N° 176-2009-PCNM P.D. N° 002-2009-CNM San Isidro, 05 de agosto de 2009. VISTO; El proceso disciplinario número 002-2009-CNM, seguido contra el doctor Miguel Enrique Becerra Medina por su actuación como Juez Titular del Juzgado Mixto de Huaycán de la Corte Superior de Justicia de Lima, y el pedido de destitución efectuado por el señor Presidente de la Corte Suprema de Justicia de la República; y, CONSIDERANDO: Primero.- Que, por resolución N° 033-2009-PCNM de 25 de febrero de 2009, el Consejo Nacional de la Magistratura abrió proceso disciplinario al doctor Miguel Enrique Becerra Medina por su actuación como Juez Titular del Juzgado Mixto de Huaycán de la Corte Superior de Justicia de Lima; Segundo.- Que, se imputa al doctor Miguel Enrique Becerra Medina los siguientes cargos: A) Haber inobservado las disposiciones con carácter vinculante contenidas en la sentencia del Tribunal Constitucional recaída en el expediente N° 206-2005PA/TC, de 28 de noviembre de 2005, al haber admitido a trámite la demanda de Amparo N° 2006-076-0-1807-JM-CI-01 interpuesta por don Braulio Mattos Espinoza contra el Congreso de la República, y a su vez declarar fundada su solicitud cautelar y ordenar su reposición, vulnerando el deber contenido en el artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional, así como lo previsto en la Primera Disposición Final de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, infringiendo el deber previsto en el artículo 184 inciso 1° de la Ley Orgánica del Poder Judicial; Asimismo, se imputa al magistrado Becerra Medina haber realizado tal conducta con la supuesta intención de favorecer al demandante, puesto que tenía pleno conocimiento del carácter vinculante de la citada sentencia, no sólo por la publicidad de la misma (publicada el 22 de diciembre de 2005) sino porque además fue invocada por el propio accionante tanto en su demanda como en su solicitud de medida cautelar, así como por haberle sido opuesta por la Procuraduría Pública de la parte demandada en su escrito de apersonamiento y absolución del traslado, vulnerando el principio de independencia-imparcialidad, contenido en el artículo 139 inciso 2 de la 1 Constitución Política del Perú concordante con el artículo 16 de la Ley Orgánica del Poder Judicial; B) No haber ejercido control sobre el personal auxiliar bajo su dirección, verificando que estos, quienes estaban a cargo de la elevación del cuaderno de apelación de la concesión de la medida cautelar, cumplieran con su obligación de formarla y tramitarla, puesto que luego de cuatro meses de haberla concedido recién advierte que no se ha cumplido con tramitarla, infringiendo con ello su deber de velar por la rápida solución del proceso, incurriendo en causal de responsabilidad disciplinaria prevista en el artículo 201 inciso 9 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, coadyuvando a que se vulnere el principio de celeridad procesal y el derecho a la doble instancia que le asiste a las partes; Tercero.- Que, por escritos de 30 de marzo, 16 de abril y 07 de mayo de 2009, el magistrado procesado presentó su descargo refiriendo, respecto del primer extremo contenido en el cargo A), que no es verdad que haya inobservado el Precedente Vinculante dictado por el Tribunal Constitucional en la sentencia N° 206-2005-PA/TC, sino que por el contrario se ha sujetado a lo que se señala en la aludida resolución y a la jurisprudencia que sobre la materia ha dictado el Tribunal Constitucional; Asimismo, señala que el citado Precedente no elimina o excluye al proceso constitucional de amparo como una vía idónea para conocer pretensiones laborales, sean públicas o privadas, sino que establece parámetros para aquellas demandas que deben ser tramitadas en la vía ordinaria (proceso contencioso administrativo y proceso laboral) y aquellas que deben ser conocidas y tramitadas por la vía del amparo; Sostiene además que el Fundamento 24 del precedente en cuestión señala en forma expresa las situaciones o pretensiones o derechos que pueden y deben ventilarse en la vía del proceso constitucional de amparo, y que el caso del proceso de amparo que él conoció y admitió a trámite se encuadra en uno de los supuestos que el precedente vinculante admite como excepción, dado que como consecuencia del golpe de Estado de 5 de abril de 1992, el