"Tenemos que reconciliarnos, perdonar y estar dispuestos a trabajar

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"Tenemos que reconciliarnos, perdonar y estar
dispuestos a trabajar con quienes han sido nuestros
adversarios": Carlos Mario Perea
Miércoles, 18 de Diciembre de 2013 A pesar de los grandes retos que implica
la construcción de la paz en Colombia, el director del IEPRI de la Universidad
Nacional se muestra optimista y destaca el importante papel de la institución en
este proceso.
Bogotá D.C., 16-dic-2013 (Comunicaciones CID). Definitivamente el tema más
importante para el país en el 2013 ha sido el desarrollo de las negociaciones de paz con
las FARC en La Habana, Cuba. Sobre el estado del proceso, el futuro de Colombia en
caso de una eventual firma de los acuerdos y el papel de la Universidad Nacional en esta
coyuntura; Comunicaciones CID habló con Carlos Mario Perea, director del Instituto de
Estudios Políticos y Relaciones Internacionales - IEPRI, quien ha participado activamente
en los foros organizados por el Centro de Pensamiento y Seguimiento al Diálogo de Paz
de la Universidad. Comunicaciones CID: ¿Cuál es el balance de las negociaciones?
Carlos Mario Perea: El proceso ha avanzado de manera considerable. En este momento se
han negociado los dos puntos fundamentales del corazón de la resistencia de las FARC: el
problema agrario y la apertura política. Que se haya llegado a un acuerdo con respecto a esos
puntos nos da luces que el proceso realmente va a tener un resultado positivo. Otras señales
de que puede ser exitoso, son que las FARC llevan un proceso interno muy largo que les ha
permitido tomar la determinación de firmar la paz y, además, el Gobierno tiene todo el interés
de que ese acuerdo termine de forma exitosa. CID: ¿Cuál cree que serán los principales
problemas en la negociación de los dos puntos restantes (drogas y víctimas)? C.M.P.:
Son dos puntos muy importantes sobre los que hay diferencias y enconos, pero creo que ellos
se van a resolver. En cuanto al narcotráfico, la idea sería que las FARC ayuden a desmontar
cadenas mafiosas e ilegales, no sólo del narcotráfico sino también de otras redes. El tema de
las víctimas, naturalmente tiene dificultades, porque ellos mismos se han declarado víctimas,
pero ya han hecho pronunciamientos sobre la degradación de la guerra. De eso depende
mucho la legitimidad pública del proceso y si aceptan su participación en la guerra, eso va
a hacer que la opinión publica de un viraje importante hacia un apoyo del proceso de paz.
CID: ¿Cómo puede afectar una eventual firma de la paz a la economía del país?
C.M.P.: Se ha avanzado de manera considerable en términos de la negociación en La Habana,
pero de allí en adelante la paz tiene muchas dificultades y problemas. Es necesario que el país
tome conciencia que la construcción comienza en el momento en que se firmen los acuerdos.
Uno de los mayores obstáculos en el proceso es la gran fractura que hay entre el Plan de
Desarrollo del Gobierno y lo que se está negociando en Cuba, porque no se ve la manera
como se articula lo uno con lo otro.
Mientras se está hablando de una reforma agraria y un proyecto de gran envergadura
para el campo, se está apoyando sin ninguna cortapisa la explotación minera. No se ve cómo
se articulan los "huevitos" del desarrollo y el proceso de paz. ¿Qué va a hacer el Gobierno
con la firma de los TLC de forma indiscriminada o con el proyecto minero? Eso hay que
pensarlo con toda claridad, en la medida en que tiene que tener una articulación orgánica
con la construcción de la paz. CID: ¿En materia de relaciones internacionales, qué
impacto tendría la firma de la paz? C.M.P.: Desde hace varios años, los conflictos
internos dejaron de ser resorte de los asuntos domésticos de cada país, antes cada uno tenía
soberanía para resolver sus problemas, pero eso se ha terminado. La Corte Penal Internacional
(CPI) ha creado una jurisdicción internacional que determina el curso y el contenido de los
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acuerdos y de los procesos en los países en conflicto. Por su parte, la Corte Interamericana
de Derechos Humanos (CIDH) ha establecido legislaciones que afectan el curso que toman
los conflictos en cada país. Por lo tanto, en Colombia estamos en un debate muy fuerte
y en una situación compleja, en la medida en que el país está tratando de garantizar una
autonomía y una nueva visión de la CPI sobre lo que serían los delitos de lesa humanidad y
las penas que vendrían sobre ellos. Algunos sectores están prendidos de este punto, diciendo
que el Marco Jurídico para la Paz lo único que hace es abrir la puerta a la impunidad total;
cosa que no es cierta, pero ese es uno de los puntos en los que tenemos una relación muy
fuerte con lo internacional. También hay una relación con las fuerzas internacionales en
el tema de las veedurías y seguimientos al cumplimiento de los acuerdos con las FARC y,
eventualmente, con el ELN; en materia económica necesitamos una participación activa de
