CHARLA N°12 – AÑO 1979 (11 de Julio) ¿CÓMO RECUPERAR

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CHARLA N°12 – AÑO 1979 (11 de Julio)
¿CÓMO RECUPERAR NUESTRO RITMO?
¿QUÉ SIGNIFICA RITMO PSICOLÓGICO?
La última charla fue sobre qué es mente sana en cuerpo sano y cómo se modifica el
esquema corporal.
Ahora es cómo recuperar nuestro ritmo y qué significa ritmo psicológico. La próxima es
qué es gimnasia psicofísica. La penúltima lo deja como última para unir hoy los dos temas
que se refieren al ritmo.
Al decir cómo recuperar nuestro ritmo, sería que lo hemos perdido. Porque si lo tengo,
¿por qué lo tengo que recuperar? Tengo que recuperar algo que perdí. ¿Qué hace que yo
tenga que recuperar el ritmo o que perdamos cada uno de nosotros el ritmo?
La idea de la estática nos hace perder la idea del ritmo.
La vida toda es movimiento, nada es estático, todo se mueve, todo evoluciona, todo se
transforma, todo se vivifica y se transforma, se libera y va tomando otros aspectos.
Pero nosotros, en general, tenemos la idea de que somos de un modo, que somos de una
manera y eso nos ubica en un esquema - que es lo que traté cuando hablé sobre el esquema
corporal-.
El esquema corporal en el que nosotros nos ubicamos es en relación a un instante de la
vida -al nacer-, en el cual nos identificamos por una forma.
El niño empieza a caminar y se identifica con un modo.
O sea que el cuerpo se identifica con una forma. Esa forma en sí le da un ritmo. Después
uno se identifica con un modo. Ese modo en sí también le da un ritmo.
Quiere decir que ritmo tenemos.
Pero al decir: ¿cómo recuperar nuestro ritmo, qué sería nuestro ritmo? Eso es lo que me
parece más importante.
Nosotros tenemos un ritmo emocional, un ritmo corporal. El cuerpo tiene un ritmo. Las
emociones en sí -al emitirlas o al vivirlas- nos dan un determinado ritmo.
Pero, a veces, el no tener bien liberado el cuerpo de manera que pueda expresar nuestro
sentir, nuestra forma de vivirnos. El no poder manifestarlo es porque no hay coincidencia
entre lo que sentimos con nuestras emociones en relación a nuestro cuerpo.
Porque nuestro cuerpo está ubicado como algo absoluto, definitivo, como que lo tenemos
que vivir así.
Y es bastante complejo, porque ven ustedes el esfuerzo que uno tiene que hacer para
hacerles modificar la postura corporal o forma de vivirse.
Este problema que yo planteo, no es “ustedes y nosotros”, no es que ustedes lo vivan y yo
no. Yo también lo vivo.
O sea, que nosotros nos vivimos identificados con un modo de ser corporal. Que nos da
una modalidad corporal. Y un modo de ser psicológico.
El modo de ser psicológico nos da un ritmo en la forma de hablar, en la forma de
expresarnos.
Pero no siempre ese ritmo es nuestro ritmo. Porque sale en forma compulsiva. O sale muy
lento. Y por eso sentimos disconformidad. No nos sentimos representados en lo que
nosotros nos sentimos ser internamente.
Al hablar de ritmo, en general se piensa en bailes, en música.
La música y todo lo que es sonido tiene que ver con vibración. O sea, que la música tiene
que ver con la posibilidad de reproducir determinadas vibraciones ya sea a través de un
instrumento o de la voz.
