La gentileza está en la lista del fruto del Espíritu (“mansedumbre”) y

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LA GENTILEZA
Por Stanford Orth
La gentileza está en la lista del fruto del Espíritu (“mansedumbre”) y Pablo exhortó a los
filipenses, “Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres” (4:5). Sin embargo, es una
virtud que no muchas veces pedimos al Señor que obre en nosotros. No parece tener la misma
importancia de otras virtudes como el amor o la paz y, especialmente para los hombres, no
tiene un sabor varonil. “Tal vez, no hay una virtud que menos pedimos a Dios, o menos
cultivamos que la gentileza. En realidad, se considera un temperamento natural o de modales
externos, más que una virtud cristiana” (George Bethune de Bridges). Sin embargo, cuando
entendemos el significado de la gentileza y su efecto en nuestras relaciones con otros, nos
damos cuenta de su importancia.
Captemos primero el concepto de la gentileza y especialmente su relación con el poder. Una
raíz (epieikía) se traduce en la Reina-Valera de 1960, “amable” (1 Timoteo 3:3; Tito 3:2;
Santiago 3:17), “equidad” (Hechos 24:4), “ternura” (2 Corintios 10:1); “afable” (1 Pedro
2:18). Contiene la idea de un trato suave, con moderación. Otra raíz que tiene un sentido muy
parecido generalmente se traduce como “manso” y “mansedumbre” (praús, praútes) pero
también como “afable” (1 Pedro 3:4).
LA GENTILEZA Y EL PODER
Recibimos la impresión que “gentil” o “manso” describe a una persona débil, sin propósitos
personales, sin la facultad de decisión o sin fuerza de carácter. Sin embargo, Jesús mismo, en
una de las pocas ocasiones cuando describió su carácter, dijo “Soy manso y humilde de
corazón” (Mateo 11:29). Dios dijo que el líder Moisés fue el hombre más manso en la tierra.
La gentileza siempre asume una fuerza fundamental en la persona. Leith Anderson ilustra con
la leona y su pequeño cachorro en el zoológico. Mirándolos, un niño exclama, “¡Mire cómo
la leona trata tan suavamente al pequeño!” La leona tiene suficiente poder en sus garras de
matar a un hombre con un sólo golpe, y por eso, su toque suave o gentil en el cachorro es tan
notable.
Se puede decir que algunos hombres o mujeres son poderosos. Tal vez su poder está en su
fuerza económica, su inteligencia, su elocuencia o su estatura y músculos. O tal vez su poder
está en que es un padre o madre en contraste con los hijos pequeños, un varón en contraste
con una mujer o que tiene una posición de autoridad en el gobierno o la empresa. Estas
personas facilmente pueden utilizar su poder o autoridad para dominar a otras personas. Es
posible que utilizan su poder para su propio beneficio o en contra de otros. Pueden abusar de
su poder, explotar a otros o actuar cruelmente. En ese caso, no decimos que esa persona
manifiesta la gentileza.
Sin embargo, si, como la leona, estas personas, a pesar de su gran poder, capacidad o
autoridad, no la utilizan para dominar y en cambio, tratan a los demás con suavidad, decimos
que tienen “gentileza”. Filipenses 2:1-4 describe la conducta respetuosa y considerada del
cristiano con otras personas. Jesús es el ejemplo porque, según el versículo 6, aunque es Dios,
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voluntariamente dejó muchos de sus privilegios y se hizo hombre, se hizo siervo de los
hombres, se hizo obediente y se sacrificó por nosotros. Jesús escogió someter su gran poder,
autoridad, derecho y gloria a la voluntad de su Padre y a la necesidad de la humanidad.
Algunos sugieren que la gentileza es el poder que está sumiso. Jesús es omnipotente, pero
también trata a los demás con mansedumbre y con el toque suave de la gentileza, la dulzura,
la benignidad.
Richard Strauss resume el uso de la palabra “manso” en el griego clásico:
En la literatura clásica griega praus puede referirse a palabras bondadosas que tienen el
poder de animar, a una medicina confortante y calmante con el poder de sanar, o a
animales potentes que han sido domados, como un gran caballo padre que ha sido
domado, y ahora está controlado con freno y brida. El caballo tiene inmenso poder pero
está bajo control y es usado para bien.
