desde el momento que uno empieza a dejar de sentir

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DESDE EL MOMENTO QUE UNO EMPIEZA A DEJAR DE SENTIR,
UNO EMPIEZA A DEJAR DE VIVIR
Me pasó algo curioso en la última reunión del Equipo Nacional de Ediciones El Pueblo, y
pienso, es válido contarlo y compartirlo por esas cosas que van marcando el proceso en la
formación de una persona y de un equipo. Siempre nuestro maestro (Pablo), asegura el
hacernos llegar las producciones escritas por nosotros mismos o que otras personas producen.
Lo cierto es que, primero llegó a mis manos el texto de una ponencia realizada por otro maestro
(Jorge), con una ilación de ideas tan bien logradas que la secuencia de hechos me atrapó y me
llevó a dedicarle el tiempo necesario para leerlo. Pero ¿qué es lo curioso de este escrito? Jorge,
un médico científico, en el otoño de la vida, dice: “El don de la vida es el amor y el amor todo lo
puede”… “El hombre gira dentro de sí mismo y reconoce lo mucho que ha amado, no está solo
y sabe que nunca ha estado solo”… Para entender la dimensión de lo que dice, es necesario
precisar que él trabajó en la pesquisa neonatal de raras enfermedades como la fenilcetonuria, el
hipotiroidismo congénito, las homocistinurias y la galactosemia, entre otras; y descubrió que:
“frente al dolor humano… hay que hacer algo. O uno lo alivia o echa a correr. El dolor del
hombre no es como el de los animales porque tiene conciencia de él, y entonces tiene
sufrimiento, piensa que le va a volver a doler, o que no le ha dejado de doler. Pero cuando uno
tiene un niño enfermo para toda su vida, uno siente la desdicha, porque uno sabe que la luz de
sus ojos no se va a curar y, frente a la desdicha es algo así como decía la filósofa Simona Weil
de Francia, es como el esclavo, que ha perdido media humanidad. Uno está al pie de una cruz y
tiene dos opciones: mira la cruz y la acepta o voltea la cara y se va.
Frente a eso lo único que uno podía hacer era procurar que los padres aceptaran que
aquel niño que vino tenía algo especial. Uno tenía además que compadecerse de ellos.
Compadecerse es padecer con el otro, es que el otro entienda que a mí me duele. Pero a mí
me duele profundamente en el momento, yo siento la rebeldía en mi corazón de que ese niño
esté enfermo y me pregunto: ¿Para qué sirve esa vida? Más todavía si es una de esas
enfermedades degenerativas terribles de las que tuvimos la oportunidad de ver ¡Padezco con la
persona! Pero cuando la persona sale del laboratorio, el problema se va con él, se va a la casa.
Yo sufrí, pero es nada comparado con lo que ellos sufren.
Entonces había que dar un paso más, yo no sabía ¿cuál era? Y los padres de los
pacientes me lo enseñaron. Frente a un niño con síndrome degenerativo de una acidosis láctica
congénita, ya llegando al deterioro máximo, que apenas babeaba y hacía ruido, yo pude ver
como la mano de la madre llegaba a la frente del muchacho de catorce años, y al pasarle la
mano él se serenaba. Todo volvía a la paz. ¡Y así como él había otros tantos! Yo entendí que lo
único que había era que amarlos.
Si en algún momento hubo alguna amargura en el trabajo del grupo, el amor de esas
madres y de esos padres significó para mí una respuesta profunda, que iba más allá de la
medicina. Yo entendí que había que buscar más allá de la medicina las respuestas del ¿para
qué todo esto? No ¿para qué hacer? Sino ¿por qué dentro de la vida del hombre existe esta
posibilidad que la madre naturaleza ensaye una mutación y esa mutación sea tan seria que
mate a un niño inocente o lo incapacite para el resto de su vida?
Entonces, es esta etapa de la vida no volvería a la investigación básica, no volvería a la
aplicación de conocimientos y la solución de problemas prácticos y, aceptaría que mi
generación tiene un periodo muy limitado de búsqueda y de espera que lo puede conducir a
completar la vida, a conocer el sentido más profundo de la condición humana, por lo menos en
el caso individual”.
Entonces, el otro texto me encontró. Esta vez, de unas docentes de Ciudad Guayana,
que reunidas un fin de semana en casa de una de ellas, revisaban lo que hacían con las
historias de vidas, entre ello, una taller que acababan de culminar. Y esto fue lo que leí.
