La Historia de las Cruzadas (HA)

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La Historia de las Cruzadas (HA)
Las Cruzadas empezaron como una reacción [reacción: una respuesta a algo que se hace o
se dice] ante la amenaza que representaban los selyúcidas. Para el año 1095, los selyúcidas ya
habían avanzado hasta llegar a 100 millas de distancia de Constantinopla, la capital bizantina. El
emperador le solicitó ayuda al Papa Urbano II.
El papa convocó a los nobles y los líderes de la Iglesia a un concilio en Clermont, Francia. Allí, pidió
que se realizara una cruzada para expulsar a los musulmanes y recuperar Jerusalén. Les prometió la
entrada a los cielos a todos los que se unieran a la batalla.
Los nobles de habla francesa no tardaron en organizar ejércitos para combatir en Tierra Santa.
Además de caballeros entrenados, miles de aldeanos, artesanos y campesinos se unieron a la
cruzada.
Durante las Cruzadas, la fe cristiana inspiró a muchos a llevar puesta la cruz roja que usaban
los cruzados como símbolo de su misión y a unirse a la lucha. Pero también había otros
motivos que llevaban a la gente a sumarse a las Cruzadas. Los mercaderes veían la oportunidad
de ganar dinero mediante el comercio. Los hijos menores de los nobles esperaban recibir feudos en
Tierra Santa. Una persona que hubiese combatido en Tierra Santa también ganaba respeto y
prestigio en su lugar de origen.
La Primera Cruzada (1096–1099) Cuatro nobles europeos encabezaron la Primera Cruzada.
Cerca de 30,000 cruzados se abrieron paso mediante combates hasta Anatolia y se dirigieron hacia
el sur rumbo a Palestina. En junio de 1098 los cruzados asediaron la ciudad de Antioquía en Siria. La
ciudad estaba protegida por un anillo de murallas. Después de nueve meses, los cruzados hallaron
un modo de escalar las murallas. Antioquía cayó ante los cristianos.
En 1099, los cruzados rodearon Jerusalén y escalaron los muros de la ciudad. Luego de un
mes de lucha, la ciudad se rindió. Los cruzados victoriosos asesinaron a la mayoría de las
personas que habían luchado contra ellos. Los sobrevivientes fueron vendidos como esclavos. Una
vez tomada Jerusalén, la mayoría de los cruzados volvieron a casa. Algunos, sin embargo, se
quedaron. Ellos establecieron cuatro reinos de cruzados en Palestina, en Siria y en los territorios que
hoy constituyen Líbano y Turquía.
La Segunda Cruzada (1146–1148) En parte, los cruzados debieron sus primeras victorias a la falta
de unidad entre los grupos musulmanes. Cuando se iniciaron las cruzadas, el Imperio Selyúcida ya
se estaba desintegrando, dando lugar a varios estados más pequeños. A los musulmanes se les
dificultaba unirse para combatir a los invasores.
Cuando los musulmanes comenzaron a agruparse, pudieron defenderse con mayor eficacia.
En el 1144, capturaron Edesa, la capital del reino cruzado que se encontraba más al norte. Los
cristianos respondieron con la organización de la Segunda Cruzada.
Esa Cruzada terminó en fracaso. Un ejército proveniente de Alemania fue devastado en Anatolia.
Un segundo ejército, liderado por el rey de Francia, llegó a Jerusalén en el año 1148. Cerca de
50,000 cruzados marcharon sobre la ciudad de Damasco, que estaba en el camino a Edesa. Los
musulmanes de Edesa acudieron a ayudar a la ciudad y vencieron a los cruzados. Después de esta
derrota, el ejército francés regresó a su tierra, poniendo fin a la Segunda Cruzada.
La Tercera Cruzada (1189–1192) A lo largo de las décadas siguientes, los musulmanes del Medio
Oriente fueron reuniéndose bajo un liderazgo en común. Para la década de 1180, el gran sultán
Salah al-Din, al que los europeos llamaron Saladino, había formado el imperio musulmán más
extenso desde la época de los selyúcidas. Salah al-Din unificó Egipto, Siria y las tierras al este.
Encabezó una lucha renovada en contra de los cruzados en Tierra Santa. Salah al-Din recuperó
rápidamente la mayor parte de Palestina. En 1187, sus ejércitos tomaron Jerusalén.
La pérdida de Jerusalén conmocionó a los europeos y desató la Tercera Cruzada. El rey
Ricardo I de Inglaterra, conocido como Ricardo Corazón de León, dirigió la lucha de los
europeos contra Salah al-Din.
