Arte en España

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Arte románico
Arte gótico
y
Arte renacentista
En España
1º Turismo A
Universidad Rey Juan Carlos − Fuenlabrada
Índice
1. Arte Románico.........Pág. 4
1.1. Origen y contexto histórico
1.2. El arte románico en España
a) Arquitectura
b) Escultura
c) Pintura
2. Arte GóticoPág. 9
2.1. Origen y contexto histórico
2.2. El arte gótico en España
a) Arquitectura
b) Escultura
c) Pintura
3. Arte Renacentista..Pág. 16
3.1. Origen y contexto histórico
3.2. El arte renacentista en España
a) Arquitectura
b) Escultura
1
c) Pintura
4. Bibliografía..Pág. 22
5. Anexos..Pág. 23
Arte Románico
1. Arte Románico
1.1. Origen y contexto histórico
El término románico que designa este estilo de arte desarrollado en la mayor parte de la Europa cristiana entre
los siglos X al XIII, le fue dado por el arqueólogo Charles de Gerville, en 1820.
Europa estaba sumergida en una de las épocas más oscuras de su historia desde la caída del Imperio Romano
en el siglo X. El sistema social, político, el arte, la cultura y la ciencia pierden la relevancia de siglos
anteriores. Además hay que añadir los constantes desplazamientos masivos de poblaciones, las grandes
invasiones y guerras contra los normandos, húngaros y árabes, que hunden por completo al continente.
Además, el miedo por el fin del milenio se adueñaba del hombre medieval, que ya había soportado plagas,
hambrunas y guerras sumido en la más absoluta pobreza.
Los grandes desplazamientos de invasores parecen ir frenándose al convertir al cristianismo a húngaros y
normandos, y cesar la amenaza musulmana en España. Ante esta situación, la idea de unificación espiritual de
Europa bajo la bandera de fé y de un imperio cristiano a pesar de la distancia geográfica y política de los
territorios hace resurgir completamente el que no es ya un continente desolado.
Los monasterios comienzan a ser muy extendidos en casi todos los lugares y ya no tienen esa localización tan
definida de la Alta Edad Media. Jerusalén, Roma y sobre todo Compostela se convierten en centros de
peregrinaje que fomentan junto con el movimiento guerrero−religioso de las Cruzadas un intercambio de
conocimientos, culturas y formas de vida entre los europeos y entre estos y la sociedad islámica.
Comenzaron a construirse grandes catedrales en las ciudades más influyentes y en los más importantes centros
de peregrinajes (la catedral de Santiago el Apóstol, en Compostela es un ejemplo de ello). Más tarde el estilo
se extiende por toda Europa y en la Baja Edad Media todo pueblo o aldea tenía su templo románico. Este arte
es el primero que se desarrolla íntegramente en Europa y también el primer arte cristiano, que alberga formas
arquitectónicas, esculturales y pictóricas con rasgos de trascendencia espiritual y que utiliza el lenguaje de
símbolos para expresar las ideas y sentimientos.
1.2. El Arte Románico en España
La difusión de este estilo en España es amplia pero no completa. Castilla y León cuenta con magníficas
iglesias, sobre todo en las provincias de Segovia, (en las comarcas de Pedraza, Sepúlveda y Fuentidueña)
Burgos, Soria (comarca de San Esteban de Gormaz, Calatañazor y la propia capital), Palencia (Zona norte y
Camino de Santiago), Ávila, Zamora, León y Salamanca. Más al sur, en Guadalajara existe un buen arte rural.
En La Rioja existe un arte variado y poco conocido. Navarra es un auténtico museo medieval y en Aragón,
sobre todo en Huesca y norte de Zaragoza las muestras de arquitectura románica son muy abundantes. En
Cataluña se cuenta con el mejor repertorio del llamado estilo "lombardo−catalán" sobre todo en Vall de Boí,
recientemente declarado Patrimonio de la Humanidad. Cantabria y Asturias, en sus bellos y verdes paisajes,
dispone de una colección de iglesias cada vez mejor conocidas. Galicia presume de su magnífica catedral de
Santiago de Compostela, en la provincia de la Coruña, pero probablemente atesora la mayor colección de
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iglesias románicas rurales de la península, y magníficos monasterios, como los de la Ribera Sacra (Orense y
Lugo), o los templos de Pontevedra. El arte románico llegó al País Vasco de la a través de Castilla dejando
buenas muestras en Álava. En Extremadura (Cáceres, Plasencia, Trujillo...), Madrid, Comunidad Valenciana e
incluso en lugares concretos de Andalucía (Baeza) existen algunos ejemplares. Sin embargo, en el sur de
España, debido a la presencia musulmana abunda poco o llega a ser casi inexistente. Un estilo relacionado es
el mudéjar que es autóctono de España y que en ocasiones se funde con la corriente románica en grandes
comarcas de Castilla y Aragón.
Debido a esta serie de características zonales, el arte románico se desarrolló de muy diferentes formas en cada
una de las regiones españolas. A estas variaciones las llamamos variaciones regionales.
Las variaciones regionales fueron debidas a la diversidad de culturas que existieron hasta el siglo XV en
España, ya que el sur estaba dominado por los musulmanes y por los cristianos que reconquistaron las tierras
del norte. Es por tanto por esta zona dónde se desarrolla un arte románico cuyo legado ha perdurado hasta
nuestros días.
Estas circunstancias crearon un románico condicionado que se desarrolla sólo en la mitad norte del país y
desde su nacimiento en el siglo X hasta su desaparición en el siglo XIII recorre todos los ciclos vitales de todo
estilo artístico: fase arcaica (primer románico), fase clásica (románico pleno) y por último la fase decadente o
barroquizante (tardorománico).
− Fase arcaica:
Se desarrolla en las décadas finales del siglo X y en la mayor parte del XI. Se extiende por todo el noreste de
España. Es así como comienzan a construirse en el norte de Cataluña un elevado número de templos en
Lérida, Gerona y Barcelona. Fue este primer impulso el que llevó al reino de Aragón a comenzar la
construcción de estas edificaciones que se conservan sobre todo en Huesca. En estas zonas se usaba la piedra
para las obras escultóricas, las cabeceras adornadas con arquillos y bandas dispuestas rítmicamente, los
templos están cubiertos por bóvedas de cañón, las naves son más amplias y elevadas, los pilares son una
forma de sustentación, en vez de la columna y la escultura es casi inexistente. (Ver anexos: imagen 2)
− Fase clásica:
La segunda fase se desarrolla entre la segunda mitad del siglo XI y la primera del siglo XII. Constituye la
época dorada del románico español y se caracteriza por difundir en nuestro territorio el arte procedente de
Francia que entró por la ruta de peregrinación del Camino de Santiago. Es en este periodo cuando se edifican
los principales monasterios, las grandes catedrales románicas de las rutas de peregrinación y otras importantes
iglesias en las ciudades de mayor influencia y poder económico. Se caracteriza por poseer una estructura de
líneas y volúmenes armónicos, una escultura muy rica en fachadas, puertas, ventanas, etc. En la pintura se
consigue dar expresividad a la escultura tradicionalmente tallada en piedra y tendrá una gran importancia la
difusión en las obras artísticas el mensaje catequista y la justa simbología.
