Medio: Miradas al Sur Fecha de publicación: 26/12/2010 Alejandro Grimson: “Con respuestas políticas, no hay asentamientos” Enviado por Gisela Carpineta el Sáb, 25/12/2010 - 22:36. Año 3. Edición número 136. Domingo 26 de diciembre de 2010 Por Exequie Siddig [email protected] “Macri no aportó ningún dato certero para sus denuncias”, dice el antropólogo Alejandro Grimson. El antropólogo habla sobre la extranjerización de la pobreza, los reclamos de la población y la necesidad de terminar con el punterismo en el reparto de tierras Desde los ’90, cuando Tinelli se reía de los bloopers protagonizados por el ponja y Menem se dedicaba a hacer razzias y deportar extranjeros latinoamericanos, Alejandro Grimson estudia las comunidades de ciudadanos de países limítrofes que viven principalmente en barrios pobres, villas y asentamientos de la Ciudad Autónoma y el Conurbano. Doctor en antropología por la Universidad de Brasilia, abrió un campo de estudios con Relatos de la diferencia y de la igualdad: los bolivianos en Buenos Aires (Eudeba, 1999). En su estudio del Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad de San Martín, donde es decano, habló con Miradas al Sur sobre la extranjerización de la pobreza, la presión poblacional en las ciudades medias del país y de cómo superar el modus operandi del punterismo político en el reparto de tierras. –Alicia Dujovne Ortiz planteó que la agresión de vecinos contra los que tomaron el Indoamericano fue el primer pogrom argentino. Que la Semana Trágica de 1919 se trató de pitucos contra judíos y anarquistas, pero que ésta es la primera reacción pequeñoburguesa contra el inmigrante. ¿Está de acuerdo? –Entre el 19 y hoy hay varias postales importantes que muestran una cierta continuidad, la conformación de un imaginario social europeísta, de una nación que se cree Europa, el granero del mundo, un Primer Mundo enclavado en un continente de indios y de negros al cual no pertenece. Si “los argentinos descienden de los barcos”, eso significa que todos los que tienen alguna ascendencia indígena no son argentinos, es decir no son ciudadanos, es decir, no tienen derechos. Lo más cercano a la Semana Trágica que tengo en la memoria es la noción de aluvión zoológico y de cabecita negra. En esa época se había ennegrecido la pobreza, ahora a eso se suma una extranjerización de la pobreza. En esa época, los negros eran aquellos que tenían alguna ascendencia indígena. Lo que en Perú se llamaría “mestizo de indio” o en Bolivia “cholo”, acá son “cabecitas negras”. En un país donde el mito dice que no hay negros –el censo de 2001 dice otra cosa: que hay un 4 por ciento de la población con alguna ascendencia africana–, negra era Mercedes Sosa, que no era negra… –¿Cuál es el caldo de cultivo por el cual Macri se siente legitimado a tener un discurso xenófobo? –Macri tenía una tarea: ocultar la causa estructural que estaba avivando fenómenos como el Indoamericano, es decir, la tarea para un gobierno claramente de derecha, la misma causa por la cual Menem hizo eso en los ’90, es decir, la desocupación es culpa de los gobiernos, la delincuencia es culpa de los bolivianos. Menem deportó inmigrantes, hizo razzias en villas especialmente, en el ’94, ’95 y ’96. Pero no decía nada de las privatizaciones. Con Macri se ve lo mismo: la ocupación es culpa de “la inmigración descontrolada”, no es culpa de que no tenga política de empleo y vivienda. Macri no aportó ni un dato que demostrase nada de lo que dijo: que son narcos, que es descontrolada, que son muchos, nada. Es una falacia funcional para no discutir de lo único que hay que discutir en estos casos que es por qué se ocupan espacios para vivienda. –¿Por qué es falsa la idea de que “hay muchos bolivianos”? –En los ’90, Clarín salió con su discurso xenófobo; alguna vez tituló: “Hay una nueva inmigración en la Argentina, pero esta vez no son italianos ni españoles sino bolivianos y paraguayos”. Bueno, esa inmigración no es nueva. Con absoluta certeza, desde el censo de 1869 hasta el de 2001 hay la misma proporción de inmigrantes de países limítrofes