El peso de la RAE

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22 de agosto de 2005 |
27
Mauricio Ferrer
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“Matrimonio. Del latín matrimonium. 1. Unión de hombre
y mujer concertada mediante
determinados ritos o formalidades legales. 2. En el catolicismo, sacramento por el cual el
hombre y la mujer se ligan perpetuamente con arreglo a las
prescripciones de la iglesia. 3.
coloq. Marido y mujer. En este
cuarto vive un matrimonio. 4. P.
Rico. Plato que se hace de arroz
blanco y habichuelas guisadas
[…]”. Y así continúa la lista en
la definición que brinda el diccionario de la Real Academia
Española (RAE) en su versión
electrónica.
Aparecen el matrimonio
clandestino, civil, de conciencia, in extremis, por sorpresa y
hasta de la mano izquierda, que
se remonta a la unión entre un
príncipe y una mujer de linaje
inferior.
Según el contexto social, la
definición que el diccionario de
la RAE conceda a un vocablo,
determina incluso el futuro de
un sector poblacional. Tal es el
caso de la unión entre personas
del mismo sexo, legalizada en
España hace un par de meses:
“A fin de que fuera aprobada la ley del matrimonio gay,
se consultó a la Academia para
ver si la palabra ‘matrimonio’
podría aplicarse en este caso. El
dictamen de la Academia determinará, finalmente, como quede
en la legislación española, pues
verá si se puede usar la palabra
‘matrimonio’ en el caso de una
relación civil entre personas del
mismo sexo”, comenta el secretario de la Academia Mexicana
de la Lengua, Gustavo Celorio.
En su experiencia como presidente de la Comisión de consulta de la Academia Mexicana,
cuando existe un litigio jurídico
sobre el uso de alguna palabra,
es frecuente que acudan a dicha
comisión a fin de que elabore un
dictamen final sobre el vocablo,
documento que será tomado en
cuenta en la resolución judicial
de las autoridades. De ahí el
peso de las palabras.
El famoso “tumbaburros”
El antecedente del diccionario
de la RAE data del siglo XVIII,
cuando fue fundada dicha institución. En esa época surgió
el Diccionario de autoridades, el
cual se llamó así porque la definición de cada una de las voces
El idioma español traspasa las fronteras de más de 20 naciones FOTO: FRANCISCO QUIRARTE | GACETA UNIVERSITARIA
El peso de la RAE
Con más de 60 mil vocablos, el diccionario de la Real Academia Española es un
instrumento que determina, en muchos casos, el destino de algunas comunidades.
incluidas estaba respaldada por
la manera en que los más grandes escritores de España habían
utilizado las palabras que en él
se recogen. Góngora, Calderón
de la Barca y Quevedo, entre
otros, dieron luz a los primeros
registros de la lengua española.
Desde entonces el diccionario de la RAE no ha dejado de
transformarse: 21 ediciones lo
avalan, así como la participación de las 22 academias de la
lengua establecidas en países
hispanohablantes –incluso hay
una en Estados Unidos–.
El idioma español traspasa las
fronteras de más de 20 naciones
y es hablado por más de 400 millones de personas, quienes ahora
pueden consultar más de 60 mil
voces en el diccionario de la RAE.
A la reconquista
de la lengua
Dicen que un imperio militar
acaba por ser conquistado culturalmente. Así le pasó a Roma,
que sufrió la invasión cultural
de Grecia y no lo pudo evitar.
A cientos de años de la conquista ibérica sobre las culturas mesoamericanas, la lengua
española vive la conquista cultural de los países latinoamericanos.
De ahí la creación del diccionario panhispánico, cuyo objetivo será dar una respuesta a
las preguntas que se plantea el
público en general sobre la utilización y el significado de las
palabras en las diferentes regiones hispanas: en la Comisión de
consulta, de la Academia Mexicana de la Lengua, los usuarios
presentan cerca de 70 u 80 dudas al mes.
Las nuevas tecnologías,
como internet, permitirán actualizar el diccionario con facilidad. En cada uno de los voca-
blos que incluirá este ejemplar,
se marcará su respectivo mexicanismo, colombianismo, venezolanismo, argentinismo o su
españolismo.
“Esto me parece importante,
ya que es una gran conquista.
Por primera vez en el diccionario de la RAE habrá españolismos. Antes se pensaba que una
palabra, por el solo hecho de ser
usada en España, tenía validez
general”.
Las nuevas tecnologías no
solo beneficiarán al diccionario
para que esté al alcance de un
clic con el “ratón” de la computadora: con la llegada de la tecnología a tierras hispanas, los
anglicismos arriban con ella, si
bien muchas veces se establecen en la comunidad antes que
en las academias especializadas
del idioma.
“Hace falta que las academias tengan una mayor pre-
visión para tomar determinaciones en función de algunas
palabras nuevas y no dividir la
lengua española”. Celorio ejemplifica: “en España se usa ‘ordenador’, que proviene del francés, y en México, ‘computadora’,
del inglés. La verdad es que se
podrían poner de acuerdo las
academias para usar una y no
dos palabras”.
Explica que ahí radica el papel de la RAE: aunque el español está en contacto con otros
idiomas, la Academia no debe
ser tan abierta a los neologismos (“vocablo, acepción o giro
nuevo en una lengua”, según el
tumbaburros de la RAE).
“Critican a la Academia de
ser conservadora y es cierto,
porque su función es conservar
el patrimonio lingüístico de la
cultura hispánica. Si no fuera
conservadora, no leeríamos hoy
El Quijote”.■
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