− Fase Decadente:
En algunas zonas, las características de la fase clásica se dieron en las fechas señaladas; sin embargo, no fue
hasta la séptima década del siglo XI cuando el románico pleno se asentó en España. El asentamiento de este
nuevo estilo dentro del románico se ve favorecida por la intensificación de las peregrinaciones de aquellas
décadas, la reforma litúrgica y, por tanto, la gran cantidad de ideas provenientes de Francia; lo que hará
considerar este arte como extranjero, dando lugar a fuertes resistencias en contra de su expansión debido al
fuerte arraigo de la cultura hispano−visigoda mantenida por el reino astur−leonés y por la población
mozárabe.
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La consolidación del estilo puro se muestra por primera vez en las iglesias de las estaciones del Camino de
Santiago. Comenzando en Aragón y Navarra, cuya catedral de Jaca (Ver anexos: imagen 2) y las iglesias de
Loarre y San Juan de la Peña en Huesca o el Monasterio de Leire en Navarra son buen ejemplo de ello. Se
sigue desarrollando el estilo hasta llegar al reino de Castilla, a través de La Rioja, donde se construyó la
soberbia catedral de Santo Domingo de la Calzada, simbolizando una puerta a la vida y la sabiduría; la iglesia
monástica de San Martín de Frómista en Palencia (Ver anexos: imagen 1) y la basílica de San Isidoro de
León. Es en esta época cuando se coloca al final del camino de Santiago las primeras piedras de la catedral de
Santiago, símbolo universal del arte románico en España.
a) Arquitectura
La arquitectura románica española tiene sus raíces en la visigoda, asturiana y mozárabe, por lo que presenta
grandes variedades. A pesar de que las primeras manifestaciones aparecen en Cataluña a finales del siglo X, la
arquitectura románica en España es tardía, como ya hemos comentado, porque se da a partir del siglo XI.
Los templos románicos en Cataluña, de influencia lombarda y del sur de Francia, se caracterizan por la
utilización de pilares cuadrados, arcos de medio punto y cubiertas de madera. En el exterior se caracteriza por
la decoración con bandas lombardas y por la presencia de esbeltos campanarios. Sobresalen el monasterio de
Sant Pere de Roda (1022), las iglesias de Santa Maria y Sant Climent de Taüll (Ver anexos: imagen 3) (1123)
y el monasterio de Ripoll (iniciado en el siglo IX y terminado en el XII), con cinco naves, crucero en forma de
T y siete ábsides alineados.
San Martín de Frómista, que se encuentra en Palencia y data del siglo XI, constituye uno de los modelos más
perfectos del románico. Su planta es de cruz latina, con un crucero que no sobresale, cubierto por un
cimborrio octogonal; dos torres cilíndricas flanqueando la fachada y que recuerdan a las construcciones
alemanas. (Ver anexos: imagen 1)
Sin embargo, la culminación de la arquitectura románica española está en la Catedral de Santiago de
Compostela, iniciada en 1075 por la cabecera. Su planta es el prototipo de iglesia de peregrinación, con tres
naves longitudinales y otras tres en el crucero. La gran cabecera tiene una amplia girola a la que se abren
cinco capillas absidiales. La nave central está cubierta por una bóveda de cañón con arcos fajones, en tanto
que las laterales lo hacen con bóvedas de arista, sobre las que corre la tribuna abierta a la nave central por los
arcos geminados. (Ver anexos: imagen 4)
En Cataluña se mantiene la influencia del arte lombardo durante el siglo XII en obras como la Catedral de la
Seu de Urgell, de carácter militar, o la Iglesia de Sant Joan de les Abadesses. Sobresalen los claustros,
generalmente con dobles columnas y rematados con capiteles de varios tipos. Sin embargo, en cuanto a
arquitectura civil, en Ávila se encuentra el mejor recinto amurallado románico de Europa, en Segovia
sobresalen los pórticos de arquerías de las iglesias de San Millán, San Esteban y San Lorenzo. En Soria se
encuentra la iglesia de San Juan de Duero, con clara influencia mudéjar que se refleja en el claustro,
constituido por arcos de herradura.
En las catedrales de Zamora y Salamanca, se puede apreciar la influencia islámica en la utilización de arcos
polilobulados y la bizantina en los cimborrios. Además, en éstas ya aparecen los primeros elementos del
gótico, como el arco ojival y la bóveda de ojivas. En Galicia, las construcciones románicas del siglo XII son
de influencia compostelana, como las catedrales de Orense, Lugo y Tuy, ésta última con un aspecto de
fortaleza ya que marca frontera con Portugal. En Galicia se conserva también una de las piezas arquitectónicas
más importantes del románico civil, el Palacio de Gelmírez, del siglo XII.
b) Escultura
La escultura románica se da principalmente en forma de relieves y se subordina a la arquitectura, lo que
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algunas veces obliga a la deformación de las figuras para poder adaptarse a su marco arquitectónico. Se trata
de una escultura esencialmente religiosa, cuya función es, además de ornamentar, deleitar y emocionar al
público.
El artista del románico se despreocupa de la proporción y la belleza de las formas. Así, con frecuencia, alarga
desmesuradamente las figuras, las deforma o crea personajes monstruosos, si con ello consigue el fin
didáctico que pretende. Estilísticamente, la escultura románica se caracteriza por su carácter poco naturalista.
Las figuras son rígidas, hieráticas y muy inexpresivas, formando composiciones yuxtapuestas. Las portadas y
los capiteles son los emplazamientos preferidos para situar la escultura, aunque también existe escultura
exenta.
En la parte más importante de las portadas, el tímpano, se ubica la principal escena en relieve, el Pantócrator
(del griego ððð, ððððð ð Todo; ðððð, ððððð ð Poderð, Cristo triunfante dentro de una mandarla y
rodeado a menudo del Tetramorfos, que representa a los cuatro evangelistas. Además del tímpano, la escultura
cubre también las arquivoltas y las jambas; las primeras con figuras de ángeles o los ancianos del Apocalipsis
y las segundas con profetas y apóstoles. El resto de la escultura se sitúa en el dintel y en el parteluz.
