PLATÓN el MENON.rtf

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SOBRE EL MENÓN
Menón es un joven de Tesalia, hermoso y rico, de ilustre familia (los alévadas). Esta familia lleva tiempo
gobernando en Larisa, ciudad importante de Tesalia. Y tiempo atrás, algún ascendiente de Menón apoyó a
Jerjes I, derrotado en Salamina (2ª guerra médica, 480 a. C.). Está hospedado en casa de Ánito. Poco
después (el diálogo se calcula que sucede a finales de enero o primeros de febrero del 402 a. C., en
Atenas), en el 401 a. C., se hallará en Colosas (Asia Menor), al frente de mil hoplitas y quinientos
peltastas, participando en la expedición de Ciro I. Un año después, murió castigado por el Gran Rey. Esto
lo sabemos por Jenofonte. (Hoplita: soldado de infantería con armas pesadas. Peltasta: soldado de
infantería con pelta, un sencillo escudo).
Ánito es un rico comerciante de pieles ateniense, dirigente del partido democrático, estratego en el
409 a. C., enemigo de los Treinta Tiranos. Junto con Trasibulo, fue uno de los que más hicieron por
restaurar la democracia tras el golpe de los Treinta. En el 399 a. C. apoyó la acusación contra Sócrates.
Menón representa al joven y prometedor aristócrata y Ánito al adulto e influyente demócrata.
Ambos defienden la necesidad de fundamentar la política en el conocimiento o el saber. Y ambos
coinciden en una concepción de la virtud más político-social que moral. En Menón se observa una actitud
más dúctil, a pesar de cierta impetuosidad, mientras que Ánito mantiene una actitud absolutamente
anquilosada e intransitable...
Dos partes en el diálogo:
1ª parte: Aclaración socrática de los requisitos que deben darse para responder al “qué es” algo
(en este caso, la virtud). Intentos de Menón de definir la virtud. Resultado negativo: Sócrates critica esos
intentos. Dialéctica negativa de Sócrates, que le echa por tierra las definiciones. Lo positivo: Menón
reconoce su desconcierto, admite que no sabe definir la cuestión, por lo que ha mejorado su situación,
pues se da cuenta de su propia ignorancia.
2ª parte: Cuatro momentos en ella:
Primer momento: Respuesta de Sócrates a una objeción de principio de Menón sobre la
posibilidad del conocimiento. Tres pasos en la respuesta:
-Paso a) Una deducción de la teoría de la “anámnesis” a partir de la creencia mítica en la
preexistencia y transmigración del alma.
-Paso b) Una demostración efectiva (mayéutica) de esa doctrina con la intervención del esclavo.
(Unión de esos dos pasos: lo que era presupuesto mítico se transforma en conclusión demostrada
en la experiencia. Esto es, a partir de una creencia mítica en la inmortalidad del alma, se deduce la
reminiscencia o anámnesis. Y a partir de la reminiscencia, por medio de una demostración empírica
(esclavo), se infiere la preexistencia del alma).
-Paso c) Una recapitulación final de los resultados.
Segundo momento: Por un procedimiento de “hipótesis” (un enunciado que sirve como punto de
partida para, desde él, aceptar o rechazar otro), se intenta establecer si la virtud es enseñable. La
hipótesis es: “la virtud es un conocimiento”. De la hipótesis se deducen consecuencias:
-Si es un saber, un conocimiento, entonces es enseñable.
-Si es enseñable, entonces debería haber maestros (de virtud) y discípulos.
-Pero, si existen maestros de virtud, ¿dónde están?
Tercer momento: Aparece Ánito con quien Sócrates trata de precisar quiénes pueden ser los
maestros de virtud buscados. Ánito defiende que puede serlo cualquier ateniense “bello y bueno”. Sócrates
sostiene que ni cualquier ateniense “bello y bueno” ni sus mejores estadistas lo pueden ser, pues no
fueron capaces de enseñarles las virtudes que ellos poseían a sus hijos. Conclusión: Parece que la virtud
no es enseñable. Y si no es enseñable, entonces no es un conocimiento. Por lo tanto, la hipótesis no vale.
Cuarto momento: Se busca establecer de qué manera se ha dado la virtud en los políticos.
Desde una perspectiva práctica, la “opinión verdadera” es tan útil como el conocimiento. Pero la “opinión
verdadera” ni se aprende ni se enseña, ni la posee la naturaleza humana, sino que es un “don” o gracia
divino: la virtud es un regalo divino.
Esta sería la conclusión del diálogo. Pero Platón, unas líneas antes del final, dice otra cosa. Dice
que así serían las cosas “a menos que, entre los hombres políticos, haya uno capaz de hacer políticos
también a los demás”. Ese sería el que supiera sujetar las móviles figuras de Dédalo -las opiniones
verdaderas- y transformarlas en conocimiento. Así, la virtud sería enseñable porque sería un conocimiento.
