CLAVES PARA EL SIGLO XXI 9. INFORMACIÓN, REDES E

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CLAVES PARA EL SIGLO XXI
9. INFORMACIÓN, REDES E IDENTIDADES
Aunque los términos «información», «redes» e «identidades» se refieren a
realidades que no son nuevas, el desarrollo de las nuevas tecnologías en el
terreno de la información, la comunicación y la genética les han
proporcionado nuevas posibilidades. La expansión de Internet y el
crecimiento generalizado del flujo de información están destinados a
transformar el panorama económico, social y cultural. ¿Conducirán las redes
del siglo xxi a la disolución de la democracia o a reforzar los lazos sociales? ¿Se
transformará la sociedad de la información en el siglo xxi en una sociedad del
conocimiento o en una sociedad del secreto organizado? ¿Van las identidades
a reemplazar la ciudadanía, o ayudarán a reforzarla y reinventarla?
Apuntes “CLAVES PARA EL SIGLO XXI / INFORMACIÓN, REDES E IDENTIDADES
Recopilación D.G. Mónica Polanco
Manuel Castells*
A medida que nos adentramos en un nuevo siglo, todas las transformaciones
políticas, económicas, culturales y sociales que experimentamos en la actualidad
suceden de una forma que tiene sus orígenes en la revolución tecnológica. Aunque
esto no tiene una relación directa de causa efecto con los cambios actuales, sin
embargo constituye una poderosa palanca de acción.
LA ACELERACIÓN DE LAS REVOLUCIONES TECNOLÓGICA Y BIOLÓGICA
Lejos de actuar de una manera descentralizada, la revolución tecnológica, está
estableciendo una relación entre servidores gigantes, que organizan masas de datos
informativos extremadamente grandes, y una multitud de aparatos y máquinas
portátiles conectados a la red, que procesan aquella información. La era de la
tecnología en red ha reemplazado la era del ordenador personal (los ordenadores
personales, los ordenadores centrales de IBM, etc.). Mientras que en el corazón de
las revoluciones industriales anteriores estuvo la energía, hoy la fuerza conductora
que está detrás de los cambios actuales es el software.
Internet no es sólo un medio de comunicación: también representa la crea-. n de una
red interactiva de comunicaciones globales. Actualmente, en Estados Unidos, el 95
por ciento de las escuelas y el 30 por ciento de los hogares como en Uruguay) están
conectados, y el número actual de usuarios de Internet — 150 millones— se elevaría
en 2001 a 500 millones. En otras palabras, el acceso a Internet avanzará como avanzó
el acceso a la televisión; el problema, pues, no es tanto el acceso a la red como su
utilización.
Sin embargo, ciertas poblaciones, como la de Burundi, no tienen acceso a ella; como
tampoco lo tienen a la electricidad y, ál mismo tiempo, están siendo devastadas por
el sida. Los estudios empíricos muestran que mientras el acceso a Internet favorece
el proceso de aprendizaje de los niños que ya son cultural-mente privilegiadas,
bloquea el de los niños que no se han criado en un entorno cultural favorecido. En
consecuencia, las desigualdades en términos de educación e información crecen.
La otra revolución que se está produciendo a medida que nos adentramos en el siglo
xxi es la revolución biológica. En la actualidad, la ingeniería genética está
modificando nuestra capacidad de actuar en las fuentes y las formas de vida. Estas
dos revoluciones convergen e interactúan de manera creciente creando una
revolución de la genética-comunicación.
Manuel Castells es profesor de Sociología y Planificación Urbana y Regional, y director del Cerner for
European Studies en la Universidad de Berkeley, California. Es autor de unos veinte libros, entre los
cuales están The Rise of the Network Society (1996), The power of Identity (1997) y Emi of the
Millennium (1998).