Como se ha mencionado antes, los capiteles también están decorados. Hay varios tipos de capiteles esculpidos
en el arte románico: el historiado, el figurativo, el vegetal y el geométrico. Las influencias en los tipos de
decoración proceden de las culturas grecorromana, islámica y carolingia. Además, el románico se caracteriza
por su horror vacui, ya que ornamenta casi sobrecargando con trenzados, dentados, grecas y espirales. (Ver
anexos: imágenes 5 y 6)
Con respecto a la escultura exenta, aunque en menor medida, se puede encontrar policromada y casi reducida
a la representación del Crucificado y de la Virgen con el Niño. El Crucificado como en el arte bizantino,
aparece normalmente vivo y con cuatro clavos, aunque se muestra impasible al dolor, con el cuerpo derecho y
los brazos horizontales. Aparece coronado como Rey de Reyes, ya sea vestido con una larga túnica, ya sea
cubriéndose con un faldón que le llega desde la cintura a las rodillas. La Virgen aparece sentada, derecha y de
frente. El Niño también se representa de frente, en el regazo de María a modo de trono, con la mano derecha
levantada, en actitud de bendecir, sin que se produzca entre ambas figuras algún tipo de comunicación. (Ver
anexos: imagen 7)
c) Pintura
La pintura románica, al igual que la escultura, se subordina al marco arquitectónico. Se emplaza en los muros,
las bóvedas y en los ábsides de las iglesias, aunque también encontramos pintura sobre caballete y miniaturas.
La técnica más usada es el fresco, aunque a menudo los retoques finales se hacen con el empleo de la técnica
del temple.
El objetivo principal de la pintura románica es instruir a la población, por lo que se caracteriza por su
simbolismo, ya que responde a un significado religioso; la falta de realismo y la tendencia a la
esquematización. Las figuras se disponen paralelamente sobre fondos monocromos o franjas horizontales de
diferentes colores, se realizan pocos trazos y se enmarcan en una gruesa línea negra que, además, separa cada
superficie cromática. El color es plano y sin mezclas, con una reducida gama entre ocres, negros y rojos, y en
menor medida, azules y verdes. No existe ni la perspectiva ni el volumen y las figuras permanecen planas,
hieráticas y con gran frontalidad.
El ábside es el espacio reservado para las escenas principales como el Pantócrator o la Virgen con el Niño en
el regazo (Ver anexos: imágenes 8 y 9). En las bóvedas y los muros aparecen igualmente pintados con temas
del Antiguo y del Nuevo Testamento, dentro de espacios rectangulares.
La pintura de caballete se realiza sobre tabla, previamente cubierta de yeso y entelada, y empleando la técnica
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del temple. Decora principalmente frontales o antipendios (tablas que cubren las partes frontal y lateral de la
mesa de un altar), que en España tiene una gran importancia. Pese a la unidad que representa la pintura, se
pueden distinguir dos corrientes: la italobizantina, de carácter simbólico; y la francobizantina, de tendencia
más realista.
Las miniaturas tuvieron un gran desarrollo en esta época y con ella se decoraron preferentemente biblias,
pasionarios, evangeliarios, salterios y vidas de santos. Sobresalen las borduras, a menudo formando
entrelazados, las viñetas y las iniciales de gran tamaño. Los fondos de las escenas son generalmente planos y
están hechos con pequeñas láminas de oro pegadas. (Ver anexos: imagen 10)
Arte Gótico
2. Arte Gótico
2.1. Origen y contexto histórico
El arte gótico es el correspondiente a la Baja Edad Media, ya que sus límites cronológicos que oscilan entre
aproximadamente el año 1140 y las últimas décadas del siglo XVI, según las áreas geográficas. Este arte nace
en Europa durante las Cruzadas, ya que, en gran parte, en su paso hacia Jerusalén, los cruzados crean colonias
y ciudades favoreciendo el comercio marítimo en el Mediterráneo. Las bases de este comercio serán las
ciudades de Génova, Pisa y Venecia, y se extenderá más tarde por el resto de Europa. En los puertos y cruces
de vías importantes se irán congregando mercaderes y artesanos que constituirán las ciudades o burgos que
adquirirán cada vez mayor importancia.
Este nuevo tipo de organización laboral requiere nueva protección, ya que si en la sociedad feudal, el siervo
buscaba la protección ofreciéndose a un noble, en esta sociedad urbana los comerciantes y artesanos buscaran
protección a través de corporaciones o cofradías, también llamados gremios, para poder proteger sus intereses.
De esta manera, las ciudades comienzan a reclamar su independencia respecto a los señores feudales.
Gracias también a las cruzadas, la filosofía de Aristóteles empieza a difundirse. Es una filosofía que preconiza
el conocimiento basado en la observación y que, poco a poco, se va imponiendo debido a la escuela de
Traductores de Toledo. La iglesia, como contrapunto, intentará compaginar la fe con la razón. El máximo
representante de este pensamiento será Santo Tomás de Aquino. Así pues, en el arte, el realismo basado en la
observación y el cálculo se imponen sobre el simbolismo románico.
La denominación "gótico" es un término peyorativo empleado desde el Renacimiento por el historiador
italiano Giorgio Vasari, para caracterizar el arte medieval situado desde el fin del Imperio Romano de
Occidente y el propio Renacimiento. Según Vasari, el arte gótico sería el arte de los godos o de los bárbaros,
en contraposición al arte sabio clásico.
2.2. El Arte Gótico en España
Como en el románico, este desarrollo social y económico no afecta a toda la península de la misma forma. En
Aragón y Cataluña, al estar abierto al Mediterráneo, conoce un auge comercial considerable. La ciudad de
Barcelona se enriquece con el comercio del oro, de esclavos y más tarde de paños, mientras que en Castilla no
se produce este desarrollo, debido principalmente a dos causas:
− El proceso de repoblación, derivado del fenómeno de la reconquista, se lleva a cabo ocupando plazas
avanzadas en lugares de fácil defensa, relacionadas entre sí y con el resto del reino mediante castillos y
puestos militares. Esta situación es poco propicia para el desarrollo del comercio que sólo conocerá cierto
auge en los lugares más seguros del norte, como a lo largo del Camino de Santiago y más tarde del camino de
la lana (Ávila, Valladolid, Medina, Segovia.)
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− La burguesía va a intentar independizarse del poder feudal pero será aplastada por la nobleza y el clero tras
una guerra civil, debido al aumento del poder político y económico de estos últimos, ya que basan su riqueza
en la agricultura y en la ganadería y en un comercio ligado a ellas.
En el tránsito del arte románico al gótico, tuvo un papel destacado la reforma cisterciense. Dicha reforma
favoreció un nuevo concepto de arte caracterizado por la sencillez arquitectónica y ornamental, y en el que se
prohibió cualquier tipo de escultura o pintura decorativa, en incluso el oro, plata o piedras preciosas en los
objetos litúrgicos.
Siguiendo estos preceptos, la arquitectura cisterciense, que se considera protogótica, fue básicamente
monacal. Lejos de las concentraciones urbanas y de los núcleos de poder, los monasterios se localizaron en
lugares aislados, como zonas rurales donde los monjes pudieron recuperar las dos tareas principales de sus
reglas: el trabajo y la oración.
