Chamonix Mont-Blanc fue descubierto en 1741 por un par de

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e fascinan las imágenes de los antiguos carteles de viajes. Evocan un extinto mundo de lujo
y molicie. Sí, molicie, pues, contemplando a una elegante pareja de los primeros años del
siglo XX en la terraza de un hotel de Niza, añoro, por no conocidos, ese abandono y regalo
de gentes que, despreocupadas, al menos en apariencia, de groseras necesidades materiales,
ocupan sus vidas con una premiosa búsqueda de placer.
Sí, otra apreciación no cabe a la vista de las delicadas, aunque algo lánguidas, poses de quienes
pueblan tales anuncios, sean de un hotel en la Costa Azul o de un viaje al Cairo.
Sin embargo, malo es generalizar, que si excepciones hay para los más estrictos dogmas, cómo no considerarlas en materias tales como
la publicidad destinada a aquellos exquisitos viajeros. Así sucede con los carteles anunciadores de las, entonces y todavía hoy, más
elitistas estaciones de esquí, entre ellas: Chamonix Mont-Blanc, St. Moritz, Villars sur Ollon, Zermatt y Val d’Isère.
Ocurre que, mientras los avisos del lago de Como lo
eran de un plácido paseo por sus orillas, el cartel publicitario de Chamonix Mont-Blanc lo sería de dos
intrépidos esquiadores que, tras sus proezas en las
cumbres, serían recompensados con el beso de una
joven aristócrata venida de ultramar.
Contrasta la distendida actitud de esa alta sociedad
durante sus veraneos en la Riviera con el esfuerzo requerido a esas mismas personas para el ejercicio de los
deportes de invierno.
Además, ¿cómo sintonizar su afición al lujo con la
sencillez de las gentes de los valles y las montañas? La
clave de tal armonía reside en el denuedo empleado
Chamonix Mont-Blanc
fue descubierto en 1741
por un par de temerarios
aristócratas británicos,
William Windham y
Richard Pocock
en la práctica del esquí, un empeño muy bien avenido
con las duras condiciones de vida y trabajo de quienes
habitan en montes y bosques.
En definitiva, Chamonix Mont-Blanc fue descubierto
en 1741 por un par de temerarios aristócratas británicos, William Windham y Richard Pocock, que, con el
relato de su osada aventura, incitaron a sus acaudalados compatriotas a conocer sus infinitos glaciares, de
manera que, ya en 1816, se construye el primer hotel
de lujo y, en 1924, tendrán lugar los primeros Juegos
Olímpicos de Invierno.
Incluso Mary Shelley sitúa una de las escenas de su
novela “Frankestein” en esas heladas altitudes.
Y si la alta sociedad acude a Chamonix Mont-Blanc durante el invierno, cierto
es que el valle alpino no le negará el goce de exclusivos placeres, pero, eso sí, tras
deslizarse por un inclinada pendiente sin otro vehículo que una tabla de madera
amarrada a cada pie y sin otro timón que un bastón en cada mano.
Qué paradoja, por una vez, los más humildes, unos anónimos montañeses, se
imponen a los nobles y potentados. Les ofrecen lujo y boato, pero, ¡caprichos del
destino!, les imponen una arcaica práctica invernal propia de cazadores noruegos
ya en el año 2.500 a.C.
Sucede que los beaux londinenses, holgazanes y refinadamente cínicos, degustarán, en un lujoso hospedaje de Zermatt un carré de cordero de Valais asado con
heno de los Alpes, tras haber practicado, como expertos esquiadores, el fuera de
pista a partir de Stockhorn (3.632 m) y de Hohtälli (3.286 m).
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Mas, entre tantos dandis, no falta quien proponga emular la aventura del conciudadano Eduard Whymper coronando la cima del Cervino, pero ¿quién de los allí
reunido dejaría su vida en aquel helado pico?, que cuatro miembros de la expedición fenecieron en el camino de regreso al valle. Así se lo recuerda el hostelero
a sus huéspedes.
Quizás, propone otro de los comensales, sería mejor trasladarnos hasta St. Moritz,
ya convertido en un destino de moda por la oficialidad británica allí congregada
para, como adiestramiento castrense, disputar partidos de polo sobre la nieve.
Además, es St. Moritz la cita invernal de la jet set europea y norteamericana. También, y aficionados como son esos hombres al riesgo, bien podrán salirse de las
pistas de esquí y deslizarse entre bosques y glaciares. Antes de emprender el viaje,
sería conveniente reservar habitaciones en el Kempinski Grand Hotel de Bains.