En 1191, el ejército de Ricardo obligó a rendirse al pueblo de Acre, en Palestina. Después, los dos
bandos hicieron arreglos para el intercambio de prisioneros. Pero Ricardo perdió la paciencia
esperando que Salah al-Din cumpliera con el intercambio y ordenó la muerte de sus 2,700
prisioneros musulmanes.
Luego, Ricardo se abrió paso a fuerza de combates hacia Jerusalén, pero su ejército no era
suficientemente fuerte para atacar la ciudad. La fuerzas de Salah al-Din también se habían debilitado.
En septiembre de 1192, los dos líderes firmaron un tratado de paz. Los cruzados se quedaron
con una cadena de ciudades a lo largo de la costa de Palestina. Los musulmanes acordaron permitir
que los peregrinos cristianos entraran en Jerusalén.
Cruzadas Posteriores Las Cruzadas al Medio Oriente continuaron durante 100 años más.
Algunas Cruzadas fueron movimientos populares de la gente pobre, más que campañas militares
organizadas. Por ejemplo, en 1212 miles de niños campesinos provenientes de Francia y Alemania
marcharon en una “Cruzada de los Niños”. Pocos de ellos, tal vez ninguno, lograron llegar a Tierra
Santa. Algunos acabaron en ciudades portuarias europeas, sólo para que los comerciantes los
vendieran como esclavos. Algunos regresaron a casa. Muchos desaparecieron sin dejar ningún
rastro.
Ninguna de las Cruzadas posteriores logró reconquistar Jerusalén. Mientras tanto, los
musulmanes fueron recuperando las tierras que habían perdido. En 1291 tomaron Acre, la
última ciudad de los cruzados. Esta victoria puso fin a unos doscientos años de reinos cristianos en
Tierra Santa.
La Reconquista Los cruzados combatieron contra los musulmanes en Europa y África del Norte, así
como en el Medio Oriente. Una serie de guerras importantes se llamó la Reconquista. Los
cristianos emprendieron estas guerras para recuperar el control de la Península Ibérica, que
estaba en poder de los musulmanes. La Península Ibérica es una región del sudoeste europeo,
que comprende los actuales países de España y Portugal.
Como ya has aprendido, los omeyas establecieron una dinastía musulmana en España durante el
siglo VIII, donde musulmanes, judíos y cristianos convivían pacíficamente. Sin embargo, los no
musulmanes tenían que pagar un impuesto especial.
Con el paso del tiempo, los gobernantes cristianos del norte de Iberia recuperaron gradualmente las
tierras musulmanas. El ritmo de la reconquista se aceleró luego de que el califato omeya de Córdoba
se dividiera en reinos rivales en el año 1002. En 1085 los cristianos lograron una victoria clave
cuando capturaron Toledo, una ciudad del centro de España.
Los musulmanes cedieron cada vez más territorio y las nuevas dinastías musulmanas ya no
practicaban la tolerancia con los judíos y cristianos. En 1039, Portugal se convirtió en un reino
cristiano independiente. Para 1248, sólo el pequeño reino de Granada, en el sur de España,
quedaba en manos musulmanas.
Muchos judíos y musulmanes permanecieron en las zonas gobernadas por los cristianos. A fines de
la década de 1400, el rey Fernando y la reina Isabel buscaban unificar toda España como
nación católica. Usaron la Inquisición, una corte católica romana, contra los musulmanes y
los judíos que declaraban haberse convertido al cristianismo. La Inquisición Española fue
extremadamente dura. Los jueces, llamados inquisidores, solían emplear la tortura para averiguar si
los supuestos conversos estaban practicando su religión anterior. Miles de personas murieron
quemadas en la hoguera.
En 1492 Granada cayó ante el ejército de Fernando e Isabel, poniendo fin al poderío
musulmán en España. En el mismo año se les ordenó a los judíos que se convirtieran al catolicismo
o dejaran el país. Más de 170,000 judíos abandonaron sus hogares para siempre. Muchos hallaron
refugio en tierras musulmanas, incluyendo Constantinopla, hoy llamada Estambul, capital del Imperio
Otomano. Los musulmanes permanecieron en España, pero a muchos se les obligó a hacerse
católicos. A partir de 1609, España expulsó a los musulmanes que quedaban. Esta expulsión puso
fin a siglos de cooperación entre estos grupos y los cristianos en España.
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