Aída.-
La educación bolivariana se suscribe en un currículo contextualizado desde la
realidad, desde su entorno. Partir de las necesidades de la vida; es decir, hacer una educación
para la vida y desde la propia vida. Entonces, los libros de los baqueanos y el trabajo que
hacemos con ellos, está totalmente vinculado a este tipo de educación porque los baqueanos
iluminan el estudio de cualquier proyecto de aprendizaje y las asignaturas que se logran
relacionar. Esto se hace a través de la vivencia de los personajes, la mayoría de las veces
héroes anónimos que te cuentan sus historias y dan tantas luces para profundizar en el
conocimiento académico.
Como yo no estoy en aula, invité al profesor Juan Manuel para el taller del 11 y 12 de
septiembre con la idea de impulsar el trabajo de los baqueanos en el Liceo Bolivariano José
Félix Ribas, ubicado en Inés Romero de San Félix, en la Parroquia Vista al Sol. También invité a
los directivos de otros liceos bolivarianos para que ellos invitaran a sus docentes en las
diferentes áreas de conocimiento. El objetivo fundamental era ese pues, tratar de incorporarlos
en los diferentes proyectos para desarrollar en el año escolar 2006-2007 una metodología que
nos permita trabajar con historias de vida.
Como integrante de la red de educadores de liceos bolivarianos nuestra labor será
seguir motivando este trabajo en los diferentes liceos, especialmente en el liceo bolivariano
José Félix Ribas con Juan Manuel. Creo que con él tenemos un camino bien avanzado porque
primero es un docente con una gran sensibilidad humana, es artista plástico, poeta, filósofo,
tiene un estudio avanzado en Teología. Él estuvo con los Salesianos, es un muchacho
superespecial y con un compromiso inmenso en la educación de los jóvenes. Creo que con
Juan Manuel vamos a lograr un trabajo bien hermoso desde los baqueanos.
Ahora ¿quién conoce este trabajo? Este es un trabajo hermosísimo. Estas son razones
por las que la experiencia con los baqueanos son válidas para desarrollar
en los liceos
Bolivarianos del Municipio Caroní.
Ione.- Yo creo que aquí hay muchos elementos. Uno tiene que considerar los factores
que están dentro de la escuela que permiten o no, que tú trabajes creativamente. El
planteamiento es el siguiente: si tú eres una maestra(o), estás dentro de tu salón y el
movimiento que está produciéndose dentro de la escuela busca que tú salgas del salón y de ser
posible no te quedes en él y establezcas relaciones con otras maestras compartiendo lo que
haces, eso es muy bueno. El director(a) es una pieza muy clave para que establezcan estas
relaciones, se comparta o alguien de una coordinación que entusiasme, que involucre, que
busque que también otro se meta. Esto no puede ser trabajo de un solo maestro dentro de una
escuela, debe ser trabajo de todos.
Samary.-
Vincular lo que hacemos con la realidad del otro, lo que enseñamos con lo
que viven los muchachos tiene que ir muy ligado al perfil del profesor, maestro o facilitador que
va a trabajar con un baqueano en el aula de clases. Es necesario entonces que la persona esté
ganada, porque no todos los docentes están ganados para trabajar con baqueanos. Eso lo
vamos a encontrar siempre; entonces, no sólo tenemos que trabajar la formación con los
muchachos sino con los profesores, maestras, facilitadores.
En el taller, me di cuenta que permitió alcanzar a mucha gente que pudieran estar
totalmente estregados a la tarea de trabajar con los baqueanos; otros, sencillamente pudieran
mantenerse al margen del proceso porque lo que hacemos, amerita tiempo y una programación
especial al principio. Es algo que no se va conseguir con un título o en un libro sino que nació
con nosotros porque es nuestra propia vida. Lo sentimos y lo hacemos. Queremos que forme
parte de nuestra vocación y queremos que vaya más allá, vaya como servicio social, y más allá
todavía.
A mí me emocionó, sobre todo las muchachas, las señoras que estuvieron allí de los
planteles emergentes y me motivó mucho su presencia porque ellas se sintieron importantes,
reconocidas y estaban como una esponja, absorbiendo todo lo que nosotros conversamos, todo
lo que estábamos planteando porque ellas tienen la voluntad pero necesitan especializarse en
la educación formal. Ellas están sensibles frente a la realidad de esos niños que no están
dentro del sistema regular de educación. Ellas se sintieron totalmente identificadas y
emocionadas con lo que vivieron en el taller. Después me estaban pidiendo el número
telefónico para solicitar ayuda. Mira, necesito que me ayude a planificar, me dijeron. De repente
no tienen dentro de su presupuesto para ir a una Universidad o ya están casadas y tienen hijos
y no pueden estar normalmente en una universidad pública. Entonces, una debe entender que
los conocimientos no son privados sino colectivos, que ellas necesitan que les aportemos lo que
sabemos.
