La constituyente y el estado federal descentralizado Prof. Oswaldo Angulo Perdomo Prof de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UC. La constituyente y estado Constitucional Debemos decir que, el Estado Constitucional no es producto de la espontaneidad, por el contrario, es producto del poder soberano de un pueblo o nación, de su reflexión, de su educación, grado cultural y hasta existencial, mejor dicho; por un poder político que nunca ha estado condicionado a formas o procedimientos jurídicos, antes o posteriores a él, se trata de un poder político superior inherente a su soberanía, instituido por una Ley o Constitución que lo crea en su sentido originario, con una subyacencia vital que lo acompaña. El Poder de los Poderes o Constituyente es uno sólo, crea, constituye, ordena y legitima, funda y refunda, es único, supremo y fundamentalmente popular. El Estado Constitucional entonces, puede y debe subsistir solamente cuando se apoya en una tradición bien asentada de civilidad e indulgencia, donde por encima, al lado, más allá o por debajo de las normas, jurídicas o nó, se encuentra el desarrollo histórico y social de un pueblo o nación, siempre envuelto en un cúmulo de contradicciones que requieren de un examen y de una prospectiva. Así como experimentamos una serie de victorias o situaciones progresistas, por lo general éstas se nos manifiestan tan sólo parciales frente a otras de crisis cada vez más difíciles, creando condiciones para el cambio, la transformación o la sustentación. De allí el vasto expediente de cambios constitucionales, que no siempre han significado la verdadera o necesaria búsqueda hacia una modificación sustancial y estructural de la dinámica política y sus variables de entorno. La verdad, es que ha ocurrido con otras naciones del continente en forma repetitiva, ya que esas revisiones o cambio constitucionales han sido generados en forma casuística, atendiendo a los propósitos y disyuntivas circunstanciales de su evolución política. Al respecto hemos sustentado y contenido tanto en formulaciones y propuestas, en el aula universitaria como cuando hemos tenido la difícil pero satisfactoria oportunidad de disertar en el foro público, de que para hablar de una auténtica y significativa Reforma Integral del Estado Venezolano, aunque no en sentido más estricto, implica una reforma general, total, o cambio de la Constitución Nacional de la República. Esta no procede, sino a través de la convocatoria a una Asamblea Constituyente, causada por un Referéndum de consulta popular aprobatorio y consecuencialmente delegatorio de la soberanía de un pueblo. En Venezuela, los enfoques reformistas, dieron lugar, a través de la Comisión Presidencial para la Reforma del Estado (COPRE), en los últimos 20 años, a una intensa labor de concretas soluciones legales en ciertas áreas, mejor dicho, abordadas y sancionadas por la vía del procedimiento legislativo ordinario. Entre ellas, importa destacar el Proceso de Descentralización Política, Administrativa y Económico - financiera iniciada a partir del año 1988, con sus fallas y defectos, pero también con sus resultados positivos sí se quiere. Por lo que también esas reformas no sustanciales han chocado con abismales intereses de grupos y un sin número de obstáculos dilatorios, siendo dicho proceso verdaderamente traumático y causante del crecimiento de un Estado o una estructura jurídico-política hipertrofiada en su fisiología por un sistema desarticulado de anárquica gerencia pública. La Constituyente necesaria del Poder Político del Pueblo en Venezuela, es una expectativa cierta de cumplimiento en breve y una perspectiva para el cambio y la transformación hacia el Nuevo Político Modelo Político del Estado Venezolano, que está exigiendo sin más demora la nación, esperanzada en ésta hora propicia para delinear su futuro. Llego la hora y hay que aprovecharla para producir con el clima Constituyente que viene experimentando la República, la necesidad de involucrarse con la divulgación y fundamentación de la propuesta Constituyente y sus materias, a los fines de la elaboración y correspectiva sanción por parte de la Asamblea Nacional Constituyente electa popularmente y autogerminada por el Poder Constituyente que la legitime, de un nuevo Texto Constitucional que derogue al anterior, Constitución ésta que a nuestro juicio está llamada a ser más conceptual y práctica que programática y tendrá en sus objetivos fundamentales de