DOCUMENTOS DE TRABAJO N° 4 Coordinación de Investigación Disputar el intersticio. Aproximaciones etnográficas a las dinámicas motorizadas de la ciudad de Caracas Enrique Rey Torres CARACAS, 2014 en mi tesis Directora de la Colección Alba Carosio Corrección Belén Zapata Diagramación Equipo de comunicaciones del Celarg Disputar el intersticio. Aproximaciones etnográficas a las dinámicas motorizadas de la ciudad de Caracas © Enrique Rey Torres, 2014 DOCUMENTOS DE TRABAJO Nº 4. Edición digital PDF Depósito legal: Ifi16320143002115 ISSN 2344-6492 © Fundación Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, 2014 Gobierno Bolivariano de Venezuela Ministerio del Poder Popular para la Cultura Imagen de portada: Feliciano Carvallo (Venezuela) Sin título, sin fecha Serigrafía sobre tela (10/40) Colección Celarg Este trabajo es un avance de investigación que los autores realizan con apoyo del Celarg, ha sido arbitrado por el procedimiento doble ciego. Página | 2 Disputar el intersticio Aproximaciones etnográficas a las dinámicas motorizadas de la ciudad de Caracas1 Enrique Rey Torres2 Si comenzara diciendo que a veces recorro las calles de esta ciudad, la mentira se me caería de la boca. Porque jamás en mi vida he recorrido las calles de esta ciudad. Es más: dudo que alguno de sus habitantes lo haya hecho en alguna oportunidad. Supongo que todo intento de desplazamiento en Caracas no es sino el logro de un objetivo. La Ciudad Escondida José Ignacio Cabrujas E l imaginario que se ha construido sobre los/as motorizados/as, sus formas de socialización y de relacionamiento con el espacio, va mucho más allá de una preocupación por la crisis de los códigos de circulación tradicionales en las avenidas, calles y autopistas que interconectan y garantizan el desplazamiento en la ciudad de Caracas. Robo, sicariato y accidentes de tránsito, son sólo algunos de los ejes que se han ido articulando en torno a un discurso inmunizador que tomando como centro la protección de la vida, pone de manifiesto las fracturas subyacentes a las modalidades tradicionales que le dan cuerpo, cohesión y sentido a la vida social. Los/as motorizados marcan la ciudad y la definen como un territorio en disputa. Más allá del discurso mitológico de la 1 Este texto es resultado de un proceso más amplio de investigación que actualmente se desarrolla bajo el auspicio del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos y que lleva por nombre Imaginarios Urbanos: modos de vida, territorialidad y formas de sociabilidad en la ciudad de Caracas. 2 Enrique Rey Torres es sociólogo de la Universidad Central de Venezuela e investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos 3 seguridad, los/as motorizados/as con sus ruidos y sus códigos de circulación y estructuración social, se disputan el acceso al derecho a la ciudad; un derecho que, en términos de circulación y movilidad urbana, ha sido delimitado y hegemonizado por el automóvil como dispositivo sólido, estable y legitimado de circulación. La movilidad urbana como ejercicio de la ciudadanía El enigma, el gran enigma de la historia, es la revolución de los transportes, que sobrevive y trasciende, no solamente a la revolución industrial, sino también a la revolución de la información… Tabula Rasa Paul Virilio Hasta principios del siglo XX, el proceso de formación, crecimiento y densificación de la ciudad de Caracas se encontraba delimitado, aproximadamente, por los linderos definidos en el marco de su fundación colonial (1567). Siempre al norte del río Guaire, la Caracas de principios de siglo XX se encontraba rodeada de haciendas que establecían los límites y contornos de la vida urbana. Internamente, la ciudad se encontraba atravesada por una serie de quebradas, riachuelos y ríos que, sorteados por puentes, definían la división políticoterritorial de la ciudad. Sin embargo, a partir de 1920, con la consolidación del discurso modernizador/civilizador desplegado durante el régimen Guzmancista, la ciudad comienza a expandirse hacia los territorios que definían sus contornos. Lo que antes eran haciendas de árboles frutales y producción de café, comienzan a convertirse en espacios potenciales para el desarrollo de nuevos urbanismos. La naturaleza, como fuente generadora de riqueza, ya no es vista desde la perspectiva de la explotación agrícola del suelo sino que, por el contrario, comienza a visualizarse como parte de un proceso de acumulación de capital en el que, la valorización de terrenos y propiedades, se configuran como 4 un eje de constitución del emergente capital inmobiliario (Harvey, 2004). Así, “entre 1926 y 1930, se asiste al primer estallido de la urbanización privada y a los primeros ejemplos de urbanizaciones promovidas por el sector público luego de que, en 1928, se crease con ese objetivo el Banco Obrero” (Martín Fechilla, 1995: 86). La ciudad comienza articular sus otrora zonas foráneas. Para ello, era pertinente la construcción de vías y carreteras que permitieran interconectar cada uno de los nuevos fragmentos que se añadían a la ciudad. Aunque como afirma Marco Requena (1995), el proceso de incorporación de estas zonas a la nueva estructura urbana tenía más que ver con los límites de las antiguas haciendas que con un plan racional de articulación; el contexto exigía de dispositivos de movilidad urbana que rebasaran las temporalidades y costos de la construcción de nuevas redes de servicio de transporte colectivo como, por ejemplo, trenes y tranvías. Temporalidades y costos que eran evaluados desde la emergente industria petrolera que, a partir de sus necesidades de interconexión, comenzó a sustituir el ferrocarril por el camión como dispositivo de transporte de bienes, servicios y fuerza de trabajo hacia los campos petroleros3. Los dispositivos de transporte por combustión interna y el binomio carretera-vehículos comienza a hegemonizar el espacio de la ciudad y el país. Para 1929 funcionaban en Caracas alrededor de dieciséis distribuidoras e importadoras de vehículos, entre las cuales destacaba “El automóvil universal” (representante en el país de las marcas Lincoln, Ford y Good Year) propiedad del estadounidense William H. Phelps quien, en una carta dirigida a Juan Vicente Gómez en el año 1926, afirmaba: 3 de diversas maneras. Dada la magnitud de las operaciones realizadas por las compañías que requerían la disponibilidad de equipos y herramientas de gran calado, el transporte fue uno de los aspectos modificados por las innovaciones tecnológicas traídas de afuera. En torno a los yacimientos se dispuso la construcción de ”q vehículos automotores de carga, acondicionados especialmente para el transporte de personal y medios relacionados con la extracción refinación del petróleo. Estos pesados vehículos, llamados camiones, fueron de gran utilidad para la moderna industria que levantaba a su alrededor una j ” (O 2011: 37-38). 