Harmensz van Rijn Andy REMBRANDT WARHOL Autores: Vladimir Lœwinson-Lessing, Irena Linnik, Youri Kouznetsov, Xenia Egorova Traducción : Héctor Daniel Suárez Relaiza Revisión versión en español: Jaime Valencia Villa Diseñado por: Baseline Co Ltd 127-129A Nguyen Hue Boulevard Fiditourist Building, 3rd Floor District 1, Ho Chi Minh Vietnam © Confidential Concepts, Worldwide, USA © Sirrocco, Londres, Reino Unido (edición en español) ISBN : 978-1-78042-085-1 Ninguna fracción de esta publicación puede ser reproducida o adaptada sin permiso del propietario de los derechos de autor, a lo largo del mundo. A menos que se especifique de manera contraria, los derechos de reproducción sobre los trabajos reproducidos permanecen con los respectivos fotógrafos REMBRANDT UN VIAJE DE LA MENTE Escritor en su escritorio (detalle), 1631. Museo del Ermitage, San Petersburgo. 4 CONTENIDO UN VIAJE DE LA MENTE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .7 CATÁLOGO COMENTADO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .29 1. LA EXPULSIÓN DE LOS MERCADERES DEL TEMPLO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .30 2. ESCRITOR EN SU ESCRITORIO 3. LA ADORACIÓN DE LOS REYES MAGOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .40 4. RETRATO DE NIÑO ATILDADO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .46 5. RETRATO DE HOMBRE CON BORLA EN EL SOMBRERO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .48 6. RETRATO DE SASKIA CARACTERIZADA COMO FLORA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .50 7. LA INCREDULIDAD DE SANTO TOMÁS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .54 8. EL DESCENDIMIENTO DE LA CRUZ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .60 9. EL SACRIFICIO DE ISAAC . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .64 10. LA PARÁBOLA DE LOS VIÑADORES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .68 11. RETRATO DE BAARTGEN MARTENS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .72 12. ESCENA BÍBLICA CON DOS FIGURAS ABRAZADAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .76 13. DAMA SENTADA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .82 14. ANCIANO CON BIRRETE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .86 15. SAGRADA FAMILIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .88 16. DÁNAE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .94 17. ANCIANA SENTADA CON VELO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .100 18. ANCIANO SENTADO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .104 19. RETRATO DE ANCIANO CON LAS MANOS JUNTAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .108 20. RETRATO DE ANCIANA CON LAS MANOS JUNTAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .112 21. RETRATO DE ANCIANA CON VELO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .118 22. RETRATO DE ANCIANO CON BIRRETE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .122 23. LA JOVEN DEL ESPEJO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .126 24. JESÚS Y LA SAMARITANA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .132 25. ASUERO, ESTER Y AMÁN A LA MESA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .136 26. HOMBRE CON BARBA LARGA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .142 27. EL REGRESO DEL HIJO PRÓDIGO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .146 28. PERSONAJE BÍBLICO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .150 29. RETRATO DE JEREMÍAS DE DECKER . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .154 5 Retrato del poeta Jeremías de Decker (detalle), 1666. Museo del Ermitage, San Petersburgo. 