Al rescate del trato médico humano hacia los pacientes BIOÉTICA Al rescate del trato médico humano hacia los pacientes Vázquez Frías JA, Gaona Correa JA, Aguirre Gas HG. Gerencia de Normalización y Calidad de los Servicios de Salud de Petróleos Mexicanos “En cada acto médico deben estar presentes el respeto por el paciente, los conceptos éticos y los morales; entonces, la ciencia y la conciencia estarán siempre del mismo lado, del lado de la humanidad”. René Gerónimo Favaloro. Palabras clave: Trato médico, relación médico paciente, cuidado médico. Key words: Responsiveness, physician patient relationship, healthcare. Resumen Abstract El Dr. Ignacio Chávez decía: “en la relación médico -paciente se confronta una conciencia, con una confianza”. Esto fue así hasta la primera mitad del siglo pasado, donde este vínculo estaba sustentado en la confianza del paciente en su médico y la conciencia de éste, que lo comprometía a brindar la mejor atención posible. Physician Ignacio Chávez said: “Doctor-patient relationship is the encounter of conscience and trust”. It was at least, until the first half of the last century that this bond was supported in the patient´s trust on his/her physician and the doctor´s conscience that committed him to offer the best-possible care. Today, it seems like that conscience will not reach that trust. The human touch in the Doctor-patient relationship has been progressively deteriorating due to several issues. Here, we basically address some that are physicianrelated (apart from sickness, academic formation and obtained skills) and others that are job-related. Actualmente, parece que esa conciencia no encuentra a aquella confianza; el trato que reciben los enfermos se ha deteriorado a consecuencia de múltiples factores, algunos inherentes al médico y otros a su entorno laboral. The goal of this paper is to review issues that can be harmful to the physician´s approach to the patients based on the literature, assessment of medical complaints and personal experiences, in order to promote self-analysis that would encourage us to reconsider our approach to every patient in our daily practice for their well-being. Este trabajo pretende analizar las causas que afectan el trato del médico al paciente, a través de la revisión de la literatura mundial, experiencias de la práctica clínica y el análisis de quejas para luego proponer opciones que favorezcan la autocrítica y estimulen en nosotros, el deseo de replantear la forma en que abordamos a cada enfermo en nuestra práctica diaria. Correspondencia: Dr. José A. Vázquez Frias E-mail [email protected] Gerencia de Normalización y Calidad de los Servicios de Salud 79 Bioética Introducción La relación médico paciente (RMP), es una forma especializada de nexo humano caracterizada por una gran complejidad dado que su origen es involuntario, los involucrados están en posiciones dispares, tratan asuntos de suma importancia y requiere de enorme cooperación de ambas partes.1,2 Este vínculo ha sido históricamente idealizado en términos de principios universales y atemporales,3 basados en innumerables experiencias médico-paciente armónicas, ejemplares y exitosas. Desgraciadamente esto no es el común denominador; de hecho, la RMP y más específicamente, el trato del médico hacia el paciente, han sido perjudicados por las enormes y fuerzas socioculturales mutantes que los rodean. El trato médico es un tema que ha adquirido actualidad porque está visiblemente dañado; es lamentable escuchar con frecuencia, historias de familiares, amigos y extraños quejándose de manera amarga e incluso iracunda, de sus tristemente célebres experiencias como pacientes. Resulta absurdo vivir en tiempos en que la ciencia y la tecnología médicas se desarrollan a plenitud favoreciendo tratamientos de alta especialidad, mejor calidad y mayor esperanza de vida, mientras que por otro lado, las demandas de pacientes descontentos se multiplican considerablemente.4 Da la impresión que la conciencia y el respeto no se han desarrollado de la misma manera… En este sentido vale la pena citar textualmente a