Carlos Lozano Nathal ¿Cuánto y cómo?... propuesta de adecuación pensionaria La orientación o reorientación de la reforma en seguridad social debe sustentarse en estudios técnico actuariales y en un análisis de necesidades de los diferentes actores. Como es de todos conocido, las reformas a la seguridad social en Latinoamérica han obedecido a diversas razones, entre las que destacan: la viabilidad financiera de algunos sistemas, comportamientos demográficos, mutación del trabajo y, en general, aspectos económicos y financieros. Las razones en cada caso para efectuar reformas a la seguridad social son similares. Las condiciones y orientaciones de ellas son diferentes y matizan rubros que en cada país, la sociedad decide que son buenos para satisfacer sus necesidades. En esos procesos, se ha privilegiado el factor económico por la generación de ahorro interno con los recursos de sistemas pensionarios y por la posibilidad de que ese factor coadyuve al fortalecimiento de mercados laborales y en general al desarrollo económico para después, propiciar el aumento del bienestar. El génesis de las reformas a la seguridad social ha sido presentado, documentado y discutido de tal forma que en ocasiones se exacerban pasiones que conducen invariablemente al establecimiento de posiciones radicales e incluso, a la descalificación de razonamientos o elementos que pudieran considerarse integrables a los sistemas de seguridad social para su perfeccionamiento. El pensamiento científico no permite ese tipo de descalificación si no es mediante el análisis riguroso de las propuestas, pero también se compromete a la defensa de ellas si existe verdad, y viabilidad en los entornos de implantación de las reformas. En ese contexto es que el presente trabajo se ha elaborado. Su objetivo en consecuencia es el de aportar algunas ideas para discusiones futuras que puedan orientar reformas en los sistemas de seguridad social o bien re orientar las reformas cuyos resultados no hayan sido satisfactorios para las expectativas de la sociedad. ¿Cuánto y Cómo?... son dos preguntas de importancia para sustentar una propuesta de modificación a esquemas pensionarios. ¿Cuánto?... debe responder al concepto de la llamada pensión digna. Las leyes establecen el concepto y dejan al buen entendedor (con pocas palabras por supuesto) el trabajo de su definición. Lamentablemente el buen entendedor para un tema tan complejo necesita más información para establecer pensiones dignas que una frase bien acuñada. Pensión digna, manutención del nivel de vida alcanzado, pensión suficiente, etcétera, serían nombres similares para el mismo concepto. En la reunión de la Conferencia Americana de Actuaría y Financiamiento (Santiago, Chile, noviembre 1998), se presentó una discusión sobre nivel de vida. Un extracto de ese trabajo se presenta a continuación: “Por nivel de vida se entiende el grado de bienestar material (bienes y servicios) de que dispone una persona para sustentarse y disfrutar de la existencia. Por otra parte, las necesidades esenciales que se deben satisfacer para que el nivel de vida tenga un mínimo decoroso son, alimentación, vestido, seguridad, servicios básicos (luz, agua, salud, etc.). En otro orden de ideas, el nivel de vida se obtiene mediante la adquisición de satisfactores como los mencionados y que, de una forma u otra, es asociable a la capacidad de adquirirlos en la forma, cantidad y volumen necesarios; por esto el nivel de vida puede medirse correlacionadamente al nivel económico alcanzado o nivel de ingresos y análisis del gasto. El nivel de vida depende de hábitos o posibilidades de consumo de la persona, pudiéndose distinguir entre las personas de los grupos de población rural o la urbana. En cualquiera de ellos el patrón de consumo es mensurable, como en las ciencias sociales, a través de la estadística y elaboración de encuestas o censos. Por otra parte las necesidades no sólo varían de un grupo de población a otro y de una época a otra, sino que pueden variar por regiones geográficas, lo que puede hacer más compleja la tarea de definición de las prestaciones a otorgar. Ante la ausencia de información en el sector sobre las necesidades y hábitos de consumo y con el objeto de estar en posibilidades de establecer un objetivo general respecto de las prestaciones a otorgar, se recurrió a la información del INEGI sobre la forma en que se distribuye el ingreso-gasto de los hogares mexicanos. Dicho análisis se presenta en el cuadro que se muestra a continuación: Como se observa del cuadro anterior, el gasto se ha agrupado en ocho dimensiones básicas. Cada uno de esos rubros refleja diferentes aspectos de aplicación del ingreso a cubrir el gasto. Este se manifiesta de diferentes formas dependiendo de los “niveles de vida” identificados en deciles. En el caso de alimentos, bebidas y tabaco, mientras que el decil I (el menos favorecido económicamente) aplica el 54.47% de su ingreso a este rubro, el decil X (el más favorecido económicamente) aplica sólo el 21.99%, es decir para los más favorecidos económicamente, por su nivel de ingresos el gasto proporcional en alimentos es menor. Si se atendiera sólo a este criterio, una “pensión digna” sería aquélla que permitiera satisfacer