Lograr esto es lo que busca el Platón que funda la Academia.
Guía de lectura.
1.- ¿Qué pregunta plantea Menón a Sócrates?
2.- ¿Cuál es la respuesta de Sócrates?
3.- ¿Por qué Sócrates no acepta las opiniones de Menón
sobre la virtud?
4.- ¿Por qué Sócrates no acepta la definición de virtud que
le da Menón: “virtud es ser capaz de procurarse las cosas
bellas el que las desea”?
5.- ¿Cuál es la idea en que Sócrates insiste
continuamente?
6.- ¿Cómo reacciona Menón ante su insistencia?
7.- ¿Cómo se defiende Sócrates de su acusación?
8.- ¿Qué relación tiene este comienzo del diálogo con
el método socrático (la mayéutica)?
9.- ¿Qué objeción pone Menón ante la propuesta de
Sócrates de investigar qué es la virtud sin saberlo de
antemano?
10.- ¿Cómo responde Sócrates a esa objeción? ¿Qué
teoría utiliza para resolver el problema?
11.- ¿Qué recurso utiliza Sócrates para demostrarle a
Menón su teoría?
12.- ¿Cuál es la conclusión del episodio del esclavo?
13.- ¿Está Sócrates (Platón) muy seguro de la teoría de la
reminiscencia? ¿Qué es lo que le interesa de esta teoría?
14.- ¿Cómo vuelve Menón a la pregunta acerca de la enseñanza de la virtud y qué le contesta Sócrates?
15.- ¿Qué relación existe entre enseñanza y ciencia? (Argumento por hipótesis).
16.- ¿Es útil la virtud? ¿En qué sentido?
17.- ¿La virtud se tiene por naturaleza? ¿O por aprendizaje?
18.- ¿Qué objeción pone Sócrates a la teoría del aprendizaje?
19.- De paso, ¿a quién alude Sócrates con este argumento?
20.- ¿Basta la opinión verdadera para obrar rectamente o es necesaria la ciencia?
21.- ¿Llegará entonces la virtud por favor divino?
22.- ¿Cómo termina el diálogo? ¿Se resuelve el problema que se planteó al principio?
23.- ¿Qué es lo que importa del diálogo? ¿La solución al problema de la virtud?
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EXÁMENES DE SELECTIVIDAD.
OPCIÓN B.
“Sócrates.- De las creaciones de Dédalo poseer una que esté suelta no tiene ningún gran valor,
como un hombre que se escapa, puesto que no se queda; sujeta, en cambio, tiene mucho; porque son
obras bellísimas. ¿Que a qué viene esto? A propósito de las opiniones verdaderas. Y en efecto, las
opiniones verdaderas en tanto que duran son una cosa bonita y todo lo hacen bueno; pero no gustan de
permanecer mucho tiempo, sino que escapan del alma del hombre, y así no valen gran cosa hasta que se
las encadena con la consideración del fundamento. Pero eso es, amigo Menón, el recuerdo, como
anteriormente hemos convenido. Y una vez están encadenadas, en primer lugar se convierten en ciencia y
después se hacen permanentes; y por eso precisamente es más venerada la ciencia que la opinión
exacta, y en la atadura difiere la ciencia de la opinión exacta.
Menón.- Por Zeus, Sócrates, debe ser algo así.
Sócrates.- Desde luego que también yo hablo sin saber, y sólo por conjeturas; pero que son cosas
distintas la opinión exacta y la ciencia, me parece que no es sólo conjetura mía, sino que si afirmara yo
que sé alguna otra cosa (y pocas serán las que así afirme), esta sola cosa, en efecto, añadiría a las que
sé” (Platón, Menón).
OPCIÓN B.
“Ocurre así que, siendo el alma inmortal, y habiendo nacido muchas veces y habiendo visto tanto
lo de aquí como del Hades y todas las cosas, no hay nada que no tenga aprendido; con lo que no es de
extrañar que también sobre la virtud y sobre todas las cosas sea capaz ella de recordar lo que desde luego
ya antes sabía. Estando, pues, toda la naturaleza emparentada consigo misma, y habiendo aprendido todo
el alma, nada impide que quien recuerda una cosa (y a esto llaman aprendizaje los hombres), descubra él
mismo todas las demás, si es hombre valeroso y no se cansa de investigar. Porque el investigar y el
aprender, por consiguiente, no son en absoluto otra cosa que reminiscencia” (Platón, Menón).
OPCIÓN B.