Pero así como con la música y el canto uno quiere afinar y no llega al tono, lo mismo le
ocurre a uno entre la propuesta de decir y lo que se produce. Por ejemplo: yo tengo
muchas dudas de manifestarme y me voy hacia atrás, entonces emito la voz cada vez más
hacia adentro. Entonces mi ritmo empieza a ser (Habla con voz temerosa y de
ultratumba): “¿Ay, y ahora cómo hago? ¿Qué digo y cómo hago? ¿Y cómo lo hago y qué
le digo? Y si lo digo, ¿cómo lo digo y cómo lo hago? Y si lo hago, ¿quién sabe cómo sale,
y cómo saldrá? Y qué pasar. Porque si yo lo digo y lo digo, ¿cómo lo hago y cómo lo
digo? No sé si realmente será”.
Eso no lo aprendí, me salió, porque traté de expresar lo que realmente me sucedía. O sea,
me sucedió porque yo me fui a una zona donde por memoria emotiva yo sé que se me
puede producir eso.
¿Ven? Me voy acá y otra vez empiezo. Y ahora lo llevo más a las manos en vez de las
palabras: “yo no sé si tendría que decir algo. Y no sé porque si yo quisiera decir algo lo
diría pero realmente no sé si corresponde que yo lo diga. Porque imagínense, las cosas
uno las quiere decir de una manera y a veces tiene la idea de decirlas, pero no,
nnnnnnnnnno le salen y no salen porque uno realmente no es comprendido- ahí está, me
encontré una buena excusa -, nadie me comprende...”.
De esta manera ahora tengo un dolor por acá de todas las contracturas que hice. Entonces
el ritmo que surgió y que emití es en relación a mi miedo, a mi inseguridad. ¿No es cierto?
Tanto el uno como el otro.
Pero me acepto. O sea, sé que puedo ir a una zona donde puede producirse eso, ese
aspecto.
Lo importante es -como dice la propuesta- ¿cómo recuperar mi ritmo? Bueno, hay una
expresión muy buena: Hacer gimnasia rítmica expresiva. Pero uno puede hacer Gimnasia
Rítmica Expresiva y no saber utilizar los elementes que se le dan. Ese es el otro problema.
Uno puede tener los elementos y no saber usarlos.
Primero de todo, ¿por qué me duele acá, en toda esta zona? Porque hice contractura. ¿Qué
es lo que hacía cuando entraba en mi ritmo? Me voy introduciendo, me voy metiendo en
esa zona. Al meterme ahí, empiezo otra vez, vuelvo otra vez. (Expresa con miedo):
“¿hahahahayyyy y ahora qué digo? Y ahora otra vez tengo que decir todo lo que me
produce… ¿Si me preguntan yo no sé qué decirles? Les quiero decir algo y no sé cómo
decirlo porque... ahora tengo miedo, porque no sé.... ¡ya me perdí, ya me perdí, ya me
perdí! Y ahora no les digo nada”.
Bueno, pero ¿qué hice? Me metí, me sumergí más todavía. ¿Ven? Entonces les voy a
hablar de algo (Continúa expresando): “Les voy a hablar de alguna cosa. Sí, de alguna
cosa les voy a hablar. Voy a salir del paso, tengo que inventar algo, les voy a hablar del
ritmo... pero yo no tengo ritmo”.
Entonces ¿qué hago para entrar en el ritmo? Les dije que les tenía que demostrar cómo se
entra en el ritmo.
La forma es respirar de un costado y después del otro. Ahí está. (Muestra) Es muy
importante respirar de un costado pero expulsar cuando llegan al centro y respirar del otro
y expulsar cuando llegan al centro.
¿Ven?, yo ya salí. Cambió la posición de la columna, ¿no? No estoy igual que recién. Y
respiro acá y largo, ahora respiro acá y largo el aire. Si me quedo acá también pierdo el
ritmo. Sigo moviéndome y de esa manera entro en un ritmo que es en el que estoy
hablando ahora, ¿ven?
Sigo conversando con ustedes pero tengo que abrir un poco más y un poco más y un poco
más. Y al abrir un poco más me voy. Entonces tengo que parar, respiro y expulso.
Por eso les decía que si sigo, cada vez tomo más velocidad. En vez si respiro y expulso,
me aquieto. Pero me aquieto en la vibración constreñida. Pero no pierdo el ritmo,
encuentro mi ritmo.