5 “[...]me es altamente placentero poderle escribir hoy otra vez ahora que, debido a las magníficas carreteras ya terminadas y al enlace de casi todas las poblaciones de la República con caminos para automóviles, el negocio Ford en Venezuela se ha desarrollado de tal manera (habiéndose vendido alrededor de 1500 en el año que terminó) que he juzgado conveniente para el mejor desenvolvimiento de este (...) organizar una nueva compañía anónima venezolana que se ocupará exclusivamente de la venta de Fords y de sus accesorios, con Sucursales en las principales ciudades” (citado en Olivar, 2011). Por su parte, el capital extranjero relacionado a la explotación petrolera en el país, también comienza a articularse a este proceso. Tanto la Standard Oil como la empresa The Caribbean Petroleum Co., comenzaron a producir combustible destinado a satisfacer la emergente demanda interna. Ya, para 1932, según datos aportados por la Revista Técnica del Ministerio de Obras Públicas (Ver. Olivar, 2011), circulaban en el país alrededor de 8814 automóviles de los cuales, 3096 circulaban en la ciudad de Caracas. Así, en un país de aproximadamente 3.368.440 de habitantes, la ciudad de Caracas concentraba aproximadamente el 35 % de automóviles existentes para la época4. Para 1939, luego de que Eleazar López Contreras asumiera la presidencia de la república (en 1936), se da inicio al Plan Rotival5. El plan comprendía “una fuerte intervención en el casco central e identifica las líneas principales para la urbanización del resto del valle. […]” (Marcano Requena, 4 Seguida por los estados Carabobo (10%), Aragua (9,6%) y Zulia (9,5%). En este sentido la región central concentraba poco más de la mitad de automóviles en el país. Por su parte, el estado Zulia por su relación directa con la industria petrolera, concentraba el mayor número de camiones (687), después de Caracas (1429). 5 También conocido como Plano Regulador, el plan se enfoca sobre el casco central de la ciudad, específicamente en la zona del silencio, planteando su renovación urbana con un método de trabajo que: […] g : g pensamiento debe seguir cinco fases sucesivas: la tesis, el análisis, el diagnóstico, la síntesis y la acción. Se g ”( González Casas, 2006: 53). 6 1995: 186). Lo urbano, ligado a la infraestructura de vialidad y transporte, comienza a adquirir centralidad, desde una lógica en donde la división social del espacio se articula cada vez con más fuerza al modelo económico basado en la renta petrolera y a las élites que con el mismo se van constituyendo6. Ciertamente, como apunta Martín Frechilla, las rupturas que en el campo político acontecieron el país en los años posteriores a 19407, “no hicieron mella, no interrumpieron, el desarrollo del proyecto nacional de modernización capitalista, antes bien lo fueron progresivamente potenciando: maduró y amplió sus bases” (Martin Frechilla, 1995: 89). En 1951, durante el régimen perezjimenista, se realiza el primer Plano Regulador del Área Metropolitana (producido por la Comisión Nacional de Urbanismo8). Tiene particular importancia la participación en éste plano, nuevamente, la participación de Maurice Rotival. Según Martín Frechilla el objetivo central del Plano Regulador era: “la organización de la vivienda, su protección y desarrollo, asegurar la eficiencia de las comunicaciones de aquella con los centros de trabajo y ubicar los centros de trabajo de tal manera, que éstos se desarrollen, crezcan y funcionen adecuada y convenientemente separados de las áreas propias de la vivienda” (Martín Frechilla, 1995: 96; énfasis E.R). La lógica del desplazamiento urbano se va consolidando y la emergencia de asentamientos auto-producidos (denominados barrios) que se producía en la ciudad como parte del proceso de migración desde las zonas rurales y el crecimiento demográfico interno, demarcaba el ámbito de acción de los procesos de planificación que sobre la ciudad comenzaban a operar. Los flujos de interconexión interna, como garantía de 6 E g g g mitió al estado central . […] É orientaron en una parte importante, hacia la construcción de las infraestructuras urbanas necesarias y de los edificios públicos sed g ” (M R q 1995: 187). 7 En 1945 es derrocado Isaías Medina Angarita, quien sucedía en el poder a Eleazar López Contreras. La denominada Junta Revolucionaria de Gobierno asume el poder, convoca a elecciones y Rómulo Gallegos resulta electo presidente de la república quien en 1948 es derrocado por un golpe de Estado que instala una Junta Militar de Gobierno y que posteriormente abre la década dictatorial de Marcos Pérez Jiménez. 8 La Comisión Nacional de Urbanismo fue creada en 1946 y tuvo continuidad en los años siguientes. Su j y y y y j y ” (M F 1995 : 94). 