Entonces, hay mucho de la realidad que en este taller pudimos atacar o se pudo atacar,
llegar a esos aspectos, a esas señoras, a esas muchachas. Yo estoy segura que donde ellas se
encuentran van a ser las primeras en proporcionar con mucho ánimo la enseñanza a partir de
una historia de vida que les permita rescatar valores, tocar la sensibilidad y la realidad del
estudiante, del niño, integrarlo con el entorno, con la comunidad, con el país. Es imposible
hablar de una historia de vida, de nuestros baqueanos sin que se toque todo lo que plantea hoy
día el sistema educativo
bolivariano. Allí es donde se quiere llegar porque los pueblos
latinoamericanos hemos perdido
y estamos en constante pérdida de nuestra identidad,
precisamente por eso, porque ya no estamos tomando en cuenta nuestro abuelos sino lo que
viene de afuera, el anillo, los zarcillos, la transculturización. Pero ¿por qué? Porque también
nosotros lo estamos permitiendo.
Como perspectiva creo necesario planificar talleres de formación y de seguimiento para
profundizar en los proyectos de aprendizaje con historias de vida. Pero, para nosotros, para los
que ya hemos pasado por la primera experiencia y nos hemos reunido aquí contigo y hemos
discutido y hablado, no podemos estar como participantes en un taller de inducción porque nos
vamos a quemar, debemos estar como facilitadoras para que otros se inicien. Tenemos que
respetar los procesos. Que otros maestros se empapen, se sensibilicen y lo que yo vi que
vivieron estas maestras aquí en el taller, lo vivan otros.
Nosotros de alguna manera necesitamos otro tipo de taller, otro tipo de reunión. Tal vez,
sin darnos cuenta, sean éstas. Sin estar Fonseca lo estamos haciendo, nos evaluamos,
proponemos e inventamos ¿qué más podemos hacer? Como decía Ione en una oportunidad, de
repente no tenemos el apoyo de los directivos pero lo estamos haciendo. Aida es un caso de
admirar y que siendo directivo baja donde estamos nosotras, se reúne por su papel que
representa en el liceo y también porque le nace y le ve la importancia. Otros directores tal vez
no sacan el tiempo ni ponen el corazón para hacer esto pero hay que buscarlos y sensibilizarlos
también. Entonces, nosotras desde el lugar en el que estemos, con o sin el apoyo de los
directivos, podemos gestionar proyectos y estrategias en el aula con el grupo de estudiantes.
Por otro lado, también debemos
planificar, a nuestro nivel, estos encuentros más
estructurados, con variedad de recursos para sacarle más provecho y después acercar a otras
maestras que ya pasaron por la primera etapa, por la primera experiencia y llevarlas también a
esto para que hagamos seguimiento y no perdamos el trabajo. No podemos quedarnos en
dejarle solamente los libros y no se va a seguir ese trabajo de recoger la información, de
evaluar.
Ahora mis perspectivas son que podríamos conocer más, ya tenemos un camino
andado, podemos ahondar, los grupos son distintos, aunque tengamos los mismos muchachos,
ellos van a empezar a cambiar, conocer otras cosas. Bueno, ahora vamos a hablar de
Metacognioción, otra técnica, vamos a aplicarla en el aula con los baqueanos. Vamos a irnos a
otra escuela. Estas maestras que están en otra escuela, las que fueron al taller y que están
altamente sensibilizadas con el tema, bueno ahora vamos a llevarlo a la práctica y prepararnos
más para poder formar y formarnos. Esta es una estrategia multidisciplinaria, aquí podemos
integrar todas las áreas habidas y por haber porque estos baqueanos son especiales, son ricos
en historia. Flor, nada más en ese contexto nos marcó con lo poco que nos contó de su vida
porque a mí que he leído un poco de historia me llevó a pensar, bueno ¿qué estaría pasando en
Venezuela en esos momentos? ¿Qué presidente estaba en esa época? Imagínense a los
muchachos con eso. Hoy alguien, me cuestionaba diciendo: solo tú y tus maestras se les
ocurre reunirse un sábado en la tarde a hablar de trabajo. Esto no es con ánimo económico sino
porque vemos que es necesario. Todo esto hay que disfrutarlo.
