La Superioridad de Cristo en el Libro de Hebreos

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La Voluntad de Dios – ¿El Antiguo Pacto o el Nuevo Pacto?
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Anotaciones
Lección 3
La Superioridad de Cristo
en el Libro de Hebreos
Uno de los temas magníficos del libro de Hebreos es el de la superioridad de
Cristo. Uno podría preguntar, “¿la superioridad de Cristo en relación a qué?” Claro
está, la respuesta se compondrá de varias partes. Para ser correctamente contestada, debemos comprender que el autor Hebreo muestra que Cristo es superior a
muchas personas y cosas. Cristo no es superior únicamente en una forma, sino
en varias. Nuestro propósito en el presente artículo es mostrar su superioridad en
una de estas formas.
Cristo es Superior a los Profetas
Una lectura de Hebreos 1:1-2 mostrará ésto muy claramente. El hombre, por
su propia sabiduría, nunca podrá conocer la infinita mente de Dios (1 Cor. 2:610). Por tanto fue necesario para Dios exhibir su mente y propósitos al hombre.
Podemos llamar a ésto el proceso de la revelación. El escritor Hebreo tenía en
mente esta revelación, y como ésto fue llevado a cabo en dos eras específicas, o
dispensaciones. El siguiente diagrama ilustra esto.
Hebreos 1:1-2
DIOS
HABLA
¿CUANDO?
¿A QUIEN?
¿COMO?
Otro
Tiempo
A los
Padres
Por los
Profetas
Postreros
Días
Nos Ha
Hablado
Por el
Hijo
Aquellos en “otro tiempo” (aquellos bajo la antigua ley) aprendieron de la
voluntad de Dios por los profetas. Ahora, “en estos postreros días,” (al final de la
dispensación de los antiguos profetas) Dios ha revelado Su voluntad por Su Hijo.
La carta Hebrea fue dirigida principalmente para aquellos primeros Cristianos
de extracción Judía. Habían sido levantados bajo la influencia del Judaísmo. En
tales mentes, los profetas naturalmente tenían una posición estimada. Pero estas
personas necesitaban comprender que los antiguos profetas Mosaicos ya no eran
por más tiempo el medio de la revelación de Dios. Dios les proveyó ahora un
medio mejor — Cristo. El sostenía una relación con el Padre que ninguno de los
profetas tuvo jamás. Los Hebreos estaban en peligro de retornar a la antigua Ley,
y a la enseñanzas de los profetas. El evangelio prohibía ésto. Una abstención
del Judaísmo y una penetración al Cristianismo se convirtió en el gran tema de la
predicación apostólica (Gál. 5:1-4).
Algunos trataron de colocar a Jesús en oposición a Moisés y los profetas, pero
ésto no era así. El oficio de Cristo y el de los antiguos profetas era perfectamente
compatible. Los profetas Mosaicos apuntaban a Cristo. Jesús mismo una vez
dijo “...era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de
HOMBRE
OYENTE
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Anotaciones
Moisés, en los profetas y en los salmos” (Luc. 24:44). El corrige el pensamiento
equivocado de algunos en el Sermón del Monte con respecto a su propósito relativo a los profetas. Dijo, “No penséis que he venido para abrogar la ley o los
profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir” (Mat. 5:17). La palabra
“abrogar” es de Katalusai. Esta es derivada de Kata, “una preposición indicando...dirección desde lo más alto a lo más bajo” (Thayer). El término es traducido
normalmente “abajo.” La palabra Luo es “desatar” (Thayer). De esta manera
tenemos una traducción literal “Desatar abajo.” Jesús estaba diciendo, “No he
venido para desatar a los hombres de la restricción de la ley.” Ente tanto que la
ley permaneciera, estaba atando, y Jesús no era competidor de la ley y los profetas.
Claro que la ley fue quitada en la cruz de Cristo, pero ésto no es lo mismo como
decir que Jesús le enseñó a los hombres que no tenían que vivir en conformidad
con ésta mientras ella permaneciera.