7 la circulación de capitales, hegemonizaban el trazado urbano. La industria automotriz, a su vez, comienza a dar sus primeros pasos en el país. Aunque la primera planta de ensamble se inauguró en 1944 (año en que se inicia la industria de caucho en el país)9, en 1951 la otrora representante de la Ford en Venezuela ahora bajo la razón social “Ensamblaje Venezolana S.A” (ubicada en la localidad de Los Ruices del Distrito Federal), producía y comercializaba vehículos en el país. Para 1957 se producían, anualmente en Venezuela, alrededor de 7266 automóviles y 1618 camionetas de pasajeros (Ver. Olivar, 2011). Ciertamente, la industria de ensamblaje automotriz en el país se fortalece a partir de 1958 cuando, luego del derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez, se inicia la política de sustitución de importaciones (1963) y esta industria comienza a ser una expresión de un proyecto, cuya premisa era la idea de que el país podía replicar la evolución de las naciones capitalistas desarrolladas (Blank citado en Coronil, 2002). Me atrevería a afirmar, basándome en lo expuesto hasta ahora, que a partir de 1920 se inicia la configuración de un régimen de soberanía que produce un tipo determinado de sujetos. Una subjetividad que se constituyó, entre otros dispositivos, a partir de un dispositivo de movilidad que hizo énfasis en las tecnologías de transporte individual sobre el transporte público; en los vehículos con tecnología de combustión interna sobre otros tipos de vehículos de tracción mecánica; en el automóvil como medio de transporte sobre el peatón. En este sentido, las tensiones y conflictos derivados de la disputa por el derecho a la ciudad, se despliegan, no sólo en el ámbito de la lucha por el reconocimiento de los barrios, sino que también, se producen en la movilidad que caracteriza al espacio público. No es en vano que, aunque durante la etapa de la democracia representativa, producto de la distribución de la renta, la capacidad de consumo del venezolano/a aumentó 9 Fundada en 1994, no es sino hasta 1948, cuando la planta General Motors (instalada en la localidad de 9 Antímano del Distrito Federal ), coloca en el mercado su primer lote de producción de vehículos comerciales y camiones ensamblados en Venezuela (Ver. Padilla y Sequera, 2007). 8 relativamente10, los/as habitantes de las principales ciudades del país recurrieran a dispositivos de transporte como la motocicleta, como forma de acceder a una ciudad en donde la posibilidad del desplazamiento, estaba y está mediada por el automóvil. El motorizado entonces, emerge en una ciudad cuyas disposiciones y ordenamientos espaciales le excluye. El motorizado, a diferencia de peatones, automóviles y camiones, por ejemplo, no posee un espacio definido y legitimado para su circulación. Siempre movilizándose entre-canales, el motorizado debe estar atento y percibir con un rango elevado, las externalizaciones11 de quienes como él, se movilizan en el espacio público. Desde la perspectiva de quien se moviliza y desplaza en una ciudad como Caracas, la moto –como medio de transporte- se constituye en la subalternidad. El derecho a la ciudad en un intersticio Me encogí de hombros; en el televisor una pareja de motociclistas avanzaban por el desierto; uno de ellos era tuerto; en el horizonte se desplegaban los restos de una ciudad: una gasolinera en ruinas, un supermercado, un banco, un cine, un hotel...Mutantes, dijo el cordero, poniéndose de perfil para así poder ver algo. Tercer Reich Roberto Bolaño Motorizados hay muchos. Dependiendo del tamaño y la cilindrada de la moto, se pueden clasificar y caracterizar a los motorizados que se movilizan en la ciudad de Caracas. Sin embargo, más allá de las bandas que buscan emular a los famosos movimientos de las décadas de los cincuenta y los sesenta, existe, en la ciudad de Caracas, una población de motorizados que lejos de articularse políticamente en torno a un movimiento, construyen formas de sociabilidad, 10 Se calcula, según datos aportados por Hurtado (1970), que el consumo aparente de vehículos en 1963 para un país de aproximadamente 8.000.000 de habitantes, era de 27.273. 11 C << x >> <<g >> proceso mediante el cual una persona utiliza claramente los gestos corporales par que se puedan deducir otros aspectos, no apreciables ” (G 1979: 30) 9 relacionamiento y vínculos que dan cuenta de una subjetividad particular que se moviliza en el entramado urbano. Históricamente en la ciudad de Caracas, el uso de motos estaba relacionado a la clase trabajadora que habitaba, mayoritariamente, en barrios y zonas populares de la ciudad. Mensajeros, artesanos de diversos oficios (cerrajeros, plomeros, afiladores, por ejemplo), entre otros, hacían uso de la motocicleta como medio de transporte. En la actualidad, producto de la densidad poblacional y la congestión del tráfico, el uso de las motos ha llegado a niveles tales que, para quienes transitan en automóviles, cambiarse de canal puede resultar una verdadera pesadilla. En la Caracas de hoy, es común ver a los motorizados refugiados debajo de los puentes que atraviesan la Francisco Fajardo en las épocas de lluvia, como también es habitual verlos agrupados detrás de una ambulancia que, como ellos, se moviliza entre-canales durante las horas pico. Ya es normal para el caraqueño de hoy enfrentarse, día a día, a accidentes de tránsito en donde, por lo menos, un motorizado está involucrado. Los motorizados ocupan las aceras y las usan como estacionamiento. Los motorizados han marcado la Caracas de la actualidad. Dejan sus huellas y despliegan una textualidad (glosas corporales, sonoridades, etc.) que tensiona el tejido relacional del espacio público y destituye12 sus marcos de fiscalización y ordenamiento. Luis Duno-Gottberg, los caracteriza como productores de un espacio liso que, escapando a las máquinas del Estado, imponen su propia máquina subversiva (DunoGottberg, 2013). Vistos desde esta perspectiva, los motorizados –en tanto subjetividad- se conjugan con los diversos grupos y colectivos de jóvenes que, a través del grafiti, el punk y el hip hop, por citar sólo algunos, se disputan plazas y paredes como forma de acceder y ejercer el derecho a la ciudad en el espacio público. La diferencia radicaría en que la territorialidad 12 E g q etira de las instituciones y de las significaciones imaginarias sociales existentes, al menos en parte, y las desinviste, las destituye, quitándoles lo esencial de su validez efectiva o de su legitimidad, sin por ello proceder a la creación de otras instit q g g g ” (C 2004: 16). 