Morales5 quien menciona: “A pesar de las voces de alerta recomendando preservar los aspectos humanos e ir al rescate del arte médico, se perpetúa un campo de desolación humana, donde la presencia del médico y la del paciente y su participación como personas en el acto médico, se desvanece. Sólo unos cuantos hacen eco al llamado de la reivindicación del nexo médico-paciente como un encuentro de existencias, cuando los más, y no los menos, habrían de atender ese llamado, ya que esta dimensión de la práctica clínica – bajo la circunstancia descrita – es “una especie en peligro de extinción”. El difícil entorno que nos ha tocado vivir como profesionales de la salud, no justifica una actitud displicente hacia los pacientes; al contrario, debiera ser un estímulo para reivindicar este lesionado nexo con ellos. ¡Hagamos algo ya! 80 Al rescate del trato médico humano hacia los pacientes El buen trato 5. Atención oportuna.- Desde la solicitud de ésta hasta su obtención, con el fin de limitar las molestias ocasionadas por la enfermedad o el progreso del problema de salud. Se incluyen los tiempos de traslado, las condiciones de accesibilidad y la disponibilidad de recursos físicos y humanos. En 1955 Balint6 describió que el hecho de que el médico se presentara ante un enfermo tenía, por sí solo, efectos terapéuticos. ¿Sigue vigente esto hoy, sesenta años después? Tal vez en algunos casos, pero no en la mayoría. La forma en que un médico trata a su paciente es fundamental en el acto médico, se le ha llamado trato humano, trato digno y trato adecuado. El término es lo de menos, sobre todo cuando las definiciones varían de una fuente a otra; lo importante, es transformarlo en acciones que impacten positivamente en la experiencia del paciente en relación a la forma cómo se le otorgan los cuidados a su salud. 6. Acceso a redes sociales.- A través de favorecer que el paciente esté en contacto con su familia y miembros que le brinden apoyo. 7. Capacidad de elección.- Conlleva la oportunidad de que el enfermo elija al proveedor institucional y personal de la atención médica que necesita. 8. Calidad de las comodidades básicas.- Limpieza y confort de baños, salas de espera, cama del paciente y consultorios, así como alimentación de calidad y cantidad suficiente. El derecho internacional referente a los derechos humanos, establece a la dignidad como un principio de libertad e igualdad, base de la paz y la justicia. En México, el Estado tiene la obligación de respetar, cumplir y garantizar el trato digno porque se encuentra establecido entre sus garantías individuales.7 En países desarrollados se cuenta con evidencia de que cuando un paciente está satisfecho con el trato que se le otorga, trata de regresar con el mismo médico y lo provee de información más relevante acerca de su padecimiento, evita faltar a sus consultas, se adhiere mejor a su tratamiento, presenta una mayor resolución de sus síntomas, mejora su salud física y mental, logra un mejor control de patologías crónicas y del dolor y requiere de menos estudios e interconsultas. Además, llegado el caso, el enfermo podrá ser más consciente de su papel en la limitación del daño y la rehabilitación.5,11-15 Recientemente, la Organización Mundial de la Salud (OMS)8,9 acuñó el término de “trato adecuado” que se define como la situación que se logra cuando las interacciones entre el usuario y el sistema de salud se efectúan, tomando en cuenta y satisfaciendo las legítimas expectativas del primero en los aspectos no médicos de dicha interacción. El trato adecuado incluye al trato digno como uno de sus ocho pilares, mismos que se describen a continuación:9,10 Estos casos de satisfacción y éxito no constituyen, penosamente, la mayoría. Algunos autores señalan que para entender la forma en que el médico trata e interactúa con su enfermo, hay que considerar la transformación de la medicina comprensiva, compasiva y respetuosa de la dignidad humana, a la medicina materialista y consumista.5 Podríamos agregar también, en múltiples ocasiones, distante, fría y carente de valores e interés real en el paciente. 