El Cometa Halley visto por un estudioso yucateco de principios del

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Abstraction & Application 8 (2013) 1-5
El Cometa Halley visto por un estudioso
yucateco de principios del siglo XX
Marco Arturo Moreno Corral
Instituto de Astronomía
Universidad Nacional Autónoma de México
Campus Ensenada
Ensenada, Baja California, México
E-mail: [email protected]
Abstract
In this note it is commented a paper written by Mauro Graciano Ricalde and published in 1911 in Mérida, Yucatán, about Halley’s comet
perihelion of 1910. It is exhibited that Ricalde was aware of the astronomical research related to comets of those days.1
Resumen
Se comenta un artículo de 1911 publicado por Mauro Graciano Ricalde en Mérida, Yucatán, relativo al paso que tuvo el cometa Halley
en 1910. Se muestra que este personaje estaba al tanto de las investigaciones astronómicas que entonces se hacían sobre los cometas.
El cometa que mayormente se ha observado y estudiado a lo largo de la historia humana, ha sido el llamado Cometa de
Halley, nombrado así en honor del astrónomo inglés Edmund Halley (1656-1742), quien tras estudiar cuidadosamente los
datos disponibles sobre los cometas observados en Europa, mostró que los que fueron vistos en 1531, 1607 y 1682, en
realidad eran el mismo, que se movía en torno al Sol en una órbita elíptica con un periodo aproximado de 76 años, por lo
que predijo su regreso a las cercanías de la Tierra para 1758. Esta parte de la historia y lo que ocurrió con este cuerpo
celeste desde el siglo XVII hasta 1910 en que volvió a la región central del sistema solar, le sirvió como introducción a
Mauro Graciano Ricalde Gamboa (1873-1942) en su Noticia acerca del Cometa “Halley” y breves apuntes relativos a
los cometas en general [1], publicada en Mérida, Yucatán en 1911.
Este trabajo escrito con lenguaje sencillo y fácil de entender, muestra que Graciano Ricalde se encontraba al tanto de las
ideas científicas que sobre los cometas se tenían en su tiempo, por lo que pudo explicarlas con gran claridad a sus
conciudadanos. En ese opúsculo habló también sobre los elementos necesarios para establecer el tipo de órbita que un
cometa puede seguir; elíptica, parabólica e hiperbólica y explicó cada una de ellas. En la siguiente sección se ocupó de los
elementos de la órbita del Halley, tal y como fueron calculados en 1907 y 1908 por los astrónomos ingleses del
Observatorio de Greenwich, Philip H. Cowell (1870-1949) y Andrew C. D. Crommelin (1865-1939). Con base en esos
datos, describió detalladamente las efemérides de este cometa, mencionando las fechas de mayor acercamiento a la Tierra,
tanto en su viaje hacia el Sol, como cuando comenzó a alejarse de él. Igualmente explicó porqué y cuándo fue visto como
un astro matutino o vespertino y afirmó que el 18 de mayo de 1910, el núcleo de este cometa se hallaba a 25 millones de
kilómetros de la Tierra y se desplazaba con una velocidad de 46 km/s.
Desde el punto de vista histórico, la siguiente sección de ese trabajo es de gran interés, pues habla de la hipótesis de Faye
(Hervé Auguste Étienne Albans Faye (1814-1902)), que era una de las teorías de mayor aceptación entre los astrónomos
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2000 AMS Mathematic Subject Classification 01A60
Keywords and phrases: Astronomy, Halley’s comet observations, Ricalde, Yucatán.
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El Cometa Halley visto por un estudioso yucateco del siglo XX
de aquella época para explicar la existencia de las caudas o colas cometarias. La idea central era que del Sol emanaba una
fuerza repulsiva, que al actuar directamente sobre los materiales de muy baja densidad que formaban los núcleos de los
cometas, era la responsable de que se formaran las caudas y que siempre apuntaran en dirección radial contraria a nuestra
estrella. También se ocupó brevemente de la teoría de Jules Henri Poincaré (1854-1912), que establecía que todos los
cometas se originaban dentro del sistema solar, lo que confirma que nuestro autor conocía las principales ideas
astronómicas vigentes en su época.
En la siguiente sección se ocupó de los cometas periódicos. Ahí informó de cuántos se conocían, del periodo de cada uno
de ellos y mencionó una manera fácil de establecer su velocidad. A continuación escribió la sección donde habló de las
principales observaciones que se realizaron durante el paso del Halley en 1910. En ella comentó que en Mérida, Yucatán
fue visto por primera vez el 14 de abril de ese año, cuando su cauda cubría medio grado de la bóveda celeste.2 Mediante
dos figuras sencillas pero bien hechas, mostró las dimensiones que la cola de ese cometa tuvo en los días de su máximo
esplendor. Su minuciosa observación puede apreciarse al ver en esos dibujos las posiciones de las estrellas del llamado
Gran Cuadrado de Pegaso, configurado por las brillantes estrellas αPegasi (Markeb), βPegasi (Scheat), γPegasi (Algenib)
y αAndromedae (Sirrah), así como algunas más de la constelación de Andrómeda, que fueron representadas con exactitud.