En el aspecto constructivo, en sus iglesias, concebidas para uso exclusivo de la comunidad, la separación de
padres y hermanos determinó la existencia de dos coros en un templo de tipo basilical con tres naves,
cabecera rectilínea y ábside de planta cuadrangular, buscando la máxima pureza y el equilibrio de las formas.
Su principal aportación estriba en que, aunque mantuvieron elementos románicos como el arco de medio
punto y las bóvedas de cañón, utilizaron el arco apuntado y la bóveda de crucería característicos del gótico.
A pesar de la austeridad inicial, con el paso del tiempo, la orden cisterciense acumuló una importante riqueza
debido a su modo de vida y al incremento de sus miembros. Debido a ello, acabó construyendo unas iglesias
tan monumentales y lujosas como las que anteriormente había criticado.
Así los monasterios del cister se extendieron por toda Europa, especialmente por Francia, done tuvo su origen,
También España posee muchas obras cistercienses, como los monasterios de Poblet y Santes Creus en
Tarragona, Las Huelgas en Burgos, Sta. María de la Huerta en Soria, Fitero en Navarra o el de La Moreruela
en Zamora. (Ver anexos: imágenes 11, 12 y 13)
a) Arquitectura
El interés de la arquitectura se centra en dos elementos con los que se consigue plasmar el nuevo concepto de
espacio religioso: la elevación y la luminosidad. Dichos conceptos funcionan como equivalentes de la
espiritualidad propia de la época y en ellos se concreta el desafío técnico asumido por los constructores. El
muro pierde su función de soporte y se convierte únicamente en cerramiento translúcido gracias a la apertura
de grandes vanos.
Como elementos constructivos fundamentales están el arco apuntado u ojival y la bóveda de crucería. El
primero tiene la ventaja técnica de ejercer unos empujes laterales menores que el de medio punto, a la vez que
resulta más ligero y dinámico que éste. A lo largo del tiempo fue evolucionando en su forma hasta derivar en
los denominados arcos conopiales y carpaneles.
La bóveda de crucería, formada por el cruce diagonal de dos arcos apuntados, transmite el empuje de la
bóveda a cuatro puntos. Está formada por dos elementos: el esqueleto y los plementos. El primero lo
conforman los arcos cruzados diagonalmente junto a los formeros y fajones; mientras que los elementos son
los paños que cierran los espacios entre los nervios. La más sencilla de las bóvedas de crucería fue la
cuatripartita, de cuatro elementos, pero progresivamente se enriqueció su traza al añadirle nervios; así surge la
sexpartita, la de terceletes y la estrellada, ya en el siglo XV.
Los empujes que ejercen los nervios de las nuevas bóvedas son recogidos por los pilares, cuadrangulares o
cruciformes, a los que se van adosando finas columnas llamadas baquetones, para proyectarlos hacia el
exterior, donde se encuentran los contrafuertes. Éstos soportan el empuje de la bóveda; aunque deben ser más
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altos debido a la mayor elevación de las construcciones. Por otra parte, y con el fin de aumentar su eficacia,
los contrafuertes se separan del muro a través de arbotantes, arcos que transmiten los empujes laterales hacia
ellos y que a su vez, permiten la canalización de las aguas del tejado.
El contrafuerte suele rematarse con un pináculo que, además del carácter decorativo, tiene una función
constructiva: ejercer un empuje vertical sobre el contrafuerte para contrarrestar el empuje oblicuo que ejercen
los arbotantes sobre él. Este entramado de descargas le permita la sustitución de los muros por grandes
vidrieras decoradas que inundan de claridad los espacios interiores. Con ello se consiguen los objetivos de
ligereza y luminosidad que sintetizan el concepto, los valores y el poder de la luz divina.
La arquitectura religiosa fue la que más se prodigó durante el gótico; sin embargo, construcciones civiles
como castillos, palacios urbanos, hospitales, ayuntamientos y lonjas también destacan debido al crecimiento
de las ciudades en esta época. Sin embargo, el máximo exponente es la catedral, con planta longitudinal, con
tres o cinco naves, e incorpora un crucero. Este puede alejarse de la cabecera hasta llegar a situarse en el
centro de la iglesia. Las novedades más importantes se presentan en la cabecera, ahora poligonal, donde se
sitúan el presbiterio, el deambulatorio y las capillas exteriores.
En cuanto al alzado, la nave central es más alta que las laterales. Además, la tribuna románica termina
desapareciendo, sustituida por una estrecha galería abierta al interior de templo (y más tarde también al
exterior) denominada triforio, sobre la que se dispone otra hilera de ventanas llamada claristorio, para
aumentar la claridad.
Por lo que respecta a las fachadas, éstas se desarrollan ampliamente; no sólo la principal, si no también las del
crucero, sobre aquellas en que la decoración se extiende con generosidad. La fachada principal suele estar
flanqueada por torres cubiertas por terrazas o con un cuerpo apiramidado llamado chapitel. Son también
características las molduras angulosas que se colocan sobre los arcos de las portadas, denominadas gabletes,
así como los rosetones o vanos circulares calados y cerrados con vidrieras de gran espectacularidad.
España levanta las primeras estructuras ojivales en una etapa protogótica durante el último tercio del siglo
XII, a las que pertenecen las catedrales de Ávila, Tarragona, Lérida, Tudela y Sigüenza. Ya en el siglo XIII, y
siguiendo el modelo francés, las construcciones son plenamente góticas. Las catedrales de León, Burgos y
Toledo, junto a las de Cuenca y Palencia, son las más significativas.
La Catedral de Burgos, iniciada en 1221, consta de tres naves, profundo presbiterio, girola y capillas
absidiales. En relación con las francesas presenta menor altura (Ver anexos: imagen 16). En 1226 se inició la
catedral de Toledo, que presenta elementos hispanos, como el presbiterio menos profundo, el incremento de
capillas en la cabecera, las torres adosadas a las naves y el empleo de arcos lobulados y cruzados en el triforio.
(Ver anexos: imagen 14)
En el siglo XIV el impulso constructivo se traslada de Castilla a Levante y, sobre todo, a Cataluña. En sus
edificios se observa una tendencia a la horizontalidad y un gusto por la austeridad que les permite descargar la
ornamentación. En estas zonas se desarrollan dos tipos de iglesias. Una es de nave única, pequeña, con capilla
entre contrafuertes y cabecera sencilla sin girola, como Santa Águeda y el Monasterio de Pedralbes, ambos en
Barcelona. La otra tiene mayores dimensiones, con tres naves, la central más ancha y las laterales casi a la
misma altura que ésta, como en la catedral de Barcelona, iniciada a finales del siglo XIII. En este mismo
período se erigió la cabecera de la catedral de de Gerona, y a principios de la centuria siguiente la única nave
de su cuerpo. Cabe destacar también las catedrales de Tortosa y de Palma de Mallorca, esta última por su
testero plano, así como el templo de Santa María del Mar, erigido por los gremios de Barcelona, y que
constituyen un estilizado ejemplo de gótico mediterráneo.