1. Autonomía.- Es el concepto de “empoderamiento” del paciente; que implica el respeto a su derecho para tomar decisiones relativas a su salud y a su persona. 2. Trato digno.- Es el respeto a la dignidad y derechos del enfermo; conlleva el ser tratado de forma diligente y cortés por todo el personal de una institución médica. El médico como origen del trato humano inadecuado 3. Confidencialidad.- La información obtenida a través de la interacción del médico con el paciente, no puede se revelada sin su consentimiento. Es indudable que la imagen del médico ha sufrido una especie de metamorfosis. No es frecuente encontrarse con aquel que la sociedad desea; con amplia sabiduría y experiencia clínica, que también es responsable, afectuoso y ético.16 4. Comunicación.- Es el derecho del enfermo de recibir toda la información relacionada con su padecimiento de manera clara y puntual. 81 Bioética dejando en éste la idea de carencia de empatía por parte de su médico. vista, explora, trata y da seguimiento a la salud de un paciente? Es indudable que a nivel mundial y en todas las disciplinas de la vida vivimos una crisis de valores. Estos, de forma ideal, se adquieren y maduran en el seno familiar y se refuerzan y vigorizan con la educación académica. Cuando de entrada no se cuenta con un bagaje adecuado en este contexto, es muy posible que el trato del médico hacia el paciente sea sub-óptimo y la relación se vaya a pique desde el primer contacto. Un punto usualmente débil del médico y que resulta ser crítico en el buen trato al paciente, es la comunicación. Esta debe ser amable, abierta, transparente y bidireccional; su meta es la transmisión de información, pensamientos y sentimientos para ser recibidos y entendidos satisfactoriamente.22 A pesar de que esta es una herramienta imprescindible, comúnmente se descuida su calidad y su calidez. Los médicos en general, consideran adecuadas sus habilidades para comunicarse con los pacientes, pero estos no comparten esa percepción.23 Para muestra basta citar un estudio de Beckman,24 donde se observó, de forma increíble, que el 69% de los médicos interrumpen al paciente después de tan sólo 18 a 23 segundos de iniciada la consulta. Un escritor de un famoso periódico norteamericano del área de Boston, E.U.A., menciona en su columna: “Vivo en una Mecca médica”. ¿Cómo es que los médicos más maravillosos y milagrosos son totalmente ciegos y sordos cuando se trata de cortesía, respeto y dignidad básicos?”17 El Dr. Cárdenas de la Peña18 en su editorial llamada “El médico roto” menciona: “La enajenación del hombre moderno y la ruptura de sus valores, hacen confesar que en los tiempos actuales, si no es posible ser un médico cabal, es porque ya casi no es posible ser un hombre cabal”. Y por si esto no fuera suficiente, el Dr. Álvarez Avello19 dice: “Cuando necesitamos un médico, no tenemos más remedio que confiar en alguno, aunque podríamos preferir no hacerlo”. Hay muchos otros factores que favorecen conflictos en la comunicación. Según Mucci,25 al enfermo le afectan el desinterés, la parquedad, frialdad, hostilidad y prepotencia; la gestión del tiempo y la información insuficiente y rebuscada. Y por qué no decirlo, la soberbia. Un aspecto fundamental en el capítulo de la comunicación con el enfermo es el consentimiento informado. Este puede tener efectos terapéuticos si logramos allanar la ansiedad, disipar la incertidumbre y atenuar la brecha de conocimiento entre el enfermo y su médico. Es también, el instante apropiado para aclarar falsas expectativas del paciente, hacerle saber que el médico no es omnipotente y que ambos enfrentan juntos, “cierto grado” de incertidumbre y un riesgo compartido y solidario. Todo esto generalmente incrementa la confianza en el médico, ayuda a generar un curso clínico favorable, e incluso, podría atenuar un desagradable “factor sorpresa”, si algo no fuese bien.26 Si no explicamos el procedimiento a cabalidad, perdemos una oportunidad de oro para fortalecer la relación con el paciente. Estas frases son implacables y dolorosas para cualquier médico, pero pueden