6 E n los días en que los mercaderes holandeses comerciaban en el Lejano Oriente y en las antípodas, un molinero llamado Harmen Gerritiszoon van Rijn vivía en Leyden. Él sólo tenía ojos para el hijo que había nacido el 15 de julio de 1606, al comienzo de un siglo que prometía mucho y que era muy favorable para los hombres de gran destino. Más tarde se conocería al niño simplemente como Rembrandt, su primer nombre cristiano. El joven Rembrandt pronto manifestó su talento artístico, que sus maestros percibieron desde sus primeros años. Después de estudiar humanidades en su pueblo natal, sin aún llegar a su cumpleaños número catorce, se inscribió en la universidad, afirmando ser un dibujante consumado. En 1621, Rembrandt se convirtió en aprendiz de Jacob van Swanenburch, y completó sus estudios en el taller de Pieter Lastman, cuyas pinturas de grandes frescos de escenas históricas le infundieron un amor por la precisión, el detalle y los trasfondos suntuosos, similares a aquellos en los que su maestro sobresalía. El aprendizaje oficial del joven fue relativamente corto. En 1625, Rembrandt se estableció en su propio estudio, listo para realizar sus sueños probando sus alas como otros hombres jóvenes de su generación, a los que el comercio con la India los había precipitado hacia una aventura diferente, tratando de hacer fortuna. Todo lo que Rembrandt tenía eran sus lápices, con los que esperaba ganarse una vida próspera. Su padre, que murió en 1630, había tenido la suerte de verlo sobresalir con el pincel. Mientras estudiaba con Lastman, Rembrandt pintó muchas escenas de la Biblia en las que ciertos objetos estaban iluminados con una espiritualidad convencional, una técnica casi inusual, pero sincera desde una perspectiva pictórica. No estaba inspirado por el misticismo, sino por el misterio especial de la historia bíblica. Acentuaba detalles, como el tejido de un tocado o la sombra de una columna que emergía del fondo para destacarlos. La misma fe del pintor lo hizo capaz de traducir la santidad de las figuras al lienzo. Rembrandt ya no sacrificaba el tema con la teatralidad de los maestros de su época, como Caravaggio y Manfredi, cuyas obras consideraba triviales. A los veinte años, no era el heredero artístico de Miguel Ángel ni de los manieristas. Cuando se perdía en la excitación de la pintura, no era ni un realista ni un expresionista, simplemente escuchaba su voz interior y creaba una atmósfera de magia que sólo él experimentaba, y que era capaz de transmitir en sus pinturas mediante la utilización de la luz y de la línea. Comprender esta emoción interna es entrar en lo que un crítico más tarde llamaría la “expresión trágica” de Rembrandt, que era, ya en 1626, apreciable en las pinturas más famosas que ahora se encuentran en el Museo Pushkin en Moscú, como la expulsión de los mercaderes del templo. El esquema claro, de colores brillantes de este panel bíblico, lleva el sello de Pieter Lastman. No obstante, a pesar de una cierta falta de armonía y de unidad, de una anatomía imperfecta y de una perspectiva dudosa, la pintura tiene un brillo interior, una especie de premonición del talento del autor y una fuerza de sentimiento mayor que en sus obras posteriores, cuando su técnica había mejorado muchísimo pero su emoción y su entusiasmo ya no estaban en su punto máximo. Las emociones humanas y las pasiones del alma ocuparon un lugar central en la filosofía del siglo XVII. Los pintores las convertían en lienzos, y se hablaba de ellas en los salones del momento. Cuando el joven Rembrandt dibujó la furia de Jesús y la conmoción de los mercaderes en el momento en que los expulsó del templo, estaba explorando los problemas que preocupaban a los pintores de su época. La intención del artista no era distanciarse del debate filosófico, ya que estaba planteando el problema en términos pictóricos, que contenían en sí su emancipación intelectual y el sello de su enfoque artístico único. La obra de Rembrandt no mostraba ninguna de las “pasiones” abstractas y más bien forzadas de Lastman y sus contemporáneos. Él construía pacientemente su visión del mundo y de sus habitantes, usando un poderoso toque natural y evocativo. 