VARELA AGÜÍ, E: La fortaleza medieval: simbolismo y

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VARELA AGÜÍ, E: La fortaleza medieval: simbolismo y poder en la Edad Media,
Junta de Castilla y León, Consejería de Educación y Cultura, 2002, 244 p., I.S.B.N: 849718-096-8.
©RESEÑA de
Manuela Castaño Navarro
Enrique Varela Agüí es licenciado en Geografía e Historia, especialidad de
Historia Medieval, en la Universidad Autónoma de Madrid en 1995.
Ha participado en diversos proyectos de investigación. Entre su publicaciones
podemos destacar el libro La fortaleza medieval: simbolismo y poder en la Edad Media,
Junta de Castilla y León. Y numerosos artículos entre los que subrayamos la
“Fortificación y simbolismo. Algunas consideraciones metodológicas”, en
Medievalismo, n. º 9, 1999, pp. 41-61, por su estrecha vinculación con el libro que
vamos a comentar. Ha recibido el Premio Defensa 2001 por la obra La fortaleza
medieval: simbolismo y poder en la Edad Media, correspondiente al apartado “Trabajos
de ciencias históricas relacionadas con el ámbito militar”.
El propósito de este trabajo se centra en los aspectos ideológicos, simbólicos y
culturales de la sociedad medieval, y concretamente en la resonancia que estos aspectos
tienen en la arquitectura medieval en general y en la militar en particular.
La obra de Enrique Várela Agüí es una aportación encaminada a intentar
rescatar el pasado simbólico de estos edificios, la dimensión ideológica de la que emana
la fortificación medieval y cuya dimensión se convertirá en uno de sus principales
valores a la hora de erigirse castillos y fortalezas, en edificios que no sólo representan el
paradigma de la arquitectura militar medieval, sino que son el arquetipo arquitectónico
de la ideología de poder en el medievo.
Esta obra se sirve de tres conceptos como son simbolismo, poder y arquitectura,
para desvelar el entramado simbólico de la arquitectura militar medieval, la mentalidad
colectiva que lo rodea, y a la cual condicionó de un modo u otro su forma de vida.
En su perspectiva de análisis busca profundizar en la dimensión simbólica del
castillo, su función no eminentemente práctica o utilitaria, sino mental e ideológica.
Una aproximación metodológica en sentido genérico, sin entrar en la tipología y
la cronología de la edificación castral durante la Edad Media. Y ajustándose a los siglos
centrales de la Edad Media, momento en que este edificio alcanza su plena significación
desde todos sus niveles de valoración.
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El proceso de conocimiento de la realidad simbólica del castillo medieval va a
requerir de perspectivas de acercamiento nuevas. El autor partiendo de la hipótesis de
que el castillo aparte de realizar funciones utilitarias, poseyó una función simbólica se
sirve no sólo del análisis histórico o arqueológico, sino también de nuevos enfoques que
permiten disciplinas relativamente nuevas como la semiótica, la antropología cultural o
simbólica, o la psicología de la percepción.
Los estudios más clásicos mostraban al castillo como instrumento de guerra. Lo
que ahora se intenta expresar es que las fortalezas eran una transposición de todo un
modelo social de relaciones y catalizadoras de un complejo mundo de significantes
culturales. La obra permite, en definitiva, entender que la fortaleza es uno de los más
fieles exponentes de ese «sistema ideológico de interpretación simbólica» que en buena
medida fue, y sigue siendo, la Edad Media.
El libro de divide en seis capítulos y en general el trabajo es muy completo.
Encontramos continuas referencias bibliográficas y reminiscencias de otros
historiadores, bien para definir algunos de los conceptos, o en algunos casos para dar
mayor validez a sus teorías.
El autor explica que las investigaciones se han encaminado hacia el análisis de la
arquitectura religiosa, palacial, conmemorativa o propagandística en general. Los
significados simbólicos en la edificación medieval estuvieron vinculados
exclusivamente al marco de una arquitectura elevada, y dejándose de lado el estudio del
simbolismo en la otra gran manifestación arquitectónica del Medievo, la arquitectura
militar.
La argumentación se estructura en dos parte, en la primera se trata el papel del
simbolismo en la Edad Media, y en una segunda parte sobre el papel que la arquitectura
desempeña en el seno de la sociedad medieval.
El pensamiento simbólico, lo que se ha venido a considerar como la conciencia
mítica, es un modo de pensamiento, junto con la conciencia racional, que se encuentra
en la propia naturaleza del hombre.
El simbolismo jugará un papel muy destacado en la realidad social y espiritual
de la sociedad medieval. Que actúa no sólo desde el ámbito espiritual-religioso con la
teoría del Simbolismo Universal basada en la transmutación de “todas las cosas visibles
en símbolos de lo invisible", sino también hasta el ámbito de lo cotidiano, de la realidad
social.
A partir de esta consideración, este estudio se servirá del castillo para
profundizar en las formas de pensamiento de la sociedad.
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El autor continúa estableciendo consideraciones de carácter general que tienen
que ver con la esencia del hecho arquitectónico y con las repercusiones implícitas que
conlleva para la vida social:
Se ha definido el simbolismo como el arte de pensar en imágenes. Además, esta
forma de difusión de la ideología cobra todavía más importancia si tenemos en cuenta
que la escritura no es en la Edad Media el principal vehículo de transmisión del
pensamiento para el conjunto de la sociedad. La arquitectura religiosa también se
servirá de este vehículo de expresión, además de los actos públicos con clara
intencionalidad propagandística de carácter político, social o religioso, los rituales de
vasallaje, las ceremonias de coronación y, por supuesto, la arquitectura monumental.