10 motorizada se constituye, principalmente, en un intersticio: esa frontera entre un canal y otro que se encuentra definida por una línea que recuerda los códigos de circulación tradicionales que delimitan el movilizarse en la ciudad. Si la noción de derecho, como afirma Simone Weil, “está vinculada a la de reparto, intercambio y cantidad. Tiene algo de comercial. Evoca por sí misma el proceso, el alegato”; si el derecho “sólo se sostiene mediante un tono de reivindicación” (s/f: 8), la disputa del intersticio, como territorialidad motorizada, como reivindicación espacial del derecho a la ciudad, profana ese “impersonal sagrado” que nos dice que, como ciudadanos/as, tenemos derecho a movilizarnos en el espacio público. ¿Cómo nos movilizamos? ¿Con qué limitaciones, en qué espacios y con qué objetivos? son preguntas que no tienen ni han tenido otra respuesta en nuestro ordenamiento jurídico, más que aquella que opera desde el prejuicio y la criminalización. Así como el barrio puso de manifiesto, material y simbólicamente, los mecanismos de exclusión y segregación espacial que transformaban el derecho a la vivienda en un privilegio. Los motorizados, en la actualidad, han visibilizado las fracturas de un espacio público en el que la sociabilidad está mediada por el privilegio destinado al uso del automóvil y la capacidad de consumo. Así, esta disputa por el intersticio, da cuenta de un proceso de corporificación de lo jurídico. Los motorizados, en tanto subjetividad, se constituyen –de factocomo una forma de vida que aún no ha sido recodificada en la abstracción de las identidades jurídico-sociales (Agamben, 2001). Los motorizados, desde esta perspectiva, terminan por visibilizar que aquello que creíamos público y común a todos los/as habitantes de la ciudad, ha sido capitalizado y mercantilizado. > La ciudad en moto: cuerpo, espacio y sistemas de referencia …un espacio heterogéneo, con direcciones privilegiadas, que se encuentran en relación con nuestras particularidades corporales y nuestra situación de seres arrojados al mundo. 11 Exploración del mundo percibido: el espacio Maurice Merleau-Ponty En un texto de 1971, Erving Goffman definía a las unidades vehiculares como “un caparazón de algún tipo controlado (por lo general desde dentro) por un piloto o un navegante humano” (Goffman, 1979: 26). En esta definición incluía carros, bicicletas, submarinos, trenes e, incluso, a los peatones a quienes describió como pilotos revestidos de un caparazón blando (ropa y piel) que los deja indefensos (Goffman, 1979). Extrapolando la definición realizada por Goffman a la unidad vehicular moto, y esto no es nada nuevo, se visualizan los rangos de fragilidad e inestabilidad que caracterizan esta modalidad de transporte. La motocicleta revela entonces, una relación con el cuerpo de quién la conduce totalmente diferente a la desplegada dentro de un automóvil. En la moto, el cuerpo está expuesto. Aunque lo mismo sucede con la bicicleta, la moto tiene la particularidad del motor. Mientras en la bicicleta los límites se encuentran definidos por el cuerpo mismo, en la motocicleta el límite se encuentra determinado por la magnitud vectorial de la aceleración y la magnitud física de la velocidad del motor. Tecnología de transporte y cuerpo, motocicleta y motorizado se funden en un desplazamiento en el que el margen de error es la vida. Es el motor quien define, para el motorizado, la relación de su corporalidad con el espacio que le rodea, las formas como lo percibe y los sistemas de referencia que produce para desplazarse en él. Como bien puntualizó Merleau-Ponty, “nuestras relaciones con el espacio no son las de un puro sujeto desencarnado con un objeto lejano, sino las de un habitante del espacio en su medio familiar” (2008: 23). En este sentido, los códigos de circulación13, además de ordenar el espacio del desplazamiento y la movilidad urbana, se constituyen como sistemas de referencia claros y geométricos que permite una 13 U g j y vehiculares utilizar de modo independiente una serie de avenidas con objeto de desplazarse de un pinto a ” (G 1979: 26). 12 mejor percepción del espacio (Simondon, 2012). Estos sistemas de referencia varían según la tecnología de transporte usada. Mientras el peatón usa su cuerpo como sistema de referencia y el automóvil es delimitado por las señalizaciones y restricciones de la vía pública, el sistema de referencia de la motocicleta, en su estrecha relación con el cuerpo, mantiene en una tensión constante los mecanismos fisiológicos de la percepción. La resistencia del viento al movimiento, el desplazamiento entre dos automóviles o la exigencia de frenar repentinamente frente a un obstáculo en la vía exigen, en el motorizado, un esfuerzo físico y perceptivo diferente a los existentes en otras modalidades y tecnologías de transporte. Esta tensión se desarrolla a la par de la libre movilidad que la motocicleta otorga en la congestión del tráfico caraqueño. Libre movilidad que es acompañada con estrategias de externalización corporales y sonoras que anuncian, prospectivamente, el trayecto que el motorizado ha emprendido y desea emprender. En este sentido, las modalidades de percepción espacial y los sistemas de referencia que se producen en el desplazamiento de la motocicleta, en relación con las otras unidades vehiculares que se movilizan en el espacio público, le permiten –por su rango de ocupación espacial- generar excepciones a las normas contenidas en los códigos de circulación. Ir en contravía por algunos metros, irrumpir en el espacio peatonal de la acera y traspasar algunos semáforos en rojo, son algunas de las excepciones derivadas de una modalidad de percepción espacial que se constituye a medio camino, entre el automóvil y el peatón. Excepciones que adquieren y proyectan racionalidad en un contexto en donde la conquista del tiempo de pasaje, como elemento constitutivo de la dromosfera es una exigencia de los flujos del capital en el entramado urbano (Virilio, 2006). Así, el uso y