7 En los años posteriores, su naturaleza espiritual y su técnica artística producirían una “estética de la emoción” sin comparación: controlaba a la perfección la luz y el espacio en sus pinturas. Su credo era trabajar a partir de la vida, y se ciñó a esto durante su existencia. Fue en este período cuando comenzó a realizar grabados y una serie de llamativos pequeños autorretratos. Estos rostros, a veces haciendo muecas, a veces con una expresión cínica o férrea, aparte de ser siempre muy expresivos, ofrecen un antecedente de los retratos que pintaría desde la década de 1630 en adelante. No hay autorretratos en los museos rusos, cuyas colecciones forman el tema principal de este libro, Autorretrato, ca. 1627 y 1628. Pluma y sepia degradada. Museo Británico, Londres. 8 pero las obras en el Ermitage de San Petersburgo y en el Museo Pushkin de Moscú, tituladas Escritor en su escritorio, pintadas en 1631, son ejemplos de sus primeros encargos, que formaron su reputación y fueron la base de su riqueza. Si bien no mejoró su fortuna, comenzó a ascender en la escala social, como fervientemente habían esperado sus padres. Tenía sólo veintidós años cuando tomó su primer aprendiz en el estudio. Aún no tenía el dominio de todas las habilidades que necesitaba de sus maestros, y las “imitaciones” que realizaba de Lastman carecían de seguridad, pero incluso cuando continuaba siendo “tímido”, nunca cedió ante la convención. Las infinitas aglomeraciones atiborradas de figuras yuxtapuestas todavía le eran esquivas y se perdía en un sinnúmero de sutilezas aisladas; sin embargo, ya había convencido a varios de sus contemporáneos de que era en realidad habilidoso, y fueron ellos los responsables de que ganara una buena reputación. Constantijn Huygens, secretario del príncipe Frederick Henry, un poeta y viajero de gustos refinados, no dudó en compararlo con Jan Lievens, quien exhibía una precocidad incomparable en la calidad de sus obras juveniles. El 20 de junio de 1631, un agente de arte de Amberes, Hendrick van Uylenburch, firmó un contrato con el joven Rembrandt, ofreciendo albergarlo en su casa en Amsterdam. Escritor en su escritorio, muestra una gran originalidad en la elección del tamaño y de otros aspectos inherentes a la pintura. El efecto de una pintura depende de su tamaño y de la distancia que la separa del espectador. En esta obra, Rembrandt le presta espacio a su composición, pues los recursos pictóricos que utiliza son diversos y sus pinceladas, a veces discretas, a veces más apreciables, traducen la expresividad del modelo, al revelar sus sentimientos, junto con sus características y su posición social. La experiencia de Rembrandt con las “pasiones del alma” le da vida a lo que habría sido simplemente un retrato bidimensional si lo hubiera pintado otro artista de su generación. La lección de anatomía del doctor Tulp, pintada en 1632, fue Autorretrato con gorguera, ca. 1629. Óleo sobre madera. La Haya, Países Bajos. 9 encargada por la Comunidad de Cirujanos de Amsterdam, como resultado del Retrato, cuyo dueño había difundido rápidamente su admiración por el pintor. Rembrandt era joven y orgulloso y casi nunca abandonaba su estudio. El Autorretrato con yelmo que se encuentra en el Museo Cassel, pintado en 1634, lo muestra con gran dominio de sí mismo, fuerte y con confianza en su futuro. Sabía cómo variar sus composiciones según el modelo y cómo satisfacer, al mismo tiempo, las exigencias de un aprendizaje permanente que le permitiera mejorar su técnica y sus métodos en cada lienzo pintado. Esto puede verse en Retrato de hombre con borla en el sombrero, que está ahora en el Museo del Ermitage en San Petersburgo. Este retrato, pintado en 1634, cumple con los estándares del momento, pero ya revela una comprensión fantasmal y poco convencional de la expresión facial, en la cual la conducta relajada del modelo acentúa su agradable sonrisa y la claridad de sus rasgos. El claroscuro brinda a toda la pintura una impresión de precisión tonal que bien puede haber halagado al joven dandi que estaba preocupado por salir bien, y uno puede sentir la fuerza de la chispa de la vida que el artista captó para la posteridad. Fue durante esta década en la que Rembrandt afianzó su reputación. Mientras continuaba produciendo el mismo tipo de retratos que sus contemporáneos, realizaba constantemente ilustraciones para escritos de la época y sobre mitología, a través de una serie de pinturas en las