demandante Braulio Mattos, trabajador nombrado del Congreso de la República, fue cesado en aplicación de los Decretos Leyes Nos. 25438, 25640 y 25759, que, entre otras cosas, dispusieron el cierre del Congreso y el cese de sus trabajadores sin procedimiento administrativo previo, sin poder ejercer su derecho de defensa e impedidos de recurrir al Poder Judicial; es decir, existieron varias violaciones a derechos fundamentales constitucionales y que en consecuencia la urgencia de su protección era evidente; Además, alega que dado que la pretensión principal era la inaplicación de los citados Decretos Leyes no era posible ventilarlos en un proceso judicial ordinario (contencioso-administrativo), sino que la vía idónea era el proceso de amparo conforme a la reiterada y uniforme jurisprudencia que sobre casos similares ha dictado el Tribunal Constitucional, y también acompaña a sus escritos presentados cinco 2 sentencias del Tribunal Constitucional expedidas en procesos constitucionales de amparo, posteriores a su precedente vinculante, por las cuales se resuelven de manera favorable demandas con pretensiones laborales públicas y privadas por la vía del amparo, con lo cual pretende demostrar que por la vía del amparo sí se puede resolver controversias laborales, siempre y cuando la vía judicial ordinaria no sea la idónea; Que, el magistrado procesado afirma que en dichas sentencias el Tribunal Constitucional ratifica su posición en el sentido de que el proceso de amparo es la vía pertinente para tramitar pretensiones laborales, revocando la opinión de las instancias judiciales inferiores que en dichos procesos declararon Improcedentes las demandas de amparo, basadas justamente en el Precedente Vinculante “Caso Baylón”; es decir, es el propio Tribunal quien señala que la vía de amparo es la idónea para este tipo de pretensiones. Cuarto.- Que, asimismo, resalta que en una de las Sentencias presentadas (Expediente N° 7461-2006-PA/TC) el juzgado de primera instancia había declarado fundada la demanda de amparo interpuesta por el Registrador Público de Lima José Ortega Laberry, quien tras el autogolpe de 5 de abril de 1992 fue cesado mediante la aplicación del Decreto Ley 25531, sin procedimiento administrativo previo e impedido de recurrir al Poder Judicial, es decir, un caso idéntico al que conoció y por el cual es procesado; apelada la sentencia, la Sala Civil Superior en aplicación del novedoso precedente, que recién había sido expedido por el Tribunal Constitucional, declaró nulo todo lo actuado e Improcedente la demanda; el demandante interpuso recurso de agravio constitucional y elevados los actuados al Tribunal Constitucional se emitió resolución revocando la sentencia de vista y declarando fundada la demanda de amparo, ordenándose su reincorporación al cargo del que fue cesado; Adicionalmente, el magistrado procesado afirma que esta es una prueba insoslayable que el propio Tribunal Constitucional, interpretando su precedente vinculante, estableció que los casos de trabajadores cesados sin procedimiento administrativo previo, es decir, sin derecho de defensa e impedidos de recurrir al Poder Judicial en busca de tutela judicial efectiva, se debían ventilar a través del proceso constitucional del amparo; Quinto.- Que, también sostiene que en otra de las sentencias presentadas como prueba de descargo (Expediente N° 2947-2007-PA/TC) el propio Tribunal Constitucional en su Fundamento 4), dice: ”Respecto a la aplicación del precedente de este Tribunal recaído en el Expediente Nº 0206-2005-PA/TC, cabe precisar que si bien es cierto que el asunto controvertido es uno del régimen laboral público y por ende debería ser dilucidado a través del proceso contencioso administrativo, también lo es que no puede desconocerse la jurisprudencia sobre la materia, pues el caso de autos responde a un supuesto sumamente particular o sui géneris derivado de los decretos 3 leyes expedidos como consecuencia del autogolpe del año 1992; tratándose, en el fondo de una cuestión de puro derecho, ya que no puede aplicarse un precedente publicado en diciembre de 2005 a una demanda interpuesta en marzo de 2004”; Que, el magistrado Becerra Medina argumenta que con mayor razón, si en el caso que él conoció y que es materia de investigación, los hechos ocurrieron antes del precedente vinculante, como consecuencia del golpe de Estado de 5 abril de 1992, el precedente vinculante no era aplicable al proceso que el conoció como Juez del Juzgado Mixto de Huaycán; Sexto.