Ahora, ustedes dirán: ¿por qué tiene que ser al costado? Yo en otras charlas lo he dicho
pero lo vuelvo a repetir: la línea central es la línea en la cual estamos identificados desde
el momento en que nos han concebido y tiene que ver con la Línea de la Concepción.
La línea de los costados tiene que ver con los órganos, especialmente riñón, hígado y
vesícula.
Entonces, todo lo que es angustioso, deprimente, todo lo que es preocupación, que a uno
lo constriñe, le da miedo, inseguridad, lo lleva acá, en los centros.
Entonces, para poder salir de ahí, hay que abrir acá y paso a la otra línea.
Y hay que aprender a confiar en el pensamiento y no en la sensación.
Por eso digo: al llegar al centro, soplar. Al soplar, expulsar lo que es negativo y tomar
energía otra vez con la idea de alejarse de lo que a uno lo retrotrae. Si me quedo acá otra
vez, ¿ven? Ahí está. Entonces ahora lo saco. Ahí va. Ahí está.
Esto uno lo puede hacer ahora, como una reacción, porque de tanto aire que trago no lo
puedo evitar. Es de mala educación según las costumbres, pero... se me produjo.
¿Y ahora, cómo hago? Ahora empiezo: ¿ahahahayyyyy, cómo me sucedió eso? (Expresa
moviéndose el desagrado. Algunas personas del público la imitan con el gesto)
Ustedes lo simularon y yo no lo simule.
Bueno, eso es lo que nos pasa en la vida, que en el suceder se nos producen cosas que las
tenemos que asumir. Y para asumirlas hay que tomar aire al costado.
En cambio, si yo me voy acá y digo ahyhuuuuuuuh, vuelvo otra vez al miedo, a la
inseguridad.
En vez de decir, bueno, me sucedió. Y corno me sucede esto, me suceden otras cosas. Y la
vida sucede. Pero entonces uno va viviendo el suceder con lo positivo, con lo negativo,
con lo agradable, con lo desagradable y lo enfrenta.
En cambio uno en general tiene la idea de que tiene que hacer una imagen agradable o que
tiene que vivir en una forma, de una manera.
Ahora, ¿qué es el ritmo psicológico? Porque yo estoy hablando de ritmo psicológico. El
psicológico es la circunstancia (Refiriéndose a una persona que dijo algo respecto a su
incomprensión de lo que había explicado Susana ) ¿Lo entendió?
R.: del todo no
Susana: ¿Entendió lo de la respiración?
R.: Sí, pero no sé cómo se puede hacer ese tipo de respiración. ¿Cómo voy a respirar por
el costado?
(Susana la pregunta si nunca había hecho la gimnasia)
R.: nunca, yo es la primera vez que vengo.
Susana: Ah, bueno, por eso, claro. Pero, de cualquier manera, usted analice, mire que
trasladar el peso del cuerpo es una manera de descansar, de no estar siempre en la misma
posición, usted está parada, en vez de estar sosteniéndose traslada el peso del cuerpo y se
libera, y progresivamente va a ver cómo se relaja, se distiende. Claro, a uno le parecer
raro.
R.: Me paraca casi imposible.
Susana: Claro. Y es porque está identificada con un esquema corporal. “¡Yo soy de tal
manera, cómo voy a hacer eso!” Piense que le estoy hablando de algo que es mecánico y
que es propio de cada uno. Es igual que decirle que afloje las rodillas. Cuando uno le dice
que afloje las rodillas, que es lo más común, muchos puedan y muchos no pueden. Pero
no es que no puedan; si las rodillas son para articularlas, si las manos son para moverlas y
para hacer así. Entonces, uno les dice: haga así y enseguida uno dice: “no, yo nunca hice
así, ¿cómo voy a hacer así?” Y ese es el primer movimiento que hace el bebé en el vientre
de la madre. Y este movimiento así también.