carácter estatal y orgánico, el de definir de una vez por todas la forma del Estado Venezolano como Federal Descentralizado, mediante la redistribución y desconcentración del poder, atinente a sus funciones y a la intercordinación programática de los niveles de gobierno. Debe romper con esa mordaza centralista de la unidad del tesoro, reconociéndole a los Estados o entes territoriales, los cuales debieran pasar a ser Estados miembros, así como también, a los Municipios o entes locales, la Autarquía y su Autarcía necesarias para la consolidación de sus autonomías administrativas y económicas, fortaleciendo así a los poderes locales y la autoridad de los gobernadores. Vale recordar que la vigente Constitución de la República de 1961, es producto del llamado Pacto de Punto Fijo, en el que se perfecciono la consensualidad partidista, con su concepción liberal de la Democracia Formal y Representativa. Fue promulgada el 23 de Enero de ese año y hasta la fecha, por 40 años ininterrumpidos de vigencia, ha permitido desarrollar un cúmulo de leyes y conformar un ordenamiento jurídico de cumplimiento fallido y afectado mayormente por vicios inconstitucionalidad, algunas veces declarada. Con la sanción de esta Carta Magna, se produce la derogatoria de una antigua tradición con relación al ejercicio del poder constituyente. Recordemos, que cada vez que en Venezuela han ocurrido movimientos, revoluciones o asaltos al poder, que transformar formal y sustancialmente el sistema político institucional, cuya consecuencia reclamara la sanción de una nueva carta política, ha intervino con ese propósito el llamado Poder Constituyente originario, distinto de aquel poder que se haya sometido su ejercicio a una legislación preexistente por lo que se llama Poder Constituido o derivado, mejor conocido, como Poder de Revisión, por que modifica o reforma el Texto Constitucional acatando el procedimiento especial de las normas que ella misma establece para su modificación o reforma distinto del procedimiento legislativo ordinario y éste es el caso de la vigente Constitución de 1961, cuando con ocasión excepcional del Golpe de Estado Cívico-Militar de 1958, que derrocara a la Dictadura no interviene el poder originario constituyente, sino que el propio Congreso Constituido de la República y por ende ordinario, electo en diciembre del mismo año, el que asumió la función constituyente por vía excepcional para discutir y sancionar, como en efecto se sancionó la actual y vigente Constitución de la República. El Estado Federal Descentralizado Venezuela, desde su génesis como República soberana e independiente ha sufrido y por ende experimentado una constante reiterada contradicción en cuanto a la forma del Estado. Constituye el eje central para un derecho constitucional moderno, adaptado a la transformaciones jurídico-políticas y económico-sociales, sobre éste asunto de trascendencia como le es la forma del Estado, ahora más aún, en el umbral del siglo XXI e inicios del tercer milenio, cuando es una demanda imprescindible el nuevo Estado de Derecho, social, participativo, solidario y humanista. Debemos aceptar, si concebimos al Estado, como aquel conjunto de relaciones institucionales, políticas, económicas, culturales, históricas y sociales que conducen a una nación en un territorio determinado bajo un poder jurídico - político de mando; que su vigencia institucional exige de idóneas estructuras, acordes con el proceso civilizador para que propendan a sistematizar, racionalizar y ordenar una mejor distribución territorial y funcionalmente del poder para conformar una verdadera social para el desarrollo. El actual Estado de Derecho, está en la necesidad insoslayable de administrar el cambio y ta transformación que reclama creando un equilibrio deseado, pero lamentablemente no alcanzado, como aquel de la distribución del poder político y administrativo entre el Poder Central y el Poder Regional o Poderes Locales. Por ello, en la coyuntura actual del estado Venezolano, afectado por una crisis multiforme, estamos obligados, con marcado interés patrio, a que las fuerzas dialéctica y contradictorias, algunas veces pugnaces, mermen su influencia perniciosa en las cuestiones del Estado. Ahora más que nunca, cuando se abre una compuerta definitiva con el proceso constituyente para impulsar el cambio institucional y estructural que reclama una Venezuela victimizarla por un proceso reformista no producido o dilatado por la