En esa sección también explicó los cambios que se observaron en la cauda del Halley, debidos a la perspectiva de los
observadores terrestres. Para ello se ayudó con otro dibujo igualmente claro y mencionó que los estudios realizados en
diferentes observatorios del mundo, mostraron que la composición química de los gases que formaban la cola eran
cianógeno e hidrocarburos.
Finalmente trató el tema de la densidad que tuvo la cauda del Halley, cuya longitud estimó en 35 millones de kilómetros.
Afirmó que a pesar de sus espectaculares dimensiones, fue muy poco densa, razón por la que nunca representó peligro
para la Tierra ni para sus habitantes. Un argumento que menciona correctamente para afirmar que esa cola fue muy tenue,
es que a través de ella fue posible mirar las estrellas de fondo, no tan sólo las más brillantes, sino también las de bajo
brillo.
En esencia éste es el contenido de la publicación a la que venimos haciendo referencia, sin embargo algo más se puede
decir sobre ella. Los avances que había alcanzado la Astronomía a principios del siglo XX, tanto en el terreno de la teoría
como en el de las observaciones, hicieron que el regreso del Halley fuera muy esperado por la comunidad astronómica
internacional, pues permitiría poner a prueba diversas ideas que se tenían sobre la naturaleza de estos cuerpos celestes, que
desde la Antigüedad habían causado pánico entre la población. El retorno de este cometa en 1909-1910 no fue diferente,
pues propició que los medios informativos de la época, fundamentalmente periódicos, propalaran todo tipo de notas
alarmantes, sobre todo cuando los científicos calcularon que la Tierra cruzaría la cola de ese viajero celeste, lo que causó
verdadera preocupación entre la población mundial, pues se dijo que la humanidad moriría envenenada por los gases
cometarios. Con razón, los astrónomos hicieron grandes esfuerzos para informar correctamente a la población sobre lo que
realmente ocurriría, por ello dieron pláticas y publicaron muchos trabajos que buscaban informar clara y correcta al
público sobre lo que verdaderamente ocurriría al pasar del cometa Halley. En México se hizo también un esfuerzo notable
en el mismo sentido, tanto por los astrónomos profesionales, como por los aficionados al estudio de la astronomía,
quienes de manera individual o formando pequeños grupos, se encontraban distribuidos a lo largo y ancho del país. Fue
con este último enfoque que Graciano Ricalde escribió el trabajo que hemos reseñado.
Información fidedigna indica que en aquellos años existió en Mérida, Yucatán, una comunidad de gentes verdaderamente
interesadas en la observación de los fenómenos celestes [2] y hemos podido identificar un grupo que seguramente fue
representativo de ese interés. Entre esas personas se encontraba el profesor Antonio Ricalde Gamboa, muy probablemente
hermano del personaje que nos ha ocupado, la profesora Consuelo Zavala C., las señoritas Carmen Heredia, Ana María
Peón Baqueiro, Isolina Pérez y Castillo, María Cárdenas e Inés Ávila, además del señor Luis Marín Carrillo de Progreso,
todos aceptados en 1911 como miembros activos de la Sociedad Astronómica de México, lo que significa que eran
entusiastas observadores del cielo. Es viable pensar que Graciano Ricalde escribió su trabajo en primera instancia para
lectores como esas personas.
Si se quiere juzgar la calidad del escrito de Ricalde, debe tomarse en cuenta ante todo, que no se trata de un trabajo de
investigación, sino de uno de difusión del conocimiento astronómico de su época, dirigido a un público con una buena
cultura general. Es evidente de la lectura que cumplió su propósito, y aunque fue publicado meses después del paso de ese
cometa, salió a la luz en momentos en que todavía se hablaba y escribía mucho en el mundo sobre el Halley.
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Este es el diámetro angular que tiene la Luna o el Sol vistos desde la Tierra.
Marco Arturo Moreno Corral
Particularmente en México se enmarca dentro de un grupo de artículos que fueron escritos tanto por los astrónomos que
trabajaban en el Observatorio Astronómico Nacional [3], como por aficionados a la astronomía con un buen grado de
conocimiento de esta disciplina, sobre todo por lo que se refiere al aspecto de la observación de la bóveda celeste [4].