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LA NUEVA ECONOMÍA
Una economía de la información. Hoy la competitividad reside en la capacidad de
producir conocimiento y de procesar información. Los economistas que, como los del
grupo MIT Economics, siguen negando la relación que existe entre la revolución
tecnológica y la mayor productividad están cada vez más aislados. Es cierto que sus
observaciones se basan en categorías derivadas de la sociedad industrial, pero estas
categorías aún nos permiten observar cambios.
Actualmente, la productividad de un trabajador está aumentando en una proporción
del 4 por ciento anual en Estados Unidos (el doble de la de los años sesenta y cuatro
veces mayor que en la década de 1970 y 1980). Primero fue necesario transformar
organizaciones que se habían burocratizado más con los ordenadores, y encontrar o
formar trabajadores cualificados capaces de manejar estas tecnologías. Pero,
después de veinte años de preparación, se han registrado finalmente grandes
mejoras en la productividad.
Una economía en red. La red es una forma muy antigua de organización de la
actividad humana, cuya ventaja principal es la flexibilidad. Hoy, esta flexibilidad se
desarrolla y organiza no sólo entre empresas sino también entre individuos dentro de
las empresas. Lo nuevo es la posibilidad de resolver, gracias a la tecnología, la
principal desventaja con la que hasta ahora se ha tropezado: la complejidad de las
redes.
Las tecnologías permiten tanto coordinar un proyecto como descentralizar su
ejecución. Great Sysco Systems, una empresa basada en la operación en red, tiene un
valor de mercado de 180.000 millones de dólares, unas cuatro veces el de General
Motors.
Una economía global. Esta economía en red no está globalizada, es global. Se ocupa
sólo de ciertas actividades estratégicas —que no incluyen el trabajo— teniendo la
capacidad de funcionar en tiempo real. Vale la pena señalar que en el mundo
capitalista de la nueva economía, el capital, a través de la intermediación de los
mercados financieros, se ha globalizado: cada día, casi 1.600 miles de millones de
dólares (una suma mayor que el PIB de Francia) cambian de manos en los mercados
financieros, y el valor de los derivados financieros es doce veces mayor que el PIB
mundial. Estas cifras no muestran que vivamos en una economía financiera, sino que
todo el valor añadido se invierte en los mercados financieros; por ejemplo, en fondos
de pensiones que son los mayores inversores globales.
En la actualidad, los inversores no se preocupan tanto por la rentabilidad como por el
crecimiento del valor de mercado de las empresas. Este aspecto es fundamental,
porque el valor de mercado de las compañías que basan sus negocios en Internet
está creciendo a un ritmo increíble, a pesar de que en el terreno de los beneficios no
están haciendo gran cosa. Por ejemplo, el valor de mercado de Yahoo, que da
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empleo a 1.000 personas, es mayor que el de Boeing. Amazon tiene un valor de
mercado doble que el de todas las empresas rusas que operan en los mercados
financieros.
Un hipertexto electrónico. Otra transformación fundamental reside en la constitución
de un hipertexto electrónico en el que se ponen en relación lo local y lo global, lo
escrito y lo hablado, la imagen y el sonido, y otras formas de expresión. La
combinación de televisión e Internet que actualmente está en marcha refleja este
fenómeno que hace posible la comunicación global. Hoy el problema es quién
controlará el protocolo, la distribución y la producción del contenido de los 700
canales que las bandas de frecuencia pueden distribuir.
LA EXPLOSIÓN DE LAS IDENTIDADES
Las transformaciones políticas, económicas, sociales y culturales que conlleva la
aceleración de la revolución tecnológica y la entrada en la Era de la Información son
indisociables de la explosión de identidades que se observa por todo el mundo
(excepto en Europa occidental).
Estas identidades se definen principalmente en términos de la religión, la et-nicidad,
la nación, el territorio, el género sexual y lo individual en las microco-munidades. En
las redes se expresan según un principio alternativo no instrumental de crecimiento
del valor de mercado que domina la organización técnica y económica de nuestras
sociedades.