- Que, de la revisión del proceso respecto a este extremo se tiene que en el texto de la demanda interpuesta por Braulio Mattos Espinoza contra el Congreso de la República la pretensión está dirigida a que se declaren inaplicables los Decretos Leyes 25438, 25640 y 25759 dictados por el entonces Gobierno de Emergencia y Reconstrucción Nacional (instaurado tras el autogolpe del 5 de abril de 1992) con los cuales se cesó a los trabajadores del Congreso sin proceso administrativo previo, sin poder ejercer su derecho de defensa e imposibilitados de recurrir a la vía del amparo; asimismo, obra en los actuados el recurso de apelación interpuesto por el Procurador Público del Estado, doctor Andrés Graña Acuña, contra la medida cautelar otorgada a favor del demandante, donde se señala: “(…) que la vía normal para resolver las pretensiones individuales por conflictos jurídicos derivados de la aplicación de la legislación laboral pública es el contencioso administrativo (…)”; es decir, para el Procurador Público el proceso de amparo que conoció el magistrado procesado debió ser tramitado en la vía contenciosa administrativa, criterio que es compartido por la Oficina de Control de la Magistratura del Poder Judicial; Que, por tanto, corresponde establecer si el magistrado procesado inobservó el Precedente Vinculante del Tribunal Constitucional contenido en la sentencia emitida en el Exp. N° 206-2005-PA/TC al admitir a trámite el proceso de amparo interpuesto por Braulio Mattos Espinoza contra el Congreso de la República,; Sétimo.- Que, sobre el particular es de señalarse que la sentencia Nº 206-2005PA/TC de 28 de noviembre de 2005 establece precedentes vinculantes en materia de amparo laborales generando criterios de procedibilidad que deben ser tenidos en cuenta por todas las instancias del Poder Judicial, es decir, se restringe la procedencia de los procesos de amparo laborales, de conformidad con los fundamentos sétimo a décimo sexto de la sentencia en comento, sólo a aquellos despidos sin imputación de causa, fraudulentos y nulos, siempre que revistan afectación del contenido esencial de los derechos fundamentales del trabajador, criterio que a su vez involucra una evaluación en sede constitucional de si existe la protección urgente que se requiere del derecho cuya tutela se invoca; Que, el mencionado precedente vinculante no prohíbe que el proceso de amparo sea la vía idónea para tramitar pretensiones laborales que incluyan la reposición, pues en la segunda parte del fundamento 7 del aludido precedente se señala que la condición 4 sine qua nom para recurrir a la vía del amparo es que existan elementos suficientes que permitan inferir que el despido se ha producido sin causa alguna, con simulación o fraude, como consecuencia de afiliación sindical, por discriminación y por la condición de impedido físico o mental; a mayor abundamiento, en el Fundamento 24 del citado precedente se reiteran los supuestos de procedencia de demandas laborales por la vía del amparo; Octavo.- Que, resulta pertinente señalar que respecto a la inaplicación de normas que limiten o eliminen la posibilidad de que los ciudadanos puedan acceder a un recurso efectivo para la protección de sus derechos fundamentales, como el trabajo, debido proceso, entre otros, el Tribunal Constitucional en abundante jurisprudencia ha señalado que el proceso de amparo es la vía idónea para este tipo de pretensiones; así lo ha sostenido en la sentencia N° 1109-2002-AA/TC (Caso Gamero Valdivia) de 6 de agosto de 2002, en la que emitió pronunciamiento respecto de los alcances de la protección judicial en el caso de los magistrados del Poder Judicial cesados en virtud de la aplicación de los Decretos Leyes dictados por el Gobierno de Emergencia y Reconstrucción Nacional, es decir un caso similar al que conoció el magistrado procesado; Noveno.