Jesús además habla del “quebrantamiento” de la ley (Mat. 5:19). La palabra
“quebrantar” es también de Luo. El está diciendo que cualquier hombre que
tratara de liberar a los hombres de la obligación de la ley y los profetas (mientras
ella permaneciera) y los enseñara a los demás así, muy pequeño será llamado en
el reino de los cielos.
En consecuencia, Jesús no estaba en competición con los profetas. Cumplió
las predicciones de ellos con respecto a él. Una vez que esto fue llevado a cabo,
los hombres no continuaron por más tiempo bajo la obligación de escuchar a los
profetas, sino que estaban obligados a escuchar a Cristo. Este fue un tema de la
profecía dentro de sí misma (Deut. 18:15-19).
La supremacía del nuevo pacto es evidente a través de los Hebreos. Jesús fue
hecho “...fiador de un mejor pacto” (Heb. 7:22). Esto incluye la superioridad
del oficio profético de Cristo sobre el de los profetas del Antiguo Testamento. A
continuación intentaremos discutir la superioridad de Cristo en otra forma.
La Superioridad de Cristo Sobre los Angeles
Es dicho de Cristo, “Hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más
excelente nombre que ellos” (Heb. 1:4). El tema de la superioridad de Cristo a los
ángeles continúa hasta el final del capítulo. Una serie de preguntas de retórica en
estos versículos mostrará claramente la naturaleza inferior de los ángeles cuando
se comparan con Cristo (v. 5,13-14). Debemos recordar que esta carta fue escrita
a los Judíos que se habían vuelto obedientes al evangelio. Como tal, tendrían a
los ángeles en alta estima, sabiendo que fueron a menudo los mensajeros de Dios
durante el período de tiempo del Antiguo Testamento. En el inculcamiento a los
Hebreos de la naturaleza superior de Cristo, ayudaría en el señimiento de la fe de
ellos en el evangelio, la cual parecía estar escurriéndose (Heb. 2:1).
En Hebreos 1:2, aprendemos que Cristo había sido “...constituido heredero de
todo...” Luego en el v.4, el asunto de una herencia nuevamente es mencionado.
Heredó”...más excelente nombre que ellos (los ángeles).” Los ángeles poseían
nombres excelentes. Considere el ángel Miguel (Apoc. 12:7), y el ángel Gabriel
(Luc. 1:19). Ambos nombres terminan en “el,” una connotación Hebrea para
“Dios.” Por tanto, los ángeles algunas veces llevaron el nombre de Dios mismo.
No obstante, el nombre de Cristo es más excelente, porque su posición con el
Padre era única. El era el unigénito Hijo de Dios. Dios nunca designó así a algún
ángel (1:5). Ningún ángel nunca ocupó una posición tan íntima con Dios como
lo hizo Cristo.
Cuando Cristo fue introducido al mundo, no únicamente recibió la adoración
de los hombres, sino también la de los ángeles (1:6). Los ángeles nunca fueron
designados por Dios como objeto de adoración, pero los encontramos rindiendo
adoración a Cristo. El término “primogénito” en este versículo no se refiere al
nacimiento de Jesús, aunque fue adorado por los hombres en ese momento (Mat.
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2:11). La referencia es a siendo él el primogénito de la muerte (Col. 1:18; Apoc.
1:5). En Su resurrección, Dios le hizo “Señor y Cristo” (Hch. 2:36) y como tal,
es digno de adoración.
A Cristo le fue dado un lugar de señorío. Esto es mostrado por el hecho de que
él posee un cetro, un trono y un reino (1:8). Su superioridad es mostrada en que
Dios le ungió con óleo de alegría más que a tus compañeros (1:9). Este versículo
es citado del Salmo 45:7 en donde se refiere a los otros reyes de la tierra. Pero
aquí, debe aplicarse a los ángeles guardando el contexto.