LA CRISIS DEL ESTADO NACIÓN
Junto a esta transformación (globalización y nuevas relaciones técnico-económicas) y
a la explosión de esas identidades definidas en términos culturales y no
institucionales, estamos presenciando una crisis del Estado-nación.
El Estado-nación, que se construyó durante la época moderna, está en primer lugar
experimentando un crisis de eficiencia. El Estado ya no consigue controlar el flujo
global de la riqueza, la información, las tecnologías y el conocimiento científico
(tampoco el flujo de dinero negro del crimen organizado). Está experimentando
también una crisis de legitimidad: el mundo plural de identidades no acepta ya la
idea de integración en el mundo racionalista abstracto del liberalismo económico o
del marxismo, ni tampoco en el molde de la identidad cívica. Pero el Estado es
esencial para la sociedad, y no estamos presenciando, como querrían los
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neoliberales, el «fin del Estado». En realidad, los Estados, confrontados con el reto
que tienen delante, se han transformado reaccionando de dos formas: por una parte,
han organizado asociaciones para la defensa del aparato del Estado creando o
reforzando un cierto número de instituciones internacionales, de las cuales la Unión
Europea es la más desarrollada; por otra parte, se han vuelto hacia las organizaciones
regionales y locales preocupadas por el respeto a las identidades autónomas, y
también hacia las ONGs (a las que yo llamo organizaciones «neo-gubernamentales»,
puesto que todas están subvencionadas por los gobiernos).
Este cuerpo de redes, compuesto de interacciones que involucran lo supranacional y
lo local, abarca el nuevo Estado (lo que yo llamo el «Estado red») que, por medio de
negociaciones, estrategias y alianzas, comparte el poder.
LA ORGANIZACIÓN Y LA GESTIÓN DE LOS FLUJOS
Una lógica de red conecta lo que tiene valor, y una lógica de identidades actúa sobre
los códigos culturales que organizan el comportamiento. En este contexto, tanto el
dinero virtual, un ingrediente básico de las redes instrumentales, como las
identidades enraizadas en la experiencia luchan en las redes electrónicas. Los
fundamentalistas, por ejemplo, no desprecian Internet.
Estos flujos de poder están acompañados por un «poder de los flujos» que los
trasciende: los mercados financieros que dictan las políticas financieras de todo el
mundo por medio de la lógica abstracta. Además, la información de diversos tipos,
transportada por los medios de comunicación, crea los temas y problemas sobre los
que los políticos dan a conocer sus puntos de vista, usando estos canales varias veces
al día (en particular durante los períodos electorales) con el fin de medir el impacto
de sus acciones sobre la opinión pública.
No se trata de una conspiración de individuos que pretenderían mofarse de las reglas
democráticas. Los políticos transmiten imágenes devueltas por la opinión pública,
que se forma en los medios de comunicación. Así, el desafío fundamental es
reconstruir unas instituciones políticas capaces de integrar esta pluralidad de
identidades en una sociedad «acogedora» a la vez que se negocia la relación entre
los flujos globales y las experiencias locales. No tengo ninguna fórmula que ofrecer
en este terreno: les toca a los políticos y a quienes toman las decisiones encontrar
soluciones.
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JOÉL DE ROSNAY*
PODER
Etapas en la historia de la comunicación. ¿De qué forma podrían los seres
humanos recobrar el poder de hablar y comunicar a través de las redes? Hace siglos,
los eclesiásticos consideraron la palabra escrita como un riesgo importante para la
humanidad porque supondría la pérdida de la memoria. La imprenta (la
industrialización de la palabra escrita), el correo, el teléfono, la televisión, la radio y
el ordenador han marcado, cada uno de ellos, un paso importante en la historia de la
comunicación. Pero la gran novedad de hoy es que podemos ser activos. Éramos
pasivos con relación a la palabra escrita (son escasas la personas capaces de escribir y
ser publicadas), como lo somos respecto del correo, la televisión o el teléfono (este
último transmite señales gracias a un sistema por el que pagamos cuentas e
impuestos y del que no somos responsables). Ahora nos estamos volviendo activos e
incluso interactivos: tenemos la posibilidad de crear texto; de imprimir; de ser
nuestro propio servicio postal, gracias al correo electrónico; de ser nuestro propio
productor de televisión, gracias al vídeo, en Internet. Así, se nos otorga el nuevo
poder casi por definición. Nos estamos volviendo interactivos e intercreativos.
