COMO SE GENERA EL FUTURO Josep Burcet Llampayas Conforme el futuro se hace cada vez más incierto, uno se pregunta si la capacidad de nuestras sociedades para controlarlo resultará finalmente desbordada. El intento de controlar el futuro es un propósito común que realizamos continuamente, muchísimos millones de personas todos los días y a todas horas. En las cosas más pequeñas y triviales, como cuando nos aseguramos de que la comida no se queme, hasta en las cosas más desmesuradas y complejas, como cuando un grupo de países lazan conjuntamente un gran laboratorio hacia el espacio exterior. En las vidas de los hombres, siempre aparece ese mismo deseo de dar forma a lo que está por ocurrir, suponiendo que, si logramos controlar todos los detalles, el resultado será exactamente aquello que nos habíamos propuesto. Pero los resultados inequívocos solo se obtienen cuando el estado futuro depende exclusivamente de relaciones causales que son bien conocidas. Es decir, no siempre. Podríamos decir que hay tres formas básicas de construir el futuro. Futuros causados Hay futuros que son la consecuencia directa de la acción de una serie de elementos previos. Esos elementos se combinan de tal forma que dan lugar a un suceso ulterior. Lo característico de estos futuros es que son producidos por intervenciones externas. El futuro de una mole de mármol, por ejemplo, resulta del juego de una serie de factores que son exteriores a la roca en sí misma. Son esos factores externos los que determinan su estado ulterior. La causa de la estatua, pongamos por caso, son las ideas y emociones del escultor que se combinan con la acción de sus manos, del martillo y del cincel. En los procesos causados siempre se espera que haya alguien o algo que haya actuado como la causa de su estado actual. Este sería el ámbito de las relaciones deterministas de causa a efecto. Futuros fortuitos Hay otros futuros que resultan de la concurrencia de circunstancias fortuitas, y cuyos efectos se atribuyen a lo que coloquialmente llamaríamos la "casualidad". Estos futuros son más indeterminados, en el sentido que escapan al imperio estricto de las relaciones causales. Comparten con los futuros causados la idea de que el pasado determina el futuro. Se espera que nada ocurra que no haya sido originado por su pasado. De otro lado, es común a los futuros causados y a los futuros fortuitos considerar que nada realmente nuevo ha aparecido. Como mucho, el estado ulterior es siempre una transformación de algo que antes ya existía. Futuros que se auto-organizan Finalmente, existen futuros que aparecen como consecuencia de un esfuerzo de auto-organización. Aquí, lo más importante es darse cuenta de que el futuro no está totalmente determinado por circunstancias externas y anteriores. Puede surgir "desde dentro" y producir cosas que antes no habían existido en absoluto. En el futuro de un sistema que se auto-organiza, al menos una parte de la acción generadora procede de su propia actividad. En esto se observan distintos gados. El futuro de algunos sistemas que se auto-organizan depende mucho de procesos causales y/o fortuitos y la fuerza de auto-organización procedente de su interior es muy débil. Pero hay otros que hacen gala de una capacidad de auto-organización mayor. En general, se puede decir que existe una relación directa entre la capacidad de auto-organización y la complejidad de cada sistema. El futuro de los sistemas más complejos depende más de los procesos de auto-organización y menos de procesos causados o fortuitos. Como ya he señalado, en el futuro de los sistemas que se auto-organizan aparecen elementos nuevos que no existían antes. Los sistemas que se autoorganizan exhiben una cierta capacidad de creación. En esto también se observan distintos grados. Hay ejemplos de sistemas que solo generan dosis muy pequeñas de elementos totalmente nuevos. Y otros que producen cantidades mayores. Los que poseen menor potencial de generación de novedad emplean su capacidad de auto-organización en esfuerzos de preservación del estado de orden que han alcanzado. Fundamentalmente, se trata de organismos cuyos estados futuros tienden a ser una mera réplica de sus estados anteriores en virtud de procesos homeostáticos. Otros organismos y sistemas, por medio de la auto-organización, pueden producir transformaciones que llegan a implicar cambios de naturaleza, lo que podría ser denominado como una especie de capacidad de creación metafísica. De otro lado, el futuro de los sistemas que se auto-organizan no depende ya exclusivamente de lo que ha ocurrido en el pasado. Puede estar influido también por ideas, impulsos o intuiciones que toman la forma de propósitos, predisposiciones u objetivos. Cuando esos propósitos son nuevos y difieren substancialmente de los propósitos perseguidos en el pasado, se diría que el futuro ya no está completamente gestado por el pasado, sino más bien que se deriva de una cierta conciencia o premonición procedente del propio futuro.