el desplazamiento en motocicleta han ido introduciendo nuevos marcos de socialización y relacionamiento en el entramado urbano. La coordinación voluntaria de la acción “en público”, sus signos críticos y puntos de establecimiento, los reconocimientos, acuerdos y confianzas entre desconocidos, todos ellos delimitados por los códigos de circulación, se 13 encuentran atravesando por un proceso problemático de recomposición en el que, el motorizado, en tanto subjetividad, es objeto de un discurso que busca situarlos, localizarlos y delimitarlos como forma de restituir el equilibrio perdido. > Los motorizados en la perspectiva de conductores y peatones: anticipaciones y socialización Sentarse frente al volante es suficiente para iniciar el viaje más angustiante. Los retrovisores se convierten en nuestro mejor aliado, cada ruido de moto genera como consecuencia una angustia y un lanzamiento al piso del celular ‘porsia’ éste que pasó me va a robar, es una suerte de ruleta rusa interminable Crónicas Caraqueñas Eduardo Battistini En la disputa territorial que despliega la subjetividad motorizada en el intersticio de la vía pública, se producen externalidades que durante la última década, han modificado las sonoridades y sociabilidades del paisaje urbano. Junto con el sonido de sirenas de ambulancias, el chillido de los “frenazos” repentinos y el “corneteo” de automóviles y autobuses, la corneta de las motos y el rugir de su aceleración ha ido modificando las pautas de ser, estar y experimentar el espacio público. Estas glosas corporales y sonoras en su mayoría son percibidas, por conductores/as y peatones, como un ejercicio que despliega en el imaginario del/la habitante promedio de la ciudad un vector en el que, el sujeto motorizado, se visibiliza ocupando –violentamente- avenidas, autopistas, aceras y pasos peatonales. Siempre visto como amenaza, el sujeto motorizado es percibido por conductores y peatones dentro del rango de una ambivalencia14. Por un lado, se le relaciona con violencia, 14 G Una ambivalencia que bien podría constituirse en el continuum reivindicativo del territorio que y ” (V . G 1979) 14 delincuencia, robo, atraco. Por el otro, se le visibiliza como un sujeto frágil e “inconsciente” que debe ser regulado en función de la preservación de su vida15. Es en este continuum donde comienzan a desplegarse relatos y visiones de mundo, imaginarios que perciben a la subjetividad motorizada de acuerdo a las unidades vehiculares de participación en la vía pública, en las que los habitantes de la ciudad se movilizan. En el caso de los peatones, las formas de sociabilidad y percepción con el espacio que se articulaban con los códigos de circulación definidos por semáforos, la formación de los carriles de circulación en las aceras y las fintas corporales que caracterizan el desplazamiento en ellas, se han visto modificadas a partir del aumento exponencial de motorizados en la ciudad. Una de estas modificaciones tiene que ver con la formación de los carriles de desplazamiento en el marco de las aceras. Históricamente, la fluidez de la movilidad dentro de estos carriles se ha visto interrumpida por vendedores informales, kioscos, automóviles, transeúntes que se detienen ante una vidriera e individuos y/o grupos que ocupando un margen considerable de las aceras, disminuyen el rango de velocidad que espontáneamente se constituye en el tránsito peatonal16. A estas prácticas de individualización y privatización situacional17 de 15 Diariamente, en las principales vías y autopistas de la ciudad, se producen colisiones y accidentes de tránsito que involucran motorizados. Estos accidentes terminan, muchas veces, en lesiones severas, politraumatismos y fallecimiento. Tanto en hospitales como salas de urgencia de los principales centro de salud público de la ciudad, se han creado salas de atención a estas lesiones. Algunas de estas salas, de acuerdo a testimonios etnográficos recabados en mi relación con moto-taxistas de la ciudad, llevan el nombre de las principales marcas de motos populares que circulan en la ciudad (Bera, Empire, Jaguar, etc.). 16 Habría que agregar, de acuerdo a nuestros levantamientos etnográficos, que el uso de las aceras en el espacio de la ciudad se encuentra relativamente constreñido por la hegemonía del binomio automóvil/carretera y las dinámicas materiales y perceptivas de la inseguridad. Son pocas las avenidas que cuentan con aceras amplias y agradables para el peatón, entre ellas: la avenida San Martín, la avenida Francisco de Miranda (sobre todo en el sector que cubre el municipio Chacao), la avenida Universidad y la Avenida Urdaneta. Recientemente, la Alcaldía del Municipio Libertador ha hecho esfuerzos para generar ampliaciones que permitan una mayor fluidez en el tránsito peatonal de algunas avenidas de Caracas. 17 Con prácticas de individualización y privatización situacional quisiera caracterizar los procesos de ocupación pasajera [horas, minutos] de los espacios comunes de la ciudad. Ocupación pasajera que, por un lado, mercantiliza el territorio (como es el caso de Kioscos, vendedores informales, talleres mecánicos q y ” j ) otro, los privatiza tal y como sucede con, por ejemplo, los frentes de casas y algunos edificios residenciales q ”. A su vez, estas prácticas generan disputas, tensiones y 15 los espacios peatonales, se añade una nueva práctica que se encuentra relacionada a los procesos de marcaje de las aceras que se generan como producto de uso, por parte de los motorizados, como estacionamiento. Los peatones entonces, ven interrumpidos los códigos de circulación propios de las aceras, y comienzan a generar fintas corporales y procesos de disrupción móvil18 que buscan sortear tanto motos en estado de reposo como a motorizados que se movilizan en la acera para, por ejemplo, estacionarse o dejar el estacionamiento, sortear una congestión vehicular, etc. A su vez, estas fintas corporales y disrupciones móviles se trasladan al ámbito de la calle y la avenida. Ciertamente, la relación entre acera y vías de desplazamiento automotor se ha constituido en una tensión de precariedad en donde, el semáforo y los pasos peatonales (rayados, pasarelas, etc.), han contribuido a administrar, gestionar y señalizar los turnos y ritmos de la movilización y desplazamiento en la vía19. Esta relación –que se despliega en relación con los sistemas de referencia y modalidades de percepción espacialha sufrido también modificaciones a partir de la irrupción de la subjetividad motorizada. Los marcos constitutivos del ojeo20 (finta corporal para anunciar el cruce, mirar la avenida para evaluar la posibilidad del cruce, etc.) se encuentran, en la antagonismos con, por un lado, las prácticas de fiscalización y normalización del espacio que se imponen desde el Estado y las instituciones gubernamentales. Por el otro, las prácticas de ruptura que ponen en ú / g ú ”. 