Entonces es recuperar nuestro ritmo de algo que tuvimos al comienzo de la vida, ¿no?
¿Ve? Este movimiento así, de péndulo.
Porque en la vida todo se mueve. El Universo es armonioso, está armonizado y todo se
mueve dentro de una armonía, de un ritmo. Pero a nosotros nos cuesta entender eso.
Nosotros tenemos la idea de la estática y la idea de estar. Entonces, por la idea de estar,
perdemos el ritmo.
Estoy de tal manera. Como valor absoluto. Como ser.
Por suerte, en nuestro idioma tenemos los dos verbos: ser y estar. Estar es circunstancia,
es un momento. Estoy triste ahora. Pero después puedo reírme. ¡Ah no!, no me tengo que
reír porque las circunstancias no me permitan. Entonces no paso al opuesto y detengo el
ritmo y eso es lo psicológico.
Lo que dije antes era psicofísico y lo psicológico es en relación a la circunstancia La
circunstancia no me permite tener alegría porque hay que llorar. Y ya lloré. ¡Ah no!, hay
que seguir. Entonces tengo que tener la cara de seria, tenar cara de lo que se dice: “cara de
circunstancia”.
Y no aceptamos que el otro se lo permita, ¿no? Es diferente a una circunstancia que obliga
a que uno tenga que estar de tal manera. Entonces lo transformamos en estado. Les voy a
dar un ejemplo: “Las personas piensan de sí mismas idealmente. Muy idealmente. Y de la
humanidad también. Pero de la humanidad en relación a la aspiración que uno tiene que la
humanidad sea de tal o cual forma. Llega un momento en que a uno le parece que no es así
y entra medio en conflicto y después uno degrada la idea de la humanidad”.
O sea, de tan ideal que era la humanidad, de golpe uno dice que es una porquería. Porque
no es como uno esperaba, ¿no? Yo esperaba que la humanidad sea de tal manera, y como
no es, es una porquería. No tiene ningún significado.
¿A qué hemos llegado ahí? Hemos degradado.
Cuando uno llega a un nivel de aspiración que espera de uno mismo o de los demás y no
resulta como uno suponía, entonces uno se degrada. Se degrada en la opinión.
Lo mismo ocurre en relación a nuestro ritmo. Como nosotros no aceptamos que podemos
tener ritmo, que podemos hacer cosas con nuestro cuerpo, que nuestro cuerpo nos puede
responder, lo degradamos después.
No solo que no lo aceptamos, sino que, inmediatamente, ¿qué decimos? ¡Y con este
cuerpo de porquería, qué voy a hacer!
Yo personalmente también lo dije hace algunos años. Un día creí que con mi cuerpo podía
hacer algo, pero tuve que tener fe de que podía. Y la fe la encontré muy profundo en mí.
Encontré en la zona que intuía que algo de eso que veía en las esculturas o lo que veía
mentalmente lo podía reproducir. Pero tuve que vencer la opinión.
Es muy fuerte la opinión, el juicio crítico, que empieza a decir: “¿cómo te vas a poner a
hacer eso?”
O sea, que tuve que trabajar todos los ritmos, los distintos ritmos para poder despertar mi
cuerpo.
Para trabajar las rodillas trabajaba con un ritmo y hacía movimientos. Para ayudar a la
imaginación y a la fantasía a que siga -porque había que articular las rodillas que estaban
duras- uno busca una música y la música ayuda. Con la música brasilera uno puede muy
bien mover las rodillas.
Entonces, para recuperar mi ritmo empiezo por los ritmos comunes, los que tenemos las
rodillas, música brasilera; la cadera, música de rumba.
Claro, pero una cosa es que yo pueda mover la cadera y otra cosa es la intención que yo
pueda poner. Yo puedo mover las caderas o las rodillas y me divierto. Pongo la idea de
divertirme y ¿ven? Con los codos estoy diciendo, ¿qué importancia tiene? Me divierto un
poco. Y con loe hombros digo: ¿y bueno, y total, qué hay? Entonces me muevo y me
divierto y sigo moviéndome y lalalala.
