Resistencia contra desastres

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HOJA DE DATOS
Resistencia
contra desastres
La situación
Está aumentando en todo el mundo el riesgo de pérdida de vidas y de daños a los bienes, a raíz de
los peligros naturales. Actualmente, cada año hay más de 226 millones de personas afectadas por
desastres. Dado que van en aumento las poblaciones y lo propio ocurre con los efectos del cambio
climático, actualmente hay mayor cantidad de personas residentes en zonas donde los habitantes
están expuestos a los peligros de eventos naturales.
Entre 1970 y 2010, la proporción de la población residente en zonas de cuencas fluviales propensas a
las inundaciones aumentó en 114% y la de residentes en zonas costeras expuestas a ciclones, en 192%.
Las recientes inundaciones en Tailandia, no solamente costaron 40.000 millones de dólares EE.UU.;
también condujeron a un retroceso en la producción industrial mundial estimado en 2,5%. La nube de
cenizas volcánicas que cubrió a Europa en abril de 2010 costó, según se estima, 4.700 millones de
dólares EE.UU., suma que se restó al PIB mundial debido a la incertidumbre reinante durante varias
semanas con respecto a la seguridad de la navegación aérea para vuelos comerciales.
También está aumentando el riesgo de pérdidas económicas. En el presente siglo, hasta el momento,
los desastres han costado más de 1.400 billones de dólares. En general, han aumentado los costos
económicos de los desastres, que llegan a más de 200.000 millones de dólares por año, y alcanzaron
un máximo en 2005 (año en que el Huracán Katrina afectó a los Estados Unidos). El gran terremoto
y tsunami que arrasó la costa oriental del Japón envió un claro mensaje de que tanto los países
desarrollados como los países en desarrollo están expuestos a grandes riesgos.
El riesgo de desastres plantea enormes escollos al desarrollo sostenible. Los desastres causados por
terremotos, inundaciones, sequías, huracanes, tsunamis y otros eventos naturales están causando
efectos devastadores en las poblaciones, el medio ambiente y las economías.
Los niveles del riesgo de desastres están aumentando debido a diversos factores, entre ellos, el cambio
climático, la pobreza, la deficiente planificación y gestión del uso del suelo y la degradación de los
ecosistemas. Las instituciones de gobierno pueden tener una gran influencia sobre la capacidad de las
comunidades locales de hacer frente a la situación y adaptarse a ella.
Según estimados del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, más de la mitad de las
megaciudades del mundo, con poblaciones de entre 2 millones y 15 millones de personas cada una,
corren riesgo de resultar afectadas por futuros terremotos de magnitud 7 o mayor. Varias ciudades muy
populosas con alta densidad de población, entre ellas Tokio, México D. F., Puerto Príncipe, Estambul
y Katmandú – ubicadas mayormente en países en desarrollo con poblaciones en rápida expansión –
están ubicadas cerca de líneas de falla geológica que muy probablemente originarán terremotos en
el futuro. Esas ciudades también padecen crecientes pérdidas sociales y económicas. El terremoto
ocurrido en 2010 en Haití costó a ese país, en 35 segundos, un 100% de su PIB.
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20 a 22 junio 2012 • Río de Janeiro, Brasil • uncsd2012.org
Son especialmente vulnerables los pequeños Estados insulares en desarrollo debido a su mayor
vulnerabilidad a los choques externos, inclusive los crecientes efectos perjudiciales del cambio
climático y los desastres más frecuentes y más intensos causados por peligros naturales, así como las
recientes crisis de los combustibles, los alimentos y las estructuras financieras.
Además, las mujeres y los niños son especialmente vulnerables a los desastres. La Estrategia Internacional
de las Naciones Unidas para la Reducción de los Desastres indica que las mujeres y los niños tienen
probabilidades 14 veces superiores a las de los hombres de perder la vida durante un desastre.
No obstante, la resiliencia – la capacidad de las personas y las localidades de soportar esos efectos y
después recuperarse rápidamente – sigue siendo posible. La reducción del riesgo urbano proporciona
oportunidades para efectuar inversiones de capital con destino a mejoras y reacondicionamientos de
la infraestructura, remodelación de los edificios para aumentar su eficiencia energética y su seguridad,
renovación urbana, utilización de fuentes de energía menos contaminantes y reparación de los
tugurios. En la región de Asia y el Pacífico, los riesgos de morir a causa de inundaciones y ciclones
disminuyeron en dos terceras partes en comparación con 1980, debido a medidas de reducción del
riesgo de desastres.
La reducción del riesgo de desastres genera numerosos beneficios económicos, ambientales y sociales.