18 Por disrupciones móviles entiendo un tipo de sociabilidad que, anticipándose al devenir de situaciones posibles, genera estrategias de evasión, confrontación y/o fugas. En este sentido, se diferenciaría de la noción de sociabilidades anticipadoras propuesta por Merton (2010), en el sentido de que las normas y códigos que aparentemente conducen, delimitan y definen la acción, se han disuelto y dan paso, por ejemplo, a la violencia. 19 El peatón, al igual que el motorizado, se moviliza también en el continuum víctima e infractor definido por Goffman (1979). El peatón también se disputa el espacio y lo hace a través de la evasión de pasarelas, la alteración del ritmo de señalización definidos por los semáforos, y el cruce de avenidas y calles por fuera de los espacios definidos por el rayado peatonal. 20 […] j […]. C j q […] g y j prestarle atención, porque la distancia a que se hallan y la velocidad y el sentido de desplazamiento que indican implican que no es probable el choque, y no es necesario que los perciba para evitar fácilmente el choque. Esta finta [corporal y sonora] tiende a producirse cuando el individuo que la hace puede g g q ñ y ” (Goffman, 1979: 31) 16 actualidad, con la nada sutil y sonora movilización del motorizado en avenidas y calles. Además de ocupar, en el mayor de los casos, el rayado peatonal en la espera del cambio del semáforo21, los motorizados tienden a generar disrupciones que les permiten avanzar en la vía y que regularmente están acompañadas del uso de la corneta. Estas disrupciones, obligan al peatón a ser más cauteloso en su proceso de desplazamiento de, por ejemplo, una “acera X” a una “acera Y”. En su relación con el espacio de la avenida y la calle, el peatón debe maximizar sus modalidades de percepción y calcular, en cierta medida, si la velocidad y la sonoridad del motorizado, le permite avanzar o no, hacia su destino. A su vez, en articulación con los procesos materiales y perceptivos de las dinámicas del binomio seguridad/inseguridad en la ciudad, el rugir del motor de la moto define acciones y prácticas de estar en el espacio público; acciones y prácticas que se despliegan en relación con el uso del espacio público22. Por su parte, la percepción del conductor alrededor de los motorizados, además de movilizarse en el contínuum ya citado, posee la particularidad de que éste último, comienza a variar en relación con su sistema de referencia. Mientras el vehículo que transita por avenidas, calles y autopistas mantenga en movimiento, la percepción del motorizado en la ambivalencia víctima/infractor se despliega, entre la cautela de no colisionar con un motorizado (mientras se cambia de canal en la autopista y/o se realiza un cruce) y la irritación que se genera al momento de ver obstruidas esas posibilidades, ante la larga fila de motorizados que se desplazan en los 21 S q y . A 10 comenzar a cruzar la calle. A mi lado, un señor mayor comienza a refunfuñar y echar maldiciones a diestra y siniestra. /¿qué creen ustedes? Ahh!. Este es el paso peatonal! Respeten! Ustedes no deben pararse aquí/ les dice, mientras quienes estamos a su alrededor conformamos una burbuja que le empuja y al g ” [nota del 05 de agosto de 2013]. 22 V y .S 10:00 y y g .D una mujer joven hablando por celular. Frente a nosotros un grupo de jóvenes camina en dirección opuesta mientras se fuman un porro. De una de las calles que se interconecta con la avenida Páez suena una moto que arranca y acelera. La mujer joven corta la llamada y guara –inmediatamente- su celular en la cartera, pero cuando ve que quien viene en la moto (de alta cilindrada) es un policía, vuelve a sacar su celular y reinicia la llamada. Cuando volteo a mirar atrás, el policía ha detenido al grupo de jóvenes y gú ” [Nota del 26 de octubre de 2013]. 17 intersticios de la vía23. Por otro lado, mientras el vehículo se encuentra detenido producto de la congestión de la ciudad, la percepción alrededor del motorizado se polariza hacia el imaginario de la delincuencia y el atraca. Vidrios arriba y teléfonos celulares y otras pertenencias aguardan en espacios del vehículo no perceptibles para aquel que se desplaza en moto24. Así, la relación que tanto peatones como conductores25 requiere, en relación con los motorizados, una maximización de las modalidades de percepción espacial. Diferentes ritmos de desplazamiento y aceleración, diferentes sujetos, diversas tecnologías de movilización26 en el espacio, se conjugan, articulan y tensionan en el espacio de avenidas, calles y autopistas, generando disputas y formas de acceder y ejercer el derecho a la ciudad. 