Pero para llegar a esto tenía toda la zona sacra completamente cerrada. Y al moverme así
cada vez sentía mareos. No solo sentí mareos... lo tuve que hacer... lo hacía., claro, yo era
fanática y sigo siéndolo. Gracias a mi fanatismo hice todo lo que hice.
Esta zona estaba completamente cerrada y al trabajar la cadera y moverme así horas y
horas, entonces claro, me quedaba... No es que movía. Yo no podía mover, Yo
mentalizaba, mentalizaba, mentalizaba y de golpe, ¡pum! sentía que me caía. Me daba
mareos y me tiraba sobre la cama.
Yo ponía la música, era la época en que se usaban las vitrolas. Les estoy hablando de hace
algunos años. Y era danda y danda y danda y dale y dale y dale… Llegaba un momento en
que no podía más y me tiraba sobre la cama y me quedaba ahí. Y pasaba frío calor y todas
las reacciones. Venía mi esposo y me decía: “pero, ¿por qué tenes que insistir en esto?,
llamo al médico porque vos traspiras, tenes frío, tenes calor, tenes de todo”.
Era psíquico. Era mi lucha entre la opinión que estaba en mí que decía: “mover la cola es
de tal condición, porque las mujeres que se mueven así no son personas muy serias no son
responsables”.
Piensen ustedes que estoy hablando de hace bastantes años atrás.
Pero seguía. Porque sentía que ahí estaba mi posibilidad. Mi cuerpo era, para mi opinión,
una bolsa de papas. ¿Saben lo que es? Como tener algo pesado, que uno no sabe cómo
manejar. Y si hoy me dan una bolsa de papas de 70 Kg no sé qué hacer. Eso era lo que me
pasaba con mi cuerpo. Era algo ingobernable para mí. Y además con una convicción, con
un espíritu crítico muy fuerte; como: decir: “yo sé, porque yo soy muy honrada, muy
honesta y sé que mi cuerpo es una porquería y no voy a engañar a nadie de que es una
perfección”.
Hoy tampoco pienso que es una perfección, pero con mi cuerpo puedo hacer cosas. Puedo
realizar y tengo la edad que tengo y no tengo ningún problema de moverme porque sé por
qué lo hago. También sé que lo que yo decía podía ser: una cosa es moverme como me
muevo así. Y otra cosa es poner la idea. O poner la intención. Entonces ahí me veo
ridícula. Porque digo: “bueno...”.
No es que esté mal hacerlo, sino que no es oportuno. Una cosa es que mueva el cuerpo y
otra cosa es la idea o la intención psicológica que pongo en el cuerpo.
Yo puedo moverme acá, me muevo, bajo -voy a sacarme los zapatos porque los tacos no
me dejan llegar a determinada zona- (canta con melancolía)-. No sé si en el vientre de mi
madre hice esto, pero yo me siento bien haciéndolo. Si no (me) hubiese movido con
ritmos populares, no hubiese llegado a esto. Como tenía una necesidad muy grande de
llegar a exteriorizarme así, entonces puse en el altar el amor propio, la opinión que tenía
de que yo sabía que yo no servía porque no era perfecta y todo eso y me dispuse a hacer la
experiencia y trabajé y trabajé y trabajo y sigo trabajando y sigo haciendo.
Pero lo psicológico no desaparece. O sea, lo que pude superar fue esa opinión que parecía
muy inteligente, y poco a poco fui dándome cuenta de que es relativa. Y por eso trato de
hablar, de decirle a cada uno: si uno no puede vencer la opinión no puede encontrar su
ritmo. Y la opinión está ordenada por todas las situaciones psicológicas, como la que dije
antes, de que la mujer que mueve o se mueve de tal manera o de tal otra... Alguien me
marcó que la mujer que se movía así era como una mujer que se desprestigiaba o que
vendía su cuerpo. Todas esas palabras que uno ha oído y las recibe en el medio ambiente.