tener una buena dosis de verdad. No es extraño escuchar que el médico se vuelve “insensible” con el paso del tiempo. ¿Es esto real? La investigación en neurociencia cognitiva ha descrito que el dolor ajeno se traduce en la activación de un complejo circuito neurológico de quien lo observa20 mediante dos tipos de respuestas: una temprana en la que nos hacemos conscientes de la emoción de quien sufre (y se lo hacemos sentir), y una tardía en la que se realiza una evaluación cognitiva con el fin de asistir al afectado(a).21 El contacto de tiempo completo con esta experiencia, puede afectar al médico de forma cognitiva y fisiológica al grado de impactar de forma negativa su capacidad de asistir al enfermo. El médico requiere modular sus emociones para tratar de forma objetiva y adecuada a cada paciente. Decety20 demostró, mediante estudios de neuroimagen, que los médicos generalmente suprimen la respuesta temprana arriba mencionada, aunque no se sabe si de forma consciente o inconsciente. Este proceso mental es entonces necesario, pero no subestimemos la experiencia del dolor del enfermo, “Firmé ya varios consentimientos”, me comentó una paciente a quien iba a operar y que incluía un tiempo quirúrgico de otra especialidad. “Varios médicos me visitaron; internos, residentes e incluso médicos tratantes pidiéndome que firmara, pero hasta ahora, nadie me había pedido que lo leyera o me preguntó si lo entendí, ninguno averiguó si tenía dudas y claro, no obtuve mayor explicación”. Posteriormente me enteré que un familiar de ella era abogado para 82 Al rescate del trato médico humano hacia los pacientes cíproca. El paciente entonces, presiona con el amago de una demanda y el médico se apoya en la medicina defensiva.18 ¿Es necesario llegar a esto? una firma encargada de brindar asistencia legal a médicos. Es bien sabido que una comunicación descuidada es una semilla altamente eficiente para cosechar problemas graves, más aún si se combina con algún otro proceso defectuoso de la atención médica; situación altamente posible dado que el sistema moderno de atención a la salud es la actividad más complicada a la que se ha dedicado el ser humano según la óptica de Kenneth Kizer, ex-presidente del National Quality Forum (EUA).27 Hoy, lamentablemente, la medicina se ha convertido en una industria cuyo fin único no es el bien del enfermo, sino también las ganancias económicas de los inversionistas que proveen los servicios.4 ¿Qué tal la actual (e importada) moda de llamar al médico “el prestador del servicio” y al paciente “el cliente”?29 Por más correcto que esto pueda ser lingüísticamente hablando, estos términos parecen en nuestra opinión, cuando menos, insensibles. No conocemos, a la fecha, médicos o pacientes que se sientan cómodos con ellos y creemos que vulneran, de entrada, los lazos afectivos que debieran caracterizar toda relación entre médicos y pacientes. El entorno laboral como raíz de un trato humano inadecuado El acceso a los servicios de salud no es equitativo y gran parte de la población tiene a la medicina institucional como única opción. El paciente no puede elegir a su médico, sus expectativas son generalmente reducidas y no exige un trato digno ante la idea de que la atención recibida es un acto de beneficencia.5,16,28 No es extraño escuchar: “Y si me quejo, menos me van a querer atender”. No olvidemos, que para acudir a una unidad médica, el paciente ya debió de haber realizado una serie de sacrificios y librado varios obstáculos. Todo lo anterior produce una carga de frustración en el paciente que el médico debe ser capaz de sortear con inteligencia y delicadeza. Además, algunas industrias farmacéuticas, compañías de tecnología médica e incluso instituciones de salud privadas, pueden generar en el médico un conflicto de intereses que preocupa, ya que podría desviar sus buenas decisiones en torno a su paciente, en pos de algún beneficio propio, como la notoriedad o el lucro, apartando su conciencia de lo que es moralmente lícito30,31 y de los principios éticos de la práctica médica. Entre estas penosas actividades