Finalmente, yo voy a trabajar en el área de castellano con 8vo y 9no grado. Tengo que
planificar el trabajo con Ricardo, el profesor de todas las materas de sociales. Quiero que
ustedes me den luces con relación a este trabajo. En la inducción que hago con los grupos, me
di cuenta que los muchachos están sentidos, están lastimados, los hogares se están
destruyendo; en un salón de clases en el que estuve, presentaron situaciones de divorcios,
golpes, una cantidad de cosas que ellos se atrevieron a hablar. Este grupo me pidió como
profesora guía, porque yo trabajé Paito con ellos el año pasado, entonces logré tocar su vida.
La plantearon con respeto y la escucharon también con respeto. Cuando llegó la hora de salida,
ellos eran los únicos que no se querían ir. Me llevé un reproductor con música cristiana como
fondo, un CD de música de relajación y esto ayudó…empecé a escuchar a esos muchachos,
lloraron, lo que menos pensaba. Me llama la atención porque estamos regresando de las
vacaciones, entonces algo está pasando evidentemente y los jóvenes están marcados y todo
esto fue gracias a Paito. Yo cumplí con las actividades previstas ese día y conversé bastante
con ellos. Por supuesto que pidieron trabajar nuevamente con un baqueano. De repente yo
puedo trabajar con Rosa. La idea es llevar una secuencia con los tres 9no ya que la idea es
integrar los tres 9no, que no haya diferencia.
Flor.- Yo voy a trabajar este año con Rosa en segundo grado porque no quiero que me
pase lo que pasó con el Pemón el año pasado, no vaya a tener yo tanto gasto, porque casi todo
salió de mi bolsillo. Yo logré que los muchachos también contaran su historia, tengo libros
escritos por ellos. Trabajé más que todo la escritura, la narración.
Los muchachos, después que yo les dije que ese señor estaba vivo y les dije donde
vivía, entonces ellos me hicieron preparar viaje, llevarlos allá, conocerlo tocarlo y verlo. Cuando
regresamos del viaje tú sabes lo que dijeron, bueno que como el Señor Pemón tenía su libro,
ellos también querían el de ellos. Aproveché allí para trabajar los signos de puntuación, me
dedique más al área de lengua, cada uno hizo su libro, yo los tengo. Las madres los ayudaron.
Luego dijeron: - hicimos historias cortas porque nosotros somos chiquitos todavía.
Samary.- Para los muchachos es muy importante conocer al baqueno, tocarlo. Pasa
como con un artista, y en este caso es especial porque este artista le está dejando muchas
cosas positivas. Pienso que, con el libro del pemón se puede relacionar lo que es el
conocimiento del indígena, lo que es el respeto ante las otras culturas, la forma como él ve la
vida y la forma como es educado un indígena porque la mayoría de las veces los criollos lo
vemos como un ignorante, un bruto, un pata en el suelo y resulta que el indígena es una
persona tan sabia como cualquier otro ser humano.
Flor.- Y además él, se fue superando poco a poco desde su condición. Yo les decía a
mis estudiantes: - ustedes son campesinos y él es indio ¿Cuál es la diferencia entre el indígena
y el campesino? Todos somos iguales. Todos tenemos un corazón, una identidad, somos de la
misma tierra y tenemos que respetarnos. Logré conversar con ellos sobre lo importancia de
respetar a las personas mayores, a los indígenas que andan por la calle, que no los vean con
desprecio, porque son seres humanos. Yo les digo a ellos que vean los programas que
presenta Chávez con los campesinos, con los indígenas que son personas comunes y
corrientes como cualquier otro. Lo que pasa es que ellos tienen sus propias costumbres que
son las natas del venezolano que nosotros las dejamos y las cambiamos por otros
Samary.-
Lo que no me gustó del taller fue que nos unimos las que ya habíamos
tenido experiencia con los Baqueanos y los demás por otro lado…
Flor.- A la mayoría de los maestros no les gusta leer ni le gusta la historia, por eso se le
hace difícil trabajar con este proyecto. A nosotros nos gusta, nos encanta, eso es algo sabroso
para nosotras por eso lo asumimos. A la gente no le cuesta hablar de su propia historia aunque
se siente triste cuando la oye.