Pero ustedes ven que la necesidad mía era mover la cadera. ¿Por qué? Porque la cadera es
el eje del cuerpo. Pero en general nosotros estamos habituados movernos todo en
longilíneo. Como que eso es lo agradable y lo bueno. Pero bajar así (Muestra) es como
que esta parte hay que olvidarla y como que nos degrada. O sea, que está llena de
simbologías de toda la literatura que habla siempre de que la parte superior es la que vale
y la inferior no vale para nada.
Es verdad que tenemos que armonizarnos para conectarnos con la energía, pero es verdad
que el hombre pensante tiene que trabajar la línea recta, pero no es centrado en el centro
sino trabajando hacia los costados y pulsando en el centro. Porque el espacio lo puedo
tomar si voy a los costados.
Si voy al centro me quedo acá, quedo corto y no expansiono mi energía.
Esto que hago yo no es una habilidad, es sencillamente poder superar la barrera de la
opinión. Es una práctica. Pero no es diciendo: “¡qué me importa!” Pero hay que decir
muchas veces “qué me importa” haciendo así (Mueve los hombros) “¡y bueno… y total,
qué va a hacer!” porque si no se dicen también perturban y no dejan hacer. Claro, cuando
yo digo superar la barrera de la opinión es superarla en el propio esquema corporal. Si yo
puedo superar mi propio esquema corporal... El esquema corporal mío era vencido, mi
columna vencida. Al vencer mi esquema corporal, me liberé de la opinión.
Ahora bien, ¿por qué tenía el esquema corporal así? Porque -se los demostré al comienzoestaba constreñida, estaba metida en mí, siempre con la idea de que ese esquema mío
estaba siempre recepcionando a los demás como que no me comprendían, no me
entendían, no me daban la oportunidad . De lo que no me daba cuenta era que yo estaba
lejos, yo me ausentaba del otro, me iba, porque mi domicilio era por acá. No venía hacia
adelante, no me proyectaba hacia los demás, estaba fuera de los otros, les tenía miedo, le
tenía miedo a la opinión. Pero la opinión estaba en mí, no estaba en el otro. Uno se lo
atribuye al otro, que el otro va a decir..., que el otro va a pensar... Y el otro es mi otro.
Público: ¿Y cómo se logra eso?
R.: Y, trabajando.
Público: Pero... trabajando...¿cómo?
Susana: Y nosotros hacemos el trabajo de la gimnasia. La tenemos ordenada como
Escuela. Pero yo le digo: si usted quiere hacer como hice yo, tome música y vaya
haciendo. Pero hay que tener mucha constancia, trabajo. Y lo bueno es trabajar en grupo.
Así lo logré yo, trabajando en grupo. Porque si uno trabaja solo llega un momento en que
no se tolera. Claro, porque hay que tomar la parte divertida. Yo le voy a pedir a Franca
que haga un poquito de gimnasia conmigo y a Norma también (Va a la barra)
Empezamos por trabajar los pies, trabajándolos de las distintas formas. Entonces
inmediatamente, para que libere la cadera -que es la parte más compleja- en vez de hacer
“a mí qué me importa” con los hombros, hacerlo con la cadera.
Y después hacer con las rodillas. O sea, para que la energía vaya subiendo y
descendiendo, suba y descienda, para que vaya alternando. Y ahora trabajo con humor,
con un poco de picardía, para sacar el buen humor. El humor se pone mal y se
descompone cuando no circula la energía (Empiezan a trabajar con música, se mueven y
expresan)
Trabajamos la Plástica Griega y la Yoga. Los hombros se trabajan muy poco y es donde
hay mayor cantidad de contracturas (Continúan trabajando y expresando la imposibilidad
de moverse de tal o cual manera y el placer que produce hacerlo y la opinión que se
mueve en relación a lo que se produce si se mueve de tal manera y además si se realiza a
determinada edad como en el caso de Susana y Franca).