podemos enlistar las siguientes:4,31-36 • Aceptar regalos: comidas, pagos para dar o asistir a conferencias, congresos, viajes, etc. Para el médico, la carga de trabajo es interminable; se acompaña de bajos salarios, incomodidades, escasos insumos para laborar, alta presión, exigencia progresiva de la comunidad y la constante preocupación por quejas y demandas jurídicas,4,28 lo que le genera falta de motivación, desinterés, poca tolerancia, importante estrés e incluso síndrome de burnout. Si a esto agregamos la falta de estímulos y reconocimientos, el resultado es, comúnmente, una atención burocrática, despersonalizada, distante y algunas veces, de mala calidad.16 • Percibir compensaciones de compañías de seguros privados por limitar servicios a los asegurados. • Recibir fondos para proyectos de investigación. • Establecer consultorios médicos al amparo de cadenas de farmacias con manejo de medicamentos de calidad desconocida. • Recaudar pagos por servicios de “publicaciones fantasma” y la provisión de muestras médicas. A pesar de que este ciclo vicioso se entiende, no se justifica, ya que se está faltando a la esencia de nuestra misión como profesionales de la salud. En el polo opuesto, los servicios de salud privados brindan generalmente, atención más personal, amable, tecnificada y eficaz; este pareciera ser el escenario ideal para la búsqueda de la salud, pero si no se procura el buen trato, se corre el riesgo de que la RMP se desvirtúe al contaminarse con tensión y desconfianza re- • Pagar y cobrar comisiones por referir enfermos. • Obtener compensaciones por utilizar determinados gabinetes y laboratorios. • Realizar “tratamientos excesivos”: cuidado a la salud innecesario que comprende, desde el uso sin sentido de estudios y tratamientos farmacológicos, hasta la epidemia de cirugías altamente cuestionables. 83 Bioética Desarrollo tecnológico • Otorgar “inmunidad” al “médico productivo” a pesar de repetidos comportamientos erráticos desde el punto de vista de la ética y la lex artis. Sin duda, el desarrollo tecnológico puede incidir positivamente en la salud, pero también puede tener efectos indirectos indeseables en ella. Con frecuencia el médico confía “ciegamente” en la “tecnología moderna”, piensa que es la panacea y la usa de forma indiscriminada generando “una espiral diagnóstica sin fin” cuyos resultados pueden ser inadecuados.41,42 Esa forma de actuar le resta importancia a los cimientos de la consulta médica (el interrogatorio y la exploración física), dando la impresión de que la presencia curadora del médico es cada vez menos importante;4 tanto así, que el acto médico se convierte en un servicio técnico más, que podría obtenerse mediante una computadora.16 En muchos casos, la “información” obtenida por esta vía, hace creer a las personas que ellos pueden manejar sus problemas de salud adecuadamente teniendo a los médicos como consultantes ocasionales3 (…y en muchas ocasiones, sólo por vía telefónica). Es importante estar informados, pero también lo es estar bien aconsejado con respecto a los datos que se obtienen por ese medio de comunicación.43 Una buena parte de la sociedad considera a las nuevas tecnologías como “infalibles” y además, no acepta el error humano.41 Estos ingredientes combinados pueden suscitar malentendidos y ser de peligrosas consecuencias si el médico no explica cuidadosamente al paciente los alcances, limitaciones, pros y contras de estas tecnologías. El uso de la tecnología debe ser racional, correcto y ético para impedir que le gane la carrera al humanismo.42 • El cobro de un médico a un paciente que está fuera de su competencia sólo por visitas “sociales” o porque es “su paciente”. • Adquirir privilegios por “productividad” en determinados hospitales privados. • Influir en el paciente de una institución pública para tratarlo en una privada, con el fin de cobrar honorarios. • Cirugías traslapadas. Este último punto se discute actualmente incluso en el senado de los E.U.A., a raíz de su exposición a la luz pública en agosto 2015 por el periódico Boston Globe37. Las cirugías traslapadas