Aseguran que los hombres emprenden por

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La corrupción mata
POR CARLOS ALBERTO DÍAZ ()
Los estudios internacionales dejan una enseñanza patente en todos los países: la
corrupción afecta directamente a los más pobres de los pobres.
En la Argentina, la imagen del tren de la muerte que impactó hace una semana en
Castelar, se puede observar en otros espacios sensibles de la vida: salud, vivienda,
alimentación. ¿Por qué? Porque la corrupción empobrece y también mata.
Observar los rostros de los pasajeros de ese tren que circulaba por la línea Sarmiento
convoca a muchos ¡Basta!
Basta de pisotear la dignidad de la persona humana! ¡Basta de pasar indiferentes sin
cuidar la vida humana! ¡Basta de tanta mentira organizada -corrupción- que desemboca
en un sistema perverso! ¡Basta de burlarse del sufrimiento de tantos! ¡Basta de que todo
nos de lo mismo! ¡Basta de palabras vacías sin la fuerza de las obras!
Cuando se es adulto viajar evoca recuerdos de la infancia con la curiosidad propia de esos
años: paseo, aventura, rostros de pasajeros con una historia escondida. No resulta extraña
aquella comparación que presenta la vida como un viaje.
Más aún, la sola idea de viajar invita a relacionarla con la idea de la libertad. Siguiendo con
aquella imagen, cuando un niño viaja hay que cuidarlo: libertad y responsabilidad van de
la mano.
Es necesario distinguir, hay viajes y viajes porque también hay buenas condiciones y malas
condiciones. Esto es obvio. Ocurre que en épocas de crisis lo obvio es dejado de lado.
El problema suele agravarse cuando lo elemental no es atendido por quien tiene la
responsabilidad de hacerlo. En el orden social, la educación siempre ha señalado los
ámbitos de responsabilidad de gobernantes y dirigentes hacia el cuidado del pueblo.
La imagen de viajar en tren es bella pero puede llegar a ser triste, dolorosa, cruel. El tren
de la muerte en la Argentina tiene nombres y apellidos y es un ícono que refleja las
consecuencias de una historia de corrupción.
No se puede tener la conciencia tranquila ante el sufrimiento del otro. La pregunta cierta:
“¿Dónde está tu hermano?” interpela a cada habitante de esta tierra argentina
convirtiéndose en una pregunta social.
Detrás de ese interrogante esencial subyace una voz: “cuidar”. Es el verbo que el papa
Francisco pronuncia con la ternura y firmeza de un buen padre, de ese padre que cuida en
el tren de la vida.
Los motivos de un viaje son diversos: trabajo, paseos, visitas a los seres queridos,
descanso. Es la vida misma que mueve en un trayecto que tiene un rumbo, un sentido.
n ese viaje, libertad y responsabilidad se entrelazan en el cuidar la vida porque en el
centro está la persona humana. Víctor Frankl lo llama respuesta: “En una palabra, a cada
hombre se le pregunta por la vida y únicamente puede responder a la vida respondiendo
por su propia vida; sólo siendo responsable puede contestar a la vida”. No responder por
la propia vida y la vida de los demás es no sacar boleto para ese tren.
() magister en Gobierno y Cultura de las Organizaciones y director de estudios de la
escuela de Educación de la Universidad Austral.
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