Actualización de Jurisprudencia Corte Internacional de Justicia, Caso concerniente a la disputa sobre la frontera, (Benin/Niger), 12-VII-2005 Unidades 13,14, 16, 21 y 22 Por Natalia M. Luterstein El 3 de mayo de 2002 la Corte Internacional de Justicia recibió una notificación conjunta de la República de Benin (de aquí en adelante “Benin”) y de la República de Níger (de aquí en adelante “Níger”) de fecha 11 de abril de 2002 informándole del Acuerdo Especial al que habían llegado para someter a la decisión de la Corte la controversia sobre la delimitación de la frontera entre ambos países en los Ríos Niger y Mekrou y la soberanía sobre las islas; en particular, sobre la Isla de Lété Goungou. Benín limita al sur con el océano Atlántico, al oeste con Togo, al noroeste con Burkina Faso, al norte con Níger y al este con Nigeria. Níger limita al sur con Nigeria, al sudoeste con Benín, al oeste con Burkina Faso, al noroeste con Mali, al norte con Libia y Algeria, y al noreste con Chad. Para conocer en este caso la Corte Internacional de Justicia constituyó una Sala especial compuesta por tres jueces de la Corte y las partes designaron jueces ad hoc. La controversia se enmarcó en el contexto histórico de la colonización y posterior proceso de descolonización de ambas partes. Benin y Níger accedieron a la independencia el 1 y el 3 de agosto de 1960 respectivamente, período considerado por la Corte como la “fecha crítica”. Previamente, formaban parte del territorio conocido como “África Occidental Francesa” (de aquí en adelante “AOF”). En los años previos a la independencia se produjeron varios incidentes en la Isla de Lété respecto de su soberanía por lo que los Estados entablaron diversos procesos tendientes a la solución amistosa del litigio, decidiendo -finalmente- someterlo a la Corte Internacional de Justicia. La Sala señaló que el Acuerdo Especial establecía el derecho aplicable al caso, incluyendo los principios del derecho internacional. Entre ellos, tomó en consideración el principio de intangibilidad de las fronteras heredadas de la administración colonial, o principio del “uti possidetis juris”, en virtud del cual los Estados nacidos de un proceso de descolonización reciben el territorio que poseían las antiguas metrópolis, no como un modo de adquisición de territorio, sino con el objeto de asegurar el respeto de las fronteras territoriales al momento de la accesión a la independencia. En este sentido, la Sala hizo referencia al caso concerniente a la disputa fronteriza entre Burkina Faso y la República de Mali (C.I.J. Recueil 1986, p. 565, para. 20) en el que había afirmado que, de acuerdo con el mencionado principio, se debe otorgar preeminencia al título legal por sobre la posesión efectiva como base para la soberanía por lo que, en la especie, debían examinarse los límites al momento de la declaración de independencia, es decir al momento en que esos límites se convirtieron en límites internacionales. El Tribunal señaló, además, que si bien el principio del uti possidetis juris es de aplicación, la cuestión de la pertenencia de las islas a cada Parte en la controversia debía analizarse teniendo en cuenta la situación física presente, ya que existía la posibilidad de que hubiese islas que habían aparecido o desaparecido desde 1960. La Sala indicó también que no debían excluirse a priori mapas o documentación realizadas con posterioridad a la fecha de la independencia, aunque en virtud del principio mencionado, ellos sólo podrían modificar los límites coloniales si existiese acuerdo expreso de las Partes. Por último indicó que a falta de título legal la efectividad habría de ser tomada en cuenta. Ambas Partes acordaron en aplicar el derecho colonial francés, conocido como derecho de ultra mar (“droit d’outre mer”), para determinar los límites al momento de la independencia, pero disentían acerca de su interpretación. Sin embargo, la Sala señaló que la referencia al derecho interno no significaba que éste fuese aplicable en sí mismo, sino que se lo consideraba como un elemento fáctico, como evidencia indicativa de la “herencia colonial”. En consecuencia, la Sala se abocó al análisis de las distintas normas que regulaban los territorios de África Occidental administrados por Francia. Dicha administración se encontraba centralizada y estaba dirigida por un Gobernador General, aún cuando se dividía en colonias regidas por un Gobernador Lugarteniente, los que no tenían competencia para fijar unilateralmente los límites externos de la colonias. La facultad de crear subdivisiones territoriales dentro de una colonia pertenecía a las autoridades de AOF hasta que fue transferida a las instituciones representativas locales en 1957. Durante el período colonial los territorios de Dahomey (hoy Estado de Benin) y de Níger sufrieron varios cambios respecto de su conformación. El límite en el sector del Río Níger y la soberanía sobre las islas. La Sala señaló que en el presente caso los límites equivalían a las delimitaciones entre las diferentes divisiones administrativas coloniales, sujetas a la misma autoridad, y que sólo en el momento de la independencia (fecha crítica) dichos límites se convirtieron en fronteras internacionales. Las partes acordaron que en el período inicial, luego de su creación, la colonia de Dahomey comprendía los territorios situados a ambas costas del Río Níger, hasta que en 1900 el Gobernador General creó el Tercer Territorio Militar (que luego pasaría a formar parte de Níger). En primer lugar, la Sala analizó la prueba presentada para justificar la existencia de un título legal a favor de alguna de las partes. Así, dio preeminencia al título por sobre la efectividad. Sobre la base de las normas del período colonial, la Sala