La plenitud del gótico español se sitúa en el siglo XV. En su primera mitad predominan las formas claras y
poco decoradas, como atestiguan las catedrales de Murcia, Oviedo y Pamplona, Pero con el reinado de los
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Reyes Católicos, comienza una fiebre decorativa que oculta la estructura arquitectónica y en la que es habitual
la utilización de bóvedas estrelladas y arcos conopiales. Es el denominado estilo isabelino o flamígero, en el
que participan muchos maestros extranjeros que, dado al esplendor de la Corona, llegan durante este siglo a la
Península.
El gótico perdura en la Península hasta el primer cuarto del siglo XVI, con la construcción de las catedrales de
Salamanca y Segovia, aunque en ellas ya se prefigura el nuevo estilo renacentista, de nuevas ideas espaciales
y decorativas. (Ver anexos: imagen 15)
b) Escultura
El fuerte carácter simbólico que caracteriza a la escultura románica se sustituye por naturalidad y realismo en
el gótico. Las figuras se llenan de vida, adoptan rasgos personales, muestran actitudes y gestos variados y
ganan en humanidad, abandonando el hieratismo y la geometrización de la etapa románica.
La temática continúa siendo básicamente religiosa, aunque adquiere un carácter más narrativo. La Crucifixión
y la Virgen con el Niño serán los motivos más habituales, aunque cobran interés las vidas de los santos, sus
milagros y sus martirios. Respecto al románico, las imágenes de Cristo crucificado y la Virgen experimentan
cambios muy significativos. Ahora, el cuerpo de Jesús en la cruz muestra el dolor propio de un humano e
inspira compasión. Este dolor se acrecienta con la presencia de la Virgen, que recibe el cuerpo de su hijo
muerto, conformando el grupo de La Piedad. Cuando es el Niño quien acompaña a María, ésta muestra su
lado más maternal; ya no es sólo el trono de Dios, si no la madre, que lo acaricia y se comunica con él.
La escultura conquista nuevos espacios. Ya no se centra en las portadas, si no que abarca torres, pináculos y
cimborrios. Normalmente, el tímpano acoge el tema principal, las arquivoltas se llenan de figuras que siguen
la dirección de los arcos, las jambas se reservan para los apóstoles y el mainel se decora con las figuras del
Señor, la Virgen o el Santo local. También se aplicará en retablos, sepulcros y sillerías, sobre todo a partir del
siglo XIV, en los que se emplea especialmente el relieve. Los retablos fueron adquiriendo una importancia
progresiva y en ellos se irá alternando pintura y escultura. Las sillerías de los coros cubren sus respaldos,
brazos y misericordias con relieves; y los sepulcros adquieren gran desarrollo, bien sean exentos o adosados a
un muro.
En la evolución de la escultura española se distinguen diversas fases de desarrollo:
− El siglo XIII:
Los precedentes de este nuevo estilo los encontramos en el Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago,
en las portadas de la colegiata de Toledo y en las catedrales de Tuy y Ciudad Rodrigo. No obstante, no
podemos hablar de escultura plenamente gótica hasta mediados del siglo XIII, cuando se decoran las portadas
de las catedrales de Burgos y León. En 1243 se labró la portada del Sarmental de la catedral de Burgos,
donde se percibe la influencia francesa a pesar de su arcaísmo. También se modelaron numerosos sepulcros,
tanto adosados como exentos, mayormente apoyados sobre figuras de leones y con escenas de plañideras,
donaciones o representando la ascensión del alma. Son significativos el sepulcro del Obispo Martín
Fernández en la catedral de León y el del Infante Don Felipe y Doña Leonor en Palencia. Obtienen un gran
desarrollo en esta época las imágenes exentas, donde la tipología más corriente es la Virgen con el Niño en
brazos. (Ver anexos: imagen 17)
− El siglo XIV:
En este período finaliza la decoración de grandes catedrales. Así sucede en Toledo, donde se construye la
fachada principal con tres portadas, en la central de las cuales, llamada del Perdón, se representa la
imposición de la casulla a San Ildefonso.
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La estatua funeraria está especialmente representada en esta centuria. Así en la Catedral de Burgos se halla el
sepulcro del obispo Lope de Fontecha, adosado a modo de gran portada; o el sepulcro de Doña María de
Molina en el monasterio de las Huelgas de Valladolid.
Sin embargo, el conjunto escultórico más importante se encuentra en Cataluña, donde abundan los sepulcros y
retablos, y donde se puede apreciar claramente la influencia italiana. Destacamos el sepulcro del arzobispo
Juan de Aragón en la catedral de Tarragona; el sepulcro de Santa Eulalia en la de Barcelona (ver anexos:
imagen 18); y el sepulcro de Pedro IV el Ceremonioso en Poblet.
− El siglo XV:
Es uno de los mejores períodos de la escultura en España. Además de que muchos maestros extranjeros
viajaban por la Península marcando sus influencias: la francesa, en las regiones centrales, y la italiana, en el
área del Mediterráneo. A mediados del siglo XV el gótico español había conseguido una gran perfección
técnica y una gran riqueza decorativa. En 1453 Lorenzo Mercadante realizó el sepulcro del cardenal
Cervantes en la Catedral de Sevilla, en Toledo trabajó Egas Cueman que realizó varias de las esculturas de la
Puerta de los Leones.
Pero las figuras más destacadas fueron Juan Guas y Gil de Siloé, cuyas obras preludian al Renacimiento. El
primero realizó su mayor logro en el Monasterio de San Juan de los Reyes en Toledo, con un gran avance en
el naturalismo. A su vez, Gil de Siloé se caracteriza por su excelente técnica y su riqueza ornamental. (Ver
anexos: imagen 19) También cercano al Renacimiento se encuentra la estatua de Don Martín Vázquez de
Arce, también conocido como el Doncel de Sigüenza. Su autoría no está clara, pero se le atribuye al maestro
Sebastián de Toledo, autor de los sepulcros de Don Álvaro de Luna y su esposa en la catedral de Toledo.
c) Pintura
La reducción de los muros en la arquitectura gótica determinó la disminución de la pintura mural, y allí donde
antes había frescos, se realizaron grandes cristaleras policromadas (Ver anexos: imagen 22). Esto obligó a
buscar nuevos soportes, como las tablas, o a continuar con el desarrollo de las miniaturas.