que daba rienda suelta a su imaginación. En la cima de sus habilidades técnicas, el pintor decidió ubicar a sus modelos en un contexto. Con frecuencia estaban sumergidos en escenarios repletos de alusiones históricas, apareciendo disfrazados o rodeados de símbolos trabajados cuidadosamente. A pesar de estos disfraces, los hombres y las mujeres retratados revelaban sus personalidades, sin sacrificar la originalidad del género. Rembrandt contrajo matrimonio con Saskia van Uylenburch el 10 de julio de 1634, y ella posó para él en el primer año de su matrimonio, 10 La lección de anatomía del doctor Tulp, 1632. Mauritshuis, La Haya, Países Bajos. 11 como lo hizo un joven cuya identidad ahora se conoce. Estos dos retratos están en el Museo del Ermitage en San Petersburgo, y son ejemplo de una tendencia en el arte que Rembrandt adoptó con felicidad, pues le permitió expandir sus horizontes mientras incorporaba el conocimiento y la experiencia que había adquirido durante los anteriores doce años. Durante esta época también produjo algunas pinturas en grisallas como curiosidades. La ado- Anciana sentada con velo. Rostro (placa radiográfica). Museo de Bellas Artes Pushkin, Moscú. 12 ración de los reyes magos, pintada en 1632, es uno de estos experimentos menos felices, muy practicados por sus contemporáneos, pero sumamente raros en la obra de Rembrandt. Y aunque usó una o dos de estas obras experimentales como originales para realizar grabados, se limitaron a unas pocas piezas de prueba, que encontró tan insatisfactorias como para hacerlo desistir de esta línea. Hay pocos bosquejos de Rembrandt, aparte de aquellos que fueron dados a conocer por las radiografías tomadas a algunas de sus pinturas. Tales bosquejos no nos permiten establecer la génesis exacta de sus pinturas, pero al compararlos con las grisallas que nos dejó, puede obtenerse una idea aproximada del modo en que pintaba. Los únicos colores de su paleta eran el blanco, el ocre y el negro humo, y cubría el lienzo con grandes parches de sepia transparente, que casi siempre permanecía intacto en las zonas donde se necesitaba sombra. Las partes iluminadas de los rostros las modelaba con un trazo de blanco, y trabajaba en las áreas sombreadas con grandes pinceladas negras o marrones. Así fue como compuso La adoración de los reyes magos. Para completar la obra, hizo muchos retoques, volvió a pintar algunas partes y realizó constantes modificaciones. A través de este análisis puede verse que, diez años después, en Los mercaderes en el templo, el artista no había perdido nada de su temperamento ardiente; pero por otra parte, estaba menos dispuesto a dejarse llevar, pues ya tenía un control absoluto del tema. Fue durante estos años que creó una serie de pinturas con temas bíblicos, una de las cuales, La incredulidad de Santo Tomás (1634) está en Moscú, y otras tres –El descendimiento de la cruz (1634), El sacrificio de Isaac (1635) y La parábola de los viñadores (1637)– están en San Petersburgo. La imaginación de Rembrandt fijaba los escenarios, que siempre eran muy teatrales y especialmente “vivos”. La vida era traducida por un mimetismo muy poderoso y por su deseo de confrontar la historia con aquellos que la hacían, y de “dramatizar” estos sucesos para representarlos de una manera “más real” y más convincente. Bajo su pincel, el devenir teológico se “humaniza” por el escenario, la vestimenta y la luz. En realidad, el enfoque del artista lo había creado la “reforma” para la representación pictórica. Los protestantes tomaron los escritos sagrados como tema de estudio histórico y filosófico, y consideraron los textos bíblicos como una fuente genuina de material histórico, más que como una serie de parábolas e imágenes. Casi desde el comienzo, apareció en el arte protestante una fuerte tendencia a reproducir no tanto lo simbólico como el significado literal de las historias bíblicas. Rembrandt estaba muy compenetrado con este enfoque intelectual, y desde finales de la década de 1620 dibujó varias escenas importantes para desmitificarlas. Esta interpretación prosaica