Isaías 40 describe el impresionante poder de Jehová:
v. 10: He aquí que Jehová el Señor vendrá con poder, y su brazo señoreará:
v. 15: He aquí que las naciones le son como la gota de agua que cae del cubo, y como
menudo polvo en las balanzas le son estimadas; he aquí que hace desaparecer las islas
como polvo.
vv. 25-26: ¿A qué, pues, me haréis semejante o me compararéis? dice el Santo. Levantad
en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas; él saca y cuenta su ejército; a todas
llama por sus nombres; ninguna faltará; tal es la grandeza de su fuerza, y el poder de su
dominio.
Sin embargo, en medio de la descripción de su poder encontramos estas palabras de su cuidado
tierno sobre su pueblo:
v. 11: Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los
llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas.
JESUS Y LA GENTILEZA.
Pablo apeló a los corintios, “por la mansedumbre y ternura de Cristo” (2 Corintios 10:1).
¿Qué debemos aprender de la ternura de Jesús? Cuando Jesús dijo que es manso, invitó a la
gente a llevar su yugo y de aprender de él. Ellos llevaban el yugo pesado de las leyes de los
escribas y los fariseos. Tomar el nuevo yugo simboliza que aceptarían responsabilidad y
servicio con Cristo. Pero en contraste con el legalismo, Jesús les ofrecía descanso y libertad a
su lado porque “mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:30). Les trató con suavidad.
Aprendemos que la gentileza no pone cargas espirituales más allá de lo bíblico y correcto.
Actúa con gracia y misericordia.
En el próximo capítulo de Mateo, encontramos que Jesús no buscaba notoriedad y fama y se
atribuye a la profecía de Isaías: “No contenderá, ni voceará, ni nadie oirá en las calles su voz.
La caña cascada no quebrará, y el pábilo que humea no apagará, hasta que saque a victoria el
juicio” (Mateo 12:19-20). Siglos antes de su venida la profecía decía que el Mesías no
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buscaría la fama terrenal, no gritaría en las calles, no sería un agitador ni levantaría las masas,
ni usaría violencia. Si queremos ser como Jesús, no buscaremos poder ni posición ni
seguidores ni fama. Andaremos animando, invitando, edificando, mostrando compasión y
misericordia. No hablaremos recio para llamar la atención a nosotros. No insistiremos en
nuestra opinión y voluntad. Levantaremos el nombre de nuestro Padre y a su Hijo.
En Lucas 9 encontramos que un pueblo samaritano no quería recibir a Jesús y sus discípulos
porque viajaban para Jerusalén. Jacobo y Juan preguntaron si él quería pedir fuego del cielo
sobre el pueblo, algo que Jesús tenía poder para hacer. Él “los reprendió, diciendo: “Vosotros
no sabéis de qué espíritu sois; porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las
almas de los hombres, sino para salvarlas” (vv. 55-56). Jesús nos enseña a manifestar la
gracia y la gentileza hacia las personas que están en nuestra contra o que no colaboran con
nuestros planes. Tal vez resistimos la venganza abierta pero hemos aprendido a no hablar con
los que no están de acuerdo, no hacerles caso, criticarlos ante otros o excluirlos de las
actividades.
La postura de Cristo frente a la mujer que fue encontrada en adulterio nos sorprende, tal vez
aun nos choca porque sentimos que el Hijo de Dios debe haber castigado a la mujer para
enseñar la santidad a los fariseos y a los cristianos. Strauss señala que las personas más santas
son las más misericordiosas al tratar con los pecados de otros. No aprueban el pecado pero
aman y buscan el bienestar del pecador. Aun cuando es necesario corregir o disciplinar, lo
hacen con mansedumbre, amor y delicadeza, siempre anhelando la restauración (Gá. 6:1; 2
Timoteo 2:24-26). Los apóstoles enseñaron que es la persona no arrepentida que necesita la
disciplina para que cambie. Hemos de animar y exhortar a las personas que dejen su pecado y
hemos de hacerlo con amor, con gracia, con humildad y con paciencia, cuidando que no
caigamos en el mismo error o en la soberbia y el orgullo.
EL CRISTIANO QUE MANIFIESTA LA GENTILEZA.
¿Cuál es el perfil del cristiano que en su corazón tiene la mansedumbre y la ternura y en sus
relaciones con otros manifiesta la gentileza? ¿Qué aspecto tiene esta virtud espiritual? Jerry
Bridges comienza hablando de una persona que hace que otros sientan el descanso cuando
están en su presencia. Otros no deben tener miedo de expresar su opinión y su sentimiento.
Hemos de estar sensibles a los pensamientos y sentimientos de otros. No hemos de exhibir
nuestro compromiso a Dios de manera que otros sientan culpa. No hemos de desanimar el
corazón de la persona que está dolida o que aún no ha alcanzado la madurez.