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Chamonix
Es uno de los centros de
deportes invernales más
conocidos del mundo.
Chamonix pertenece a una
población y comuna francesa,
en la región de Ródano-Alpes,
en la Alta Saboyam, a los pies
del Mont Blanc. Los Juegos
Olímpicos de invierno de 1924
se celebraron en esta estación.
www.chamonix.com
Puesto que el afán, incluso el empleado en la práctica deportiva, elimina barreras,
incluidas las sociales, ocurre que, terminada la cena y mientras se sirve el café,
uno de los comensales entabla animada conversación con un camarero, un jovencito natural de Villars sur Ollon.
El muchacho, a pesar de su corta edad, tiene un gran habilidad con las raquetas
de nieve, práctica desconocida para esos bulliciosos comensales que, decididos a
ser recompensados por su nuevo esfuerzo, aceptan la recomendación del camarero de alojarse en el Grand Hotel du Lac, a orillas del lago de Leman.
Aunque, debido al riguroso invierno y a una no muy cálida primavera, el deshielo
ha sido tardío, permitiendo que los esquiadores hayan prolongado su residencia
en esas estaciones, aun a riesgo de sufrir una fractura por causa de la mala nieve.
Nunca pensaron los naturales de la montaña que tan galanes caballeros, que tan
frágiles damas, olvidaran por unas horas, por una gran parte del día, el relajamiento de sus costumbres para empeñarse en un arriesgado descenso por esas
empinadas laderas. Cómo, entonces, negarles el goce de ciertos placeres que, por
ajenos, encarnan cierta malicia para los modestos habitantes de esas aldeas.
Y así, con cierto recelo -les parecía un perversa práctica-, se construyeron en
Val d’Isère los primeros hoteles de lujo, cuidando también de que los guisos
tradicionales del valle no resultaran extraños a los refinados paladares de esos
distinguidos visitantes.
Por ello, en el año 1937, la familia Giraud, se inicia en el negocio del hospedaje abriendo Le Savoie, lujoso hotel ahora incluido en la organización Relais &
CHâteaux y siempre fiel a la promesa de ofrecer a sus clientes el lujo discreto de
una casa familiar. Otro no podía ser el lema de las buenas gentes de esas cumbres,
a quienes no ha dejado de sorprender el denuedo de sus huéspedes por la práctica
de algo que, para ellos, era tan natural como el desplazamiento en calesas de los
primeros aristócratas
hasta allí llegados.
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Relais & CHâteaux que comerán, tras una
mañana de esquí, en el
restaurante La Maison
Carrier del hotel Hameau Albert 1er de Chamonix Mont-Blanc.
Y aquellos que se alojen en el Grand Hotel Zermatterhof de Zermatt, de noche
saldrán en calesa para reunirse con otros deportistas en el conocido Heimberg.
Les aguarda una cena alpina acompañada de exquisitos vinos.
Decía cierta amiga mía, muy aficionada al esquí, que si la obligaran a soportar
las penalidades de este deporte, se rebelaría. Sin embargo, y ahí está la paradoja,
paga por hacerlo y sufrirlo. Quizás, sin saberlo e inconsciente de ello, no reparaba
en el beneficio del ejercicio, sino en el deleite que, tras regresar de las pistas, le
aguardaba en los hoteles y restaurantes de aquel nevado valle.
Nunca le hice esta reflexión. Tal vez se hubiera molestado.
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Val d’Isère
La estación fundada en 1930
se situa en Saboya, Francia
pero a tan solo 5 kilómetros
de la frontera con Italia. Se
encuentra en el extremo del
Parque Nacional de Vanoise,
en los Alpes.
www.valdisere.com
St. Moritz
St. Moritz es una comuna suiza
del cantón de los Grisones,
situada en la región de la Alta
Engadina, a orillas del río Eno.
Entre sus grandes hitos, St.
Moritz fue sede de los Juegos
Olímpicos de invierno de
1928, los Juegos Olímpicos de
invierno de 1948.
www.stmoritz.ch
Villars
Villars-sur-Ollon se encuentra
en pleno corazón de los Alpes
de Vaud, en Suiza. Desde sus
cumbres se puede divisar el
Montblanc, el lago Leman y
las montañas llamadas Dentsdu-Midi.
www.villars.ch
Zermatt
Localidad suiza del cantón del
Valais, localizada en el distrito
de Visp. La inagotable afluencia
de turistas durante todo el año
ha convertido Zermatt en
un lugar repleto de grandes
hoteles y lujosos restaurantes
y boutiques.
www.zermatt.ch
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