En Heb. 1:10-12 encontramos una cita del Sal. 102:25-27. Estos versículos
representan a Cristo como el creador de los mundos. El universo material es la
obra de sus manos. A ningún ángel le fue dado jamás un lugar tan prominente
como creador en el esquema de las cosas de Dios. La naturaleza eterna de Cristo está expresada. Como un vestido que está listo a ser mudado, los cielos y la
tierra pasarán. Pero Cristo quien los hizo, como agente de Dios en la creación,
permanecerá. “...pero tú eres el mismo, y tus años no acabarán” (1:12). Tales
palabras nunca fueron habladas de los ángeles. Dios nunca invitó a un ángel para
“...siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estado de tus pies”
(1:13). Pero Cristo está a la diestra de Dios. Los enemigos de Cristo finalmente
serán conquistados; relegados a nada mas que a su estrado. Hasta entonces, El
reina soberano a la diestra de Dios (1 Ped. 3:22). Los ángeles no son soberanos
gobernadores como Cristo, sino que son “...espíritus ministradores...” (1:14). Ellos
son “enviados” y no hacen el envió. Esto indica su posición subordinada a Cristo.
El espacio no nos permite un estudio detallado de este tema. Simplemente
hemos intentado mostrar que Cristo es superior en todas las formas a los ángeles.
Este es un tema introducido a los Hebreos desde que siempre habían mirado a
los ángeles como seres en alto. El escritor Hebreo entonces no está intentando
rebajar a los ángeles en la estima de sus lectores, sino que busca elevar a Cristo
a su lugar correcto por encima de ellos.
La Superioridad de Cristo Sobre Moisés
“Porque de tanto mayor gloria que Moisés es estimado digno éste (Cristo), cuanto
tiene mayor honra que la casa el que la hizo” (Heb. 3:3). Aquí el autor introduce
un principio bien conocido para todos los hombres; es decir, que el edificador y
fundador de la casa tiene derecho a más honor que la casa misma. El punto es que
Moisés era simplemente una parte del sistema del Antiguo Testamento, un siervo
(v.5). Pero Cristo era la agencia de Dios en el establecimiento y edificación de todas
las cosas. Esto incluía la iglesia, la casa de Dios bajo la nueva economía (Mateo
16:18; 1 Tim. 3:15). La gloria mayor recibida por Jesús era suya por derecho; era
“digno” de ésta, tenía derecho a ella.
MOISES
CRISTO
SIERVO
➝ ➝
➝ ➝
Además leemos, “Y Moisés a la
verdad fue fiel en toda la casa de
Dios, como siervo, para testimonio
de lo que se iba a decir; pero Cristo
como hijo sobre su casa, la cual
casa somos nosotros, si retenemos
firme hasta el fin la confianza y el
gloriarnos en la esperanza” (Heb.
3:5-6). Este pasaje, si ningún otro
fuera considerado, probaría nuestra
proposición, el hecho de que Cristo
era superior a Moisés. Nótese el
siguiente diagrama:
EN SU
CASA
HIJO
SOBRE SU
CASA
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Anotaciones
La Voluntad de Dios – ¿El Antiguo Pacto o el Nuevo Pacto?
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Anotaciones
Aquí vemos dos cosas que atraen nuestra atención: 1) Moisés el siervo; Cristo
el Hijo. 2) De Moisés es dicho que esta EN su casa; y que Cristo está SOBRE
su casa. Aprendemos la función de ambos, Moisés y Cristo, con referencia a sus
respectivas casas. La función de Moisés era la de siervo. El siervo en una casa
no tiene autoridad, y en el sentido de que Cristo tenía autoridad, Moisés no tenía
ninguna. Cristo no es el siervo, sino el señor sobre su casa (Mateo 28:18).
Tanto la función de Moisés como siervo y la de Cristo como señor fue acorde
al plan de Dios (3:2). “...pero el que hizo todas las cosas es Dios” (3:4). Esto
no contradice el versículo 3 donde Cristo es designado como el edificador. “La
condición especial de fundador de Cristo no contradice o excluye la condición
general de fundador de Dios.”1 Creemos que ésta es una explicación correcta del
asunto. Dios no usó a Moisés para edificar su casa (Israel) bajo la antigua ley. Si
en algo, esta distinción pertenece a Abraham. El usó a Moisés para librarlos de la
esclavitud, para revelarles la ley y guiarlos hasta el mismo borde de Canaán. En
distinción a ésto, Cristo fue el verdadero edificador de la casa de Dios, la iglesia.