También, la gentileza respeta la dignidad de cualquier otra persona, no importando su estatus
social o económico, su religión, su nacionalidad o sus convicciones. Hemos de persuadir con
amor y bondad, no con intimidación, coerción, amenazas o vergüenza. La gentileza evita el
hablar abrupto que acusa y lastima. Cuando sea su responsabilidad corregir a otros, tratará de
sanar la persona con palabras de consolación, ánimo y una guía sabia y tierna.
Cuando otros parecen estar en su contra o lo critican, el cristiano manso no sentirá
amenazado o resentido. Tal vez buscará la manera de aclarar o simplemente dejará a Dios
obrar en el corazón de las personas.
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Pedro dice que hemos de contestar al no creyente con mansedumbre y con respeto y que esto
es posible sólo en la vida del que está dando a Cristo la prioridad y el control (1 Pedro 3:1516).
El Nuevo Testamento nos enseña que, hasta donde sea posible, hemos de vivir en paz con los
que no han recibido a Cristo mostrándoles el carácter de Dios: misericordia, amor, gracia,
santidad y apertura. Thomas nos recuerda: “El evangelio no tiene que ver con ganar una
discusión. Trata de reconcilar a las personas con Dios y los unos con los otros. La fuerza no
reconcilia sino separa; las demandas legalistas no invitan sino distancian. La gracia y la
gentileza edifican puentes”.
El cristiano con gentileza tratará con amor y gracia la persona que cae en algún error o
pecado. Estará entristecido y orará por su arrepentimiento. Si Dios le llama a involucrarse con
el hermano, intentará restaurarle pero con humildad y sensibilidad, consciente de sus propias
debilidades y tentaciones.
El cristiano que sinceramente quiere ser cambiado en la imagen de Cristo, buscará vestirse
con mansedumbre, misericordia, paciencia, perdón y amor (Colosenses 3:12-14; 1 Timoteo
6:11).
LLEGANDO A SER UN CRISTIANO CON GENTILEZA.
Bridges nos recuerda que tenemos que decidir que la gentileza realmente es una virtud que
queremos. Tenemos que decidir si queremos ser moderados y sensibles en nuestro trato con
otros, si queremos mostrar gracia y perdón en vez de crítica y juicio, si queremos realmente
reconocer la fragilidad del espíritu humano y tener cuidado de las personas.
También, él recomienda que preguntemos a las personas cercanas qué proyectamos a otros.
¿Sienten otros que soy dogmático, necio en mis puntos de vista, abrupto, crítico o dominante?
¿Otras personas descansan en nuestra presencia o se sienten amenazados, temerosos,
juzgados? Hemos de enfrentar la realidad con honestidad y humildad. ¿En cuáles
circunstancias o con cuáles personas soy más presto a faltar la gentileza? ¿Cuando otro me ha
desilusionado? ¿Cuando ha fallado? ¿Cuando siento que tengo la razón? ¿Cuando otro me
falta el respeto? Hemos de pedir a Dios que obre cambios y que nos haga sensibles a los
sentimientos, los pensamientos y el espíritu de otros aun cuando no sentimos que merecen
esta consideración. Pongamos estas peticiones en nuestra lista de oración.
Como en el caso de otras virtudes, hemos visto que Dios y su Hijo son los ejemplos más
claros de la mansedumbre, la gentileza, la ternura, la apacibilidad y la amabilidad. Gary
Thomas dice que “el primer paso para llegar a tener esta virtud es sentirse asombrado por la
gentileza con la cual Dios nos ha tratado....no merecemos nada...le fallamos diariamente. Sin
embargo, Dios sigue obrando en nosotros, no nos abandona. Todavía está allí, todavía
perdonando, todavía amando, todavía sustentándonos”. Así hemos de tratar a otros.
Mantenemos esta visión al meditar en la palabra de Dios, por ejemplo en Mateo 11:28-30,
21:5 y 2 Corintios 10:1. Aprendamos de memoria por lo menos un texto bíblico que nos
recuerde la gentileza.
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“La vida de gentileza es la vida de bendición. Consuela, conforta, anima, refresca, satura a las
personas con la presencia de Cristo. No sorprende que Edwards la llama ‘el espíritu
cristiano’” (Thomas)
BIBLIOGRAFÍA
Jerry Bridges, The Practice of Godliness, NavPress 1983
Richard Strauss, Growing More Like Jesus, Loizeaux, 1991.
Gary L. Thomas, The Glorious Pursuit, NavPress 1998
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