La evolución de la pintura desde el siglo XIII al XV y las diferencias entre unos países y otros dificultan la
concreción de unas características generales. Pero básicamente, se trata de pintura religiosa, aunque cada vez
se tratan más los temas profanos; las figuras son cada vez más expresivas y naturales; y los fondos neutros y
dorados ceden su lugar a espacios figurativos y al paisaje. En este desarrollo se suceden cuatro estilos,
difíciles de determinar cronológica y geográficamente, porque se manifiestan en varios países a la vez y en
ocasiones, de manera simultánea.
− Estilo franco−gótico o gótico−lineal: Se centró en las miniaturas y las vidrieras. Está definido por el
predominio de la línea sobre el color.
− Estilo italo−gótico: Se caracteriza por la vitalidad y el dinamismo de las figuras, asumen el volumen y la
perspectiva, por lo que se puede ver que la influencia bizantina desaparece poco a poco. Hay dos principales
escuelas, la de Giotto y la de Siena. Este tipo de pintura tuvo gran influencia en España, alcanzando primero a
Cataluña y luego a Castilla. Ferrer Basa es el mejor representante de este estilo en nuestro país. En Castilla
tuvo mayor influencia la escuela florentina.
− Estilo internacional: En este estilo predomina lo curvilíneo, el movimiento y la estilización de las figuras, el
color variado y brillante. Además muestra el interés por lo naturalista se refleja en fondos paisajísticos y en las
representaciones de escenas cotidianas. En España este estilo es introducido por Lluís Borrasá (Ver anexos:
imagen 20), en Cataluña; y más tarde avanza hacia Castilla de la mano de Nicolás Francés.
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− Escuela flamenca: Tiene origen en el gótico internacional y se vincula a una sociedad burguesa enriquecida.
En España la influencia se denota a mediados del XV a través de la obra de Bartolomé Bermejo. (Ver anexos:
imagen 21)
Arte Renacentista
3. Arte Renacentista
3.1 Origen y contexto histórico
Históricamente, el Renacimiento se originó en la era de los descubrimientos geográficos y las conquistas
ultramarinas. Este nuevo estilo comenzó en Italia en el siglo XIV y se difundió por el resto de Europa durante
los siglos XV y XVI. En este periodo, la fragmentaria sociedad feudal de la Edad Media, caracterizada por
una economía básicamente agrícola y una vida cultural e intelectual dominada por la iglesia, se transformó en
una sociedad dominada progresivamente por instituciones políticas centralizadas, con una economía urbana y
mercantil, en la que se desarrolló el mecenazgo de la educación, de las artes y de la música. El
desmembramiento de la cristiandad y el desarrollo de los nacionalismos, la introducción de la imprenta, entre
1460 y 1480, y la consiguiente difusión de la cultura.
Paralelamente a la revolución operada en el mundo de las ideas, surgió a principios del siglo XV un
renacimiento artístico en Italia (Renascita) de empuje extraordinario. El artista tomó conciencia de individuo
con valor y personalidad propios, se vio atraído por el saber y comenzó a estudiar anatomía, técnica del
claroscuro, leyes de perspectiva, los modelos de la antigüedad clásica, etc. Leonardo da Vinci, personalidad
eminentemente renacentista, dominó distintas ramas del saber.
Es curioso que mientras surgía en Florencia el Quattrocento o primer Renacimiento italiano (siglo XV)
gracias a la búsqueda de las bases científicas del arte, se produjera un fenómeno parecido y simultáneo en
Flandes (especialmente en pintura), basado sólo en la observación directa de la vida y la naturaleza. Este Bajo
Renacimiento tuvo gran repercusión en la Europa Oriental (el Kremlin fue obra de artistas italianos). La
segunda fase del Renacimiento, o Cinquecento (siglo XVI), se caracterizó por la hegemonía de Roma, y hasta
el saco de la ciudad en 1527 los Papas decidieron en el mundo del arte (Julio II, León X, Clemente VII); con
las guerras de Italia los artistas emigraron y propagaron los principios renacentistas por toda Europa
Occidental. Durante la segunda mitad del siglo XVI se inició ya la decadencia del Renacimiento, que cayó en
un rígido formalismo, y tras el manierismo dejó paso al estilo Barroco.
3.2 El Arte Renacentista en España
El inicio del Renacimiento en España se liga al contexto histórico−político de la monarquía de los Reyes
Católicos. Sus figuras son las primeras en salir de los planteamientos medievales que fijaban un esquema
feudal de monarca débil sobre nobleza poderosa y levantisca. Los Reyes Católicos aúnan las fuerzas del
incipiente estado y se alían con las principales familias de la nobleza para mantener su poder. Una de estas
familias, los Mendoza, utiliza el nuevo estilo como distinción de su clan y, por extensión, de la protección de
la monarquía.
Poco a poco, la estética novedosa se introduce en el resto de la corte y el clero, mezclándose con estilos
puramente ibéricos, como el arte nazarí del agónico reino de Granada, el Gótico exaltado y personal de la
reina castellana, y las tendencias flamencas en la pintura oficial de la corte y la Iglesia.
Asimismo, se importan artistas secundarios de Italia, se envían aprendices a los talleres italianos, se traen
diseños, plantas arquitectónicas, libros y grabados, cuadros, etc., de los cuales se copian personajes, temas y
composición.
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Carlos I es el rey que mejor se relaciona con el arte nuevo, paradójicamente llamado la manera antigua,
puesto remite a la Antigüedad clásica. Su patrocinio directo logró algunas de las más bellas obras de nuestro
especial y único estilo renacentista: el palacio de Carlos V en Granada, el mecenazgo sobre Covarrubias, sus
encargos a Tiziano, que nunca accedió a trasladarse a España... Pintores de gran calidad fueron, lejos del
núcleo cortesano, Pedro de Berruguete, Juan de Juanes, Paolo de San Leocadio, del que destacamos la
delicada Virgen del Caballero de Montesa, Yáñez de la Almedina y Fernando de los Llanos.
a) Arquitectura
La arquitectura renacentista italiana se conoció en España a través de los libros de arquitectura clásica y
dibujos de las ruinas romanas, de los viajes que los artistas españoles realizaron a Italia, y por la presencia en
España de artistas formados en Italia. Este nuevo arte luchó con el gótico y el mudéjar, que seguían inspirando
la organización del edificio. El gótico continuó siendo el estilo de la iglesia hasta muy avanzado el siglo.
En la arquitectura del primer Renacimiento, el protorrenacimiento, conviven edificios de corte italiano,
asociados a grandes familias, como los Mendoza, con construcciones que combinan técnicas constructivas
góticas, de tradición islámica y repertorios decorativos italianos. En España, los períodos principales fueron el
Plateresco, el Purismo y el Herreriano.
− Plateresco:
La arquitectura plateresca corresponde a la primera mitad del siglo XVI en el contexto de una arte oficial
dominado por la poderosa monarquía de los Reyes Católicos, primero y de Carlos V, después. En él se
combinan estructuras arquitectónicas del gótico final flamígero o isabelino con elementos decorativos venidos
de Italia, que además incorpora elementos mudéjares.