son aquellas en las que el cirujano de un procedimiento aun sin terminar, se traslada a una sala diferente para iniciar otro. Quienes defienden el hecho hablan de eficiencia, pero por otro lado está otro grupo de personas que reprueban el hecho dado que puede violar la confianza del paciente. Cabe mencionar, que en los consentimientos informados de estos pacientes no se mencionó que el cirujano procedería de tal forma. Todas estas formas de conflicto de interés, seguramente pueden incluirse en el concepto de “las formas menos nobles de ejercer la medicina” de Pedro Laín-Entralgo,38 ya que se pueden provocar incremento en los costos y graves consecuencias potenciales para los pacientes y para las Instituciones de Salud, como lo ejemplifica el Dr. Rivero-Serrano en su trabajo: “Ética en la Medicina Actual31 y los trabajos de otros conocidos autores nacionales e internacionales.33-35 Independientemente de la raíz de este comportamiento “médico”, estas acciones son censurables y algunas, hasta sancionables. Estas situaciones deberán ser evaluadas y resueltas por los comités de ética aunque no lleguen a instancias jurídicas o deriven en consecuencias que lamentar, ya que se lacera la imagen de la medicina ante la sociedad,39 amén de que la ansiedad, el dolor y el sufrimiento de un paciente pueden ser enormes. “Los médicos no solemos denunciar los fraudes que se cometen contra la salud y contemporizamos con su existencia” comenta el Dr. Lifshitz.40 Propuestas para mejorar el trato en la RMP Entonces, ¿Cómo establecer un trato armónico y pleno? Las experiencias de la consulta están influenciados por el contexto en el que los pacientes y el médico se encuentran.1 Intervienen factores como el nivel cultural de ambos, actitud y carácter del enfermo, la personalidad del médico, la intervención de otros profesionales sanitarios y las condiciones impuestas por las terceras partes, como: familia, hospital, administración, compañías de seguros, disponibilidad de recursos y tiempo.28 84 Al rescate del trato médico humano hacia los pacientes es lo que quiere, y explicar lo que se puede hacer y lo que no, platicando las alternativas. El médico debe ser consciente del tiempo de espera y recordar que: “persona que espera es persona que sufre”.44 Hay que recibir al paciente de forma cordial, propiciar un ambiente cálido, escuchar cuidadosamente, establecer una comunicación bidireccional fluida y respetuosa priorizando el “cómo se dice” sobre el “qué se dice”, obtener suficiente información de forma metódica y ágil pero afectuosa; hay que favorecer empatía que genere confianza, mantener una actitud clínica flexible y entender quién está padeciendo. Esto propiciará la comprensión y aceptación mutua, la adherencia al tratamiento y la intervención eficaz.25 Jason Konvicka, abogado estadounidense experto en litigios médicos, recomienda a los pacientes: “No dude en buscar otro médico si percibe que no está recibiendo el cuidado apropiado. Su salud es demasiado importante como para depositarla en manos de alguien que no ha ganado su confianza, no contesta a sus preguntas o no le otorga a usted el tiempo y la atención adecuada”.50 Valdrá la pena entonces, retomar de forma definitiva y urgente términos como empatía, prudencia y valores morales. La empatía es un concepto multidimensional, es un atributo cognitivo más que afectivo, que involucra el entendimiento de las experiencias y las perspectivas del paciente, combinado con la habilidad del médico de comunicar este entendimiento al enfermo.51 Se trata de ponerse en el lugar del otro, escuchar su decir, ver desde su mirada y sentir su sentir.25 El (la) paciente suele revelar contenido trascendental a su médico cuando realmente se le presta atención,45 pero esta información invaluable es frecuentemente pasada por alto durante la entrevista.46,47 En este sentido, el Dr. Suchman48 del Departamento de Psiquiatría de la Universidad Rochester, Nueva York, menciona que: “es limitante pensar que sólo lo que percibimos a través de los cinco sentidos es para tomarse en cuenta científicamente”. El ser humano tiene