- Que, en esa misma línea y en pronunciamientos emitidos con posterioridad al precedente vinculante de expediente N° 206-2005-PA/TC, el Tribunal Constitucional ha emitido las resoluciones Nos. 07461-2006-PA/TC (caso Ortega Laberry) de 8 de mayo de 2007, referida a un Registrador Público cesado por Decretos Leyes dictados tras el autogolpe de 5 de abril de 1992; 756-2007-PA/TC (caso Canessa Román) de 13 de noviembre de 2007; 00394-2008-PA/TC (caso Navarro Naranjo) de 29 de agosto de 2008; 04331-2008-PA/TC (caso Salazar Cosio y otros) de 12 de setiembre de 2008, procesos con pretensiones similares al que conoció el magistrado Becerra Medina, algunos de los cuales fueron rechazados liminarmente tanto en primera como en segunda instancia en razón del precedente vinculante del expediente N° 206-2005PA/TC, sin embargo, el Tribunal Constitucional no solo señaló que correspondían ser tramitados en la vía del amparo, sino que además fueron declarados fundados; Décimo.- Que, a mayor abundamiento cabe señalar que en la sentencia N° 29472007-PA/TC, (caso Amado Salazar) de 12 de noviembre de 2007, referida al cese de un magistrado por Decretos Leyes dictados por el Gobierno de Emergencia y Reconstrucción Nacional, el Tribunal Constitucional ha señalado: “(…) Respecto a la aplicación del precedente de este Tribunal recaído en el expediente N° 206-2005PA/TC, cabe precisar que si bien es cierto que el asunto controvertido es uno del régimen laboral público y por ende debería ser dilucidado a través del contencioso administrativo, también lo es que no puede desconocerse la jurisprudencia sobre la materia, pues el caso de autos responde a un supuesto sumamente particular o sui géneris derivados de los decretos leyes expedidos como consecuencia del autogolpe de 1992 (…)”; 5 Que, en consecuencia queda claro que el propio Tribunal, antes y después del precedente en cuestión, ha señalado que la vía del amparo es la idónea para conocer pretensiones como la promovida por el demandante Braulio Mattos Espinoza, de lo cual se concluye que el magistrado procesado no sólo no ha inobservado el precedente vinculante del expediente N° 206-2005-PA/TC, sino que por el contrario se ha sujetado a la jurisprudencia que sobre la materia ha dictado el Tribunal Constitucional en forma uniforme, por lo que corresponde absolverlo de este cargo; Décimo Primero.- Que, no está demás señalar que el artículo 5 del Código Procesal Constitucional dispone: “(…) No proceden los procesos constitucionales cuando: … 2. Existan vías procedimentales específicas, igualmente satisfactorias, para la protección del derecho constitucional amenazado o vulnerado, salvo cuando se trata del proceso de hábeas corpus (…)”; Que, sin embargo, el Tribunal Constitucional en su sentencia N° 206-2005-PA/TC señala que procede la acción de amparo “atendiendo a la urgencia o la demostración objetiva y fehaciente por parte del demandante de que la vía contenciosa administrativa no es la vía idónea”; es decir, el citado Código adjetivo prescribe que no proceden los procesos constitucionales cuando existan vías procedimentales específicas para proteger el derecho constitucional, con la única excepción de la acción de hábeas corpus, y el Tribunal Constitucional, contrariamente a esta prescripción, agrega que también procede la acción de amparo en casos de “urgencia o la demostración que la vía contenciosa administrativa no es la vía idónea”, lo que ha dado lugar a que tanto el Poder Judicial como el propio Tribunal Constitucional admitan procesos constitucionales de amparo en donde existen vías procedimentales específicas igualmente satisfactorias; Que, el término “urgencia” conlleva un alto grado de indeterminación y vaguedad en nuestra realidad sociocultural, lo que determina que los jueces y el propio Tribunal Constitucional no tengan aún parámetros o límites al desarrollar su contenido, quedando en su libre arbitrio el determinar los casos de procedencia del proceso constitucional de amparo, por lo que sería conveniente que el Tribunal Constitucional defina con precisión la conducta que considera como “caso” o “casos de urgencia” en los que procede el amparo existiendo otra vía procedimental específica igualmente satisfactoria, a fin de para evitar la utilización del recurso abusivo al mencionado proceso constitucional, o, en todo caso, atenerse solamente a lo que dispone el artículo 5° inciso 2 del Código Procesal Constitucional; Que, el Tribunal Constitucional señala también en su aludida sentencia que en el “caso de despido sin imputación de causa”, conforme a abundante jurisprudencia, hay