¿Qué hace el predicador de la Casa del Papa arrodillado ante un

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¿Qué hace el predicador de la Casa del Papa
arrodillado ante un pastor protestante?
A las 1:05 PM, por Luis Fernando
Categorías : Actualidad, Apologética católica,
Ecumenismo protestantes, Ecumenismo
Como dice el refrán, “una imagen vale
más que mil palabras". Y en la que
acompaña a este post vemos al P.
Raniero Cantalamessa, ofmcap,
arrodillado al lado de un pastor
protestante mientras éste realiza una
oración, una bendición o algo parecido.
El pastor impone su mano sobre el fraile
capuchino.
La imagen la pudieron contemplar en directo los asistentes al encuentro celebrado por
CRECES (Comunión Renovada de Evangélicos y Católicos en el Espíritu Santo), grupo
ecuménico que sostiene una especie de declaración común de fe que puede leerse en su
web.
No seré yo quien diga que no se deben producir encuentros ecuménicos entre católicos y
protestantes evangélicos. Tenemos en común muchas cosas y es mejor que recemos juntos
de vez en cuando a que nos sigamos tirando los trastos a la cabeza como en tiempos
pasados. Pero siempre debe quedar claro, al menos para la parte católica, que por muy
buena intención que tengamos, queda un largo trecho para que estamos todos en comunión
plena. Una comunión que SOLO puede darse bajo el pastoreo del Vicario de Cristo y
Sucesor de San Pedro, el Obispo de Roma.
Lo queramos o no, existen diferencias fundamentales entre católicos y protestantes. Los
católicos no somos solafideístas, creemos que la fe sin obras está muerta, no salva. Los
protestantes sí. Los católicos no somos iconoclastas. Los protestantes sí. Los católicos
creemos en la comunión de los santos de la forma en que esa doctrina se desarrolló desde los
primeros siglos. Los protestantes no. Los católicos veneramos a la Virgen María y los santos.
Los protestantes no. Los católicos creemos en la sucesión apostólica. Los protestantes, en su
inmensa mayoría no, y los que sí creen no tienen dicha sucesión en sus obispos. Los católicos
creemos en todos los sacramentos y en su eficacia salvífica y santificadora. Los protestantes
no, y además son incapaces de ponerse de acuerdo siquiera sobre el sacramento del
bautismo.
Es más, los católicos tenemos una Biblia completa. Los protestantes quitaron libros de la
Escritura a partir del siglo XVI, aunque las primeras versiones de biblias protestantes -p.e, la
King James Version o la Biblia del Oso-, las incluían. Por si fuera poco, los católicos tenemos
la Tradición como una de las fuentes de la Revelación, mientras que los protestantes son
solaescrituristas. Y para más inri, los protestantes creen en el libre examen de la Escritura,
con lo cual convierten la Palabra divina en opinión humana, y necesariamente sufren una
insuperable división doctrinal y eclesial, mientras que los católicos aceptamos la autoridad
del Magisterio de la Iglesia para interpretar la Biblia. De este modo recibimos realmente la
Palabra de Dios y podemos mantenernos en la unidad de una misma fe.
Mucho me temo que todo este tipo de encuentros ecuménicos no servirán lo más mínimo para
cambiar una sola de esas diferencias que nos separan. Nuestros ojos no van a ver a la
mayoría de los protestantes -no digamos ya la totalidad- venerando a la Madre del Señor,
pidiendo la intercesión de los santos, aceptando la transubstanciación, reconociendo al
Papa como cabeza del colegio de obispos, etc. Y mientras no compartamos la misma fe, no
habrá verdadera unidad. Puede que haya protestantes que se conviertan a la fe de la Iglesia
de Cristo, que subsiste única y plenamente en la Iglesia Católica, pero no podemos tapar el
sol con un dedo y decir que la unión real y efectiva está cercana. Que Cristo haya pedido la
unión de todos los cristianos no supone que todos los cristianos vayan a estar unidos
cuando Él vuelva. Al fin y al cabo, Dios quiere que todos se salven y no todos se salvan.
Como católicos debemos hacer lo que esté en nuestra mano, y que el Señor nos conceda
hacer, para lograr la unidad de los cristianos, pero dicha unidad tiene como destino final
irrenunciable el regreso a Roma de todos los hermanos separados. No olvidemos que el
decreto del Concilio Vaticano II sobre el ecumenismo se titula “Unitatis redintegratio".
En ese sentido, no creo que ayude mucho al objetivo de reunir a todos los cristianos en el
rebaño de Pedro el ver como el predicador de la Casa del Papa se arrodilla ante un pastor que
no profesa, ni de lejos, la fe católica y que la niega en cuestiones fundamentales. Dicha
imagen resulta equívoca tanto para los católicos, que pueden creer que dicho pastor tiene
una autoridad espiritual de la que carece, como para los protestantes, que verán en ello una
especie de legitimación católica de su alejamiento de la Iglesia. Tampoco vería bien que
ocurriera lo contrario, a menos que el pastor estuviera pidiendo ser acogido por nuestra Madre
y Maestra.
Sinceramente, no me imagino a San Francisco de Sales arrodillándose ante un pastor
calvinista. Ni a San Ignacio haciendo lo propio ante un pastor anglicano. Ni creo que el Beato
Henry Newman se dejara imponer las manos por el Arzobispo de Canterbury una ver que
ingresó en la Iglesia Católica.
Podemos arrodillarnos juntos para rezar. Pero un sacerdote católico no puede caer en la
parafernalia pseudo-litúrgica del protestantismo evangélico, sobre todo si es pentecostal, que
gusta mucho de este tipo de shows. Hace años vimos a todo un cardenal de la Iglesia caer
en ese mismo error. Ahora lo vemos en un fraile que ocupa un lugar destacado ante el
mismísimo Papa. Por buena que sea la intención, basta ya de cometer errores que no sirven
sino para crear confusión.
Luis Fernando Pérez Bustamante
Luis Fernando Pérez Bustamante
Seglar, casado y padre de tres hijos. Dedicado durante años a la apologética católica en foros, chats y
blogs de internet, en la actualidad es director de InfoCatólica. Los artículos de este blog pueden ser
reproducidos citando la fuente, salvo prohibición expresa del autor.
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