falta de voluntad política para ejecutarlo. Se ha dicho, con sobrada razón que nuestro legislador constituido de 1961, cuando se refiere a la Federación como forma del Estado Venezolano, (artículo 2 de la C.N.), que establece "La República de Venezuela es un Estado Federal en los términos consagrados por ésta Constitución", lo que quiso plantear, fue una especie de expectativa o desiderátum, mejor dicho una esperanza de cambio mediante la promoción y establecimiento de la descentralización. Por lo que en su artículo 135, la C.N., dejó abierta la posibilidad de delegación y transferencia de competencias y atribuciones para una mayoría calificada del Congreso, para que materia que son de la competencia nacional, pasare hacerlo de los Estados y Municipios... La Federación Venezolana ha permanecido armo una simple formula constitucional y hoy en día, una vez adelantado el proceso, el vocablo federación no es más que un atributo de la descentralización política, conforme a la Ley sobre Elección y Remoción de los Gobernadores de Estado, sancionada el airo 1988; mientras que la descentralización administrativa, en proceso de ejecución en virtud de la Ley de Descentralización, Delimitación y Transferencia de Competencia del Poder Público de Diciembre de 1989 Y, la Reforma a la Ley Orgánica de Régimen Municipal, como la de otros instrumentos legislativos, bien sea nacionales, estadales y/o municipales, o aquellos de mero carácter reglamentario que le han servido de fundamento. La Federación como forma de Estado, en efecto se identifica conceptualmente con la descentralización política. En Venezuela ha operado el proceso descentralizador por vía legislativa ordinaria, acompasado con una política de acuerdos y convenios, generados por el precitado artículo 137 de la Carta, contentivo de la llamada Cláusula de la Descentralización, la cual ha venido definiendo los ámbitos de los diferentes niveles del Poder Público mediante la delimitación de competencias entre los niveles territoriales, la adopción de un esquema de transferencias planificadas y progresivas, como del establecimiento de mecanismos de coordinación encaminados a darle fluidez y solidez al proceso por vía dé la llamada Descentralización Concertada. En consecuencia, respecto al estudio de la Descentralización es importante -decir con palabras de Henao Ospina y Marino Tadeo, que "la Descentralización no siempre corresponde a procesos transformadores y en no pocos casos resulta bien regresiva. Si por un lado la Descentralización responde a las nuevas profesiones y demandas sociales sobre las estructuras de poder, si responde a la necesidad de readecuar las capacidades de respuesta gubernamentales y al cambio de las actitudes ciudadanas hacia la intermediación de funcionarios y políticos, también la descentralización responde a una nueva variable económica, en la cual la producción en gran escala empieza a ser sustituida por un modo de crecimiento económico más flexible". También es bueno apuntar el criterio sustentado por Alfredo Arismendi y Miguel Márquez, al decir que: "La situación de los Estados miembros de una Federación ficticia, como lo es la Venezolana, debe ser reformada y sincerada, de manera fundamental, por lo menos en lo que respecta a la actividad ejecutiva del Estado. Los Estados en Venezuela no son en realidad tales, por lo tanto no debe insistirse en copiar, dentro de una estructura interna, la Organización de los Poderes Públicos Nacionales". La Venezuela del presente no ha podido escapar al proceso reformista adelantado, a partir de la década de los sesenta, en una buena cantidad de países, algunos de ellos del área regional de la América Latina, también dentro del marco de referencia, de la llamada revolución de los federalismos centralizados, corra también de los centralismos descentralizados, que han venido caracterizando . las formas evolutivas del Estado de Derecho. En nuestro caso la evolución constitucional de nuestra forma de Estado, ha variado en los extremos del federalismo y del centralismo. A diferencia de otros países, donde la Federación pudo" significar "la integración de unidades dispersas" o "la disgregación de una un¡ dad en comunidades locales". Nuestra Federación ha representado un sistema peculiar de vida, pero como conjunto de valores y sentimientos, pero el modelo puesta en marcha no ha fundamentado las capacidades vigentes de los Municipios, y este es un factor de transformación de las