Las apuestas del poder. Las nuevas apuestas del poder se basan en dos posibilidades sorprendentes: la intermodularidad y la interconmutabilidad.
La intermodularidad se ha alcanzado ya. Gracias al protocolo TCP/IP, redes muy
diferentes (teléfono, satélite, coaxial en el caso de la televisión, hertzianas o incluso
eléctricas) se pueden interconectar y transmitir señales multimedia. Sin embargo, el
fenómeno más extraordinario es la interconmutabilidad. De forma opuesta al correo
postal, que se encarga de la conmutación de nuestras cartas gracias a una oficina de
clasificación, o la telecomunicación, que es responsable de la conmutación de las
llamadas, Internet nos permite, a nosotros mismos, crear hipervínculos en una
página propia, o en la de una empresa o asociación, que remite a una persona a un
lugar en cualquier parte del mundo.
* Joél de Rosnay, que es doctor en Ciencias, ha sido investigador y profesor en el
MIT, y fue Director of Research Applications en el Instituto Pasteur. En la actualidad
es director de estrategia en la Cité des Sciences et de l'Industrie de La Villette de
París. Es autor de Les rendez-vous dufu-tur (1991) y El hombre simbiótico (1996), y es
coautor de La historia más bella del mundo (junto con Hubert Reeves e Yves
Coppens, 1998).
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¿Hacia un nuevo tipo de ciudadanía? La cuestión es si nos estamos desplazando
hacia un nuevo tipo de ciudadanía, una nueva forma de democracia, un nuevo poder
o una nueva representatividad. Recuerdo que, hace dos o tres años, en el foro
económico de Davos, un político internacional explicó lo grande que era el reto que
planteaban las redes: era fácil responder a ciertos tipos de conducta típica de los
electores o manifestantes —por ejemplo, interviniendo en los medios o enviando a
las fuerzas de seguridad del Estado—, pero no existía ninguna respuesta para
responder al desarrollo de esta nueva ciudadanía que halla expresión a través de las
redes. Por consiguiente, descubrimos que existe un déficit de poder y de
representatividad.
IDENTIDAD
La identidad nace de una nueva relación con el tiempo y el espacio. Más que una
red, Internet es un sistema de comunicación global, de ahí el término «ciberespacio».
Yo diría que es una cuestión de «cibertiempo-espacio», que comprende de manera
simultánea espacio y duración. El término preciso es «ecosistema informacional».
Este ecosistema, que acelera los procesos de evolución, tiene raíces lejanas. Hasta
hoy, la evolución biológica era la que permitía «inventar» la diversidad. Este proceso,
que requería una aclimatación al mundo real, duraba millones de años. Sin embargo,
una especie, dotada de un cerebro, ha creado un segundo mundo: el mundo de la
imaginación. De este modo, el mundo tecnológico se ha apropiado en parte de un
atributo del mundo biológico. Al inventar una rueda, una ala o un lápiz, el hombre
puso a prueba sus ideas en la esfera abstracta del lenguaje matemático, las fórmulas
y los diagramas. La consecuencia directa de esta proeza imaginativa es que la evolución tecnológica se ha medido en siglos y no en millones de años. El mundo virtual
creado por las redes y los ordenadores es, en la actualidad, un tercer mundo. Ahora
mismo, no sólo podemos diseñar casas, herramientas o motores, también podemos
intercambiar información con otros individuos para conocer si las casas se pueden
visitar, si las herramientas se engranan y si los prototipos funcionan adecuadamente.