las fuerzas internacionales relacionadas con los TLC y con asuntos tan importantes como los
de la minería. CID: ¿Está preparada la sociedad colombiana para la paz? C.M.P.:
Es una pregunta muy difícil, porque uno de los obstáculos más grandes para la paz es la
reconciliación, en un país con un conflicto de más de 60 años que ido acumulando muertes,
dolores y cicatrices casi incurables como el desplazamiento o el despojo de tierras. Por
eso es necesario que todos los que tenemos de una u otra manera un papel que cumplir,
desde las universidades, colegios, iglesias o medios de comunicación; todos los que estamos
metidos en la construcción del discurso, de la imagen, de la comunicación y la palabra en
este país, debemos trabajar decididamente en la dirección de construir un ambiente para la
reconciliación. Tenemos que reconciliarnos y eso significa que procesemos los dolores
producidos en el curso de esta guerra, pero también que estemos dispuestos a perdonar y
a trabajar con quienes han sido nuestros adversarios y enemigos, y ese sería el lugar en
donde la sociedad participaría de manera activa en la construcción de la paz. CID: ¿Cómo
garantizar que no suceda lo mismo que con la UP? C.M.P.: No hemos resuelto el
problema en Colombia de fuerzas oscuras, de alguna manera estamos viviendo un nuevo
ciclo de violencia, las bandas criminales se han fortalecido con una presencia importante y
no han abandonado su papel en el exterminio de ciertas fuerzas políticas. La reconciliación
también se produce en la medida en que seamos capaces de vivir en el pluralismo ideológico,
de ideas y de prácticas, porque parte de todo nuestro nudo está inscrito en el hecho de que
en Colombia tener ideas de cierta naturaleza hace que inmediatamente seamos objeto de la
persecución y el señalamiento. Es necesario que la protesta social sea legítima, tenemos
que comenzar a reconocer la diferencia de ideas, el antagonismo y el disenso como uno de
los elementos constitutivos del tejido social. Quizás no vamos a tener una persecución como
la de la UP, pero tampoco podemos decir que en este país hemos resuelto el problema del
reconocimiento a la diferencia y a la oposición. CID: El próximo año se van a celebrar
las elecciones legislativas y presidenciales ¿Cómo será la relación proceso de paz y
elecciones en las regiones en el 2014? C.M.P.: Una de las grandes dificultades del proceso
de paz es que no se ve una coalición política clara, capaz de liderarlo y llevarlo hasta el fondo.
Para que el proceso se convierta en realidad, se necesita una gran voluntad institucional y una
reforma institucional profunda, por ejemplo en el tema de la reforma agraria. En ese sentido
el proceso electoral juega un papel estratégico, porque esperamos que el país tome conciencia
de la importancia de estas elecciones de cara a la paz, para asegurarnos que las personas
que suban a dirigir el país desde las instituciones estén ligadas a la voluntad de construirla.
Por otra parte, no hay un movimiento social agrario capaz de tomar este proceso que tenga
la determinación de dirigirlo hacia donde tiene que ser llevado. Acabamos de vivir una
expresión campesina de unas proporciones enormes. Esta movilización tuvo la gran virtud
de proponer temas que no se están tocando en La Habana, esperamos que ese movimiento
fragmentado del paro sea la fuerza capaz de retomar el proyecto agrario. CID: ¿Cuál es el
papel de la Universidad Nacional en las negociaciones y, en caso de darse, después de
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la firma de la paz? C.M.P.: Desafortunadamente la universidad pública en general y en
particular la Universidad Nacional, ha perdido el protagonismo que tenía en la interpretación
y en la lectura del conflicto. Nos hemos quedado atrás, a la saga de un proceso que nos ha
desbordado por todos lados, no hemos logrado construir un pensamiento contundente y al día,
capaz de interpretar el conflicto, estamos muy quedados frente a la demanda y la exigencia
que supone estar a la hora de interpretar el conflicto en sus últimas consecuencias. Nos
hemos desposeído de las herramientas con las que podríamos cumplir ese trabajo, estamos
en una condición en donde las ONG y otras organizaciones son las que están teniendo el
liderazgo y las iniciativas más importantes. Por supuesto, el Centro de Pensamiento y
Seguimiento al Diálogo de Paz de la Universidad nos ha puesto a la orden del día con los
foros, que finalmente son la manera como la sociedad ha participado con la construcción de
la paz hasta el momento, y eso cumple una tarea muy importante. Sin embargo, necesitamos
construir otros espacios que nos estén poniendo en un lugar de avanzada, en un lugar líder en
la interpretación y en la formulación de propuestas hacia la paz. En caso de que se lleguen
a acuerdos en La Habana, la Universidad será clave para la interpretación de lo que esté
sucediendo, en la formulación de respuestas; y también convirtiéndose en un garante en esa
construcción de paz.
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