la necesidad de alimentación. En otras palabras, una pensión bajo ese único criterio debería ser una función inversamente proporcional al ingreso, así, en los niveles bajos una “pensión digna” debería tener un monto equivalente al 54.47% de los ingresos y en los niveles altos del 21.99%, lo que sugiere que la llamada “pensión digna” debe ser una función decreciente. Si al análisis se agrega la variable de “vestido y calzado” el comportamiento de la función sería similar, es decir decreciente pero a un ritmo menor por la composición del gasto. Si se realiza un análisis de todas las dimensiones, se podría tener un estimado del porcentaje de reemplazo que se podría considerar como “una pensión digna”. El resultado se muestra a continuación: El análisis mostrado sugiere que la respuesta a la pregunta de ¿Cuánto? debe ser una función decreciente en un rango del 80% en niveles bajos de ingresos al 60% en niveles altos. Seguramente el análisis de necesidades de pensionados puede refinarse, sin embargo, la metodología empleada ilustra que el concepto de “pensión digna” es variable dependiendo del nivel de vida. Esta forma de concebir la tasa de sustitución no es inequitativa y proporciona una forma de fijar un objetivo global de todo un sistema pensionario y que debiera de ser alcanzado. Adicionalmente se fortalece el principio solidario de la seguridad social en el sentido de dar más a quienes tienen menos. Esta metodología muestra otros aspectos de los sistemas pensionarios; quien más ingresos tiene, tiene mayor capacidad de ahorro según se muestra en el siguiente cuadro: De este cuadro se desprende que, en el gran promedio, la posibilidad de ahorro se encuentra a partir del decil VIII, en que la diferencia de ingresos menos gastos empieza a ser positiva aunque insignificante. En realidad el 10% superior o decil X es el grupo que sí tiene capacidades de ahorro. De la combinación de los cuadros anteriores se desprende que un sistema pensionario, en países con grandes imperfecciones en cuanto a la distribución del ingreso y la riqueza, pueden enfrentar problemas de suficiencia de las pensiones o establecer “pensiones dignas”. Si el cuánto queda razonablemente establecido, el cómo debiera aparecer en la escena. Hoy en día es ahora común hablar de los sistemas de beneficio definido y los de contribución definida, por lo que una explicación de ellos en este trabajo puede ser inadecuado. Lo que sí es pertinente es mencionar que en realidad esos sistemas NO son exclusivos uno con el otro, es decir, pueden cohabitar generando un sistema mixto en la definición de cómo se conforma o se puede constituir una pensión. En condiciones de igualdad, y en un análisis individual, es posible alcanzar prácticamente cualquier monto de monto preestablecido de pensión en ambos sistemas, pero en el preciso momento del retiro el valor presente de los flujos deben ser iguales es decir el valor presente de la pensión debe ser igual, por un principio básico de equivalencia, al valor del fondo que se podría disponer para cubrir vitaliciamente la pensión de un individuo. La demografía podría forzar ajustes en los sistemas de definición de las pensiones, así, si la población en análisis es vieja y enfrentamos un sistema de beneficio definido, las contribuciones o tasa de aportación requerida puede ser mayor, pero para alcanzar los mismos niveles en la misma población bajo un sistema de beneficio definido, el nivel en la cuenta individual debe aumentarse por el hipotético período corto de capitalización, con lo cual se tienen efectos similares de aumento. A su vez en poblaciones jóvenes, el nivel de capitalización (en una cuenta individual) puede ser menor, pero igual será en un esquema de beneficio definido dónde la tasa de aportación, por la juventud de la población, tendería a ser también menor. En la siguiente gráfica se presenta el comportamiento de una forma de establecer beneficios definidos (MEXICO, IMSS, Ley 1973) y otra en la que se alcanza el mismo objetivo en un plazo de 30 años con una tasa de aportación del 12% del salario a una cuenta individual: De esta forma podemos concluir que el problema no es el establecer un sistema de contribución definida o de beneficio definido. De hecho en este mismo ejercicio, asumiendo que los dos tipos de planes convivieran simultáneamente en madurez, una persona podría alcanzar en conjunto con esos planes el 87% en aproximadamente 26 años de servicios. El costo de este programa no se trata por el momento, sólo se desea ilustrar que es posible alcanzar niveles similares, en condiciones similares bajo los dos tipos de esquemas. Como un aderezo para esta ensalada se puede agregar un aspecto de manejo de intereses financieros. Los sistemas pensionarios (por vejez especialmente), tienen como característica la constitución de ahorros importantes a largo plazo. Esto es atractivo desde muchos puntos de vista: • Los fondos para pensiones crecen en forma importante en el tiempo • Son recursos de largo plazo • Son recursos estables Por ello coadyuvan a la generación de ahorro interno en los países. Adicionalmente, por ser recursos de “largo plazo” pueden tener usos alternativos en el tiempo como financiamiento de programas de vivienda de