23 E x j g y ñ q q g auto. Hay tráfico pero la velocidad alcanzada proyecta un flujo constante. A nuestra derecha, una fila de motorizadas avanza dejándonos (con cierto dejo de burla) atrás. Dos carros adelante, frente a una pequeña brecha en la fila motorizada, una camioneta intenta cruzar de canal. El resultado: un choque. El motorizado cae y aquellos que le preceden se paran y bajan de sus motos con el objetivo de socorrer al g ”( g )q y .L ú y x : /qué vaina con estos motorizados. Si no te joden el retrovisor, te chocan y luego, para más arrechera, te caen encima como 100 a amenazarte y ofrecerte coñazos/ [nota del 13 de febrero de 2014] 24 Salimos de la autopista. Es diciembre y el clima de la ciudad ha abandonado el calor que le ha caracterizado durante los últimos meses. Suena el celular y sin encender el aire acondicionado, sube los vidrios y atiende la llamada. Por cinco minutos me siento en un sauna móvil. Cuando termina de usar su teléfono, la interpelo: -¿Cuál es la paranoia? le digo. -Bueno, es que uno nunca sabe. Hay cola y siempre te pueden echar un arrebatón. [nota del 12 de diciembre de 2013] 25 Hasta ahora han permanecido ausentes, en este texto, la figura de los ciclistas urbanos quienes comparten, con los motorizados, los intersticios de las avenidas y calles de la ciudad. En conversaciones con algunas/os ciclistas, me he enterado de que, en la actualidad, pareciera estarse generando mecanismos de reconocimiento mutuo entre ambos grupos, luego de que –como producto del aumento del uso de bicicletas en la ciudad- la primera respuesta de los motorizados hacia los ciclistas se produjera de forma agresiva por la reducción de las condiciones de posibilidad de desarrollar más velocidad. Ver. ¿Es posible un bici-socialismo? 21 y 2014 : y ”. CELARG, 20 al 23 de mayo de 2014. Caracas. 26 Respecto a los peatones, comprendemos el caminar como una técnica, como una tecnología, en la modalidad expresada por Marcel Mauss: E y á o más concretamente, sin hablar de instrumentos diremos que el objeto y medio técnico más normal del ” (1979: 342). 18 Motorizados: itinerario de una lógica patriarcal ¡Móntate en una Diosa! Publicidad de Bera Motorcycles Alrededor de las motocicletas se producen una diversidad de significaciones que le adjudican, en tanto tecnología de transporte, distintas imágenes que tienden a conceptualizarla estableciendo, parafraseando a Lévi-Strauss (2001), una relación entre su simbolismo mítico y su función práctica27. De todas las simbolizaciones existentes28, la que más nos interesa rescatar para este texto es la imagen de la motocicleta en tanto artículo con características femeninas. El motorizado se preocupa por su implemento de transporte, le arregla, le afina y le decora. La moto, según nuestras observaciones, pareciera ser una proyección que tiende a completar –en la vía pública- la dicotomía hombre/mujer. A su vez, el lugar de la mujer, en la motocicleta, siempre está detrás, con sus brazos rodeando y abrazando al hombre que controla, acelera y se desplaza. El dispositivo patriarcal que encarna la moto, en la actualidad, se evidencia en la desproporción que existe entre la población de hombres y la de mujeres que usan motocicletas para desplazarse y movilizarse en la ciudad. Aunque recientemente, las mujeres están comenzando a usar motos de velocidad, regularmente, las que usan esta modalidad de transporte, tienden a hacerlo en motocicletas en motocicletas automáticas (llamadas de paseo)29. 27 Esta relación la establece Lévi-S . S gú creación artística consistirá, dentro del marco inmutable de una confrontación de la estructura y el accidente, en buscar el diálogo, ya sea con el modelo, ya sea con la materia, ya sea con el utilizador, habida cuenta de aquél o de aquélla, de las que el artista está trabajando anticipa, sobre todo, el j ” (2001: 51). 28 E j S I g A -Apocalypse: Bikers and the Representation of Popular Politics in V ”L D -Gottberg, las define como caballos de hierro (Iron Horses). W get on Our I H y w k g y ’”( F 12)” (D -Gottberg, 2009: 160). 29 E á q g .M y ñ en su moto, disputándose su derecho a mostrar toda su condición de mujer. Casco de Hello Kitty, calcomanías rosadas. Su moto, aunque automática, está atenta a sus órdenes. Miro a mi alrededor y veo 19 Esta lógica patriarcal se despliega, no sólo en relación con la mujer, sino que se configura, también, como un dispositivo heteronormativo. En un artículo publicado en la revista Épale CCS, Yosjuan Piña Narváez, describe y puntualiza un decálogo para el uso de moto-taxis, “[u]na especie de manual tácito que [se] debe saber por el simple hecho de tener escroto, testosterona y cromosomas XY en el par 23”30. Qué hacer, qué decir, cómo decir, cómo comportarse y reaccionar frente a la eventualidad, son solo algunas de los puntos establecidos en el decálogo. Se configuran entonces, normas y códigos de socialización. Mediados por los dispositivos patriarcales, se difuminan y extienden al resto del cuerpo social que se relaciona con la subjetividad motorizada. Inmunizar lo motorizado social: las tensiones del anti-cuerpo En el televisor una especie de verdugo cava un hoyo lo suficientemente grande como para enterrar el cuerpo de un hombre junto con su moto. Tercer Reich Roberto Bolaño Los/as motorizados marcan –material y simbólicamente- la ciudad y la definen como un territorio en disputa. A pesar de que su presencia en la ciudad se ha registrado en épocas anteriores, pareciera que –en la actualidad- los motorizados se constituyeran como un nuevo habitante de la ciudad. Caos, desorganización, violencia e inconsciencia son los significantes que, desde la “normalidad” del habitar caraqueño, busca caracterizar el espacio motorizado como un campo dessocializado que debe ser normado, controlado y regulado. Visto desde el lugar de enunciación de la “ciudad formal”, al resto de los motorizados (todos hombres) mirándola. Algunos de ellos (incluido el moto-taxista en el q y ) g j ” [N 14 2014] 30 Piña Narváez, Yosjuan: ¡Activo en la pista!. Revista Épale CCS. 27/10/13. Disponible en: <http://www.ciudadccs.info/?p=493044> 20 sobre los motorizados se constituye un dispositivo biopolítico que busca reintegrar y re-articular, en términos de exclusión y segregación socio-espacial, los órganos en el cuerpo social. Si la anomia, como afirma Durkheim, es ese estado en el que las relaciones entre los órganos no se encuentran reglamentadas31, la subjetividad motorizada –con sus glosas corporales violentas- da cuenta de la diversidad de disputas y conflictos que, renaciendo sin cesar, ponen en cuestionamiento la crisis fundacional de la ciudad, el carácter