En este contexto es necesario resaltar la importancia que tuvo que en Mérida, que entonces era una ciudad pequeña y sin
contaminación lumínica, existieran gentes con conocimientos adecuados para informar a los yucatecos que la presencia
del Halley no significaba ningún peligro, pues entre abril y mayo de 1910 este cometa creció en espectacularidad a la par
que en todo el mundo se propalaban augurios nefastos, así que el saber del profesor Ricalde debió contribuir a la
tranquilidad social en aquellas fechas.
Figura 1. El Cometa Halley tal y como lo observó Graciano Ricalde y como fue registrado en una fotografía tomada desde
el Observatorio Astronómico Nacional, diez días antes de que él lo dibujara.
Al comparar los dibujos que Graciano Ricalde mostró en su trabajo con las fotografías e imágenes que entonces se
publicaron del Cometa Halley, se aprecia que nuestro personaje observó en forma cuidadosa. Aunque no lo menciona en
su texto, debió usar algún pequeño telescopio, pues algunos de los detalles que puso en sus dibujos así lo muestran. La
fotografía que aquí presentamos, tomada a través de uno de los telescopios que entonces se usaban en el Observatorio
Astronómico Nacional, sirve para mostrar la calidad del trabajo observacional de nuestro personaje.
El 17 de noviembre de 1909, el profesor Luis G. León, fundador de la Sociedad Astronómica de México, pudo ver por
primera vez el núcleo del Cometa Halley a través del mayor telescopio que había en el Observatorio Astronómico
Nacional. Este cuerpo celeste fue observado en ese centro científico desde el 10 del mismo mes. León lo miró cuando
todavía no se le podía distinguir a simple vista, pero ya para entonces se había comprobado lo correcto de los cálculos de
los astrónomos, pues el cometa fue encontrado con los telescopios más poderosos que entonces existían en el lugar
esperado de su órbita. Conforme se acercó al perihelio fue aumentando su brillo. El primer reporte que se tiene sobre
haberlo percibido a simple vista en México, fue del 15 de abril de 1910, cuando el señor Elpidio López, un gran
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El Cometa Halley visto por un estudioso yucateco del siglo XX
aficionado a la astronomía que tenía un observatorio en Chignahuapan, Puebla lo miró. Como se ha dicho arriba, Graciano
Ricalde informa en su escrito que en Mérida se le vio la madrugada del 14 de ese mes [5], desgraciadamente el dato no fue
conocido por los observadores del centro del país, por lo que se consideró la primicia para Puebla.
Figura 2. El Halley visto desde la Ciudad de México.
Para mayo el Halley era todo un espectáculo, tal y como puede apreciarse en el dibujo que se anexa, hecho por el profesor
León, quien lo representó tal y como se veía simple vista en la madrugada del 7 de mayo de 1910.
Diez días después, Graciano Ricalde también lo dibujó. Al comparar ambos dibujos vemos que en los dos se pueden
apreciar claramente las cuatro estrellas que forman el Gran Cuadrado de Pegaso, solamente que en el dibujo de nuestro
personaje, el cometa se había movido cruzando esa configuración estelar y ya estaba prácticamente paralelo a las estrellas
Markab y Scheat.
En conclusión, el trabajo del profesor Mauro Graciano Ricalde Gamboa, lo muestra como una persona muy bien
documentada sobre temas astronómicos y como un buen observador de los objetos celestes.
Agradezco al matemático Jesús Efrén Pérez Terrazas, profesor de la Facultad de Matemáticas de la Universidad
Autónoma de Yucatán, quien amablemente me proporcionó copia digitalizada del texto de Graciano Ricalde aquí
comentado. También agradezco los comentarios de dos árbitros, cuyas sugerencias ayudaron a mejorar este trabajo.
Marco Arturo Moreno Corral
Referencias
[1] G. Ricalde. Noticia acerca del Cometa “Halley” y breves apuntes relativos a los cometas en general. Publicado en el
“Calendario de Espinosa” de 1911. Imprenta del “Colegio San José de Artes y Oficios”, Calle 52, Núm. 555, Mérida,
Yucatán. México, 1911.
[2] Nuevos socios. Boletín de la Sociedad Astronómica de México, Año X, núm. 117, p. 520, diciembre de 1911.
[3] F. Valle. “Informe del Director del Observatorio Astronómico Nacional, acerca de los trabajos practicados por el
personal del mismo, durante el año fiscal de 1909-1910”. Memoria de la Secretaría de Fomento, pp. 133-197. México,
1910.
[4] L. G. León. “El cometa de Halley”. Boletín de la Sociedad Astronómica de México, T. IX, núm. 100, pp. 161-169,
julio de 1910.
[5] “Escrito de Mauro Graciano Ricalde acerca del cometa Halley”. Recuperación del escrito: J. C. Lugo Jiménez, J. E.
Pérez Terrazas. Abstraction & Application 7 (2012) 25-34.
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