Este mundo virtual creó la nueva forma de aceleración que experimentamos hoy en
día: nos estamos desplazando desde la evolución biológica y tecnológica hacia la
evolución digital con una rapidez cada vez mayor.
De este ecosistema informacional, una especie de red «neuronal» de la que
somos una parte, surge y crece un problema de identidad. La cuestión es si estamos
integrados en una entidad que nos trasciende, o si mantenemos intercambios entre
individuos que preservan su propia identidad. ¿Somo identidades de la red o somos
la red? La teoría de las redes indica que somos ambas cosas, el todo y la parte. Pero
la política, la moral, la ética e incluso ciertas aspiraciones espirituales deben
responder a esta cuestión fundamental.
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SOLIDARIDAD
La relación entre los sistemas de telecomunicación de alta velocidad, el vídeo
interactivo en la televisión y el poder de los microprocesadores así como de las
memorias interconectadas crea las bases para la convergencia tecnológica y las redes
de intercambio interactivo. Esta infoestructura (casada con la infraestructura) nos
conduce progresivamente hacia la idea de solidaridad.
En El hombre simbiótico, hago referencia a tecnología como los algoritmos
genéticos —que permiten a los ordenadores inventar sistemas cada vez más
complejos sin necesidad de programación humana—, las nanotecnologías, la
bioelectrónica y las interfaces directas entre el cerebro humano y las máquinas.
Ciertamente, las experiencias/experimentos cotidianos que involucran estas tecnologías muestran que el próximo paso en la evolución de las comunicaciones entre
el hombre y el ordenador no serán ya simplemente biomecánicas, con teclados,
ratón y monitores. Crearán una interfaz incluso más estrecha entre el hombre y las
máquinas, una verdadera simbiosis.
Evolucionaremos desde el ordenador personal hacia la red personal, que nos
seguirá a todas partes con sus aplicaciones portátiles y los sistemas de comunicación
via satélite. Así, podremos navegar por Internet gracias a los teléfonos móviles con
un output de dos millones de bits por segundo. Todo el mundo tendrá la posibilidad
de crear su propio canal, al igual que cualquiera puede hoy crear su propia página
web en Internet.
Pero, aparte de un tipo de contaminación informativa, esta evolución puede crear
nuevas posibilidades de exclusión o de integración en virtud de la aceleración a la
que nos someta. ¿Estamos avanzando hacia una explosión de la diversidad que
permita a los individuos comunicarse entre ellos desde un extremo al otro de la
Tierra o, por el contrario, hacia nuevas divisorias entre quienes pueden usar estos
sistemas abstractos, complejos y costosos y quienes se quedan atrás por falta de
acceso a la educación y al entrenamiento en el uso de estas redes? En otras palabras
¿estamos avanzando hacia el compartir y la simbiosis, o hacia mundos que corren a
velocidades diferentes?
Yahho, que ha logrado entrar en la publicidad gracias a la información que vendió al
principio, está cambiando hacia una velocidad mayor al comprar una parte de
Broadcast Com por 5.700 millones de dólares. Esta compra le va a permitir entrar en
el mercado de la emisión de publicidad en televisión en Internet. Nuestro papel es
dar la educación necesaria para superar el vacío creado por esta aceleración y al
hacerlo ayudar a evitar una especie de «selección natural» (en la expresión de
Darwin y, antes que él, de Malthus) o «exclusión competitiva», como la que practican
ciertos países, regiones o empresas que se comprometen en la autoselección.