que delimitar los supuestos en los que el amparo se configura como vía idónea para reponer el derecho vulnerado; en el caso del “despido nulo” se remite a “los criterios que ha vertido en el caso Eusebio Llanos Huayco, en el punto referido a su competencia para conocer los casos de urgencia relacionados con la violación de los 6 derechos constitucionales que originan un despido nulo, dadas las particularidades que reviste la protección de los derechos involucrados”; Que, la excesiva utilización de expresiones que no se refieren a un comportamiento específico, concreto, así como la excesiva remisión por el Tribunal Constitucional a su abundante jurisprudencia genera confusión, con el grave riesgo de que se incurra en arbitrariedad en su aplicación, pues su contenido se viene llenando a libre criterio de los jueces y del propio Tribunal Constitucional en cada caso concreto, de allí que resulta necesario que el Tribunal Constitucional, en aras de la seguridad jurídica, establezca en una sola sentencia, a manera de un Texto Único Ordenado, los casos en que por “necesidad de urgente protección” u otra razón procede la acción de amparo como medio idóneo y adecuado de protección para los trabajadores del régimen laboral privado o público; Décimo Segundo.- Que, respecto al segundo extremo del cargo A) , referido a que el doctor Becerra Medina tuvo la intención de favorecer al demandante, el magistrado sostiene que no ha existido ningún favorecimiento, puesto que actuó conforme a derecho y que al final el proceso se archivó por desistimiento del propio demandante, por lo que no hubo sentencia, y que la medida cautelar fue dejada sin efecto por él mismo; además, que dicha medida no se ejecutó, es decir no produjo efectos, por lo que mal se podría afirmar que ha existido favorecimiento para el demandante, dado que no ha existido ningún beneficio material para éste respecto de sus pretensiones laborales; Décimo Tercero.- Que, de la investigación realizada por la OCMA se aprecia que el sustento de este cargo subyace en que el magistrado Becerra Medina presuntamente favoreció al demandante al haber admitido a trámite la demanda de amparo, apreciación que a la luz de los argumentos expuestos en los considerandos precedentes y principalmente por las propias sentencias expedidas por el Tribunal Constitucional posteriores a su precedente vinculante, carece de sustento fáctico y jurídico ya que, como ha quedado dicho, el magistrado procesado tramitó el proceso en cuestión en conformidad con la reiterada jurisprudencia que sobre la materia ha dictado el Tribunal Constitucional, por lo que no se advierte favorecimiento alguno al demandante Braulio Mattos Espinoza; Que, a mayor abundamiento, es necesario precisar: a) La medida cautelar que ordenó la reposición en el cargo del demandante es de fecha 7 de agosto de 2006, en tanto que el actor había sido reincorporado en su puesto de trabajo el 28 de febrero de 1997, como lo manifestó expresamente el Procurador Público del Congreso de la República en su escrito de 6 de setiembre de 2006, habiendo emitido resolución el magistrado procesado el 11 de setiembre del 2006 suspendiendo la medida cautelar; y, b) El Tribunal Constitucional en reiterada jurisprudencia, desde la dictada en el año 2002 en el Caso Isaac Gamero Valdivia (Exp. N° 1109-02-AA/TC), ha establecido que deben ventilarse vía acción de amparo los ceses producidos como consecuencia de 7 los Decretos Leyes dictados por el Gobierno de Emergencia y Reconstrucción Nacional, como es el caso en que el magistrado Becerra Medina admitió a trámite la acción de amparo interpuesta por don Braulio Mattos, cesado por Resolución N° 1303B-92-CACL, por causal de reorganización y racionalización de personal, dado a que estos casos responden “a un supuesto sumamente particular derivado de los decretos leyes expedidos como consecuencia del autogolpe del año 1992”; por tanto, si el magistrado procesado obró dentro del marco hermenéutico vinculatorio establecido por el Tribunal Constitucional, mal puede sostenerse que haya tenido la intencionalidad de favorecer al actor; Décimo Cuarto.