una necesidad innata de “conexión”, “pertenencia” y “sentido”, que se agudizan durante la enfermedad. Además, los mecanismos normales para lidiar con situaciones complicadas están mermados y el paciente se siente indefenso, inseguro y aislado. A su vez, a decir de Moreno52, la prudencia es la síntesis de todas las virtudes y punto clave en el médico. Es una virtud intelectual y moral, es la capacidad de deliberación y sensatez para buscar ser siempre la mejor persona posible y realizar la mejor acción posible. El desarrollo de los valores morales es clave para garantizar el cumplimiento exitoso de la gestión de los integrantes del equipo de salud y para superar la actual tendencia universal a la deshumanización de la medicina53, pero entendamos que “el carácter moral no proviene ni de una imposición ni de un contrato, sino del mismo sujeto moral”.52 Cuando esto se logra identificar en el paciente, éste se siente conmovido, entendido y acompañado en su sufrimiento; esto es un punto inicial y crítico para sanar. Si esto no se logra, suele presentarse un sufrimiento caracterizado por la sensación de un gran vacío, como el que se puede observar en pacientes con alcoholismo y drogadicción. El reconocimiento del sufrimiento del paciente legitimiza sus experiencias y les otorga un sentimiento de integridad, plenitud y valor. Cabe aquí mencionar un proverbio árabe: “quien no comprende una mirada, tampoco entenderá una larga explicación”.49 En este mismo orden de ideas. ¿Qué sucede con los valores de los médicos en formación? En general, a los estudiantes de medicina de hoy, los motiva el compromiso con las personas54 ,el gusto por la academia y la investigación científica, la influencia familiar y la aspiración a un alto estatus social y económico.56-58 Ellos inician su entrenamiento con mucha emoción, con escaso conocimiento de las condiciones laborales actuales del ramo y un pobre entendimiento de los retos por venir, además del efecto de éstos sobre su bienestar emocional, físico y psicológico y será sólo hasta estar totalmente inmersos en la medicina, cuando puedan comprender completamente la experiencia.58,59 Es necesario desarrollar la inteligencia emocional para tranquilizar y conciliar. No olvidemos que un paciente enojado es una potencial demanda, y es el médico y no el abogado, el que se encuentra en la mejor posición de difuminar la irritación del enfermo. La ira es la forma en la que la gente responde a necesidades o expectativas no satisfechas. Según Huntington,26 la forma más recomendable de actuar en esta situación, es evitar la confrontación, permitirle al paciente hablar sin ser interrumpido, tratar de empatizar, entender qué Las expectativas con respecto a su práctica profesional futura varían anualmente60 al enfrentarse a las 85 Bioética dad y la incertidumbre, hacen que el paciente pierda sus marcos referenciales naturales.19,25 exigencias del estudio, la poca disponibilidad de tiempo libre, a sus primeros contactos con la ausencia de profesionalismo médico, la falta de interés, y el no pocas veces trato hostil (por decir lo menos), de algunos educadores y de la “jerarquía hospitalaria”. Al final, el empeño por convertirse en médico supera las desilusiones pero generalmente se pierden algunos de los valores con los que ingresaron a la escuela; también se contaminan con actitudes y comportamientos que en un futuro dañarán la forma de interactuar con sus pacientes y compañeros de trabajo.61-63 Tenemos, como médicos, la oportunidad y el privilegio de acceder a todas las formas de experiencias humanas y de ver nuestras percepciones, conocimientos, habilidades y valores, contribuir directamente al alivio de otra persona.47 No hay razón por la que no se pueda cristalizar un trato humano, digno o adecuado. No nos convirtamos en el estereotipo del médico de Tolstói, preocupado por un formalismo vacío, fijo en el tratamiento memorizado de enfermedades y pasando totalmente por alto la significación humana.66 Es necesario dejar de ver al paciente sólo como una enfermedad; debemos hacer a un lado nuestra miopía y recordar