de la Biblia no fue exclusiva de Rembrandt, pero él fue capaz, más que ningún otro artista, de otorgarle una fuerza interna incomparable. La clara visión artística de Rembrandt también deja apreciar vínculos cercanos con la tradición de la pintura holandesa. Sin embargo, se desvinculaba contundentemente del concepto de historia de las pinturas creadas en aquel momento: consideraba que eran impersonales y carentes de “imaginación”, en su opinión les faltaba vida. De esta manera, eligió representar un mundo muy “oriental” como hilo que conectaba sus “escenas”. No obstante, la década de 1620 se caracterizó igualmente por un cambio en su método de pintura. El análisis de su Dánae, pintada en 1636, pero luego adaptada completamente diez años después, hace que esto sea más fácil de comprender. Esta pintura expone con claridad el mundo interior del artista en un momento en que estaba evolucionando rápidamente, y revela el “alma” de sus ambiciones. Entre las dos fechas, el arte de Rembrandt había sufrido cambios radicales. Dánae, cuando es estudiada en sus dos versiones, muestra el deseo de Rembrandt, después de su entusiasta y prolífica juventud, de adaptar radicalmente su pintura a la luz de su visión posterior con respecto a ella. No hay una evolución lenta de su arte, como sí era el caso en La ronda de noche, completada en 1642 luego de varios años de trabajo. Es una revisión drástica de una pintura que había sido finalizada muchos años antes, transformándola por completo a través del uso de una técnica diferente diseñada con una nueva sensibilidad. Dánae resume, de esta manera, las dos etapas de su vida artística sin brindar un resultado híbrido ni desnaturalizado. Retrato de Saskia caracterizada como Flora. Rostro (placa radiográfica). Museo del Ermitage, San Petersburgo. 13 En la década de 1640, Rembrandt pintó muchos retratos. La diversidad de su enfoque y la variedad de sus pinceladas les dieron una importancia considerable. La sencillez y la modestia de éstos fueron muy admiradas y son la mejor muestra del talento y la madurez del pintor. El retrato de Baartjen Martens (1640) y Retrato de una anciana (1650) –exhibidos en el Museo del Ermitage de San Petersburgo y en el Museo de Bellas Artes de Moscú, respectivamente– marcan el comienzo del fin de los estudios del artista en este campo. Éste fue un período poco feliz en la vida privada del artista. En 1639, mientras sus contemporáneos celebraban su talento, Rembrandt y su esposa se mudaron a una casa que él recién había comprado por trece mil florines en el Jodenbreestraat, en Amsterdam. Era una elegante residencia burguesa de tres pisos adornada con esculturas, de la cual se sintió muy orgulloso, hasta que lo dejó en dificultades financieras. Su estilo de vida era importante para él, pero también era uno de los pintores mejor remunerados de Holanda. Podía pedir con facilidad cien florines por un retrato, mientras que por las pinturas de la mayoría de sus contemporáneos se pagaban sólo entre doce y setenta y cinco. La fortuna le sonrió hasta la muerte de su madre, en 1640, y el fallecimiento de Saskia, dos años después, que puso fin a su joie de vivre. Su hijo, Titus, que había nacido en 1641, fue su consuelo y su apoyo hasta 1668, año en que murió, seis meses antes del nacimiento de su hija. Durante este período Holanda se hizo muy rica, como resultado de sus grandes aventuras marítimas, y ahora era estable, con confianza en su futuro. Por consiguiente, empezó a buscar refugio en su Edad de Oro y a rechazar a algunos de los grandes artistas que antes habían sido sumamente aclamados. Éste fue el destino de Franz Hals, que fue sustituido por pintores con mayor refinamiento aristocrático, como Gérard Dou, Ferdinand Bol y Govaert Flinck, quienes habían estudiado con Rembrandt. Pero el maestro no había dicho su última palabra, y aunque su fama sufrió debido a esta adversidad incesante, a pesar de todo siguió 14 pintando y vendiendo sus lienzos. Fue durante este período que se concentró en la comunidad judía de Amsterdam, a la cual plasmó con la empatía