en la Argentina. Siempre –en 1969, 1914, 1947, 1960, 1970, 1980, 1991 y 2001– dio más del 2 y menos del 3 por ciento. Hay algunos colegas que dicen que hay una sobrepresentación de los inmigrantes en los censos: aquellos que no tienen documentos se meten debajo de la cama. Sí se escondieron, pero eso seguramente ocurrió en todos los censos. Acá existe un fenómeno mucho más largo, que es la decadencia de la minoría de Potosí que fue una de las ciudades más grandes del mundo en el siglo XVII y el ascenso paulatino de la agricultura y la ganadería pampeana. –Un proceso estructural que lleva dos siglos. –Es que si uno tuviera que reducir a una sola palabra las causas del ’95 por ciento de la inmigración del mundo contemporáneo, es desigualdad. Vos podés poner todos los muros que quieras, todos los ejércitos, el Ku Klux Klan en Arizona contra los inmigrantes mexicanos, podes hacer nuevos muros de Berlín, podés perseguir a los balseros africanos que se mueren en las aguas tratando de llegar a Europa y, sin embargo, va a seguir creciendo la inmigración porque no es un fenómeno que se pueda controlar, el Tea Party, las políticas de Sarkozy o Berlusconi producen otro efecto, que es que esa gente esté en situación de ilegalidad, sin ningún derecho a nada. Ni a mandar a sus hijos a la escuela ni a ir a un hospital, y por eso aceptan trabajar en condiciones de una precariedad extrema que ninguna persona con un documento aceptaría. A los empresarios les viene fabuloso –Volvamos a lo que no quiere discutir Macri. –Que la historia de la construcción de las ciudades en América latina es la de los asentamientos y las villas miseria. La urbanización, que en nuestro continente empieza básicamente en los años ’30 vinculada a la industrialización, a veces a las crisis de la producción agrícola, generó una presión demográfica tal que han sido excepcionales los gobiernos que lograron una planificación urbana para distribuir tierras y viviendas de manera adecuada. Con este gobierno es imposible que urbanicen la Ciudad Autónoma en serio. Esas villas miseria surgen porque la gente viene a buscar trabajo, trabaja pero no tiene donde vivir. Entonces, primero pone unos cartones, unas chapas, etcétara y se van armando las villas. –¿Qué novedad traerá el censo 2010 en cuestiones poblacionales? –Lo que vemos es que hay un gran crecimiento en muchas ciudades intermedias en la Argentina en estos últimos diez años. Vamos a encontrar casos donde hay un crecimiento más o menos planificado, regulado, administrado, y otros descontrolados con ausencia de planificación territorial. Cuando digo que hay que entregar tierras y viviendas, no estoy diciendo que el Estado tenga que andar regalándole a todo el mundo, sino dar planes adecuados a las realidades sociales para que la gente pueda, en períodos de tiempo realistas, pagar y comprar o adquirir. O construir. –Esa propuesta va en contra del prejuicio de cierta clase media sobre que al pobre “no le gusta laburar”. –El error más grave de las clases medias xenófobas hacia los bolivianos y hacia los pobres en general, es la idea de que a la gente lo que más le gusta es protestar y hacer lío. Cuando eran los movimientos de desocupados decían que a los piqueteros los que más le gustaba era cortar rutas; cuando hay huelga docente creen que a los docentes les fascina estar de huelga; cuando hay ocupaciones de terrenos creen que la están pasando bárbaro o que se están robando una propiedad privada. Es toda una visión distorsionada. Imaginate si tenés que optar entre tres cosas: uno, tener una ventanilla en la cual puedas solicitar y en un tiempo razonable te van a dar una respuesta para que adquieras una tierra, una vivienda; dos, tener que salir a ocupar un predio de donde sabés que te pueden echar a vos y a tu familia dentro de 20 años o en cualquier momento, y tres, ponerte a vivir en una esquina debajo de la lluvia con tu familia… No es viable vivir en la calle debajo de un puente y la ventanilla no está. Entonces tienen que abrir ventanillas en todos lados. Con respuestas políticas, no hay asentamientos.