Y eso es lo que no terminan de ver, que no es que uno no está de acuerdo con su edad. Está
de acuerdo con su edad. La conducta de uno es de acuerdo con la edad de uno; pero no es
que yo piense que tengo 25 años o 20 -y lo mismo le pasa a Franca o a Norma-. Al
contrario, tenemos más. La gente a la edad le dice responsabilidad, seriedad. Para
nosotros la vida es muy seria porque es muy significativa, porque es una oportunidad de
vivir. Pero vivir bien, de otra forma y no para vivir de la forma que conformaría a la
opinión. Ahí está el aspecto psicológico.
El aspecto psicológico emite opinión y en la experiencia vemos cosas y por lo que hemos
visto en cada uno de nosotros vemos cuántas personas viven malamente, porque no viven
de acuerdo con su edad, no viven de acuerdo con sus posibilidades, están viviendo en el
pasado y no viven el presente. Y eso es lo que puede pensar la opinión, que nosotros al
vivir así nos creemos que estamos en otra edad, que podemos actuar como cuando
teníamos 20 años. No, no nos interesa, porque es igual que al jovencito que ya no le
interesa tomar el biberón. Serán muy agradables los 20 años pero es muy bueno vivir esta
edad. Pero vivirla, no vegetar, no durar, no ser un clavo para los demás, significar.
En todas las tribus. -lo mismo en las escuelas filosóficas griegas o en las escuelas
religiosas, en la parte esotérica- las personas mayores son las que pueden dar pautas. Pero
dar pautas no significa ser consejeros. Y eso es en lo que se equivocan. Yo puedo decir de
mi experiencia pero no puedo decir hagan como yo. Lo que ocurre es que acá hay otro
aspecto, es el trabajo que lo tenemos ordenado como Escuela, como Sistema, como
metodología, que permite al hombre seguir haciendo la experiencia. Pero por el Sistema,
no por mí, ni por Franca, ni por Norma sino por lo que es el Sistema en sí. El Sistema está
elaborado a partir de todo lo que es el hombre, de lo que el hombre necesita, mover sus
articulaciones, mover su ánimo, encontrar y recuperar su ritmo.
Pero puede haber otros caminos. Este es un camino. No quiere decir que todos tienen que
hacer igual. Por eso, lo único que les puedo decir concretamente es que el ritmo de uno
está adentro de uno. Y uno lo puede ir pulsando en su cuerpo para que viva todo lo que
uno es, con todo el espacio que uno tiene y no que quede en un espacio pequeño. Eso es
recuperar el ritmo. Y si uno lo vive, ya sea de una forma o de otra, eso es lo que vale.
Ahora bien, el hombre nace para reproducir una acción que lo represente a él. Ustedes
saben muy bien que se dice hay que plantar un árbol, hacer un libro y tener un hijo, ¿no?
Bueno, yo no tuve hijos pero en mi tarea he elaborado y he trabajado con tantas personas
que puedo decir que la función en una dimensión de lo que corresponde a la imagen de
madre la he cumplido.
Pero no me quedo en eso, porque la imagen de madre en una dimensión parece siempre
igual a lo que dije recién: sigan mi idea, sigan de acuerdo a como soy yo, hagan como hice
yo.
Yo trato de decir cómo es de acuerdo al cuerpo del otro, de acuerdo a lo que cada uno
puede hacer.
El cuerpo humano tiene factores semejantes en todas las personas. O sea, que todos
somos iguales pero no somos idénticos. Y eso fue un trabajo que se fue elaborando, el que
la posición psicológica en la cual uno se ubica puede ser un arco de expresión o en otro, o
en otro. Y por eso trabajamos el cuerpo en las distintas alturas Ustedes vieron, trabajo en
esta altura trabajo más abajo y trabajo en esta altura y trabajo más alto.