que ellos, como nosotros, estamos conectados a éste mundo, a otros seres humanos y a una historia de vida única... Hay que tratarlos como personas.67 Tradicionalmente, las instituciones formadoras de médicos de pre y posgrado, se enfocan en acrecentar los conocimientos y habilidades de sus educandos dejando atrás aspectos como la comunicación, los valores, el respeto y la ética. Es de suma importancia que en México, este tipo de organizaciones (públicas y privadas), monitoricen la evolución de sus estudiantes a lo largo de su entrenamiento, ya que es su misión y responsabilidad el seleccionar a aquellos individuos que reúnen las cualidades y rasgos de personalidad adecuados para ser un buen médico.64 De éste modo, se podrá ofrecer a la sociedad la mejor práctica médica posible, amén de disminuir el índice de deserción y costos al estado. La condición de un paciente puede deteriorarse, mejorar, curarse o permanecer igual, pero idealmente éste debería estar siempre satisfecho de la manera en que fue tratado por su médico. Si éste último no se siente capaz de lograr este cometido, debería referir al paciente con alguien más. Consideraciones finales Entonces… ¿Cómo es que el paciente quiere ser tratado por su médico? Pues de forma individualizada, con tiempo de calidad, de forma expedita, cálida, respetuosa, solidaria, empática, competente, ética, honesta y consciente de su sufrir; que permita una comunicación fluida y transparente, con conocimiento científico actualizado, basada en las mejores prácticas destinadas a la curación, el mejoramiento o la paliación del problema del paciente, pero centrada en las decisiones educadas (ampliamente comprendidas) del enfermo a partir de un detallado consentimiento informado y ubicándolo en expectativas realistas. La enfermedad expone la naturaleza del ser humano, sitúa a la persona ante sus límites e incluso ante la posibilidad de la muerte. Lo enfrenta a la necesidad de restituir sus valores básicos, discernir entre lo principal y lo accesorio. Lo conduce a encontrar un sentido diferente y contar con su “capital psíquico” para afrontarla. Además, cuando un paciente requiere hospitalización, el aislamiento, la suspensión de la autonomía, los procedimientos médicos, la inseguri- ¿Cómo quisiéramos ser atendidos nosotros cuando la enfermedad nos afecte? Cuando nos veamos en la necesidad de cambiar esa poderosa bata blanca que se abotona por el frente por aquella más ligera y transparente que se anuda por detrás. Más aun, ¿Qué atención médica desearíamos para nuestros hijos(as), padres, hermanos(as) o cónyuges? Pues eso, precisamente, es lo que estamos comprometidos a ofrecer a nuestros pacientes, nada más y nada menos. En nuestro país, La Asociación Mexicana de Facultades y Escuelas de Medicina A.C. (AMFEM)65 establece, desde el 2008, siete competencias genéricas necesarias en el perfil del médico general, algunas de ellas relacionadas con la ética y el profesionalismo, con la calidad de la atención médica, con el trabajo en equipo y con la atención comunitaria. Sería interesante conocer los procesos de evaluación y medición del cumplimiento y la efectividad de los programas universitarios y los de las instituciones de salud, para desarrollar esas competencias y ver publicados sus frutos. 86 Al rescate del trato médico humano hacia los pacientes Bibliografía 1. Ridd M, Shaw A, Lewis G, et al. The patient-doctor relationship: a synthesis of the qualitative literature on patients’ perspectives. Br J Gen Pract.2009;59:268-275. 13.Health Services Research Group. A guide to direct measures of patient satisfaction in clinical practice. Can Med Assoc J.1992;146(10):1727-1731. 2. Ong LML, de Haes JCJM, Hoos AM, et al. Doctorpatient communication: a review of the literature. Soc Sci Med.1995;40(7):903-918. 14. Aharony L, Strasser S. Patient satisfaction: what we know about and we still need to explore. Medical Care Review.1993;50:49-79. 3. Truog RD. Patients and Doctors – The evolution of a relationship. N Engl J Med.2012;366(7):581-585. 15. 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