Samary.- Algunas docentes llegaron cerradas al taller, con su apariencia y sus títulos
y a la final se despojaron de todos esos títulos. Llegaron a algo sencillo, de eso se trata con los
baqueanos, es lo que trata también el indígena, aprender de ti mismo y de la comunidad.
Flor.- Por lo menos yo me siento bien
que vengas tú y me digas oye Flor tú lo estás
haciendo bien, porque conoces lo que estoy haciendo.
Ione.- Yo
me siento incapaz de encontrarle un aspecto negativo al taller. Para mí fue
bastante bueno y todo lo que allí se vivió, se compartió, a pesar de las diferencias y
discrepancias que pudieron haber surgido, cosas que se salían del contexto, uno que otro
momento. Sin embargo, fue muy enriquecedor, me parece que fue, para nosotras, que
conocemos un poquito y que hacemos un grupito, y que de repente nos buscamos y
conversamos acerca de los baqueanos, fue fortificante. Hubiese estado Mirtha y Flor. Eso yo lo
extrañé. Sin embargo, en lo demás siento que fue un encuentro bastante productivo y que a
nivel emotivo “puso el dedo en la llaga”.
Samary.-
Pienso que a los educadores ahorita nos está haciendo falta de verdad
emocionarnos con lo intangible, con ese sentimiento, esa lágrima, porque es como todo, desde
el momento en que uno empieza a dejar de sentir uno empieza a dejar de vivir. Y eso es
verdad, la parte emocional se tocó allí y fíjate que a la final uno termina ganado para trabajar
con baqueanos.
Ione.-
Ayer estuve leyendo un libro de Fernando Barcenas, de la Universidad
Computense de Madrid y hay una parte donde él plantea que a veces lo que nosotros hacemos
repetitivo dentro de la educación no es repetitivo sino es recordatorio de esa memoria que
nosotros tenemos que implica lo que Samary estaba diciendo del hecho de que nosotros
debemos conectar lo que hacemos dentro del salón con nuestra vida. Yo siento que ese trabajo
se acelera, se hace más fácil con los muchachos a través de la lectura de los baqueanos.
A veces yo me pongo a pensar en hacer como más amplio el trabajo con los baqueanos,
que se reconozca, pero también a veces pienso que nosotros no podemos abarcar más de lo
que podemos hacer realmente. Y trabajar con 40 muchachos a los que uno quizás no les llega a
todos, pero sí a una buena cantidad, que se involucren con este trabajo es
de bastante
provecho. Nosotras, lo que hemos de estar es ya determinadas en el compromiso de trabajar
en nuestro pequeño teatro con los muchachos y el grado que tengamos. Y buscar esa manera
de inventarnos a lo que nos invitó Simón Rodríguez, porque una persona no lo sabe todo,
también lo decía él, juntos sabemos más. Porque es el saber del pueblo lo que está ahí, el
saber de nosotros, que le estamos dejando un valor, que estamos aprendiendo a través de él.
Sin embargo, el problema es que estas criaturas creyeron que nosotros estábamos en otra
onda diferente a esa
Hay que estar claros de que los libros de historias de vida, de Paito, de la misma Rosa,
incluso de la gente es un poquito más avanzada a nivel intelectual, porque Rosa tiene una vida
grandiosa por todo el trabajo comunal que ha hecho, pero ella no es una intelectual, porque
nosotros lo que estamos tratando de valorar en los baqueanos es que la vida de la gente
sencilla es valiosa. Y con la vida de la gente sencilla nosotros podemos aprender y podemos
enseñar, que ambas cosas son difíciles, pero que ese es el camino que nosotros queremos
transitar, partir nuestra acción educativa desde nuestra vida misma.
Bueno, la invitación es que tenemos que reinventarnos.
¿Qué es lo curioso de los dos textos? Tanto el del médico como el de las docentes, a
pesar que son dos campos de acción distinto, el sentimiento que expresan de esperanza, de
amor les hace sensibles a la vida porque no dejan de sentir y buscar no sólo el qué y cómo sino
el por qué y para qué. Esta perspectiva me asoma entonces a pensar que no hay que dejar de
sentir para no dejar de vivir y con la vida de la gente sencilla uno aprende y enseña como
dicen las amigas Samary y Ione.
¿Ustedes qué piensan? Después de disfrutarlo.
José Fonseca P.
15 de Octubre de 2006
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