Cada uno tiene una posición y además de tener una posición, dentro de esta altura o de la
de más abajo o más arriba, unos acentúan más hacia adelante otros acentúan más hacia
atrás y otros acentúan a un costado o en otro. Pero no transitan.
Este factor fue el que me permitió hacer el trabajo grupal, a partir de lo que cada uno
podía brindar.
O sea, que el que está apoyado hacia atrás pueda considerar que no es un defecto, que es
una posibilidad, pero que consiga también venir hacia adelante. Que tome uno del que
está hacia adelante y otro del que va hacia atrás. B interpretar que es una posibilidad.
Entonces, de golpe, el cuerpo se mueve.
En cambio si uno se queda o así o así o así (Muestra), el cuerpo queda estático y entonces
se define el esquema corporal. Al definir el esquema corporal de esa manera, el modo de
ser de uno se transforma en un modo y no en varios modos.
Ese es otro factor. Uno es la idea de estar y otro es la de ser de un modo, de una
modalidad, de luchar por ser de un modo y con una modalidad para que nos identifiquen.
Y así nos perdemos todas las otras oportunidades.
Y uno tiene que estar identificado en la idea de cómo es uno. Pero no en el cuerpo. El
cuerpo es un instrumento que tiene que ser plástico, dúctil, que nos tiene que permitir
utilizarlo como el vocabulario, como la palabra, como la respiración.
Que el cuerpo nos sirva para traducir nuestros sentimientos, pero no para que vivamos
nuestros sentimientos hacia adentro y nuestra representatividad muy limitada, tanto que a
veces nosotros no la autorizamos. Como les dije, yo me sentía que era una bolsa de papas.
Yo misma me desautorizaba, yo no me sentía yo.
Pero esto es lo que me representa. Los demás no me ven por lo que pienso, por mis ideas.
Los demás me ven por lo que me ven corporalmente. Y si yo puedo pulsar de una zona a
otra tengo matices como se puede tener también con la voz, pero sin forzarla.
Público: Yo me quedo a veces sin voz.
Susana: Claro, porque está identificada en una zona y no puede pulsar, no sabe salir,
transitar. Usted vio cuando empecé a toser y me empezó a picar la garganta, empecé a
hacer un trabajo respiratorio porque había forzado mucho hacia adelante. En vez, si voy
hacia atrás descansan mis cuerdas vocales.
Claro, es todo un trabajo, toda una tarea que hay que hacer y conocer.
Por ejemplo: si tengo que emitir los agudos, voy tomando el aire y voy buscando (Saca la
voz hacia el agudo). Y si voy al grave (Lo hace con el grave) tengo que sostener la voz
sobre el paladar.
Claro, es una técnica manejar el aire.
Para manejar el aire tengo que hacer ooooooohhhh. En vez si digo OOOCHHHHHE
(Ataca repentinamente) largo de golpe y me afecta las cuerdas vocales.
Bueno, eso es lo que ocurre con las emociones. Por momentos uno está emitiendo ideas,
especialmente les ocurre a las personas que enseñan -maestros, profesores- al emitir sus
ideas hasta un punto lo manejan y de golpe la emoción o las circunstancias le mueven a
uno un mecanismo (ej. un alumno no actúa como uno espera y a uno le mueve eso un
mecanismo de amor propio) y uno tiene que manejarlo porque si no de golpe, ¡tá! Uno no
dice lo que piensa, pero lo mismo le afecta las cuerdas vocales. Eso es psicológico.
O sea, que ahí se corta el ritmo de lo que venía produciéndose, por una circunstancia equis
se corta. El amor propio de uno, de la autoridad, mueve el mecanismo de que uno no es
aceptado, de que no lo consideran y se frena para no decirlo pero también frena sobre la
idea que está emitiendo y uno no quiere darle importancia, sigue hablando y al frenar,
frena las cuerdas vocales y se afecta. ¿Quedó claro? ¿Lo dejamos acá?
Muchas gracias.
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