civilizatorio de los procesos históricos de urbanización y las desigualdades socioespaciales a partir de las cuales se generan prácticas sociales de resistencia, emancipación y contra-hegemonía32. Es en el desarrollo de estas prácticas donde los motorizados han logrado generar modalidades de articulación (orgánicas y no-orgánicas) a partir de las cuales construyen estrategias, tácticas y formas solidarias de relacionamiento social, que les permiten sortear las características constitutivas de las disputas y conflictos en los que hacen parte. Las modalidades de articulación orgánica varían entre colectivos, federaciones, frentes, entre otros (Ver. Duno-Gottberg, 2009; 2013), y dentro de estas se despliegan otras modalidades de articulación (noorgánicas) que generando mecanismos de solidaridad (frente a un motorizado lesionado, por ejemplo), dan cuenta de modalidades de estructuración que se configuran con características semejantes a la de la multitud33. En este sentido, sobre los motorizados se configura un imaginario fóbico que se constituye “como respuesta directa […] frente a la incapacidad de asimilar y contener a nuevos 31 Motos circulan bajo sus reglas. Diario El Universal. 21/01/2014. Disponible en: < http://www.eluniversal.com/caracas/140121/motos-circulan-bajo-sus-reglas> 32 En el prefacio a la segunda edición de La división del trabajo social, Emile Durkheim afirma que: A estad […] q y clases cuyo triste espectáculo nos da el mundo económico. Pues como nada contiene las fuerzas en presencia y no se le asignan límites que estén obligados a respetar, tienden a desenvolverse sin limitación y vienen a chocar unas con otras para rechazarse y reducirse mutuamente. Sin duda que las de mayor intensidad llegan a aplastar a las más débiles, o a subordinarlas. Pero, aun cuando el vencido pueda resignarse durante algún tiempo a una subordinación que está obligado a sufrir, no consiente en ella por q […]. L g y […]” (D k im, 2001: 3). 33 En efecto, la nueva multitud, no es un torbellino de átomos a los que todavía les falta la unidad, sino la forma de existencia política que se afirma a partir de un uno radicalmente heterogéneo en relación al Estado […]” (Virno, 2003: 105) 21 elementos de un cuerpo social que agencia, de modo negociado o beligerante, su visibilidad y sus necesidades” (Duno-Gottberg, 2014: 266). La disputa intersticial de la subjetividad motorizada, al igual que el barrio, se constituye como una anomalía34. Como observamos en las páginas anteriores, este imaginario fóbico puede variar de acuerdo a los sistemas de referencia y modalidades de participación en el espacio público. Sin embargo, todos parecieran coincidir en que los motorizados son un virus, una plaga, un problema de salud pública que debe ser atendido prontamente35. Son estas referencias a lo patológico, al riesgo biológico, las que ponen de manifiesto el despliegue de discursos y prácticas inmunizadoras36 que se producen en el interior de los imaginarios fóbicos. La subjetividad motorizada deviene, no sólo en el intersticio de la vía pública, sino que también, lo hace en ese intersticio invariante en el que se produce la amenaza, es decir, en la frontera entre el interior y el exterior, lo propio y lo extraño, lo individual y lo común (Esposito, 2009). No es en vano entonces, que durante el primer trimestre del año 2014 la “problemática” de los motorizados en Caracas, haya tomado relevancia en la prensa y declaraciones de representantes y voceros del chavismo y la oposición. Sin embargo, los controles que desde el Estado trataron de imponerse fueron rápidamente despachados37. Lo que se ponen de manifiesto entonces, es la necesidad de generar nuevas miradas y claves de lectura en torno al “fenómeno” motorizado. Más allá de hacer una exaltación 34 L g .C D &G : a-normal, adjetivo latino sin sustantivo, califica lo que no tiene regla o que contradice la regla, mientras q ‘ ’ g g q a perdido su adjetivo, designa lo desigual, lo rugoso, la asperidad, áx . […] j ” (D &G 2004: 249) 35 Ver el artículo escrito por Peter Orsi para el New Herald. Disponible en: < http://www.reportero24.com/2013/07/anarquia-en-caracas-los-motorizados-son-una-plaga/>. Se puede revisar también la infografía realizada por el diario de circulación nacional Ùltimas Noticias. Disponible en: < http://www.ultimasnoticias.com.ve/especiales/motorizados.aspx> 36 E sivo y ofensivo q << >> y q y ” (Esposito, 2009: 29). 37 Ver. Autoridades están alerta por marcha motorizada. Diario Últimas Noticias. 31/01/2014. Disponible en: http://www.ultimasnoticias.com.ve/noticias/actualidad/sucesos/autoridades-estan-alerta-pormarcha-motorizada.aspx 22 romántica y/o una negación inmunizadora, es urgente generar mecanismos que permitan su visibilización y reconocimiento. Comprender que las glosas corporales y violentas que ejercen los motorizados en avenidas, calles y autopistas, es una forma de disputarse territorialmente el acceso y el ejercicio del derecho a la ciudad, es un buen comienzo. En adelante, habría que pensar estrategias que permitan generar nuevos acuerdos y códigos de circulación en los que la subalternidad motorizada no sea reducida y enterrada, sino por el contrario reconocida. Referencias Bibliográficas Agamben, G. (2001) Medios sin fin. Notas sobre la política. Valencia: Pretextos. Coronil, F. (2002) El Estado Mágico: Naturaleza, dinero y modernidad en Venezuela. Caracas: Nueva Sociedad. Deleuze, G. & Guattari, F. (2004) Mil Mesetas: Capitalismo y Esquizofrenia II. Valencia: Pre-Textos. Duno-Gottberg, L. (2009) “Social Images of Anti-Apocalypse: Bikers and the Representation of Popular Politics in Venezuela”. En A Contra Corriente Vol. 6, No. 2, Winter 2009, 144-172 Duno-Gottberg, L. (2013) “Mala Conductas: Nuevos sujetos de la política popular venezolana” En Espacio Abierto, Vol. 22, núm. 2, abriljunio, 2013, pp.265-275 Durkheim, E. (2001) La división del trabajo social. Madrid: Akal Esposito, R. (2009) Immunitas. Protección y negación de la vida. 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