estructuras descentralizadas como proceso de desarrollo integral que abunde en el desenvolvimiento de los tres niveles del poder como verdaderas estructuras comunicantes, mejor dicho, inducidas de la periferia hacia el centro, Por lo cual, los destinatarios de la descentralización y transferencia de competencias de Poder Nacional contenidas en la Ley (LOD), son los Estados y no los Municipios, aún cuando la misma puede extenderse en la medida en que sea aplicable al Dtto. Federal. Dentro de éste proceso evolutivo, los proyectistas pensaron en la eliminación de la forma federal creyendo preferiblemente reemplazarlo por un sistema de descentralización políticoadministrativa o de autonomías progresivas y es lo que se planteó y ha venido ocurriendo. La consolidación del proceso descentralizador en Venezuela, debe estar inspirado en el necesario diseño de un nuevo y auténtico modelo organizativo de Estado. Este es nuestro criterio, afinar la descentralización y producir al unísono, en breve tiempo, dentro del marco constituyente, y por imperativo popular, la revisión y exigir la reforma del precepto N° 2 de nuestra Carta Fundamental, que consagra la "Forma del Estado", para así conquistar un Estado fisiológico y dispensador, que posibilite una permanente intercordinación programática de la acción de gobiernos en los tres niveles distributivos del poder, mediante la implantación del "Estado Federal Descentralizado". Por eso requiere una muy expresa calificación para impulsarla Descentralización política, administrativa, en lo territorial y económico - financiero, como eje fundamental de un nuevo modelo organizativo del Estado Venezolano, en otras palabras, lo más importante es que exista real y efectivamente voluntad política para perfeccionarla, entonces se traducirá en acto por mandato de la Constituyente en la nueva Constitución a sancionarse. Es necesario establecer la definición en el nuevo texto del Estado Federal Descentralizado, como aquel "Estado que consideramos ideal para la Venezuela R„._ presente y del futuro para romper definitivamente con la tradición estatal venezolana del centralismo, perfil de Estado que implica una reflexión de alto nivel en el país, con la participación de todos los venezolanos en el proceso constituyente, pluralista, participativo un excluyente. El Estado Federal Descentralizado es un paso hacia la perfección del Estado de Derecho, que se logrará cuando madurado los Estados miembros, éstos se queden con amplias potestades administrativas judiciales y en menor grado las legislativas, pero friéndole al Poder Federal la totalidad de las competencias exclusivas de política estatal y aquellas supranacionales". El Estado Constitucional Moderno Descentralizado, se caracteriza por asunción de un conjunto de cometidos sociales y económicos, exige de una mejor distribución de poder político, como ya lo anotábamos, mediante la creación de órganos y estructuras dotadas de suficiente autonomía, a fin de que no constituyan una carga excesiva de crecimiento físico por parte y por la otra de aumento del gasto público. Se nos presenta en evolución permanente, en un debate estrechamente vinculado a la fisiología del Estado, con una relación de fuerzas en conflicto y evolución constante, por lo que marcha aparejado con una instrumentación de carácter publico con lo económico y social, siendo por tanto un factor determinante en la dinámica que impulsa su desarrollo integral. Lo cierto es, que el Estado Federal Descentralizado debe instituirse constitucionalmente como un instrumento poderoso para cumplir con mayor intensidad y profundidad las atribuciones del llamado Poder Federal, que debe atender desde el centro hacia la periferia el desarrollo auto sostenible, produciendo una nueva reintegración del Estado y la sociedad, atendiendo la necesidad imperiosa de una reestructuración y retribución vertical y horizontal del poder social con fundamento jurídico y político. De esta manera el Estado habrá de convertirse en un autentico protagonista de la movilidad social planificada territorialmente. Se alcanza así una mejor distribución y aprovechamiento de la riqueza, una distribución más justa y equilibrada en las localidades y regiones más atrasadas, creando políticas para que entre gobernantes y gobernado existan verdaderos canales de participación, mientras simultáneamente se implantan condiciones socioeconómicas para las inversiones generadoras de intercambio y progreso. No