- Que, de otro lado, en lo atinente al cargo atribuido en el literal B), el doctor Becerra Medina sostiene que existe una total desproporcionalidad e incongruencia, dado que mientras que al secretario de juzgado Juan Felipe Jesús Inga, quien por mandato expreso del Código Procesal Civil y la Ley Orgánica del Poder Judicial era el responsable directo de formar y elevar el cuaderno de apelación ante la Sala respectiva, se le impuso la sanción de apercibimiento, a él se le pretende destituir por no haber supervisado al aludido servidor; Asimismo, agrega que la propia OCMA reconoce que este cargo es de una responsabilidad menor al señalar en la página 29 de la resolución por la que propuso su destitución: “(…) A dicha irregularidad se aúna una responsabilidad disciplinaria menor (…)”, no obstante al momento de proponer la sanción incoherentemente eligió la de destitución; También el magistrado procesado sostiene que las partes procesales y en especial la parte demandada, que apeló de la medida cautelar, no impulsó su proceso, y esto en razón a que dicha medida cautelar fue dejada sin efecto por su despacho, por lo que carecía de objeto formar el respectivo cuaderno de apelación; Que, finalmente, solicita que al momento de resolver se tome en consideración el hecho que el Juzgado Mixto del cual es titular tiene competencia sobre todas las materias, con una carga procesal de más de tres mil expedientes y escaso personal, por lo que era humanamente imposible hacer un seguimiento exacto de todos los procesos, más aún si las mismas partes interesadas no lo hacían; Décimo Quinto.- Que, del análisis de los actuados a este respecto se advierte que el magistrado procesado concedió dentro del plazo de ley el recurso de apelación interpuesto por el Procurador Público del Congreso de la República contra la medida cautelar; además, en el concesorio se ordenó al especialista legal que formara y elevara el cuaderno de apelación respectivo; Que, el tercer párrafo del artículo 377 del Código Procesal Civil, concordado con el inciso 13 del artículo 266 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, señala en forma 8 expresa que la obligación de formar y elevar el cuaderno de apelación es del auxiliar jurisdiccional y no del Magistrado, por lo que en ese marco normativo se tiene que quien debió formar y remitir el cuaderno de apelación respectivo era el especialista legal o secretario de juzgado y no el magistrado quien, como ha quedado dicho, cumplió con conceder la apelación y ordenó la formación y elevación del cuaderno en mención; Que, en la investigación realizada por la OCMA se arribó a la conclusión que la responsabilidad de formar y elevar el cuaderno de apelación de la medida Cautelar correspondía al entonces secretario del Juzgado Mixto de Huaycán, Juan Felipe Jesús Inga, por lo que frente al incumplimiento de esta obligación se le impuso la sanción de apercibimiento; sin embargo, se solicitó la destitución del magistrado procesado por no haber ejercitado el control sobre dicho auxiliar; Que, el inciso 9 del artículo 201 de la Ley Orgánica del Poder Judicial señala que los magistrados de todos los niveles incurren en responsabilidad disciplinaria cuando no ejercitan un control permanente sobre sus auxiliares y subalternos; en el presente caso resulta evidente que el secretario del Juzgado Mixto de Huaycán no cumplió con elaborar y elevar el cuaderno de apelación dentro del plazo señalado por ley, y que el magistrado procesado incurrió en responsabilidad disciplinaria al no haber ejercido su labor de control del personal a su cargo a la que estaba obligado por expreso mandato de su estatuto, cargo que la propia OCMA califica como de “responsabilidad menor”; Que, no obstante lo antes expuesto, es necesario analizar de manera objetiva y en base a los principios de razonabilidad y proporcionalidad si sobre este extremo debe de aceptarse la solicitud del Presidente de la Corte Suprema y aplicar al citado magistrado la sanción de destitución u optar por una sanción menor; Que, en el Estado Constitucional de Derecho está proscrita la discrecionalidad absoluta para establecer conductas punibles e imponer sanciones, debiéndose respetar las garantías procesales y materiales, dentro de las que destacan los ya enunciados principios de razonabilidad y proporcionalidad como parámetros, fundamentos y límites de la potestad sancionadora de la Administración, de tal forma que la sanción sea la adecuada a la gravedad de la falta cometida y que esté debidamente