S C Mensaje 117

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SEÑAL COPARMEX
Mensaje 117
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN EN LA COYUNTURA POLÍTCO-ECONÓMICA
Bienvenido a la Señal Coparmex de esta semana.
El primer amparo contra la reforma electoral del 2007 que
conseguimos a través del Centro Empresarial de Morelos no es
todavía el desenlace en la historia de ese atropello a las garantías
constitucionales de libertad de expresión, derecho a la información y
participación política. Sin embargo, sí es un gran paso; más que para
Coparmex y los empresarios, para la democracia mexicana. Es un
gran avance que se da sobre un aspecto del sistema político mexicano
que se creía intocable.
Más allá de la posibilidad de contratar spots en televisión o radio, este
amparo ratifica la trascendencia del fallo que emitió la Suprema Corte
de Justicia de la Nación en septiembre del año pasado. A groso modo,
implica la primacía de las garantías individuales por sobre las
atribuciones constitucionales de los políticos.
Si una ley vulnera los derechos fundamentales, no puede ser ni
legítima ni legal. Ni el oligopolio de los partidos políticos que
padecemos hoy en México ni los diputados ni los senadores pueden
ser todopoderosos.
Para eso sirve precisamente el recurso del amparo: para la defensa
contra el abuso del poder, que en este caso es flagrante. Es el intento
de la clase política de adjudicarse la exclusividad del uso de la palabra
en los medios y los tiempos que les convengan; su pretensión de
determinar dónde, cuándo y cómo los demás pueden opinar sobre los
asuntos de interés público.
El fallo del Juez Quinto de Distrito en el Estado de Morelos está
sustentado por una excelente labor de jueces de distrito, proyectistas y
la propia Suprema Corte. Reconocemos el interés por resolver, de
fondo, este tema en el que no existía un precedente jurídico.
Si alguien objeta que no es razonable que un juez invalide la decisión
de dos terceras partes de los diputados y senadores federales, así
como la ratificación de 30 de 31 congresos estatales, habría que
contestar que justamente en estos extremos es cuando es más valioso
el balance de poderes y la independencia del Poder Judicial. Si los
políticos no quieren que ocurra eso, basta con que no promuevan
leyes anticonstitucionales, contra las que los mexicanos
afortunadamente tenemos la figura del amparo.
Además, ya en el terreno de los hechos, la reforma electoral del 2007
está haciendo agua por varios flancos; está rebasada. Sus
incongruencias y absurdos se hacen cada vez más evidentes a
medida que nos acercamos al 5 de julio.
Se pretendió convertir al IFE en el gran censor de lo que puede o no
decirse y en la mayor central de medios del mundo. No hay ningún
ahorro considerable al erario por concepto de las campañas y gastos
electorales. A pesar de que estamos en recesión, gastamos millones
y, lo peor de todo, sin que eso ayude en nada a cambiar la percepción
de un amplísimo sector de la población que ni siquiera le ve sentido al
voto. Por eso las tendencias hablan de un nivel de abstencionismo de
entre 65 y 80 por ciento.
Por el bien del país necesitamos revertir esa tendencia,, y eso implica
no sólo la necesidad de defender el derecho de opinar, sino ejercerlo
por todos los canales que tengamos a nuestra disposición. Si millones
de personas no tienen intención de votar, es porque no ven una
conexión real entre sus problemas y la propuesta de los partidos y los
candidatos.
Las campañas simplemente no están conectando con la gente. Los
espacios públicos se llenan con vaguedades, promesas sin
compromisos, buenos deseos, acusaciones o poses actuadas.
Por nuestra parte, en términos generales no vemos en las campañas
intenciones serias de hacer compromisos con las reformas
estructurales que México necesita. No hay disposición a arriesgarse y
decir las cosas como son. Sin esas reformas, aunque haya
reactivación, no vamos a alcanzar el crecimiento sostenido que
necesitamos para generar el millón 200 mil empleos que se requieren
para los jóvenes que se incorporan cada año a la edad de trabajar,
que es de cuando menos 6% anual.
Sin posturas claras y compromisos específicos como los que pedimos
en la Señal Coparmex de la semana pasada, no vemos cómo puedan
revertirse de manera importante las tendencias de intención de voto ni
el estancamiento que tiene el país en muchas áreas.
Si queremos que haya un punto de inflexión, los ciudadanos tenemos
que hacer oír nuestra voz para que quede muy claro lo que nos
preocupa, lo que queremos y aquello que no nos interesa. Es
necesario aquilatar y hacer valer de manera productiva este principio
consagrado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Ahí hay un argumento en el que siempre se insiste en encuentros
como el Foro Global sobre Libertad de Expresión, que tiene lugar en
Oslo, Noruega, esta misma semana.
Hay que aprovechar las herramientas de la democracia para que
nuestro país salga adelante.
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