Para el Judío incrédulo, Moisés era aun autoridad. Pero Hebreos no fue escrito
a incrédulos, sino a Judíos que habían aceptado el evangelio, y por tal acción habían sido traídos a una relación correcta con Dios. Ahora la pregunta podría ser
legítimamente hecha, “¿Por qué entonces el escritor enfatiza la superioridad de
Cristo a la de Moisés, en vista de que los Hebreos habían obedecido al evangelio,
y por tanto, admitían la autoridad de Cristo?” Simplemente porque una reversión
al Judaísmo de parte de ellos parecía inminente (2:1-4). La debilidad de ellos era
obvia, porque aun eran bebés (5:12-14). Habían sido educados y levantados bajo
la Ley de Moisés, y bajo la influencia del Judaísmo. Sería relativamente fácil para
tales personas ser convencidas de retornar a esa ley. Entre las cosas que necesitaban
que se les enseñará era la superioridad del dador del Nuevo Pacto sobre el dador
del Antiguo, Cristo sobre Moisés. A continuación, deseamos notar otra fase de la
superioridad de Cristo: su sacerdocio sobre el sacerdocio Levítico.
La Superioridad del Sacerdocio de Cristo
En páginas anteriores, hemos tratado con la superioridad de Cristo sobre los
profetas, ángeles, y Moisés. Ahora procedemos a otra área de la superioridad de
Cristo: Su superioridad sobre el sacerdocio Levítico. Aquí está otro gran tema
del libro de Hebreos, el Sumo Sacerdocio de Cristo.
Cristo es primero introducido a nosotros como Sumo Sacerdote en Heb. 3:1.
“Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerar
al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús.” El escritor dice
que Jesús fue “hecho sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec” (6:20). Una corta mirada a Melquisedec para antes de ir más allá, porque
cuando entendamos la naturaleza de su sacerdocio, el de Cristo se volverá más
significante para nosotros. En conexión con este tema, el lector deberá considerar
todo el capítulo 7 de Hebreos.
Primero veamos a Melquisedec en Génesis 14. El sobrino de Abraham, Lot,
había sido capturado por ciertos reyes, con lo cual Abraham reunió sus fuerzas y
efectuó su rescate. En el proceso, tomó botín de los reyes derrotados, y ofreció un
diezmo de ellos a Melquisedec mientras estaba retornando de su victoria. Vemos
que Melquisedec era “Rey de paz” (7:2). Era “sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida...” (7:3). Nada nos es dicho de
la ascendencia de Melquisedec. No tenemos registro de su nacimiento o muerte.
Entonces, “...permanece sacerdote para siempre” (7:3). No tenemos narración
de la terminación de su sacerdocio. La palabra “permanece” significa un sacerdocio continuo; incambiable. Jesús es eterno (Heb. 1:11-12). Melquisedec está
representado a nosotros en esta forma en este capítulo para exaltar el sacerdocio
de Cristo cuando se compara al sacerdocio Levítico.
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Los hijos de Leví (sacerdocio Aarónico) recibieron un mandamiento de recibir
los diezmos del pueblo, sus hermanos (7:5; Núm. 18:20-21,26). Pero Melquisedec
recibió diezmos de Abraham, y luego bendijo a Abraham. Ahora, “sin discusión
alguna, el menor es bendecido por el mayor” (7:7). Esto es axiomático y muestra la superioridad de Melquisedec a Abraham, quien parecía ser la más grande
figura de su día para los Judíos. Ahora, en vista de que el sacerdocio de Cristo es
comparado al de Melquisedec, quien era más grande que Abraham, entonces su
sacerdocio era más grande que el de los Levitas, los hijos de Abraham.
“Y aquí ciertamente reciben los diezmos hombres mortales; pero allí, uno
de quien se da testimonio de que vive” (7:8). Este versículo es interesante en
la forma en que usa las palabras “aquí” y “allí.” La palabra “aquí” se refiere al
sacerdocio Aarónico, y de éste simplemente es dicho que “ellos mueren.” “Allí”
se refiere al sacerdocio de Melquisedec, y se da testimonio de que “vive.” Todos
los sacerdotes Levitas murieron, Melquisedec aparece como el que vive, porque
no hay señales de muerte acerca de él. En vista de que el sacerdocio de Cristo es
semejante al de Melquisedec, éste continúa, vive, y de esta manera es superior al
de los sacerdotes Levitas.