de un amigo y confidente. También fue en esta fase en la que Titus, bajo la tierna mirada de Rembrandt, se convirtió sucesivamente en Cristo, en Tobías, en Daniel y en el joven José. Las pinturas, que se encuentran en los museos rusos, ilustran perfectamente el tono que el artista le dio a sus retratos. Baartjen Martens Doomer, a quien pintó en 1640, no era una dama de la alta sociedad, sino que era la esposa de un artesano que tenía contactos cercanos con los círculos artísticos; Rembrandt no seguía las convenciones y creó este retrato con total libertad, siguiendo sus impulsos artísticos. Reprodujo la expresión vivaz de la dama, cuya alegría emergía con cada pincelada. Toda la descripción está basada en un dibujo que Rembrandt usó como parte de la pintura, buscando que la expresión se volviera más y más precisa a medida que la obra tomaba forma. Al pintar a sus modelos como realmente eran, impregnaba los retratos con toda su personalidad para darles vida. Al pretender sacar a la luz el “movimiento” de los modelos, Rembrandt logró obtener una similitud como nadie antes había podido conseguir. Durante más de diez años, este método condujo a la apoteosis de la obra de Rembrandt. Anciana sentada con velo, pintado en 1650, estaba en la misma línea. Con un dominio completo de su arte, en forma paulatina erradicó la percepción dual del mundo que había prevalecido en su obra hasta ese momento, típica de la década anterior, consistente en distinguir las obras encargadas de su visión personal del arte de los paneles históricos de los retratos. Estas obras serían combinadas en una única visión del mundo, que ahora llevaba una sola firma: la de Rembrandt. La gran tela roja en Retrato de una anciana con velo, atípica para ese momento pero privilegiada por el maestro, así como la anticuada vestimenta ‘burgundiana’, dan la sensación de que ésta no fue una pintura encargada, sino más bien una obra fruto de la propia inspiración del artista. La resurrección de Lázaro, ca. 1630 y 1631. Quinto estado. Museo Británico, Londres. 15 Sin embargo, el método utilizado y la “objetividad” estricta del retrato son las señales de que, en ese momento, Rembrandt había logrado una libertad artística completa; una libertad que nunca mermaría. “El hombre y su disposición mental”, se convirtió en uno de sus mayores intereses, y reflexionó cada vez más acerca de la soledad interior de aquellas personas cuyos retratos pintaba. Ante sus ojos, éste era el único medio para plasmar en el lienzo una meticulosa personalidad, que él presentaba como corpórea, a través de la experiencia y la observación. Al fijar en el lienzo un momento de la vida, sin detener jamás su curso, podía resaltar la riqueza que se escondía dentro de sus modelos y hacer que una mirada o una expresión dejaran translucir los pensamientos más íntimos y los secretos de su existencia. Incluso los retratos que eran de inspiración personal y que usaban a los mismos modelos una y otra vez, siguen expresando la naturaleza profunda del “alma” y de los seres humanos que él ponía en sus escenas de género. Así fue como “desenmascaró” a su hermano mayor, Adriaen van Rijn, cuyos rasgos fueron usados para la caracterización en los diversos retratos de ancianos pintados en la década de 1650. Estas pinturas resultan de gran interés para quienes desean estudiar el “método Rembrandt”. En Retrato de una anciana con velo, pintado en 1654, hoy en los museos del Ermitage, en San Petersburgo, y el Pushkin, en Moscú, empleó el mismo modelo e idéntico criterio con respecto a su creación. La técnica adoptada, única del artista, es bastante variada en la aplicación de los colores alrededor de los ojos y en las partes sombreadas del rostro, la cual consiste en una serie de pinceladas y de arreglos semitrans-parentes de color, cuyos contornos son borrosos. Hay áreas que están iluminadas con gran esplendor, y una capa pesada de empaste que consta de pinceladas cortas y largas de diferentes colores. Este método le permite al artista pasar del claro al oscuro, una técnica que él dominaba mejor que nadie. 16