“Sócrates.- ¿Te das cuenta ya, Menón, de por dónde va ya éste en el camino de la reminiscencia?
Porque al principìo no sabía, desde luego, cuál es la línea de la figura de ocho pies, como tampoco ahora
lo sabe todavía, pero, en cambio, creía entonces saberlo y contestaba con la seguridad del que sabe,
pensando no tener dificultad; mientras que ahora piensa que está ya en la dificultad, y, del mismo modo
que no lo sabe, tampoco cree saberlo.
Menón.- Es verdad.
Sócrates.- ¿No es, pues, mejor ahora su situación respecto del asunto que no sabía?
Menón.- También me parece.
Sócrates.- Entonces, al hacerle tropezar con la dificultad y entorpecerse como un torpedo, ¿le
hemos causado algún perjuicio?
Menón.- Me parece que no.
Sócrates.- Un beneficio es lo que le hemos hecho, sin duda, en orden a descubrir la realidad.
Porque ahora hasta investigará con gusto, no sabiendo, mientras que entonces fácilmente hubiera creído,
incluso delante de mucha gente y muchas veces, que estaba en lo cierto al decir acerca de la figura doble
que debe tener la línea doble en longitud” (Platón, Menón).
OPCIÓN B.
“Sócrates.- Lo creo, Ánito, y me parece también que hay aquí figuras buenas en asuntos políticos,
y que las ha habido, además, antes y en no menor cantidad que hoy. ¿Pero han sido también buenos
maestros de la propia virtud? Esta es, precisamente, la cuestión que estamos debatiendo: no si hay
hombres buenos en esta ciudad, ni si los ha habido anteriormente, sino que hace rato que estamos
indagando si la virtud es enseñable. E indagando eso, indagamos asimismo si los hombres buenos, tanto
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los actuales como los del pasado, conocieron de qué manera transmitir también a otros esa virtud que a
ellos los hacía buenos, o bien si se daba el caso de que para el hombre no es ella ni transmisible ni
adquirible. Esto es, precisamente, lo que hace rato estamos buscando yo y Menón” (Platón, Menón).
OPCIÓN B.
“MENÓN.- Mira, Sócrates, ya había yo oído antes de conocerte que tú no haces otra cosa que
confundirte tú y confundir a los demás; y ahora, según a mí me parece, me estás hechizando y
embrujando y encantando por completo, con lo que estoy ya lleno de confusión. Y del todo me parece, si
se puede también bromear un poco, que eres parecidísimo, tanto en la figura como en lo demás, al
torpedo, ese ancho pez marino. Y en efecto, este pez a quienquiera que se le acerca y le toca lo hace
entorpecerse, y una cosa así me parece que ahora me has hecho tú; porque verdaderamente yo, tanto de
alma como de cuerpo estoy entorpecido, y no sé qué contestarte. Y, sin embargo, mil veces sobre la virtud
he pronunciado muchos discursos y delante de mucha gente, y muy bien, según a mí me parecía; pero
ahora ni siquiera qué es puedo en absoluto decir. Y me parece que haces bien en no querer embarcarte ni
viajar fuera de aquí; porque si siendo extranjero en otro país hicieras tales cosas, quizá te detuvieran por
mago” (Platón, Menón).
OPCIÓN B.
SÓCRATES: ¿Qué entiendes por “desear”? ¿Qué alguien quiera hacer suyo algo?
MENÓN: Desde luego, ¿qué otra cosa?
SÓCRATES: ¿Considerando que las cosas malas son útiles a quien las hace suyas o sabiendo que los
males dañan a quien se le presentan?
MENÓN: Hay quienes consideran que las cosas malas son útiles y hay también quienes saben que ellas
dañan.
SÓCRATES: ¿Y te parece también que saben que las cosas malas son malas quienes consideran que
ellas son útiles?
MENÓN: Me parece que no, de ningún modo.
SÓCRATES: Entonces es evidente que no desean las cosas malas quienes no las reconocen como tales,
sino que desean las que creían que son buenas, siendo en realidad malas. De manera que quienes no las
conocen como malas y creen que son buenas evidentemente las desean como buenas. (…) Luego nadie
quiere, Menón, las cosas malas, a no ser que quiera merecer lástima o ser desventurado. (Platón,
Menón).
Cuestiones:
1. Identificar la o las propuestas o problemas fundamentales del texto y citar la frase o frases que los
recogen glosándolas brevemente.
2. Relacionar el contenido del texto con el pensamiento del autor y exponer sistemáticamente las
líneas principales de este pensamiento.
3. Relacionar el pensamiento del autor con el marco histórico, sociocultural y filosófico de su época.
4. Razonar las principales influencias recibidas y la repercusión posterior o la vigencia actual del
pensamiento del autor.
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