La pregunta del versículo 11 muestra la naturaleza inferior de los sacerdotes
Levitas. La perfección no se pudo tener bajo éste, por tanto, otro sacerdote (Cristo)
se levantó según el orden de Melquisedec, y no según el de Aarón.
Mientras los sacerdotes del Antiguo Testamento eran descendientes de Leví, “...
manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá...” (7:14). Este versículo
es fatal a la teoría de que Cristo retornará a la tierra, fundará un reino y reinará
como sacerdote y rey. “Así que, si estuviese sobre la tierra (Cristo), ni siquiera
sería sacerdote...” (8:4). ¿Por qué no? Simplemente porque él era de la tribu
equivocada ¡para servir como sacerdote terrenal! Traer a Cristo de regreso a la
tierra es despojarlo de su sumo sacerdocio. Los premilenarios harían bien en
considerar ésto. Este sacerdote que brotó de Judá fue “constituido no conforme a
la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida
indestructible” (7:16). El sacerdocio Levítico era físico en naturaleza. Aquellos
sacerdotes ofrecían sacrificios físicos, tenían que ser del linaje físico correcto,
debían haber sido libres de defectos físicos, etc. Pero el sacerdocio de Cristo no
está basado en linaje o características físicas, sino en el hecho de que él vive por
siempre. Aquí está no obstante, otra marca de la superioridad del sacerdocio de
Cristo.
“Porque la ley constituye sacerdotes a débiles hombres...” (7:28). Esto se
refiere a los sacerdotes Levitas. Pero Cristo, nuestro Sumo Sacerdote, es “santo,
inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los
cielos” (7:26). De estos pasajes, vemos que todo el capítulo 7 de Hebreos está
dedicado al tema de la superioridad del Sumo Sacerdocio de Cristo sobre el de
los hijos de Aarón, o Leví.
Finalmente, “todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas
veces los mismos sacrificios que nunca pueden quitar los pecados” (10:11). En
contraste, “Pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio
por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios” (10:12). Aquí él permanece
hasta que todos los enemigos se conviertan en su estrado.
El espacio aquí no nos permite un estudio exhaustivo de este gran tema. Estamos
casi avergonzados por ofrecer estas escasas notas sobre este gran tema, pero deben
ser suficientes por ahora. Animamos al lector para que estudie cuidadosamente
Hebreos, especialmente el capítulo 7, para más información sobre este vital tema.
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Anotaciones
La Voluntad de Dios – ¿El Antiguo Pacto o el Nuevo Pacto?
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Anotaciones
La Superioridad de Cristo Sobre los Sacrificios Ofrecidos
Bajo el Período del Antiguo Testamento
Ahora concluimos esta sección con un análisis final sobre la Superioridad de
Cristo. Como mostramos en la primera parte de esta lección, la Superioridad de
Cristo es uno de los muchos temas grandes en el Libro de Hebreos. Cortamente
hemos estudiado esa superioridad en cuatro formas: (1) con respecto a los profetas;
(2) a los ángeles; (3) a Moisés; (4) al sacerdocio Levítico. Ahora consideremos
la superioridad de Cristo sobre los sacrificios animales del Antiguo Testamento.
En el esquema Levítico de las cosas, Dios había instituido un sistema de sacrificio animal. No tenemos espacio aquí para un estudio detallado de ese tema, pero
una consideración del libro de Levítico mostrará los requerimientos y regulaciones
impuestos por Dios sobre Israel con respecto a estos sacrificios. Cuando pensamos
en los sacrificios de animales, el cordero probablemente viene a la mente primero.
En el testimonio de Juan el Bautista dijo con respecto a Jesús, “He aquí el Cordero
de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). En Apocalipsis encontramos
varias referencias a Cristo como “el Cordero.” Tales declaraciones nos recuerdan
de un sacrificio por el pecado.