Por ejemplo, una mejor gestión del abastecimiento de agua puede responder eficazmente a los
riesgos de sequía y, al mismo tiempo, acrecentar la generación de energía hidroeléctrica y aumentar
la capacidad de almacenamiento de agua con destino a usos agrícolas y la disponibilidad de agua de
beber para uso doméstico. Además, los ecosistemas podrían aprovecharse como barreras protectoras
y de amortiguación contra los peligros físicos, de manera de salvar vidas y proteger bienes y medios
de vida, preservando al mismo tiempo el medio ambiente.
Datos importantes
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Entre 2002 y 2011, ocurrieron en todo el mundo 4.130 desastres causados por eventos naturales, a raíz de
los cuales perecieron 1.117.527 personas y hubo pérdidas de, como mínimo, 1.195 millones de dólares EE.UU.
El riesgo de perder bienes debido a los desastres está aumentando más rápidamente que la creación
de riqueza. En los países miembros de la OCDE, el riesgo de pérdidas económicas a consecuencia
de inundaciones aumentó en más de 160% y el riesgo de pérdidas por ciclones tropicales, en 265%.
En esos países, los perjuicios económicos debidos a inundaciones y ciclones están aumentando más
aceleradamente que el PIB per cápita.
Del total de la asistencia de socorro en emergencias, menos de 0,7% se destina a la reducción del
riesgo de desastres. La reducción del riesgo de desastres contribuye al crecimiento económico, pues
reduce las pérdidas debidas a desastres, protege los medios de vida, reduce la necesidad de ofrecer
programas con medidas mínimas de seguridad social y abre nuevas posibilidades para desarrollar el
capital social y los bienes sociales.
En promedio, cada año hay 102 millones de personas afectadas por inundaciones, 37 millones de
personas afectadas por ciclones, huracanes y tifones, y casi 366.000, por deslizamientos de tierras.
Las inundaciones causan un 15% de todas las defunciones a consecuencia de desastres debidos a
peligros naturales.
En los últimos 40 años, la mayoría de los 3,3 millones de defunciones debidas a desastres ocurrieron
en los países más pobres.
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Lo que da buenos resultados
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En Filipinas, el gobierno de la provincia de Albay estableció en 1995 una oficina encargada de
hacer frente al alto riesgo de tifones, inundaciones, deslizamiento de tierras y terremotos. La
reducción del riesgo de desastres se institucionalizó y se financió, dejando bien en claro que
la reducción de desastres era una prioridad oficial y permanente. En los últimos 17 años, con la
excepción de 2006 y 2011, durante 15 años no hubo víctimas.
En octubre de 2011, la ciudad de El Cabo, Sudáfrica, estableció su Centro de Gestión del Riesgo
de Desastres. La ciudad de El Cabo ha logrado grandes adelantos hacia la reducción del riesgo
de desastres y actualmente es un exponente ejemplar de la estrategia mundial de las Naciones
Unidas para promover que los gobiernos locales intensifiquen sus actividades de gestión del
riesgo de desastres.
En abril de 2012, los sistemas de alerta temprana de tsunamis en el Océano Índico registraron un
éxito. Un terremoto de magnitud 8,6 ocurrió a 437 km al sudoeste de Banda Aceh, Indonesia, y
de inmediato se emitió una alerta de tsunami para los 28 países de la región. Las evacuaciones
realizadas sin tardanza impidieron que hubiera víctimas o daños de gran magnitud.
Propuestas para Río+20
El Grupo de alto nivel de las Naciones Unidas sobre la sostenibilidad mundial recomienda que los
gobiernos formulen y apliquen políticas para reforzar la resiliencia, en particular mediante programas
de protección social y políticas con beneficiarios bien definidos, y que amplíen las capacidades
de asistencia humanitaria para hacer frente al creciente estrés impuesto al medio ambiente y a los
posibles choques. Río+20 podría reforzar la importancia de una mejor comprensión de los riesgos de
desastre y un mejor seguimiento de esos riesgos. Para ello será necesario el fomento de la capacidad
en los círculos académicos y una mejor comunicación de la información.
A menos que se incluya una clara normativa y una aplicación práctica de la gestión del riesgo de
desastres y del cambio climático, nunca podrá establecerse un marco de desarrollo sostenible. Las
propuestas para Río+20 destacan que es preciso que prosiga la reducción del riesgo de desastres en
el marco del desarrollo sostenible y que la reducción se incorpore en el programa de desarrollo para
después de 2015.
Entre otras propuestas cabe mencionar la mayor coordinación entre los niveles nacionales, regionales
e internacionales para una enérgica respuesta a las emergencias medioambientales y mejores
sistemas de pronóstico y de alerta temprana, una más estrecha coordinación entre las respuestas a
emergencias, y medidas de desarrollo y pronta recuperación, inclusive la aprobación de un “Marco
posterior a Hyogo” y su integración en las políticas de desarrollo.
Publicación del Departamento de Información Pública de las Naciones Unidas, junio de 2012
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