pudo concluir que el curso del Río Níger constituía el límite intercolonial, pero como no encontró evidencia suficiente para determinar dónde se situaba el límite en el río mismo -esto es, si se encontraba en la vaguada o talweg o en la línea media- pasó a considerar la prueba con relación al ejercicio efectivo de autoridad en el periodo colonial. Ambas partes afirmaron que durante ese período, las autoridades coloniales locales llevaron a cabo diversos actos administrativos sobre muchas de las islas del río, como por ejemplo, el otorgamiento de licencias para el pastoreo de ganado, pescar o talar árboles, como así también el cobro de impuestos, controles sanitarios periódicos del ganado, patrullaje militar y actividades policiales. La Sala determinó que durante el período 1914-1954, se había establecido un modus vivendi entre las autoridades locales en la región por el que consideraban el canal principal de navegación por el Río Níger como frontera colonial. En consecuencia, la autoridad administrativa era ejercida por Níger sobre las islas del lado izquierdo y por Dahomey sobre las islas del lado derecho de dicha línea. El derecho de Níger de administrar la isla de Lété fue sólo esporádicamente cuestionado por Dahomey por razones prácticas, pero no por razones legales. En lo que hace al período 1954-1960, si bien la situación no es tan clara puesto que ambas partes formularon reclamos sobre las islas y ocasionalmente realizaron actos administrativos como muestra de autoridad, la Sala no encontró evidencia suficiente para concluir que la administración de la isla de Lété, que hasta 1954 pertenecía sin duda a Níger, haya sido efectivamente transferida a o asumida por Dahomey. Por ende, la Sala decidió que la mencionada isla pertenece a Níger. Así, la Sala concluyó que el límite entre Benin y Níger sigue el canal principal de navegación del Río Níger, como existía a la fecha de la independencia, y que Benín tiene soberanía sobre las islas situadas entre el límite así definido y la orilla derecha, mientras que Níger tiene título sobre las islas situadas entre el límite y la orilla izquierda. A los efectos de precisar el límite en el canal principal de navegación, la Sala afirmó que debía observarse la línea de los fondos más profundos que existía a la fecha de la independencia y a fin de determinarlo se basó en un informe técnico preparado en 1970 por pedido de Dahomey, Mali, Niger y Nigeria. Asimismo, Benín había objetado la solicitud de Níger para que la Corte determine la frontera en la zona de los dos puentes entre Gaya (Níger) y Malanville (Benín) argumentando que ello no estaba contemplado por el Acuerdo Especial y que en consecuencia la Corte no tenía jurisdicción sobre el asunto. Sin embargo, la Sala señaló que según el mencionado acuerdo, ella debía determinar el curso del límite en el Río Níger, y como los dos puentes están situados en ese sector, ello se encontraba dentro de la competencia fijada por el acuerdo. Para resolver el punto, extendió verticalmente la línea del límite sobre el curso de agua, aplicando la teoría general que sostiene que el límite representa una línea de separación entre dos Estados, no solamente sobre la superficie del suelo, sino también en el subsuelo y en el espacio por sobre éste. La Sala señaló que ello era sin perjuicio de cualquier acuerdo sobre la propiedad, el uso y mantenimiento de los puentes, que son financiados por ambos Estados en partes iguales. El límite en el sector del Río Mekrou La Sala afirmó que en virtud del principio del uti possidetis juris, debía dirimir cuál era el curso del límite colonial a la fecha crítica. Para ello, examinó primero los títulos legales, considerando a la vez el criterio de efectividad, pero sólo en carácter subsidiario o confirmatorio del título legal. Además, señaló que el principio del uti possidetis juris permitía tomar en cuenta no solo los títulos legítimos que existían al momento de la independencia, sino también la manera en que dichos títulos fueron interpretados y aplicados por la autoridad pública competente. En consecuencia, luego de examinar las normas vigentes en ese momento y la forma en que fueron aplicadas, la Sala concluyó que, por lo menos desde 1927 en adelante, las autoridades administrativas competentes consideraron el curso del Río Mekrou como un límite intercolonial que separaba Dahomey de Níger, y que ello se vio reflejado en las normas que promulgaron a partir de ese momento. Por lo tanto, la Sala entendió que no era necesario analizar el criterio de efectividad para aplicar el principio del uti possidetis juris, ya que este criterio sólo debe ser analizado si los títulos son dudosos o no existen, y nunca puede prevalecer sobre éstos, aunque de todas formas aclaró ex abundanti que la evidencia presentada por las Partes para fundamentar el criterio de efectividad no era concluyente. A los efectos de identificar la línea del límite en el Río Mekrou, la Sala hizo referencia a un caso anterior -Kasikili/Sedudu (Botswana / Namibia), C.I.J. Recueil 1999 II, p. 1062, para. 24- en el que afirmó que “los tratados o convenciones que definen límites de los cursos de agua hoy en día usualmente se refieren a la vaguada o talweg como el límite cuando el curso de agua es navegable y a la línea media entre las dos costas cuando no lo es, a pesar de que no puede decirse que esta práctica haya sido consistente”. Así, afirmó que en el caso observaba que las Partes no habían ofrecido ningún documento que permitiese identificar el curso exacto de la vaguada o talweg del Río Mekrou. Sin embargo, la Sala concluyó que siendo que el Río Mekrou no es navegable, un límite que siguiese la línea media sería más satisfactorio para determinar un límite internacional.