Las características decorativas del plateresco es la profusión de filigrana de piedra (de ahí su nombre, pues
imita el trabajo de los orfebres) a base de medallones en las fachadas, los frontones y enjutas, los
entablamentos y basamentos, los grutescos, los festones, las columnas balaustradas, todo ello decorando las
fachadas de los edificios que, sin embargo, tienen la típica estructura gótica de pilares fasciculados soportando
bóvedas de crucería compleja.
Una de las construcciones que mejor refleja el momento de fusión de ambos estilos es el Palacio del Infantado
en la ciudad de Guadalajara. Aunque el plateresco castellano es especialmente abundante en ciudades como
Toledo, Valladolid o Salamanca, etc., Sobresale especialmente la archiconocida fachada de la Universidad de
Salamanca, de autor desconocido, constituida como un paño decorativo, independiente del edificio, donde los
temas decorativos, de flores, medallones, escudos y grutescos, ofrecen un inusitado ritmo. También destaca la
curiosa Casa de las Conchas, del plateresco civil, en esta misma ciudad. (Ver anexos: imagen 24)
− Purismo:
La arquitectura renacentista se va simplificando, eliminando la excesiva carga decorativa y atendiendo a
problemas arquitectónicos de las estructuras y proporciones. Esta corriente italiana purista se mantiene debido
a los maestros italianos y a los españoles formados en Italia. En el segundo tercio del siglo, los arquitectos
conocieron directamente la herencia clásica y las obras del pleno Renacimiento italiano.
Destaca Diego de Siloé, que adecuó las formas renacentistas a la esbeltez, espaciosidad y estructura de la
catedral gótica. La Catedral de Granada, en la que se hallan las tumbas de los Reyes católicos, es un símbolo
de cristiandad en la última ciudad musulmana de España. A su vez, Andrés de Vandelvira, influido por Siloé,
se mantiene dentro de un cierto clasicismo, aunque con métodos ornamentales de un gusto propio ya del
manierismo. En su obra articula elementos constructivos netamente clásicos, emplea soportes corintios,
bóvedas vaídas y trozos de entablamentos, y prescinde de decoración. Construye la catedral de Jaén, el
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hospital de Santiago y la Iglesia del Salvador, ambos en Úbeda. Otro arquitecto significativo es Pedro
Machuca, con su principal obra realizada en Granada: el palacio de Carlos V. Es un palacio de recreo que se
asemeja a las villas italianas y refleja una clara influencia bramantesca. (Ver anexos: imágenes 23 y 25)
− Herreriano:
A partir del reinado de Felipe II, la corriente de austeridad católica que impregna la sociedad española de la
Contrarreforma alcanza también al arte y a la arquitectura. El ejemplo más destacado, sin duda, de este
periodo es el Monasterio del Escorial (1563−1584) donde se reúne monasterio, iglesia, palacio y panteón
real. Es un edificio derivado de fuentes italianas, pero de gran sobriedad y desornamentación, lo que unido a
su colosal tamaño, le confiere una solemnidad aplastante. (Ver anexos: imágenes 26 y 27)
Juan Bautista de Toledo inicia las obras. A él se deben la planta general del edificio, la fachada meridional y
el Patio de los Evangelistas. Le sucedió, como arquitecto general principal, el italiano Giovanni Battista
Castello "el Bergamasco", que construyó la gran escalera a la imperial del interior, la primera de este tipo en
Europa. Juan de Herrera dirigió la obra desde 1572 hasta el final, y le imprimió su sello característico. Este
arquitecto, estudioso de las teorías del romano Vitrubio, va a influir decisivamente en la arquitectura española
del último cuarto de siglo. Otras obras de Herrera serán la Lonja de Sevilla y la catedral de Valladolid.
b) Escultura
La escultura renacentista se basó en la tradición de la antigüedad, especialmente en el período helénico y es
predominante religiosa. Al igual que la arquitectura, la escultura renacentista nació en Florencia y manifestó
igual tendencia profana. Una de sus manifestaciones más originales es la escultura en madera policromada.
Son numerosos los retablos con escenas de la pasión de Cristo y los temas dedicados a la Virgen María. Los
artistas están más preocupados por expresar los sentimientos que por buscar la armonía de las formas y
pretenden sobre todo incitar a la devoción.
Se caracteriza por las representaciones del cuerpo humano con un tratamiento perfecto de la anatomía. Se
plasma el movimiento, intentando conseguir el equilibrio y la perfección. Los materiales con los que se
moldean las figuras son el mármol, la madera, la terracota y el bronce. Buscó la expresividad y la perfección
formal y dio muestras de gran penetración psicológica (San Juan Bautista de Donatello). En resumen, las
características principales de este tipo de escultura son la vuelta a las formas clásicas; el predominio del
retrato y de los temas mitológicos, alegóricos y religiosos; el estudio del desnudo y de la anatomía; y los
materiales usados principalmente son mármol y bronce (madera, principalmente en España).
Como artistas italianos en España destacan Doménico Fancelli, autor del sepulcro de los Reyes Católicos;
Pietro Torrigiano, discípulo de Miguel Angel, cuyo San Jerónimo es una obra maestra de terracota
policromada.
Escultores españoles a destacar son Vasco de Zarza, Felipe Vigarny, Bartolomé Ordoñez y Diego de Siloé, en
el primer tercio del siglo XVI; en el segundo tercio destacan Juan de Juni, famoso por su Santo Entierro;
Alonso Berruguete, cuyo estilo dramático se caracteriza por el empleo de figuras huesudas y gesticulantes; o
Gaspar Becerra. Sin embargo, en el último tercio del XVI destacan León y Pompeyo Leoni, autores de la
tumba de Felipe II en el Escorial, de bronce bruñido, esmaltes, piedras de color y mármoles.
c) Pintura
Desde punto de vista formal, la influencia de los grandes maestros italianos del Renacimiento a los
promotores del Manierismo son la base artística de las principales pinturas españolas de la segunda mitad del
siglo XVI. El gran avance de la pintura renacentista se produjo con el florecimiento de la pintura flamenca y
el descubrimiento de la técnica del óleo. El Renacimiento supuso el análisis en la representación de la
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naturaleza. Las características más importantes de la pintura renacentista son la búsqueda de la perspectiva; el
impulso de temas mitológicos y alegóricos, y el retrato por influencia clásica; las técnicas más utilizadas son
el fresco, el temple y el óleo; la composición centra el tema y distribuye los elementos técnicos: color,
volumen y formas; la luz y los efectos de claroscuro culminan en el esfumato leonardesco; se presta gran
atención a la expresión de las figuras y al estudio de la luz en sus cuadros; y como soportes de las obras se
utilizan techos, paredes, tablas y lienzos.