A los sacerdotes del Antiguo Testamento se les requirió tomar el sacrificio de
sangre en el lugar santísimo del templo una vez al año. Esta sangre era ofrecida
“por sí mismo (el sumo sacerdote) y por los pecados de ignorancia del pueblo”
(Heb. 9:7). Aprendimos en nuestro último artículo que Cristo es nuestro Sumo
Sacerdote. El también tomó la sangre en el más santísimo de todos (el cielo) y
por ésto “obtuvo eterna redención” (9:11-12). La sangre que él ofreció no fue de
machos cabríos ni de becerros, sino su propia sangre. Toda la sangre del animal
era para “la purificación de la carne” (9:13), pero la sangre de Cristo “limpiaba
la conciencia” (9:14). Los sacrificios animales no podían hacer ésto; únicamente
la sangre de Cristo como nuestro gran sacrificio podía limpiar al hombre interior.
Luego el escritor Hebreo claramente declara, “Porque la sangre de los toros y
de los machos cabríos no puede quitar los pecados” (10:4). Una vez que la sangre
del animal era ofrecida, el pecado estaba aun ahí, porque “en estos sacrificios cada
año se hace memoria de los pecados” (10:3). En consecuencia, el ofrecimiento
continuo de estos sacrificios. Pero ellos nunca pudieron hacer lo que la sangre de
Cristo hizo — remover el pecado. Empezando con 10:5, el escritor comienza con
una cita del Salmo 40:6-8. David alaba a Dios por su gran salvación. Sus oídos
habían sido abiertos a la ley de Dios. Luego comienza a mostrar que algo mejor
que los sacrificios de la antigua ley está por venir.
SACRIFICIOS DE ANIMALES
➝ ➝
OFRECIDO
Una vez al año (9:7) ............................ ¿CUANDO?
EL SACRIFICIO DE CRISTO
............................................Una vez (9:12)
➝
Por el pueblo Y el
Por el pueblo UNICAMENTE (nosotros);
sumo sacerdote ................................. ¿POR QUIEN? .............................................no por Cristo
(9:7)
(9:12)
Para purificación de
Limpiar la conciencia
la carne (9:13) ................................... ¿PARA QUE? .........................................................(9:14)
La Voluntad de Dios – ¿El Antiguo Pacto o el Nuevo Pacto?
Dijo, “Mas me preparaste cuerpo,” mostrando que Dios iba a preparar un
sacrificio que sería suficiente. “Holocaustos y expiaciones por el pecado no te
agradaron” (10:6). La razón es obvia: no podían llevar a cabo la remoción del
pecado. Por tanto Dios no los deseaba. Recuerde que este Salmo es Mesiánico
en su naturaleza; en consecuencia, profético. En Heb. 10:7, el sacrificio es mostrado para ser voluntario. La profecía es repetida en 10:8. Luego en el v.9, el
antiguo sistema Levítico es mostrado que será quitado para establecer un segundo
y mejor sistema. Ahora notemos 10:10, mientras resumimos lo que hemos estado
diciendo. “En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de
Jesucristo hecha una vez para siempre.” El término “en esa voluntad” se refiere
a “esto último” en el v.9, y es por su voluntad, traída a efecto por el sacrificio de
Cristo, que somos santificados.
Por tanto, el sacrificio del cuerpo de Cristo es el medio de nuestra santificación.
Fue ofrecido “una vez para siempre,” y ésto permanece en gran contraste a la santificación carnal producida por los sacrificios animales del Antiguo Testamento.
Finalmente, nótese el siguiente diagrama basado en Heb. 9:7-14 el cual muestra
la superioridad del sacrificio de Cristo en toda forma.
En conclusión nuevamente enfatizamos la superioridad de Cristo ­­ sobre los
profetas, los ángeles, Moisés, el sacerdocio Aarónico, y los sacrificios animales.
Este gran tema de los Hebreos no debería ser pasado por alto cuando se estudia
este libro maravilloso. Hay otros tres filamentos que también corren a través del
libro, y quizás éstos podrán ser notados en una fecha más tarde.
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Anotaciones
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