es como dicen los sempiternos enemigos del Federalismo que la descentralización es síntoma de desintegración del Estado, por el contrario, un federalismo descentralizado es base más que suficiente para que la nueva sociedad civil se desarrolle y organice en el contexto de una democracia digna, solidaria, participativa. El Estado descentralizado es un factor de cambio y transformación de una región o localidad y no lo es por la simple e indiscriminada transferencia de recursos financieros, que muchas de las veces resultan perjudiciales y hasta focos de corrupción, sino algo más complejo y esencial, como es impulsar el desarrollo en el campo de la producción de bienes de recursos propios y del intercambio, que va en estrecha conexión con las relaciones de independencia externas e internas, que afectan o privilegian a cada región, llámese Estados y/ o Municipios, como ordenamientos territoriales autonómicos en el contexto del desarrollo integral de la República. De los conceptos y apreciaciones formuladas, podemos concluir en la opinión de la mayoría de los tratadistas y estudiosos del tema que la Federación Descentralizada, es un proceso de transformación de amplio espectro estructural para la necesaria reorganización del Estado, que en modo alguno no significa desmembración del Estado Nacional - Federal. Es una reorganización integral y de conjunto, que hace posible el flujo y el reflujo o movilidad del mando entre las-instituciones del Estado y la sociedad lo que es lo mismo, supone el fortalecimiento de los Estados miembros y de los Municipios, se trata en verdad de una reorganización estructural de una nación. Estado Descentralizado y Desconcentración El Estado Federal Descentralizado implica otro proceso que ha estado aparejado con el de la descentralización, que le es inherente igualmente, como condición para la reordenación del territorio, fundamentalmente de aquellos asuntos nacionales de carácter administrativo y económico, de necesaria redistribución en atención a la importancia productiva. Es decir, al lado del concepto de la Descentralización del Poder, encontramos éste de la Desconcentración consistente en la delegación de autoridad necesaria a funcionarios subalternos u oficiales representativos del Ente superior o de la Administración Central, en niveles territoriales, regionales o locales. Por eso es importante diferenciar bien la descentralización de la desconcentración, cuando ya sabemos que la descentralización político-territorial se traduce o equivale a un traslado o transferencia de una competencia o de un servicio, que por mandato legal o constitucional se hace de un Ente u órgano del poder central a otro Ente u órgano del poder estadal o municipal; mientras que la llamada desconcentración es de carácter operativo o simple mecanismo, por la asignación de determinadas responsabilidades o funciones, mas bien de directrices encomendadas por el Poder Central, a sus propias oficinas o funcionarios adscritos que. las dirigen o coordinan en aquellos Estados o Municipios donde funciona. Ambos procesos hay que impulsarlos por mandato constitucional y fortalecerlos a bajo costo, sus fallas o desviaciones estamos obligados a corregir para garantizar su éxito, por cuanto es la alternativa válida para superar la obsolescencia del actual sistema político venezolano, mientras que la desconcentración administrativa, política, geográfica o de cualquier índole se ha mantenido y funciona a través de las Corporaciones de Desarrollo Regional, fundamentalmente y también mediante la constitución por parte de la Administración Pública Nacional, de dependencias o estructuras administrativas en el ámbito regional, para la programación y ejecución de actividades en esos ámbitos con la respectiva delegación de firma de los funcionarios y la delegación de autoridad necesaria con la aplicación de los métodos y atribuciones de la Administración Federal. Como elemento esencial en la acción de la Administración Pública, para entrelazarse a través de los sectores de actividad. "La desconcentración debe hacerse con criterio sectorial, es decir, que no deben ser acometidos por cada organismo aisladamente, pues ello implicaría llevar al nivel regional los problemas que por falta de coordinación o de concentración han afectado el nivel central". Vale destacar, la importancia que tiene la desconcentración sectorial, inducida hacia una amplia cobertura espacial en atención a la importancia de la rama.