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ADAPTABILIDAD
La comparación entre Europa y Estados Unidos lleva a hacer comentarios por
parte de algunas personas con respecto al atraso europeo, en particular citando a
Francia, que se ve supuestamente disminuida por su Minitel. Personalmente prefiero
decir que Francia está «apartada»: los franceses prefieren ver cómo pueden
reintegrar estas técnicas y situarlas en un contexto social en evolución. Gracias a
Minitel y la cultura interactiva, estamos en el proceso de recuperar una posición
dirigente.
Sin embargo, al distanciarnos de este modo, los franceses podríamos acabar
quedando atrás. En cualquier caso, está claro que las estructuras jacobinas tradicionales de la Europa latina se oponen a la aparición de esas redes. Países como
Finlandia, los Países Bajos y Dinamarca, que están acostumbrados a la autonomía y la
responsabilidad individual, integran con mayor facilidad las redes, ejerciendo más
plenamente su libertad dentro de este vasto contexto del conocimiento compartido.
No obstante, la adaptabilidad es el activo fundamental que puede permitir al
hombre de mañana ejercer su poder en completa libertad y hacer frente a la aceleración actual.
APARICIÓN
Inteligencia humana colectiva. Las abejas y las hormigas son tontas individualmente, pero geniales colectivamente. En dieciséis horas, las abejas son capaces
de escoger un lugar para su colmena después de haber explorado treinta
posibilidades. De manera individual, una abeja es ciega y reacciona mecánicamente,
pero colectivamente es capaz de hallar el camino más corto a la fuente que le
permitirá llevar energía de vuelta al panal.
En algunos aspectos, el ser humano es un genio individual y un idiota colectivo. Se
considera un genio individual porque existen exámenes de graduación y otros
tipos de competiciones en escuelas prestigiosas. Pero bien podemos poner en duda
sus capacidades colectivas. Por supuesto, puede echar papeletas en las urnas, que
son los únicos medios democráticos que hasta ahora tiene a su alcance. Pero las
reacciones de las masas en los estadios demuestran la limitada capacidad de los
seres humanos para participar de una forma inteligente.
Los valores como el «subsumir» de Kant (del que derivó el concepto de subsidiariedad) o el gobernar, están abriendo progresivamente nuevos horizontes para
la inteligencia colectiva que se podrían alcanzar gracias a las redes. A pesar de que no
estoy convencido de los resultados por adelantado, esta forma de organización —
que consiste en relegar a la escala nacional, según el caso, todo lo que se pueda
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hacer de forma más eficiente a estas diferentes escalas— nos puede permitir
resolver problemas por catalización en lugar de por instrucción.
Definición del fenómeno de la aparición. La aparición es una propiedad nueva, que
se encuentra en la suma de los elementos que se adicionan, pero que no se podía
deducir o predecir en base a las propiedades de cada uno de los elementos. Este
fenómeno de sinergia se encuentra en química, en biología y en el cerebro con la
aparición de la vida o la conciencia de que la vida empieza a partir de estructuras
extremadamente complejas. La aparición es la aceleración en relación a un proceso
continuo; nos confronta de pronto con una mutación o una revolución, como la que
supone Internet.
El fenómeno de la aparición pone de relieve relaciones muy interesantes entre las
unidades y los vínculos que las unen. En la teoría de las gráficas de azar, cuando se
alcanza un umbral crítico entre un cierto número de vínculos que conectan ciertos
nodos, una curva muy plana vuelve sobre ella misma exponencialmente y, en un área
de variabilidad muy baja, el sistema explosiona. Luego recobra una forma plana
llamada «sigmoide»: en la actualidad estamos experimentando el inicio del efecto de
esta explosión.
Internet es una forma de sistema nervioso planetario o de ecosistema de información. En Symbiotic Man, describo los «cybionts» en conflicto o en interacción
unos con otros. Debemos proyectarnos cincuenta o cien años hacia adelante para
intentar comprender las grandes tendencias que, iniciándose en el futuro, nos
permitirán no prever sino más bien construir el futuro juntos, promoviendo la
aparición de esta inteligencia colectiva.
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