interés social o, como ha sido sugerido, puede destinarse a la inversiónproductiva, entendiéndose esto fundamentalmente como la inversión en acciones de empresas que coticen en un mercado. En los sistemas financieros de los países es común encontrar diferentes estructuras y actores en los mercados, pero destacan en casi todos ellos la existencia de bancos, casas o corredores de bolsa y aseguradores. A raíz de las diferentes reformas a los sistemas de seguridad social, en algunos países han aparecido como empresas de los mercados financieros las AFP’s, AFJP’s, AFORES o empresas con diferentes denominaciones para referirse a las instituciones que captan o invierten (o ambas funciones) fondos destinados para el retiro de los trabajadores. Aparentemente, la estructuración de un mercado financiero para ese tipo de empresas tiene un costo excesivo que puede repercutir en rentabilidad y la consecuente merma de beneficios para los trabajadores. Costos derivados desde la misma captación del mercado hasta la administración, inversión y transferencias de los fondos. Las instituciones financieras participantes de los mercados tienen derecho a participar, en un marco ético y regulado, del manejo de fondos tan jugosos y ayudar en el desarrollo económico, pero para ello deben existir o generarse las condiciones necesarias. La competencia dónde la eficiencia y el beneficio para los trabajadores prevalecen es benéfica; la que produce una merma de beneficios finales para ellos debe ser rechazada o prohibida por la autoridad. ¿Cómo satisfacer necesidades e intereses, necesidades de los trabajadores e intereses de los actores en los mercados financieros? Los intereses de los trabajadores se pueden satisfacer mediante un diseño adecuado que logre lo ya explicado sobre pensiones dignas. En cuanto a los intereses de los actores en los mercados. La sugerencia concreta es permitir a cada uno de los actores en los mercados financieros la constitución de tres instrumentos financieros para el manejo de fondos de pensiones como a continuación se indica: Los instrumentos de financiación señalados en el Grupo 1 serán aplicables a personas físicas, profesionistas o grupos minoritarios (o marginados), los del Grupo 2 a pequeñas y medianas empresas que establezcan planes complementarios a favor de sus trabajadores y los del Grupo 3 constituyen instrumentos clásicos de financiación para planes de pensiones complementarios. Adicionalmente a estos actores, deben sumarse las operadoras de los seguros sociales. De acuerdo con este planteamiento, se delinea una propuesta de adecuación a los sistemas pensionarios de la siguiente forma: Sistema general Sistema de tres pilares (modificados): PILAR I SEGURIDAD SOCIAL (MINIMOS Y MINIMOS DE ASISTENCIA) CON BENEFICIOS DEFINIDOS PILAR II PLANES COMPLEMENTARIOS AD LIBITUM DE LAS EMPRESAS PERO COMPULSORIOS (CONTRIBUCION DEFINIDA O BENEFICIO DEFINIDO) PILAR III AHORRO INDIVIDUAL (CUENTAS INDIVIDUALES) BAJO LA RESPONSABILIDAD DEL TRABAJADOR O PRODUCTOR DE INGRESOS Beneficios específicos Los pilares I y II pueden tener características de pensiones de beneficio definido, contribución definida o una combinación de ambas, siempre y cuando se reemplace adecuadamente una parte importante del objetivo (función decreciente conforme al ingreso). El pilar III tiende a fortalecer una cultura del ahorro de los trabajadores, por lo que los beneficios serán variables. Conclusiones y sugerencias Algunas de las reformas a la seguridad social no han sido, por diversas causas, lo exitosas que se esperaba. El embate económico ha afectado tanto a los programas de beneficio definido como a los de contribución definida y han generado escepticismos de la sociedad con respecto a sus beneficios. Las reformas, debido a factores demográficos como el envejecimiento, o económicos como la generación de ahorro interno, son convenientes si su orientación satisface las expectativas de la sociedad. La orientación, o re orientación, de la reforma en seguridad social debe sustentarse en estudios técnico actuariales y en un análisis de necesidades de los diferentes actores. Los niveles adecuados de beneficios deben reconocer que “pensión digna” tiene diferentes significados en diferentes niveles, culturales y económicos. La reforma hacia un sistema de tres pilares como el aquí señalado permite, entre otros: • Otorgar diferentes tipos de pensiones que en su conjunto producen pensiones dignas • Libertad para los patrones de complementar los beneficios básicos de la seguridad social • Abatimiento de costos del nuevo sistema • Mejorar las condiciones de competencia entre instituciones financieras para abatimiento de costos y no sacrificar los beneficios de los trabajadores • Fortalecimiento y ampliación de los mercados financieros • Integración más fácil al sistema de los actores del llamado sector informal La complejidad, como siempre, estriba en la forma de regulación para garantizar a trabajadores, patrones y sociedad en general, un sistema que permita el desarrollo económico pero no a costa de un gran sacrificio social. Act. Carlos Lozano Nathal Director General Nathal Actuarios y Consultores, S.A. de C.V. Miembro de la Comisión de Seguridad Social de la COPARMEX [email protected]