Sermón Titulado, “De tal manera amó Dios al mundo-Parte http://es.desiringgod.org/resource-library/sermons/god-so-loved-the-world-part-2 2”, puede leerse aquí [2] El único Dios Verdadero, Lección Diez: ‘Dios es amor’; págs. 71 al 79. [3] Argumentar sobre cómo Dios puede desear algo en un sentido y en otro no podría llevar bastante espacio, y no es ese el fin de esta nota. Aconsejo leer al respecto en el libro de John Piper, “Los deleites de Dios”, en el capítulo 2, 5, y en el anexo final ‘¿Existen dos voluntades en Dios?’, Piper trata ampliamente sobre el tema. El libro está disponible en pdf en la web. [4] La verdad acerca del hombre, Capítulo 7. [5] De paso, nada bendice más mi vida que leer y releer los viejos sermones calvinistas, a Murray McCheyne, Spurgeon, Whitefield, mi querido Lloyd Jones, y el propio Juan Calvino. Si quieren encontrar un calvinismo hermoso y lleno de gracia, ¡vayan a esos sermones y dejen los blogs de internet! [6] Doctrinas de la gracia, serie http://www.graciaaudio.com/doctrina.html de estudios en Mp3. Parte V, disponible en [7] Recomiendo leer el capítulo 2 del libro “Los Deleites de Dios”, el capítulo se titula “El deleite de Dios en todo lo que hace”, es una buena explicación bíblica sobre el asunto, más profunda que el texto de Machen, y – según mi entender – sumamente acertada. [8] Cita del libro “Spurgeon y el Hiper-Calvinismo”, por Iain Murray.