Posteriormente hará hincapié en su carácter de arquitectura de violencia y de
poder:
Principalmente la fortificación es el resultado de la violencia como actitud
existencial, el hecho de fortificarse, pero además de responder a una necesidad biológica
por parte de los hombres en el medievo, responde a una necesidad cultural.
Que obedece a una visión del mundo que domina el medievo. Por lo tanto, el
autor plantea el encastillamiento no sólo desde una perspectiva utilitaria, sino que
también la trascendencia del hecho en sí viene determinada además por otras variables.
Los fundamentos antropológicos de la necesidad humana de protección, con el
simbolismo arquitectónico de poder, son los motivos clave que generan este tipo de
arquitectura.
A partir de finales de siglo IX o principios del X cuando se constata la
multiplicación de las fortalezas a lo largo del Occidente medieval. La fortaleza medieval
va ligada al surgimiento de nuevas condiciones políticas y sociales en el Occidente que,
junto con el peligro de las sacudidas de las invasiones, tienen como elemento definidor
la multiplicación de las cédulas de poder local y la reestructuración de la organización
de la defensa en manos privadas. En definitiva, asistimos a un proceso de
<<feudalización de la fortaleza medieval>>.
Todos estos factores traen consigo el surgimiento de una nueva estructura de
hábitat: el encastillamiento que tiene como cabeza visible de toda esta profunda
transformación política, social, económica y paisajística, al castillo.
A partir de fines del IX el castillo va a pasar a convertirse entonces en la
encarnación de un grupo social, y si estos castillos se construyen primitivamente para
proteger a la población de la amenaza externa, también se transformaron en agentes de
la violencia interna feudal de los primeros tiempos.
En el tercer capítulo del libro el autor pasa a explicar los elementos
arquitectónicos que dan esa simbología al castillo, para ello se sirve de numerosas
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fotografías que ejemplifican muy bien el elemento arquitectónico que en cada momento
se está exponiendo.
Una mayor profundización en los distintos signos arquitectónicos de
representación que definen al castillo como una arquitectura del poder puede
consultarse también en “La dimensión simbólica del castillo plenomedieval”, en La
Fortaleza Medieval: Realidad y Símbolo, también del mismo autor.
La capacidad simbólica del castillo radica primeramente en las propiedades
inherentes al mismo. La relevancia o significación de la arquitectura castral, proviene,
en primer lugar, de su carácter militar que subyace continuamente en su esencia
arquitectónica y que manifiesta constructivamente esa categoría de la violencia.
Buena parte del simbolismo de la fortaleza obedece al lugar en el que la
arquitectura se ubica. Este emplazamiento en altura responde en su vertiente
psicológica, en el sentido de dominación simbólica del territorio.
Desde un punto de vista arquitectónico el verdadero centro simbólico del castillo
es su torre principal, la conocida como torre de homenaje. La importante significación
que va adquirir la torre del homenaje está relacionada con el simbolismo de la
verticalidad monumental, asociado en la simbología política a la idea de poder.
Entre finales del siglo XII y principios del XIII hay una proliferación de
fortalezas. Este proceso respondería a lo que Duby denominó una vulgarización de
ciertos atributos de poder que originariamente estaban reservados a miembros de la más
alta aristocracia.
En el siguiente capítulo, el autor se centra ahora en una sola fortaleza que
adquiere connotaciones simbólicas, un castillo que en contexto de enfrentamiento bélico
con el Islam adquirió un sorprendente protagonismo simbólico, tanto para cristianos
como para musulmanes, entre finales de siglo XII y principios del XIII. Se trata de la
fortaleza de Salvatierra, situada en un promontorio rocoso del borde meridional del
Campo de Calatrava y perteneciente a la orden del mismo nombre.
Junto esa violencia real desde Salvatierra se ejercía otro tipo de violencia de
carácter simbólico y que suponía el recuerdo de una permanente ofensa ideológica a los
ojos de los musulmanes “… la presencia de un campanario en la torre de su
Iglesia era una afrenta para los musulmanes…”. Este tipo de violencia simbólica
ejercida por el castillo poseía más connotaciones ideológicas o psicológicas que
puramente bélicas.
El autor se sirve de fotografías para ayudar a entender la ubicación de la
fortaleza e igualmente utiliza fragmentos de relatos de cronistas musulmanes, que para
momentos son los únicos que se recogen. Buena parte de los planteamientos que sigue
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este capítulo son ya apuntados por el mismo autor en el artículo “Salvatierra:
simbolismo y poder en una fortaleza de la Orden de Calatrava”.
Como podemos observar en el currículum del autor, tiene una larga tradición en
trabajos relacionados con las fortificaciones medievales como vemos en sus artículos
“La estructura castral santiaguista en la Sierra de Segura durante el siglo XIII:
aproximación a su tipología”, en Congreso Internacional “Jaime II, 700 años después”,
Anales de la Universidad de Alicante, 1996-1997. “Fortificación y simbolismo. Algunas
consideraciones metodológicas”, en Medievalismo, n. º 9, 1999. “El papel de las
fortalezas en el nacimiento y evolución de las órdenes militares en el Reino de Castilla”,
en II Congreso de Castellología, Alcalá de la Selva (Teruel), entre otros.
Finalmente, en un apéndice, se recoge una bibliografía que responde a una
selección específica de los temas principales del libro.
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