En la pintura renacentista el pintor recrea la naturaleza y coloca al ser humano dentro de ella. La pintura de
este primer período tuvo su más notable precursor en Giotto, que realzó en sus obras la importancia del
espacio con una ambientación de paisajes a base de rocas, árboles, pájaros, etc. En Florencia, el arte de Giotto
ejerció una gran influencia sobre sus contemporáneos y sucesores.
La pintura del Renacimiento español se lleva a cabo normalmente al óleo. Realiza interiores perfectamente
sujetos a las reglas de la perspectiva, sin agolpamiento de los personajes. Las figuras son todas del mismo
tamaño y anatómicamente correctas. Los colores y los sombreados se administran en gamas tonales, según las
enseñanzas italianas. Para acentuar el estilo italiano es frecuente además añadir elementos directamente
copiados de allí, como son los adornos a candelieri (cenefas de vegetales y cupiditos que rodean los marcos),
o ruinas romanas en los paisajes, incluso en escenas de la vida de Cristo.
En Castilla, las formas pictóricas italianas entran de la mano de Pedro Berruguete. En su obra se refleja la
tensión psicológica, con manos crispadas y rostros melancólicos. Le preocupaban el espacio y la
representación armónica propia del arte italiano. A estos rasgos se le añade el interés por la realidad y la
descripción del detalle, tan del gusto flamenco. Desarrolló su pintura enteramente al ámbito religioso, como
por ejemplo la Decapitación de San Juan Bautista.
Durante el primer tercio del siglo, Valencia fue la ciudad más destacada, con dos pintores: Yáñez de la
Almedina y Fernando de los Llanos. Ambos introducen la forma y el contenido de la pintura de Leonardo y
las arquitecturas bramantescas, y juntos pintan al óleo las puertas del retablo de la catedral de Valencia. En el
segundo tercio del XVI, Vicente Masip, con su influencia rafaelesca, pinta obras tan destacadas como La
Visitación y El martirio de Santa Inés. Juan de Juanes trabajó en el segundo tercio del siglo con la influencia
rafaelesca de Masip, pero evolucionando hacia formas más suaves y blandas según el manierismo italiano.
Entre sus numerosas obras se pueden citar la Santa Cena o las Bodas místicas del venerable Agnesio y Santa
Inés.
En Andalucía destaca Pedro Machuca, además de en arquitectura, por su labor pictórica. Su obra manifiesta
un gran interés por los efectos lumínicos y por la expresividad manierista, con un carácter miguelangelesco y
la influencia de Correggio. Emplea colores desleídos y abandona el orden clasicista con posturas retorcidas y
complicadas. Su obra más famosa es el Descendimiento.
En Extremadura, la pintura de Luis Morales conecta con la corriente mística y la espiritualización de la forma.
Sus fuentes de inspiración son Durero, Leonardo y los manieristas. De éstos adquiere la interpretación de las
formas a través de figuras alargadas y lánguidas.
El Escorial se convierte en el gran centro de creatividad de España de la segunda mitad del siglo XVI, con
Felipe II. En torno a este monarca trabajó Juan Fernández Navarrete el Mudo, cuyas influencias tizianescas de
iluminaciones y color dotan a las obras de mayor dramatismo. Su obra más conocida es el Martirio de
Santiago. Alonso Sánchez Coello fue el seguidor del flamenco en cuanto a la rigidez, la austeridad y el
hieratismo cortesano, aunque sus retratos son serenos y en ellos destaca la figura al colocarla sobre un fondo
oscuro. Junto a la severa altivez, su obra es un alarde de detallismo por sus atuendos y joyas, como por
ejemplo en su obra Infanta Isabel Clara Eugenia.
Sin embargo, el más importante exponente de la pintura renacentista española es Doménicos Teotocópulos El
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Greco, que a pesar de no ser español, nuestro país fue el escenario del esplendor de su pintura. Nació en Creta
y se formó en Italia, pero maduró en España como artista gracias a su deseo de trabajar en el Escorial. En
1586 pinta una de sus obras más famosas, el entierro del conde de Orgaz, que manifiesta una experiencia
mística en el mundo terrenal y celestial unidas entre si. (Ver anexos: imagen 31)
4. Bibliografía
− Varios autores. Historia del Arte, ed. Edebé. Bachillerato.
− R. Lajo y J. Surroca. Léxico de Arte, ed. Akal.
− http://usuarios.lycos.es/romanico/romanico.htm
− http://www.arteguias.com/
− http://www.arrakis.es/~garma/romanico.html
− http://es.wikipedia.org/wiki/Arte_románico
− http://www.acs.ucalgary.ca/~val/305/CSArteGotico.html
− http://club.telepolis.com/pastranec/rt59.htm
5. Anexos
Románico
− Arquitectura
1. Iglesia de San Martín de Frómista 2. Catedral de Jaca
Palencia Huesca
3. Sant Climent de Taüll 4. Catedral de Santiago de Compostela − Obradoiro
Lérida Santiago de Compostela
− Escultura
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5. Capitel geométrico 6. Capitel historiado 7. Virgen del Camino
Claustro de la Colegiata Museo de Navarra Ermita Virgen del Camino
Santillana del Mar − Cantabria Pamplona Ena − Aragón
− Pintura
8. Escena de la Epifanía 9. Maiestas Domini (Pantócrator) 10. Escena de un casamiento
Ábside de Santa María de Taüll Frontal del altar de Sant Martí d'Ix Miniatura del Liber feudorum maior
Lérida Gerona Barcelona
Gótico
− Arquitectura
11. Monasterio de Las Huelgas 12. Monasterio de Poblet 13. La Moreruela
Burgos Tarragona Zamora
14. Catedral de Toledo 15. Catedral de Segovia 16. Catedral de Burgos
Toledo Segovia Burgos
− Escultura
17. Nuestra Señora la Blanca 18. Sepulcro de Santa Eulalia
Portada de la Catedral de León Capilla de la Catedral de Barcelona
León Barcelona
19. Sepulcro del Infante don Alfonso
Cartuja de Miraflores − Burgos
− Pintura
20. San Pedro en el agua 21. Piedad del Canónigo Desplá 22. Vidrieras
Lluís Borrasa Bartolomé Bermejo Catedral de León
Renacimiento
− Arquitectura
23. Catedral de Granada 24. Casa de las Conchas − Salamanca
Renacimiento Purista Renacimiento Plateresco
16
25. Palacio de Carlos V
Renacimiento Purista
26. Patio de los Evangelistas − El Escorial 27. El Escorial
Renacimiento Herreriano Renacimiento Herreriano
− Escultura
28. San Jerónimo 29. Santo Entierro 30. Tumba de Felipe II
Torrigiano Juni León y Pompeyo Leoni
− Pintura
31. Entierro del Conde de Orgaz
El Greco
17
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