acreditada; Que, es por ello que al momento de ejercer su potestad sancionadora el Consejo Nacional de la Magistratura debe ponderar todas las circunstancias del caso con el objeto de alcanzar la necesaria y debida proporcionalidad entre los hechos imputados y probados, de tal modo que la aplicación de la sanción no implique un sacrificio desproporcionado con relación a la falta cometida; Que, dentro de este marco conceptual es necesario determinar si en el proceso materia de análisis existen suficientes elementos para aceptar el pedido de destitución; al respecto, hay que tomar en consideración que si bien es cierto que se 9 ha acreditado la responsabilidad del magistrado procesado al no haber controlado al personal subalterno a su cargo para que forme y eleve en tiempo oportuno el cuaderno de apelación de la tantas veces mencionada medida cautelar, también lo es que al responsable directo de no haber formado ni elevado el cuaderno de apelación respectivo sólo se le ha impuesto la sanción de apercibimiento, es decir, la menor de las sanciones contenidas en la Ley Orgánica del Poder Judicial, por lo que resultaría irrazonable y desproporcionado imponer la mayor de las sanciones al magistrado Becerra Medina, máxime si, como ha quedado dicho, la propia OCMA conceptualiza dicho cargo como uno de “responsabilidad menor”; Que, en conclusión, la actuación del magistrado Miguel Enrique Becerra Medina no es pasible de la sanción de destitución, pero sí de una sanción menos drástica, la misma que debe ser aplicada por el Órgano de Control del Poder Judicial; Que, resulta pertinente señalar que el Consejo Nacional de la Magistratura considera que no se aparta de su precedente contenido en la Resolución N° 115-2008-PCNM, referido al proceso disciplinario seguido contra el magistrado Fernando Isidoro Ángeles Gonzales por su actuación como Juez del Décimo Segundo Juzgado Penal de Lima Norte, toda vez que a diferencia del caso del juez Becerra Medina, el citado magistrado Ángeles Gonzales fue sancionado con destitución por no ejercer control permanente de su personal, al comprobarse la existencia de serias irregularidades en la tramitación de diversos expedientes, en procesos de suma importancia como Tráfico Ilícito de Drogas y Robo Agravado, las que aparecen descritas con amplitud en los considerandos vigésimo a vigésimo noveno de la aludida resolución, a lo que se suma el hecho de que el magistrado Ángeles Gonzales fue destituido, además, por otros dos graves cargos que tienen que ver con la irregular variación de medidas de detención por las de comparecencia en procesos por delitos de Tráfico Ilícito de Drogas y de Robo Agravado, mientras que en el caso materia del presente proceso se cuestiona al procesado por la falta de control de su personal en la tramitación de un expediente, aunado al hecho de que se le ha absuelto del cargo principal; Por estos fundamentos, apreciando los hechos y las pruebas con criterio de conciencia, el Pleno del Consejo Nacional de la Magistratura, de conformidad con lo previsto en el artículo 36° del Reglamento de Procesos Disciplinarios, aprobado por Resolución N° 030-2003-CNM, publicado el 2 de febrero de 2003, y estando a lo acordado por unanimidad por el Pleno de este Consejo, en sesión de 4 de junio de 2009; SE RESUELVE: 10 Primero.- Absolver al doctor Miguel Enrique Becerra Medina por su actuación como Juez Titular del Juzgado Mixto de Huaycán de la Corte Superior de Justicia de Lima de los dos extremos contenidos en el cargo A). Segundo.- Declarar que existe responsabilidad disciplinaria del doctor Miguel Enrique Becerra Medina respecto del cargo contenido en el literal B), y que la misma no amerita aplicar la sanción de destitución al citado magistrado, sino una menor que compete imponer al Poder Judicial. Tercero.- Dar por concluido el proceso disciplinario y devolver los actuados al Presidente de la Corte Suprema de Justicia de la República, para los fines a que se contrae la presente resolución, y proceda conforme a sus atribuciones, inscribiéndose esta decisión en el legajo del magistrado y archivándose los actuados. Regístrese y comuníquese. CARLOS MANSILLA GARDELLA EDWIN VEGAS GALLO FRANCISCO DELGADO DE LA FLOR ANIBAL TORRES VASQUEZ MAXIMILIANO CARDENAS DIAZ EFRAIN ANAYA CARDENAS EDMUNDO PELAEZ BARDALES 11